[789] Todas las actividades que se realizan con la pretensión de gobernar las conductas ajenas en beneficio propio. La manipulación es una realidad frecuente, aunque el concepto es complejo para ser definido terminológicamente.
El educador tiene que mirar con preferencia al bien de las personas sobre cualquier otro objetivo. Pero la persona cuenta con libertad y con conciencia y, en la medida en que ambas riquezas se van desarrollando, es preciso dejar que se asuman las propias responsabilidades, incluso a riesgo de equivocaciones.
La manipulación implica poner otros intereses o beneficios por encima de las personas, lo cual no es moral. Se adopta cierto tono de engaño y de búsqueda de resultados inmediatos, con lo que se atiende a lo aparente más que a los valores definitivos y auténticos.
En el terreno religioso hay manipulación cuando se imponen criterios o actitudes que no son evangélicos, cuando se abusa de la indefensión de mentes o de sensibilidades no desarrolladas, cuando se presentan las verdades de forma incompleta para obtener adhesiones y cuando se abandona a lo individual una vez que se han conseguido beneficios.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
Las conquistas de la ciencia y su aplicación práctica le permiten al hombre realizar modificaciones inteligentes y creativas, más o menos profundas, dentro del mundo creado, a fin de producir en él cambios perfectivos, útiles y ventajosos para la existencia humana. Como tal, la manipulación es una actitud muy antigua en el hombre y muy difundida, con plena justificación, en muchos niveles de la actividad humana. La Biblia parece afirmar la índole organizadora y modificadora de la realidad por parte del hombre, cuando narra que fue colocado por Dios en el jardín del Edén para trabajarlo y guardarlo (Gn 2,15). Esto significa que el cosmos y el hombre mismo no son realidades intangibles e inmodificables, sino que están sujetos a mejoras y a evoluciones sucesivas, pero no a devastaciones degenerativas. Sin embargo, la manipulación se convierte en un problema teológico moral cuando la capacidad de alteración alcanza dimensiones planetarias, como el ambiente en que vive el hombre, o ciertos aspectos de la vida humana tan delicados como su ser biológico, su psiquismo, su libertad, su inteligencia, sus sentimientos, etc. Las posibilidades concretísimas a partir de los descubrimientos genéticos que comenzaron en los años 60 y que hoy son plenamente factibles, de intervenir en este plano, a nivel celular y genético, plantean una objeción de fondo. No es lícito realizar experimentaciones o modificaciones del hombre que puedan producir una reducción, un empobrecimiento temporal o perpetuo, radical o parcial del valor del hombre mismo y que puedan ser instrumentalizables como ejercicio de poder del hombre sobre el hombre, ni influir en la reproducción humana o en la hereditariedad. Se necesita, por tanto, fundamentar una nueva dimensión ética que corresponda a las realidades humanas actuales. Esto permitiría la aparición de una auténtica asunción de responsabilidades en los operadores de la manipulación, así como en los políticos y legisladores de las sociedades civiles que la regulan. En consecuencia, la manipulación del hombre sólo es lícita si mejora y enriquece la condición humana y está exenta de posibilidades de riesgos degenerativos, de errores o de abusos. De aquí la necesidad de la certeza, no va de la probabilidad o de la duda, de que cierta manipulación tendrá resultados positivos para el hombre y que respetará su dignidad. Si no es verificable este principio, toda manipulación sobre el hombre resulta ilícita e inmoral. Estas parecen ser las líneas indicativas, así como de denuncia y de crítica, de los recientes documentos magisteriales sobre el aborto, la eutanasia, la procreación, la ética sexual, etc., dirigidos a una defensa de la dignidad de la persona humana, ya que son conscientes de su valor creado y de su destino escatológico perfecto, basado en el misterio pascual de Cristo, hombre nuevo y perfecto.
En la sociedad actual se advierten no pocas operaciones de manipulación violenta sobre la condición humana: el control obligado de nacimientos tanto en el hombre como en la mujer; la muerte, mediante la legalización del aborto procurado, de centenares de miles de individuos. Están luego las manipulaciones políticas y económicas que se sirven de los comportamientos de masa para someter al hombre de manera global: tal es el caso de la difusión del uso de estupefacientes, que ha explotado a nivel mundial y que, además de explotar económicamente a muchos, afecta tan cruelmente a muchos jóvenes, inclinándolos a la indiferencia total, a la pérdida de valores humanos, a la falta de compromiso y de responsabilidad. Lo mismo se puede decir de la manipulación que se realiza a través del uso de los medios de comunicación social y de determinadas ciencias de conocimiento, que pueden inculcar en el hombre una serie de ideas que se propalan como verdades indiscutibles. Es distinto el caso de aquellas intervenciones manipulativas que pretenden la perfección del ser humano y de las que el hombre puede aprovecharse, superando la incapacidad personal de vencer situaciones negativas: es lo que ocurre con la curación de las enfermedades, la sustitución de ciertas partes del organismo, los transplantes (aunque en este tema la legislación de los diversos países no se ha puesto todavía de acuerdo), la superación de la esterilidad (en la que habrá que atender a los métodos científicos que puedan usarse), la armonización de la esfera psíquica del hombre, etc. De todas formas, también en estos casos resulta problemático señalar los límites infranqueables de la manipulación, más allá de los cuales no es lícito realizarla con legitimidad.
T Stancati
Bibl.: G, Perico, Manipulación del hombre, en DTI, III. 395-412: L. Rossi, Manipulación del hombre, en DETM, 611-616; K. Rahner, Libertad y manipulación en la sociedad y en la Iglesia, Pamplona 1971; A. López Ouintás, Estrategia del lenguaje y manipulación del hombre, Madrid 1979; B. Haring. Etica de la manipulación, Herder, Barcelona 1977.
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico