Nacido en el s. IV, Martín de Tours experimentó una conversión al cristianismo que le llevó a abandonar la carrera militar hacia el 356. Tras entablar relación con Hilario de Poitiers, pasó a Italia donde se enfrentó al arrianismo y fundó un monasterio en Ligugé. Elegido obispo de Tours — no sin una viva controversia — se dedicó a la evangelización de las zonas rurales. Parece ser que estaba dotado de un claro carisma de sanidades y de liberación. Opuesto a la condena y — mucho más — a la ejecución de Prisciliano, él mismo comentaba con amargura cómo sus carismas lo abandonaron después de aquel episodio. Su Vita, escrita por Sulpicio Severo, tuvo una considerable influencia en la hagiografía medieval y disfrutó de continuadores en Paulino de Périguex, Venancio Fortunato y Gregorio de Tours. E. C. Babut acusó la obra de falsedad, pero su juicio contrario ha sido matizado convenientemente por las opiniones contrarias de Jullian y Delehaye que han contextuado la obra en su incardinación hagiográfica. Ver Prisciliano; Sulpicio Severo.
VIDAL MANZANARES, César, Diccionario de Patrística, Verbo Divino, Madrid, 1992
Fuente: Diccionario de Patrística