MATEO, EVANGELIO DE

El primero de los tres Evangelios llamados †¢sinópticos.

Autor y fecha. El libro no dice quién fue su autor. La tradición, de manera unánime, lo atribuye al apóstol Mateo desde el año 125 d.C., cuando su nombre se incluyó en el tí­tulo. Existen opiniones contrarias a esto, pero la mayorí­a acepta a Mateo como el autor. Fue escrito antes del año 70, después del Evangelio de Marcos, probablemente entre los años 65 al 68 d.C.

Caracterí­sticas. Es evidente que M. fue escrito conforme a un esquema muy bien ordenado. Se nota que el autor era persona bien educada, que arregló sus materiales atendiendo más a los temas que al estricto orden cronológico. Su propósito era probar, especialmente a los judí­os, que Jesús es el Mesí­as. Por eso comienza su Evangelio, llamándole †œhijo de David† y dando su genealogí­a (Mat 1:1-17). Es el único evangelista que relata la historia de los magos de oriente, que vinieron preguntando por †œel rey de los judí­os† que habí­a nacido (Mat 2:2). Luego apoya todas sus narraciones y todos sus argumentos con un uso repetido de escrituras del AT (más de cuarenta citas), siempre señalando a Cristo y hablando del †œreino†. Esta palabra la utiliza unas cincuenta y cuatro veces (†œreino de Dios†, †œreino de los cielos†, †œel reino†, etcétera).
Evangelio es el que más citaban los primeros escritores cristianos. Se discute si fue escrito originalmente en griego, hebreo o arameo. Papí­as (60-130 d.C.) dijo que †œM. compuso los dichos en el dialecto hebreo y después cada cual los tradujo como pudo†. Pero todo el pensamiento de M. mantiene formas decididamente hebreas.
los detalles sobre los relatos de este Evangelio †¢Evangelios. †¢Jesucristo. †¢Milagro. †¢Sinópticos.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

DJN
 
SUMARIO: ¿Quién es Mateo? – II. ¿Es Mateo el autor del evangelio? – lll. Otras cuestiones: a) ¿Dónde fue escrito?; b) ¿Cuándo fue escrito; c) ¿Para qué lectores fue escrito? – IV. Caracterí­sticas Literarias: a) Vocabulario; b) Estilo. – V. Fuentes. – VI. Agrupación temática. – VII. Plan del evangelio: a) Estructura geográfico-cronológica; b) Estructura fundada en los cinco discursos; c) Estructura basada en las dos fórmulas. – Vlll. Estructura teológico-salví­fica: 1. ¿Qué dijo Jesús y qué sigue diciendo. 2. ¿ Quién es Jesús? 2-1. Retrato de Jesús; 2-2. Concepto de historia de la salvación; 2-3. Tí­tulos cristológicos: a) Cristo=Mesí­as, b) Hijo de David, c) Emmanuel, d) Hijo de Dios, d) Señor (Kyrios), t) Hijo del hombre. 3. La Iglesia: a) Algunas pistas, b) Desde Israel a la Iglesia, c) Hacia la Iglesia universal, d) Cruz e Iglesia, f) El verdadero Israel, h) La comunidad de Mateo, i) Doble caracterí­stica.

Una tradición que se remonta a S. Ireneo (a. 180) hace que el evangelio atribuido a S. Mateo sea el más antiguo en el tiempo. Es también el primero en la lista o canon de los libros sagrados cristianos, y el más representado en las artes plásticas (pintura, escultura, miniaturas, mosaicos) o en sí­mbolos que proyectan la unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Como ha demostrado E. Massaux, es el evangelio de Mateo, entre todos los escritos del N. T., el que ejerce una influencia más profunda y extensa en la Iglesia y en la literatura cristiana naciente. Se buscan en este evangelio las palabras del Señor, las lí­neas esenciales que definen el nuevo orden inaugurado por Cristo. Y esto porque el primer evangelio refleja mejor que ningún otro la vida de una comunidad con sus vivencias, conflictos, tensiones, preocupaciones. Tienen fundamento definiciones como éstas: “este evangelio es la carta de una sociedad que se organiza para durar” (Goguel); “evangelio eclesial” (TriIling).

1. ¿QUIEN ES MATEO?
Mateo, que significa “don de Dios” o “Diosdado” (en griego “Teodoro””), aparece en las cuatro listas de los Doce (Mt 10,3; Mc 3,18; Lc 6,15; Hec 1,13). Sólo en el evangelio de Mateo se le llama: “o telones”=recaudador=publicano. Jesús pasa junto a la oficina de recaudación, lo llama: “Sí­gueme”, y Mateo lo sigue (Mt 9,9). A este recaudador, Marcos 2,14 y Lucas 5,27 lo llaman “Leví­, hijo de Alfeo (Mc)”, “un publicano, llamado Leví­” (Lc). ¿Se trade la misma persona? Bastantes exegetas en el campo protestante niegan la identidad. La gran mayorí­a de comentaristas hablan de una misma persona. Y la explicación puede estar en el hecho de que Mateo, como otros (hay siete apelativos o sobrenombres en las listas de los apóstoles) habrí­a recibido un sobrenombre.

A esto se objeta que un judí­o no puede llevar dos nombres, y cuando los lleva, uno es griego o latino y el otro semita: José Justo (He 1,23), Juan Marcos (He 12,17,25), Saulo Paulo (He 13,9). Pero a veces el segundo nombre es también semita: Simón, llamado Cefas (Jn 1,42), José, llamado Bernabé (He 4,36), José, llamado Caifás (FI Jos, . Jud 28,2,7). “Si hay razón para admitir que Mateo pudo tener una tradición especial diferente de Marcos a propósito de la vocación del publicano, lo más sencillo es suponer que el publicano se llamaba Leví­ y que recibió (¿de Jesús?) el sobrenombre de Mateo, es decir, “don de Dios”” (LEON DUFOUR, . crí­tica el N. T., vol.!, 323).

R. Pesch (citado por Walker, cfr. bibl.) propone una solución bastante aceptable: “el autor del evangelio de Mateo ha cambiado de Leví­ a Mateo, porque para este autor una “vocación” significa necesariamente una llamada al discipulado, los discí­pulos son idénticos a los Doce, y así­ Leví­ no podrí­a haber sido sujeto de “vocación”, porque obviamente no era uno de los Doce”.

II. ¿ES MATEO EL AUTOR DEL EVANGELIO?
La tradición eclesiástica, que así­ lo afirma, se inicia con el testimonio de Papí­as, a mediados del siglo II, conservado por Eusebio de Cesarea (Hist. Ecles. 111,39,16; PG 29,300): “Mateo compiló, (recogió, ordenó) en lengua hebrea los “logia” y cada cual los tradujo como pudo”. ¿Cuál es el sentido de este texto? Dos palabras necesitan explicación: Logia: Para unos, “logia” significa solamente “sentencias” y consideran que Mateo no escribió un verdadero evangelio, sino una simple colección de palabras y sentencias del Señor. otros: Mateo compuso una narración de hechos y dichos del Señor. Las razones: -la tradición posterior lo ha entendido así­-; Papí­as, al hablar del evangelio de Marcos, habla de los hechos y dichos, y a estos hechos y dichos los titula “Ioguion kyriakon ezegueseos”. Otros autores no admiten esta razón (Vaganay). Ermeneuo: puede significar, una parte: “interpretar, exponer, explicar”; por parte, “traducir” (a otra lengua). En el primer caso, nuestro evangelio serí­a una adaptación del evangelio de Mateo; en el segundo caso, serí­a una simple traducción del evangelio arameo de Mateo. “Esta observación es el comienzo de una tradición eclesiástica según la cual el evangelio de Mateo fue redactado primeramente en hebreo (o arameo) y más adelante traducido al griego” (H. Kóster, ón al N. T, Salamanca 1988, 688). Sin embargo, el evangelio de Mateo del canon neotestamentario fue escrito en griego, como luego veremos. El testimonio de Papí­as se fue difundiendo. Así­, Ireneo (Ad, Haer. 111,1,1) afirma que Mateo escribió su evangelio entre los hebreos y en su lengua. Orí­genes (Eusebio H. E. V1,25,4) menciona la tradición de que Mateo escribió en hebreo el Evangelio para los judeocristianos. El mismo Eusebio piensa de la misma manera (H. E. 111,24,6). Una tradición, pues, que se remonta a la primera mitad del siglo segundo admite entre el apóstol Mateo y el primer evangelio un parentesco literario. Más allá de esto, los pareceres difieren.

Las caracterí­sticas del evangelio no favorecen la atribución a Mateo. -El análisis del evangelio “contradice claramente la afirmación de que su autor fuese discí­pulo de Jesús y testigo ocular de su actividad: -No escribe basándose en experiencias propias, sino que utiliza fuentes o documentos (Mc y Q) y tradiciones en lo que se llama material propio de Mateo para tejerlo todo en una obra bien estructurada; -Por la lengua griega del evangelio se deduce ser una obra original y no una mera traducción, aunque abunden no obstante los giros semitas (semitismos), pero éstos pueden deberse a la transmisión oral dentro de un esquema arameo. El evangelio de Mateo está bastante más cuidado y contiene a veces expresiones de estilo más elevado, con juego de palabras: “aphanizousin… hopos phanosim”= “desfiguran su cara para ostentar ante la gente que ayunan”” (6,16); “kakous apolesei”= “acabará de mala manera con esos malvados” (21,41); “kopsontai kai opsontai”=”se lamentarán y verán” (24,30): -el modo de citar el A. T., unas veces conforme a los LXX (citas comunes a Mc y Lc) y otras veces conforme al texto hebreo (propias de Mt) indica que no se trata de una mera traducción, sino que depende de fuentes; -la teologí­a bastante evolucionada del evangelio parece suponer una etapa posterior a la primera generación apostólica. Por eso, la mayorí­a de los autores no da valor al testimonio de Papí­as y afirman que el autor del evangelio de Mateo no pudo proceder del cí­rculo de los doce (H. Kí“STER, 688; E. LOHSEM, ón al N. T, Madrid, 1975, 136): U. Luz: “Yo presupongo, pues, que el apóstol Mateo no es el autor del primer evangelio. De serlo, ¿habrí­a utilizado el libro de alguien que no era testigo ocular como fuente principal, siendo él mismo testigo ocular?”, (Evangelio según S. Mateo, en sinópticos y Estella, Hechos de los Apóstoles 1998, págs. 106 y 107). En esta lí­nea está el reciente comentario de R. Aguirre, p. 267. Leon Dufour escribe algo muy sensato: “El evangelio de Mateo presenta los caracteres de un escrito griego, tanto en razón de su vocabulario como en razón de su estilo. Indudablemente estos helenismos no dirimen el pleito de la traducción, porque un buen traductor sabe adaptarse al genio de la lengua a que traduce. Pero la situación en su conjunto se pronuncia a favor de la redacción en griego. Los abundantes semitismos significan tan sólo que en Mt, lo mismo que en Mc y Lc, hubo un fondo arameo” (p. 324). (Db. cit.)
Como conclusión debe afirmarse que la atribución a tal o cual autor, a tal o cual apóstol ha perdido la importancia que tuvo antaño, desde el momento en que no se separa ya al autor del medio que refleja: lo que interesa es que ese libro refleje fielmente la fe, la tradición vital desde los orí­genes, que proyecte el auténtico rostro de la comunidad religiosa. Probablemente el primer evangelio fue escrito por un judeocristiano palestinense, familiarizado con la exégesis bí­blica, con formación lingüí­stica griega y perteneciente a una comunidad vinculada con el apóstol Mateo. Así­ lo avalan: Los contactos del evangelio de Mateo con los Setenta y con las peculiaridades lingüí­sticas judí­as; la teologí­a mateana, especialmente de la ley y el uso del AT.; el evangelio de Mateo llego a ser el más importante en la gran Iglesia y tuvo una historia especial en medios judeocristianos. “Nuestra tesis es que Mateo fue, de modo especial, el evangelio básico en su ámbito eclesial, que era el judeocristianismo” (¿petrino?) (U. Luz, 88-89).

III. OTRAS CUESTIONES
) ¿Dónde fue escrito? La ubicación en el espacio se basa en argumentos muy débiles que no engendran certeza segura, aunque hay entre los autores cierto consenso para afirmar que procede del espacio sirio. Pero en ¿qué lugar concreto? La mayorí­a de autores se inclinan por Antioquí­a. “No es la peor hipótesis, pero no pasa de ser una hipótesis”. Se han propuesto otros lugares: Fenicia, Cesarea del Mar (teorí­a defendida con gran entusiasmo por Viviano), Cesarea de Filipo, Jordania Oriental, Siria Oriental (Edesa). Ninguna razón es convincente; y la cuestión sigue abierta.
) ¿Cuándo fue escrito? Terminus a quo (no antes de). No fue escrito antes del año 70, porque: -El evangelio de Mateo presupone el de Marcos; -Mt 22,7, en la parábola de las bodas reales, la frase “envió a sus ejércitos y arrasó aquella ciudad” se refiere sin género de duda, parece referirse al menos, a la destrucción de Jerusalén el año 70. ad quem (más acá de esa fecha). Es difí­cil de precisar, porque depende de la respuesta a la pregunta sobre dónde y por quién fue utilizado el evangelio. Lo que sí­ parece cierto es que la Didajé presupone la redacción de Mateo (VI11,2). Ignacio de Antioquia conoce el evangelio de Mateo (Mt 3,15=Sm 1,1; Phld. 3,1=Mt 15,23). Policarpo conoce a Mateo en su segunda carta (Poi. 2,3=Mt 7,10). Sólo se puede afirmar que era quizá conocido en Esmirna hacia el año 115 (U. Luz, 105). Gran parte de los exegetas modernos colocan la composición entre los años 80-85. : -La elaboración teológica mucho mayor en Mateo: escenas de la Infancia que suponen una reflexión muy posterior sobre tradiciones previas; -la orden de bautizar y predicar (28,19-20) supone que la misión entre los paganos ha tomado ya cierto incremento (cfr 28,15); -las comunidades cristianas se hallan enfrentadas con las sinagogas, pero no definitivamente separadas de ellas.

c) ¿Para é lectores fue escrito? Según la tradición el evangelio de Mateo se dirige a una comunidad judeocristiana, es decir, en frase de Orí­genes “a los creyentes venidos del judaí­smo” (cfr. HE, 6,25,4); esto mismo confirman los datos que nos entrega el mismo evangelio. Esto se ve a través del estudio de: -el vocabu: abundan las expresiones de sabor semí­tico; por ejemplo, solamente en Mateo encontramos expresiones como éstas: “atar y desatar” (16,19; 18,18); “gehenna del fuego” (5,22); “de estos dos mandamientos penden toda la ley y los profetas” (22,40); las expresiones semitas no se suelen explicar como hace Marcos. Mateo explica sólo “Enmanuel” (1,23); “Gólgota” (27,33); “Elí­, Elí­…” (27,46). Costumbres y usos : cita muchas costumbres del área de Palestina sin explicarlas. Mateo es el único que transmite costumbres como éstas: “llevar la ofrenda ante el altar” (5,23), “los sacerdotes en el templo quebrantan el sábado, sin hacerse culpables” (12,5); “alargan sus filacterias” (23,5); “no entréis en ciudad de samaritanos” (10,5); “pagáis los diezmos de la menta, del aní­s y del comino y descuidáis las cosas más importantes de la Ley” (23,23)…; preocupaciones doctrinales: el mismo contenido doctrinal del evangelio está vaciado en moldes judí­os: “no penséis que he venido a abrogar la Ley y los profetas” (5,17); “no he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (15,24)… (LEON DUFOUR, ón, 1,325 s). El evangelio de Mateo está fuertemente enraizado en la tradición judí­a: “hay que cumplir hasta un ápice o una tilde de la Ley” (5,18); “la justicia de los discí­pulos debe superar a la de los escribas y fariseos” (5,20). También los judeocristianos guardan la Ley y observan el sábado (24,20), dan limosna, oran y ayunan (6,1-18), respetan el templo y los sacrificios (5,23s; 17,24-27).

IV. CARACTERíSTICAS LITERARIAS
) Vocabulario El evangelio de Mateo tiene 1.071 versí­culos, de los cuales 338 no se encuentran en Marcos y Lucas. Es en estos vers. donde las palabras y las frases propias a Mateo se hallan con más frecuencia. Entre las expresiones favoritas citamos: a Dios se le llama “el Padre” o “Padre”, con distintas expresiones: “nuestro Padre”, “vuestro Padre”, “mi Padre”, “tu Padre”, el “Padre celestial”, “el Padre que está en los cielos”. Al Reino se le llama “Reino de los cielos”. Usa frecuentemente los verbos de movimiento, como “retirarse”, “alejarse”, “acercarse”, “aproximarse”. El griego de Mateo es inferior al de Lucas, mejor que el de Marcos y sobre todo de Juan. La pobreza de Mateo salta a la vista cuando se examinan los verbos compuestos de una radical y de una o más preposiciones. Como los otros evangelistas usa palabras latinas; entre las comunes con Marcos están “koustodia” (27,66; 28,11), “milla” (medida de longitud) (5,41); “aitia”=condición=causa o caso (19,10). Usa menos palabras hebreas que Marcos (“talitha koumi”, “abba”, “Boanerges”, “rabouni”, “Hakeldama”). Por el contrario, “amen” se encuentra en Mateo 31 veces contra 13 en Marcos y 6 en Lucas. La expresión “he aquí­” se encuentra 62 veces en Mateo contra 7 en Marcos y 57 en Lucas (de las cuales 10 en Lc 1-2).
) Estilo: El estilo es más correcto y claro que en Marcos. Repetición de fórmulas: hay una marcada tendencia a repetir una expresión o fórmula, por ejemplo: “desde entonces comenzó” (4,17; 16,21); “no penséis que he venido” (5,17; 10,34); “a las tinieblas de fuera” (8,12; 22,13; 25,30); “quien tenga oí­dos que oiga” (11,15; 13,9); el modo estereotipado de terminar los discursos (7,28; 13,53; 19,1; 26,11). A veces esta técnica es un modo de fijar una estructura en una perí­copa (6,1-18) o una sección más amplia (5,21-28): “oí­steis que se dijo, pero yo os digo”. -órmulas de transición que no tienen valor cronológico: “entonces” (92 veces) en Mt contra 6 en Mc y 15 en Lc; “en aquel tiempo”, “aquel dí­a”. Fórmulas introductorias y cuestiones que están ausentes en Marcos “¿Qué os parece?” (18,12; 21,28); a veces la fórmula se convierte en diálogo (3,14-15; 18,21-22). Indicaciones de lugares o áficas: el evangelio de Mateo está plagado de alusiones al continuo ir y venir, a un continuo desplazarse para ofrecer la enseñanza: el desierto, la montaña, travesí­a del lago; desplazamientos a Genesaret, a la región de Tiro y Sidón, a orillas del lago, a Magadán, a la región de Cesarea de Filipo, Jesús se sienta “en la montaña” (5,1; 15,29), “a la orilla del mar” (13,1), “en una barca” (13,2), “en el monte de los Olivos” (24,3)… “La multiplicidad y la trivialidad de estas anotaciones indican su sentido: poner al sector en presencia de una existencia concreta y no de una colección de cuadros, de una aglomeración de ejemplos para ilustrar una doctrina. Se trata ante todo de una vida real” (Leon Dufour, ob. cit. 298). Palabras-clave-gancho: ayudan a retener de memoria una serie de sentencias, sirven de eslabones para engarzar una serie de dichos, y al mismo tiempo dan el sentido de una unidad literaria: Mt 18,1 ss: “Niño” 4; “pequeño” 3; “escándalo”, “escandalizar” 6, “hermano” 4, “perdonar” 4. -Agrupaciones éricas: pueden tener doble finalidad: simbólica y nemotécnica; “se trata de un principio de sistematización literario y corriente en la instrucción oral”: plos: úmero siete: -siete espí­ritus que intentan entrar de nuevo en casa (12,45); -siete panes, siete peces, siete cestos (15,34ss; 16,10); -siete hermanos que tuvieron una misma mujer (22,25ss); -perdonar setenta veces siete (18,22) -peticiones de la oración dominical (6,9ss); -siete parábolas en el capí­tulo central 13; siete invectivas contra los fariseos (23,13-36); -las generaciones desde Jesús a Abraham son tres grupos de catorce (1,17). -úmero tres: 4,1-11; 6,1-18; 26,36-46: “oró por tercera vez repitiendo las mismas palabras”; tres negaciones de Pedro (26,69-75). Número dos (cuando los otros evangelistas citan uno): dos endemoniados en Gadara (Mt 8,28); dos ciegos en el relato propio de Mateo (9,27); dos en el relato común a los otros evangelistas (Mt 29,29). Número cuatro: dos series de cuatro bienaventuranzas (5,3,10): los caps. 8-9 dos series de milagros con cuatro en cada serie. Paralelismo: Para dar variedad y fluidez al relato se desdobla el pensamiento en dos mitades, ordinariamente completas en sí­ exteriormente, pero complementarias interiormente, orientadas a esclarecerse una por la otra: pueser: sinónimo: con otras palabras se dice lo mismo en las dos partes (10,24-25); ético; en una parte se afirma lo contrario que en la otra (7,18); ático o progresivo: el sentido se va incrementando y enriqueciendo (10,40ss); ástico: paralelismo circular o invertido: en dos unidades que tienen signos paralelos, el verso primero de la primera unidad corresponde al verso último de la segunda unidad; el verso segundo de la primera corresponde al verso penúltimo de la segunda y así­ sucesivamente: Mt 13,53-58.

marchó de allí­ (53b) A
no hizo allí­ (58) A’
ó a su pueblo (54a) B
sólo en su (57b)
¿de dónde le viene a éste ese saber? (54b) C
¿de dónde le viene todo esto? C’
¿No es éste hijo del carpintero? D (55-56 a)
ón. Mateo tiende a exponer los hechos con laconismo y concisión: omite datos circunstanciales de tiempo, de lugar, auditorio (Mt 9,1-8=Lc 5,17-26; Mt 8,14-15=Mc 1,29-31…). Esto se refiere a las narraciones, no a las palabras de Jesús. Tendencia a generalizar: Multiplica el “todos”, el “mucho”, aun donde Marcos y Lucas los omiten (Mt 8,32; 9,35; 13,56; 14,35; 15,37, etc…). Inclusiones: una técnica de narrar ya usada en el A. T. es la ón, que consiste en retomar el final de un relato o de un desarrollo, una fórmula o un término que se utilizó en el comienzo. La “inclusión” más espectacular, que abarca todo el evangelio, es la recuperación del nombre Enmanuel. “Dios con nosotros” (1,24) del principio, al final del escrito: “Yo estoy constantemente con vosotros hasta el fin del mundo” (28,20).

V. FUENTES
La mayorí­a de los exegetas modernos, al estudiar el evangelio de Mateo, se basan en la hipótesis de las dos fuentes. “El que quiera cuestionarla tiene que rechazar una buena parte de la investigación sobre los sinópticos orientada a la historia de la redacción y efectuada desde 1945, una postura realmente audaz que no me parece necesaria ni posible” (U. Luz, ob. cit. 48). ¿En qué consiste?: -Marcos es anterior a Mt y Lc; -Mt y Lc dependen de Marcos; -Mt y Lc tienen, además, una fuente común compuesta principalmente de dichos y sentencias del Señor, llamada comúnmente “Q”; -Mt y Lc son entre sí­ independientes, usando cada uno, además, tradiciones particulares (evangelio de la Infancia, apariciones…, etc.): -Mc no depende directamente de la fuente “Q”. ¿En qué razones se apoya?: 1) Marcos se lee casi todo (excepto unos 60 vers.) en Mateo y Lucas con casi las mismas palabras; pero la narración de Marcos tiene aspectos más primitivos que la de Mateo y Lucas, como se deduce de la brevedad, de la exposición rústica y sencilla, de las descripciones vivas, detallistas, llenas de colorido local… 2) Mateo y Lucas contienen independientemente de Marcos abundante material común, que en parte coincide hasta en el tenor verbal (cfr Mt 10,26-36=Lc 12,2-9); de donde se deduce que utilizarí­an, además de Marcos, una segunda fuente escrita (Q), que contení­a sobre todo palabras y dichos del Señor. Hay que admitir esta segunda fuente porque el material ausente de Marcos no pudo tomarlo Mateo directamente de Lucas ni Lucas directamente de Mateo. Una dependencia directa, en efecto, parece imposible, pues hay por una parte gran divergencia entre Mt y Lc en cuanto a las narraciones (cfr. narraciones de la Infancia y resurrección), y por otra parte el material común a ambos se presenta de manera muy diferente (cfr. Mt 11,2-27=Lc 18,28; Mt 25,14-30=Lc 19,12-27). Se supone que esta fuente (Q) era una fuente escrita, puesto que los textos de Mt y Lc coinciden con frecuencia (más del 50%) casi verbalmente y en el mismo orden de sucesión (Mt 3,7-10=Lc 3,7-9; Mt 7,7=Lc 11,9-13, etc…). En favor de una fuente escrita hablan también los “dobles”, en cuanto que Mateo y Lucas aducen dos veces una serie de dichos del Señor. Una vez en el mismo texto de Marcos, y otra en discursos que sólo se hallan en Mt y Lc. (Cfr. Mt 13,12=Lc 8,18=Mc 4,25 y Mt 25,29=Lc 19,28; Mt 16,24s=Lc 9,23s=Mc 8,34s y Mt 10,38s=Lc 14,27). A pesar de que esta teorí­a es la más seguida por los exegetas León-Dufour y otros ponen una serie de dificultades, afirmando: “Es.posible que llegue un dí­a en que la prioridad absoluta de Marcos aparezca como un apriorismo de una crí­tica que fue. (Introducción a la Biblia. ROBERT-FEUILLET, t. 20,273).

Las tradiciones particulares de Mateo son las que presentan más problemas. Este grupo de materiales tiene dos vertientes: un lado, es un material muy valioso, por ejemplo, la parábola de los deudores (18,23-35), la de los dos hijos (21,28-31), la de la perla, la del tesoro escondido en el campo y la de la red barredera (13,44-448); palabras aisladas de Jesús, como las relativas al homicidio y a la ira contra el prójimo (5,21ss), el adulterio (5,27s), la verdadera limosna, la oración, el ayuno (6,1-8). otro lado, entre el material narrativo hallamos en gran parte pasajes que dan la sensación de algo muy posterior (evangelio de la Infancia, guardias en el sepulcro (27,62-66; 28,11-15), la moneda en la boca del pez (17,24-27). El ámbito en que se conservó la tradición especial es un ámbito judeocristiano. Este cristianismo judí­o revela, por una parte, cierta vinculación con el judaí­smo, y por otra, una polémica cada vez más acentuada con el fariseí­smo. Así­ en el material de Mateo hallamos textos con acento favorable a los judí­os (23,1s) y (18,15-17).

VI. AGRUPACIí“N TEMíTICA
Según hemos visto Mateo usa como fuentes a Marcos y Q y, además, material especial. Por eso su obra resulta notablemente más amplia que la de Marcos. Pero no hace una mera yuxtaposición de fuentes. Hay transformaciones radicales del material recibido de una tradición que permiten conocer los aspectos redaccionales según una determinada concepción teológica. La idea fundamental que unifica la obra de Mateo consiste en demostrar que Jesús de Nazaret es el Mesí­as esperado por el judaí­smo; en él se han cumplido las Escrituras y, por tanto la comunidad cristiana es heredera de las promesas. Y esto lo consigue, presentando en el primer capí­tulo el árbol genealógico, entroncando a “Jesucristo con David y Abraham”; en segundo lugar, con las llamadas “citas de reflexión”, situadas estratégicamente en todo el libro (1,22; 2, 15, 17, 23; 4,14; 8,17; 12,17; 13,35; 21,4; 26,56; 27, 9). Se comprueba que en el destino de Jesús se están cumpliendo las profecí­as del A. T. con la frase: “Con esto se cumplió la palabra del Señor, por medio del profeta”. En todas las citas aparece la palabra “cumplir”, “cumplimiento”. Dentro de este esquema se encaja la parte narrativa y la parte discursiva de la doctrina y acción de Jesús:

Partnarrativa: -La Infancia de Jesús (1-2); -Primeros discí­pulos de la vida pública (3-4); -Agrupación de milagros (8-9); -Hechos diversos (11-12; 13,53; 17,27; 29-23); -Pasión y Resurrección (26-28).

Las acciones de Jesús que suelen denominarse “milagros” son para Mateo “obras del Mesí­as” (11,2), y alude, en este contexto a las promesas proféticas de la salvación mesiánica (Is 29,18; 35,5-6). Puesto que la predicación del evangelio a los pobres (11,5; Cfr Is 611), forma parte de las acciones mesiánicas, los caps. 8-10, en toda su amplitud, quieren probar que Jesús se manifestó como el Mesí­as predicho por los profetas. En cuanto a la “pasión”, partiendo de los datos de Marcos, Mateo compuso el impresionante cuadro del rey-Mesí­as coronado de espinas y con una caña en la mano derecha. A pesar de que el tí­tulo mesiánico “rey de los judí­os” habí­a tenido lugar fijo en la tradición anterior a Marcos, Mateo lo prepara mediante la historia de la infancia: la persecución y la amenaza de muerte acechan ya al “recién nacido rey de los judí­os” (2,2,13-18). En cuanto a la “resurrección” de Jesús, la aparición pascual en Galilea con la que se cierra el evangelio manifiesta al resucitado como aquel que ha recibido del Padre “todo poder en el cielo y en la tierra” (28,18; cfr 11,27) (F. J. SCHIERSE, Introducción al N. T., 116).

Parte discursiva: -Sermón del Monte (5-7); -Discurso de misión (9,35-10,15); -Discurso de las parábolas (13,1-53); -Discurso eclesial (18,1-35); -Invectivas contra escribas y fariseos (23,1-39); -Discurso sobre el fin (24-25).

Estos discursos presentan a Jesús como el Maestro mesiánico y profeta (23,10) que anuncia la plenitud del nuevo orden, con una justicia superior a la de la Ley antigua. Tanto el elemento discursivo como el narrativo giran en torno al capí­tulo clave del evangelio, en el que se explica con parábolas la naturaleza del reino. Estos discursos contienen predicaciones tal como se hací­an en tiempos de Mateo. Aparecen, sin embargo, “como discursos de Jesús”. Mediante un trabajo redaccional, el autor recoge los problemas y preguntas de su tiempo para responderlos y resolverlos dentro de un esquema teológico muy estructurado.

VII. PLAN DEL EVANGELIO
Cuestión importante, porque a través del plan o estructura se conoce la intención del autor y la densidad y variedad de su teologí­a. Variados son los caminos propuestos por los distintos investigadores para determinar la estructura del evangelio de Mateo. Conviene decir que ninguna propuesta es exhaustiva ni completa, aunque todas proporcionan pistas o claves muy útiles de lectura y contribuyen a comprender mejor el rico y variopinto entramado ideológico, teológico, vivencial e interpelante del evangelio. Enumeramos algunas de las más significativas:

) Estructura geográfico-cronológica: Fundamenta su teorí­a en los desplazamientos y en las alusiones de tiempo y espacio; -después de la sección de preparación para su ministerio (1,1-4,11), -Jesús actúa y predica en Galilea (4,12-13,58), -fuera de Galilea y con dirección a Jerusalén (14,1-20,34), -últimos dí­as en Jerusalén (21,1-27,66), -la resurrección acontece en Galilea (28,7,10,16). (M. J. LAGRANGE, se/on saint Matthieu, Paris 1923; B. RIGAUx, una historia de Jesús, II. El testimonio del evangelio de Mateo, Bilbao 1969). ón: Este plan conviene también a Marcos y Lucas y por lo tanto no indican propuesta original. Además, las alusiones geográfico-cronológicas tienen un marcado sentido teológico.
) Estructura fundada en los cinco discursos (otros hablan de seis discursos, incluso de siete). Se funda en las fórmulas estereotipadas con que terminan los discursos: “Cuando Jesús terminó este discurso…” (7,28; 11,1; 13,53; 19,1; 26,1). La terminación de este ciclo de discursos se enuncia con la frase conclusiva: “Cuando terminó Jesús “todos” estos discursos” (26,1). De este modo se acota un conjunto de unidades literarias. ¿Aludirí­a el número cinco a los cinco libros de Moisés? Cuestión abierta (R BONNARD, según San Mateo, Madrid 1976). Esta propuesta plantea un doble problema: “El primero, la dificultad de caracterizar las partes narrativas… los intervalos narrativos no tienen la misma unidad; por consiguiente resulta muy difí­cil designar los cinco libros distinguidos de este modo. El segundo problema: la dificultad de dar un tí­tulo a cada una de las secciones; podrí­amos perfectamente agrupar cada uno de los discursos con la parte narrativa que la sigue más bien que con la precedente” (M. QUESNEL, según Mateo, 173-174).

) Estructura basada en las dos fórmulas (4,17; 16,21). En dos ocasiones el evangelista escribe: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar”; “a declarar a sus discí­pulos”. En 4,17 Jesús se presenta públicamente a los judí­os y les urge a entrar en el reino de los cielos. En 16,21 se presenta Jesús revelándose a los discí­pulos y manifestando la voluntad del Padre de que vaya a Jerusalén para sufrir, morir y resucitar. Ha sido el exegeta norteamericano J. D. Kingsbury, el más prolifero de todos los comentaristas del evangelio de Mateo, el que propone el siguiente plan de evangelio: 1) La persona de Jesús Mesí­as (1,1-4,16): se centra sobre el origen y consiguientemente el significado de la persona de Jesús Mesí­as. 2) Proclamación de Jesús Mesí­as (4,17-16,20). 3) Pasión, muerte y resurrección de Jesús Mesí­as (16,21-28,20). (J. D. KINGSBURY, : Structure, Christologie, Kingdom, Filadelfia 1975,40-127). ón: “Las tres partes así­ determinadas tienen una extensión bastante desigual. Por otra parte, este plan depende en gran parte de la tesis principal defendida por Kingsbury, a saber, que la cristologí­a mateana es una cristologí­a del Hijo de Dios… Además, parece que semejante propuesta depende demasiado de la segunda gran sección de Marcos y de la teologí­a marciana, y así­ no explicarí­a la originalidad del relato” (QuEsNEL, . cit. 174). Otras muchas teorí­as se han propuesto acerca de la estructura del evangelio de Mateo (cfr. M. QUESNEL, Jesegún San Mateo, 170-204). “Cualquier intento de planificación tiene bastante de arbitrario, ya que pretende romper y sistematizar una historia singular e irreductible. Sin embargo, una vez reconocido este lí­mite, puede resultar fructuoso intentar buscar una organización del relato en la medida en que esto nos permite subrayar algunas de sus caracterí­sticas” (J. ZUMSTEIN, el Teólogo, 9).

Animados por estas palabras y fundándonos en las aportaciones de numerosos investigadores, formulamos, aunque sólo sea como método de trabajo, un esquema, una “estructura teológico-salví­fica”, dentro la cual se encaja el rico contenido doctrinal y ético y, además, puede servir de clave útil de lectura.

VIII. ESTRUCTURA TEOLí“GICO-SALVíFICA
El texto clave, desde el cual creo que pueden descubrirse los rasgos doctrinales tí­picos de Mateo es la conclusión del evangelio: “Jesús se acercó a ellos y les dijo estas palabras: Se me ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y convertid en discí­pulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espí­ritu Santo; y enseñándoles a observar todo cuanto os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros cada dí­a hasta el fin del mundo” (Mt 28,18-20). Dos verbos deben tenerse en cuenta: (“terein=observar, seguir, practicar, hacer”) (cfr 23,3 donde “terein” se pone en paralelismo con moiein”, “Entello”=ordenar, mandar”, corresponde a la expresión joánica “guardar sus mandamientos” (Jn 14,15; 15,10): se trata, pues, de la doctrina y de las acciones de Jesús (por ejemplo 5-7; 8-9) en el marco de 4,23 y 9,35. Jesús enví­a a sus discí­pulos a enseñar no los mandamientos de Moisés, “sino todo lo que os he mandado”. Y esto lo deben realizar a través del bautismo y a través de la enseñanza, pero de una enseñanza que lleva a la práctica. “La comunidad, con su modo de obrar y su fidelidad al mensaje de Jesús constituye la escuela de iniciación para los nuevos adeptos” (F. Mateos-E Camacho, de Mateo, 287): “Por consiguiente, cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos, aun de los más insignificantes, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será el más pequeño en el reino de los cielos” (Mt 5,19).

Según este texto, hay que destacar dos realidades estrechamente unidas:

1. La comunidad tiene la convicción de que el Mesí­as terrestre es el Señor exaltado que vive y actúa entre ellos.

2. Lo que Jesús manda comunicar y enseñar a todas las gentes es lo que en el evangelio de Mateo Jesús ha mandado observar a sus propios discí­pulos. (Más adelante trataré la cuestión propuesta por algunos sobre si la expresión “lo que os he mandado” alude solamente a las enseñanzas del pasado o también incluye una presencia salví­fica fruto de la resurrección y el don del Espí­ritu).

Desde esta perspectiva pueden proponerse y explicarse los temas fundamentales que comprendí­an toda la realidad del acontecimiento cristiano tal como se expone en el evangelio de Mateo:

1. Qué dijo Jesús y qué sigue diciendo.

2. Quién es Jesús.

3. Cómo debe vivirse su mensaje de una manera dinámica hasta el final del tiempo, en las diferentes circunstancias, en los condicionamientos históricos de las comunidades.

Estas proposiciones pueden orientarnos para hacer más inteligible la estructura, los rasgos singulares, la cristologí­a y eclesiologí­a del evangelio y el carácter siempre interpelante del mismo.

1. ¿Qué dijo Jesús qué sigue diciendo?
El carácter didáctico de la obra se manifiesta en que el autor agrupa las palabras y dichos de Jesús en grandes unidades, en grandes bloques en torno a un tema determinado, fijándose más en la sucesión lógica y probativa que en la cronológica (cfr. Supra, p. 11). Mateo construye su obra en torno a la palabra; pero es una palabra que interpela, que pide respuesta, que llama a la acción (1,23; 16,27; 22,1ss; 25,14ss; 25,1ss). “En Mateo el término “Maestro” encierra un acento ético pronunciado. No se trata de enseñar los secretos maravillosos de un conocimiento esotérico, como los esenios, ni de enseñar a los hombres a razonar sobre las cosas y sobre sí­ mismos. La misión cristiana no tendrá por finalidad dar a “conocer” un Cristo puramente espiritual, sino darlo a conocer tal como aparece en el evangelio, sobre todo en Mateo, llamando a todos los hombres a seguirlo en su interpretación de la Ley de Dios, interpretación de la que los caps. 5-7 presentan algunos ejemplos” (R BONARD, según San Mateo, 625).

. ¿Quién es Jesús?
Esta conciencia de que Jesús exaltado vive y actúa en la comunidad explica los aspectos teológicos propios de Mateo: -retrato de Jesús; -concepto de historia de la salvación; -tí­tulos cristológicos.

2.1. de Jesús: El retrato muy humano que Marcos ha hecho de Jesús halla múltiples retoques en Mateo: La persona de Jesús aparece con mayor majestad, más hierática y alejada de la multitud (comp. Mt 19,14=Mc 10,13; Mt 13,55=Mc 63). Ejemplo tí­pico, la escena de la tempestad calmada: (Mt 8,23-27=Mc 4,35-41=Lc 8,22-25). Este retrato tiene una base cristológica: Mateo describe a Jesús en su evangelio según la forma en que su Iglesia lo conocí­a. Por eso, a diferencia de Lucas, no narra la Ascensión de Jesús ni hace una teologí­a desarrollada del Espí­ritu Santo. Y la razón está en que en el esquema de Mateo el Cristo terrestre, que vivió con sus discí­pulos, continúa presente y preside la Iglesia como Señor exaltado (18,20; 28,20).

2.2. de historia de la salvaón: En el esquema de Mateo no se encuentra, estrictamente hablando, ninguna época semejante a “el tiempo de la Iglesia”, porque “este tiempo” está comprendido en el “último dí­a” o “los últimos dí­as” inaugurados por Juan y Jesús. El tiempo, pues, de Jesús comprende los ministerios de Juan, de Jesús y de los discí­pulos primitivos (10,1-9) y continuando con sus sucesores hasta la parusí­a (24,14; 26,13; 28,18-20). La fusión del tiempo de Jesús y del de la Iglesia en la teologí­a de Mateo, en última instancia, está motivada por la prepascual-postpascual continuidad de la persona de Jesús: Mesí­as terrestre es el Señor . Esta realidad explica:

a) el que Mateo considere la muerte-resurrección de Jesús como un único evento escatológico, significando el paso de lo antiguo y la irrupción de lo nuevo.
En 27,52-5 (exclusivamente mateano) el evangelista pinta la resurrección de los muertos como teniendo lugar anticipadamente en la muerte de Cristo, aunque sólo aparecen en la Ciudad Santa después de la resurrección de Cristo. Mateo retrotrae la resurrección de los “santos” a la crucifixión porque considera la muerte-resurrección como un único evento escatológico (J. P. METER, History en Matthew CBQ (1975)).

) Continuidad-discontinuidad: Todo esto nos sitúa estratégicamente para comprender la afirmación fundamental de la enseñanza de Jesús: “No penséis que he venido a eliminar la Ley y los Profetas; no he venido para eliminar sino para perfeccionar. Porque os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que pase una tilde o un ápice sin que todo se haya cumplido (5,17-20). No hay eliminación sino “cumplimiento” a través de una “justicia superior”; “cumplir” significa descubrir su “sentido pleno”, su sentido auténtico. Cuál sea éste nos lo dice no sólo de una manera compendiada el relato de las “antí­tesis” (5,21-48), sino el resto del evangelio. De lo que se trata no es de atenuar, sino de realizar más plenamente la voluntad de Dios en su intención original. Condensada en el amor, la Ley no queda disminuida, sino que manifiesta ahora, en la interpretación que le da Jesús, toda la radicalidad de sus exigencias (F. Fusco, Dicc. de Teol. Bí­blica, 1152) (NDZB).

c) Presencia í­fica como fruto de la resurrección: Dejamos pendiente la cuestión propuesta (cfr. p. 14) sobre la expresión “enseñándoles a observar todo cuanto os he mandado” (8,20). ¿Alude solamente a las enseñanzas del pasado o también incluye una presencia salví­fica, fruto de la resurrección y el don del Espí­ritu? Según (ob. cit, 160) el Jesús de Mateo es el Jesús terrestre que nos ha dejado unas enseñanzas que practicar y no una presencia salví­fica siempre actual. En la misma lí­nea está G. Strecker (Selecc. Teologí­a, 33 (1970), 48-49).

Sin embargo, primer lugar, las dos partes de la frase “observar todo cuanto os he mandado” y “yo estoy constantemente con vosotros hasta el fin del tiempo” se explican desde la convicción de que el Mesí­as terrestre es el Señor exaltado que vive y actúa entre ellos. Por eso Mateo no presenta a Jesús enviando a los suyos a dar testimonio de su resurrección o a comunicar el Espí­ritu Santo para el perdón de los pecados. En los textos que hablan del origen de Jesús y del Bautismo (1,18-25; 3,17) Jesús es presentado como Hijo de Dios, el único mediante el cual Dios esta “con nosotros”; Dios se complace en él y mediante él salva a su pueblo de sus pecados. Esta promesa del “Dios con nosotros” encuentra su realización en el “estoy constantemente con vosotros…” segundo lugar, todo el contexto vital de la frase (28,20) indica presencia activa, influyente, salví­fica. tercer lugar, todo el evangelio (episodios, milagros, curaciones) habla de la salvación como fruto del encuentro existencial con Cristo mediante la fe. (J. D. KINGSSURY, Significance of the Cross within the Plot of Matthew’s Gospel… en C. FOCANT, Sinoptics Gospels, 263-280).

El evangelio, pues, de Mateo no describe fundamentalmente cómo el mensaje pasa de Israel a las naciones, sino cómo Jesús viene a salvar a su pueblo de sus pecados, aunque haya alusiones de lo primero y también al estado actual de la comunidad, a la que se exhorta a la práctica de la fidelidad, a la perseverancia en la vivencia religiosa. “Mateo, al narrar de nuevo a su comunidad la historia de Jesús como historia del “ser con nosotros” de Dios y al cimentar en ella la voluntad de Dios, confirió una nueva †¢ dimensión al anuncio de la gracia” (U. Luz, . cit., 100).

2.3. í­tulos cristológicos: Es en el evangelio de la Infancia (caps. 1-2) donde aparecen más numerosos los tí­tulos cristológicos y con una carga de sentido mayor para indicar la actividad futura de Jesús y la finalidad teológica del evangelio. En la introducción (1,1-17), la finalidad del evangelio con relación al origen geneológico de Jesús Mesí­as es resumida por los tí­tulos genealógicos “Hijo de David” (1,1) e “hijo de Abrahan” (1,1). El lugar de Jesús en la lí­nea real-mesiánica demuestra que él es verdaderamente “el Mesí­as” (1,1.16.17). En la sección (1,18-4,17), el evangelista demuestra que las circunstancias que rodean “el origen de Jesús Mesí­as” (1,18) -genealógicas y geográficas-son en cumplimiento de las profecí­as del A. T. acerca del Mesí­as “Hijo de David, Hijo de Abrahan” (1,1,), que la genealogí­a prueba que es Jesús. El genealógico de Jesús con los nombres “Hijo de David” (1,20), “Emmanuel” (1,23). El propósito del geográfico de Jesús Mesí­as se resume con los nombres de “Belén” (2,1,5,6,8,16), “Egipto” (2,13.14,15,19), “Nazaret” (2,23; 4,13), “el desierto” (3,1,3; 4,1), y “Cafarnaún” (2,13,14; 4,13) (C. BARNES TATUM, Origin of Jesús Mes(Matt 1,1-18a), JBL (1977).

a) Cristo=Mesí­as: No es, pues extraño que el primer tí­tulo del evangelio mateano sea “Jesucristo”, la profesión de fe de la Iglesia primitiva: con ello indica lo que el evangelista quiere probar. Doce veces emplea Mateo, sin paralelos con otros evangelios, el término “Cristo” (1, 1.16. 17, 18; 2,4; 11,2; 16,20; 22,42; 24,5; 26,68; 27,17.22). La expresión “Jesús, el llamado Cristo” en 1,16 al final de la genealogí­a interrumpe esta genealogí­a, lo que indica que José no es padre natural de Jesús, sino solamente legal (igual significado en 27,12.22). Es curioso que los dos empleos del doble nombre “Jesús Cristo” (1,1; 1,18) se pongan en relación con el hijo de Marí­a. Expresa su identidad humana, identidad análoga a la que todo hombre nacido normalmente recibe de su padre, según las concepciones de toda la antigüedad semita (M. QUESNEL, . cit, 21). Mateo quiere afirmar que Jesús es el Mesí­as esperado: la sucesión de generaciones portadoras de la promesa que comenzó con Abraham ha alcanzado en Jesús el fin planeado por Dios.

b) de David: El punto de partida para comprender este tí­tulo aplicado a Jesús es la concepción mesiánica del A. T. y del judaí­smo, según la cual el Rey de los tiempos de la salvación serí­a descendiente de David y en su misión y actividad se cumplirí­an las promesas (de 2 Sam 7,12-14; Is 9,1-6; 11,1-10). De las diez veces que emplea Mateo este tí­tulo, una se lo aplica a José (1,20) y las demás a Jesús: 1,1; 9,27; 12,23; 25,22; 20,30.31; 21,9.15; 22,41-46. Mateo usa el tí­tulo “Hijo de David” asociado al motivo de obstinación y ceguera en puntos estratégicos dentro del evangelio para destacar la ceguera de Israel que rechazó al Mesí­as. Los posesos son liberados y los ciegos ven. Mateo, al doblar la figura del ciego y del endemoniado, sigue un sistema de motivos por el cual interpreta el significado del choque de Jesús con Israel como su Mesí­as. El doble tiene un trasfondo forense: los curados dan testimonio contra Israel. El pueblo, al presenciar las curaciones, se plantea la pregunta: “¿No será este el Hijo de David?”, porque, según la mentalidad contemporánea, en cualquier momento podí­a llegar la nueva era con la venida del Mesí­as, no tanto por su genealogí­a, sino por la misión que realizarí­a. Igualmente la expresión “Hosanna al Hijo de David”, exclusiva de Mateo (21,9; 22,15). Jesús acoge en el templo a los cojos y ciegos que David habí­a excluido (2 Sam 5,8). El Mesí­as está aquí­ con su mensaje universal.

) Emmanuel (=Dios con nosotros): Una exclamación de confianza que el profeta Isaí­as emplea en una situación histórica comprometida (7,14; 8,10). Mateo emplea la frase para indicar la generación divina del Hijo de Dios (1,18-21; 24-25) y dentro de la serie de “citas de reflexión” que sitúan la historia de Jesús en el plan unitario de salvación anunciado ya por los profetas. Jesús viene como Salvador, y así­ en él Dios se manifiesta como el “Dios con nosotros”. Al final del libro (28,20) se retorna la frase del principio (1,23) y se proyecta hacia el futuro su carga salví­fica. De este modo toda la historia terrestre de Jesús, su entera actividad y la historia postresurreccional está vivificada por esta presencia salví­fica del “Dios con nosotros”. Esto es lo que describe el evangelio: Jesús ha salvado a su pueblo de sus pecados, y ya puede iniciar una nueva misión que se funda en su universal autoridad y en su presencia permanente. La Iglesia, comunidad de discí­pulos, es el lugar donde Jesús vive, enseña y actúa (18,20; 28,20) N. R. G. LOADER, of David, Blindness, Possession, and Duality in Matthew, CBQ, 1982).
) Hijo de Dios: Después de presentar a Jesús corno hijo de Abrahán e hijo de David (1,1), el evangelista, para indicar que Jesús como Mesí­as cumple la promesa del A. T., nos dice (1,18-25) que Jesús es el “Hijo de Dios”, porque su origen está en Dios (su concepción es por obra del Espí­ritu Santo, nacimiento virginal, José no tiene relaciones sexuales con Marí­a, en Jesús Dios habita con su pueblo (Emmanuel). Jesús es por naturaleza Hijo de Dios (Bautismo 3,17; tentaciones 4,3,5). En el mundo humano solamente puede ser usado este tí­tulo para dirigirse a Jesús por el pueblo creyente, a no ser que se use blasfemamente, y transmite cuál es para la Iglesia de Mateo el misterio más profundo de la persona de Jesús, a saber, que en él Dios habita como en cosa propia. Es un tí­tulo “confesional” (J. D. KINGSBURY,
Matthews Gospel JBL (1975). La primera vez que los hombres confiesan a Jesús como “Hijo de Dios” es en la escena de la “marcha sobre las aguas” (14,22-33). Esta escena prepara la confesión de Pedro (16,13-20). “Los hombres”, a quienes Jesús se presenta como “Hijo del hombre”, lo ven como un personaje importante de la historia de la salvación. “Pedro”, en cambio, a quien Dios revela el misterio profundo de su persona, lo ve como “Hijo de Dios”, como “el Hijo de Dios”. La confesión, pues, esencial de la Iglesia es ésta: Jesús es el Hijo de Dios y solamente la puede hacer el pueblo creyente iluminado por la luz de lo alto.

En esta misma lí­nea está la confesión del centurión (27,54). Subrayar también que el tema central de la escena de Jesús en la Cruz es el de Jesús como “Hijo de Dios” (27,38-54).

d) ñor (kyrios): Mateo es el evangelista que más veces usa el tí­tulo “Señor”, con distintos sentidos. Debe notarse que sólo los discí­pulos llaman a Jesús “Señor” (8,21,25; 26,22) y también Pedro (14,28; 16,22; 17,4), también lo usan personas que recurren a él con fe para ser curadas (9,28; 20,30-31; 8,2-6; 15,22-25). Los que no son discí­pulos emplean el vocativo “didaskale”=maestro (8,19; 12,38; 19,16; 22,16,24,36), porque el nombre “Señor” no es una mera designación honorí­fica o reverencial, sino que tiene carácter “confesional” para atribuirle autoridad y un estado de exaltación. Mateo emplea la palabra Señor (Kyrios) bajo tres aspectos: tratamiento de respeto y autoridad (27,63); en lugar de Dios (4,7; 9,38…) y como í­tulo cristológico:
1. para describir a Jesús como una figura con mayor autoridad que la atribuida por los judí­os al Mesí­as (22,42-45);
2. con autoridad para mandar y curar (9,27-31; 15,21-28; 20,29-34);
3. con autoridad para salvar y enseñar (14,22-33; 17,1-9);
4. con autoridad para regular el sábado (12,8) y juzgar (24,42).

) Hijo del hombre: Además de Hechos 7,56 la expresión “Hijo del hombre” solamente se menciona como tí­tulo en los evangelios y siempre en labios de Jesús. Para descubrir la naturaleza de este tí­tulo partimos de tres textos significativos: (1-1): Confesión de Cesarea (16,13-15): Jesús pregunta: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” La respuesta es muy variada: Una figura insigne entre tantas de la historia de la salvación. vosotros… “¿quién decí­s que soy yo?”. Pedro responde: “tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. El Hijo del hombre se relaciona con los de fuera, con la , no con los de dentro, es decir, con los í­pulos, lo que indica que no es un tí­tulo confesional, sino úblico. (1-2): 13,37-38: El es el lugar donde el Hijo del hombre actúa, lo que indica el carácter “público” del tí­tulo. (1-3): Diálogo de la Última Cena (26,17-25). El tí­tulo se relaciona con los no creyentes en Jesús. Los discí­pulos se relacionan con el tí­tulo “Señor”; los oponentes tratan a Jesús como “Maestro= Rabbi=Hijo del Hombre”.

El tí­tulo “Hijo del hombre” se relaciona con las tres fases de la actividad de Jesús: -ministerio público (8,20; 11,19; 12,8); -Pasión, muerte y resurrección (12,40; 17,9; 12,22…); -Parusí­a (10,23; 13,41; 25,31…). El punto en que los tí­tulos Hijo de Dios e Hijo del hombre se unifican es la exaltación del Resucitado a un señorí­o absoluto. Como “Hijo de Dios”, Jesús preside y reside en su Iglesia hasta el final del tiempo (28,18-20)… pero desde la perspectiva de la en general puede decirse que él gobierna sobre el mundo habitado como Hijo del hombre (13,37-38,41). El hace surgir en el mundo “hijos del Reino” (13,38), lo que significa, desde el punto de vista de Mateo, que los hombres son discí­pulos de Jesús y ocupan su lugar en la comunidad que lo confiesa como “Hijo de Dios” (14,33; 16,15-17; 28,16-20). (J. D. KINGSBURY, Titie “Son of Man” in Matthews Gospel, CBQ 37 (1975) 193-202).

. La Iglesia
¿Cómo debe vivirse el mensaje de Jesús de una manera dinámica hasta el final del tiempo…? La afirmación de Trilling, “Mateo, el Evangelio eclesial”, no se funda sólo en el hecho de que Mateo es el único que emplea la palabra “Iglesia” (ekklesia=asamblea) (18,18; 18,17) y presenta la función de Pedro referente a la misma “ekklesia” con las imágenes de “roca-piedra”, “llaves”, “atar y desatar”, (16,18-19), sino porque todo el libro transpira un carácter eclesial generalizado. El punto de arranque es descubrir cuál es la trama fundamental del evangelio de Mateo. Esta se concreta así­: Demostrar que Jesús de Nazaret es el Mesí­as esperado, pero luego rechazado por su pueblo, especialmente por sus dirigentes y finalmente crucificado: quienes lo escuchan y creen en él son el nuevo pueblo de Dios.

) Algunas pistas: El evangelio de Mateo se mueve dentro de un horizonte de negación e incredulidad: -signos de incomprensión (nacimiento=”Herodes se turba y toda Jerusalén con él” (2,3), adoración de los magos, huida a Egipto); -El judaí­smo oficial (con los diversos grupos) rechaza a Jesús. Mateo intenta marcar la distancia entre la muchedumbre que sigue a Jesús “como profeta” (16,14; 21,26,46) y los dirigentes “que matan a los profetas y apedrean a los enviados” (23,37). Esta distancia se anula de golpe en 27,35: “Todo el pueblo respondió: “Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. -En la sección de controversias (=tres parábolas (21,28-22,14) y siete invectivas contra los fariseos obstinados en contra del plan de Dios (c. 23), tanto los dirigentes como el pueblo rechazan este plan (21,23s: dirigentes; 21,45-46: dirigentes; 21,1-14 todos rechazan la invitación al banquete); -culminación de la incredulidad (27,15-26); -el rechazo se prolonga después de la crucifixión (27,62-66; 28,11-15).
) Desde Israel a la Iglesia: “Lo especí­fico de la proclamación del evangelio de Mateo está en la tensión entre el sello judeocristiano de su tradición y ambiente y el horizonte cristiano universal de su mensaje que abarca a toda la gentilidad” (TRILLING, , el Evangelio eclesial, en SCHREINER y Propósito del N. T, 227). Aunque el testimonio más importante de la universalidad es el mandato postresurreccional (28,1920), todo el evangelio está entreverado de alusiones universalistas (5,3-10: ocho primeras bienaventuranzas: ninguna restricción; 8,10-12: el centurión; 15,21-28: la mujer cananea; 15,29-31: contexto de las curaciones; 15,32-38: la salvación realizada por el poder de Jesús y el ministerio “pleno” de los discí­pulos desborda ya los estrechos lí­mites de Israel. Por otro lado, hay pasajes importantes que tienen un estricto horizonte particularista (10,5-6; 15,24). En estos textos Jesús limita su ministerio y el de los suyos a la casa de Israel, pero este mismo Jesús es el mismo que como Señor exaltado encomienda una misión universal a los Doce-Once. Esta yuxtaposición no puede deberse a impericia del autor, sino más bien indica que Mateo propone una economí­a de salvación: primero los judí­os y luego los gentiles.

) Hacia la Iglesia universal: Mediante su incredulidad los judí­os han perdido el derecho a la soberaní­a real de Dios; las promesas de Dios se han cumplido en Cristo; por tanto, el verdadero Israel es el que Jesús Mesí­as llamó y fundó; a él ha pasado la vocación de ser luz de los pueblos y salvación de los hombres: -8,12: Si los “Hijos del Reino son rechazados es para hacer sitio a los paganos de Oriente y Occidente”; -21,41: La “viña” se arrienda a otros que entreguen los frutos a su tiempo, y el “Reino de Dios” se da “a un pueblo que produzca frutos” (21,43=propio de Mateo); -En la parábola de la boda (22,1-14) los que tení­an derecho a la invitación la han rechazado y se hacen indignos de ella. Los “buenos y malos” que la aceptan representan al nuevo pueblo que constituye el Israel mesiánico (cfr. 21,43). Hay una intención muy clara de afirmar que la Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, el verdadero Israel (1,21; 2,6).

) Cruz e Iglesia: La pasión de Jesús, el aspecto salví­fico de la Cruz explica singularmente la existencia de un nuevo pueblo, dentro del cual se halla la comunidad de Mateo. La cruz de Jesús es el lugar donde la historia de Mateo llega a su culminación, porque realiza la universal salvación. Al final del evangelio “encarga” el Señor resucitado convertir en discí­pulos a “todas las naciones”. Con seguridad la expresión “todas las naciones” incluye a los gentiles, pero, además, también al pueblo y a los dirigentes de Israel. El texto clave es 27,38-54: Mateo sugiere que Dios pone de lado el templo y su culto, porque Jesús es el Hijo perfectamente obediente y fiel que ha vertido su sangre para expiación de los pecados (20,28; 26,28). Dios, mediante la obediencia y fidelidad del Hijo, ha restablecido la alianza por la cual ofrece la salvación y el perdón de los pecados a todos los hombres (1,21; 1,18-25; 3,13-17) (J. D. KINGSBURY, Significance of the …, en C. FOCANT, Sinoptics Gospels, 19-3, pgs. 263-269).

e) Si la Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, nada tiene que ver con la sinagoga; está constituida por todos los pueblos (5,13s; 8,10-12; 12,18-21; 13,36-43; 24, 14; 26,13)-
f) El verdadero Israel tiene su propia “constitución”: en él hay ministerios y organizaciones eclesiales: escribas, profetas, sabios, pequeños… El sabio es el que posee habilidad, pericia, conocimiento técnico, conocimiento de lo que es moralmente bueno en la vida cotidiana. (13,52; y posiblemente 23,24) asegura la unión entre la herencia recibida (lo antiguo) y las enseñanzas de Jesús; y también la relación entre estas enseñanzas y la observancia de la comunidad. : junto a los profetas, escribas y sabios se nombra también a los “justos”” (10,41). Podrí­an ser discí­pulos que se significaban por el estricto rigor de su conducta ética. Los textos de Mateo llaman justos a todos los discí­pulos que son aceptados en el juicio final (13,43. 49; 25,37. ). Pequeños: la designación más caracterí­stica de la comunidad de Mateo es la expresión “uno de esos pequeños” (10,42); en el cap 28 (=llamada “constitución de la comunidad”=tres veces); 25,40. En 23,8-12 se prohí­be a la comunidad el uso de tí­tulos honorí­ficos: sólo el “pequeño” es grande ante Dios: “El mayor entre vosotros sea vuestro servidor” (23,8-11). (10,41; 23,34; 23,8-12). ¿Cuál fue su actividad? Importante ciertamente, pero debemos reconocer que los lí­mites entre las funciones de los ministerios o carismas están muy difuminados: “todos son por principio sabios, escribas, justos, pequeños”… aunque el Señor puede capacitar a algunos de modo especial para el ministerio de la predicación profética, para aconsejar en circunstancias determinadas, interpretar la Escritura ante nuevos problemas, curar enfermedades o vivir una vida que sirva de ejemplo a los demás” (E. SCHWEIZER, Iglesia primitiva, 49). Cuesón importante: Tanto G. Theissen (Sociologí­a del movimiento de Jesús, 13) como E. Schweizer, hablan de predicadores ambulantes y de profetas itinerantes, carismáticos ambulantes que han abandonado todo (=sin hogar, 8,20; 9,9; 19,29); (=sin familia, 8,22; 10,21,37…); (=sin posesiones, 6,19-21,25-34).

) Sin embargo, el estudio socioeconómico evidencia que la comunidad de Mateo era económicamente fuerte, urbana, estabilizada: compárense entre otros los siguientes textos: Mt 5,3=Lc 6,20; Mt 10,9=Mc 6,8 (cf par Lc); Mt 25,14-30 (“talentos”)=Lc 19,11-27 (“minas”); Mt 22,9 (“buenos y malos”)=Lc 14,15-25 (“pobres, tullidos, ciegos y cojos”)… Los vocablos “plata”, “oro”, “talento” ocurren 28 veces en Mateo, en Marcos una vez “plata” y 4 en Lucas (J. ALONSO Dí­az, ¿El evangelio de Mateo, evangelio para ricos?, Sal Terrae 61/1 (1973-enero) 3-22). Además, también hay huellas claras de una institucionalización inicial: en 18,15 Mateo presenta rasgos fundamentales de una medida disciplinar eclesial: la asamblea de la comunidad local tiene el derecho de llevar adelante un proceso disciplinar contra un miembro dí­scolo, y también puede ejercer el poder de “atar y desatar”, despedir o readmitir a un miembro de la comunidad, prometido a Pedro en 16,19. (Véase los arts. y Desatar y Pedro, en este “Diccionario”). A la luz de estas sugerencias es improbable que gran número de la comunidad de Mateo fuesen itinerantes que habí­an dejado todo…

) La comunidad de Mateo tiene una doble acusada í­stica: Por una parte, es una comunidad urbana, instalada, que vive pací­ficamente de la presencia y eficacia del Señor exaltado, y que actualiza el mensaje en función de unas nuevas circunstancias: de este modo: -su ética es una “superior justicia” (5,20); -llamado por el Bautismo (28,19), el cristiano es aquel que cumple la voluntad del Padre celestial (7,21; 12,50) y a quien se invita a ser perfecto como el Padre celestial es perfecto (5,48; 19,21); el amor al prójimo resume todo el comportamiento religioso (7,12; 22,38-40); -reinterpreta el radicalismo primitivo del seguimiento según los contextos socioeconómicos y sociológicos: Mateo es el único que inserta una frase peculiar respecto a la cuestión del divorcio (5,32; 19,9); -en esta comunidad hay escribas o maestros encargados de proponer la enseñanza, de interpretarla (13,52; 23,8ss), de solucionar problemas; -en la comunidad se realiza el perdón de los pecados (art. “Perdón de los pecados”, en este Diccionario). Por otra parte, en la comunidad cristiana siguen vivas las exigencias radicales del mensaje cristiano (4,20; 8,19-20. 22. 23; 9,9; 10,38…).
) Esta doble caracterí­stica, tensión dialéctica entre la seguridad y el desprendimiento, intensifica en el presente la responsabilidad personal del cristiano. Ni siquiera el “verdadero Israel” recibe para sus miembros con la fe y el bautismo (28,19) la garantí­a de la salvación y el don del Reino de Dios. Se trata de dar prueba de sí­ mismo en la vida práctica, y, en definitiva, en el cumplimiento del amor (7,23; 16,27). De lo contrario será uno rechazado como el invitado sin vestidura nupcial (22,11), como el criado perezoso (25,30) o como las doncellas que no tení­an aceite en las lámparas (25,1lss). Sólo la fe, realizada en la acción y en la vida, podrá subsistir en la tempestad del juicio, en la que desembocan todos los discursos. En la composición concreta del Reino se hallan juntos buenos y malos, cizaña en medio del trigo, desamor y escándalo (24,10-12; 13,24-30; 36,43). “Porque Mateo está plenamente convencido de la seriedad y carácter definitivo del juicio divino, exhorta a los creyentes a la paciencia, para con la “cizaña” que crece entre el trigo, para correr en busca de la “oveja perdida”, para corregir al hermano y perdonar en todo momento (18,12-35). La situación eclesial de Mateo se refleja también en la controversia con los “falsos profetas”, alertando a la comunidad para que no se deje engañar (7,15s; 24,5,11. 23. 24). ¿Cuál es el principio de discernimiento? Los frutos (7,16-20). Esto incluye: -su vida no está acorde con lo que predican; -olvidan la exigencia ética en su predicación; -consecuencias de su doctrina: si contribuyen a la propagación de la “anomí­a” (maldad) (7,23; 24,12); si enfrí­an o destruyen el amor, bien por su actitud “sectaria” que rompe la fraternidad, la unidad, bien por su llamada a la violencia que va contra la ley del amor, compendio de la Ley y los Profetas (7,12). No basta con oí­r, sino que del oí­r ha de brotar la acción (7,24-27) que tiene su fundamental proyección en el seguimiento de Jesús. De este modo el lector del evangelio de Mateo se propondrá la cuestión fundamental: ¿qué significa para mí­ en términos de fe, de obediencia, de comportamiento? Y la otra no menos importante: ¿Cómo debe vivirse el mensaje de Jesús de una manera dinámica hasta el final del tiempo, en las diferentes circunstancias y en los condicionamientos históricos de las comunidades? >evangelios; iglesia.

BIBL. – E. SCHWEIZER – A. DíEZ MACHO, Iglesia primitiva. Medio ambiente, organización y culto, Salamanca, 1974; W. TRILLING, verdadero Israel. La Teologí­a de Mateo, Madrid, 1974; P. BONARD, según San Mateo, Madrid, 176; I. MATEOS – F. CAMACHO, evangelio de Mateo. Lectura continuada, Madrid, 1981; P. ROSSANO, Diccionario de Teologí­a Bí­blica (NDTB), Madrid, 1990; M. QUESNEL, según Mateo, Estella (Navarra), 1993; J. ZusTEIN, el teólogo, CB (Cuadernos Bí­blicos) 58, Estella (Navarra); U. Luz, evangelio según San Mateo (1-7), Vol. I., Salamanca, 1993; H. BALZ – G. SCHNEIDER, exegético del Nuevo Testamento (DENT), Vols. 1-II, Salamanca, 1996.

de Villapadierna

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

I. Bosquejo del contenido

a. Acontecimientos relacionados con el nacimiento de Jesús, el Mesías (1.1–2.23).

b. Bautismo de Jesús, su tentación y el comienzo del ministerio galileo (3.1–4.25).

c. Jesús enseña sobre la ética del reino de Dios por medio de mandamientos e ilustraciones (5.1–7.29).

d. Jesús demuestra su poder sobre la enfermedad, el diablo y la naturaleza (8.1–9.34).

e. Jesús comisiona a los Doce, y los envía a predicar (9.35–10.42).

f. Jesús alaba a Juan el Bautista, formula una bondadosa invitación a los que están muy cargados, se declara Señor del día de reposo, arguye que él no puede ser Beelzebú, y explica los requisitos para ser miembro de su nueva familia (11.1–12.50).

g. Jesús relata siete parábolas acerca del reino de los cielos (13.1–52).

h. Jesús es rechazado por los de Nazaret, sus conciudadanos, y Juan el Bautista es martirizado (13.53–14.12).

i. Jesús realiza otros milagros, y Pedro lo reconoce como el Cristo. Posteriormente Jesús es transfigurado ante tres de sus discípulos, y predice su próxima muerte y resurrección (14.13–17.27).

j. Jesús enseña a sus discípulos a ser humildes, a ser cuidadosos con su conducta, y a ser muy perdonadores en la práctica (18.1–35).

k. Jesús viaja a Jerusalén. Camino a ella enseña sobre el divorcio, la posición de los niños, el peligro de las riquezas, la maldad del pueblo de Dios, los judíos; sana a dos ciegos en Jericó (19.1–20.34).

l. Después de una triunfal, aunque humilde, entrada en Jerusalén, Jesús demuestra su autoridad al limpiar el templo, al maldecir a una higuera estéril, y al atacar y contraatacar a los jefes de los sacerdotes y los fariseos (21.1–23.35).

m. Jesús predice la caída de Jerusalén y su propio y glorioso retorno (24.1–51).

n. Jesús relata tres parábolas sobre el juicio (25.1–46).

ñ. Jesús es traicionado, juzgado, negado, sometido a burlas, crucificado y sepultado (26.1–27.66).

o. Jesús resucita de entre los muertos y es visto por sus amigos (28.1–10).

p. Jesús transmite sus órdenes finales antes de regresar a Dios en el cielo (28.11–20).

II. Características y paternidad literaria

En este evangelio se combinan, en mayor proporción que en otros libros del NT, los incidentes en la vida de Jesús que forman “el evangelio” que predicaban los apóstoles con sus enseñanzas éticas; y es esta característica del libro, junto con la forma ordenada en que presenta el material, lo que lo convirtió, desde los primeros días de la iglesia primitiva, en el más leído de los cuatro evangelios, y, en ciertos aspectos, el de mayor influencia. Los eruditos modernos son remisos a aceptar la tradición de que su autor fue el apóstol *Mateo, porque aparentemente se valió de un documento escrito por un autor no apostólico, el Evangelio de Marcos, en un grado que sería improbable en un apóstol original. Para una discusión completa del problema de la paternidad, véase la Introducción al TNTC de este autor.

III. La influencia de Marcos

Resulta claro que Mateo ha incluido casi todo el material de Marcos, aunque ha abreviado considerablemente los relatos de los milagros que aparecen en Marcos a fin de hacer lugar a la gran cantidad de material no perteneciente a Marcos que quería insertar (* Evangelios; * Marcos, Evangelio de). Junto con los relatos de Marcos, el evangelista incluye numerosos dichos de Jesús que tomó, según parece, de una fuente común a él y a Lucas; y une estos dichos a otros que sólo se encuentran en su propio evangelio. Como resultado de estos agrupamientos, tenemos cinco conjuntos de enseñanzas: cap(s). 5–7, 10, 13, 18 y 24–25, cada uno de los cuales termina con la fórmula “cuando terminó Jesús estas palabras”, o expresiones similares. Se completa el contenido de este evangelio con la adición de varias narraciones que no encontramos en otros lugares. En su mayor parte, parecería que estos agregados se basan en la elaboración de tradiciones utilizadas por los cristianos con fines apologéticos, como defensa contra las calumnias de los judíos. Las pruebas estilísticas sugieren que el evangelista mismo fue el que las escribió por primera vez (véase G. D. Kilpatrick, The Origins of the Gospel according to St. Matthew, 1946).

IV. Diferencias con el Evangelio de Marcos

El hecho de que este evangelio se originara en una comunidad judeocristiana grecoparlante explica, en buena medida, el énfasis particular que pone en los diferentes elementos que componen la predicación cristiana primitiva, como también la forma en que presenta las enseñanzas de Jesús. La nota de cumplimiento se destaca más aquí que en el Evangelio de Marcos. El autor se ocupa especialmente de establecer la verdad de que la historia terrenal de Jesús, en su origen y propósito, y en la forma en que realmente se desenvolvió, fue una actividad de Dios mismo que de esa manera cumplía las palabras que anteriormente había hablado por medio de los profetas. Ninguno de los otros evangelios une tan firmemente al AT y el NT; y ninguno de los documentos del NT explica tan claramente la persona de Jesús, su vida y sus enseñanzas, como el cumplimiento de “la ley y los profetas”. No solamente agrega el evangelista referencias veterotestamentarias a pasajes tomados de Marcos, como, p. ej., en 27.34 y 43; sino que también en diferentes puntos en la relación introduce, con la soprendente fórmula “todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta”, alrededor de once citas especiales del AT, cuyo efecto acumulativo es notable (véase 1.23; 2.18; 2.23; 4.15s; 8.17; 12.18ss; 13.35; 21.5 y 27.9s). Se registran los hechos como ocurridos en cumplimiento de la voluntad de Dios, que había querido que así fuera. No se trata de acontecimientos caprichosos, aislados y carentes de explicación. Sucedieron “conforme a las Escrituras”, en las que ya se había expresado la voluntad de Dios.

V. La vida de Jesús

El registro de los acontecimientos en la vida y muerte de Jesús de especial importancia y significación para el evangelio cristiano que encontramos en Mateo corresponde en buena medida al relato de Marcos. Nuestro evangelista reúne en los cap(s). 8 y 9, en tres grupos de tres, muchos de los relatos de Marcos sobre los milagros; y en los cap(s). 11 y 12 combina de Marcos y otras fuentes, relatos acerca de las relaciones de Jesús con personas prominentes de su época, como Juan el Bautista y los fariseos. No hace ningún intento de relatar dichos incidentes en orden cronológico. Sólo encontramos ese tipo de secuencia en el relato de la pasión, que probablemente se narró en forma cronológica desde los primeros días, por constituir lo central del evangelio cristiano. Mateo, sin embargo, hace más completo el relato de la vida de Jesús al colocar como prefacio una *genealogía y tradiciones relativas a la infancia de Jesús, y seguirlo con relatos de dos de las apariciones del Jesús resucitado. Las narraciones de la infancia que escribió Mateo no contienen un relato del nacimiento de Jesús, que sólo se menciona de paso en 2.1. Parecería que el propósito que llevó al evangelista a incluir la genealogía fue demostrar que Jesús, aunque nacido de una virgen, era, no obstante, descendiente legal de la simiente de Abraham, e hijo de la casa real de David; y según el material que contiene 1.18–25, responder a la calumnia de que Jesús era hijo ilegítimo de María, y defender la acción de José. La historia subsiguiente de la huida a Egipto, es, en parte, una respuesta a la pregunta de los judíos sobre la razón por la cual, si Jesús, conocido como Jesús de Nazaret, realmente había nacido en Belén, pasó buena parte de su vida en Nazaret.

Las dos apariciones posteriores a la resurrección propias al Evangelio de Mateo (28.9–10, 16–20) pueden haber tenido por objeto completar el relato de Marcos. Por cierto que se evita el abrupto final del Evangelio de Marcos mediante la declaración de que las mujeres, en lugar de guardar para sí lo que habían visto y oído, obedecieron la orden del ángel de informar a los hermanos del Señor que debían ir a Galilea, en donde lo verían; y que en el momento en que las mujeres se encaminaban a cumplir su mandato, encontraron al Jesús resucitado. La sensacional revelación en Galilea efectuada por el Jesús resucitado, de que por medio de su victoria sobre la muerte había recibido soberanía universal, y su comisión a los once discípulos de emprender una misión evangelística mundial, con la seguridad de que él estaría con ellos hasta el fin de los tiempos, sirven de culminación para el Evangelio de Mateo.

En estas narraciones de la infancia y de los días posteriores a la resurrección, Mateo hace adiciones concretas al relato, tal como lo había relatado Marcos. Cuando amplía los relatos de Marcos que resolvió incluir, generalmente lo hace agregando material que refleja puntos de interés que preocupaban a la iglesia cristiana en la época en que escribía. Por ejemplo, el relato de Pedro cuando caminó sobre las olas hacia donde estaba Jesús (14.28–31), y el famoso pasaje de Pedro en 16.18–19, eran de importancia en la época en la que dicho apóstol desempeñaba un papel importante en la iglesia; y el problema de los tributos, especialmente después del año 70 d.C., cuando, a causa de la destrucción del templo, se transfirió al templo de Júpiter Capitolino el tributo destinado a su mantenimiento, indudablemente se aclararía en alguna medida con el relato que encontramos en 17.24–27. Además, a medida que pasaba el tiempo y tendía a aumentar la curiosidad biográfica, parecería que cada vez se prestó mayor atención a aspectos secundarios de la vida de Jesús. Así, el relato de Mateo sobre el fin de Judas Iscariote (27.3–10), y el incidente de la mujer de Pilato (27.19) ayudarían a contestar las desconcertantes preguntas sobre por qué Judas traicionó a su Maestro, y por que Pilato condenó a Jesús.

En su narración de la crucifixión y la resurrección, Mateo hace cuatro agregados importantes al relato de Marcos, que a esta altura sigue de cerca. Nos dice que en el momento de la muerte de Jesús se produjo un terremoto, acompañado por la resurrección de los santos, que habían profetizado la venida del Mesías, y que ahora se levantaban para saludar su muerte en el Calvario (27.51–53). Las tres adiciones posteriores de Mateo al relato de Marcos sobre la resurrección son todas de carácter apologético. Ellas son la guardia especial y el sellado de la tumba (27.62–66); el fracaso de estas medidas, provocado en parte por la semimortificación de los guardias después de un segundo terremoto, y en parte por la presencia del visitante angelical que hizo rodar la piedra que guardaba la entrada de la tumba (28.2–4); y el soborno de los guardias para que hicieran circular la versión, que todavía era corriente en el día de los evangelistas, de que los discípulos de Jesús habían acudido durante la noche y habían robado el cuerpo (28.11–15). Tenían el propósito de descartar la posibilidad de que el cuerpo de Jesús pudiera haber sido quitado de la tumba, excepto por medios sobrenaturales. En muchos aspectos podríamos llamar al Evangelio de Mateo una apología cristiana primitiva.

VI. La nueva Israel

La principal consecuencia de la vida y muerte de Jesús que se destaca en el Evangelio de Mateo es la aparición de la iglesia universal de Dios, la nueva Israel, en la que tanto gentiles como judíos encuentran lugar. El evangelio comienza con la profecía de que Jesús es Emanuel, Dios con nosotros (1.23); y termina con la promesa de que ese mismo Jesús, que es ahora el Cristo resucitado, estará con sus discípulos, procedentes de todas las naciones, hasta el fin del mundo. La nota de universalidad que vimos al principio de la historia en la manifestación de Jesús a los magos de oriente, vuelve a oírse ahora en el mandato que cierra el evangelio, de ir a todo el mundo a hacer discípulos de todas las naciones. El evangelista encuentra significativo el hecho de que el ministerio de Jesús se ejerció en parte en la “Galilea de los gentiles” (4.15); y lo describe como el siervo de Dios que “a los gentiles anunciará juicio … y en su nombre esperarán los gentiles” (12.18, 21). La iglesia cristiana, universal en la naturaleza de sus miembros, no es una iglesia nueva, sin embargo. Es la antigua Israel, transformada y ampliada a causa del rechazo de Jesús por la mayoría de los judíos. Fue a “las ovejas perdidas de la casa de Israel” que Jesús confesó haber sido enviado en primer lugar (15.24); y fue a estas mismas ovejas perdidas que mandó a sus apóstoles a proclamar la llegada del reino (10.6). Pero mayor fe se encontró en un centurión romano que en cualquiera de los israelitas (8.10); y en consecuencia, los lugares en el banquete mesiánico que no ocuparían los judíos serían entregados a creyentes del oriente y del occidente, mientras quedarían afuera “los hijos del reino” (8.11–12). Como el mesianismo de Jesús se había convertido en “piedra de tropiezo” para los judíos, se les quitaría el reino, que sería dado a “gente que produzca los frutos de él” (21.42–43). Los patriarcas de la nueva Israel, los apóstoles, compartirían la victoria final del Mesías, y serían sus asesores en el juicio, como aclara Jesús en las palabras que registra Mateo en 19.28, y como hace notar el evangelista al insertar las palabras “con vosotros” en el dicho tomado de Marcos que aparece en 26.29.

VII. Jesús como Juez

El cuarto elemento en la predicación primitiva fue el llamado al arrepentimiento, en vista de que Jesús retornará como Juez de vivos y muertos. Mateo hace este llamamiento en forma vibrante. En este evangelio Juan el Bautista llama al arrepentimiento a Israel con las mismas palabras que Jesús debido a que se encuentran en el umbral de su ministerio mesiánico (3.2); y al final del ministerio de Jesús leemos la parábola del gran juicio, que sólo este evangelio relata (25.31–46). Esta parábola cierra un grupo de dichos y parábolas que se refieren exclusivamente a la venida del Mesías para el juicio. En la época en que se escribió este evangelio, quizás a principios de la década del 80 del ss. I, ya había descendido sobre Israel parte del juicio divino en la caída de Jerusalén, e indudablemente se habían cumplido los vaticinios de 21.41 y 22.7.

Muchas de las parábolas peculiares a Mateo, como el trigo y la cizaña, los dos deudores, el invitado sin vestido de boda, y las diez vírgenes, hacen resaltar la inevitabilidad y la seriedad del juicio divino; y en ellas encontramos una constante repetición de las solemnes frases típicas de este evangelio: “las tinieblas de afuera”, “el fin el siglo”, y “el lloro y el crujir de dientes”. En la perspectiva de este evangelio la venida final de Cristo, si bien es absolutamente cierta, no aparece como inmediata, porque, como ya hemos visto, la declaración final del Cristo resucitado sugiere un período de duración indefinido durante el cual él está presente y reina en su iglesia, antes de aparecer finalmente como Juez. Es probable, por lo tanto, que a la luz de la enseñanza de todo este evangelio debamos interpretar los dos dichos tan difíciles de 10.23 y 16.28 como referencias a la exaltación de Jesús a la diestra de Dios después del triunfo de su resurrección, cuando hizo su ingreso en un reino más amplio, en los corazones de sus seguidores. De otro modo nos veríamos obligados a llegar a la conclusión inaceptable de que, o no se cumplieron, y que, por lo tanto, se trata de profecías falsas, o de que no son dichos genuinos de Jesús.

VIII. Enseñanza ética

El Evangelio de Mateo es notable también por la cantidad de enseñanzas éticas de Jesús que presenta, y por la manera en que lo hace. Para este evangelista, como para los judeocristianos en general, y también para Pablo (porque la frase misma es de él), existe lo que puede llamarse “la ley de Cristo”. Algunos eruditos han llegado a pensar que el autor de este evangelio consideraba que los cinco grupos de enseñanzas que presenta eran comparables a los cinco libros de la ley. Sea como fuere, parece evidente que presenta a Jesús como el gran Maestro que proclama desde el monte una ley revisada para la nueva Israel (5.1), en la misma forma en que Moisés había transmitido la ley divina que recibió en el mte. Sinaí. El Mesías llama a Israel, no solamente a que se arrepienta, sino también a las buenas obras; y el deseo de hacerlas y la disposición de sufrir por ello, hacen recaer bendiciones en quien así actúa (5.6, 10). La justicia de los discípulos de Cristo debe ser superior a la de los fariseos (5.20). Es verdad que por sus tradiciones, su esclavitud con respecto a textos aislados, y su incapacidad de comprender las consecuencias más amplias de la ley, los fariseos habían anulado gran parte de ella; pero la ley seguía siendo parte integral de la revelación divina. Es esta ley la que encuentra su cumplimiento en Cristo, que no vino para destruirla sino para darle lo que le faltaba y corregir los errores de interpretación de los escribas (5.17). En consecuencia, una buena porción del Sermón del monte consiste en una explicación del Decálogo en la que Jesús determina las pautas morales por las cuales ha de juzgarse la conducta de sus discípulos.

Una de las mayores dificultades de este evangelio estriba en que en él Jesús aparece ratificando la validez de la ley mosaica, y al mismo tiempo declarando tener autoridad para “cumplirla” de modo tal que a veces se ha pensado que la está contradiciendo. Resulta evidente, por el inequívoco dicho de 5.17–19, que consideraba que el AT tenía validez permanente como Palabra de Dios. Al mismo tiempo, tan firmemente se declara la autoridad de los propios dichos de Cristo, que en ciertas circunstancias parecería que se niega la naturaleza permanente de la ley antigua. Sin embargo, en vista de la categórica declaración sobre la validez de la ley, el evangelista no puede haber querido que sus lectores infirieran que existía alguna antítesis real entre las afirmaciones contenidas en el libro y los comentarios de Jesús sobre ellas. En el Sermón del monte seis veces parecería que Jesús opone sus propias declaraciones a lo que anteriormente se había dicho; y en cada uno de estos casos lo que anteriormente se había dicho consiste en una cita de la ley mosaica, o por lo menos incluye una.

Bien se ha hecho notar, sin embargo, que las expresiones en el cap(s). 5, “oísteis que fue dicho”, o “fue dicho”, no corresponden exactamente al “está escrito”, que Jesús tan frecuentemente usa cuando se refiere a la autoridad de las Escrituras. Lo que hace con ellas es llamar la atención, no solamente a lo que dice la ley, sino también a lo que la gente oyó de sus maestros sobre su significado. La ley ocupaba una posición suprema en el judaísmo. En el cristianismo ese lugar está ocupado por Cristo mismo. En el evangelio judeocristiano de Mateo, Cristo sigue siendo la autoridad dominante. Es significativo que sólo en este evangelio encontramos su bondadosa pero imperiosa invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (11.28–30).

Bibliografía. °W. D. Davies, El sermón de la montaña, 1975; P. Bonnard, Evangelio según san Mateo, 1976; E. Charienter, El evangelio según san Mateo, 1978; J. Mateos, El evangelio de Mateo, 1981; J. Schmidt, El evangelio según san Mateo, 1966; W. Trilling, El evangelio según san Mateo, 1966; id., El verdadero Israel, 1974; J. L. McKenzie, “Evangelio según san Mateo”, Comentario bíblico “San Jerónimo”, 1972, t(t). III, pp. 163ss; F. Godet, Origen de los cuatro evangelios, 1976; H. Troadec, Comentario a los evangelios sinópticos, 1972; M. M. Herranz, Los evangelios y la crítica histórica, 1978; X. Leon-Dufour, Evangelios y la historia de Jesús, 1966; C. Perrot, Los relatos de la infancia de Jesús, 1980.

G. Bornkamm, G. Barth, H. J. Held, Tradition and Interpretation in Matthew, 1963; W. D. Davies, The Setting of the Sermon on the Mount, 1964; J. D. Kingsbury, Matthew: Structure, Christology, Kingdom, 1975. Véanse además comentarios por W. F. Albright y C. S. Mann, 1971; F. V. Filson, 1960; H. B. Green, 1975; D. Hill, 1972; E. Schweizer, 1976; R. V. G. Tasker, TNTC, 1961.

R.V.G.T.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico