MAXIMO EL CONFESOR

(ca. 580-662)
DicEc
 
Sabemos poco acerca de Máximo antes de que este se hiciera monje hacia el 614, probablemente después de haber sido secretario en la corte del emperador Heraclio (575-641). Quizá el mejor teólogo de su tiempo, fue adversario infatigable del monotelismo, herejí­a que negaba la voluntad humana de Cristo. Sufrió mucho por la fe, ganándose el sobrenombre de «Confesor»; acabó muriendo en el exilio.

Fue uno de los escritores mí­sticos más influyentes de Oriente. Cada vez va siendo más conocido en Occidente, especialmente gracias a H. U. von Balthasar; han aparecido estudios en el Instituto Pontificio Oriental de Roma, en Francia, en Alemania y en Estados Unidos durante los últimos cincuenta años.

Fue un autor prolí­fico, pero no son muchas las obras de las que tenemos ediciones crí­ticas o traducciones. Su teologí­a surgí­a a menudo de situaciones prácticas, como herejí­as o peticiones de orientación. Toda ella está impregnada de su visión mí­stica de la Palabra encarnada. Es central en toda su obra el tema griego de la divinización de la persona por medio de la gracia (cf 2Pe 1,4). En la historia de la teologí­a destaca como intérprete clave del >Pseudodionisio, mostrándolo como un representante ortodoxo del neoplatonismo en la teologí­a cristiana.

Su eclesiologí­a se encuentra a lo largo de su obra, pero especialmente en la Mistagogia, un comentario simbólico sobre la liturgia elaborado según el modelo del Pseudodionisio, aunque desarrollándolo. Empieza la parte principal de la obra considerando a la Iglesia como una imagen: es una imagen de Dios «ya que realiza la misma actividad que él por imitación y en figura (…). La santa Iglesia se mostrará produciendo paranosotros los mismos efectos que Dios (…). Todos han nacido en la Iglesia y por medio de ella han renacido y han sido recreados en el Espí­ritu». La Iglesia es también figura e imagen del mundo entero, del mundo sensible, de la persona humana y del alma. La liturgia es la puerta de entrada al misterio que engloba también la liturgia de los ángeles y de los santos, es una participación en la liturgia que perdurará durante toda la eternidad.

Por medio de su vigorosa teologí­a de la imagen, Máximo une el tiempo y la eternidad, la Iglesia terrena y la Iglesia celeste, la Iglesia y el mundo, la Iglesia y el individuo. Es a través de Máximo y de su mentor, el Pseudodionisio, como mejor podemos quizá acercarnos a la Iglesia, concretada y comprendida en la liturgia, su obra más alta.

Christopher O´Donell – Salvador Pié-Ninot, Diccionario de Eclesiologí­a, San Pablo, Madrid 1987

Fuente: Diccionario de Eclesiología

Vida: (582-662). Teólogo y asceta bizantino. Nació en Constantinopla o en Palestina. Impulsado por la invasión persa, se trasladó a Cartago, Creta y, quizás, Chipre. En Cartago, se opuso a los monofisitas. Es posible que las actas del sí­nodo laterano del 649 fueran redactadas por Máximo. En cualquier caso, su ortodoxia tuvo como consecuencias el exilio (653). En el 658 volvió a Constantinopla, pero para regresar enseguida al exilio. En el 662 volvió a sufrir de nuevo esta pena además de la de mutilación de la lengua y la mano derecha. Deportado a Lazica en Georgia, murió allí­.

Obras: Cuestiones a Talasio; Ambigua; Centurias sobre el amor; Centurias sobre la Teologí­a y la Economí­a, etc.

Teologí­a: Fue un claro defensor de la histologí­a de Calcedonia y como tal fue vindicado por el sexto concilio ecuménico del 680.

VIDAL MANZANARES, César, Diccionario de Patrí­stica, Verbo Divino, Madrid, 1992

Fuente: Diccionario de Patrística