MENTIR, MENTIRA

Aunque Dios es incapaz de mentir, los seres humanos sí­ lo son (Num 23:19). Hay leyes en contra de dar falso testimonio (Exo 20:16) y de perjurar (Lev 19:12), y también existe el mandamiento más universal de no mentir (Lev 19:11). La gente del mundo prefiere la mentira a la verdad (Rom 1:25 : cambiando la verdad de Dios por la mentira). Algunos hacen de Dios un mentiroso al mantener que no son pecadores (1Jo 1:10) y algunos predican una mentira diciendo que Jesús no es el Cristo (1Jo 2:22; Rev 2:2). La fuente y el padre de mentiras es el diablo (Joh 8:44; Act 5:3). Relacionados con la idea de la mentira están los que viven una mentira o transmiten una mentira: un falso hermano (2Co 11:26), un falso apóstol (2Co 11:3), un falso maestro (2Pe 2:1), un falso testigo (Mat 26:60), un falso profeta (Mat 7:15) y un falso cristo (Mat 24:24).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(heb. šeqer, ‘falsedad’, ‘engaño’; kāzāḇ, ‘mentira’ o cosa ‘engañosa’, gr. pseudos y cognados). Esencialmente una metira es una afirmación de lo que es falso con intensión de engañar (Jue. 16.10, 13). Los escritores bíblicos condenan severamente las formas agravadas de la mentira, p. ej. para perpetrar un fraude (Lv. 6.2–3) o asegurar una condenación injusta (Dt. 19.15), y el testimonio de falsos profetas (Jer. 14.14). Pueden expresarse las mentiras con palabras (Pr. 6.19), un modo de vida (Sal. 62.9), el error (2 Ts. 2.11), o una falsa forma de religión (Ro. 1.25). Los profetas consideraban la mentira como expresión específica del principio del mal (Os. 12.1). Se prohíbe la mentira como algo que repugna a la conciencia moral de Israel (Pr. 19.22); a causa de sus efectos antisociales (Pr. 26.28); y, por sobre todas las cosas, por ser incompatible con la naturaleza divina (Nm. 23.19). Jesús declara que Satanás es el padre de la mentira (Jn. 8.44). En la comunidad cristiana se prohíbe toda forma de falsedad (Col. 3.9).

De varias maneras se caracteriza la mentira, p. ej. la respuesta evasiva de Caín (Gn. 4.9), la mentira deliberada de Jacob (Gn. 27.19), la representación falsa de su amo por parte de Giezi (2 R. 5.21–27), y el engaño deliberado llevado a cabo por Ananías y Safira (Hch. 5.1–10). La mentira es el pecado del anticristo (1 Jn. 2.22), y todos los mentirosos habituales pierden la salvación eterna (Ap. 21.27).

1 S. 16.2 no justifica la mentira como recurso. Dios simplemente sugirió una razón ostensible para la visita de Samuel a Belén, y el profeta no estaba obligado a divulgar su verdadero propósito. También en 1 R. 22.20–23 se da a entender que Dios permitió un subterfugio para que se cumpliera su justo juicio sobre Acab. En pasajes como Gn. 22.10–20 es evidente que no se condona el engaño ni se registra como ejemplo que deba seguirse. (* Verdad )

Bibliografía. W. Günther, U. Becker, H. G. Link, “Mentira”, °DTNT, t(t). III, pp. 68–73; K H. Schelkle, Teología del Nuevo Testamento, 1975, t(t). III, pp. 395–401; M. A. Klopfenstein, “Mentir”, °DTMAT, t(t). I, cols. 1120–1129; P. van Imschoot, Teología del Antiguo Testamento, 1969, pp. 636–638; J. Mateos, J. Barreto, Vocubalario teológico del evangelio de Juan, 1980.

John Murray, Principles of Conduct, 1957, cap(s). 6; HDB, 3; H. Conzelmann, TDNT 9, pp. 594–603; U. Becker, H.-G. Link, NIDNTT 2, pp. 467–474.

A.F.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico