Biblia

MISTICA NUPCIAL

MISTICA NUPCIAL

Uno de los aspectos más caracterí­sticos de la mí­stica cristiana es la unión con Dios propuesta y vivida como desposorio o como matrimonio espiritual con Dios. En la raí­z de esta experiencia y doctrina encontramos la revelación del Antiguo Testamento, donde Dios se presenta como el esposo, traicionado a menudo por Israel, que sigue siendo la esposa amada del Señor, a pesar de sus infidelidades. El tema de la alianza se reviste en los profetas de la caracterí­stica de una alianza nupcial de Dios con su pueblo especialmente en Oseas (2,21), en Isaí­as (pássinz) y en Jeremí­as (3,1-15). El Cantar de los Cantares, recibido como expresión teológica del amor de Dios a su pueblo en los comentarios rabí­nicos, fue interpretado en sentido espiritual por la tradición cristiana primitiva, siguiendo los textos del Nuevo Testamento que presentan a Cristo como Esposo de la Iglesia, para cantar la experiencia esponsal de la comunidad cristiana y de cada una de las personas con Dios. El texto fundamental de la mí­stica nupcial es Ef 5, 25-33: «Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí­ mismo por ella para consagrarla a Dios, purificándola por medio del agua y la palabra. Se preparó así­ una Iglesia esplendorosa, sin mancha ni arruga ni cosa parecida: una Iglesia santa e inmaculada». También el libro del Apocalipsis presenta a la Iglesia como Esposa del Cordero, cuyas bodas se celebran en el cielo (Ap 21,1-10).

Son tres las lí­neas fundamentales que desarrolla la mí­stica nupcial a lo largo de la historia de la Iglesia:

1. En primer lugar, los comentarios espirituales de los Padres de la Iglesia a los textos bí­blicos, en especial al Cantar de los Cantares, a partir de Orí­genes, Ambrosio, Gregorio de Nisa, hasta el amplio comentario de san Bernardo y las obras de autores medievales como J. de Ruysbroeck, en su tratado Las bodas espirituales.

2. El segundo filón lo constituye la coherente aplicación del tema del desposorio espiritual y de las bodas divinas al sacramento – del bautismo y a la comunión eucarí­stica. Esta doctrina se encuentra abundantemente documentada en las obras de Orí­genes, en Tertuliano, pero de manera muy especial en Ambrosio en su De Mysteriis 7 39-42 y en las Homilí­as bautismales de Juan Crisóstomo: en ellas, comentando el texto de Ef 5,25-26, afirma este santo Padre: «El Señor amoroso, obrando a imitación de la propia bondad, aceptó este hecho grande y paradójico por su solicitud con la Iglesia, a fin de hacerla santa mediante la propia sangre y, después de haberla purificado con el baño del bautismo. colocar a su lado a la Iglesia gloriosa» (Cat. V). El texto de Ef 5,27, que alude al don del Esposo de su propio cuerpo, es interpretado también por la tradición patrí­stica como una comunión y alianza esponsal: «Cristo dio a los hijos de su cámara nupcial el gozo de su cuerpo y de su sangre», dice Cirilo de Jerusalén (PG 33, 1100); Teodoreto de Ancira afirma: nComiendo los miembros del Esposo y bebiendo su sangre, realizamos una unión esponsal» (PG 81, 128). Nicolás Cabásilas, en su tratado La vida en Cristo, a propósito del bautismo y de la eucaristí­a, escribe: «Las bodas no pueden unir al Esposo y a la Esposa hasta tal punto que los hagan vivir al uno en el otro, como ocurre con Cristo y la Iglesia… Se trata de esas bodas tan alabadas, en las que el Esposo santí­simo une consigo como esposa a la Iglesia como una virgen novia. Aquí­ Cristo alimenta al coro que lo rodea y por esto sólo entre los demás misterios- somos carne de su carne y huesos de sus huesos» (lib. 1, c. 2: lib. 1V c. 3).

3. Una tercer lí­nea de desarrollo de la mí­stica nupcial es la de la experiencia mí­stica y la posterior tematización de dicha experiencia en algunos mí­sticos cristianos. Los Comentarios de san Bernardo al Cantar de los Cantares y – de manera especial las obras de Ricardo de san Ví­ctor, su Comentario al Cantar y el Tratado de los cuatro grados de la violenta caridad, marcaron profundamente la espiritualidad medieval. Pero probablemente han sido los dos mí­sticos españoles Teresa de Jesús y Juan de la Cruz los autores que han dejado una huella indeleble en la teologí­a mí­stica en este sentido.

Teresa de Jesús desarrolló la mí­stica nupcial en su Castillo interior, Presenta bajo el simbolismo del matrimonio las tres últimas etapas de la vida espiritual (Moradas Y, 4, 3). Distingue los tres momentos sucesivos: la unión que equivale al «conocerse» de los novios (quintas moradas), el desposorio o noviazgo espiritual (sextas moradas) y el matrimonio espiritual (séptimas moradas). El desposorio espiritual se caracteriza por la intensa comunicación del Esposo Cristo a la esposa, mediante éxtasis, heridas de amor, revelaciones, visiones que tienen como objetivo la purificación total del alma y el enriquecimiento de su caridad, como preparación al don del matrimonio (sextas moradas). La gracia del matrimonio espiritual (cf. Moradas VII, cc. 2 y 3) supone la mutua entrega del Esposo Cristo al alma esposa, como personalización de la Iglesia, con el mandato de velar por las cosas propias del esposo.

La actualidad de la mí­stica nupcial se deriva de la recuperación del simbolismo esponsal de la Iglesia y de la elaboración de una eclesiologí­a nupcial.

J. Castellano

Bibl.: T ílvarez, Matrimonio espiritual, en DE, 11, 568-572; A. Tanquerey, Compendio de teologí­a ascética y mí­stica, Palabra, Madrid 1990, 1469-14-í­9; L. Zabalza, El desposorio espiritual según san Juan de la Cruz, Monte Carmelo, Burgos 1964; A. Mas Arrondo, Teresa de Jesús en el matrimonio espiritual, Facultad de Teologí­a, Burgos 1993.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico