Doctrina religiosa. Se trata de la insistencia en la experiencia de la unión íntima con Dios o la propensión sicológica a la búsqueda de esa unión.
No debe confundirse con una religiosidad en particular ya que ha habido elementos de misticismo en numerosas religiones e iglesias.
Algunas influencias esotéricas en ciertas formas de misticismo pueden detectarse fácilmente. Un ejemplo es el ® MISTICISMO ASTRAL.
Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas
Estado del alma a quien Dios se le ha revelado, o le ha revelado cosas imposibles de saber por medios naturales normales: En la Biblia hay muchos místicos: – Moisés, Exo 3:2.
– Isaías,Exo 6:1-5.
– Daniel,Exo 8:27.
– San Pedro, Mat 16:17, Hec 10:10-20.
– San Pablo, Hec 9:3-7, 2Co 12:1-8.
– Jesucristo es el «gran místico»: Luc 2:47, Jua 1:48-51, Jua 4:18, cap.17, Mat 11:23-27. Virgen Maria, Luc 1:26-38.
– San Juan evangelista, Rev 1:17, Rev 4:1.
En el Cristianismo ha habido y hay muchos místicos: Ha habido apariciones de Jesús, la Virgen, ángeles y algunos Santos a muchas personas, ¡y se siguen apareciendo hoy día!. algunos han tenido levitaciones, o se han bilocado, o les ha sido imprimidos los estigmas del Senor: Así, San Francisco, Santa Teresa, San Martín de Porres, los tres ninos de Fátima, Bernardita de Lourdes, el Padre Pío.
Místicos verdaderos y falsos: Se distinguen, entre otras cosas, por la «humildad» que siempre da toda revelación verdadera, Isa 6:5, Dan 8:27, Luc 5:8 : (S. Pedro ), la Virgen María, Luc 1:38, Luc 1:48.
Los «falsos místicos», son orgullosos, que buscan su fama, poder o dinero. y, cuando un místico diga algo en contra de la Iglesia, es ¡seguro! que es un falso místico. La «obediencia» a las autoridades legítimas, es la mejor prueba de la humildad, y del verdadero «místico». Ver «Vidente».
Diccionario Bíblico Cristiano
Dr. J. Dominguez
http://biblia.com/diccionario/
Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano
[209]
Exageración o ruptura de moldes aceptables al tratarse de estados o procesos que superan los hechos naturales, con lo que se espiritualiza erróneamente lo material, se sublima lo natural y se yerra en los juicios por dejarse deslumbrar por la afectividad o la fantasía.
El misticismo no es frecuente, pero puede aparecer en determinados temperamentos hipersensibles y situarles en los umbrales del error o de la desviación espiritual
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
Tendencia o sistema místico, que puede observarse también fuera del cristianismo en las religiones misteriosóficas (por ejemplo, el orfismo) o en sistemas filosóficos como el de Plotino. Pero tampoco dentro del entramado cristiano ha faltado la experiencia de un misticismo heterodoxo, que pronto se vio condenado por la auténtica experiencia cristiana de la mística, por ejemplo, el sistema de Molinos y todas aquellas acepciones reductivas de la fenomenología mística, que a algunos psicólogos y fisiólogos les gustaría definir como histerismos y neurastenias. A veces, el término misticismo se usa en sentido peyorativo, y los autores católicos lo contraponen a la «mística» para indicar toda forma degenerativa, como las teosofías nebulosas, el espiritismo inmotivado, el quietismo de sumisión.
Algunos escritores no católicos creen que es ilusoria toda expresión de la fenomenología mística; para ellos el término «misticismo» agrupa y teoriza elementos despreciativos de dicha fenomenología. También puede significar un auténtico sentimiento religioso por parte de quien tiende sinceramente a una vida mística, preparándose para ella con la penitencia y la oración, El contexto de la fenomenología merece especial atención, precisamente por las valoraciones diferentes que pueden surgir: en esta semántica tan articulada, el sentido de la voz «mística» va ligado y guarda relación con la profundidad y la hermenéutica de cada escritor.
G. Bove
Bibl.: A. Vergote, Psicología religiosa, Taurus. Madrid 1969; A. Vázquez, Freud y Jung, dos modelos antropológicos, Sígueme, Salamanca 1981; E. Freijo, El problema religioso en la historia de la psicología médica contemporánea, ESET Vitoria 1976; L. Beirnaert, Experiencia religiosa y psicología, Estela, Barcelona 1969.
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico
Los dos elementos del misticismo se indican por su doble derivación de mueō («iniciar», o «consagrar») y muō («cerrar los ojos o boca»). De esta forma, el misticismo es «la consagración más alta del hombre, la que obtiene por ejercitar la reserva más grande posible hacia el mundo exterior, tanto activa como pasivamente. O es la abstención activa y pasiva del mundo exterior, lo que al mismo tiempo es dedicada a una consagración más grande del hombre» (K. Barth, Church Dogmatics, I, 2, p. 319).
Según esta definición, el misticismo va más allá de las formas externas de religión para tratar de conseguir un conocimiento directo de Dios, especialmente en oración y meditación aunque hay veces también en condiciones de trance. No es necesariamente hostil a forma y tradición; por cierto, está usualmente preparado para apoyarlas y usarlas en su valor simbólico. Pero encuentra el corazón de la religión en una identidad o comunión interna que al fin de cuentas es indiferente y niega lo externo.
El misticismo no es algo peculiar al cristianismo, pero ha encontrado en él una larga línea de representantes incluyendo notables figuras como Eckhart, Tauler, Catherine de Siena y Juan de la Cruz. Muchos de estos obviamente obtuvieron un alto nivel de fruto y fe cristianos, y, en muchos casos, el misticismo básico no excluyó los dones e intereses prácticos.
Pero queda la pregunta que si el misticismo es genuinamente escritural, aun en su forma cristiana. Para ser exactos, esto evita los errores garrafales del misticismo que finalmente identifica a Dios con el alma humana, o enseña una absorción total en lugar de una unión de amor y voluntad. Otra vez, demanda un serio intento por identificarse con Cristo en su pasión y resurrección. En forma más general, puede argumentar basándose en elementos aparentemente místicos en Pablo y Juan, y también puede apuntar al énfasis escritural sobre lo interno y espiritual en contraste con lo que es nada más que externo. En el misticismo cristiano no hay una herejía grosera o consciente, y se contenta con formas y formulaciones aceptadas.
Por otro lado, hay tres consideraciones que sugieren que en el misticismo, a pesar de toda la sinceridad de fe que se pudiera atribuir a los individuos místicos, tenemos realmente una expresión de religión humana en vez de una verdadera respuesta a la revelación divina.
- Exegéticamente, es dar por cierto aquello que todavía no se ha probado hablar, por ejemplo, del misticismo cristiano de San Pablo cuando la Biblia misma no usa esta terminología. Cuando una afirmación Paulina, como la de Gá. 2:20, se interpreta desde sí misma, entonces no tiene ninguna orientación mística, aunque obviamente puede forzarse en una dirección mística. Es de dudarse que haya algún apoyo bíblico directo para el misticismo como distinto de la interpretación mística de los antecedentes bíblicos.
- Dogmáticamente, el misticismo parecería reposar en un falso supuesto en su búsqueda de una unión directa o inmediata y de una comunión directa del alma con Dios. Todo el argumento de la venida y obra de Dios en Cristo, y el ministerio presente de la Palabra y los sacramentos es que «nadie ha visto a Dios jamás» (Jn. 1:18), y que ahora los ojos del entendimiento interno pueden ser abiertos por el Espíritu Santo sólo en la medida que miremos al Hijo encarnado, crucificado y resucitado que se nos presenta en el evangelio.
- Prácticamente, el misticismo implica una inevitable, si a veces inconsistente e involuntaria subjetivización. Aun la imitación de Cristo es una imitación más bien que una entrada, y el énfasis recae en lo que yo hago más bien que en lo que Cristo ya ha hecho por mí, en forma total y suficiente. La preocupación última por uno mismo es la marca aun de la negación de sí mismo, y finalmente es en la persona misma que se encuentra la verdad y la salvación, aun cuando no se mezcle a la persona con Dios como podría suceder aun en el misticismo cristiano.
El misticismo ha hecho su contribución al cristianismo, y se puede sacar mucha instrucción e inspiración de su literatura. Pero, totalmente aparte de sus extravagancias obvias, aun se puede dudar de si es una forma genuina de cristianismo bíblico y evangélico. Es del todo seguro que para iniciarse en Jesucristo es necesario tener los ojos y los labios abiertos.
BIBLIOGRAFÍA
HERE; K. Barth, Church Dogmatics, I, 2, pp. 318–325; E. Brunner, Die Mystik und das Wort; F.V. Huegel, The Mystical Element of Religion; W.R. Inge, Christian Mysticism; E. Underhill, Mysticism.
Geoffrey W. Bromiley
HERE Hastings’ Encyclopaedia of Religion and Ethics
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (400). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología