MITA

Movimiento religioso puertorriqueño. La Iglesia de Mita surge como resultado del trabajo de una predicadora pentecostal puertorriqueña, Juana Garcí­a, conocida como «Mita» o como «diosa Mita» por sus seguidores. «Mita» se consideraba la encarnación del Espí­ritu Santo o de la plenitud del Espí­ritu.
A partir de 1942 su iglesia se extendió por toda la isla. Mita hací­a énfasis en una vida de separación del mundo. Su sucesión recayó en «Aarón», cabeza de los apóstoles en una nueva dispensación del espí­ritu, aunque se han producido divisiones en el movimiento por cuestiones de liderazgo.
A pesar de su origen pentecostal, esta organización no la aceptan otros pentecostales puertorriqueños debido a las pretensiones mesiánicas de la fundadora y al énfasis en su persona y la de su sucesor. De ahí­ que muchos sociólogos clasifiquen a esta iglesia como una secta religiosa y no como una denominación evangélica o pentecostal. Por ejemplo, el mausoleo en que descansan los restos de Mita se ha convertido en una especie de santuario.
Una caracterí­stica importante del movimiento fue el número de establecimientos comerciales que puso a funcionar bajo auspicios de la secta, la cual se expandió por República Dominicana y comunidades hispanas de Norteamérica.

Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas

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Sistema indí­gena de explotación y producción que se usaba entre los inkas por el que los miembros de un ayllu o aldea trabajaban un tiempo para los señores, sacerdotes o gobernadores. Fue sistema que aprovecharon los colonizadores para reclamar el servicio laboral obligatorio a una parte de los varones de cada poblado y que deberí­a durar seis meses en beneficio de los nuevos amos y de las nuevas autoridades. Se extendió desde las tierras de Perú a las otras regiones de México y del Rí­o Plata.

Especialmente se dedicaba a los así­ explotados al trabajo de las tierras, de los servicios públicos y de las minas. Al ser duras las condiciones de trabajo, escasa o nula la alimentación e inexistentes las medidas de protección, la mortalidad de los indí­genas fue tal que, junto con las enfermedades importadas, produjo estragos en la población nativa.

La mita se mantuvo hasta el siglo XIX en algunas regiones y quedó como nefasto recuerdo de la colonización, sin que fuera ella la peor de las formas de explotación, pues la leyenda negra que tanto condenó la acción de la Corona de Castilla en hispanoamérica ignoró maliciosamente la esclavitud de negros (mercado de ébano), el exterminio de indí­genas (en Norteamérica y Australia), los tributos vitales (sal), en la India, la pura y simple esclavitud en Africa inglesa, portuguesa y francesa.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa