Movimiento teológico. Los que apoyaban un punto de vista unipersonal y no trinitario de la naturaleza de Dios con el fin de preservar su unidad. «Monarquianos dinamistas» eran los que entendían que Jesús era un hombre que se convirtió en Hijo de Dios durante su bautismo y «monarquianos modalistas» los que afirmaban que tenía en sí la divinidad completa. Para ellos, la encarnación de Dios el Padre era un esfuerzo por mantener la divinidad del Hijo y la unidad de Dios. Estos últimos profesaban el ® SABELIANISMO.
Tertuliano (siglo III) acuñó el término «monarquiano».
Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas
[929] Herejes que negaban la Trinidad de personas en Dios, con el pretexto de defender la unidad divina. Rechazaron la interpretación de los cristianos sobre la realidad divina del Hijo y la realidad divina del Espíritu Santo, de muy variadas formas y con lenguajes distintos, pero confluyentes en la idea de que sólo una divinidad monolítica e indiscutible podía ser adoptada.
Quedan muchas dudas sobre las afirmaciones que se atribuyen a autores catalogados como monarquianistas, como Teodoto Coriario o Pablo de Samosata, máxime que se les conoce más por el rechazo que hicieron figuras importantes como Tertuliano y Orígenes que por sus mismos escritos en su mayor parte perdidos.
Además en Occidente apenas si tuvo resonancia esta herejía por lo generalmente aceptado que era el misterio trinitario. Con todo algunas formas sí fueron bien conocidas como la de los adopcionistas, que consideraban a Jesús como adoptado por el Padre Dios, no como Hijo de su misma naturaleza; o la de los patripasianos, que atribuían la redención dolorosa y la encarnación al Padre, único Dios.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
Herejía trinitaria, bastante difundida en los siglos 11 y III, caracterizada por la negación a las tres Personas divinas de una existencia propia y distinta, en favor de un monoteísmo radical.
El monarquianismo hunde sus raíces en aquel judeocristianismo escandalizado por el anuncio de la divinidad de Cristo. Desde este punto de vista se le puede considerar, por consiguiente, como la herejía típica del alma judía del cristianismo.
Tuvo una doble conformación: monarquianismo adopcionista (o adopcionismo), para el que Cristo -según diversas orientaciones- sería un ángel (Engelchristologie) o un simple hombre (Jesús), adoptado por Dios mediante la bajada de Cristo sobre él en el momento del bautismo.
El defensor de esta doctrina fue Teodoto de Bizancio, que actuó en Roma a finales del siglo 11. La proclamación de Cristo como simple hombre parece que le sirvió para atenuar la gravedad de la apostasía en que había incurrido durante una persecución, negando que Cristo era Dios.
Teodoto encontró seguidores en Teodoto el Banquero, Asclepiodoto y Artemas. Se encontrarán huellas de este adopcionismo en el siglo IU-IV, en el pensamiento de Pablo de Samosata, Fotino de Sirmio y Marcelo de Ancira.
Muy distinto es el monarquianismo patripasiano o modalista (ver modalismo), para el que el único Dios se manifiesta de tres modos distintos: como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo. En ese caso, puesto que la encarnación Y la pasión fue producida por el – (Padre = Dios), se entiende fácil Padre mente que esta corriente pudiera llamarse también patripasianismo (el Padre-Dios que padece).
El modalismo fue difundido por Noeto de Esmirna (finales del siglo 11), condenado por los presbíteros de la ciudad. Como observa Hipólito, para Noeto «Cristo es el mismo Padre; el Padre es el que se encarnó, sufrió y – murió» (Contra Noetum, 1).
A partir del siglo III, el monarquianismo modalista tomó también el nombre de sabelianismo, del hereje Sabelio, que, directamente o a través de sus discípulos, lo difundió en Libia y en Egipto. Condenado en Roma por el 220, Sabelio se presentó como rígido defensor de la «monarquía divina». Tenazmente ligado al monoteísmo, presentaba a la divinidad como una mónada que se dilataba en tres operaciones distintas: Padre en el Antiguo Testamento, Hijo en la encarnación, Espíritu Santo en Pentecostés. Se trataba, de todas formas, de un solo prosopon y de una sola hipóstasis.
El Sabelianismo -precisamente por su difusión en Libia y en Egipto- se afirmó en oposición a la telogía del Logos sostenida por Orígenes y por la escuela de Alejandría, donde iba articulándose cada vez más el discurso sobre el Dios cristiano.
L. Padovese
Bibl.: M. Simonetti, Monarquianos, en DPAC, 11, 1467-1468: S, del Cura Elena, Modalismo – Subordinacionismo en DCDT 916-922 y 131 1-1317. A, Orbe, introducción, a la teología de los sigios II y III Sigueme, Salamanca 1988: W Kasper El Dios de Jesucristo, Sigueme, Salamanca ‘1990, 331-340.
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico
Éste es el término que usualmente se aplica a la preocupación natural en la iglesia antigua de resguardar la unidad («monarquía») de la Deidad. Por supuesto que hay tal cosa como un monarquianismo legítimo, ya que el que se reconozca al Padre, Hijo y Espíritu Santo no significa que esto envuelva un triteísmo. Pero por haberse acentuado demasiado este aspecto, entonces se produjo dos formas de monarquianismo que son mutuamente exclusivas, pero igualmente inaceptables. La primera es el monarquianismo dinámico, el que se asocia con Teodoto, y posiblemente Pablo de Samosata. Si el asunto se aborda desde un punto de vista cristológico, en lugar de un ángulo trinitario, entonces se enseñará la inferioridad del Hijo como un hombre absorbido por la Deidad (véase Adopcionismo). La segunda es un monarquianismo modalista, representado por Noeto, Praxeo y Sabelio (véase Sabelianismo). Esta forma no niega la completa divinidad de Cristo o el Espíritu, sino que los toma como meros modos o funciones del único Dios, de tal forma que se puede decir que el Padre sufre en el Hijo (véase Patripasionismo) y que vive en nosotros por el Espíritu. Por esto, el aplastante comentario de Tertuliano de que Praxeo pone en fuga al Espíritu y crucifica al Padre.
William Kelly
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (406). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología