(Solo y agente en griego.)
Movimiento teológico. Los monotelistas sostenían la creencia en una sola voluntad en Cristo. Fue un intento por reconciliar a ciertos elementos en la iglesia y lograr el apoyo de los monofisitas sin apartarse de ciertos conceptos del Concilio de Calcedonia (451) sobre las dos naturalezas de Cristo. A tal efecto, Sergio, patriarca de Constantinopla, siguiendo las instrucciones del emperador bizantino Heraclio, propuso una fórmula estableciendo la tesis de que el Verbo hecho carne, Jesús, lo hizo todo mediante la acción de una sola energía divino-humana. Después se eliminó lo de «energía» y se afirmó la existencia de una sola voluntad en el Cristo, divino y humano al mismo tiempo. Para ellos si Cristo tenía, como afirmaba la ortodoxia, dos naturalezas, existían dos voluntades, pero la humana actuaba siempre de acuerdo con la divina.
El monotelismo fue condenado en el Concilio de Constantinopla (680) que estableció el diotelismo, es decir, la creencia en dos voluntades.
Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas
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Herejía que afirma que en Jesús sólo hay una voluntad (monos, unidad; telos, querer). Comenzó como intento de armonizar el monofisismo con el concilio de Calcedonia del 451, para evitar la separación de diversas cristiandades.
Se habló también de energía (monoergismo), aunque Sergio I de Constantinopla, promotor del término, se opuso al final a hablar de dos o de una «energías», por pensar que era confuso decir que en Cristo no había dos voluntades sino que sólo podía existir la divina.
En el Sínodo de Letrán del 649 el papa Martín I proclamó la doble voluntad de Cristo: como Dios, eterna y divina; como hombre, frágil y terrena. Esta doctrina, definitivamente católica, fue definida en el Concilio de Constantinopla del 680, con lo que el monotelismo quedo catalogado como herejía inaceptable.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
El m. o la doctrina sobre una sola voluntad y una sola actividad (énérgeia, de ahí la denominación de monenergetismo) afirma que, así como en Cristo hay una sola hipóstasis (y «naturaleza»), así también hay en él una sola voluntad (como facultad, thélema), un único querer y, en general, una sola energeia, que es la voluntad, el querer y la actividad del Logos.
1. Antecedentes
En cuanto el -> arrianismo y el apolinarismo afirmaban que el Logos es el único principio de la vida espiritual en Cristo, el m. era para ellos una evidencia palmaria. Entre los representantes ortodoxos de la fórmula de «una sola naturaleza» (-> monofisismo), se admitía desde luego el alma de Cristo, pero ésta no era valorada plenamente como principio de la decisión espiritual. Siguiendo a Cirilo de Alejandría, los severianos veían arrancar todo movimiento de la hipóstasis del Logos. La humanidad de Jesús es en todo aspecto instrumento, órgano del Logos. Por eso, para los severianos dentro del Dios-hombre no hay posibilidad de aplicar el número dos (ni en la «naturaleza», ni en las facultades, ni en el querer de Cristo), aun cuando no se admite mezcla real entre la divinidad y la humanidad. La dualidad sólo se manifiesta extra Christum, en la diversidad de las operaciones divinas o humanas de la energeia considerada como una. Gran importancia tuvo en este modo de ver, además de Cirilo (In In 4: PG 73, 577 C), el Pseudo-Dionisio, con su fórmula de la «nueva actividad teándrica» (PG 3, 1072 C). Las palabras de León I fueron la antítesis: «Una y otra forma ( = naturaleza) obra lo que le es propio en comunión con la otra» (Dz 144). Para los monofisitas esto era » -> nestorianismo».
2. La controversia monotelita en el siglo VII
La controversia monotelita del siglo vii se desarrolló dentro de la ortodoxia bizantina neocalcedónica, aunque en polémica espiritual (y al principio inmediata) con el -> monofisismo. Manteniendo teóricamente la fórmula calcedónica de una sola persona en dos naturalezas, se intentaba bajo el lema de «una sola energía» («una sola voluntad») la unión con los monifisitas, que tenía también importancia política.
1ª. fase. Los iniciadores fueron Sergio, patriarca de Constantinopla (610-638), Teodoro de Farán (península del Sinai) y Ciro de Fasis. Sergio se dirigió en cuatro acciones epistolares (adjuntando una supuesta carta del patriarca Mennas [ fi 565]): primero, a Georgios Arsas para recibir una prueba patrística sobre la única energía en Cristo; segundo, a Teodoro de Farán; tercero, al severiano Pablo el Tuerto (Armenia); y, cuarto, a Ciro de Fasis (cf. MáXIMO CONFESOR: PG 91, 332 B – 333 B). En Alejandría se logró el año 633 una unión con los monofisitas, una vez que Ciro había sido elevado a la sede patriarcal (Mansi xi 532). Las palabras pseudodionisíacas antes citadas se exageran y reciben la versión: «una sola… actividad teándrica» en Cristo (Mansi xi 565 D). El monje Sofronio de Jerusalén luchó en contra, pero no pudo aducir todavía una auténtica prueba patrística. Se convino en evitar ambas fórmulas (una o dos energías), porque «toda actividad divina y humana (en Cristo) procede indivisamente de un único y mismo Dios-Logos» (ibid. 533 CD 536 CD). Sergio defendió esto en su Psephos del año 634 (según Sherwood), escrito que prácticamente fue incorporado a la Ekthesis del emperador Heradio.
2ª. fase. Sofronio, patriarca de Jerusalén desde 634, publica sus Synodika, en que combate la fórmula de la única energeia con las palabras antes citadas de León i. El Cristo uno obra en la synergeia de las dos naturalezas (Mansi xi 461-508). Sergio renuncia desde luego a la fórmula de la «única energeia», pero escribe al papa Honorio i que la afirmación de una doble actividad exige también una doble voluntad en Cristo, lo que sería un escándalo y una amenaza a su unidad. Honorio entiende la «voluntad única» en Cristo en el sentido de la unidad moral de su obrar y quiere dejar a los doctos la cuestión de si es una o son dos las actividades (Dz 251). El emperador Heraclio en su Ekthesis del año 638 tomó cartas en el asunto pronunciándose en favor de Sergio.
3ª. fase. Ahora comienza la polémica de verdadero valor teológico al incorporar Máximo Confesor todos los elementos positivos de la tendencia ciriliana, pseudodionisíaca y severiana en la cristología de Calcedonia, pero explicando más profundamente que todos sus predecesores la relación de la voluntad y actividad con la «naturaleza» y la «persona» (hipóstasis). En la definición de hipóstasis frente a naturaleza y esencia, Máximo emplea ya a sabiendas una terminología existencial. En una profunda ontología de la persona supera definitivamente el camino categorial y objetivo de la filosofía de la naturaleza para explicar la unidad en Cristo (nada de síntesis natural). Máximo ve en el monofisismo la prosecución errónea de este camino teóricamente abandonado ya en Calcedonia. Da una interpretación y ampliación genial al Calcedonense mismo, pues considera a Cristo como hombre en su conocimiento y libertad, en su voluntad y energeia humana, pero ligándolo claramente a la hipóstasis divina. Con esto se pone la base de una cristología y soteriología calcedonense que se mueve en la tensión dialéctica entre unidad y diversidad.
Las fechas capitales son: el año 645 la célebre disputa con Pirro I, patriarca de Constantinopla. Máximo inspira el concilio de Letrán del año 649 bajo Martin I, en que fueron rechazados la Ekthesis de Heraclio y el Typos del emperador Constante II del año 647. Solamente el sínodo romano del año 680 bajo Agatón y el tercer concilio de Constantinopla de los años 680-681 pronunciaron la sentencia sobre el monenergetismo y monotelismo. Desde este momento la doctrina de las dos voluntades y operaciones era dogma de fe. El papa Honorio fue condenado como syndromos (concurrente, cooperador), pero no ha de ser considerado como hereje.
FUENTES: V. Grumel, Les Regestes des actea du patriarcat de Constantinople, I/1-3 (Kadikái – Buda-pest 1932-47); P. Sherwood, Date-List of the Works of Maximus the Confessor (R 1952).
BIBLIOGRAFíA: W. Elert, Der Ausgang der altkirchlichen Christologie (B 1957); M. Richard, Anastase le &naite …: REB 16 (1958) 29-42; H. U. v. Balthasar, Kosmische Liturgie (Ei 21961).
Aloys Grillmeier
K. Rahner (ed.), Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teolσgica, Herder, Barcelona 1972
Fuente: Sacramentum Mundi Enciclopedia Teológica
Una herejía que fue especialmente prevalente en la Iglesia Oriental del siglo séptimo. Esta herejía afirmaba que ya Cristo tenía sólo una naturaleza (monofisismo), por tanto, tenía sólo una voluntad (griego, monos, «solo», zelein, «desear»). El emperador Heraclio trató de reconciliar a los obispos monofisitas quienes sostenían que las naturalezas divina y humana de Cristo habían sido fusionadas para formar una tercera, ofreciendo en su eczesis el punto de vista de que Cristo obró a través de una energía humano-divina. Este compromiso fue aceptado al principio por las sedes en Constantinopla y Roma, pero Sofronio, que pronto se convertiría en obispo de Jerusalén, organizó la oposición ortodoxa contra el monotelismo. Juan de Damasco ofreció una excelente defensa de la persona de Cristo como una sola en dos naturalezas con dos voluntades. El Concilio de Calcedonia (451 d.C.) había declarado: «Cristo tiene dos naturalezas». Esto fue corregido por el Concilio de Constantinopla (d.C. 680), el que declaró que Cristo tenía dos voluntades, y que su voluntad humana estaba sujeta a la divina.
BIBLIOGRAFÍA
Juan Damasceno, Exposición de fe ortodoxa, libro III, capítulos. 3–24; A. Harnack, History of Dogma, Vol. IV, pp. 252–267; A.A. Luce, Monophysitism, pp. 52–87; H.P. Liddon, The Divinity of Our Lord, pp. 256–264.
William Nigel Kerr
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (408). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología