NABATEOS

descendientes de Nebaiot, hijo de Ismael, Gn 25, 13; pueblo cuya patria originaria se desconoce. Se establecieron en el territorio situado al sur del mar Muerto, frente al mar Rojo, controlando así­ rutas comerciales de Arabia meridional, Egipto y Siria, ruta del incienso. Al alcanzar su apogeo fundaron Arabia Pétrea y varios reyes se reconocieron como Aretas, 2 Co 11, 32. Su capital era Petra. En 63 a. C. el reino nabateo fue convertido en Estado vasallo romano y, más tarde, en provincia romana con el nombre de Arabia.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Los nabateos fueron un pueblo árabe que habitó en las áreas al oriente y sureste del mar Muerto. No están mencionados especí­ficamente en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo, aunque se han hecho intentos por identificarlos con Nebaiot, hijo de Ismael y cuñado de Edom (Gn. 25:13; 28:9). Algunos escritores los han asociado con los nabaiate de las inscripciones de Asurbanipal de Asiria ( ca. 650 a. de J.C. ; ed. J. B. Pritchard, Princeton, 1955, págs. 298, 299). Sin embargo, ya que el nombre Nebaiot se deletrea con la letra hebrea tav (th), mientras que el nombre nabateo se deletrea con la letra hebrea tet (t), la identificación de los dos grupos es incierta.
I. Historia. Hay alguna evidencia de que tal vez ya para la primera parte del siglo VI a. de J.C. , empezaron a ocupar el territorio de los edomitas a quienes desplazaron hacia el sur de Judá. Su hogar original pudo haber sido el noroeste de Arabia. Ciertamente, se han encontrado restos arqueológicos a unos 402 kms. al sureste de Petra en ElHeger, la moderna Medain Saleh. Teóricamente, ellos estuvieron dentro de los dominios de los persas durante los siglos V y IV, aunque esto pudo haber sido nominal. Ellos ocuparon un área estratégica al lado de las rutas comerciales que uní­an el Oriente con el mar Mediterráneo y pudieron atacar las caravanas desde sus fuertes. La evidencia arqueológica muestra que para el fin del siglo IV ellos habí­an ocupado las antiguas áreas de Moab y Edom y toda el área hasta el sur del mar Muerto. Ellos también infiltraron parte del Neguev donde construyeron fuertes amurallados en tales lugares como Abee, Kurnub y Sbeita.
Para la época de Alejandro Magno, a fines del siglo IV, eran independientes. *Petra ya estaba ocupada, a juzgar por la presencia de tiestos griegos que datan de este perí­odo. Un proceso de colonización puede ser determinado. El contacto con las comunidades establecidas al oeste durante los siglos III y II resultó en el desarrollo de muchos pueblos y villas. NOTAbles sistemas para la conservación del agua que incluí­an represas, cisternas y canales se desarrollaron con el resultado de que áreas anteriormente estériles sirvieron para intensificar los cultivos.
La primera fecha registrada en la historia nabatea es el 169 a. de J.C. (2 Mac. 5:8). Jasón, uno de los candidatos a la posición de sumo sacerdote en Judea, buscó refugio con Aretas I, rey de los nabateos en su capital en Petra. Este rey parece haber organizado estos antiguos nómadas con el fin de brindar protección a las caravanas que transitaban los desiertos entre Petra, Arabia del sur y el Golfo Pérsico. Desde Petra las mercaderí­as fueron llevadas a Gaza y embarcadas hacia el mundo romano hambriento de especias, sedas y artí­culos de lujo del Oriente. De fuentes judí­as y griegas se conocen varios reyes nabateos. Un segundo Aretas es mencionado por Josefo (Antig. XIII. 13.3) ca. 96 a. de J.C. Durante el primer siglo, los nabateos buscaron expandirse hacia el sur hasta el Neguev y hacia el norte hasta Damasco. Aretas III ( ca. 70 a. de J.C. ) y Aretas IV ( ca. 9 a. de J.C. – 40 d. de J.C. ) fueron lo suficientemente fuertes como para ocupar ambas áreas y controlar el mercado de oriente a occidente. Fue un oficial del rey Aretas IV quien intentó detener a Pablo en Damasco (2 Co. 11:32). Herodes Antipas estaba casado con la hija de un rey nabateo. Cuando se divorció de su esposa para casarse con Herodí­as, se inició una guerra (Josefo, Antig. XVIII. 5.), Malicus II (40–70 d. de J.C. ) y Rabbel II (70–106 d. de J.C. ) hicieron su capital en Bosrah, a 113 kms. al oriente de Galilea, pero a la muerte de Rabbel en el 106 d. de J.C. Trajano anexó el reino nabateo convirtiéndolo en una provincia romana.
Durante el siglo II d. de J.C. , Petra floreció. Hubo una iglesia cristiana allí­ en esos dí­as. Pero al iniciarse la apertura de *Palmira hacia el oriente de Damasco como un centro comercial y al desviar las rutas del comercio hacia el área del mar Rojo por los romanos, Petra decayó. Finalmente, los nabateos fueron absorbidos por los pueblos de su alrededor, aunque su escritura peculiar fue usada hasta el siglo IV a. de J.C.
II. Evidencia Arqueológica de la Civilización Nabatea. Exámenes de la superficie, sondeos y una cantidad limitada de excavaciones han dado un buen conocimiento de la cultura nabatea.
Se ha hecho referencia a su notable éxito en la conservación del agua. Los complejos sistemas de drenaje construidos a lo largo de las faldas de las colinas para dirigir el agua a las represas o a los cultivos aún pueden verse. Sus represas fueron bien construidas con bloques de piedra.
Hay evidencia de que ellos continuaron el trabajo en las minas de cobre y de hierro en el antiguo Edom. Tení­an puertos sobre el golfo de Akaba y sobre el mar Rojo.
Sus vasos de cerámica son bien conocidos. En particular, la loza pintada de rojo hecha de arcilla fina, es de la loza más delicada producida en el antiguo Cercano Oriente.
Los escultores nabateos desarrollaron gran destreza. Sus estatuas, sus relieves claramente cortados con diseños de plantas, sus tumbas cortadas en la sólida roca en Petra y en otras partes y la belleza de muchos de sus rasgos arquitectónicos, todo da testimonio de la destacada habilidad de los escultores nabateos.
Inscripciones en piedra, en una escritura especial nabatea, pero que vienen del perí­odo posterior de su reinado, están escritas en arameo, la lingua franca de Palestina de aquella época. Algunas inscripciones están escritas tanto en arameo como en griego. La escritura cursiva tal como se usó en los papiros y pergaminos es ahora conocida por medio de algunos documentos encontrados en el Qumrán.
Las monedas nabateas también llevan inscripciones arameas. Estas fueron modeladas en tipos griegos y romanos. Pero lo curioso es que ni una sola moneda de oro ha sido encontrada y las monedas de plata son raras.
En arquitectura, los nabateos fueron influidos por otros pueblos. Los primeros constructores nabateos, cuyo trabajo permanece en las muchas tumbas dentadas, muestran marcadas influencias egipcias y orientales. El perí­odo clásico de la arquitectura nabatea, desde el siglo l a. de J.C. hasta la ocupación romana del 106 d. de J.C. , muestra decoraciones helénicas. Estas decoraciones están representadas en una variedad de tumbas, casas privadas, altares y en el inmenso templo Ed Deir. Las influencias romanas y bizantinas pueden notarse en los edificios posteriores.
En religión, la deidad nabatea más conocida y más antigua era Dushara quien fue adorada en todo el imperio nabateo. Que otros dioses fueran posteriormente reconocidos es evidente tanto por las excavaciones llevadas a cabo en Khirbet et Tannur y en Petra como por los reconocimientos de la superficie de muchos templos, altares y lugares altos en toda el área nabatea. Entre estos dioses se encuentran Atargatis (Astarté), la diosa pez, Tyche Allat la diosa madre árabe, Gad el dios de la suerte, Zeus-Hadad y otros. Un proceso de sincretismo parece haber ocurrido a través de los siglos. Sin embargo, poco se conoce en detalle. Que se ofrecieron sacrificios resulta claro por los altares que se encontraron en los lugares altos, especialmente en el gran lugar alto de Petra.
BIBLIOGRAFIA: N. Glueck, The Other Side of Jordan, New Haven, 1940, págs. 158–200; AASOR , XIV, 1934; XV, 1935; XVIII–XIX, 1939; XXV–XXVIII, 1951. J. Starcky, †œThe Nabateans: A Historical Sketch†, BA , XVIII, 1955, págs. 84–106. G. L. Harding, The Antiquities of Jordan, London, 1959; PEQ LXXXVIII, 1958, págs. 12–15.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

Pueblo de origen semita que se estableció en el territorio de la Transjordania (S y E del Jordán). Eran nómadas y se les conocí­a como parte de los pueblos árabes. No se conserva ninguna historia escrita por ellos, pero se tienen noticias a través de algunas obras griegas y latinas de los siglos IV al I a.C. En tiempos de la dinastí­a asmonea, los n. fueron aliados de los judí­os para enfrentar a su común enemigo, los griegos. Más tarde, aprovechando las guerras entre Siria y Egipto, lograron establecerse como nación. El rey Aretas I fue el fundador de una dinastí­a que llegó a controlar las principales rutas para las caravanas que pasaban por los desiertos. Su capital fue Petra. Los n. y los judí­os se enfrentaron en guerra en los dí­as de Alejandro Janeo, y salieron vencedores. También vencieron a los sirios en una batalla en la cual murió su rey Antí­oco XII.

Los n. cayeron bajo la influencia de Roma, al igual que Judea. La mención que hace Pablo en 2Co 11:32-33 (†œEn Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas), se refiere a un oficial del rey Aretas IV, que gobernó en tiempos de †¢Herodes Antipas. En esa época los n. quisieron conseguir una alianza con los judí­os para resolver ciertas disputas territoriales, pero no fue posible. Una serie de encuentros bélicos y discusiones tuvieron lugar hasta que el asunto fue dilucidado en la misma Roma, adonde viajaron delegaciones de ambas partes en el año 9 d.C. Las relaciones mejoraron entre los n. y los judí­os por el matrimonio de una hija de Aretas IV con †¢Herodes Antipas, pero cuando éste se divorció de ella para casarse con †¢Herodí­as, la guerra estalló de nuevo. Se sabe que el pueblo n. tení­a una cultura bastante avanzada. Eran grandes comerciantes y artesanos. En los perí­odos de las cruzadas algunos de ellos fueron evangelizados, pero se fusionaron con el resto de las naciones árabes tras la conquista musulmana.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, TRIB HIST

ver, ARETAS, NEBAIOT, SELA

sit, a9, 571, 409

vet, Pueblo de origen árabe, y que hablaban y escribí­an también en arameo. Entre los siglos VI y IV a.C. se desplazaron hacia el norte, apoderándose de las plazas fuertes de Edom y de Moab. Al controlar las rutas de las caravanas del Oriente Medio, llegó a un notable grado de influencia y de civilización. Su apogeo se sitúa entre el año 200 a.C. y el 100 d.C. Llegó un momento en el que su poder se extendí­a al norte, hasta Damasco (2 Co. 11:32) y a la Coelosirua, al sur hasta Madã in Sãlih (al-Hijr), en el Hedjaz septentrional (1 Mac. 5:25; 9:35; Ant. 13:15, 2, y diversas inscripciones). Los nabateos establecieron su capital en Petra, a 90 Km. al sur del mar Muerto; en el AT esta ciudad era conocida bajo el nombre de Sela (Is. 16:1). Los nabateos tení­an artistas, arquitectos, ingenieros y ceramistas notables. En la misma roca de Petra, de manera muy particular, tallaron casas, templos y tumbas. Más que nadie en aquella época, desarrollaron la agricultura hasta en el mismo desierto. Fueron maestros en el arte de excavar cisternas y depósitos, y de traer, de lejanas fuentes, mediante acueductos, el agua necesaria para la irrigación. Petra, la ciudad rosa, permaneció desconocida en Occidente hasta el año 1812. Más adelante, en 1900, se descubrieron lugares altos establecidos al aire libre. Los nabateos adoraban al sol y a la luna. Con frecuencia, sus deidades evocaban un culto a la fertilidad; sus dioses principales eran Dusares (Dionisos, Baco) y la diosa Alat. Hacia el año 312 a.C., Antí­gono, uno de los sucesores de Alejandro Magno, dirigió dos expediciones contra los nabateos, que resistieron con éxito. El rey Aretas III (entre el año 85 y el 60 a.C.) entró por primera vez en estrecho contacto con los romanos. En el año 47 a.C., Julio César exigió a Malco I que le diera jinetes. El paí­s conoció la realidad de su poderí­o bajo Aretas IV (4 a.C. a 40 d.C.), cuyo etnarca intentó arrestar a Pablo en Damasco (2 Co. 11:32). En el año 105 de nuestra era, Trajano puso fin a la autonomí­a de los nabateos; al año siguiente, su territorio vino a ser una provincia romana bajo el nombre de Arabia Pétrea (la Arabia de Petra). Hay autores que sitúan el origen de esta nación en Nebaiot, hijo de Ismael (Gn. 25:13). (Véanse ARETAS, NEBAIOT, SELA.)

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[012]

Pueblo arameo establecido en la región arábiga. Se organizó en torno a la ciudad de Petra, que quedó como recuerdo con bellos monumentos. Se enriquecieron por el dominio de la ruta de las caravanas y formaron un pueblo del desierto. Muy helenizados después de Alejandro, fueron luego reino asociado de los romanos, quienes convirtieron el territorio en la provincia romana de la Arabia.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

A Nebaiot, hijo de Ismael y cuñado de Edom (Gn. 25.13; 28.9), posiblemente deba considerárselo como antepasado de los nabateos, que es posible que sean también los nabaiates de las inscripciones de Asurbanipal de Asiria (ca. 650 a.C., ANET, pp. 298–299). Una diferencia ortográfica entre. estos dos nombres (con tāw) y el nativo nbṭw (con ṭēth) impide la identificación total. Diodoro Sículo (ca. 50 a.C.) incorpora a los nabateos a la historia escrita en su relato del final del imperio persa y la carrera de Alejandro. Citando de fuentes anteriores, los describe como una tribu árabe nómade que ni edificaba casas ni cultivaba la tierra. Su territorio, la zona al S y al E del río Jordán, abarcaba las rutas comerciales de oriente al Mediterráneo, y su capital, Petra, 80 km al S del mar Muerto, constituía la base desde la que se podía atacar las caravanas. Antígono, que adquirió poder en Siria después de la muerte de Alejandro, mandó dos expediciones a Petra para someter a los nabateos y obtener el control del comercio (312 a.C.). Ambas expediciones fueron infructuosas. Está claro que en esta época Petra era por lo menos una plaza fuerte, y los tiestos gr. de ca. del 300 a.C. encontrados allí sugieren que había un asentamiento permanente.

Los contactos con las comunidades establecidas de Palestina durante los ss. II y III a.C. dieron por resultado la formación de las aldeas y ciudades nabateas y el intenso cultivo de zonas anteriormente desérticas e improductivas. Esta actividad fue posibilitada por líneas de puestos fronterizos bien organizados que los protegían de los saqueadores árabes, y por la habilidad de los ingenieros nabateos para construir sistemas de irrigación para conservar las escasas aguas de lluvia. Muchos de sus diques y depósitos siguen siendo utilizables. Petra está rodeada de elevados acantilados, perforados por angostos barrancos, que conforman defensas prácticamente inexpugnables.

Cuando surgió un gobernante nabateo (el rey más antiguo que se conoce es Aretas I, ca. 170 a.C., 2 Mac. 5.8) que pudo salvaguardar las caravanas, los mercaderes nabateos pudieron realizar viajes comerciales desde el S de Arabia y desde el golfo Pérsico hasta Petra, desde donde las mercancías eran trasladadas a la costa, particularmente a Gaza. El aumento de las demandas, por parte del mundo romano, de especias, sedas y otros artículos suntuarios procedentes de India y China, aumentaron enormemente los ingresos de una potencia que podía exigir peaje por todos los productos que pasaban por su territorio. La reorientación de las rutas comerciales a través del mar Rojo a Egipto después del fracaso de Augusto de conquistar Arabia (25 a.C.) fue un factor importante de la declinación de la prosperidad nabatea.

Los registros nabateos primitivos (monedas y dedicatorias en inscripciones) están escritos en arameo, en una escritura “cuadrada” curiosamente elaborada (* Escritura). Hay papiros del desierto de Judea y óstraca de Petra que exhiben un tipo cursivo de dicha escritura, de la que se derivan los caracteres arábigos. El uso del arameo indica una amplia asimilación a la cultura de los pueblos sedentarios vecinos. Esto lo demuestran esculturas nabateas que contienen rasgos que se encuentran en obras sirias, y que pueden verse en la ornamentación islámica primitiva. Puede verse también en la aceptación de las deidades sirias, Hadad y Atargatis (Astarté-Anat) en el panteón nabateo. Estas dos deidades quizá se hayan identificado con Dusara y su consorte Alat, las deidades nacionales. Muchos santuarios al aire libre (p. ej. el lugar alto en Petra), y templos (p. ej. Jirbet et-Tannur) se han descubierto en las cimas aisladas de los cerros. Los dioses que se adoraban estaban asociados principalmente con las condiciones climáticas y la Fertilidad. Los alfareros (* Cerámica) nabateos producían una cerámica característica no igualada en Palestina.

La historia nabatea, tal como ha sido reconstruida a base de referencias incidentales por autores judaicos y griegos, consiste principalmente en luchas para obtener el control del Neguev en el S y de Damasco en el N. Aretas III (ca. 70 a.C.) y Aretas IV (ca. 9 a.C.-40 d.C.) lograron conservar ambas regiones durante algunos años, obteniendo así el control completo del comercio E-O. Fue un oficial (gr. ethnarjēs) de Aretas IV el que intentó detener a Pablo en Damasco (2 Co. 11.32). Malico III y Rabbel II, los últimos reyes nabateos, trasladaron la capital de Petra a Bostra, 112 km al E de Galilea. Esta se convirtió en la capital de la provincia romana de Arabia después de las conquistas de Trajano en el 106 d.C. Petra disfrutó de gran prosperidad durante el ss. II d.C., cuando se construyeron muchos de los frentes de edificios en roca. El surgimiento de Palmira desvió el comercio que anteriormente iba a Petra desde el E, y dicha ciudad comenzó a decaer gradualmente. El pueblo nabateo, sometido a las incursiones árabes, fue absorbido por la población circundante, si bien su escritura se siguió usando hasta el ss. IV.

Bibliografía. S. Moscati, Las antiguas civilizaciones semíticas, 1960; J. Starcky, “Nabateo, Pueblo”, °EBDM, t(t). V, cols. 397–406; C. F. Pfeiffer, “Nabateos”, °DBA, pp. 474–476.

J. Starcky, “The Nabataeans: A Historical Sketch”, BA 18, 1955, pp. 84–106; G. L. Harding, The Antiquities of Jordan, 1959; N. Glueck, Deities and Dolphins, 1966; Y. Meshorer, Nabatacan Coins, 1975; S. Moscati, The Semites in Ancient History, 1959, pp. 117–119.

A.R.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico