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NACIMIENTO DE JESUS

NACIMIENTO DE JESUS

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En lenguaje popular castellano se denomina «nacimiento», al conjunto de figuras que se presentan en las familias, en las parroquias, en la sociedad el misterio de la «Natividad de Jesús en Belén». Como hecho se recuerda el misterio. Como arte se representó el hecho por ser fuente de una profunda y universal piedad popular.

Las primeras muestras artí­sticas del nacimiento de Jesús fuera de las referencias literarias de los Evangelio canónicos o de referencias en los apócrifos, aparecen alguna pintura de las catacumbas romanas de Priscila, que son probablemente del siglo II. Aparece también en una escena de la Virgen Marí­a con el Niño Jesús en sus brazos en escenas ya del siglo IV, donde se advierten adoradores (tal vez los Magos) de Jesús.

Otras muestras artí­sticas aparecieron a lo largo de los tiempos medievales, sobre todo en miniaturas decorativas de los códices litúrgicos monacales.

Con todo parece que la representación plástica del «Belén» como se suele reflejar debe situarse en el siglo XIII, Le es atribuido a San Francisco de Así­s, a quien, en la Navidad de 1223, se le ocurrió celebrar la Noche en una gruta de Greccio (Italia), o tal vez de Rieti según otros. Representó con unas figuras viva el nacimiento de Jesús para que la gente lo entendiera, mientras él predicaba.

Los personajes y animales fueron el pretexto para hablar de Jesús y de su venida y para que todos dieran gracias a Dios de manera festiva y sensible, gesto tan especí­fico y cautivador de la piedad franciscana. Su ejemplo fue contagioso entre sus «frailes menores» y ellos fueron los difusores de tal costumbre por Europa.

El tiempo se encargó de extender esa costumbre por familias, templos, plazas y cuantos lugares serví­an para celebrar una noche de fiesta religiosa, que al principio fue religiosa, luego fue fiesta con comida y plegarias y para muchos se hizo con el tiempo sólo diversión.

Algunos reyes, como Carlos III de España, cuando todaví­a estaba en Nápoles, tuvieron a gala coleccionar Belenes. El suyo fue el mejor «nacimiento del mundo» y todaví­a se halla, como patrimonio nacional, localizada en el Palacio Real de La Granja (Segovia). Recopila figuras de enorme valor histórico y artí­stico. Fueron encargadas en Nápoles el año 1760 para su hijo, el futuro Carlos IV. Al traerla a España, fomentó la tradición de «los nacimientos», costumbre que ya estaba en Italia. Desde España se difundió por el mundo americano. Contaba con 5.950 figuras, de las que quedan hoy la mitad, las cuales sirven para mostrar a los madrileños los gustos navideños de la época.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa