NEGUEV, EL

Al sur de la Sefela de Judea y del territorio montañoso hay un área de terreno árido que aparece en los mapas modernos en forma de un triángulo invertido. Su frontera del lado este llega hasta el wadi Arabah, una extensión del valle del Jordán, y al lado oeste hasta la pení­nsula sinaí­tica. El ápice del triángulo está en la cabecera del Golfo de Akaba en donde la ciudad israelí­ de Eilat está situada. Cerca, sobre el lado de la frontera jordana está la moderna Akaba y Tell el-Kheleifeh, el promontorio del antiguo *Ezión-geber. Allí­ Salomón tuvo fundiciones para el cobre que era minado un poco más al norte en el Araba y en el Neguev oriental. El lí­mite norte del Neguev no está claramente indicado. Sigue una lí­nea irregular que se extiende hacia el oriente de la llanura costera del norte de *Beerseba hasta la ribera occidental del mar Muerto.
Aunque los geólogos dicen que caí­an fuertes lluvias en el Neguev cuando Europa estaba pasando por la edad del hielo, el área es árida en el dí­a de hoy y es necesario bombear agua desde fuentes distantes para hacer la tierra productiva. Uno de los grandes desafí­os encarados por el estado de Israel es la irrigación del Neguev y el animar a los pioneros a que cultiven este difí­cil terreno.
La palabra Neguev (o Negev en hebreo) significa †œseco† y se utiliza generalmente en la Biblia para describir el terreno árido del sur de Judá en donde los patriarcas bí­blicos habí­an peregrinado. Abraham se radicó por un tiempo en el norte del Neguev en Beerseba (Gn. 13:1). Como seminómadas, los patriarcas se trasladaban de un lugar a otro con sus rebaños y manadas, buscando fuentes adecuadas de agua y pasto.
Para el tiempo del éxodo, el Neguev estaba habitado por los amalecitas seminómadas que fueron enemigos encarnizados de los israelitas. Cuando los espí­as israelitas reconocieron el Neguev, informaron que la gente allí­ era tan poderosa que Israel no podí­a esperar entrar a la tierra prometida a través de su territorio. Aunque algunos, notablemente Caleb y Josué, estaban decididos a confiar en Dios y entrar inmediatamente en Canaán, la mayorí­a prevaleció y, después de una generación en el desierto, los ejércitos de Josué cruzaron el Jordán cerca de Jericó invadiendo a Canaán desde el este. Los amalecitas que habí­an atemorizado a los espí­as (Nm. 13:29) continuaron siendo enemigos permanentes de Israel. En los dí­as de Saúl, el ejército israelí­ derrotó a los amalecitas y capturó a Agag, su rey. Samuel personalmente exterminó a Agag y reprendió a Saúl por tratar de salvarlo (1 S. 15).
Aunque asignado a las tribus de Simeón (Jos. 19:1-9) y Judá (Jos. 15:20-31), el Neguev fue un territorio marginal que no era fácilmente controlable. Durante el tiempo cuando David huyó de Saúl, fue un vasallo de los filisteos en Siclag al noroeste de Beerseba (1 S. 27:6). En ese entonces él †œhací­a incursiones contra los gesuritas, los gezitas y los amalecitas; porque éstos habitaban de largo tiempo la tierra, desde como quien va a Shur hasta la tierra de Egipto† (1 S. 27:8).
El camino de las tierras altas judí­as a Egipto, que pasa a través de Beerseba, es conocido como la ví­a a Shur. Cuando Agar, la sierva egipcia de Sara, huyó de su ama, tomó el camino a Shur (Gn. 16:7), pensando indudablemente que ella debí­a caminar hacia su tierra natal. Después de abandonar el Neguev, el viajero podrí­a continuar hacia el occidente hasta la frontera con Egipto o virar hacia el suroeste a la pení­nsula sinaí­tica. Otro camino importante en el Neguev iba en dirección sureste hacia Ezión-geber y luego hacia la pení­nsula arábiga.
Se establecieron comunidades y se construyeron caminos en estos lugares del Neguev en donde habí­a agua. Los aljibes eran las posesiones más apreciadas y los lugares como Beerseba, donde el agua era abundante, invariablemente llegaron a ser las colonias más importantes. Desde 1952, Nelson Glueck ha identificado cientos de sitios en el Neguev que estuvieron alguna vez ocupados. Algunos de éstos datan de los tiempos paleolí­ticos y muchos son de los milenios séptimo a quinto a. de J.C. , el perí­odo conocido como la edad neolí­tica. La mayorí­a de ellos se encuentran a lo largo del camino a Shur.
El libro de Josué menciona a 29 ciudades en el Neguev (Jos. 15:21–32). La mayorí­a de éstas no se conocen hoy. La mejor conocida es Beerseba la que a menudo indica la frontera sur de Israel (véase Jue. 20:1) y continúa sirviendo hasta el dí­a de hoy como la metrópoli y el mercado del norte del Neguev. El trabajo arqueológico continúa en Arad, al oriente de Beerseba. Al sureste de Beerseba está Khirbet Ar†™arch, una de las 3 ciudades bí­blicas que llevaban el nombre Aroer.
Los *nabateos, quienes establecieron un reino en la Transjordania del sur con su capital en Petra, se establecieron en el Neguev y conservando cuidadosamente la pequeña fuente de agua convirtieron la región en una zona de alta productividad. Los nabateos eran grandes mercaderes que viajaban por la ruta principal desde Akaba hasta Gaza, a través del Neguev, hasta llegar al Mediterráneo. Entre las ciudades que datan desde los tiempos nabateos se encuentran Mampsis (Mamshit), Avdat (Abde), Shivta (Subeita), Nessana (Uja-el-Hafir), Rehovot y Halutza.
Los nabateos tení­an a los romanos y a los bizantinos como sucesores, pero el área continuó prosperando. Cada ciudad tení­a sus pozos y cisternas, algunos de los cuales estaban adyacentes a las casas privadas. El agua de las cisternas, de la lluvia y los aluviones torrenciales era recogida cuidadosamente en sistemas bien planeados de diques y estanques. El padre de la iglesia, Jerónimo, quien estudió en Palestina durante el siglo V d. de J.C. , habla de los †œviñedos de Halutza† como particularmente fructí­feros.
Las excavaciones en Mamshit han dado a luz cisternas de agua y los restos de la muralla de la ciudad y de algunos templos. Avdat, en el centro del Neguev fue colonizada por los nabateos durante el siglo III a. de J.C. Al principio fue solamente un paradero del camino; pero para el siglo I a. de J.C. , un templo nabateo ocupaba un sitio al extremo norte del monte. Una casa de alfarero, descubierta en las cercaní­as, arrojó evidencia de las altas normas de calidad de los artesanos nabateos. Una capa de cenizas sirve de evidencia de que los romanos destruyeron la ciudad nabatea y Avdat estuvo desocupada durante un siglo y medio. Cuando los romanos reconstruyeron la ciudad, edificaron templos a Zeus y a Afrodita, obras hidráulicas y una casa de baños. Durante el perí­odo bizantino, la ciudad alcanzó el cenit de su desarrollo. Entre sus edificios se encontraron dos templos, un monasterio, una ciudadela y un mercado. En la vecindad habí­a granjas, y sus cientos de cuevas se emplearon para procesar y guardar los productos agrí­colas.
Shivta ha dejado restos de una ciudad completa, con calles, estanques y tres bellos templos. En Nessana los arqueólogos han estudiado los restos de un fuerte, una muralla de la ciudad y 2 templos. El sitio también ha dado documentos legales, administrativos y religiosos escritos en papiros de la época de los griegos, romanos y arábigos.
Durante el perí­odo arábigo las ciudades del Neguev fueron perdiendo gradualmente su importancia. No hubo una polí­tica de destrucción, pero los árabes no tení­an necesidad de los difí­ciles caminos a través del Neguev y los centros de su cultura se enfocaron en Bagdad, Damasco y El Cairo. En tiempos recientes la necesidad ha forzado a Israel a buscar más tierra cultivable y una ruta marí­tima al Africa y el Oriente, y se ha hecho un intento nuevo de reconstruir el Neguev y hacer florecer el desierto.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico