NERON

quinto emperador romano, nació en Antium, hijo del cónsul Cneo Domicio Ahenobarbo y Agripina, no mencionado por su nombre en la Biblia, en la época de la vocación de Pablo, Hch 25, 10-12 y 21; 26, 32; 27, 24; 28, 19. Agripina se casó luego con su tí­o Claudio I, quien adoptó a Lucio Domicio Ahenobarbo, poniéndole por nombre N. En el año 54 Agripina asesinó a Claudio y su hijo N. fue proclamado emperador, que gobernó desde los 17 años, bajo la tutela de su madre, el filósofo Séneca y el pretor Burrus. Pero, en 59, hizo asesinar a su madre. Y a la retirada de la vida polí­tica de Séneca, y su matrimonio en 63 con Popea Sabina, su amante, inició su tiraní­a, llevando una vida de desenfreno y locura. Entre 63-67 tuvieron lugar, asimismo, la decapitación del apóstol Pablo y la crucifixión de Pedro en Roma. En julio del año 64 destruyó Roma casi totalmente con un incendio, con el que N. acusó de incendiarios a los cristianos, comenzando así­ la primera gran persecución. En 65 fracasó la llamada conjuración pisónica contra su persona, dando paso a una serie de ejecuciones; Séneca fue obligado a suicidarse. Popea Sabina murió a consecuencia de una patada que N. le habí­a dado cuando estaba encinta de su segundo hijo. El año 68, ante lo desesperado de su situación, N. acabó suicidándose. Netaní­as, el Señor ha dado. Nombre de varón. 1. Padre de Ismael, asesino de Godolí­as, el gobernador babilónico, 2 R 25, 23 y 25; Jr 40, 8. 2. Hijo de Asaf, 1 Cro 25, 2; director de la quinta clase de cantores de la casa de Dios, 1 Cro 25, 12. 3. Levita en tiempos de Josafat, rey de Judá, 2 Cro 17, 8. 4. Padre de Yehudí­, funcionario de la Corte del rey Yoyaquim de Judá en tiempos del profeta Jeremí­as, e hijo de Selemí­as, Jr 36, 14.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

El quinto emperador romano, nacido en el año 37 a. de J.C., comenzó a reinar en el año 54, murió el 9 de junio del 68. El padre de Nerón fue Enaeus Domitus Ahenobarbus un hombre dado a la perversidad y al vicio. Su madre fue Agripina, quien se preocupó poco por el aspecto moral de su hijo con tal de verlo progresar en las cosas temporales.

Los primeros diez años del reinado de Nerón fueron pací­ficos. Nerón mismo podí­a ufanarse de que ni una sola persona habí­a sido ejecutada injustamente en todo su extenso imperio. Durante estos †œaños de cordura† de la administración de Nerón, el apóstol Pablo, tal como él lo solicitara en su apelación (Act 25:10-11), fue llevado ante Nerón en su calidad de César reinante (c. 63 d. de J.C.). Podemos inferir que Pablo fue liberado de todos sus cargos, pudiendo continuar su tarea de evangelización.

El casamiento de Nerón con Popea comenzó un segundo perí­odo en su reinado. Mató a su madre, a sus principales consejeros, Séneca y Burrus, y a muchos nobles para apropiarse de sus fortunas.

En el año 64 d. de J.C., una gran parte de Roma fue destruida por el fuego. Si es que Nerón ordenó, o no, el incendio de la ciudad es un asunto muy controversial. Los creyentes proporcionaron el †œchivo expiatorio† ideal. Aun el historiador romano Tácito registró la severidad de los sufrimientos a que fueron sometidos.

La vida privada de Nerón fue escandalosa; se entregó a los placeres más perversos. Las conspiraciones y las intrigas hostigaron sus últimos años. Le aconsejaron que se quitara la vida, pero no tení­a el valor para hacerlo. Al enterarse de que el Senado habí­a decretado su muerte, el último acto de crueldad de Nerón fue el dar muerte a muchos senadores. Finalmente, se hizo matar en el verano del 68 d. de J.C. Fue el último de la lí­nea de Julio César.

Tanto Pablo como Pedro padecieron el martirio bajo Nerón.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Véase ROMA.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

Quinto emperador romano: (54 a 67 d.C.). Mató a muchí­simos cristianos después de incendiar a Roma y atribuir el incendio a los cristianos, en el año 64. Llamado “César” en Hec 25:11 y Fi12Cr 4:22.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Emperador romano (54-68 d.C.). Fue el último de los césares descendientes de Augusto. Al principio de su gobierno, guiado sabiamente por el famoso Séneca, Roma experimentó unos años de buena administración en lo interior, expandiéndose el imperio hacia Bretaña y Armenia. Pero después N. se corrompió. Mató a su madre, se divorció de su esposa Octavia para casarse con su amante Popea y cayó en grandes extravagancias que le hicieron perder el favor del pueblo. Se creí­a un gran artista y llegó aun a participar en los juegos como cantante o dirigiendo personalmente un †¢carro en competencias. El incendio de Roma se le atribuye, supuestamente porque querí­a reconstruirla a su gusto. Ante el efecto negativo que produjo el hecho en el pueblo, culpó a los cristianos, comenzando una gran persecución, en la cual murieron los apóstoles †¢Pedro y †¢Pablo.

Durante el gobierno de N. las relaciones con Judea se deterioraron. Los procuradores †¢Festo (60-62 d.C.), †¢Félix (52-60 d.C.), Albino (62-64 d.C.) y Gesio Floro (64-66 d.C.) tuvieron constantes fricciones con la población judí­a. En dí­as de Floro se levantó una disputa entre los judí­os y los sirios de †¢Cesarea, y se llevó el asunto a juicio del emperador, quien decidió a favor de los sirios, y los judí­os perdieron ciertos privilegios. Esto encendió la chispa de una insurrección en el año 66 d.C. Desde Roma fue enviado Vespasiano para acabar con la rebelión que terminarí­a con la conquista y destrucción de Jerusalén, después de muerto N.
realidad N. no fue conocido como enemigo de los judí­os, como puede verse por el hecho de que Pablo apelara su causa ante él (Hch 25:11). Popea, la mujer de N., era amiga de los judí­os y protegió a †¢Josefo. Pablo tuvo que esperar dos años para que se conociera su proceso en Roma, y fue al fin absuelto. Pero no se sabe si el emperador lo juzgó personalmente.
persecución que N. comenzó con la excusa del incendio de Roma duró unos cuatro años, hasta la muerte de éste. Fue tanta su mala fama, especialmente entre los cristianos, que por muchos años existió el rumor de que resucitarí­a. En efecto, el †œnúmero de la bestia … seiscientos sesenta y seis†, que aparece en Apo 13:18, muchas personas lo interpretaban como una alusión a N. Como en griego y en hebreo las letras del alfabeto representan también un número, se llegó a entender que ese número querí­a decir †œNerón César† en griego.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG REYE HOMB HONT

vet, Quinto emperador de Roma (Hch. 25:12; 26:32; Fil. 4:22). Hijo adoptivo de Claudio, accedió al trono haciendo envenenar a su medio hermano Británico. Nerón fue un hombre que en el inicio de su reinado se presentó de una manera moderada y prudente, pero que después reveló un carácter sanguinario y cruel. En el año décimo de su reinado, el 64 d.C., estalló el gran incendio de Roma, que destruyó casi completamente tres de los catorce distritos de la ciudad; se acusó al emperador de que él habí­a sido quien habí­a dado la orden de provocar el incendio. Para disculparse, Nerón acusó a los cristianos, condenando a gran número de ellos a suplicios atroces. La tradición señala que Pablo y Pedro estuvieron entre los mártires. Nerón es el “león” de 2 Ti. 4:17. Abandonado por sus tropas y sabiéndose perdido, se quiso suicidar, pero, no consiguiéndolo, pidió a uno de sus defensores que lo rematara. Nerón murió en el año 68 d.C., en el año catorce de su reinado, y a los treinta y dos años de edad.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[918](37-68)

Emperador de Roma entre el 54 y el 68 a quien la Historia relacionará insistentemente con la primera persecución contra los cristianos. Su nombre fue Nerón Claudio Druso Germánico. Nació el 15 de Diciembre del año 37, en Antium (Anzio). Era hijo del cónsul Cneo Domicio Ahenobarbo y de Agripina la Menor, bisnieta de Augusto.

Al casarse el 49 Agripina con su tí­o, el emperador Claudio, éste adoptó a su hijo, lo que le abrió el camino al trono. El 53, Nerón se casó con la hija de Claudio, Octavia y fue nombrado sucesor, desplazando a su propio hijo, Británico, y sólo por la influencia de Octavia.

Al ser asesinado el 54 Claudio, la Guardia Pretoriana bajo el mando de Afranio Burro, que actuaba por órdenes de Agripina, declaró emperador a Nerón. Tení­a 17 años.

Los primeros años, por influencia de Burro y de su preceptor Séneca, reinó con justicia, aunque mantuvo prisionero a su rival Británico, al que terminó asesinando en el 55. Luego se volvió cada vea más cruel. El 59 mandó asesinar a su propia madre enemistada con su amante, Popea Sabina. También mandó asesinar a su esposa legal Octavia, de la que se habí­a separado. Así­ quedó libre para casarse con Popea. Es probable que también Nerón ordenó envenenar a Burro y luego mandó a Séneca que se suicidara en su casa. Parece que es cierto también que incendió los barrios viejos de Roma en Julio del 64, con la intención de hacer una ciudad nueva que fuera más bella y se hiciera más famosa que Atenas. Ante la violenta reacción popular ante el incendio y los rumores que le culpaban, desvió la atención y el odio popular hacia los cristianos, condenando a muerte en los tormentos a todos los que fueran reconocidos como tales.

Reconstruyó la ciudad con magnificencia, para lo cual dedicó todos los tributos que pudo recaudar de manera forzada por toda Italia.

Los últimos años aumentaron sus desajustes mentales. Se consideraba artista y visionario religioso; actuaba como actor en dramas públicos y hasta hizo una “gira artí­stica” por Grecia representando dramas clásicos en los que intervení­a. Nadie se atreví­a a crí­ticar sus excentricidades, sino que sus cortesanos huí­an después de haber halagado al desequilibrado tirano.

Ante sus extorsiones, el desasosiego cundió en zonas del Imperio. Hubo levantamientos en Britania el 60 y 61. En Roma, el 65, Cayo Calpurnio Pisón preparó una conspiración para asesinarle. Descubierta, mandó ejecutar a muchos sospechosos. Para entonces su esposa Popea habí­a muerto, probablemente por alguna acción violenta del mismo Nerón. Se casó entonces con Mesalina el 66 y para quedar libre para ello mandó matar a su marido.

En el 66 hubo una rebelión en Palestina, comenzando por Galilea. Envió al General Vespasiano a sofocarla y toda Judea quedó arrasada hasta la toma de Jerusalén, con la destrucción del templo y la muerte de gran parte de los judí­os de Palestina.

Las legiones de la Galia e Hispania, junto con la Guardia Pretoriana, se rebelaron el 68. Nerón huyó de Roma. Al ser declarado culpable por el Senado, Nerón se suicidó el 9 de Junio del 68 antes de ser aprisionado y ejecutado.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Véase CESAR.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Hijo de una distinguida familia de la antigua aristocracia romana, los Domicios, y, por parte de su madre, tataranieto de Augusto. Fue adoptado por Claudio como su heredero, y oportunamente lo remplazó en la sucesión cesárea en el 54 d.C. Sus atrocidades y su debilidad finalmente destruyeron el crédito con que contaba su casa, cuyo prolongado ascendiente finalmente anuló con su suicidio ante la inminencia de las revueltas del 68 d.C. Joven de gusto exquisito, fascinó y escandalizó a sus contemporáneos con sus actividades artísticas. Por los griegos, en particular, se hizo querer; no se cansaban de adularlo por su afán de obtener premios en los festivales literarios; y él correspondió aboliendo el control romano sobre los estados de Acaya. Después de su muerte prematura su leyenda prosperó en oriente, y se esperaba fervientemente que se reencarnara, incluso llegaron a anunciarla. Por otra parte, dentro de su círculo doméstico, y entre sus pares de la aristocracia, su comportamiento fue monstruosamente siniestro. La creencia de que su madre había asesinado a Claudio, después de casarse con él para asegurar la sucesión de su hijo, apenas mitigó el horror cuando Nerón mismo la hizo matar. Si bien permaneció bajo la influencia de los senadores Burro y Séneca, finalmente se libró de sus restricciones también, y fue arrastrado por sus sanguinarias sospechas a su inevitable fin.

Nerón está vinculado indirectamente con el NT en tres sentidos.

1. A la justicia superior de Nerón apeló Pablo contra las vacilaciones de su delegado, Festo (Hch. 25.10–11), y al Nerón cuya autoridad dada por Dios había apoyado conscientemente al escribir a los romanos (Ro. 13.1–7). Hay una horrible y trágica ironía en esto: “no en vano lleva la espada ’ (v. 4). No sabemos qué fue el resultado de la apelación de Pablo, pero por su lealtad los cristianos de Roma fueron sometidos a uno de los pogromos más bárbaros de la historia.

2. En 64 d.C. buena parte de Roma fue destruida por el fuego. Para desvirtuar la sospecha de que había sido obra suya para divertirse, Nerón acusó a un grupo del cual el público estaba dispuesto a creer lo peor. Luego de forzar una condena por el delito de incendio premeditado contra ciertos cristianos, llevó a cabo arrestos en masa, y entre otras torturas quemó vivas a sus víctimas en público (Tácito, An. 15.44). La cuestión importante en relación con esto fue que los cristianos fueron claramente distinguidos de los judíos (la mujer de Nerón, Popea, era projudía), y que resultaba plausible acusarlos de tales crímenes. Si bien Tácito deja en claro que las acusaciones eran falsas, y que incluso dieron por resultado algunas muestras de simpatía para con los cristianos, también revela que el público tenía serias sospechas acerca de la moral de los cristianos. Suetonio (Nerón 16.2), sin mencionar el incendio, enumera el ataque contra los cristianos con una serie de otras reformas que se le acreditan a Nerón. Lo que fue desastroso para los cristianos fue que la acción de Nerón dejó un precedente legal para traducir ese odio popular en acción oficial. La primera Epístola de Pedro refleja esa clase de situación. Los cristianos se encuentran en la angustiosa posición de comprometerse a honrar a las autoridades, sabiendo al mismo tiempo que cualquier desliz moral puede conducir a un procedimiento legal en su contra, y que incluso pueden ser juzgados por el solo hecho de ser miembros de la sociedad cristiana.

3. En los últimos años del régimen de Nerón sus comandantes en Palestina se vieron arrastrados a una guerra que terminó con la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C., hecho que finalmente libró a las iglesias cristianas de su orientación sionista. Nerón no representó ningún papel en las campañas, y aparentemente desconocía las cuestiones que estaban de por medio: el año crítico del 67 d.C. lo encontró dedicado a sus triunfos literarios en los escenarios de Grecia.

Bibliografía. Gancho, “Nerón”, °EBDM, t(t). V, cols. 506–507; W. Durant, César y Cristo, 1955, t(t). I, pp. 440–455.

J. H. Bishop, Nero: the Man and the Legend, 1964; B. H. Warmington, Nero: Reality and Legend, 1969; M. Grant, Nero, 1970.

E.A.J.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Nerón, el ultimo emperador romano (reinó 54-68) de la línea Julio-Claudia, era hijo de Domicio Ahenobarbo y Julia Agripina, sobrino del emperador Claudio. Después de la violenta muerte de su primera esposa, Valeria Mesalina, el emperador Claudio se casó con Julia, adoptó a su hijo Nerón y lo dio en matrimonio a su propia hija, Octavia. La madre de Nerón era capaz de cometer cualquier crimen con tal de ponerlo en el trono, y para prepararlo para este puesto nombró a L. Aneo Séneca como su tutor, y nombró al liberto Afranio Burro, un soldado rudo pero experimentado, como comandante de la guardia pretoriana. Estos hombres eran los consejeros y principales partidarios de Nerón en sus aspiraciones a emperador, tras la muerte súbita de Claudio.

Nerón nació en Antium el 15 de diciembre de 37 d.C., y tenía diecisiete años cuando se convirtió en emperador. Se consideraba a sí mismo un gran cantante y poeta. Todas las mejores disposiciones de su naturaleza habían sido sofocadas por su sensualidad y perversión moral. Agripina esperaba ser socia de su hijo en el gobierno, pero debido a su carácter autocrático, esto duró sólo un corto tiempo. Los primeros años del reinado de Nerón, bajo la dirección de Burro y Séneca, los verdaderos portadores del poder, fueron propicios en todo sentido. Una serie de regulaciones o bien derogaban o disminuían las dificultades de los impuestos directos, las arbitrariedades de la legislación y administración provincial, de modo que Roma y el imperio estaban encantados, y los primeros cinco años del gobierno de Nerón fueron estimados como los más felices de todos los tiempos, considerados por Trajano como los mejores de la era imperial.

Bajo Claudio, los armenios y los partos se habían revelado, y el procónsul había sido incapaz de defender el prestigio de las armas romanas. Séneca le aconsejó a Nerón afirmar sus derechos sobre Armenia y Domicio Córbulo fue llamado de Alemania y Bretaña para ir con tropas frescas a Capadocia y Galacia, donde el tomó por asalto las dos capitales armenias, Artaxata y Tigranocerta en 59 d.C. y puso sus cuarteles en la ciudad de Nisibis. El rey Tividates fue destronado, y Tigranes, el favorito de Nerón, fue hecho vasallo en su lugar. Pero la posición de Tigranes era insegura, y Vologeses, rey de los partos, que se había retirado previamente de Armenia y dado rehenes a los romanos, reavivó la guerra, derrotó al nuevo procónsul Pato, y lo obligó a recapitular. De nuevo Córbulo tomó el poder y reconoció a Tividates como rey con la condición que entregara su corona ante la imagen de Nerón, y reconociera su señorío sobre Armenia como concedida por Nerón; esto halagó tanto al emperador que, ascendiendo la tribuna en el foro romano, el mismo colocó la corona sobre la cabeza de Tividates.

Al mismo tiempo una peligrosa guerra estalló en Bretaña. Allí se habían construido sólidos campamentos y fortalezas durante los primeros años del reinado de Nerón, y el procónsul, Suetonio Paulino, había emprendido allí, como lo había hecho Córbulo en el pasado, el extender las fronteras de las conquistas romanas. Con la población nativa quejándose de impuestos excesivos, el reclutamiento, la avaricia de los oficiales romanos, vino de súbito la convocatoria de la heroica reina de los Iceni, Boudica, ordenando a sus tribus liberarse de la tiranía romana (61 d.C.). El procurador, Deciano Cato, había llevado a esta noble mujer a la desesperación por su odiosa y cruel codicia; y cuando esta opresión y la vergüenza de su propia violación y la de su hija llegó al conocimiento de su gente y de las tribus vecinas, se llenaron de ira y deseos de venganza. Los campamentos romanos fueron destruidos, las tropas sorprendidas y asesinadas, y más de 70,000 colonizadores pagaron la pena de su opresión con la pérdida del hogar y la vida. Londres fue quemado hasta los cimientos, y el procónsul, Suetonio Paulino, regresó lentamente en ayuda de los restantes colonizadores desde su incursión sobre la isla de Mona. A su llegada se realizó la batalla de Deva (Dee), en la cual Bretaña sucumbió a la disciplina romana, y fue de nuevo subyugada con la ayuda de tropas frescas provenientes de Alemania.

Después de la muerte de Claudio, Agripina mandó a envenenar a su viejo enemigo Narciso, el protector de Británico, y Junio Silano, debido a su parentesco juliano. Palas, el poderoso ministro de finanzas, y su más valiente seguidor, fue privado de su oficio, y su influencia personal en el gobierno fue constantemente disminuida. Para recuperar su poder, se acercó a la descuidada Octavia, y trató de hacer del impotente Británico un rival de su hijo; esto hizo que Nerón ordenase el asesinato de Británico, quien fue envenenado en un banquete en medio de su propia familia y amigos, Burro y Séneca ambos consintieron al crimen. Cuando Nerón había seducido a Popea Sabina, la esposa de su amigo Salvio Otón, ella resintió su papel de concubina y aspiró al de emperatriz. Esto trajo una crisis entre hijo y madre, pues con todos sus vicios Agripina nunca había carecido de una cierta dignidad exterior, y había expresado en su conducta los sentimientos del poder imperial. Ahora cuando a través del odio de Popea se comprometió a proteger los intereses de Octavia, a quien Nerón ciertamente debía su trono, el hijo determinó deshacerse de su madre. La invitó a una fiesta de placer en Baia, y el barco que la llevaría mar afuera estaba construido de tal forma para hundirse a propósito. Habiéndose frustrado este intento, él ordenó a sus ciudadanos que la apalearan hasta morir en su casa de campo (59 d.C). El informe se extendió en el extranjero de que Agripina había querido matar a su hijo, y Séneca deshonró su pluma a tal punto de escribirle al senado una breve condenando a la madre. Sólo un hombre de todo el senado tuvo el valor de dejar su asiento cuando esta carta era leída, Trasea Peto el filósofo. Burro murió en 62 d.C. y Séneca ya no fue capaz de hacerle resistencia a la influencia de Popea y de Sofonio Tigelino, prefecto de la guardia pretoriana. Se retiró a la vida privada, y se urdieron y cometieron nuevos crímenes.

Sulla y Plauto, sobrinos nietos de Augusto, estando en el exilio, fueron decapitados por orden de Nerón, y al ser anulado su matrimonio con Octavia, la desterró a Campaña. El populacho resintió profundamente el maltrato a Octavia, y los motines que ocurrieron en consecuencia sólo sirvieron para aumentar el miedo y el odio de Popea. Octavia fue enviada a la isla de Pandataria y allí fue decapitada. Popea ahora asumió el título de Augusta, se imprimió su imagen en la moneda del Estado Romano, y sus oponentes fueron asesinados mediante puñal o veneno. Nerón con sus compañeros se amotinaron por las noches a través de la ciudad, atacando a los hombres, asaltando a las mujeres, y llenó las posiciones vacantes en la corte imperial con la escoria de la ciudad. En la administración cívica se desató la extravagancia, en la corte se desenfrenó el lujo. Los déficits financieros crecían sobre la noche, las fortunas de los que habían sido condenados por la ley, de los libertos, de todos los pretendientes por nacimiento, llenaban el agotado fisco, y la moneda fue deliberadamente degradada. Todos los esfuerzos por poner fin a estos desastres fueron vanos, y la miseria general había llegado a su cima, cuando en 64 d.C ocurrió la terrible conflagración que quemó completamente tres, y parcialmente siete, de los catorce distritos en que se dividía Roma. Los autores más antiguos, Tácito y Suetonio, dicen claramente, y el testimonio de los escritores paganos y cristianos posteriores concurren con ellos, de que Nerón mismo dio la orden de prender fuego a la capital, y que el pueblo en general creyó esta versión. Nerón estaba en Antio cuando oyó que Roma estaba en llamas, se apresuró hacia allá, y se dice que subió a la torre de Mecenas, y mirando hacia el mar de llamas en que ardía Roma, cantó con su lira la canción de la ruina de Ilio.

En lugar de la vieja ciudad con sus estrechas y torcidas calles, Nerón planeó una nueva ciudad residencial, que se llamaría Neronia. Por seis días el fuego asoló las vecindades construidas tan cercanamente, y muchos miles perecieron en las llamas, innumerables obras de arte se perdieron en las ruinas. Informantes, sobornados para este propósito, declararon que los cristianos le habían prendido fuego a Roma. Su doctrina de la insignificancia de los bienes terrenales en comparación con las delicias del alma inmortal en el cielo era un reproche permanente al disoluto emperador. Comenzó una feroz persecución a través del imperio, y a través del robo y la confiscación, los cristianos fueron obligados en gran parte a pagar la construcción de la nueva Roma. En esta persecución fueron martirizados San Pedro y San Pablo en Roma en el año 67 d.C.

Los arquitectos imperiales planearon amplias calles y plazas, se levantaron casas de piedra donde antes estaban las de cal y madera; el Domus aurea, rodeado de maravillosos jardines y parques, mayores en extensión que las anteriores vecindades sorprendían a la gente por su esplendor y belleza. Para poder conseguir los cuantiosos fondos para esas vastas empresas, los templos fueron despojados de sus obras de arte, de sus ofrendas votivas en oro y plata, y justa o injustamente se confiscó las fortunas de las grandes familias. El descontento general así surgido resultó en la conspiración de Calpurnio Piso. El complot fue descubierto, y los conspiradores y sus familias y amigos fueron condenados a muerte. Entre los más notorios de ellos estaban Séneca, Lucano, Petronio y el estoico Trasea Peto, de quien Tácito dijo que era la virtud encarnada, y uno de los pocos cuya fortaleza y justicia nunca había sido ocultada en presencia del asesino César. Popea también, quién había sido brutalmente pateada por su esposo, murió poco después, junto con su hijo por nacer. Finalmente el emperador emprendió una gira de placer a través de la Baja Italia y Grecia; como actor, cantante y arpista se ganó el desprecio del mundo; amontonó sobre sus carrozas triunfales las coronas de victoria de los grandes juegos griegos, y así deshonró la dignidad de Roma a tal punto que Tácito por respeto a los poderosos ancestros del César ni siquiera menciona su nombre una sola vez.

Insurrecciones en las provincias y en Roma misma ahora presagiaban el inminente derrocamiento de la tiranía neroniana. Julio Vindex, procónsul de Galia Lugdunense, con el intento de dar a Galia un gobierno válido e independiente, levantó la bandera de la revuelta, y buscó una alianza con los procónsules de España y las provincias del Rin. Sulpicio Galba, Procónsul de Hispania Tarraconense, quien estaba listo para el cambio, concordó con los planes presentados a él, declaró que su fidelidad a Nerón había terminado y fue proclamado emperador por su propio ejército. A Verginio Rufo, procónsul de la Alta Alemania, sus tropas le ofrecieron el principado, y los guió contra el usurpador Vindex. Vindex fue derrotado en una batalla en Vesontio (Besançon) y se suicidó. En Roma los pretorianos—deslumbrados por las hazañas de Galba—desertaron de Nerón, el Senado lo declaró enemigo público, y lo sentenció a la muerte de un asesino común. Abandonado y fuera de la ley, se suicidó en la casa de uno de sus libertos, en junio de 68 d.C. Enseguida y por doquier Sulpicio Galba fue aceptado como emperador. La súbita desaparición de Nerón, cuyos enemigos habían extendido la noticia de que había huido a Oriente, dio pie a la leyenda posterior de que él estaba vivo aún y que regresaría para sentarse de nuevo en el trono imperial.

Bibliografía: SCHILLER, Gesch. der rom. Kaiser, I (Gotha, 1883); STIGLMAYER, Tacitus uber den Brand von Rom in Stimmen aus Maria Laach, LXXVIII (Freiburg, 1910), 2; VON DOMASZEWISICI, Gesch. der rom. Kaiser, II (Leipzig, 1909).
Hoeber, Karl. “Nero.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911.
http://www.newadvent.org/cathen/10752c.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina

Fuente: Enciclopedia Católica