NOVACIANISMO

Movimiento religioso de la antigüedad. Seguidores de Novaciano, presbí­tero de la Iglesia de Roma en el siglo III, quien declaró ilegí­tima la elección de Cornelio como obispo de Roma y se hizo consagrar por tres obispos. Rechazaba el poder de la iglesia para perdonar la apostasí­a de los llamados «lapsi». Los novacianos se llamaron a sí­ mismos cátaros o puros. Su rigorismo doctrinal fue condenado por un concilio en Roma (251).
Los novacianos eran trinitarios y serí­a difí­cil condenarlos como herejes en el sentido tradicional dado a esa palabra entre cristianos tradicionales. Los católicos les consideran más bien como cismáticos y a su lí­der como «antipapa». El Concilio de Nicea (325) los invitó a regresar a la iglesia bajo ciertas condiciones, pero ninguna de tipo doctrinal.
Esta iglesia se mantuvo activa en varias regiones, particularmente en el Asia Menor, Grecia y Egipto hasta el siglo VII.

Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas

DicEc
 
Novaciano fue un presbí­tero romano que se negó a mantener la comunión con quienes habí­an renegado de la fe durante la persecución de Decio (249-250) y fundó una secta rigorista. Por lo demás ortodoxo y autor de una importante obra sobre la Trinidad, Novaciano murió mártir bajo Valeriano (257-258). Los lemas novacianistas, como «la Iglesia es el pueblo que no ha renegado del nombre de Cristo y mantiene el evangelio en su totalidad», muestra que llevaban una existencia separada en nombre de la santidad de la Iglesia. El canon 8 del concilio de Nicea establece las condiciones para la aceptación de los >cátaros o novacianos. El exclusivismo de la secta fue causa de su extinción entre los siglos V y VI, a excepción de unas cuantas comunidades aisladas.

Christopher O´Donell – Salvador Pié-Ninot, Diccionario de Eclesiologí­a, San Pablo, Madrid 1987

Fuente: Diccionario de Eclesiología

Este movimiento debe su nombre a Novaciano, presbí­tero de Roma de mitad del siglo III y autor de un excelente tratado sobre la Trinidad, primera obra en latí­n de un autor romano. Con el martirio del papa Fabián (250), la Iglesia de Roma fue regida temporalmente por el colegio de presbí­teros. En esta circunstancia es donde destacó más aún Novaciano, escribiendo cartas a todo el mundo en nombre de sus colegas: entre otras, se conservan dos a Cipriano de Cartago. Es posible que Novaciano, debido a la posición que habí­a asumido, aspirase a suceder a Fabián, pero la gran mayorí­a prefirió a Cornelio. Sostenido por un grupo de presbí­teros y confesores descontentos de la elección, Novaciano se hizo ordenar obispo con la consecuencia de que un sí­nodo romano celebrado aquel mismo año (251) lo expulsó de la Iglesia. Logró, no obstante. fundar una Iglesia propia, con sus comunidades y obispos, que encontramos hasta el Siglo Vl. Parece ser que fue martirizado bajo Valeriano.

Novaciano debe el éxito de su Iglesia, no en último lugar, a su rigorismo en la cuestión de la penitencia. Los novacianos querí­an construir una Iglesia de «puros», de «santos» solamente. Los católicos que deseaban formar parte de esa Iglesia eran rebautizados. Se les negaba la reconciliación a los apóstatas y a los que, aunque arrepentidos, hablan incurrido en pecados capitales : pero quizás en este punto los discí­pulos de Novaciano habí­an ido más allá que su maestro. La secta se difundió por ífrica, Galia, España y sobre todo en Oriente, donde obtuvo la adhesión de numerosos seguidores del montanismo (.71).

L. Padovese

Bibl.: H. J. Vogt, Novaciano, en DPAC, 11, 1558-1560: R. J de Simone, Novacianos, Ibí­d» 1560-1561; Novacianos, en ERC, Y, 877-878.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

Los novacianos fue una secta formada por Novaciano, un presbítero de Roma. Durante las persecuciones de Decio y Valeriano (249 a 260), miles de cristianos negaron vergonzosamente la fe y sacrificaron a dioses paganos. Cuando, más adelante, buscaron ser admitidos otras vez en la iglesia, Novaciano insistió que debieran ser rechazados permanentemente, no importaba cuán profunda fuera su contrición. Dios los podría perdonar en la muerte, pero la iglesia jamás. Cesaría de ser una verdadera iglesia si así lo hiciese. El obispo Cornelio de Roma, y el renombrado Cipriano de Cartago, los recibirían otra vez si daban señas de genuino arrepentimiento. Novato, un presbítero de Cartago, abogaba la admisión de todos sin pregunta alguna. Inesperadamente cambió completamente, partió hacia Roma, y se unió al severo partido de Novaciano.

Unos obispos y presbíteros poco conocidos establecieron una iglesia cismática y eligieron a Novaciano como obispo. El movimiento creció rápidamente y se extendió a Galia, África y Asia.

Constantino trató severamente a los novacianos, pero se las arreglaron para sobrevivir hasta el siglo sexto.

Alexander M. Renwick

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (425). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología