NUEVO

El N. T. nos habla de las cosas nuevas que Jesucristo instaura en el mundo: una Alianza nueva (Lc 22,20; 1 Cor 11,25), una creación nueva (Gál 6,15), una doctrina nueva (Mt 1,27), un mandamiento nuevo (Jn 13,34; 1 Jn 2,7; 2 Jn 5), un vino nuevo que no puede echarse en odres viejos (Mt 9,17; Mc 2,22; Lc 5,38). El, Jesucristo, es el hombre nuevo (Ef 2,15), que hace también hombres nuevos (Ef 4,24; Col 3,10). Al final hará un cielo nuevo y una tierra nueva (2 Pe 3,13; Ap 21,1) y beberá con los suyos un vino nuevo en el Reino (Mt 26,29; Mc 1,25), donde los elegidos cantarán un cántico nuevo (Ap 5,9; 14,3).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

A. ADJETIVOS 1. kainos (kainov”, 2537), denota nuevo, de aquello que es no acostumbrado, desusado; no nuevo en tiempo, sino nuevo en forma o cualidad, de diferente naturaleza de aquello con lo que se contrasta como viejo. “”Las nuevas lenguas”, kainos, de Mc 16.17 son las “otras lenguas”, jeteros, de Act 2:4: Estos lenguajes, sin embargo, eran “nuevos” y “diferentes” no en el sentido de que nunca hubieran sido oí­dos con anterioridad, ni a que fueran nuevos para los oyentes, porque es evidente, en base del v. 8, que no es así­; eran nuevas lenguas para los que hablaban, diferentes de aquellas en las que estaban acostumbrados a hablar. “Las cosas nuevas que el evangelio introduce para la presente obediencia y realización son: un nuevo pacto (Mat 26:28, TR); un nuevo mandamiento (Joh 13:34); un nuevo acto creativo (Gl 6.15); una nueva criatura (2Co 5:17); un nuevo hombre, esto es, un nuevo carácter de humanidad, espiritual y moral, en conformidad a la pauta de Cristo (Eph 4:24); un nuevo hombre, esto es, “la iglesia que es su Cuerpo (el de Cristo)” (Eph 2:15). “Las cosas nuevas que se han de recibir y disfrutar en el más allá son: un nombre nuevo, del creyente (Rev 2:17); un nuevo nombre, del Señor (Rev 3:12); un cántico nuevo (Rev 5:9); un cielo nuevo y una tierra nueva (Rev 21:1); la nueva Jerusalén (Rev 3:12; 21.2); “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí­, yo hago nuevas todas las cosas” (Rev 21:5)” (de Notes on Galatians, por Hogg y Vine, pp. 337-338). 2. neos (nevo”, 3501), significa nuevo con respecto al tiempo, lo que es reciente. Se usa de los jóvenes, y así­ se traduce, especialmente en el grado comparativo neoteros, “más joven”, “menor”; así­, lo que es neos puede ser una reproducción de lo viejo en cualidad o carácter. Neos y kainos se usan en ocasiones de lo mismo, pero existe una diferencia, como ya se ha indicado. Así­, el “nuevo hombre” en Eph 2:15 (kainos) es nuevo en cuanto a que difiere de carácter; lo mismo en 4.24 (véase Nº 1); pero el “nuevo hombre” en Col 3:10 (neos) destaca el hecho de la nueva experiencia del creyente, empezada recientemente, y aún en proceso. “El hombre viejo en él †¦ data de tan lejos como Adán; ha nacido un hombre nuevo, que por ello recibe esta apropiada apelación” (esto es, neos), Trench, Synonyms,¶lx. El nuevo pacto en Heb 12:24 es nuevo (neos) en comparación con el pacto mosaico, casi mil quinientos años anterior; es nuevo (kainos) en comparación con el pacto mosaico, que es viejo en carácter, ineficaz (8.8, 13; 9.15). El vino nuevo de Mat 9:17; Mc 2.2; Luk 5:37-39, es neos, como de reciente producción; el vino nuevo del reino (Mat 26:29; Mc 14.25), es kainos, por cuanto será de diferente carácter que el de este mundo. Néos se utiliza metafóricamente en 1Co 5:7 “nueva masa”. Para el comparativo neoteros, véanse JOVEN, MENOR. 3. prosfatos (provsfato”, 4372), que originalmente significaba recién muerto, recibió el sentido general de nuevo, aplicado a flores, aceite, desgracia, etc. Se utiliza en Heb 10:20, del “camino †¦ vivo” que Cristo “nos abrió a través del velo, esto es, de su carne” (lo cual significa su muerte expiatoria mediante la ofrenda de su cuerpo, v. 10).¶ En la LXX, Num 6:3; Deu 32:17; Psa 81:9; Ec 1.9.¶ Cf. el adverbio prosfatos, “recién” (Act 18:2).¶ 4. agnafos (a[gnafo”, 46), sin cardar (a, privativo; knapto, cardar lana). Se traduce “nuevo” en Mat 9:16 y Mc 2.21 (RVR); RV traduce más acertadamente como “recio”, al igual que VM y Besson; NVI traduce “burdo”. Estas traducciones, “recio” o “burdo”, dan el verdadero sentido del vocablo original.¶ Notas: (1) El verbo anastauroo se usa en Heb 6:6, “crucificando de nuevo”; véase CRUCIFICAR, A, Nº 2; (2) neomenia o noumenia, se utiliza en Col 2:16 “luna nueva”; véase LUNA, Nº 2; (3) palin, adverbio que significa “otra vez”, “de nuevo”, se traduce de esta última forma en varios pasajes, como p.ej., Mat 21:36; 26.44, etc.; véase , Nº 2, y también ASIMISMO, OTRA VEZ; (4) xenos es un adjetivo que significa ajeno, extranjero, y, utilizado de dioses ajenos, se traduce “nuevos dioses” en Act 17:18 (RV, RVR; RVR77, VHA: “divinidades extrañas”; VM: “dioses extranjeros”); véanse EXTRANJERO, FORASTERO, AJENO, DESCONOCIDO, EXTRAí‘O. B. Nombre kainotes (kainovth”, 2538), relacionado con kainos, se utiliza en las frases: (a) “novedad de vida” (Rom 6:4, RV, RVR77), esto es, vida de una cualidad nueva (véase A, Nº 1); el creyente, al ser una nueva criatura (2Co 5:17), tiene que conducirse de una manera coherente a esto en contraste a su antigua manera de vivir; (b) “novedad de espí­ritu” (Rom 7:6, RV, RVR77, margen), dicho de la manera en que el creyente sirve al Señor. En tanto que la frase significa la nueva vida del espí­ritu vivificado del creyente, es imposible disociar esto (de un modo objetivo) de la operación del Espí­ritu Santo, por cuyo poder se rinde el servicio. En RVR estos pasajes se traducen, respectivamente, “vida nueva” y “régimen nuevo del Espí­ritu”.¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

La idea de novedad se expresa en griego con dos términos diferentes: neos, nuevo en el tiempo, reciente, joven (de donde, también, sin madurez); kainos, nuevo en su naturaleza, por tanto cualitativamente mejor. Las dos palabras se aplican en la Biblia a las realidades de la salvación: la primera subraya su carácter de presencia reciente en comparación con lo pasado; la segunda, mucho más frecuente, las describe como realidades muy distintas, maravillosas, divinas, pues el hombre y la tierra envejecen como un vestido (Eclo 14,17; ls 50,9; 51,6), pero en Dios nada es caduco, todo es nuevo.

I. NOVEDAD Y SANTIDAD. Dado que toda la creación pertenece a Dios, las cosas nuevas, todaví­a no profanadas por el uso, tienen un carácter sagrado: las *primicias de las cosechas y los recién nacidos se reservan a Dios (Dt 26,1-11; Ex 13,11ss); ciertos *sacrificios se hacen con animales que no han llevado todaví­a el yugo (Núm 19,2; Dt 21,3); el *arca se debe transportar sobre un carro nuevo con animales que no hayan trabajado (ISa 6,7; 2S .a 6,3); y Eliseo, para simbolizar que va a purificar aguas malsanas, se sirve de una vasija nueva llena de sal (2Re 2,20). La misma reverencia para con lo sagrado hace que para sepultar a Jesús se emplee un sepulcro nuevo, “donde no se habí­a todaví­a puesto a nadie” (Mt 27.60; Jn 19,41).

II. LA ESPERA DE LOS TIEMPOS NUEVOS. Los israelitas admiran la renovación de la creación con las estaciones y la atribuyen al hálito de Dios (Sal 104,30). Para los *tiempos mesiánicos y escatológicos aguardan igualmente un renuevo universal.

1. Un nuevo Exodo. El libro de la Consolación opone a los prodigios de otros tiempos los que van a producirse al retorno del *exilio (ls 42, 9); los milagros de la salida de Egipto vana ser superados por los del nuevo *Exodo: Dios va a “hacer algo nuevo… trazar un camino en el desierto, senderos en la soledad” (43,19). Con estos prodigios guiará Yahveh de nuevo a Israel a Palestina (40,3ss) para revelar allí­ su gloria y establecer por fin su soberaní­a sobre todos los pueblos (45,14-17.20-25). Estas promesas magní­ficas deben celebrarse con un canto nuevo (42,10; Sal 149,1), que toda la tierra debe entonar (Sal 96,1).

2. El poder que Dios despliega hace considerar a la *salvación mesiánica como una nueva *creación (Is 41,20; 45,8; 48,6s); el libertador de Israel es su Creador (43,1.15; 54,5), el primero y el último (41,4; 44,6; 48, 12). La Palestina del futuro será como un huerto de Edén (51,3; Ez 36,35), que los profetas describen con colores *paradisiacos (Is 11,6-9; 65,25; Ez 47,7-12). Después del exilio se esperan incluso ((nuevos cielos y una nueva tierra” (ls 65,17; 66,22).

3. Una nueva alianza. Muchas de las grandes realidades de la antigua alianza adquieren un valor *figurativo y anuncian para los tiempos venideros una repetición y un perfeccionamiento de la *alianza. Los profetas aguardan a un nuevo *David (Ez 34,23s), un nuevo *templo (40-43), una nueva *tierra Santa (47,13-48,29), una nueva *Jerusalén, cuya caracterí­stica será el amor eterno de Yahveh (Is 54,11-17) y su *presencia en medio del pueblo (Ez 48,35). Se llamará a Sión con un *nombre nuevo (Is 62,2; 65,15): no se la llamará ya “abandonada”, sino “desposada” (Is 62,4). Yahveh e Israel reanudarán sus relaciones de amor (54, 4-10): “Yahveh crea algo nuevo sobre la tierra: la mujer [Israel] busca a su marido [Yahveh]” (Jer 31,22). Esta alianza será eterna (Is 55,3; 61,8).

Pero será al mismo tiempo una alianza nueva (Jer 31,31-34), diferente de la del Sinaí­: estará caracterizada por la purificación de los pecados y por la interioridad de la *ley (Ez 36,26s). Tal alianza será posible porque Dios dará al hombre un *corazón nuevo y un *espí­ritu nuevo (11,19; 18,31; 36,26). Finalmente, la *sabidurí­a divina es la que opera la renovación de todas las c6sas; se derrama en las *almas santas para convertirlas en amigos de Dios (Sub 7,27).

III. LA NUEVA ALIANZA MESIíNICA. 1. Una enseñanza nueva. Desde los comienzos de la predicación de Jesús llama la atención de sus oyentes la novedad de su *enseñanza (Mc 1, 27); viene a llevar a su perfección la *ley y los *profetas (Mt 5,17); opone la doctrina de los antiguos a la suya (Mt 5,21-48), como un *vestido gastado a una ropa nueva, como odres viejos a un *.vino nuevo, joven (neos, Mt 9,16s p.). Lo esencial de la ley permanece vigente, pero debe renovarse con los perfeccionamientos del *Evangelio y el espí­ritu nuevo del *reino; los discí­pulos son como un propietario “que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas” (Mt 13,52). El precepto de la caridad es a la vez antiguo y nuevo (Un 2,7s; 2Jn 5): es antiguo, no ya en cuanto formulado en la ley (Lev 19,18), sino porque los creyentes lo poseen desde su conversión. Jesús lo habí­a llamado ((su precepto” (Jn 15,12): en este sentido es un mandamiento nuevo (13,34), porque esta caridad debe en adelante imitar a la de Cristo, que se entregó por nosotros (13,1.34; 15, 12s) y en quien se reveló el *amor del Padre (3,16; Un 4,9); es un amor entre *hermanos, una participación en el amor de *comunión del Padre y del Hijo (Jn 15,9s; 17,26; 1Jn 4,16).

2. La nueva alianza. En la Cena declara Jesús: “Este cáliz es la nueva alianza en’mi sangre que va a derramarse por vosotros” (Lc 22,20 p; ICor 11,25). La alianza del Sinaí­ habí­a sido ya sellada por la sangre de las ví­ctimas (Ex 24,3-8). La nueva alianza, que realiza y perfecciona la antigua (Heb 8,1-10,18), fue sellada en la *cruz por la *sangre de Jesús, ví­ctima perfecta, sumo sacerdote perfecto, *mediador de la nueva alianza (Heb 9,15; 12,24). La remisión de los pecados anunciada por los profetas se realiza en el sacrificio de Cristo (Heb 10,11-18). La sangre de la nueva alianza se da en la *Eucaristí­a; pero el vino eucarí­stico no es sino una anticipación del vino nuevo que se beberá en el cielo en el banquete escatológico (Mt 26,29 p).

Otra caracterí­stica de la nueva alianza, preparada en la antigua (la ley en el corazón, Dt 30,14), es que no está escrita en tablas de piedra, sino en *corazones de *carne (2Cor 3,3; cf. Jer 31,33; Ez 36,26s). Pablo subraya la antí­tesis: la ley mosaica es el “Antiguo Testamento” (2Cor 3,14); opone la ley que mata al *Espí­ritu que vivifica (3,6), la vetustez de la letra a la novedad del Espí­ritu (Rom 7,6). La nueva alianza e,s la alianza del Espí­ritu. Los que estén poseí­dos por el Espí­ritu hablarán en *lenguas nuevas (Mc 16,17; Act 2, 4), es decir, en un lenguaje celestial inspirado por el Espí­ritu.

3. El hombre nuevo. Toda la obra de *redención es una gran renovación. Pero la nueva creación de que hablaban los profetas se precisa: es en primer lugar una renovación del *hombre, y a través de él se renovará el universo.

Cristo, nuevo Adán, da la vida a todos (ICor 15,22.44-49). Por *Adán, cabeza de la humanidad caí­da, el hombre antiguo era *esclavo del pecado (Rom 6,6.17; Ef 4,22); desde la redención, el hombre nuevo es la humanidad renovada en Cristo. En su propia carne creó Cristo a paganos y a judí­os en un solo hombre nuevo (Ef 2,15). A imitación de Adán, este hombre nuevo es recreado en la *justicia y en la *santidad de la *verdad (Ef 4,24). Ahora ya todos son uno en Cristo (Col 3,11).

También cada cristiano, por razón de su regeneración, puede ser llamado “hechura de Dios” (Ef 2,10). “Si alguno está en Cristo, es una nueva creación; el ser antiguo ha desaparecido, hay un ser nuevo” (2Cor 5, 17; Gál 6,15). El nuevo *nacimiento tiene lugar por el *bautismo (Jn 3,5; Tit 3,5), pero también por la *palabra de verdad (Sant 1,18; IPe 1, 23), es decir, por la *fe, don del Espí­ritu (Jn 3,5; 1Jn 5,1.4).

Pablo habla sobre todo de renovación a propósito de la santificación progresiva de los creyentes : “el hombre interior en nosotros se renueva de dí­a en dí­a” (2Cor 4,16). Los bautizados deben purificarse de !a vieja levadura para ser una masa fresca y nueva (Reas, ICor 5,7), deben despojarse del hombre viejo, revestirse del hombre nuevo (Col 3,10; Ef 4, 22ss) y vivir una *vida nueva (Rom 6,4). El *ejemplo que se ha de imitar es Cristo, *imagen de Dios (Rom 8, 29; 2Cor 3,18; 4,4; Col 1,15). Restaurar en nosotros la imagen del Creador (Col 3,10; Gén 1,27) es lo mismo que revestirse de Cristo (Rom 13,14).

Esta transformación es ante todo obra del Espí­ritu (Rom 7,6; 8,1-16; Gál 5,16-25). No sólo el baño de regeneración es necesario para la salvación, sino también el *nacimiento según el Espí­ritu (Tit 3,5). El medio de esta renovación es la *leche de la palabra de Dios (IPe 2,2), la verdad que opera en nosotros la justicia y la santidad (Ef 4,24), la fe (Gál 5, 5s). Así­ el creyente se encamina hacia ese *conocimiento que renueva gradualmente en él la imagen del que lo creó (Col 3,10).

A través del cristiano debe extenderse al universo entero la obra de renovación. Cristo reconcilió todas las cosas con Dios (Col 1,20; Ef 1, 10); toda la *creación aguarda la *redención (Rom 8,19-23). Pero este restablecimiento universal no se realizará sino al final de los tiempos, en “los nuevos cielos y en la nueva tierra, donde habitará la justicia” (2 Pe 3,:3).

IV. LA NUEVA JERUSALEN. Cristo con su *ascensión inauguró en su persona un camino nuevo y vivo, el camino que da acceso al santuario celestial (Heb 10,19s). El Apocalipsis describe esta fase final de la renovación escatológica. La ciudad de Dios es la “nueva *Jerusalén” (Ap 3,12; 21,2), llena de la *presencia de Dios (Ez 48,35). Ataviada como una *esposa, *morada de Dios con los hombres, es la suprema realización de la alianza : “Dios habitará con ellos” (Ap 21,3). Toda la creación participará, pues ahora es cuando aparecen “un *cielo nuevo y una *tierra nueva: el primer cielo y la primera tierra han desaparecido” (21,1).

Los grandes textos proféticos sobre la renovación futura reaparecen aquí­, cargados de todo su sentido. Como en otro tiempo los hebreos de regreso del exilio (Is 42,10), los ancianos y los elegidos entonan un cántico nuevo para celebrar la redención finalmente realizada (Ap 5,9; 14,3).

Como los habitantes de la Sión mesiánica (Is 62,2; 65,15), los cristianos vencedores reciben “una piedrezuela blanca que lleva grabado un *nombre nuevo” (Ap 2,17); este nombre tendrá esta vez un carácter especí­ficamente cristiano: será el hombre de Dios (3,12), el del *cordero y el del Padre, que los elegidos llevarán sobre su frente (14,1 ; 22,3s) como signo de su pertenencia a Dios y a Cristo. E! Apocalipsis termina con una visión final en que Dios proclama: “He aquí­ que yo renuevo todas las cosas. Yo soy el alfa y el omega. el principio y el fin” (21,5s). Esta último página de la revelación lo dice con una claridad perfecta : el fundamento de toda novedad es *Dios mismo.

La gran obra de renovación de las criaturas es la obra de salvación realizada por Cristo: “Cristo trajo toda novedad trayéndose a sí­ mismo” (San (renco); así­ durante la semana pascual, cuando la Iglesia celebra nuestra redención, nos invita a orar a fin de que “purificados de toda vetustez, podamos ser nuevas criaturas”.

-> Cumplir – Nacimiento – Primicias – Tiempo.

LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teologí­a Bí­blica, Herder, Barcelona, 2001

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas