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OLIVOS, MONTE DE LOS

OLIVOS, MONTE DE LOS

Se llama monte de los Olivos al macizo montañoso al este de Jerusalén, frente al monte del templo; entre el pie de los montes de Jerusalén y el monte de los Olivos se abre el valle del Cedrón. El macizo montañoso tiene tres cimas, aunque de altitud modesta.
En tiempos del AT y en tiempos de Jesús y de los apóstoles grandes zonas del macizo montañoso estaban cubiertas de olivares; de ahí­ la denominación de †œmonte de los Olivos.† Su posición abierta frente al templo sugirió la imagen del profeta Zacarí­as: †œSus pies (de Yahveh) se posarán aquel dí­a (el del juicio) en el monte de los Olivos† (Zac 14:4). Quizá por ello destacan tanto los evangelistas las relaciones de Jesús con el monte de los Olivos, pues con él se anunciaba el dí­a del Señor.
Al sudeste del monte estaba Betania, donde Jesús gustaba de hospedarse. En el monte de los Olivos inició su entrada triunfal en Jerusalén, aunque el lugar en que montó sobre la burra no puede fijarse con seguridad.
En el monte de los Olivos estaba también la †œfinca llamada Getsemaní­† (Mat 26:36; Mar 14:32). Estaba cerca de la bifurcación, en que se dividí­an los tres caminos desde el valle del Cedrón, al pie del monte, para reencontrarse después en la cima. El nombre griego de la finca se relaciona con el hebreo gat semanim (almazara, prensa de aceite). Dónde estaba en concreto esa finca no lo sabemos, pero el hecho de denominarse por referencia a una molturadora de aceitunas, de las que sin duda habí­a varias en el monte de los Olivos, bien podrí­a obedecer a que se trataba de una almazara especialmente conocida o grande. Hasta hoy puede verse allí­ una cueva (de 17 x 9 m) en la que pudo haber estado instalada una prensa o lagar, ya que el buen aceite sólo puede obtenerse en un sitio fresco, por lo que se preferí­a una cueva para la molturación de las aceitunas.
Después de la última cena Jesús marchó, †œcomo tení­a por costumbre† al monte de los Olivos. Esto sólo puede significar que el huerto de Getsemaní­ era un lugar en que Jesús se recogí­a a menudo. Y no sin razón puede pensarse que una cueva-lagar era el lugar habitual de Jesús en que podí­a entretenerse con sus discí­pulos y adoctrinarlos y en el que también podí­a pasar tranquilamente la noche.
Todos los discí­pulos, a excepción de Judas, fueron con él. Ocho quedaron en la cueva, y con tres de ellos se adentró en el terreno abrupto, en el que Jesús personalmente avanzó aún un poco más. Pero la traición de Judas debió ocurrir delante de la cueva, después de que Jesús, con Pedro, Santiago y Juan, hubiera regresado hasta donde habí­an quedado los otros discí­pulos. Ese lugar lo conocí­a Judas.
Sobre ese conocimiento de que Jesús tení­a predilección por el monte de los Olivos como lugar de reposo se han establecido una serie de localizaciones en dicho emplazamiento: por ejemplo, el lugar donde habrí­a enseñado el Padrenuestro y habrí­a pronunciado sus enseñanzas sobre el escándalo. Pero todas ellas no pasan de ser meras suposiciones con escaso fundamento, y los correspondientes lugares de peregrinación sólo pueden considerarse como lugares que han merecido una veneración especial, pero no escenario de tal o cual acontecimiento o enseñanza. Fuera de lo dicho, lo único cierto es que Jesús pronunció en el monte de los Olivos su lamento sobre Jerusalén y su enseñanza sobre el tiempo final: †œsobre el monte de los Olivos que se alza frente al templo† (Mar 13:3).
Como tradición segura sobre el monte de los Olivos, confirmada por el Evangelio de Lucas y los Hchhos de los apóstoles, puede también considerarse la que hace del monte de los Olivos el escenario de la ascensión de Jesús al cielo: †œDespués los llevó hasta cerca de Betania; y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecí­a se apartó de ellos y era llevado al cielo† (Luc 24:50-51). †œVolviéronse entonces a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que sólo dista de Jerusalén lo que se puede andar en sábado† (Hch 1:12). Sin embargo, los puntos que se señalan como †œlugares de la ascensión† no pasan de ser localizaciones piadosas. Más importante es también aquí­ el aprovechamiento kerigmático del tema del monte de los Olivos como motivo mesiánico: el dí­a del Señor se posarán sus pies sobre el monte de los Olivos.

Fuente: Diccionario de Geografía de la Biblia

Montaña junto a Jerusalén, al E, más allá del torrente de †¢Cedrón. Forma parte del sistema orográfico que divide la región en dos vertientes y que sigue extendiéndose hacia el S. En realidad es un conjunto de tres elevaciones. La más alta de ellas alcanza los 826 m sobre el nivel del mar, pero como a su lado está la hondonada de Cedrón, la apariencia es que la altitud del monte es mayor. Aparece mencionado por primera vez como †œla cuesta de los Olivos† cuando David huí­a de Absalón, y se añade que al llegar †œa la cumbre del monte para adorar allí­ a Dios† le salió al encuentro su amigo †¢Husai (2Sa 15:30-32). Al parecer el lugar era considerado sagrado, pues Salomón edificó un altar para †¢Quemos †œen el monte que está enfrente de Jerusalén† 1Re 11:7), por lo cual a esa parte del m. de los O. se le llamó †œel monte de la corrupción†. En las visiones de Ezequiel, el m. de los O. toma una gran importancia, pues †œla gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad† (Eze 11:23). Y el profeta Zacarí­as, hablando de la venida del Mesí­as, dice: †œY se afirmarán sus pies en aquel dí­a sobre el m. de los O., que está en frente de Jerusalén…† (Zac 14:4).

Los Evangelios mencionan mucho a este monte, visitado muchas veces por el Señor Jesús quien, †œenseñaba de dí­a en el templo; y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos† (Luc 21:37). En las laderas del monte se encontraba el famoso huerto de †¢Getsemaní­, lugar donde fue prendido por Judas y una turba enviada por los lí­deres religiosos (Luc 22:39-54). El Señor Jesús ascendió a los cielos desde el m. de los O. (Hch 1:1-12). Por estas razones se han erigido en el m. de los O. muchas iglesias y monumentos. En la tradición judí­a, se cree que al final de los tiempos el Mesí­as aparecerá en el m. de los O. Y que allí­ el profeta Ezequiel hará sonar la trompeta en el dí­a de la resurrección. Por esas razones se hizo costumbre entre los judí­os utilizar el lugar como campo muy privilegiado para sepulturas.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

Cadena de colinas redondeadas de piedra caliza situada en el lado oriental de Jerusalén, †œdistante el camino de un sábado† y separada de la ciudad por el valle de Cedrón. (Eze 11:23; Zac 14:4; Hch 1:12.) Esta cadena incluye tres cumbres principales. El monte Escopus, la más elevada y septentrional, alcanza una altura de 820 m., lo que supera la altitud media de Jerusalén. El que se ha dado en llamar monte de la Ofensa, monte de la Perdición o monte de Arruinamiento, es la cumbre más meridional, y se eleva 740 m. sobre el nivel del mar. El collado central, situado frente al monte del Templo, alcanza una altura de 812 m. en su punto más elevado, y es al que la Biblia suele denominar monte de los Olivos. En la antigüedad, esta serie de colinas se hallaba cubierta de palmeras, mirtos y árboles oleí­feros, en particular olivos, de los que derivó su nombre. (Ne 8:15.) Sin embargo, cuando en 70 E.C. los romanos sitiaron Jerusalén, talaron los árboles del monte de los Olivos. (La Guerra de los Judí­os, libro V, cap. XII, sec. 4.)
Con el monte de los Olivos se asocian acontecimientos notables de la historia bí­blica. El rey David subió al monte de los Olivos descalzo y llorando mientras huí­a de su hijo rebelde, Absalón. (2Sa 15:14, 30, 32.) Fue allí­, †œa la derecha [o sur] del monte de Arruinamiento†, donde el rey Salomón edificó lugares altos para adoración idolátrica, que tiempo después el rey Josí­as hizo inservibles para ese propósito. (1Re 11:7; 2Re 23:13, nota.) En el siglo I E.C., Jesucristo se reunió a menudo con sus discí­pulos en el jardí­n de Getsemaní­, situado en el monte de los Olivos o en sus inmediaciones. (Mt 26:30, 36; Jn 18:1, 2.) Cuando Jesús y sus discí­pulos estaban en Jerusalén, acostumbraban a pasar la noche en Betania, en la ladera oriental del monte de los Olivos, seguramente en el hogar de Marta, Marí­a y Lázaro. (Mt 21:17; Mr 11:11; Lu 21:37; Jn 11:1.) Jesús inició su marcha triunfal hacia Jerusalén a lomos de un pollino probablemente desde Betfagué —cerca de Betania—, y pasó por el monte de los Olivos. (Mt 21:1, 2; Mr 11:1; Lu 19:29.) En este mismo lugar explicó a sus discí­pulos en qué consistirí­a la †˜señal de su presencia†™ (Mt 24:3; Mr 13:3), y posteriormente, después de su resurrección, ascendió a los cielos desde allí­. (Hch 1:9-12.)

[Mapa en la página 548]
(Véase la publicación para ver el texto completo)

MONTE DE LOS OLIVOS
Los números indican la altitud en metros
Monte Escopus 820
Monte de los Olivos 812
V. t. de Cedrón
Recinto del Templo 740
Monte de la Ofensa 740

Fuente: Diccionario de la Biblia

El Olivete, o monte de los Olivos, es un pequeño cerro de cuatro cumbres, la más elevada de las cuales tiene 830 m; domina Jerusalén y el monte del templo desde el E, a través del valle del Cedrón y el estanque de Siloé. Muy forestado en la época de Jesús, y rico en olivos, de donde proviene su nombre, este monte carecía de árboles en tiempos de Tito. Todo el terreno es sagrado, porque indudablemente Cristo caminó allí, aunque podrían objetarse ciertos lugares determinados con sus iglesias conmemorativas. Desde el lugar tradicional del bautismo de Jesús, en la ribera del Jordán, bastante por debajo del nivel del mar, podía verse claramente la cima distante del monte de los Olivos, 1.200 m más arriba, lugar tradicional de la ascensión. Esto se debe a que Palestina es un pequeño país con grandes perspectivas.

Las referencias veterotestamentarias al monte de los Olivos en 2 S. 15.30; Neh. 8.15; Ez. 11.23 son leves. 1 R. 11.7 y 2 R. 23.13 se refieren a la idolatría de Salomón, la erección de lugares altos dedicados a Quemos y Molec, que probablemente dieron origen al nombre “monte de la destrucción” que se dio a una de las cimas. En el futuro escatológico el Señor partirá al monte de los Olivos en dos cuando se pose sobre él (Zac. 14.4).

Los judíos residentes en Jerusalén acostumbraban anunciar la luna nueva a sus compatriotas de Babilonia por medio de una cadena de almenaras que comenzaban en el mte. de los Olivos, cada una de las cuales señalaba el encendido de la próxima. Pero como los samaritanos encendían almenaras falsas, mensajeros humanos remplazaron finalmente a las antiguas almenaras. G. H. Dalman considera bastante posible la afirmación de la Misná de que este servicio de almenaras se extendía hasta la Mesopotamia (Sacred Sites and Ways, 1935, pp. 263, n. 7). El monte está estrechamente relacionado con la vaca alazana (* Limpio e inmundo) y sus cenizas de purificación (Nm. 19; Parah 3. 6–7, 11), al igual que con otras ceremonias del judaísrno levítico. Según una leyenda, la paloma que Noé envió desdé el arca tomó su rama del monte de los Olivos (Gn. 8.11; Midrás Génesis Rabba 33–6). Algunos creían que los judíos piadosos que habían muerto debían resucitar en Israel, y que los que habían muerto en el extranjero serían trasladados a Israel rodando por cavidades subterráneas (Ketuboth 111a), y que saldrían a la superficie en el monte de los Olivos partido (H. Loewe y C.G. Montefiore, A Rabbinic Anthology, 1938, pp. 660ss). Cuando la sejiná, o sea el fulgor radiante de la presencia de Dios, abandonó el templo a causa del pecado, sé decía que permaneció 3½ años en el mte. de los Olivos, esperando vanamente el arrepentimiento (Lamentaciones Rabba, proemio 25; cf. Ez. 10.18). El nombre “Montaña de tres luces” proviene del resplandor del llameante altar del templo que se reflejaba sobre la ladera del monte durante la noche, de los primeros rayos del sol que hacen fulgurar la cima, y del aceite de las olivas que alimentaban las lámparas del templo.

Cerca de la Iglesia de todas las naciones, al pie del monte, hay algunos venerables olivos que no puede demostrarse que tengan 2.000 años. Esta es la zona de Getsemaní, y el lugar preciso de la agonía, aunque no está bien determinado, se encuentra cerca. A mitad de camino por la ladera del monte está la iglesia de Dominus Flevit. ¿Pero por qué habría de llorar allí nuestro Señor, a mitad de camino? HDB argumenta persuasivamente que en realidad el Señor se acercó a Jerusalén desde Betania, rodeando el lomo meridional del monte de los Olivos, y que lloró cuando súbitamente apareció la ciudad ante su vista. Una sucesión de iglesias de la ascensión coronan desde hace mucho tiempo el supuesto pináculo de la asunción de nuestro Señor, y las supuestas marcas de sus pies están cuidadosamente preservadas allí como cumplimiento tangible de Zac. 14.4. Pero el Evangelio de Lucas favorece la zona de Betania como el verdadero lugar de la ascensión. El que visita Palestina se da cuenta de la futilidad de tratar de resolver lo que resulta insoluble.

Bibliografía. G. F. Owen, Jesusalén, 1975, pp. 159ss; C. F. Pfeiffer, “Jerusalén”, °DBA, pp. 366ss; A Rolla, “Olivos, Monte de los”, °EBDM, t, V, cols. 619–623.

R.A.S.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico