OREJA, OIDO
En el AT el heb. ˒ōzen, posiblemente derivado de una raíz que significa “puntiagudo”, se aplica a las orejas de los animales (Am. 3.12), y más frecuentemente a las humanas. En otras lenguas del Cercano Oriente existen paralelos de esta palabra. El verbo denominativo ˒āzan (en el hif˓ı̂l) significa “prestar oído”, “oír”. En el NT se emplea comúnmente el gr. ous. Ocasionalmente (p. ej. Hch. 17.20) akoē, de akouō, ‘oír’, también se emplea. En el incidente en el que Pedro cortó la oreja del sirviente (Mt. 26.51), el término es ōtion, que significa particularmente el lóbulo externo.
En el NT se contempla la interdependencia de los miembros del *cuerpo (1 Co. 12.16); en el AT se los considera más como órganos semiindependientes. Esto resulta claro en el caso del oído, que Dios hizo (Sal. 94.9), o abrió (Sal. 40.6), y que no sólo puede oír sino que está atento (Neh. 1.6), prueba las palabras (Job 34.3), se tapa para que no oiga (Is. 33.15), o se agrava, lo que dificulta la audición (Is. 6.10). También se habla como si Dios tuviera oídos de la misma manera (Is. 59.1), diferentes de las orejas de los ídolos, que no oyen (Sal. 135.17). Los oidos deben utilizarse bien para captar el verdadero significado de las palabras (Mt. 11.15).
Dos costumbres veterotestamentarias sobre las orejas llaman la atención. Uno es el rito de confirmar a un esclavo hebreo para un servicio perpetuo y voluntario horadando su oreja junto a la puerta de su amo (Ex. 21.6). El otro es la colocación de la sangre del sacrificio sobre la oreja derecha, el dedo pulgar de la mano derecha, y el dedo pulgar del pie derecho del sacerdote (Lv. 8.23–24). Ambos ritos probablemente tienen que ver con la obediencia. “Abrir el oído” se utiliza en heb. como expresión figurada de revelar (p. ej. Is. 50.5).
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico