La palabra hebrea berith, que aparece más de 280 veces en el Antiguo Testamento, se usa para describir una gran variedad de acuerdos entre los participantes. El mismo término se usa para describir la relación que existió entre Dios e Israel.
Documentos de muchos sitios diferentes del antiguo Cercano Oriente el cual se extiende desde Babilonia hasta el Asia Menor y Palestina, y en tiempo desde la última parte del tercer milenio a. de J.C. , hasta la mitad del siglo VIII a. de J.C. , ofrecen un valioso trasfondo sobre el cual estudiar los varios pactos del Antiguo Testamento. De valor particular son aquellos documentos que definen tratados intertribales, interestatales e internacionales. Hay mucho parecido, por lo menos en sus aspectos formal y legal, entre los tratados de barón y vasallo del Cercano Oriente y el pacto entre Dios y el hombre.
I. Los Tratados del Cercano Oriente Disponibles para Estudio. Dos tratados que provienen del período cuando los estados sumerios florecieron en la baja Mesopotamia ca. 2500 a. de J.C. , muestran que ya para esta fecha había tratados de paridad entre estados de más o menos igual potencia, así como tratados impuestos por un gobernante victorioso sobre su enemigo derrotado. Ambos tipos fueron bien conocidos en el segundo milenio. Fragmentos de un tratado impuesto por Rim-Sin de Acadia sobre un príncipe elamita hacia fines del siglo XVIII a. de J.C. , han sido conservados. Documentos de *Mari del Eufrates medio, que datan de ca. 1750–1700 a. de J.C. , muestran que los tratados de amistad eran comunes entre estados pequeños o grupos tribales, aunque no existe un tratado complete. De *Alalakh, un poco hacia el oriente de la moderna Antioquía, vienen tres textos que tienen que ver con tratados interestatales, uno del siglo XVIII a. de J.C. y 2 del siglo XV a. de J.C. Hay referencias a tratados entre los reyes antiguos de Asiria y los gobernantes de Mari en el siglo XVIII a. de J.C. y entre Asiria y Babilonia en el siglo XV a. de J.C. La famosa correspondencia de *Amarna deja en claro que en el siglo XIV a. de J.C. , los gobernantes de Egipto requerían de sus vasallos en el Asia occidental someterse a un tratado de vasallaje, aunque no hay documentos formales de tratados que se hayan descubierto hasta aquí.
Los tratados más significativos entre los del segundo milenio son aquellos entre los heteos y sus vasallos. Dos importantes archivos han sido descubiertos en años recientes, el de la antigua capital hetea de Hattusas, en Turquía y el de la antigua ciudad cananea de *Ugarit, la moderna Ras Shamra, sobre la costa siria. Los gobernantes heteos Suppiluliumas ( ca. 1380–1350 a. de J.C. ), Mursilis ( ca. 1339–1306 a. de J.C. ), Muwatallis ( ca. 1306–1282 a. de J.C. ), Hattusilis III ( ca. 1275–1250 a. de J.C. ) y Tudhalia IV ( ca. 1250–1220 a. de J.C. ) entraron en tratados con muchos de sus pequeños reyes vecinos. Numerosos documentos de tratados se han conservado intactos.
Del primer milenio a. de J.C. , vienen varios tratados de vasallaje asirios, siendo los más importantes aquellos de Asur-nirari V (754–725 a. de J.C. ) y Esar-Haddon (681–669 a. de J.C. ) con sus vasallos.
Finalmente, un valioso tratado en arameo entre Mati†™ilu de Arpad y su vasallo Bar-ga†™ ayah ha sido conservado en tres documentos separados.
II. Características de los Tratados del Cercano Oriente. El tratado del soberano heteo puede indicar el cuadro general de la estructura literaria de los tratados del Cercano Oriente. Los siguientes elementos estaban regularmente presentados en los textos de un tratado heteo, y presumiblemente en otros tratados: (a) el preámbulo, el cual identifica al autor del tratado y le da sus títulos y atributos; (b) el prólogo histórico, en el cual son contadas las acciones benevolentes del gran rey en favor de su vasallo y se establecen las bases del pedido del soberano sobre su vasallo a fin de que éste rindiera obediencia futura en gratitud por los beneficios pasados; (c) las estipulaciones del tratado — (i) cláusulas generales que estaban dentro de la naturaleza de los principios sobre los cuales las futuras relaciones entre las partes estarían basadas; (ii) estipulaciones específicas; (d) los testigos divinos y garantizadores del tratado; (e) las maldiciones y bendiciones. En adición a estos elementos regulares había normalmente una provisión para dejar depositado el documento del tratado en el santuario, para una lectura periódica del documento del tratado, para un juramento de aceptación del tratado por el vasallo y para una ceremonia religiosa de ratificación, que a menudo incluía sacrificios de sangre.
El prólogo histórico tenía un significado especial. Aunque era normalmente breve en los tratados de paridad, tal vez por la razón de que las relaciones previas entre las partes no eran muy armoniosas, en los tratados del soberano, el prólogo era a menudo de considerable longitud. Parece ser que se lo consideraba como un elemento vital en todo el documento del tratado ya que éste proveía la razón de ser para el establecimiento del tratado. Era en base a los favores extendidos hacia el vasallo y sus súbditos por el gran rey y sus predecesores que el soberano fundaba su demanda para la aceptación del tratado por los vasallos y también su cumplimiento leal en días futuros.
Otro punto de interés para los estudios del Antiguo Testamento es que en los tratados heteos el patrón literario no era rígido. Había considerable variedad, tanto en el orden en el cual los elementos aparecían como en la expresión de cada sección. En algunos casos, los elementos fueron omitidos, siendo difícil saber si deliberadamente o por accidente. Esta libertad para variación permitía la adaptación del patrón literario a cada situación en particular.
III. Tratados en el Antiguo Testamento. Los registros patriarcales mencionan varios tratados intertribales (Gn. 14:13; 21:22-24; 26:26-32; 31:44, 55) los cuales probablemente seguían el patrón de los pactos intertribales de Mari. La práctica en Mari de recibir a grupos tribales vecinos en una relación de paz puede dar la explicación de la aceptación de Josué por los hombres de Gabaón (Jos. 9) o de David por Aquis, rey de Gat (1 S. 27:1-3). Tratados paritarios pueden verse en aquellos entre Salomón e Hiram (1 R. 5:12), entre Baasa y Ben-hadad de Damasco (1 R. 15:19) y entre Acab y Ben-hadad (1 R. 20:34).
Ejemplos de tratados de vasallo pueden verse en el caso de los arreglos de David con los estados arameos derrotados (2 S. 8:6, 14) y con los estados de Moab, Amón y Edom. Salomón, de igual manera, gobernó sobre estos estados (1 R. 4:21). Cuando Omri conquistó a Moab debió haber impuesto un tratado de vasallaje a juzgar por el hecho de que Mesa pagó tributo a Israel (2 R. 3:4 y sigtes.).Véser PIEDRA MOABITA.
Durante el siglo IX a. de J.C. , el pueblo de Israel empezó a sentir los efectos de la expansión asiria. Jehú de Israel se sometió como vasallo a Asiria en 841 a. de J.C. Los últimos reyes de Israel fueron vasallos de los gobernantes asirios Tiglat-pileser III (745–727 a. de J.C. ) (2 R. 15:19 sigtes., 29 sigtes.), Salmanasar V (727–722 a. de J.C. ) y Sargón (722–705 a. de J.C. ).
Judá también fue vasallo de Asiria, primero de Tiglat-pileser III (2 R. 16:7-10), luego de Senaquerib (2 R. 18:19) de Esar-hadón (2 Cr. 33:11 sigtes.) y de Asurbanipal. Después que Judá se independizó de Asiria, llegó a ser vasallo de Egipto (2 R. 23:29-35) y luego de Babilonia (2 R. 24:1, 10-17). Fue cuando el último gobernante de Judá, Zedequías, violó el pacto y despreció las maldiciones del pacto y Judá fue finalmente destruida por Nabucodonosor (Ez. 17:13-21).
La naturaleza de todos estos pactos de vasallaje puede entenderse mejor al compararla con los tratados existentes entre los asirios y sus vasallos.
IV. La Adaptación del Patrón de los Tratados del Cercano Oriente Define el Pacto entre Dios e Israel. El patrón del tratado del Cercano Oriente puede encontrarse en muchas áreas del Antiguo Testamento donde el pacto entre Jehová, el Dios de Israel, y su pueblo está bajo discusión (por ejemplo Ex. 19-24; Jos. 24). Jehová toma el lugar del gran rey que presenta ante sus vasallos las estipulaciones y mandamientos que asegurarán compañerismo y paz. La primera aplicación clara en el Antiguo Testamento del patrón del tratado del Cercano Oriente al pacto entre Jehová e Israel es con referencia al pacto sinaítico, que convirtió a la nación entera en un pueblo en pacto con Jehová. Hubo actos de liberación anteriores que formaron la base de la demanda de Jehová a Israel. Hubo estipulaciones, es decir, el decálogo (Ex. 20), hubo una ceremonia religiosa (Ex. 24) y hubo un juramento de lealtad. Este pacto fue renovado una y otra vez (Jos. 24; 1 S. 12; 2 R. 23; Neh. 9, 10, etc.). En cada renovación del pacto se recitaban los actos de Jehová, se declaraban las estipulaciones del pacto y se tomaba el juramento de lealtad. Había †œbendiciones† para los que obedecían, y †œmaldiciones† para los que desobedecían (Dt. 27; Lv. 26; Jos. 8). En verdad, fue una parte fundamental del punto de vista de la historia de Israel que, en obediencia a Jehová y a su pacto, Israel encontraría prosperidad y paz, mientras el rechazo del pacto sólo conduciría al desastre. Los profetas, los sacerdotes y los poetas reiteraron ese pensamiento una y otra vez. En particular, la carga continua de los profetas de Israel era que el pecado significaba un rechazo del pacto y podría traer juicio.
Está claro que un cuadro que era ampliamente conocido y entendido en el ambiente secular, en el campo de la ley internacional, fue tomado y adaptado para dar expresión concreta a un concepto más profundo de la elección divina de Israel.
V. El Significado de los Tratados del Cercano Oriente para los Estudios del Antiguo Testamento. Los tratados del Cercano Oriente en su estructura literaria, su vocabulario, su situación histórica y hasta cierto punto, su espíritu general, tienen gran significado para los estudios de varias áreas del Antiguo Testamento. Primero, ofrecen la clave para el probable contenido de muchos de los tratados †œseculares† del Antiguo Testamento para los cuales, en general, no se dan detalles en el Antiguo Testamento mismo. Segundo, proveen un molde literario que puede ser usado para la interpretación de ciertos pasajes del Antiguo Testamento. En particular, en ciertas áreas del Antiguo Testamento donde los críticos literarios algunas veces han deseado remover secciones de un pasaje que se consideran agregados editoriales, hay una fuerte duda en excluir pasajes que encajan dentro del patrón total de los tratados del Cercano Oriente. Tercero, hay ciertos materiales comparativos importantes que están disponibles para estudios del vocabulario. Es evidente que hubo un tipo del vocabulario ampliamente difundido por todo el antiguo Cercano Oriente, aunque Israel tenía sus propios términos peculiares para su pacto. Finalmente, el hecho de que el patrón del pacto o tratado fuera ya ampliamente conocido en el Cercano Oriente antes del éxodo hace que su presencia en los relatos del Exodo sea más fácilmente entendida y da respaldo al punto de vista de que la idea del pacto en Israel fue por lo menos tanto, si no considerablemente más antigua, que la época del éxodo.
BIBLIOGRAFIA: G. E. Mendenhall, Law and Covenant in Israel and the Ancient Near East, Pittsburgh, 1955. V. Korosec, Hethitische Statsvertrage, 1931. K. Baltzer, Das Bundesformular, 1960.
Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico