PALMERA

v. Palma
Deu 34:3 la vega de Jericó, ciudad de las p, hasta
Jdg 4:5 bajo la p de Débora, entre Ramá y Bet-el
Psa 92:12 el justo florecerá como la p; crecerá
Son 7:7 tu estatura es semejante a la p, y tus
Joh 12:13 ramas de p y salieron a recibirle


Palmera (heb. tâmâr, tômer, timmôrâh; gr. fóinix). Los eruditos están generalmente de acuerdo en que la palmera de las Escrituras es casi siempre la datilera, un árbol erecto y sin ramas, que ocupó un lugar importante en la economí­a y la vida diaria de la gente en Palestina. Si se cultiva en forma apropiada crece hasta una altura de 18 a 24 m y puede vivir y producir hasta los 200 años. Generalmente comienza a dar fruto al 6º año, y alcanza su madurez a los 30; llega al máximo de su producción al fin del 1er siglo. Sus hojas inferiores, largas y plumosas (llamadas a veces “ramas” en la Biblia), cuando mueren quedan inclinadas hacia abajo alrededor del tronco hasta caer, mientras salen las nuevas (eso le da el aspecto de una sombrilla). Los dátiles crecen en racimos, que pesan entre 15 y 25 kg, y constituyen un elemento importante en la dieta de algunas tribus árabes. Las semillas se muelen como forraje para los animales. Las enormes hojas de las datileras, de 1,8 a 3 m de largo, sirven para muchos usos en la economí­a palestina: techos, cercados, material para esteras y decoración (los árabes dicen que hay tantos usos para una datilera como dí­as en el año). Crecen en densos bosquecillos o solitarias. Puede ser que una vez la mayor parte del valle del Jordan, desde las orillas del Mar de Genesaret hasta el Mar Muerto, haya tenido bosques de datileras, pero ahora sólo hay pocas en Palestina, excepto a lo largo de la llanura marí­tima de Filistea y en la región alrededor de Jericó. La casi extinción de estos árboles importantes y gráciles ha sido atribuida al descuido de su cultivo, porque todaví­a crecen en forman abundante en otras regiones del Cercano Oriente (figs 112, 213, 398). 398. Palmeras en Refidim, en la pení­nsula del Sinaí­. En su huida de Egipto los israelitas llegaron a un bosque de 70 palmeras Elim (Exo 15:27; Num 33:9), y más tarde recibieron la instrucción de Lisar hojas de ese árbol para levantar sus cabañas en la fiesta de los Tabernáculos (Lev 23:40; Neh 8:15). Por cuanto era tan familiar para los israelitas, fue natural que su figura se usara en el diseño del templo de Salomón (1Ki 6: 29, 32, 35) y en el templo de la visión de Ezequiel (Eze_40; 41). Jericó fue llamada “la ciudad de las palmeras” (Deu 34:3; Jdg 1:16; 3:13; 2Ch 28:15). Las hojas eran usadas en diversas celebraciones (Joh 12:13; Rev 7:9; 1 Mac. 13:51; 2 Mac. 10:7). Bib.: PR 169-172. Palmo. Se distinguí­a entre: 1. Palmo mayor o “cuarta” (heb. zereth [del egip. 8r.t]). Medida de longitud equivalente al ancho de 3 palmas (una mano abierta, desde el pulgar hasta el meñique) o a 1/2 codo* (Exo 28:16; 39:9; 1Sa 17:4; Isa 40:12; Eze 43:13). De acuerdo con la escala de valores adoptada por este Diccionario serí­a de 26,16 cm, si se usa el codo egipcio; o 22,23 cm si el codo fuera de 44,45 894 cm (el que se usó para los trabajos del túnel de Siloé). 2. Palmo menor o “ancho de una mano” (heb. teÆ’aj y tôfaj). Medida de longitud derivada del ancho de una mano (o palma; ancho de la base de los 4 dedos); era 1/3 del zereth o 1/6 de codo (Exo 25:25-1; 37:12-1; 1Ki 7:26; 2Ch 4:5; Eze 40:5, 43; 43:13). Medí­a 8,72 cm si se toma el codo egipcio, o 7,41 cm si se emplea el hebreo del s VIII a.C. Palo. Maza, garrote o palo de guerra. En tiempos bí­blicos era una piedra alisada o bola de metal atravesadas por un palo que serví­a de mango. Se sabe que se empleaban desde tiempos muy remotos en todo el Cercano Oriente como un arma de guerra mortí­fera. En la Biblia es traducción del heb. mêÆ’îts (Pro 25:18) y del heb. tôthâj (Job 41: 29). El gr. xúlon, literalmente “madera” (Mat 26: 47, 55; Mar 14: 43, 48; Luk 22: 52), probablemente no era una maza sino un pesado bastón de madera que se iba ensanchando hacia un extremo (como los bates de béisbol), usada como garrote o palo para intimidar, golpear o matar. Otros términos para “palo” son matteh y shêbet. Véase Vara.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

ver PLANTAS

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Planta oleaginosa que crece en forma recta, con gran porte, pudiendo llegar en casos excepcionales, hasta 30 m de altura. Es un árbol de climas cálidos. La que prolifera en Israel es la p. datilera. Los dátiles cuelgan en racimos debajo del penacho de la p. Es posible que de esto surja la expresión poética: †œTu estatura es semejante a la p., y tus pechos a los racimos. Yo dije: Subiré a la p., asiré sus ramas† (Can 7:7-8). Cuando Israel viajaba por el desierto acampó en †¢Elim, †œdonde habí­a doce fuentes de aguas, y setenta p.† (Exo 15:27). †¢Jericó era llamada la †œciudad de las p.† (Deu 34:3). La expresión †œtierra que fluye leche y miel†, usada siempre en relación con la tierra de Canaán, es indicativa de abundancia, de mucha fructificación (Exo 3:8, Exo 3:17; Exo 13:5; Exo 33:3). Los rabinos interpretan que la miel mencionada en esa frase es una alusión a la que se extrae de la p. datilera. †¢Plantas de la Biblia.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, TIPO FLOR ALIM ARBO

ver, TADMOR

vet, (heb. “tamar”, “timmorah”, “tomer”; gr. “phoinix”). Es un árbol grande (Cnt. 7:7, 8); recto y alto, sirve como sí­mil para el crecimiento del justo (Sal. 92:13); era contado entre los árboles frutales (Jl. 1:12). Inspiró los motivos decorativos del Templo de Salomón y de otros santuarios (1 R. 6:29, 32, 35; Herodoto 2:169). Las palmeras simbolizaban la victoria y la paz (1 Mac. 13:51; 2 Mac. 10:7; Jn. 12:13; Ap. 7:9). La expresión “ramas de palmeras” que se halla en pasajes como Lv. 23:40; Neh. 8:15; Jn. 12:13 no se corresponde con el actual lenguaje botánico. Son pocas las palmeras que presentan ramas en el sentido que se entiende el término en botánica, y la palmera datilera de la que se hallan ciertas especies en Palestina no las tiene. Este término se refiere entonces a las palmas, que se asemejan a grandes plumas, y que tienen una longitud de 1,20 a 1,80 m. Las palmeras abundaban en el valle del Nilo; habí­a en Elim, en el desierto, cerca del mar Rojo (Ex. 15:27); en Edom (Virgilio, Geórgicas 3:12). La palmera medraba en diversos lugares de Judea, en En-gadi, en las costas del mar de Galilea, en el valle del Jordán, y especialmente en Jericó, “la ciudad de las palmeras” (Dt. 34:3; Jue. 1:16; 2 Cr. 28:15). Según Estrabón, Josefo, etc., el bosque de palmeras de Jericó tení­a 20 Km. de longitud y, a decir de Plinio, sus dátiles eran los mejores, gracias a lo salino del terreno (cfr. Gn. 14:7, donde aparece la palmera en el nombre geográfico de Hazezon-tamar; Dt. 34:3; Ant. 9:1, 2; Guerras 1:6, 6; 3:10, 8); los nombres de Sansana (al sur de Judá, Jos. 15:31) y de Quiriat-sana (Jos. 15:49) evocan las palmeras. Se hallaban también en el monte de Efraí­n, cerca de Bet-el (Jue. 4:5; 20:33); cerca de Jerusalén (Neh. 8:15; Jn. 12:13); al este de Damasco, en la ciudad que recibió sucesivamente los nombres de Tadmor y Palmira (véase TADMOR). También medraban las palmeras a lo largo del curso inferior del Tigris y del Eufrates (Herodoto 1:193). Los griegos y romanos consideraban a la palmera como el árbol tí­pico de Palestina y de los paí­ses vecinos. Las monedas acuñadas en Roma para conmemorar la toma de Jerusalén en el año 70 d.C. representaban a Judea bajo la imagen de una mujer desolada sentada bajo una palmera datilera. Este árbol, tan extendido en Palestina en el pasado, desapareció de casi toda ella, con excepción de la franja marí­tima de Filistea y de los parajes de Beirut; pero ahora se han vuelto a plantar grandes extensiones. La palmera que se halla constantemente en las Escrituras es casi siempre la “Phoenix dactylifera”, palma datilera que se levanta entre 14 y 20 m. de altura. Su estí­pite (tallo largo y sin ramificar), derecho y de grosor constante, lleva las marcas de las palmas caí­das, y está coronado por una copa de grandes palmas siempre verdes. Tiene una vida de 100 a 200 años; con él se pueden hacer techos, paredes, empalizadas, esteras, canastos. Se atraviesa la parte tierna de la espata para extraer el jugo, que da azúcar por evaporación. Mediante fermentación o destilación se transforma el jugo en una bebida fuerte, llamada arrack (Guerras 4:8, 3; Herodoto 1:193). Su fruto, los dátiles, es muy abundante, y apreciado por su gran valor alimenticio. Los persas mencionan 360 usos diferentes de la palmera datilera. Los huesos de los dátiles sirven de alimento a los camellos. Puede que los israelitas conocieran otra especie de datilera, la de Palmira, que crece en Tadmor, en el desierto. Es la “Borassus flabelliformis”, cuya palma tiene forma de abanico.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

(heb. ta·már, tó·mer [Jue 4:5]; gr. fói·nix).
Aunque en la actualidad la palma datilera (Phoenix dactylifera) solo se halla en ciertas zonas, en la antigüedad abundaba en Palestina, y parece que era tan caracterí­stica de aquella tierra como lo fue antes y lo es ahora del valle del Nilo (Egipto). Tras la segunda destrucción de Jerusalén, el emperador romano Vespasiano hizo acuñar gran número de monedas con la efigie de una mujer que lloraba sentada bajo una palmera y con la inscripción †œJudaea Capta†. (GRABADO, vol. 2, pág. 751.)
A las palmeras se las asocia con los oasis, y presentan una vista alentadora para los que viajan por el desierto, como en el caso de las setenta palmeras que crecí­an junto a los doce manantiales de agua de Elim, la segunda parada que hicieron los israelitas en su marcha después de cruzar el mar Rojo. (Ex 15:27; Nú 33:9.) Su larga raí­z primaria le permite llegar a fuentes de agua que no se encuentran al alcance de muchas plantas, gracias a lo cual puede crecer en condiciones desérticas.
En tiempos bí­blicos crecí­an palmas en la costa del mar de Galilea (La Guerra de los Judí­os, libro III, cap. X, sec. 8), así­ como a lo largo de la cuenca baja del caluroso valle del Jordán, y abundaban especialmente alrededor de En-guedí­ (Antigüedades Judí­as, libro IX, cap. I, sec. 2) y de Jericó, llamada †œla ciudad de las palmeras†. (Dt 34:3; Jue 1:16; 3:13; 2Cr 28:15.) También crecí­an en las tierras altas, como †œla palmera de Débora†, en la región montañosa de Efraí­n. (Jue 4:5.) De igual manera, crecí­an en los alrededores de Jerusalén, como lo prueba el que se usaran sus frondas cuando se celebraba la fiesta de las cabañas (Le 23:40; Ne 8:15) y en la ocasión en que Jesús entró en dicha ciudad. (Jn 12:12, 13.) Tamar, una de las ciudades de Salomón, recibió su nombre de este árbol. (1Re 9:17, 18.) Asimismo, la tierra de Tiro y Sidón recibió más tarde el nombre Fenicia del griego fói·nix (†œpalmera†; Hch 11:19; 15:3), como posiblemente también la ciudad de Fenice de la isla de Creta. (Hch 27:12.)
La palmera, alta y majestuosa, tiene una silueta grácil y de singular belleza. Su tronco, largo y esbelto, puede alcanzar 30 m. y está coronado con un penacho de largas y robustas frondas. A las muchachas hebreas les tuvo que agradar recibir el nombre Tamar, como se llamaban la nuera de Judá (Gé 38:6), la hermana de Absalón (2Sa 13:1) y su hija, a quien se describe como †œuna mujer de apariencia sumamente hermosa†. (2Sa 14:27.) La estatura de la doncella sulamita se asemejó a la de una palmera, y sus pechos, a sus racimos. (Can 7:7, 8.) La disposición en espiral de sus fibras leñosas la convierten en un árbol de flexibilidad y fuerza poco comunes.
Alcanza su total desarrollo entre los diez y los quince años; produce fruto por unos cien años y después va decayendo hasta que muere a finales de su segundo siglo. Los dátiles crecen en grandes racimos, y la recogida por lo general se efectúa en los meses de agosto y septiembre. Los árabes dicen que la palmera tiene tantas aplicaciones como dí­as tiene el año, pues además de los muchos usos que se da a su fruto, las hojas se emplean para cubrir los tejados y las paredes de las casas, así­ como para hacer vallas, alfombras, cestas y hasta platos. Las fibras se utilizan para hacer cuerdas y aparejos de barcos, y las semillas de dátiles o pepitas molidas sirven de pienso para los camellos. Del árbol se obtiene cera, azúcar, aceite, tanino y resina, así­ como una bebida fuerte llamada arac que se extrae de la savia.
Entalladuras grabadas de palmeras —con su forma erguida, su belleza y productividad— serví­an de decoración para los muros interiores y las puertas del templo de Salomón (1Re 6:29, 32, 35; 2Cr 3:5), así­ como para los laterales de las carretillas usadas en el servicio del templo. (1Re 7:36, 37.) De igual manera, Ezequiel pudo observar que en el templo que vio en visión habí­a palmeras que decoraban las columnas laterales de las puertas de los patios, así­ como los muros y las puertas interiores del templo. (Eze 40:16-37; 41:15-26.) Debido a que la palmera es erguida, alta y productiva, también era un sí­mbolo adecuado del †˜hombre justo†™ †˜plantado en los patios de Jehovᆙ. (Sl 92:12, 13.)
El que la muchedumbre de personas que aclamaron a Jesús como el †œrey de Israel† (Jn 12:12, 13) emplearan frondas de palmera probablemente sirvió para simbolizar tanto su alabanza como su sumisión a la posición real de Jesús. Se dice que los que componen la †œgran muchedumbre† de Revelación 7:9, 10 tienen ramas de palmera en sus manos y atribuyen la salvación a Dios y al Cordero.

Fuente: Diccionario de la Biblia