PALMIRA

Palmira, o Tadmor como sela llama en árabe, era originalmente una villa insignificante, situada en un verde oasis irrigado por una copiosa fuente en medio del desierto sirio. Los habitantes se las ingeniaron para su limitada existencia con las arboledas de palmas que crecí­an alrededor de la fuente y con las pocas cosechas que lograron levantar por la abundancia de agua. La villa yací­a fuera de la ruta de las caravanas que rodeaba el desierto sirio al norte y corrí­a a lo largo de las orillas del Eufrates evadiendo el desierto sirio. Tadmor es mencionada dos veces en los antiguos anales: una vez en las tablas de *Capadocia que se remontan hasta el siglo XIX a. de J.C. , y nuevamente en el siglo XI cuando Tiglatpileser persiguió algunas tribus bedu hasta esta villa. Hay una referencia a Tadmor en la Biblia cuando se afirma que Salomón edificó a Tadmor en el desierto (1 R. 9:18; 2 Cr. 8:4).
Palmira no se menciona sino hasta el 41 a. de J.C. , cuando Marco Antonio envió una expedición de saqueo contra la villa, pero sus legionaries la encontraron desierta. Después de este incidente, Palmira logró mantener una existencia precaria frente a los guerreros partos y los romanos, cayendo eventualmente bajo la protección romana.
Con la llegada de los romanos, los habitantes de Palmira inteligentemente desviaron la ruta de las caravanas del norte y la hicieron pasar a través de su ciudad. Esto les trajo abundante riqueza y de pronto la villa se convirtió en una gran ciudad. Por casi 3 siglos, desde el 30 a. de J.C. , hasta el 273 d. de J.C. , los habitantes gozaron de gran riqueza y prosperidad y construyeron en el corazón del desierto una ciudad que se comparaba en tamaño y magnificencia con otras ciudades del imperio romano.
Palmira tuvo un lugar de gran importancia en la historia del Cercano Oriente durante el siglo III d. de J.C. En una época cuando el imperio romano estaba asediado por los godos en Europa, los partos bajo Shapur invadieron el norte de Siria y conquistaron el Asia Menor hasta Calcedonia. El poder romano en el Oriente parecí­a llegar a su fin y la suerte de Siria y Egipto yací­a en la balanza. En este momento, Odenathus, el prí­ncipe de Palmira, vino a su rescate y restituyó la seguridad de Roma. El recobró Mesopotamia para los romanos y forzó a Shapur a retirarse nuevamente a Partia.
Odenathus murió en el 266 d. de J.C. , y fue sucedido por la reina Zenobia quien vio los asuntos de un modo diferente y en lugar de apoyar lo que le parecí­a un imperio bamboleante, buscó crear un imperio propio. Ella desalojó a los romanos de Siria, Asia Menor y Egipto y reclamó estos paí­ses como suyos.
En 270, ascendió un nuevo emperador, quien, después de derrotar a los godos en Europa, volvió su atención hacia el Oriente para arreglar cuentas con Zenobia. Aureliano, el nuevo emperador, forzó las fuerzas de Zenobia fuera de Egipto y él mismo barrió a los palmireños fuera del Asia Menor y señaló su derrota cerca de Homs. El entonces se dirigió hacia Palmira, y después de un sitio de 3 meses capturó la ciudad y tomó a Zenobia cautiva. A su partida, los palmireños masacraron la guarnición que él dejó detrás. Aureliano regresó y destruyó a Palmira, la cual después de un tiempo pasó a ser una villa insignificante.
Las ruinas presentes de Palmira datan principalmente del siglo III d. de J.C. La ciudad fue edificada sobre un aproximado semicí­rculo con el diámetro cerca de una quebrada, mientras que el resto de la ciudad se extendí­a sobre el área hacia el norte, asentada en una cordillera de montañas bajas, la cual formaba un arco natural alrededor de la ciudad. Las murallas de la ciudad seguí­an los contornos del área circundada. Sobre el sur, la muralla formaba casi una lí­nea recta desde un extremo de la ciudad hasta el otro, y luego se extendí­a en un amplio arco alrededor de la ciudad. Las murallas de la ciudad fueron perforadas teniendo una entrada principal y un número de otras entradas menos importantes. La puerta principal estaba en una pequeña vuelta en la muralla a ca. 274 mts. de su extremidad occidental. Esta conducí­a a una amplia avenida flanqueada por pórticos de columnas en cada lado e iba derecho por unos 229 mts. En ese punto daba una vuelta cerrada hacia el oriente. Las calles secundarias se ramificaban en ángulos rectos desde esta avenida principal en dos direcciones. Aproximadamente a 594 mts. del comienzo de la avenida, habí­a un monumento sostenido por 4 pedestales (tetrapylón), el cual en un tiempo sostenia una estatua. En la primera columna al norte más allá del tetrapylón, hay una columna ostentando una inscripción dedicada a Zenobia inscrita por sus generales Zabdas y Zabbaios. Hacia el sur del tetrapylón yace el ágora o lugar de mercado, un gran patio abierto ubicado dentro de un pórtico rodeado de columnas. A una corta distancia al oriente del tetrapylón, a lo largo de la avenida de las columnas, hay un teatro bien conservado del tipo romano común. Al fin de la avenida están los restos de un pequeño templo. Más allá de este punto la avenida de las columnas llega a su fin con un arco triunfal que está construido en forma oblicua a fin de cambiar la dirección de la avenida hacia el templo de Bel que se encuentra aproximadamente a doscientos setenta y cuatro metros hacia el sureste.
El templo de Bel fue construido sobre una plataforma cuadrada artificialmente elevada (podium) que medí­a ca. 197 mts. de cada lado. Unas escaleras sobre el oeste conducí­an hacia un pórtico cerrado arriba que se abrí­a a un vasto patio abierto por medio de tres puertas. El área del templo consistí­a de una cella relativamente pequeña situada en la mitad del patio, la cual estaba cerrada en sus cuatro lados por un pórtico de columnas. La cella misma contení­a elementos de arquitectura tanto grecorromana como oriental. Unas escaleras conducí­an a la entrada que estaba en el lado occidental. El áxis de la cella era muy corto y la anchura era considerablemente mayor que su longitud. La cella estaba rodeada por una hilera de columnas que tení­an capiteles cubiertos de metal. Las paredes de la cella eran muy gruesas y en la esquina sudoccidental, unas escaleras en el cuerpo de la pared conducí­an hacia el techo.
Al frente de la cella en cada lado habí­a dos recipientes para la purificación de los animales destinados al sacrificio.
De menos importancia que el templo de Bel es un pequeño templo dedicado a Baal-samin, †œseñor de los cielos†. Está situado a lo largo del camino secundario que conduce desde el tetrapylón hacia el norte. Este templo consiste de una cella con seis columnas en el frente (de estilo hexagonal).
Además, los restos de 2 templos cristianos, ca. del siglo V, están en pie en una de las calles secundarias.
En el extremo de la ciudad hay un edificio llamado el Campo de Diocleciano. A éste se llega por una calle de columnas ramificada desde la avenida que empieza en la puerta principal y consiste de una gran cerca, en cuyo extremo occidental hay un edificio con un frente de pórtico de columnas y que consiste de una cámara de audiencias y otros cuartos menores. Su atribución a Diocleciano ha sido puesta en duda en años recientes.
Además de los edificios dentro de la ciudad, Palmira tiene otro atractivo en las tumbas monumentales que están fuera de la ciudad. Algunas de ellas están construidas como torres dentro de las cuales hay largos y estrechos nichos para entierro. Las lajas que sellan las tumbas generalmente tienen una representación del finado y un corto epitafio en arameo. Otras tumbas yacen bajo tierra y consisten de un patio exterior, el cual se abre a una cámara subterránea. Los entierros están generalmente agrupados alrededor de tres paredes de la cámara y la tapa de cada tumba está labrada con una representación de una fiesta funeral, que muestra al finado reclinado y bebiendo de una taza.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

Véase TADMOR.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado