PAN

v. Comida, Proposición
Gen 3:19 con el sudor de tu rostro comerás el p
Gen 18:6 toma .. harina, y amasa y haz p cocidos
Gen 47:19 cómpranos .. por p, y seremos .. siervos
Exo 16:4 he aquí yo os haré llover p del cielo; y el
Deu 8:3 saber que no sólo de p vivirá el hombre, mas
Deu 29:6 no habéis comido p, ni bebisteis vino ni
Jdg 6:19 entrando Gedeón, preparó un cabrito, y p
Rth 1:6 había visitado a su pueblo para darles p
1Sa 21:4 no tengo p común a .. tengo p sagrado
1Ki 22:27; 2Ch 18:26 mantenedle con p .. y agua
2Ki 4:42 trajo al varón de Dios p de primicias
Neh 9:15 les diste p del cielo en su hambre, y en
Job 22:7 no diste .. detuviste el p al hambriento
Job 27:14 y sus pequeños se saciarán de p
Psa 41:9 hombre de mi paz .. que de mi p comía
Psa 42:3 fueron mis lágrimas mi p de día y de
Psa 78:25 p de nobles comió el hombre; les envió
Psa 104:14 la hierba .. sacando el p de la tierra
Psa 105:40 codornices .. y los sació de p del cielo
Psa 146:7 hace justicia .. da p a los hambrientos
Pro 4:17 porque comen p de maldad, y beben vino
Pro 9:17 y el p comido en oculto es sabroso
Pro 20:17 sabroso es al hombre el p de mentira
Pro 22:9 será bendito .. dio de su p al indigente
Ecc 9:7 anda, y come tu p con gozo, y bebe tu
Ecc 11:1 echa tu p sobre las aguas .. lo hallarás
Isa 4:1 nosotras comeremos de nuestro p, y nos
Isa 33:16 se le dará su p, y sus aguas serán
Isa 55:2 ¿por qué gastáis el dinero .. que no es p
Isa 55:10 da semilla al que .. y p al que come
Isa 58:7 ¿no es que partas tu p con el hambriento
Lam 4:4 pequeñuelos pideron p, y no hubo quien
Joe 2:19 he aquí yo os envío p, mosto y aceite, y
Amo 4:6 hubo falta de p en todos vuestros pueblos
Mat 4:3; Luk 4:3 estas piedras se conviertan en p
Mat 6:11; Luk 11:3 p nuestro de cada día, dánoslo
Mat 7:9; Luk 11:11 si su hijo le pide p, le dará una
Mat 12:4 comió los p de la proposición, que no les
Mat 14:17; Luk 9:13 no tenemos aquí sino cinco p
Mat 15:26; Mar 7:27 no está bien tomar el p de los
Mat 15:33 ¿de dónde tenemos nosotros tantos p en
Mat 16:5; Mar 8:14 se habían olvidado de traer p
Mat 26:26; Mar 14:22; Luk 22:19; 24:30


Pan (heb. lejem; gr. ártos). Principal elemento de alimentación en Palestina. Otros artí­culos como la carne, las frutas y las verduras ocupaban un lugar secundario en la alimentación. El pan se hací­a de cebada (Jdg 7:13; Joh 6:13) o de trigo (Exo 29:2; etc.). La harina era molida gruesa (Lev 2:14, 16), normal (Exo 29:2) o fina (Gen 18:6). Para elaborarla se usaba un mortero o diversos tipos de molinos* de fricción. En tiempos del NT se empleaban molinos rotativos. En Exo 8:3 se mencionan recipientes para amasar o artesas. La forma de los panes era diferente de la nuestra, ya que generalmente parecí­an tortillas delgadas y planas. Habí­a tanto panes con levadura (12:34) como sin ella (Gen 19:3). Estos últimos tení­an importancia en la celebración de la Pascua, cuando durante 7 dí­as se debí­a comer pan sin levadura (Exo 13:6, 7; Lev 23:5, 6). El pan de la proposición* era un elemento destacado en el servicio del tabernáculo y del templo (1Ch 9:32; 2Ch 13:11; Neh 10:32, 33; etc.). Jesús escogió el pan quebrado como un sí­mbolo de su cuerpo quebrantado en la ceremonia que debí­a conmemorar su muerte (Mat 26:26; etc.). Véanse Cena del Señor; Horno; Pan, partir el. Pan, Partir el. Expresión que se usa en la Biblia en relación con la partición del pan que se realizaba en la celebración de la Cena del Señor (Mat 26:26; Mar 14:22; Luk 22:19; 1Co 11:24), y también para el partimiento del pan en comidas corrientes (Mat 14:19; 15:36; Mar 8:6, 19; Luk 24:30, 35). En Act 2:42, 46 y 20:7 el término se puede aplicar a una comida comunitaria o a la participación en la Cena del Señor o a ambas. De acuerdo con 2:46 el pan se partí­a diariamente, pero Cristo no estableció momentos especí­ficos para observar esta ceremonia. Pan de la proposición. (heb. maªreketh, “[pan de la] colocación”; maªreketh lejem y lejem hamma areketh, “pan colocado”; lejem happanîm, literalmente “panes de la cara” o “panes de la presencia”; gr. h’ próthesis tón ártí‡n, “hogazas que se presentan delante” [de Dios; Heb 9: 21]). Pan sin levadura colocado permanentemente sobre la mesa de los panes de la presencia en el santuario* (Exo 25:30; Lev 24:5-8; 1Ki 7:48). Aunque la Biblia no aclara si este pan era leudado o no, Josefo afirma que no se usaba levadura en su preparación. 895 Eran 12, que se cambiaban cada sábado. Puesto que se consideraban sagrados, los que retiraban los sacerdotes los comí­an “en lugar santo” (Lev 24:5-9). Los panes constituí­an una perpetua manifestación de acción de gracias a Dios por parte de las 12 tribus, por las bendiciones que recibí­an a diario de él. En el cp 24:5 y 7 se dieron instrucciones definidas para la preparación y el uso de los panes de la proposición. Cada pan se hací­a con unos 4 cuartos de harina, como en el caso de la oblación (cp 2:1) y, en algunas circunstancias, como la ofrenda para expiación (cp 5:11). Algunos levitas coatitas preparaban los panes y los ordenaban (1Ch 9:32). En el templo de Salomón habí­a varias “mesas de los panes de la proposición”, que eran 10 (1Ch 28:16; cÆ’ 2Ch 4:8, 19), aunque por lo común se encuentra sólo la palabra “mesa” para referirse a ellas (1Ki 7:48). Posiblemente, aunque eran varias, se las consideraba como si fueran una sola (2Ch 13:11; 29:18). Sobre la ubicación de la mesa véase el cuadro de la p 1124. Bib.: FJ-AJ iii.6.6.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

se indica como el alimento en general, cuando Yahvéh le dijo al primer hombre, tras expulsarlo del paraí­so: †œCon el sudor de tu rostro comerás el p.†, Gn 3, 19. El p. propiamente dicho, se prepara a partir de una masa de la flor del trigo, el centeno y la cebada, entre otros cereales.

Las primicias de la molienda estaban consagrada a Dios y se reservaba una torta de p., Nm 15, 17-21. Fue el alimento principal de los israelitas, quienes comí­an principalmente p. de cebada, Jc 7, 13; el Evangelio de Juan precisa que los panes que multiplicó Jesús para dar de comer a la multitud que le seguí­a, eran de cebada, Jn 6, 9 y 13. Abraham ofreció p. a los viajeros, que era sí­mbolo de hospitalidad, frente a su tienda, en al encina de Mambré, Gn 18, 1-8. El p. se convirtió en el alimento por excelencia de los pobres, dejando paso al pan de trigo como alimento habitual que anteriormente era comida de los ricos, se envió como presente muy especial a José, que estaba en Egipto, por Jacob, Gn 45, 23.

Inicialmente el p. lo hací­an las mujeres en la casa pero en la época de los reyes habí­a panaderos profesionales, Jr 37, 21. Cuando el profeta Elí­as fue enviado por Yahvéh a esconderse en el torrente de Querit, los cuervos le suministraban allí­ el alimento, p. y carne, 1 R 17, 4-6.

En sentido figurado el maná del que se alimentaron los israelitas en el desierto, es llamado †œp. de los Fuertes†, esto es, de los ángeles, Sal 78 (77), 25; y †œp. del cielo†, Sal 105 (104), 40. El salmista en su aflicción, dice que sus lágrimas son su p. dí­a y noche, Sal 42-43, (41-42), 4; después del saqueo de Jerusalén y de la deportación, le dice a Yahvéh que le ha dado de comer a su pueblo †œun p. de llanto†, Sal 80 (79), 6. En las Escrituras se encuentra una expresión †œbastón de p.†, pues los panes se guardaban ensartados en un bastón, y la expresión equivale a †œprovisión de p.†, Lv 26, 26; Sal 105 (104), 16; Ez 4, 16; 5, 16; 14, 13. Cuando Jesús fue tentado en el desierto por el diablo, estando el Señor con hambre tras cuarenta dí­as y cuarenta noches de ayuno, éste le propuso convertir las piedras en p. para saciar el hambre, si era el Hijo de Dios. El señor le contestó, recordando un texto del A. T., Dt 8, 3: †œNo sólo de p. vive el hombre, sino de toda palabra que sale de boca de Dios†, Mt 4, 3; Lc 4, 3-4.

Jesús se designa a sí­ mismo como el pan de la vida Jn 6, 35; 6, 51, el alimento para alcanzar la vida eterna. En la última Cena, el p. es el sí­mbolo de la comunión de la Iglesia ofrecida en la nueva vida, el p. eucarí­stico; la Eucaristí­a realiza la unidad de la Iglesia en Cristo, 1 Co 10, 16 -17.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

El sostén de la vida, generalmente cocido en horno, de masa hecha de harina de trigo leudada, de varias formas y tamaños. En el tiempo de la Pascua (éxodo 12), los israelitas comieron pan sin levadura por su prisa y recordaban este hecho en su fiesta anual del pan sin levadura (Exo 12:15-20). En tiempos de angustia y de hambre, la mayorí­a de la gente usaba cebada. El pan se usa con frecuencia en sentido figurado para el alimento en general (Gen 3:19; Mat 6:11; comparar Joh 6:43-59). En el tabernáculo y en el templo, el pan de la Presencia indicaba la presencia del Señor, el pan de vida, entre su pueblo.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Jesus es “el pan de vida”: (Jua 6:35, Jua 6:48, Jua 6:5’1). y el pan que nos quiere dar es su “propia carne y su propia sangre”: (Jua 6:48-58). Ver “Eucaristí­a”. – Y quiere dársenos todos los dí­as, es el “pan nuestro de cada dí­a” de Mt.6: I1 y Luc 11:3. ¡Trátalo tu “cada dí­a”! para tener vida abundante: (Jn.6:53-.54, 1Co 11:29-30). Ver “Misa”.

– Prefigurado por el “maná”: (Jua 6:3035, Exo 16:14-36, Num 11:9).

– Prefigurado por el “pan de la proposición” del tabernáculo, Lev 24:5, 1Sa 21:4, Exo 25:30, Exo 40:23.

– La Sagrada Hostia fue prefigurada por el “pan sin levadura” de la Pascua: (Exo 12:39, Exo 13:7, Exo 23:18, Lev 2:4, Lev 7:12, Lev 8:26, Num 6:19. Es sí­mbolo también de los cristianos, 1Co 5:7.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Este término significa, en sentido amplio, el alimento, lo que necesita el hombre para sustentar su vida. Se le dijo al hombre, en forma de condena: †œCon el sudor de tu rostro comerás el p.† (Gen 3:19). Es el mismo sentido con el cual el Señor Jesús enseñó a orar diciendo: †œEl p. nuestro de cada dí­a, dánoslo hoy† (Mat 6:11). Esta vida, sin embargo, no sólo se sustenta de p., †œsino de toda palabra que sale de la boca de Dios† (Mat 4:4).

En un sentido más estricto el p. es un alimento que se obtení­a moliendo el trigo o la cebada y haciendo una masa a la cual se le echaba †¢sal y †¢levadura y se le daba forma redonda y achatada. Para fines rituales no se permití­a el uso de levadura (Lev 2:11). Luego esa masa era cocida, ya fuera †œsobre las ascuas† (1Re 19:6), o †œdebajo del rescoldo† (Gen 18:6), o en un †¢horno (Isa 44:15).
p. de cebada era el más común entre los israelitas, el pan de los pobres (Jua 6:9), considerándose el de trigo, especialmente el hecho con la sémola, como un lujo relativo. Se elaboraba mayormente en el ámbito doméstico (Gen 18:6), siendo el deber del ama de casa o de una esclava o sirviente. Pero con el tiempo se establecieron panaderí­as (Jer 37:21). Se utilizan diversas palabras en hebreo para señalar variadas clases de p., según su tamaño y, probablemente, según su peso. Pero generalmente se traducen todas esas palabras como, simplemente, p.
expresión †œpan y agua† se usa generalmente para indicar las necesidades básicas (Gen 21:14; 1Re 19:6). Mantener a una persona †œcon p. de angustia y con agua de aflicción†, o como se dice hoy, †œa pan y agua†, era darle estrictamente lo necesario para que no muriera (1Re 22:27; 2Cr 18:26). Abstenerse de comer p. era señal de sufrimiento o duelo (Job 33:20; Sal 102:4). †œComer el pan† con alguien era indicación de amistad (Gen 31:54). Así­, †œlos que comí­an tu pan† en Abd 1:7, quiere decir †œtus aliados†.
†¢maná era llamado †œp. de nobles† (Sal 78:25) y †œp. del cielo† (Sal 105:40). El Señor utiliza esta última frase para enseñar que él es el †œverdadero p. del cielo† (Jua 6:31-32).
la victoria de Abraham sobre los reyes de la llanura, †¢Melquisedec †œsacó p. y vino† (Gen 14:18). Esta expresión se reproduce en otros lugares del AT. Por ejemplo, en Pro 9:5, la sabidurí­a invita diciendo: †œVenid, comed mi p. y bebed del vino que yo he mezclado†. El Señor Jesús, †œel p. de vida† (Jua 6:35), instituyó que se le recordara partiendo el p. y tomando vino, lo que hoy es la Santa Cena (Luc 22:19-20).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, ALIM

vet, El pan de los israelitas tení­a la forma de una galleta plana; se hací­a de harina de trigo, en tanto que los pobres empleaban harina de cebada. El grano era molido cada dí­a en un molino manual, y se cocí­a cada dí­a para tenerlo fresco. Si se hací­a para su inmediato consumo, se hací­a frecuentemente sin levadura (Gn. 19:3; 1 S. 28:24; cfr. pan ázimo, procedente de un término gr. que significa “sin levadura”). Sin embargo, el arte de preparar pan leudado era conocido (Mt. 13:33). Se ha planteado la cuestión de si el pan de la proposición, que seguí­a estando bueno al final de ocho dí­as, era leudado. Josefo afirma que no (Ant. 3:6, 6). Durante la primera Pascua, cuando se dio la orden de marcha, la masa estaba ya preparada, pero no estaba aún leudada (Ex. 12:34). El horno familiar privado era un gran recipiente transportable; después de haberlo calentado, se aplicaban las galletas contra sus paredes que, cocidas de esta manera, quedaban muy delgadas. Además del pan que se cocí­a en el horno (Lv. 2:3), se hací­a freí­r, en una sartén poco profunda, una especie de tortas. El pan se hací­a también sobre los mismos rescoldos del hogar, o sobre piedras previamente sobrecalentadas y exentas de cenizas (1 R. 19:6). Este método se empleaba cuando habí­a prisas (Gn. 18:6). En nuestros dí­as, los beduinos hacen fuego en un hoyo cavado en el suelo, limpiándolo a continuación y poniendo allí­ las hogazas o galletas. El pan se cocí­a toda la noche en este horno cuidadosamente cubierto. Sin duda, los israelitas conocí­an este método. La cocción del pan era habitualmente un trabajo reservado a las mujeres (Gn. 18:6; 1 S. 8:13; Lv. 26:26; cfr. Jue. 6:19). En las grandes mansiones era trabajo de esclavos, aunque en las ciudades habí­a panaderos que vendí­an el pan (Jer. 37:21; cfr. Os. 7:4, 6). En la Ley se enumeran las diferentes maneras de pan que se podí­an ofrecer a Jehová (Lv. 2). Al hablar de “nuestro pan de cada dí­a”, el Señor Jesús se refiere a todo el sustento necesario para un dí­a entero (Lc. 11:3).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[471]
Alimento hecho de harina de cereales, trigo, cebada, maí­z, debidamente amansada, fermentada, cocida, que se desarrollo en el mundo de Occidente. Fue menos frecuente en el Oriente, donde la cultura del arroz hizo el trigo menos productivo.

El cereal gramí­neo es tan antiguo como la cultura humana, la base del cultivo primitivo del a tierra. Desde el 2.500 a de Cristo se conocen formas de trigo en Egipto. Por eso el pan es, además de alimento en todos los pueblos, emblema de fraternidad, de vida y de recompensa en la vida de los hombres.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

El pan es el alimento fundamental del hombre (Am 4, 6; Mc 3, 20; Lc 11, 5; 15, 17), la comida (Lc 14, 15). Aunque hubo panaderos profesionales (Os 7, 4; Jer 37, 21), lo ordinario era que cada dí­a las mujeres hicieran el pan (Jer 7, 18; Mt 13, 33), que ordinariamente era de harina de cebada (Jn 6, 9. 13); el pan de trigo era un lujo de ricos. Se hací­a a manera de torta, incluso llegaba a tener un parecido con las piedras (Mt 7, 9; Lc 11, 11); se guardaba en cestos (Mt 14, 20; Lc 16, 9); se partí­a con las manos: partir el pan incluí­a el repartirlo y significaba la unión entre los comensales (Is 58, 7: Jer 16, 7; Sal 41, 10; Mc 14, 19; 26, 26; Mc 6, 41; 14, 22; Lc 9, 16; 22, 19; Jn 6, 11; 13, 18). Dios da el pan de cada dí­a a todo el que se lo pide (Mc 6, 11; Lc 11, 3). El pan es sí­mbolo de la sabidurí­a (Prov 9, 5; Eclo 5, 3) y del alimento escatológico (Lc 14, 15; 22, 16), de la palabra de Dios (Mt 4, 4; Lc 4, 4). Se usaba también como sacrificio: delante del altar se poní­an y se renovaban cada semana los panes de la proposición (Lev 24, 5-8; Mt 12, 4; Mc 2, 26). Jesucristo se presenta como “el pan del cielo” (Jn 6, 31-32. 49) y “el pan de vida” (Jn 6, 48).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

1. Profano y sagrado

(-> eucaristí­a, templo). El pan, elaborado básicamente con trigo, pero también con centeno, cebada, espelta, avena y otros cereales o semillas (cf. Misná, Resalí­ 2,5) constituye uno de los alimentos fundamentales de la humanidad. Su cultivo proviene de la cuenca mediterránea (en el entorno de Israel) y ha definido la cultura sedentaria de los pueblos de occidente.

(1) Los israelitas, cultura del pan profano. No hay mito del pan. En contra de los intentos más conservadores de grupos como los recabitas*, en Israel ha triunfado la cultura del pan (vino y aceite), definiendo su vida y religión, vinculada a los núcleos habitados y ciudades. Los agricultores de trigo acaban estando vinculados a un campo que siembran y siegan (o dejan en barbecho) rí­tmicamente, año tras año. Ellos dependen de su trabajo, pero también de las condiciones del campo y de la lluvia. En un momento dado, pueden recoger y almacenar los excedentes en graneros (en ánforas de barro cocido). Por otra parte, ellos deben elaborar el trigo (trillarlo, molerlo, amasarlo con agua, cocerlo) para que sirva de ali mentó, en un proceso que muchas veces se ha entendido de forma religiosa. Significativamente, en contra de lo que sucede en otras cultura, la Biblia no ofrece un mito del cultivo y elaboración del pan, como el de Baal* entre los fenicios y cananeos: año tras año perece Baal, vencido por Mot, poder de muerte, siendo enterrado, como semilla en las entrañas de la tierra; pero su hermana Anatu lucha contra la muerte: “con el cuchillo le partió; con el bieldo le bieldó, en el fuego le quemó, con piedras de molienda le trituró, en el campo lo diseminó” (Textos de Ugarit 1.6. II, 26-34). Esta escena de siega y trilla distingue y vincula en el mismo Dios muerte y vida: muere Baal, señor de la lluvia y trigo, para renacer, en la cosecha anual, encarnado en el pan de la comida; vuelve Baal de la muerte, sigue el verano al invierno, la cosecha florece en el campo antes yermo. Trigo y vino son “dios” y sustentan la vida de hombres y mujeres en la tierra. En esa lí­nea se sitúa el mito griego de Deméter y Perséfone: el Dios del subsuelo ha raptado a Perséfone, hija de la Tierra, para que habite seis meses cada año a su lado, haciendo así­ posible que la siembra (sepultada por un tiempo en tierra) nazca multiplicada cada año, en forma de rica cosecha. Estas religiones desarrollan un esquema de sacralidad cósmica, vinculada al proceso de la vegetación y a la comida. Para ellas todo pan (o torta vegetal) es sacramento divino, tanto por su origen (viene de Dios), como por su apertura cósmica (es signo de la tierra y del agua, expresión de la lucha de la vida) y su vinculación humana (es producto del trabajo). En contra de eso, la Biblia no conoce un mito del pan, aunque lo ofrece a Dios como veremos. Su pan es, ante todo, un pan profano.

(2) Pan ofrecido a Dios. Panes de la Proposición. El pan israelita empieza siendo pan profano: no es cuerpo de Deméter o Baal, sino producto de la tierra y del trabajo de los hombres. Pero los panes ázimos y las espigas tostadas de la primera comida de los hebreos en la tierra prometida (Gilgal*; Jos 5,11) pueden verse como un signo de la importancia que tendrá el pan en su culto sagrado. Por otra parte, Melquisedec*, rey de Salem, presentó ante Abrahán los dones de su templo de Jerusalén (pan* y vino*: cf. Gn 14,18); los sacer dotes posteriores del mismo templo de Jerusalén conservaban y ofrecí­an también vino para las libaciones (cf. Jr 35,2-10; Misná, Men 8,7; Lv 23,11; Nm 28,7.14). Pero la ofrenda principal será el pan. (a) Los panes del templo de Nob. Los sacrificios animales eran pasajeros y cí­clicos (semanas, novilunios, equinoccios…). Por el contrario, el pan estaba siempre ofrecido ante Dios, servido y dispuesto dí­a y noche sobre su mesa o altar: “Llegó David a Nob, donde el sacerdote Ajimélec… y le dijo: El rey me ha dado una orden… Así­ pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes o lo que haya para mis muchachos (soldados). Respondió el sacerdote a David: No tengo a mano pan profano, pero hay pan consagrado, si es que los muchachos se han abstenido al menos del trato con mujeres… Y el sacerdote le dio panes consagrados, porque allí­ sólo habí­a el Pan de la Proposición, retirado ya de la presencia de Yahvé para colocar pan reciente el dí­a señalado” (1 Sm 21,2-7; cf. espigas*: Mc 2,23-28). El sacerdote no tiene carne sagrada (que suele comerse de inmediato, tras los sacrificios), sino sólo unos panes que han estado ofrecidos a Dios por un tiempo, posiblemente una semana, encima del altar, y que, tras ser sustituidos por otros recién cocidos, se guardan con respeto, para comida de los sacerdotes: son Panes de la Pro-posición (pro-puestos ante Yahvé) o de la Presencia divina, que David y sus soldados pueden comer, pues están puros, ritualmente limpios, como soldados de una guerra santa. Entre las causas de impureza ritual se destaca aquí­ la relación con mujeres, pues se piensa que el acto sexual masculino, por su derrame de semen, impurifica a quienes lo realizan. Los panes consagrados a Dios se han vuelto santos y sólo pueden comerlos, participando de su santidad, los ritualmente puros, de tal forma que David y sus soldados los comen como sacerdotes impolutos. (Esta relación entre pan consagrado y pureza ritual está en el fondo de muchas formulaciones judí­as y cristianas sobre comidas y ritos, influyendo incluso en la exigencia del celibato de los celebrantes, entendido como ausencia de impureza sexual), (b) Templo de Jerusalén, un sagrario de panes. Los Panes de la Proposición son un elemento importante del ajuar sagrado del templo de Jerusalén, para el que de be construirse “la mesa de madera de acacia, y los utensilios de oro que habí­an de estar sobre la mesa: fuentes, vasos, tazas y jarros para las libaciones” (Ex 25,23-29; 37,10-16). Esa es la mesa de la Presencia sobre la que han de ponerse fuentes, copas, tazas y jarros de libación, con el pan que estará perpetuamente encima de ella (Nm 4,7). “Tomarás flor de harina, y cocerás con ella doce panes. Los colocarás en dos filas, seis en cada fila, sobre la mesa pura en la presencia de Yahvé. Pondrás sobre cada fila (de panes) incienso puro, que hará del pan un memorial, manjar abrasado para Yahvé. Se colocarán en orden cada sábado, en presencia continua ante Yahvé, de parte de los israelitas, como alianza perpetua” (Lv 24,58). La mesa de acacia es, por tanto, un altar para los panes y las ofrendas* y libaciones (para las que se requieren fuentes, copas, tazas, etc.). Estos panes, colocados de forma solemne y perpetua ante Dios, con vino e incienso, constituyen un memorial, en el doble sentido de la palabra: son un recuerdo de lo que Dios hace por el pueblo (al que concede tierra y panes); son un recuerdo y signo de fidelidad que el pueblo eleva sin cesar ante su Dios, ofreciéndole lo mejor de su comida.

(3) Tentación del pan. Volvamos al pan profano, primer alimento de los hombres y mujeres de la Biblia. El gran problema del hombre es el hambre, la primera acción mesiánica será ofrecer comida (pan), seguridad económica. A ese nivel nos situaba Gn 2-3: Eva sintió “hambre” de un pan especial (del fruto del conocimiento pleno); también a Jesús le llega el hambre, necesita saciar su deseo. Esta es la tentación principal de nuestro tiempo: saciar para siempre a los hombres (como sabe en otro contexto Jn 4,15). Parece evidente que sólo es verdadero Mesí­as aquel que ofrece a los hombres el pan, en programa integral de transformación económica. En este contexto se sitúa el diablo de las tentaciones* que dice a Jesús: “si eres Hijo de Dios, di que esas piedras se conviertan en pan” (Mt 4,4; Lc 4,3). Ser Hijo de Dios significa aquí­ imponerse sobre el mundo, convirtiéndolo todo en objeto de consumo, un tipo de comida. En ese sentido, el verdadero Mesí­as serí­a aquel que cumple los deseos de los hombres, dándoles de comer todo lo que necesitan. Es te es el pan de la tentación, el pan diabólico, que no es para compartir y agradecer (como el pan de las multiplicaciones* y de la eucaristí­a*), sino para dominar a los demás. Este es el pan que sacia y nos encierra dentro de nosotros mismos, el pan que nos harí­a dioses (¡hijos de Dios!), pero en la lí­nea del diablo. La humanidad actual sabe producir, de forma que parece estar capacitada para realizar el deseo satánico: convertir la piedra en pan, saciar el hambre. En conjunto, la cultura de occidente, con su desarrollo cientí­fico y técnico, puede resolver el problema de la producción, consiguiendo cantidades ingentes de alimento. Pero lo ha hecho en clave de imposición de unos sobre otros y no de gratuidad. Este es el pan del diablo, el dinero capitalista que destruye a quien lo tiene (le hace perder la gratuidad) y que deja en el hambre a los pobres. En ese sentido podrí­amos decir que el diablo de Mt 4,4 es diablo panadero o capitalista: produce panes suficientes, pero no sabe (no quiere) compartir ni dialogar, pues compartir es amar, dialogar es cultivar la libertad en plano de palabra. En contra de eso, Jesús viene a presentarse como Mesí­as de la palabra, es decir, de una producción que recibe su sentido (se hace mesiánica) allí­ donde se pone al servicio de la comunicación gratuita interhumana. Sólo donde pasamos del puro pan (que se puede hacer mamona) a la palabra del diálogo gratuito, en libertad fraterna y entrega de la vida, puede hablarse de Jesús como Mesí­as, Hijo de Dios.

Cf. E. NODET y T. TAYLOR, The Origins of Christianity, Grazier, Collegeville MI 1998; X. PIKAZA, Fiesta del pan, fiesta del vino, Verbo Divino, Estella 2000; D. RouRE,7es!ís y la figura de David en Mc 2,23-26. Trasfondo bí­blico, intertestamentario y rabí­nico, AnBib 124, Istituto Biblico, Roma 1990.

PAN
2. Eucaristí­a

(-> multiplicaciones, eucaristí­a, vino). El pan compartido constituye un elemento central del mensaje y de la vida de Jesús, tal como aparece en el relato de las multiplicaciones, donde es el pan normal de la comida, ofrecido a todos los que vienen y consumido con ellos, sobre el campo abierto, sin diferencias religiosas o sociales de pureza. (1) Las palabras del pan que se hace cuerpo. Sólo a partir del pan compartido de la vida de Jesús se entiende el pan de la eucaristí­a ritual de la última cena, cuyos relatos (que ahora leemos básicamente desde Mc 14,22-23) asumen y culminan toda la acción de Jesús en Galilea, recreando de forma personal y escatológica algunos elementos importantes de la tradición de su pueblo, (a) Tomó pan (arton). No necesita un signo extraño: del origen de la historia de su pueblo (y de los pueblos de occidente) le ha llegado el pan, que ha estado siempre en el centro de sus gestos y mensaje (multiplicaciones*, Padrenuestro*, tentaciones*…). Ha sido profeta del pan compartido. Con el pan en la mano le hallamos ahora, no necesita cordero pascual, ni panes ázimos* de pascua, sino el pan normal de la vida diaria, (b) Pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Este signo (bendecir, partir y dar el pan) aparecí­a en la multiplicación de los panes (cf. Mc 6,41; 8,6), como signo universal humano. Jesús no ha tenido que inventarlo, (c) Y dijo: ¡tomad! No quiere imponerse sobre los comensales con el pan (como querí­a el Diablo de Mt 4 y Lc 4), sino que les invita a tomarlo, dirigiéndose a ellos como a personas capaces de entender y acoger su gesto. No empieza exigiéndoles un tipo de pureza, no les separa del mundo, ni les impone ninguna obligación, sino que quieran acoger con gozo y libertad el pan de su fraternidad (alianza) de Reino, (d) Esto es mi cuerpo (soma). La mujer* de la unción habí­a perfumado a Jesús sin decir nada, pero su gesto resultaba suficientemente claro, de manera que él pudo responder “ha ungido mi cuerpo para la sepultura”. Pues bien, ahora es Jesús el que dice, ofreciendo el pan, no un perfume (¡que está de hecho incluido en su gesto!): esto es mi cuerpo, (e) ¿Dado por vosotros? La tradición de Marcos y Mateo no añade estas palabras: el signo es claro; al decir cuerpo se está diciendo todo y quien no entienda no sabe escuchar y entender, descubrir y expresar los más hondos misterios de la vida. Cuerpo es la primera señal: señal de enamorada y madre que alimentan y dan vida, señal de padre, amigo, compañero… Jesús lo ha ofrecido, lo da en el pan compartido de la fiesta. No hace falta decir más. Por eso, los textos que como Pablo (1 Cor 11,24) añaden por vosotros (to hyper hymón) o como Lucas (Lc 22,19) dado por vosotros (to hyper hymón didomenon) expresan algo que estaba incluido en el signo más amplio del cuerpo ofrecido y comido, compartido y gozado, en el borde de la muerte, como pan que funda la amistad y convivencia humana. Esa palabra (éste mi Cuerpo) y ese gesto (partir y compartir el pan) constituyen la esencia afectiva y social del mesianismo cristiano, que Jesús ha expresado y ratificado con su vida. El signo y presencia de Jesús es el pan de cada dí­a (Padrenuestro), pan compartido entre todos los hombres, no el alimento de las purificaciones y los ázimos rituales (que comen separados los buenos judí­os), sino el pan de cada dí­a, al que alude el Padrenuestro: la comida que se ofrece a los pobres, se comparte con los pecadores y se abre de forma universal. Este es el pan que puede concretarse y definirse como cuerpo, es decir, como vida expandida, sentida, compartida. Este cuerpo del pan de Jesús es identidad y comunión, individualidad y comunicación, la vida entera alimentada por el pan. En este contexto, cuerpo no es aquello que se opone al alma, exterioridad de la persona, sino persona y vida entera. Cuerpo es el mismo ser humano en cuanto comunicación y crecimiento. Al decir tomad y comed, Jesús viene a definirse en forma de alimento: no vive para aprovecharse de los otros y comerlos (haciendo que le sirvan), sino, al contrario, para ofrecer su vida (cuerpo) en forma de comida, a fin de que otros se alimenten y crezcan con ella.

(2) Sermón del Pan de Vida (Jn 6,2269). El sermón del pan de vida, que forma el núcleo eucarí­stico del evangelio de Juan, está vinculado de un modo muy significativo a la multiplicación* de los panes y los peces (Jn 6,1-15), mostrando de esa forma la relación más intima que existe entre el don del pan (la comida compartida) y el descubrimiento de Jesús como pan de vida, y a la manifestación pascual de Jesús andando sobre el lago, en medio de la noche, mientras sus discí­pulos se afanan contra el viento adverso (Jn 6,1621). Este es para Juan el verdadero lugar de la eucaristí­a, es decir, el descubrimiento de la relación que existe entre la vida y pascua de Jesús y el pan compartido (el misterio mesiánico del pan de Dios). Por eso, en contra de los sinópticos, Juan evangelista no ha sentido la necesidad de introducir un relato de institución eucarí­stica en el contexto de la última cena, entre un pequeño grupo de iniciados (sus discí­pulos finales), porque el tema eucarí­stico pertenece al diálogo y controversia de Jesús con diversos grupo judí­os y cristianos de su tiempo que, sin duda, entienden de formas distintas el sentido del pan. Estos son los cinco elementos esenciales del relato, (a) Eucaristí­a y maná (Jn 6,30-34). Parte de los oyentes le dicen: “Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Les dio a comer pan del cielo”. Jesús les responde. “No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo”. El tema de la eucaristí­a se sitúa en un ámbito de disputa con un tipo de judaismo que, a juicio de Juan, está anclado en un pan que no ofrece comida de vida, pues sigue dejando morir a los humanos. Además, el verdadero autor de aquel maná, que es un primer pan del cielo, no fue Moisés, sino el Padre de Jesús, que ahora quiere ofrecer y ofrece el verdadero Pan del Cielo, que será el mismo Jesucristo, (b) Pan vivo (Jn 6,35). “Entonces le dijeron: Señor, danos siempre de ese pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan vivo (= de vida). El que venga a mí­, no tendrá hambre, y el que crea en mí­, no tendrá nunca sed”. Jesús aparece como un Pan vivo (personal, humano) que sacia un hambre distinta, hambre de Dios y de reino, que atormenta a los hombres desde el mismo principio de los tiempos. En ese sentido se identifica con el árbol de la vida (Gn 2-3) y con el vino de las bodas definitivas de los hombres con Dios (cf. Jn 2,1-11). (c) Carne viva (Jn 6,41-51). “Los judí­os murmuraban de él, porque habí­a dicho: Yo soy el pan que ha bajado del cielo… Jesús les respondió: No murmuréis entre vosotros… Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le daré, es mi carne para vida del mundo”. Ciertamente, los hombres y mujeres comen pan externo y se alimentan de alimentos materiales mientras están en el mundo, con las plantas y animales. Pero sólo les sacia una comida humana, el cuerpo y sangre (el amor, la vida) de otros seres personales. Sólo un hombre puede saciar a otro huma no, como sabe todo enamorado. La vida se vuelve así­ amor, cuerpo mesiánico centrado y culminado en Cristo, (d) Carne (Jn 6,52-57). “Discutí­an entre sí­ los judí­os y decí­an: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros…”. Toda la vida de Jesús y de los hombres se entiende así­ desde la metáfora de la carne (es decir, de la vida) compartida. Cuando Jesús dice “esto es mi Cuerpo”, cuando pide a los suyos “que coman su carne y beban su sangre”, no les ofrece ni pide algo inaudito: simplemente les revela su inmersión en el misterio de Dios, que es vida regalada y compartida: cada persona existe en la medida en que recibe y regala lo que tiene, en gesto de comida mutua. Cada uno vive de los otros y haciendo vivir a los otros, (e) Disputa (Jn 6,66-69). “Desde entonces muchos de sus discí­pulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. Jesús dijo a los Doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Respondió Simón Pedro: Señor ¿donde iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. Este discurso del pan, es decir, de la vida compartida, en corporalidad intensa, suscita una disputa eclesial, que aquí­ se halla centrada en Pedro y en los Doce. Muchos se van: no aceptan la forma que Jesús tiene de entender y proponer la unión entre él y sus discí­pulos, entre los hombres y mujeres entre sí­. Pedro y los Doce se quedan, aunque no acaban de entender la novedad eucarí­stica de Jesús. Ellos son para el discí­pulo* amado, es decir, para el evangelio de Juan unos discí­pulos iniciales, que aún no han logrado entender la hondura eucarí­stica de su misterio. Pero están en camino, forman parte de la Gran Iglesia.

Cf. R. E. BROWN, La comunidad del discí­pulo amado. Estudio de la eclesiologí­a juánica, BEB 43, Sí­gueme, Salamanca 1987; J. L. ESPINEL, La Eucaristí­a del Nuevo Testamento, San Esteban, Salamanca 1980; X. LEONDUFOUR, La fracción del pan. Cidto y existencia en el Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid 1983; L. MALDONADO, La plegaria eucarí­stica, BAC, Madrid 1967; X. PIKAZA, Fiesta del pan, fiesta del vino. Mesa común y eucaristí­a, Verbo Divino, Estella 2000; J. M. SíNCHEZ CARO, Eucaristí­a e historia de la salvación, BAC, Madrid 1983.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Alimento básico constituido por una masa de harina y agua, a veces fermentada, cocida al horno. El pan (heb. lé·jem; gr. ár·tos) era parte integrante de la alimentación de los judí­os y otros pueblos de la antigüedad; el arte de la panaderí­a era de conocimiento general entre los israelitas, egipcios, griegos, romanos y otros pueblos. Incluso en tiempos modernos, en algunas partes del Oriente Medio se considera al pan el alimento principal. A veces la Biblia usa el término †œpan† para referirse al alimento en general, como en Génesis 3:19 y en la oración modelo, donde aparece la solicitud: †œDanos hoy nuestro pan para este dí­a†. (Mt 6:11; compárese con Ec 10:19, nota.)
Para hacer pan los hebreos solí­an emplear harina de trigo o de cebada. Como el trigo era más caro, a menudo tení­an que conformarse con pan de cebada. En Jueces 7:13, 2 Reyes 4:42 y Juan 6:9, 13 se hace referencia al pan de cebada. La harina que se preparaba machacando el grano con un majador en un mortero era bastante gruesa. Sin embargo, también se utilizaba la †œflor de harina†. (Gé 18:6; Le 2:1; 1Re 4:22.) El maná que Jehová Dios suministró a los israelitas mientras vagaron por el desierto se molí­a en molinos de mano o se machacaba en un mortero. (Nú 11:8.)
La costumbre era moler el grano y hacer pan todos los dí­as, y a menudo se hací­a sin levadura (heb. mats·tsáh). Simplemente se mezclaba la harina con agua y no se añadí­a levadura antes de amasar la mezcla. Para hacer pan leudado, lo más común era tomar un trozo de masa apartada de una hornada anterior y desmenuzarla dentro del agua antes de mezclarla con la harina, a fin de que sirviera de fermento. La mezcla se amasaba y se dejaba hasta que fermentaba. (Gál 5:9; véase LEVADURA.)
Los panes solí­an tener forma circular. (Jue 7:13; 1Sa 10:3; Jer 37:21.) De hecho, la palabra hebrea kik·kár (pan redondo) significa literalmente †œalgo redondo†. (1Sa 2:36.) Por supuesto, el pan se elaboraba con diversas formas. Un papiro egipcio menciona que se le daban más de 30 formas distintas.
Se han hallado en las tierras bí­blicas panes redondos relativamente delgados; tortas u hogazas ovaladas, triangulares y de forma de cuña, y panes gruesos y alargados. (Véase TORTA.) No obstante, no parece que las hogazas de pan gruesas que son comunes en el mundo occidental fuesen habituales en el Oriente Medio. Aun en la actualidad el pan oriental suele cocerse en la forma de hogazas delgadas, con un grueso de 1 a 2,5 cm. y un diámetro de unos 18 cm.
Algunas de las ofrendas que los israelitas hací­an a Jehová consistí­an en masas †˜cocidas en el horno†™. (Le 2:4-13.) Aunque no estaba permitido emplear levadura en los holocaustos, sí­ se podí­a utilizar en algunas ofrendas que no se quemaban sobre el altar. (Le 7:13; 23:17.) El consumo de pan leudado estaba prohibido durante la Pascua y la fiesta de las tortas no fermentadas. (Ex 12:8, 15, 18; véase PAN DE LA PROPOSICIí“N.)
La importancia del pan en la alimentación de tiempos bí­blicos queda reflejada en las continuas referencias que se hacen a él en toda la Biblia. Por ejemplo, Melquisedec †œsacó pan y vino† antes de bendecir a Abrahán. (Gé 14:18.) Cuando Abrahán despidió a Agar e Ismael, †œtomó pan y un odre de agua y se lo dio a Agar†. (Gé 21:14.) Jeremí­as recibió diariamente †œun pan redondo† mientras estuvo encarcelado. (Jer 37:21.) En dos ocasiones Jesucristo multiplicó pan de manera milagrosa para alimentar a enormes multitudes. (Mt 14:14-21; 15:32-37.) Jesús enseñó a sus seguidores a orar por el †œpan para el dí­a según la necesidad del dí­a†. (Lu 11:3.) Y el salmista identificó acertadamente a Jehová como el proveedor del †œpan que sustenta el mismí­simo corazón del hombre mortal†. (Sl 104:15.)

Uso figurado. En la Biblia, el término †œpan† se usa también en sentido figurado. Por ejemplo, Josué y Caleb informaron a los israelitas que los habitantes de Canaán †˜eran pan para ellos†™, con lo que al parecer querí­an decir que podrí­an conquistarlos fácilmente y que aquella experiencia sostendrí­a y fortalecerí­a a Israel. (Nú 14:9.) El Salmo 80:5 parece reflejar un profundo pesar, quizás debido al disfavor divino, pues se dice de Jehová, el Pastor de Israel: †œLes has hecho comer el pan de lágrimas†. También se dice que Jehová darí­a a su pueblo †œpan en la forma de angustia y agua en la forma de opresión†, lo que debí­a referirse a las condiciones que tendrí­an durante el sitio y que llegarí­an a ser tan comunes como el pan y el agua. (Isa 30:20.)
El libro de Proverbios dice sobre los que son tan inicuos que †œno duermen a menos que hagan maldad†: †œSe han alimentado del pan de la iniquidad†. (Pr 4:14-17.) Dan la impresión de alimentarse de obras inicuas. Proverbios 20:17 dice de la persona que se gana la vida mediante el engaño y el fraude: †œEl pan que se consigue por falsedad es placentero al hombre, pero después la boca se le llena de grava†. Sin embargo, con relación a la esposa buena e industriosa se dice: †œEl pan de la pereza no come†. (Pr 31:27.)
La Biblia también utiliza el término †œpan† en un sentido favorable. Isaí­as 55:2 muestra que las provisiones espirituales de Jehová son mucho más importantes que las cosas materiales, al decir: †œ¿Por qué siguen pagando dinero por lo que no es pan, y por qué es su afán por lo que no resulta en satisfacción? Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno, y halle su alma su deleite exquisito en la grosura misma†.
Cuando Jesús instituyó la nueva comida con la que se habrí­a de conmemorar su muerte (el 14 de Nisán de 33 E.C.), †œtomó un pan y, después de decir una bendición, lo partió y, dándolo a los discí­pulos, dijo: †˜Tomen, coman. Esto significa mi cuerpo†™†. (Mt 26:26.) Aquel pan significaba el propio cuerpo de Jesús †œque [habí­a] de ser dado a favor de [ellos]†. (Lu 22:19; 1Co 11:23, 24.) El que Jesús †˜partiese†™ el pan en esta ocasión no tení­a nada de particular, pues los panes eran delgados (y quebradizos, pues no tení­an levadura) por lo que era habitual quebrarlos en vez de cortarlos al ir a comerlos. (Mt 14:19; 15:36; Mr 6:41; 8:6; Lu 9:16; Hch 2:42, 46, NTI.)
Como un año antes, Jesucristo habí­a contrastado †œel pan que baja del cielo† con el maná que los israelitas habí­an comido en el desierto, y habí­a dicho con claridad: †œYo soy el pan de la vida†. Explicó que era †œel pan vivo que bajó del cielo†, y añadió: †œSi alguien come de este pan vivirá para siempre; y, de hecho, el pan que yo daré es mi carne a favor de la vida del mundo†. (Jn 6:48-51.) El †œcomer† de este pan debí­a hacerse de modo figurado, ejerciendo fe en el valor del sacrificio de la vida humana perfecta de Jesús. (Jn 6:40.) Tras su ascensión al cielo, Jesús presentó ante su Padre Jehová Dios el mérito de su sacrificio de rescate. Mediante este mérito, Cristo puede dar vida a todos los humanos obedientes. Como se predijo por inspiración divina, Jesús nació en Belén, que significa †œCasa de Pan† (Miq 5:2; Lu 2:11), y por medio de él se hace disponible a toda la humanidad creyente el †œpan† que da vida. (Jn 6:31-35.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

lejem (µj,l, , 3899), “pan; torta; harina; alimento; fruta”. Esta palabra tiene cognados en ugarí­tico, sirí­aco, arameo, fenicio y arábigo. Lejem aparece unas 297 veces durante todos las épocas del hebreo bí­blico. El nombre se refiere a “pan” a diferencia de carne. La dieta común de los primeros hebreos consistí­a de pan, carne y lí­quidos: “Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocí­as tú, ni tus padres la habí­an conocido; para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deu 8:3). Los “panes” que los hebreos de antaño horneaban solí­an ser tortas grandes: “Y acontecerá que todo aquel que haya quedado de tu casa vendrá y se postrará ante él por una moneda de plata o una torta de pan” (1Sa 2:36 lba; cf. bj; aunque en otras versiones dice “trozo” lvp, bla; “bocado” rvr; “hogaza” nbe). También se cocinaban “panecillos” o “tortas” (2Sa 6:19). Tratándose de más de una torta de “pan”, lejem se refiere al “pan” entero (en estos casos, siempre se indica la cantidad exacta): “Después que te hayan saludado, te darán dos panes” (1Sa 10:4 rva; “tortas de pan” lba). “Un pedazo de pan” quiere decir una comida humilde. A esto se refiere Abraham cuando dice a sus tres huéspedes: “Que se traiga un poco de agua †¦ Yo traeré un pedazo de pan, y repondréis vuestras fuerzas” (Gen 18:4-5 rva). En 1Sa 20:27, lejem indica una comida completa: “Saúl preguntó a su hijo Jonatán: –¿Por qué no ha venido a comer [pan] el hijo de Isaí­, ni ayer ni hoy?” (rva). De igual manera, “hacer el pan” puede referirse a la preparación de la comida: “El alimento se prepara para disfrutarlo, el vino alegra la vida” (Ec 10.19 rva). El “sustento de pan” es el sustento diario (pan cotidiano): “Cuando yo os quebrante el sustento de pan, cocerán diez mujeres vuestro pan en un horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y comeréis, y no os saciaréis” (Lev 26:26). La Biblia habla del “pan de la Presencia” que era el pan que se renovaba diariamente delante de la presencia de Dios en el Lugar Santo del tabernáculo o el templo: “Y pondrás sobre la mesa el pan de la Presencia [“proposición” rvr] continuamente, delante de mí­” (Exo 25:30 rva). En varios pasajes lejem se refiere al grano del que se hace el “pan”: “Y comenzaron a llegar los siete años de hambre, tal como José habí­a anunciado. Habí­a hambre en todos los paí­ses, pero en toda la tierra de Egipto habí­a qué comer” (Gen 41:54 rva). La acepción “grano” queda más claro en el paralelismo en 2Ki 18:32 “Hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas”. Lejem puede referirse a comida en general. En Gen 3:19 (primer caso en la Biblia) significa una dieta entera: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan”. Este matiz puede incluir también carne, como en el caso de Jdg 13:15-16 “Entonces Manoa dijo al ángel de Jehová: Te ruego nos permitas detenerte, y te prepararemos un cabrito. Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: Aunque me detengas, no comeré de tu pan”. En 1Sa 14:24, 28 lejem incluye miel y en Pro 27:27 leche de cabra. Lejem puede significar además el “alimento” de animales: “El alimenta a los ganados y a las crí­as de los cuervos cuando graznan” (Psa 147:9 nvi; cf. Pro 6:8). La carne y el grano que se ofrecen a Dios se denominan “pan de Dios”: “Porque ellos presentarán las ofrendas quemadas, el pan de su Dios” (Lev 21:6 rva; cf. 22.13). Hay varios usos metafóricos de lejem. El “pan” de maldad tiene que ver con “alimento” mal habido: “Porque [hombres malvados] comen pan de maldad, y beben vino de robos” (Pro 4:17). Véase también el “pan” o “alimento” que se consigue con engaños (Pro 20:17) y mentiras (Pro 23:3). En la misma lí­nea, en Pro 31:27, la mujer virtuosa “considera la marcha de su casa y no come el pan de ociosidad” (rva), o sea, pan no ganado. El “pan necesario” (Pro 30:8 rvr; “pan cotidiano” rva; “pan de cada dí­a” nvi; “mi porción de pan” lba) es el alimento por el que uno trabaja. En sentido figurado, los hombres son el “alimento” o la presa de sus enemigos: “Solo que no os rebeléis contra Jehová, ni temáis al pueblo de esa tierra, porque serán para nosotros pan comido” (Num 14:9 rva; “nosotros los comeremos como pan” rvr; “serán presa nuestra” lba). En su angustia dice el salmista que sus lágrimas son su “alimento” (Psa 42:3). Las malas acciones se equiparan con alimento; la “comida [del malvado] se mudará en sus entrañas; hiel de áspides será dentro de él” (Job 20:14). En Jer 11:19, lejem se refiere al “fruto de un árbol” y es figura del ser humano y sus descendientes: “No sabí­a que tramaban intrigas contra mí­, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, y cortémoslo de la tierra de los vivientes, para que no se recuerde más su nombre” (lba). matstsah (hX;m’ , 4682), “pan sin levadura, pan ázimo”. Este nombre aparece 54 veces; todos los casos menos 14 se encuentran en el Pentateuco. El resto aparece en narraciones en prosa o en la discusión de Ezequiel sobre el nuevo templo (Eze 45:21). En el Oriente antiguo, el pan casero se hací­a añadiendo levadura a la artesa y trabajando la masa hasta mezclarla toda. El pan hecho con prisa omití­a la masa fermentada (leudada): Lot “les preparó un banquete; hizo panes sin levadura y comieron” (Gen 19:3 rva). En este caso el término se refiere a pan preparado apresuradamente para huéspedes inesperados. Las fiestas de Israel a menudo involucraban el pan ázimo, tal vez haciendo relación entre fermentación, putrefacción y muerte (Lev 2:4 ); o quizás porque el pan ázimo le recordaba su éxodo apresurado de Egipto y los rigores de la marcha a través del desierto.

Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento

1. artos (a[rto”, 740), pan; término quizá derivado de aro, conjuntar, o de una raí­z ar–, tierra. Significa: (a) una hogaza o torta pequeña, compuesta de harina y agua, cocida, de forma oblonga o redonda, y de un grosor como del pulgar. Estas tortas no se cortaban, sino que se partí­an y se consagraban al Señor cada dí­a de reposo, recibiendo el nombre de pan (u hogazas) de la presentación: “pan de la proposición” (Mat 12:4). Cuando el pan de la proposición fue reinstituido por Nehemí­as (Neh 10:32) se impuso sobre los judí­os un tributo de un tercio de ciclo por cabeza (Mat 17:24); (b) el pan de la Cena del Señor (p.ej., Mat 26:26 “tomó Jesús el pan”); el partimiento del pan llegó a ser el nombre de esta institución (Act 2:42; 20.7; 1Co 10:16; 11.23); (c) pan de cualquier tipo (Mat 16:11); (d) metafóricamente, de Cristo como el pan de Dios y de vida (Joh 6:33, 35); (e) los alimentos en general, las cosas necesarias para el mantenimiento de la vida (Mat 6:11; 2Co 9:10, etc.). 2. azumos (a[zumo”, 106), denota pan sin levadura, esto es, sin ningún proceso de fermentación; de ahí­, metafóricamente, de una condición santa, espiritual (1Co 5:7), y de sinceridad y verdad (v. 8). Con el artí­culo significa la fiesta de los panes sin levadura (Mat 26:17; Mc 14.1,12; Luk 22:1, 7; Act 12:3; 20.6).¶ Nota: Para psomion, traducido “pan mojado” en Joh 13:26, lit., “habiendo mojado el bocado”, etc., véase BOCADO.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

El pan, don de Dios, es para el hombre una fuente de fuerza (Sal 104, 14s), un medio de subsistencia tan esencial que carecer de pan es carecer de todo (Am 4,6; cf. Gén 28, 20); así­, en la oración que Cristo enseña a sus discí­pulos, el pan parece resumir todos los *dones que nos son necesarios (Lc 11,3); más aún: fue tomado por signo del más grande de los dones (Mc 14,22).

1. EL PAN DE CADA DíA. 1. En la vida corriente se caracteriza una situación diciendo qué clase de gusto da al pan. El que sufre y parece abandonado por Dios come un pan “de lágrimas”, de angustia o “de ceniza” (Sal 42,4; 80,6; 102,10; Is 30,20) ; el que está elegre lo come con alegrí­a (Ecl 9,7). Del pecador se dice que come un pan de impiedad o de mentira (Prov 4,17) y del perezoso, un pan de ociosidad (Prov 31,27). Por otra parte, el pan no es sólo un medio de subsistencia: está destinado a repartirse. Toda *comida supone una reunión y también una *comunión. Comer el pan regularmente con alguien es ser su *amigo, casi su í­ntimo (Sal 41,10 = Jn 13,18). El deber de la *hospitalidad es un deber sagrado, que hace del pan de cada uno el pan del transeúnte, enviado por Dios (Gén 18,5; Le 11,5.11). Sobre todo a partir del *exilio se carga el acento sobre la necesidad de compartir el propio pan con el hambriento: la *piedad judí­a halla aquí­ la mejor expresión de la caridad fraterna (Prov 22,9; Ez 18,7.16; Job 31,17; Is 58, 7; Tob 4,16). San Pablo, cuando recomienda a los corintios la colecta en favor de los “santos”, les recuerda que todo don viene de Dios, comenzando por el pan (2Cor 9,10). Finalmente, en la Iglesia cristiana la “fracción del pan” designa el rito eucarí­stico que se reparte en favor de todos: el cuerpo del Señor viene a ser la fuente misma de la unidad de la Iglesia (Act 2,42; ICor 10,17).

2. El pan, don de Dios. Dios, después de crear al hombre (Gén 1,29), y de nuevo después del diluvio (9,3) le da a conocer lo que puede comer; y a costa de duro trabajo se procurará lo necesario el hombre pecador: “comerás el pan con el sudor de tu frente” (3,19). Desde entonces la abundancia o carestí­a de pan tendrán valor de signo: la abundancia será *bendición de Dios (Sal 37,25; 132,15; Prov 12,11) y la carestí­a, *castigo del pecado (Jer 5,17; Ez 4,16s; Lam 1,11; 2,12). Así­ pues, el hombre debe pedir humildemente su pan a Dios y aguardarlo con confianza. En este sentido son significativos los relatos de multiplicación de los panes. El milagro obrado por Eliseo (2Re 4,42ss) expresa bien la sobreabundancia del don divino: “Comerán y sobrará.” La humilde confianza es también la primera lección de los relatos evangélicos; tomando de un salmo (78,25) la fórmula: “Todos comieron y se saciaron” (Mt 14,20 p; 15,37 p; cf. Jn 6,12), evocan el “pan de los fuertes,” con que Dios sació a su pueblo en el desierto. En un mismo orden de ideas invitó Jesús a sus discí­pulos a pedir “el pan de cada dí­a” (Mt 6, 11), como hijos que con confianza aguardan todo de su Padre de los cielos (cf. Mt 6,25 p).

En fin, ‘el pan es el don supremo de la época escatológica, ya para cada uno en particular (Is 30,23), ya en el festí­n mesiánico prometido a los elegidos (Jer 31,12). Las *comidas de Jesús con sus discí­pulos preludiaban así­ el festí­n escatológico (Mt 11,19 p) y sobre todo la comida *eucarí­stica, en la que el pan que da Cristo a sus discí­pulos es su *cuerpo, verdadero don de Dios (Le 22, 19).

II. EL PAN EN EL CULTO. 1. La legislación sacerdotal concede gran importancia a los panes “de proposición”, dispuestos en el templo sobre una mesa junto con los vasos destinados a las libaciones (lRe 7,48; 2Par 13,11; cf. Ex 25,23-30). Su origen parece antiguo (lSa 21,5ss). Quizá sea un reflejo del viejo sentimiento religioso que ofrecí­a el *alimento a la divinidad. Para Israel, cuyo Dios rehúsa todo alimento (Jue 13,16), estos panes vienen a ser sí­mbolo de la *comunión entre Dios y sus fieles; los sacerdotes los consumirán (Lev 24,5-9).

2. El pan de primicias formaba parte de la ofrenda llevada a la fiesta de las semanas (Lev 23,17). La fórmula “en gesto de presentación”, “tenufá”, muestra que sigrifica el reconocimiento del don divino, como toda liturgia de *primicias (cf. Ex 23, 16.19). Corresponde naturalmente al sacerdote, representante de Dios (Lev 23,20; cf. Ez 44,30; Núm 18,13). Una intención de reconocimiento y gratitud inspira también la ofrenda del pan y del vino hecha por el rey-sacerdote Melquisedec al Dios creador (Gén 14,18ss).

3. Desde los más antiguos códigos, los panes ázimos acompañan a los sacrificios (Ex 23,18; 34,25) y constituyen el alimento de Israel durante la fiesta de primavera (23,15; 34, 18). La levadura se excluí­a de las ofrendas cultuales (Lev 2,11); en ella se veí­a quizás un sí­mbolo de corrupción. En todo caso cuando la fiesta agraria de los ázimos se unió a la inmolación de la *pascua, el uso del pan sin levadura se puso en relación con la salida de Egipto: debí­a recordar la partida apresurada que habí­a impedido leudar la masa (Ex 12, 8.11.39). Quizá sea el origen del rito sencillamente un uso de la vida nómada, abandonado en la vida sedentaria en Canaán. En lo sucesivo se le unió la idea de renovación: debe desaparecer la vieja levadura (12,15). San Pablo recurre a esta imagen para inducir a los bautizados a vivir como hombres *nuevos (ICor 5,7s). El empleo del pan en el culto halla su *cumplimiento y remate en la *eucaristí­a: Jesús, después de haber multiplicado los panes con gestos litúrgicos (Mt 14,19 p), ordena durante la cena renovar la acción por la que hace del pan su cuerpo sacrificado y el sacramento de la unidad de los fieles (iCor 10,16-22, 11,23-26).

III. EL PAN DE LA PALABRA. El profeta Amós, anunciando el hambre de la *palabra de Dios (Am 8,11), compara el pan con la palabra (cf. Dt 8,3 a propósito del maná). Más tarde, en la evocación del festí­n mesiánico, profetas y sabios hablan del pan que designa la palabra viva de Dios (Is 55,1ss), la sabidurí­a divina en persona (Prov 9,5s; Eclo 24,19-22, cf. 15,1ss). También para Jesús evoca el pan la palabra divina de que se debe vivir cada dí­a (Mt 4,4). Al deseo del pan que se come en el reino escatológico (Lc 14,15) responde Jesús con la parábola de los invitados, que se refiere en primer lugar a la aceptación de la persona y de su mensaje. Parece que san Marcos, al dar al primer relato de la multiplicación de los panes un fuerte contexto de enseñanza, quiere insinuar que estos panes son sí­mbolo de la Palabra de Jesús al mismo tiempo que de su cuerpo entregado (Mc 6,30.34). Según san Juan, revela Jesús el sentido de este milagro afirmando que es el pan verdadero (Jn 6,32s). Se presenta en primer lugar como la palabra en que hay que creer (6,35-47). Como esta palabra hecha carne se ofrece en sacrificio, la adhesión de fe comportará necesariamente la comunión en este sacrificio dentro del rito eucarí­stico (6, 49-58). El pan pedido cada dí­a por el fiel a su Dios, alimento necesario y don de Dios en su misma materialidad, puede significar, con el desarrollo de la fe, la palabra divina y la persona misma del Salvador inmolado, que es el verdadero pan del cielo, el pan de vida, vivo y vivificante (6,32.35.51).

-> Comunión – Don – Eucaristí­a – Maná – Alimento – Palabra de Dios – Comida.

LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teologí­a Bí­blica, Herder, Barcelona, 2001

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas

Las palabras leḥem (aparece más de 200 veces en el AT) y artos (cerca de 100 veces en el NT); ambas significan pan, u otra comida preparada de grano, tales como el trigo o la cebada. El pan es una dádiva de Dios (Rut 1:6; Sal. 104:15); pero, a causa del pecado, deberá ganarse con el sudor de la frente (Gn. 3:19). Jesús enseñó a sus discípulos a orar por el pan de cada día (Mt. 6:11). Al mismo tiempo, es un deber cristiano normal ganarse el pan (2 Ts. 3:8, 12). Ejemplos de usos metafóricos son: pan de aflicción (1 R. 22:27), de lágrimas (Sal. 80:5), de maldad (Pr. 4:17), de balde (31:27), de adversidad (Is. 30:30). El maná fue llamado «pan del cielo» (Ex. 16:4, 22). Refiriéndose a esto, Jesús habló de sí mismo como el verdadero pan que viene del cielo (Jn. 6:32, 33). El pan que se usaba en la Pascua y en el culto en general era sin levadura, considerándose la levadura como simbólica del mal, aunque no así en la parábola de Jesús (Ex. 12:15; 23:18; Mt. 13:13). Pero, en ciertos casos, se permitía el pan leudado (Lv. 7:13; 23:17). Doce tortas de «pan de la proposición» representando la suficiencia de la provisión temporal y espiritual de Dios para su pueblo, eran colocadas cada sábado sobre la mesa dorada en el lugar santo (Lv. 24:5–9). El padre de familia, usualmente, empezaba una comida tomando una torta de pan, dando gracias y distribuyéndola entre los suyos. Jesús siguió esta fórmula en la alimentación milagrosa y en la institución de la Cena del Señor (Jer. 16:7; Mt. 14:19; 15:36; 26:26). Pablo pensaba que la torta de pan sacramental, que era dada a todos los comunicantes, era un símbolo de la unidad de la iglesia (1 Co. 10:17).

William J. Cameron

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (450). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

El pan era el artículo de consumo de mayor importancia en el antiguo Cercano Oriente, y el precio de los cereales es un índice infalible de las condiciones económicas en cualquier período dado. En la primitiva Babilonia el grano de trigo constituía la unidad básica para el sistema de pesas, y los cereales remplazaban al dinero en el comercio. Oseas pagó en grano parte del precio de su esposa.

Si bien contamos con mucha información referente al precio de los cereales, son muy escasas las referencias al precio del pan, porque generalmente lo hacía cada ama de casa. Una referencia del período de Hamurabi (s. XVIII a.C.) da 10 še (alrededor de un vigésimo de siclo) como el precio de alrededor de 2½ litros (4 sila) de pan, y la mitad de esta cantidad constituía la ración diaria para un hombre. (B. Meissner, Warenpreise in Babylonien, pp. 7.) En 2 R. 7.1 el precio a que se cotizan los cereales parecería anormalmente alto, pero era bastante inferior, indudablemente, al que rigió durante el período anterior de escasez. En Ap. 6.6 los precios describen gráficamente las severas condiciones que prevalecen cuando hay escasez.

Probablemente el pan que más se consumía fuera el de cebada. El hecho de que también se alimentaba a los caballos con cebada (1 R. 4.28) no significa necesariamente que se lo consideraba inferior, como ocurre con la avena en la actualidad. Se daba más valor al pan de trigo, y probablemente era bastante común. La espelta también se usaba, pero parece que el centeno no se cultivaba. Ocasionalmente se mezclaban cereales diversos y, como indica Ez. 4.9, también se agregaba harina de lentejas y de porotos.

El término general para granos era dāḡān. Después de ser trillado y aventado, el grano se trituraba en un *mortero, utilizando una mano de mortero, o se trituraba en un *molino, frotando la piedra superior sobre la inferior. El término general para harina era qemaḥ, y cuando hacía falta se agregaba como calificativo el nombre del cereal correspondiente (Nm. 5.15). Lo que probablemente constituía un producto de calidad superior se denominaba ṣōleṯ (cf. 1 R. 4.22), pero algunos expertos consideran que esta palabra debe traducirse “sémola”. Esta era la harina que se usaba en las ofrendas (Ex. 29.40; Lv. 2.5, etc.).

Es probable que la palabra qālı̂˒ se refiera a granos tostados (Lv. 23.14) que se comían sin otra preparación.

La harina, mezclada con agua y sazonada con sal, se amasaba en una batea especial. A esto se agregaba levadura en forma de una pequeña cantidad de masa vieja ya fermentada, hasta que se leudaba toda la masa. También se horneaba pan sin levadura. No se usaba levadura en las ofrendas quemadas al fuego (Lv. 2.11, etc.), y su uso estaba prohibido durante la semana de la pascua. El horneado se hacía con fuego sobre piedras recalentadas, o sobre una tortera o parrilla, o en un horno. El pan con levadura generalmente se hacía en forma de tortas delgadas. Es probable que la forma denominada ˓uḡâ fuese la torta preparada en la tortera, ya que era preciso darla vuelta (Os. 7.8).

Cuando el pan se guardaba demasiado tiempo se secaba y se desmenuzaba (Jos. 9.5 y 12). En Gilgamés 11. 225–229, hay una interesante descripción del deterioro del pan (ANET, pp. 95) (* Comida).

No es extraño que un artículo de consumo tan vital haya dejado su marca en el lenguaje y en el simbolismo. Desde los tiempos más remotos la palabra “pan” se utilizó para comida en general (Gn. 3.19 y Pr. 6.8, donde el heb. tiene “pan”). Desde el momento que constituía el artículo principal de alimentación, se lo describía como “el sustento del pan” (Lv. 26.26), que es probablemente el origen de la frase “sostén de la vida”. A los que eran responsables del pan se los consideraba funcionarios importantes, como en Egipto (Gn. 40.1), y en Asiria un panadero principal es honrado como un epónimo. El pan se utilizó desde tiempos remotos en las comidas sagradas (Gn. 14.18), y en ciertas ofrendas se incluían panes (Lv. 21.6, etc.) Sobre todo, tenía un lugar especial en el santuario en el “pan de la proposición”, o “pan de la Presencia”. Más tarde, el maná fue descrito como “pan del cielo” (véase Sal. 105.40). Nuestro Señor se refirió a sí mismo como el “pan de Dios” y el “pan de vida” (Jn. 6.33, 35), y eligió al pan de la pascua para que constituyese el símbolo conmemorativo de su cuerpo quebrantado.

W.J.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico