PAPIRO

Papiro (heb. gômez). Planta alta que fue abundante a lo largo del Nilo. La palabra generalmente se traduce por “juncos” en la RVR. Su extremo superior en forma de abanico aparece en diseños egipcios y es un sí­mbolo del Bajo Egipto. Sus tallos, atados en manojos se usaban para hacer botes (Isa 18:2) similares a los que surcan el Lago Titicaca, del altiplano peruano-boliviano. Con ellos se fabricaba una especie de papel. El término “papiro” se aplicaba a este material y también (frecuentemente en plural) a los documentos escritos sobre ellos, como el Papiro Nash de un texto bí­blico o los papiros judí­os de Elefantina, Egipto, del tiempo de Nehemí­as (figs 165, 179, 400, 409, 448). Véanse Escribir, Materiales para; Patros. 400. Papiro en crecimiento frente al Museo de El Cairo.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

griego papel de escribir. Planta acuática de la familia de las Ciperáceas. Alcanza entre 1 y 3 metros de altura y forma un rizoma aromático, leñoso y reptante, con la savia los antiguos egipcios fabricaban hojas para escribir, Tb 7, 13. Algunos la usaban para tejer canastos. En una cestilla de p. fue puesto moisés y dejado por su madre entre los juncos del rí­o Nilo, cuando el faraón ordenó la muerte de los niños hebreos, Ex 2, 3.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Un junco o caña que crece en los pantanos y junto a los rí­os o lagos, y que generalmente alcanza una altura de casi 4 m., con hermosas flores en la parte superior. En la antigüedad se lo encontraba principalmente junto al rí­o Nilo, en Egipto, pero también era conocido en Palestina. Para su uso comercial, el tallo se cortaba en secciones de aprox. 30 cm., luego se las cortaba a lo largo, obteniendo tiras muy delgadas que, una vez recortados y prolijados sus bordes, se colocaban una junto a otra para cubrir una superficie mayor. Sobre estas tiras se colocaban otras en forma horizontal y se las prensaba juntas, se las poní­a a secar al sol, se raspaba su superficie y se las frotaba hasta que quedaba una hoja amarillenta de superficie suave, muy parecida al papel que en la actualidad utilizamos para envolver, sólo que más gruesa y pesada. La savia serví­a como pegamento, pero algunas veces se le agregaba otra pasta.

La manufactura de papiro era un empresa floreciente en Egipto, donde con este material se fabricaban canastas, sandalias, botes y otros productos. Esta tarea no era desconocida entre los hebreos (Job 8:11) y algunos creen que la canasta en que fuera colocado el pequeño Moisés estaba construida de papiro (Exo 2:3). Pero el empleo más común de este producto era como material de escritura, tanto que el papel para escribir llegó a tomar el nombre de papiro. El arte de fabricar papiro se remonta al 2000 a. de J.C., y fue el material de escritura más común en el mundo griego y romano desde el 500 a. de J.C. hasta el 400 d. de J.C., cuando fue reemplazado en gran medida por la vitela. Prácticamente no existen dudas de que los libros del NT fueron escritos en papiro. El material se llamaba chartes en gr., y es indudable que Juan escribió su segunda carta en este tipo de papel (2Jo 1:12). Para los libros de mayor extensión (rollos) se añadí­an muchos trozos de papiro que luego se enrollaban. Estos rollos se llamaban biblos o biblion, palabras de las cuales proviene nuestro actual término Biblia (comparar Eze 2:9-10; 2Ti 4:13; Rev 10:2, Rev 10:8-10). El ancho del rollo variaba entre 7,5 cm. y 31 cm., y algunas veces llegaba a tener 8 m. de largo. Se cree que el Evangelio de Lucas medí­a 9,5 m. de largo, 2 Tesalonicenses quizá haya tenido apenas 46 cm., y epí­stolas cortas como Judas o Filemón quizá fueron escritas en una sola hoja pequeña. El autor escribí­a en columnas espaciadas en forma uniforme a todo lo largo del rollo, y el lector leí­a una columna por vez, desenrollando con una mano y enrollando con la otra.

Sin embargo, el papiro se vuelve quebradizo con el tiempo y se descompone fácilmente, especialmente si está en un lugar húmedo. Es por ello que los escritos originales del NT han desaparecido. También, es posible que se hayan leí­do hasta que de ellos sólo quedaran jirones o que hayan sido destruidos intencionalmente en épocas de persecución. Pero se han encontrado miles de antiguos papiros en las arenas secas de Egipto y en otros lugares. Nuestras bibliotecas contienen grandes colecciones de papiros tanto bí­blicos como seculares: textos bí­blicos, documentos legales, contratos matrimoniales, cartas, etc. Muchos de los papiros del NT son anteriores a todos los otros códices, como por ejemplo: el Papiro Rylands, el famoso Papiro Chester Beatty y el más reciente Papiro Bodmer del Evangelio de Juan. Ellos han acrecentado en mucho nuestros conocimientos del idioma gr. y del texto del NT.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

El papiro es una planta acuática como el junco y de la variedad juncia. Era muy común en Egipto y en partes de Palestina. Los tallos de la planta del papiro se abrí­an, se machacaban y se usaban como material de escritura. Los manuscritos hechos de este material son conocidos genéricamente como papiros.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

El papiro es un tipo de †¢junco, de nombre cientí­fico Cyperus papyrus abundante en el Nilo y en algunos pantanos de Israel. Serví­a para muchas cosas, como sandalias, botes, utensilios y, también, unas hojas útiles para escribir sobre ellas, parecidas al papel. éstas se hací­an superponiendo tiras de la pulpa del p. y poniéndola sobre una superficie plana, se usaba un pegamento y se aplicaba presión. Las hojas así­ obtenidas se uní­an unas a otras por sus extremos hasta formar un rollo, que podí­a contener hasta veinte hojas. Durante muchos siglos el papiro fue utilizado ampliamente para todo tipo de documentos hasta la introducción del papel, que vino de China entre los siglos VII y X d.C.

Algunos de los documentos bí­blicos más antiguos que se conocen están escritos en p. y en †¢pergaminos. En †¢Qumrán, por ejemplo, se encontraron muchos trozos de p. que contení­an porciones de los libros de Reyes, Daniel y otros. Muy interesantes han sido los p. extraí­dos en excavaciones arqueológicas que arrojan luz sobre los escritos del NT, especialmente para conocer el griego que se utilizaba cuando fueron escritos los Evangelios y las epí­stolas. Se han encontrado también algunas porciones del NT escritas en p. †¢Plantas de la Biblia.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, ARQU MANU HIST

ver, JUNCO, QUMRíN, EVANGELIOS, MARCOS (Evangelio), JUAN (Evangelio), CHESTER-BEATTY, MANUSCRITOS BíBLICOS

vet, (Jb. 8:11; Is. 18:2; etc. Traducido habitualmente como junco en las versiones castellanas, véase JUNCO). El papiro propiamente dicho es el “Papyrus antignorum”, de la familia de las cyperáceas (así­, no se trata ni de una gramí­nea ni de una juncácea). Sus tallos triangulares, de una altura de hasta 2,5 y 3 m., están coronados por un copete de flores. Se encuentra el papiro en la llanura de Sarón, cerca del mar de Galilea, y se hallaba en las aguas del lago de Huleh (aguas de Merom, actualmente desecado). También medraba a las orillas del Nilo, de donde prácticamente ha desaparecido. El papiro se prestaba a numerosos usos. Los egipcios hací­an con ellos artí­culos como zapatos, cestos, botes y otros objetos (cfr. Ex. 2:3; Is. 18:2). El papel sobre el que escribí­an estaba hecho de fibras sacadas del interior del tallo. El apóstol Juan redactó su segunda epí­stola sobre este tipo de papel, que los griegos llamaban “chartês” (2 Jn. 12). Los estudiosos de la Biblia deberí­an conocer la historia y utilización del papiro, que fue el material base para los mss. egipcios ya desde el mismo albor de la humanidad después del Diluvio, y muy posiblemente antes de ello. En 1778 llegó a Europa el primer papiro. Se trataba del famoso “Papyrus Borgianus”, cuyo desciframiento marca el inicio de la papirologí­a. El proceso del papiro era como sigue: El corazón del tallo se partí­a en bandas finas, que eran dispuestas horizontalmente para constituir el anverso de una hoja, en tanto que el reverso se hací­a con fibras dispuestas verticalmente, en perpendicular a las del anverso. A continuación se prensaban y encolaban anverso y reverso, para formar las hojas que se uní­an entre sí­ para conseguir un rollo. Habí­a rollos que llegaban a medir 38 cm. de altura, aunque los de los escribas no solí­an tener más de 25 cm. En cuanto a la longitud, hay rollos litúrgicos egipcios que llegaban a los 15 m. y aún más. Se conserva uno que pasa de 40 m. Desde el inicio del siglo II d.C., los cristianos dispusieron las hojas de papiro en cuadernos, a imitación de los “codex” (en la antigüedad, los “codex” eran tablillas de madera que se ataban). Para conseguir esta especie de libros, las hojas de papiro eran dobladas por el medio. Lo seco del clima y de las arenas de Egipto ha permitido la preservación de numerosos papiros. El papiro Nash, conservado actualmente en la Universidad de Cambridge, es un pequeño fragmento hebreo del AT que data de alrededor del año 100 a.C. La biblioteca de John Rylands posee pequeños fragmentos gr. del libro de Deuteronomio, procedentes del siglo II a.C. En Oxyrhynchus (a 180 Km. al sur de El Cairo) se descubrieron unos célebres “logia” (palabras de Cristo) escritos sobre papiro. Otro papiro de la biblioteca de John Rylands es uno de los más antiguos fragmentos de ms. del NT, conteniendo Jn. 18:31-33, 37, 38. Ha sido fechado en la primera mitad del siglo II d.C. El hallazgo más espectacular fue el de unos fragmentos del Evangelio de Marcos en la Cueva 7 de Qumrán, estudiados por J. O’Callaghan, S.I., y fechados entre los años 50 y 100 d.C. (Véanse QUMRíN [MANUSCRITOS DE], EVANGELIOS, MARCOS [EVANGELIO DE], JUAN [EVANGELIO DE].) El ms. gr. de Freer, conservado en Washington, contiene ciertas secciones de los profetas menores. Los papiros descubiertos por M. A. Chester-Beatty presentan porciones gr. del AT y del NT. (Véase CHESTER-BEATTY). Los papiros bí­blicos de John H. Scheide (Ez. 19:12-39:29 en gr., y que presentan algunas lagunas), datan del final del siglo II o III d.C. Depositados en la Universidad de Princeton, han sido editados y publicados por A. C. Johnson, H. S. Gehman y E. H. Kase. Los papiros de Elefantina forman una variedad de documentos redactados en arameo. La mayor parte proviene de una colonia judí­a de guarnición en Elefantina y en Siene, donde permaneció desde el siglo VI hasta alrededor del año 400 a.C., para proteger la frontera meridional de Egipto. Otros papiros de importancia son los de la Colección Bodmer, de la Biblioteca Bodmer en Ginebra. Destaca un códice del Evangelio de Juan, cuyos primeros catorce capí­tulos están completos, y el resto en condición fragmentaria, y ha sido fechado alrededor del año 200 d.C. Otros papiros de esta misma colección incluyen textos de Juan y de Lucas, de las Epí­stolas de Pedro, de Judas, todos ellos también de alrededor del año 200 d.C, Hay otros papiros de fecha más tardí­a, con textos de Hechos y de las Epí­stolas universales. (Véanse MANUSCRITOS BíBLICOS, QUMRíN.) Bibliografí­a: A. Calderini: “Tratado de Papirologí­a”, trad. de J. O’Callaghan, Ed. Garriga, 1963; A. Calderini: “Los papiros griegos de la cueva 7 de Qumram”, BAC, 1974; K. Aland: “Kurzgefasste Liste der grieschschen Handschriften des griesvohrn Neuen Testamentes”, Friburgo, 1963; B. M. Metzger: “The Test of the New Testament, its Transmission, Corruption and Restoration”, Londres, 1974; Biblia Hebraica, ed. Kittel-Kahle, Stuttgart; The Greek New Testament, ed. Kurt Aland, Sociedades Bí­blicas; Nuevo Testamento Trilingüe, ed. BoverO’Callaghan, BAC, 1978; Thesaurus Typographiae Hebraicae (facsí­miles), Berlí­n, 1924; Heinrich Zimmermann: “Los métodos histórico-crí­ticos en el Nuevo Testamento”, BAC, 1969; Septuaginta. Vetus Testamentum graece iuxta LXX Interpretes, ed. Rahlfs, Sociedades Bí­blicas. La última edición de la Biblia Hebraica Stuttgartensia es especialmente útil para el estudio del texto hebreo y sus variantes.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Planta alta, de la familia ciperácea (cyperus papyrus), con cuyos tallos seccionados en tiras, entrecruzados, prensados, desecados y pulidos, se creaban superficies aptas para ser soporte, mediante escritura con tintes, de textos gráficos. Al darse esta planta en abundancia en las tierras pantanosas de Egipto y del Mediterráneo oriental, se originó en la zona, desde el primer milenio anterior a Cristo, una producción grande y comercio hábil de estos instrumentos aptos para la escritura. Este comercio se intensificó en la época helení­stica.

El inconveniente de estos papiros, a diferencia de las pieles curtidas en Pérgamo (pergaminos), era su caducidad. Al ser sustancias vegetales, el tiempo las deterioraba, sobre todo en lugares cálidos y húmedos. Se producí­an más en número, por ser fáciles de preparar, y más baratos que los pergaminos. Pero difí­cilmente se conservaban, a no ser en lugares muy secos y aislados del aire y de la contaminación. Por eso la mayor parte de los llegados hasta nosotros provienen de zonas desérticas de Egipto, conservados en las arenas secas del desierto. Así­ aconteció con el hallazgo más portentoso, que fue en Benhesa (Oxirhynkhos), en Tina-el-Yebel (Hermópolis) y en Kom Ishkau (Afroditópolis), con sus 10.000 textos.

De los papiros con contenido religioso, litúrgico o social, relacionados con la Biblia, los más significativos son los de Oxirhynkhos, en donde se halla la primera referencia conocida al texto de San Juan situado hacia comienzos del siglo II. En total los textos de referencia bí­blica no pasan de 1.000 entre los fechados en los seis primeros siglos cristianos.

Al traer los árabes la pasta de papel desde Oriente en el siglo X, los papiros dejaron de usarse y comercializarse.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(heb. gó·me´).
Planta acuática grande perteneciente a la familia de las ciperáceas. Tiene un tallo o tronco triangular que se estrecha hacia la punta, crece en aguas poco profundas hasta una altura de entre 2 y 6 m. y termina en un penacho de paní­culas finas parecidas a hierba. (GRABADO, vol. 1, pág. 544.) El papiro se empleaba en la manufactura de diversos artí­culos, como el utilizado para la escritura.
Esta planta (Cyperus papyrus) crece en aguas estancadas o marismas poco profundas y a lo largo de las orillas de los rí­os de aguas mansas, como el Bajo Nilo, donde en otro tiempo abundaba (en la actualidad casi se ha extinguido). Bildad le preguntó a Job: †œ¿Crecerá y se hará alto el papiro sin un lugar pantanoso?†. (Job 8:11; Isa 35:7.)
Los tallos de la planta flotan en el agua, por lo que la madre de Moisés colocó a su hijo de recién nacido en un †œarca de papiro† revestida de betún y pez, y lo dejó a la deriva, a fin de evitar que muriera. (Ex 2:3.) También se hicieron de papiro embarcaciones de mayor tamaño que sirvieron para viajar distancias más largas. (Isa 18:2.) Se construí­an con haces de tallos de papiro atados juntos. Aunque se estrechaban por los extremos, la parte central era lo bastante ancha como para que los pasajeros pudieran estar de pie. En 1970, Thor Heyerdahl y su equipo navegaron miles de millas por el Atlántico en una embarcación como esa.

Utilización como material de escritura. Cuando los egipcios preparaban papiro como material de escritura, seguí­an un proceso bastante sencillo. Escogí­an la parte gruesa y medulosa de los tallos, que crecí­a bajo la superficie del agua, pues esta aportaba la materia prima más ancha y blanca. Se quitaba la corteza exterior a los corazones medulosos, y estos se cortaban en trozos convenientes de 40 a 45 cm. de longitud. A continuación, la médula celular se cortaba en tiras anchas pero muy delgadas, y se colocaban verticalmente sobre una superficie lisa de modo que se traslapasen ligeramente. Se aplicaba una fina capa de cola y luego se poní­a horizontalmente otra capa de tiras de papiro sobre las verticales. Las capas se batí­an con mazos hasta convertirlas en una lámina unificada. Una vez secadas al sol, las hojas se recortaban según el tamaño deseado. Finalmente, se alisaban y pulí­an con piedra pómez, conchas o marfil. Con este proceso se producí­a un material de escritura de alguna durabilidad, flexible y casi blanco, disponible en muchos tamaños y calidades. Por lo general se escogí­a para escribir el lado que tení­a las tiras horizontales, aunque a veces se usaba el reverso para terminar un escrito. Las juntas de las tiras serví­an para guiar la mano del escritor, que escribí­a con una pluma de caña y un fluido hecho de cola, hollí­n y agua.
Las hojas podí­an pegarse por los extremos para formar un rollo, que solí­a constar de unas veinte hojas. También podí­an doblarse en forma de hojas para formar el códice, semejante a un libro, que se popularizó entre los primeros cristianos. Un rollo medí­a como promedio de 4 a 6 m. de largo, aunque se conserva un ejemplar de 40,5 m. En un principio, la palabra griega bí­Â·blos designaba la médula blanda de la planta del papiro, pero más tarde se utilizó para denominar el libro en sí­. (Mt 1:1; Mr 12:26.) El diminutivo bi·blí­Â·on tiene como plural la palabra bi·blí­Â·a, cuyo significado literal es †œlibritos†, de la que se deriva la palabra †œBiblia†. (2Ti 4:13, Int.) Biblos era una ciudad fenicia que debió su nombre a que fue un importante centro de la industria del papiro.
Los rollos de papiro se utilizaron de manera habitual hasta comienzos del siglo II E.C., cuando el códice de papiro empezó a reemplazarlos. Más tarde, en el siglo IV, la popularidad del papiro empezó a disminuir y fue reemplazado por un material de escribir mucho más duradero: la vitela.
El papiro tení­a una desventaja importante como material de escritura: no era muy duradero. Se deterioraba en un ambiente húmedo y se volví­a muy quebradizo cuando se almacenaba en un ambiente demasiado seco. Hasta el siglo XVIII E.C. se supuso que todos los antiguos manuscritos bí­blicos escritos en papiro habí­an desaparecido. Sin embargo, a finales del siglo XIX se descubrió un buen número de papiros bí­blicos tanto en Egipto como alrededor del mar Muerto, lugares con un clima moderadamente seco, muy necesario para la conservación de los papiros. Algunos de los papiros bí­blicos hallados en estos lugares datan hasta del siglo II o I a. E.C.
A muchos de estos manuscritos en papiro se les denomina †œpapiros†, como el Papiro de Nash, del siglo I o II a. E.C.; el Papiro Rylands III, 458 (siglo II a. E.C.), y el Papiro de Chester Beatty núm. 1 (siglo III E.C.).

Fuente: Diccionario de la Biblia