PARALITICO

Mat 8:6 postrado .. p, gravemente atormentado
9:2


ver ENFERMEDADES

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Ver “Milagros”.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

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Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

DJN
 
La consulta de las concordancias griegas nos depara una gran sorpresa. Aquel a quien ordinariamente llamamos “el paralí­tico” (Jn 5, 1-9) nunca es designado así­ en el texto griego, que le llama “desvalido, impedido, sin fuerzas” (= zerón, en griego, Jn 5, 4), que llevaba treinta y ocho años con su enfermedad o simplemente enfermo (Jn 5, 5-7). Las caracterí­sticas de su enfermedad justifican que nosotros la consideremos como parálisis y a él como paralí­tico. El texto considera como verdadero paralí­tico al que es llevado ante Jesús en una camilla por cuatro personas (Mc 2, 3. 4. 5. 9. 10, y los par. sinópticos). En las curaciones colectivas también figuran “paralí­ticos” (Mt 4, 24). También es mencionado aparte y con la misma enfermedad el siervo del centurión (Mt 8, 4).

Existe un denominador común en la curación de esta clase de enfermos. Lo que arranca al hombre de la parálisis en que vive por lo que se refiere a su relación con Dios y con el prójimo, lo que crea y renueva en él la conducta recta es la iniciativa divina, su gracia, aceptada y recibida por el hombre con corazón agradecido y generoso. Precisamente por eso la curación del paralí­tico presentado en su camilla ante Jesús va precedida del perdón de los pecados. La unión del perdón de los pecados con la curación expresan la misión de Jesús: situar al hombre en la recta relación con Dios, sacándolo de su perturbación aní­mica y corporal.

En la curación del paralí­tico al que más directamente nos referimos (Jn 5, 1-9) es Jesús quien tiene que tomar la iniciativa, a diferencia de los curados de otras clases de enfermedades que se acercan por sí­ o por otros a pedirle a Jesús que les cure. Aquí­ es Jesús quien tiene que tomar la iniciativa. Y, además, una vez ofrecida la posibilidad de la curación le responde aduciendo excusas.

La lección no puede ser más clara: Es la palabra de Jesús la que da la vida. El judaí­smo ha agotado ya todas sus posibilidades, no da más de sí­, ha llegado al lí­mite de sus posibilidades y ha caí­do en una esclerosis total. Sin embargo, se aferra desesperadamente a aquellas posibilidades que aún cree tener y, de un modo especial, a la sacralidad inviolable del sábado, signo y exponente de la alianza eterna de Dios con su pueblo.

En la intención del evangelista parece innegable la intención de contraponer la ineficacia de aquellas aguas de la piscina de Betesda frente al “agua viva”. Del análisis del milagro se deduce claramente que su importancia reside en inculcar una enseñanza fundamental sobre la palabra vivificante de Jesús. La palabra de Jesús da la vida. -> Betzada.

Felipe F. Ramos

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret