PEDRO, EPISTOLAS DE

Dos de las siete epí­stolas llamadas †œuniversales† o †œcatólicas† porque están dirigidas a un grupo amplio de personas. ( †¢Epí­stolas universales (o católicas).

Autor y fecha. Ambas cartas se atribuyen al apóstol Pedro. Sin embargo, se han levantado discusiones al respecto. En cuanto a la primera de las epí­stolas, muchos consideran que el griego que utiliza es demasiado fino, quizás el mejor de todo el NT, lo cual apuntan como posible prueba de que no pudo haber sido Pedro el autor. Si bien es cierto que el apóstol era un pescador galileo sin mucha educación, los crí­ticos dejan de lado el hecho de que era costumbre utilizar amanuenses para este tipo de misivas. Por lo tanto, es posible que este fuera el caso. Los que así­ piensan, señalan a las palabras de 1Pe 5:12 (†œPor conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente…†). Este Silvano es †¢Silas, que era ciudadano romano (Hch 16:19-40) y hombre prominente en el evangelio, compañero de Pablo, que bien pudo haber servido de amanuense, debiéndose a él la refinación en el lenguaje. También se señala que en ningún momento Pedro hace en la primera epí­stola alusiones a la vida del Señor Jesús, lo cual resulta extraño a los crí­ticos. Pero éstos pasan de lado la abundante correspondencia entre muchos de los pasajes que Pedro enseña en 1 Pedro y otros que figuran en los discursos del Señor Jesús.
cuanto a la segunda carta, el griego es de diferente estilo, lo cual puede atribuirse, de nuevo, al uso de un amanuense. Esa fue la opinión de Jerónimo. Algunos crí­ticos alegan que se trata de una obra pseudoepigráfica, esto es, que alguien escribió la carta y la atribuyó a Pedro, como era costumbre hacer con personajes famosos a fin de darle autoridad a un escrito. Al observar las diversas alusiones que se hacen en la epí­stola a escenas de la vida de Pedro con el Señor Jesús, se alega que se trata de un truco del autor para dar la apariencia de que es Pedro quien escribe. Esto, evidentemente, tuerce demasiado las cosas. Esta carta fue utilizada por autores cristianos del siglo II, aunque no siempre decí­an citarla. Clemente de Alejandrí­a, que nació en el año 150 d.C. llegó incluso a escribir un comentario sobre ella. Eusebio, escribiendo alrededor del año 354 d.C. reconoce que algunos dudaban de su canonicidad, pero que la mayorí­a de las iglesias la aceptaban. Sin embargo, no deben menospreciarse las observaciones que se hacen al estilo exageradamente artificioso, casi barroco, del griego que usa 2 Pedro y por lo helenizado que parece su contenido.
estima que Pedro murió en Roma durante la persecución de Nerón, en el año 64 d.C. De manera que estas cartas debieron ser escritas pocos años antes de esa fecha, precisamente desde Roma, que es mencionada como †œBabilonia† en 1Pe 5:13.

Propósito. La primera carta tiene por propósito animar a los creyentes de las regiones del †œPonto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia† para que supieran enfrentar las dificultades que acarrea la profesión de cristiano. Las circunstancias no están relacionadas con una persecución oficial del estado, sino por la oposición general que encontraban entre no creyentes, que ocasionaba sufrimientos.
segunda carta parece estar dirigida a combatir las enseñanzas de un gnosticismo primitivo que se habí­a infiltrado en las iglesias, al igual que lo hací­a Pablo con otras epí­stolas, especialmente †¢Colosenses. Algo curioso en cuanto a esta epí­stola es la relación que tiene con la de Judas. De los veinticinco versí­culos que componen †¢Judas, por lo menos quince aparecen también en 2 Pedro. Es evidente que ambos dependieron de una misma fuente, pero no se sabe si uno de los dos autores copió al otro. Como estas citas comunes se refieren a historias que aparecen en la literatura apócrifa intertestamentaria, los crí­ticos de la autorí­a de Pedro la utilizan para subrayar sus puntos de vista.

Desarrollo. Primera de Pedro. El apóstol comienza evocando la elección de los creyentes, renacidos †œpara una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo† y †œguardados por el poder de Dios†. Aclara que en ese momento, sin embargo, tení­an que ser †œafligidos en diversas pruebas†. Dice que la salvación que disfrutan es algo que los profetas inquirieron y los ángeles †œanhelan mirar†, por lo cual deben ceñir sus lomos y vivir santamente, sabiendo que habí­an sido rescatados †œcon la sangre preciosa de Cristo† y que habí­an renacido †œpor la palabra de Dios que vive y permanece para siempre† (1Pe 1:1-25).
creyentes son †œpiedras vivas … casa espiritual y sacerdocio santo†, agrupados alrededor de la piedra angular, que es Cristo. Pedro ruega a los hermanos que se comporten como †œextranjeros y peregrinos†, absteniéndose †œde los deseos carnales que batallan contra el alma† Les exhorta a obedecer a las autoridades. Los siervos son llamados a la obediencia, poniéndoseles el ejemplo de Cristo, †œquien cuando le maldecí­an, no respondí­a con maldición†. El Señor Jesús es el †œPastor y Obispo de vuestras almas† (1Pe 2:1-25).
mujeres también deben obedecer a sus maridos. Pone como ejemplo a Sara y a †œaquellas santas mujeres† del AT. Todos deben tener la misma actitud, †œno devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo†. Si acaso hay que sufrir †œpor causa de la justicia†, eso es una bienaventuranza. No hay que temer, sino tener †œbuena conciencia†. Es mejor padecer †œhaciendo el bien, si la voluntad de Dios así­ lo quiere†, imitando así­ a Cristo, quien padeció †œpor los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios†. Cristo incluso †œpredicó a los espí­ritus encarcelados† ( †¢Descenso al infierno). Les recuerda su bautismo, que es †œcomo la aspiración de una buena conciencia hacia Dios† (1Pe 3:1-22).
sufrimientos de Cristo son ejemplo para los que le siguen, los cuales no quieren vivir †œconforme a las concupiscencias de los hombres†. Los gentiles se asombran de esto, pero el fin se acerca. Hay que velar y, sobre todo, tener †œferviente amor†. Cada uno debe usar su don †œcomo buenos administradores de la multiforme gracia de Dios†. No deben sorprenderse †œdel fuego de prueba que† les habí­a sobrevenido, sino gozarse de ser †œparticipantes de los padecimientos de Cristo†. Repite que si son †œvituperados por el nombre de Cristo†, son bienaventurados. Lo que tienen que evitar es padecer †œcomo homicida, o ladrón, o malhechor†. Los que padecen †œpor la voluntad de Dios† deben encomendar sus almas al Creador y hacer el bien (1Pe 4:1-19).
se dirige a los ancianos y les amonesta a apacentar †œla grey de Dios†, de manera voluntaria †œno por fuerza … no por ganancia deshonesta … no como teniendo señorí­o†. El Señor Jesús, †œel Prí­ncipe de los pastores†, les recompensará en su venida. Los jóvenes deben ser obedientes y humildes. Anima a todos a la sobriedad y a velar, sabiendo que †œel diablo, como león rugiente†, busca devorarles. †œMas el Dios de toda gracia† les confirmará. Termina señalando que les escribe †œpor conducto de Silvano† y que †œla iglesia que está en Babilonia†, así­ como Marcos, les saludan (1Pe 5:1-14).

Segunda de Pedro. El apóstol comienza hablando del †œconocimiento de Dios y de nuestro Señor†. Luego expone, in crescendo, que los creyentes deben añadir †œa la fe … virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio…† Dice que si esas cosas están en abundancia en ellos no serí­an †œsin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo†. Pedro se preocupará, por tanto, de que ellos tengan siempre †œmemoria de estas cosas†. Por eso les escribí­a, aclarando que no les habí­a predicado †œcon fábulas artificiosas†, sino comunicando su experiencia personal con Cristo. Les habla de la †œpalabra profética más segura†. Ninguna parte de la Escritura †œes de interpretación privada†, sino inspirada por el Espí­ritu Santo (2Pe 1:21).
embargo, †œhubo también falsos profetas entre el pueblo†. Pedro dice que entre los hermanos los habrá también. Son personas que †œpor avaricia harán mercancí­a† de los creyentes. Estos serán condenados, como Dios condenó †œa los ángeles que pecaron†, y a Sodoma y Gomorra. Pero como salvó a Lot, así­ †œsabe el Señor librar … a los piadosos†. Luego el apóstol expone sobre el respeto que se debe guardar a las †œpotestades superiores† de los cuales hablaban mucho los falsos maestros, que son imitadores de †¢Balaam. Considera que estos últimos se comportan como un †œperro que vuelve a su vómito† o una †œpuerca lavada† que retorna a revolcarse en el cieno… (2Pe 2:1-22).
dice que esta es su segunda carta. Que en ambas les recuerda las palabras de los profetas y el mandamiento del Señor, pero recordando que †œen los postreros dí­as vendrán burladores†, diciendo que el Señor Jesús retardaba mucho su promesa de regresar. Esa gente olvidaba voluntariamente muchas cosas, entre ellas, que †œpara con el Señor un dí­a es como mil años, y mil años como un dí­a†. Lo que sucede es que el Señor †œes paciente† y no quiere que ninguno se pierda. Pero el dí­a del Señor vendrá. Los creyentes lo que deben hacer es esperar y apresurarse para ese dí­a, porque esperamos †œcielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia†. Deben entender que †œla paciencia de nuestro Dios es para salvación†, tal como les habí­a escrito Pablo. De manera que, †œsabiéndolo de antemano†, los creyentes debí­an guardarse del †œerror de los inicuos† y, más bien, crecer †œen la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo†.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano