PERRO

Exo 11:7 contra todos .. ni un p moverá su lengua
Jdg 7:5 que lamiere las aguas .. como lame el p
1Sa 17:43 ¿soy yo p, para que vengas a mí con
1Sa 24:14 ¿a quién persigues? ¿A un p muerto?
2Sa 16:9 ¿por qué maldice este p muerto a mi
1Ki 21:19 lugar donde lamieron los p la sangre de
2Ki 8:13 ¿qué es tu siervo, este p, para que haga
2Ki 9:36 comerán los p las carnes de Jezabel
Job 30:1 desdeñara poner con los p de mi ganado
Psa 22:16 p me han rodeado; me ha cercado
Psa 59:6, 14 volverán a la tarde, ladrarán como p
Pro 26:11 como p que vuelve a su vómito, así es
Pro 26:17 como el que toma al p por las orejas
Ecc 9:4 porque mejor es p vivo que león muerto
Isa 56:10 todos ellos p mudos, no pueden ladrar
Mat 7:6 no deis lo santo a los p, ni echéis vuestras
Luk 16:21 aun los p venían y le lamían las llagas
Phi 3:2 guardaos de los p, guardaos de los malos
2Pe 2:22 el p vuelve a su vómito, y la puerca
Rev 22:15 los p estarán fuera, y los hechiceros


griego kuon, latí­n can. Mamí­fero carnicero del cual existen infinidad de variedades. Domesticado desde muy antiguo, Jb 30, 1; se le rindió culto en muchas culturas, como en Egipto y Mesopotamia, y quedan algunas representaciones artí­sticas de él. Animal de poca estima en los tiempos bí­blicos, Ex 11, 7; 22, 30; 1 S 17, 43; vagabundo, Ex 11, 7; Sal 59 (58), 7; carroñero, devorador de cadáveres humanos, 1 R 14, 11; 16, 4; 2 R 9, 36; voraz, no se harta, Is 56, 10-11. Con esta connotación de vil, Mt 7, 6, miserable, Mt 15, 26; Lc 16, 21, ruin, encontramos en la Escritura profusamente el término p., en hebreo keleb, para denostar, injuriar o referirse a alguien despectivamente, Dt 23, 19; Flp 3, 2; Ap 22, 15; para abajarse ante el Creador, 2 R 8, 13; para humillarse ante alguien, 2 S 9, 8; el ofendido reclama que es tratado como p., 1 S 24, 15; 2 S 3, 8. En los libros sapienciales se recurre frecuentemente a la imagen del p., Pr 26, 11, a este lugar acude Pedro en su segunda epí­stola, 2 P 2, 22; Qo 9, 4; Si 13, 18.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

ver ANIMALES

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

En la Biblia no se presenta al p. como un animal doméstico, amigo del hombre. Las descripciones más bien corresponden a p. que deambulaban alimentándose de basura y carroña y que, además, atacaban a otros animales o a personas. Casi todas las expresiones son derogatorias. Se llamaba p. a los que ejercí­an la prostitución masculina (Deu 23:18). A los p. se les tiraba piedras (1Sa 17:43). Así­, un †œp. muerto† es algo indigno, insignificante y sin valor. David pregunta a Saúl: †œ¿A quién persigues? ¿A un p. muerto?† (1Sa 24:14). Con todo, parece ser que existí­a la práctica de amaestrar p. para cuidar el ganado (Job 30:1). Los judí­os acostumbraban llamar p. a los herejes. Pablo no vacila en llamar p. a los falsos maestros (Flp 3:2). Nombre cientí­fico: Canis familiaris. †¢Animales de la Biblia.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, FAUN TIPO CUAD

vet, El perro palestino es análogo al perro vagabundo de la India. Al comienzo de la historia del pueblo de Israel se le ve rondando por las calles y por las afueras de las ciudades (Sal. 59:6, 14), alimentándose de lo que les echaran (Ex. 22:31), lamiendo la sangre derramada (1 R. 22:38; Sal. 68:23) y devorando los cadáveres (1 R. 14:11; 16:4; 2 R. 9:35, 36). En algunas ocasiones, los perros se reúnen para atacar a los hombres (Sal. 22:17, 21). Entrenado, desde una época remota, para ayudar al pastor, a proteger a los rebaños contra las fieras y los ladrones (Jb. 30:1). En ocasiones, ya domesticado, seguí­a a su dueño de lugar en lugar (Tob. 5:11; 11:4), quedándose con él en la casa, comiendo las migas que caí­an de la mesa (Mr. 7:28). Jesús habla de los perros lamiendo las llagas del pobre, a la puerta del rico (Lc. 16:21). Los antiguos se serví­an de los perros para la caza. Eran considerados como inmundos por sus hábitos alimentarios y por sus costumbres. Llamar a alguien perro era un grave insulto (1 S. 17:43; 2 R. 8:13). El término perro se emplea como metáfora para designar a los que son incapaces de apreciar lo grande y lo santo (Mt. 7:6), a los cí­nicos y a los propagadores de falsas doctrinas (Fil. 3:2). Lo mismo que un perro que vuelve a su vómito, vuelven ellos a los pecados que habí­an hecho profesión de abandonar para siempre (2 P. 2:22; cfr. Pr. 26:11). Se cree que “el precio de un perro” (Dt. 23:18) es una alusión a la sodomí­a. Los judí­os de épocas posteriores llamaban “perros” a los paganos porque, según la Ley, eran impuros. El mismo Jesús utiliza este término para expresar, de una manera contrastada, su doctrina de la gracia (Mt. 15:26; Mr. 7:27). Finalmente, en Apocalipsis se denomina perros a los excluidos del cielo (Ap. 22:15).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Existí­a el perro doméstico, querido y apreciado de la familia; pero este cariño al perro debe tener sus lí­mites: los derechos de los hijos deben estar muy sobre él (Mt 15, 26). El perro es el amigo del hombre, al que se entrega en plenitud y por el que hacen cuanto sea necesario, hasta lamerle las llagas, incluso como terapéutica (Lc 16, 21). Existe también el perro vagabundo, salvaje y peligroso (Prov 26, 17), despreciado y sí­mbolo de desprecio (Mt 7, 6; Flp 3, 2).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

(heb. ké·lev; gr. ký·on; ky·ná·ri·on, †˜perrito†™ [Mt 15:26]).
Para los israelitas este animal era inmundo ceremonialmente, así­ que es improbable que pensaran en adiestrar perros. (Le 11:27; Isa 66:3.) Aunque en la Biblia se mencionan a menudo las ovejas y los pastores, solo Job —que no era israelita— habla de †œlos perros de mi rebaño†. (Job 30:1.)
Los perros (Canis familiaris), al igual que las aves carroñeras, se alimentaban de despojos, particularmente en las ciudades. La Ley mandaba que se arrojase a los perros la carne que habí­a despedazado una bestia salvaje. (Ex 22:31.) El juicio de Jehová contra sus enemigos a veces consistí­a en que los perros comiesen sus cadáveres o lamiesen su sangre. Debido al proceder de absoluta infidelidad que siguieron los reyes Jeroboán, Baasá y Acab, cualquiera que perteneciese a sus respectivas casas y que muriese en la ciudad tení­a que ser devorado por los perros. (1Re 14:11; 16:4; 21:24.) En cumplimiento de la palabra de Jehová, los perros lamieron la sangre de Acab y devoraron la carne de Jezabel. (1Re 21:19; 22:38; 21:23; 2Re 9:10, 35, 36.) Indicando que los perros lamerí­an la sangre de los enemigos del pueblo de Jehová, el salmista escribió: †œQue de los enemigos tenga su porción la lengua de tus perros†. (Sl 68:23.) También se predijo que los perros tendrí­an parte en la ruina que vendrí­a sobre las infieles Jerusalén y Judá. Arrastrarí­an los cadáveres, los mutilarí­an, los devorarí­an y lamerí­an su sangre. (Jer 15:3.)

Uso ilustrativo. El sucio hábito que tiene el perro de volver a comer el alimento que ha vomitado sirve para ilustrar el proceder de aquellos que abandonan el camino de la justicia y vuelven a su condición anterior de corrupción. (2Pe 2:20-22; Pr 26:11.) A las personas inmundas moralmente se las llama perros. La ley que Dios dio a Israel decí­a: †œNo debes introducir el alquiler de una ramera ni el precio de un perro [†œprostituto†, Val, 1989; †˜hieródulo†™, Str, nota; †œsodomita†, BAS, nota; †œprobablemente un pederasta; alguien que practica la cópula anal, especialmente con un muchacho†, NM, nota] en la casa de Jehová tu Dios por voto alguno, porque son cosa detestable a Jehová tu Dios, aun ambas cosas†. (Dt 23:18.) Se prohí­be la entrada en la Nueva Jerusalén a todos aquellos que, como los perros callejeros que se alimentan de despojos, practican cosas repugnantes, como la sodomí­a, el lesbianismo, la depravación y la crueldad. (Rev 22:15; véase también Flp 3:2.)
Otros ejemplos que muestran el desprecio que se sentí­a por el perro salvaje son los siguientes: †œ¿Soy yo un perro[?]†, vociferó Goliat a David porque este iba a él con un cayado. (1Sa 17:43.) †œ¿Tras quién estás corriendo? ¿Tras un perro muerto?†, le preguntó David al rey Saúl, para mostrar que era insignificante y que no podí­a hacerle más daño a Saúl que un perro muerto. (1Sa 24:14.) De igual manera, cuando Mefibóset, el hijo de Jonatán, habló con el rey David, se refirió a sí­ mismo como †œun perro muerto†, la condición más baja posible. (2Sa 9:8; véase también 2Sa 3:8; 16:9; 2Re 8:13.) El profeta Isaí­as comparó a los que se decí­an atalayas espirituales de Dios con perros mudos y fuertes en el deseo del alma, completamente inútiles en caso de peligro. (Isa 56:10, 11.) Se comparó a perros tanto a los enemigos de los siervos de Jehová como a los gentiles. (Sl 22:16, 20; 59:6, 14; Mt 15:26, 27; véase SIROFENICIA.) Jesucristo comparó a las personas que no tení­an ningún aprecio por las cosas espirituales con perros, cuando dijo: †œNo den lo santo a los perros†. (Mt 7:6.)
A la luz del sentido figurado negativo ligado al perro, las palabras †œlos perros vení­an y le lamí­an las úlceras† reflejan la baja condición de Lázaro en la parábola de Jesús. (Lu 16:21.) Sin embargo, aun el perro despreciado es mejor que un león muerto, pues el perro vivo está consciente, mientras que el león muerto, a pesar de ser el animal más regio, no tiene conciencia de nada en absoluto. (Ec 9:4, 5.)
Se hizo referencia a la costumbre del perro de lamer el agua y al mismo tiempo vigilar lo que pasa alrededor cuando Dios mandó hacer una prueba a los voluntarios del ejército de Gedeón. Solo los que estuvieran alerta y lamieran el agua de las manos, †œtal como lame el perro†, tení­an que ser escogidos para luchar contra Madián. (Jue 7:5.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

1. kuon (kuvwn, 2965), se utiliza en dos sentidos: (a) natural (Mat 7:6; Luk 16:21; 2Pe 2:22); (b) metafórico (Phi 3:2; Rev 22:15), de aquellos cuya impureza moral los excluirá de la nueva Jerusalén. Los judí­os utilizaban este término para designar a los gentiles, con la idea de impureza ceremonial. Entre los griegos se trataba de un calificativo denotando impudicia. El término lat. canis y el castellano can están relacionados etimológicamente con kuon. 2. kunarion (kunavrion, 2952), diminutivo del Nº 1, cachorro, perrillo. Se utiliza en Mat 15:26,27; Mc 7.27, 28.¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento