POSESION
v. Bien [sust.] Hacienda, Riqueza
Gen 13:6 sus p eran muchas, y no podían morar
Lev 25:34 no se venderá .. es perpetua p de ellos
Num 13:30 subamos luego, y tomemos p de ella
Num 14:24 Caleb .. su descendencia la tendrá en p
Psa 135:4 JAH ha escogido .. a Israel por p suya
Ecc 2:7 tuve p grande de vacas y de ovejas, más
Eze 44:28 no les daréis p en Israel .. yo soy su p
Oba 1:17 santo, y la casa de Jacob recuperará sus p
Mat 19:22; Mar 10:22 triste, porque tenía muchas p
Act 7:5 pero le prometió que se la daría en p; y a
Act 7:45 con Josué al tomar p de la tierra de los
Eph 1:14 hasta la redención de la p adquirida
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Estado no natural en el que las facultades del hombre, y a veces el cuerpo, queda sometido a fuerzas diabólicas por especial y misteriosa permisión divina.
La posesión diabólica es muy rara y en todo caso es un estado que escapa cualquier explicación natural e incluso uniforme en todos los casos: ni siempre depende de la voluntad libre del que la acepta, ni está causada por castigos divinos personales o colectivos, ni necesariamente tiene que ser explicada como tal aunque tenga todos los síntomas.
Ni siquiera es necesario entender como posesión diabólica todos los hechos narrados en los textos evangélicos que aluden a la expulsión de espíritus malignos de algunos de los que acudían a Jesús. Una interpretación más liberal (enfermedad, epilepsia, obsesión psicopática) puede ser también incluida en la categoría de espíritus malos.
Aunque haya sido tratada la posesión diabólica con frecuencia en los medios de comunicación (novelas, prensa, filmes cinematográficos, grupos espiritistas, etc.), se debe pensar con plena claridad que el demonio, de existir como le imaginamos o de actuar como lo sospechamos, está siempre dependiente a lo que Dios tolere y es algo más que una causa de errores y tropiezos para los mortales.
La Iglesia tiene su legislación y su tradición respecto a las posesiones. En el Código de Derecho Canónico (cc. 1172) se autoriza a algunos sacerdotes a pronunciar las invocaciones y plegarias para que el poseso se libre de la influencia maligna. Tradicionalmente también se han usado esas invocaciones para superar estados psicopatológicos que producen signos y reacciones anormales o paranormales. Nada indica que respondan esos síntomas a la acción de un ser espiritual, al que llamamos demonio, o que ese ser actúe en la persona afectada.
Educativamente conviene situar el tema del demonio en su justo medio y alejar al cristiano de la ingenua percepción de los signos no explicables por leyes físicas conocidas. El dominio existe, pero su actuación es muy misteriosa y sólo se da en la medida en que Dios la permite y el hombre la acepta.
(Ver Demonio 5.1)
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
Peripoiein significa (1) ahorrar o preservar para uno mismo, refiriéndose a la vida de uno (psuchē) en Lucas 17:33; (2) adquirir para uno mismo, como Dios compró la iglesia «la cual él ganó con su sangre» como el precio del rescate (Hch. 20:28; cf. Sal. 74:2; Is. 43:21, formado = peripoiein, LXX) o como los diáconos cuando ganan buena estima de la comunidad cristiana (1 Ti. 3:13); efectuar algo por alguien (2 Macabeos 15:21).
Peripoiēsis significa (1) mantener seguro, preservar, ahorrar (Heb. 10:39, con psuchē); (2) la ganancia u obtención, p. ej. de la salvación (1 Ts. 5:9) o la gloria (2 Ts. 2:14); (3) posesión de propiedad. En este sentido aparece en (a) 1 P. 2:9 (cf. Mal. 3:17, LXX peripoiēsis), donde los cristianos son el nuevo Israel, un pueblo de la especial posesión de Dios, los términos laos y moi definen peripoiēsis; y (b) Efesios 1:14, donde peripoiēseōs aparece solo, y el contexto tiene que ver con la garantía de nuestra herencia. Beza sugiere que distingamos dos liberaciones (apolutrōseis), una pasada, la otra esperando en el futuro (Ro. 8:23). Entendemos mejor peripoiēseōs como adquisición en la segunda liberación y traducimos «con miras a una redención, la cual dará posesión». Teodoro Mopsuestia y Severiano interpretaron esto «con miras a que recobremos completamente nuestros privilegios como hijos de Dios», aunque esto implica introducir la expresión tō theō (= a Dios). La promesa de Cristo de que «con la paciencia ganaríamos nuestras almas» (Lc. 21:19) y sus referencias al tesoro celestial sugieren la esperanza de la posesión final de la herencia.
BIBLIOGRAFÍA
Arndt; ICC, Abbott on Eph. 1:14; K. Lake, Beginnings of Christianity, IV, pp. 261–262 sobre Acts 20:28.
Denis H. Tongue
LXX Septuagint
ICC International Critical Commentary
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (478). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología