Biblia

PRISCILIANO

PRISCILIANO

Vida: Nació en España hacia la mitad del s. IV y comenzó sus actividades en torno al 370 ó el 375. Predicador de una ascética muy rigurosa, comenzó su obra en el sur de España, gozando de especial predicamento entre las mujeres. Pronto se le unieron dos obispos, Instancio y Salviano, pero se le opusieron otros dos: Hidacio de Mérida e Itacio de Ossonoba (Algarve). Un concilio celebrado en Zaragoza a fines del 380 condenó las ideas de Prisciliano y sus adeptos pero sin tomar medidas disciplinarias contra las personas. La respuesta de Instancio y Salviano fue consagrar a Prisciliano como obispo de Avila. Hidacio e Itacio obtuvieron entonces de Graciano un decreto de exilio contra los maniqueos, que aprovecharon contra Prisciliano y sus seguidores. Estos huyeron a Aquitania y posteriormente a Roma y Milán con la intención de lograr el apoyo de Dámaso y Ambrosio, lo que no lograron. Sí­ consiguieron, no obstante, la revocación del decreto de exilio con lo que Prisciliano e Instancio pudieron regresar a España. Salviano habí­a muerto mientras en Italia. Itacio denunció entonces ante Máximo el usurpador a Prisciliano, y aquél, deseoso de granjearse el apoyo católico, transmitió la causa a un concilio que se celebró en Burdeos el 384. Instancio se vio despojado de su carácter episcopal, mientras Prisciliano, que se negó a asistir, apelaba directamente al emperador. De nada le sirvió porque fue condenado a muerte por inmoralidad y práctica de la magia junto con algunos de sus seguidores, pese a algunos intentos de evitar la pena capital como el de Martí­n de Tours. Era la primera vez que se condenaba a muerte a un cristiano por herejí­a, y aquello provocó un enorme pesar incluso en personajes como Ambrosio que se habí­an negado a recibir a Prisciliano. Itacio fue depuesto e Hidacio dimitió. Los seguidores de Prisciliano seguirí­an existiendo todaví­a un tiempo en España y el sur de las Galias.

Obras: Hasta finales del s. XIX sólo nos habí­an llegado los cánones paulinos. I. Dóllinger habí­a propuesto atribuir a Prisciliano los once textos del manuscrito de Würzburd, que fueron editados en 1889 por G. Schepss, lo que resultó una conmoción cientí­fica ya que eran de una estricta ortodoxia. H. Chadwick ha aceptado tal identificación, siquiera parcialmente. Esto motivó que Ch. Babut considerara a Prisciliano ortodoxo si bien presa de un rigorismo moral que le granjeó claras antipatí­as. Tal postura es excesiva pues no se puede descartar una pasión de Prisciliano por la astrologí­a así­ como una pretensión de recibir inspiraciones divinas dudosamente ortodoxas. Como ha señalado C. Vidal Manzanares, la postura de Prisciliano rozaba más que claramente la heterodoxia pero es indiscutible que en su condena pesó, posiblemente, más que ese aspecto el de los enconos personales y que con su ejecución se abrí­a camino una práctica — la de la ejecución de los herejes — que sólo se revelarí­a portadora de amarguí­simos frutos en el futuro. Ver Ambrosio; Martí­n de Tours.

VIDAL MANZANARES, César, Diccionario de Patrí­stica, Verbo Divino, Madrid, 1992

Fuente: Diccionario de Patrística