PROBABILISMO

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Doctrina moral que viene a exigir que en caso de duda ante una cuestión moral, siempre hay obligación de seguir lo que sea probablemente lí­cito. Se mueve a mitad camino entre el posibilismo moral o laxismo (laxo, amplio) y el probabiliorismo (probabilior, lo más probable) y se aleja del tuciorismo (tutior, lo más seguro) o absolutismo ético.

Posibilismo es relativismo en moral. Defiende que se puede hacer lo que posiblemente es bueno, aunque no se esté seguro de ello. Lo contrario es el tuciorismo: siempre y en todo caso hay que hacer lo que es absolutamente seguro e indudablemente bueno
El probabilismo es la postura que permite hacer una cosa que probablemente es buena, sin necesidad de llegar a la certeza absoluta de ello.

El probabiliorismo es la postura de exigir siempre que se haga los más probable, rechazando la moralidad si se hace lo simplemente probable y con más razón si es lo menos probable (minusprobabilismo)

La mayor parte de los autores clásicos de la moral cristiana desde el Renacimiento fueron probabilistas. Desde que propuso la solución el dominico español Bartolomé de Medina en 1577, otros siguieron semejante tesis: Domingo Soto, Melchor Cano, Miguel Báñez, dominicos todos, y el jesuita Francisco Suárez, a quien siguieron casi todos los teólogos de la Compañí­a. Esa fue la causa de que Pascal, en «Cartas Provinciales», acusara a la Compañí­a de laxista y los jesuitas se declarara acérrimos enemigos del rigorismo jansenista. Con todo, San Alfonso Marí­a de Ligorio, Doctor de la Iglesia por su «Teologí­a Moral», prefirió el probabiliorismo en las exigencias esenciales para la salvación y admitió el probabilismo en las demás cuestiones secundarias.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Sistema moral según el cual es lí­cito seguir una opinión que tenga ciertas razones (sólidamente) probables, aun cuando la opinión opuesta pueda presentar una mayor probabilidad: así­ pensaba en 1577 el dominico P. Bartolomé de Medina, que fue el primero en formular este sistema como principio reflejo.

Ante la duda práctica sobre una obligación concreta, el sujeto agente goza por tanto de una cierta discrecionalidad: puede decidirse por aquella acción para la que se presentan argumentos más serios -generalmente se piensa aquí­ en argumentos que sostienen la presunción en favor de las leves o normas universales- pero puede también decidirse por la no obligatoriedad de esas leyes, y en consecuencia por su propia libertad, siempre que haya razones sólidas para la propia opinión, ya que -como sostiene Francisco Suárez- la ley dudosa no obliga. Por razones sólidas se entienden tanto las intrí­nsecas que se sacan de la comprensión misma del propio caso como las extrí­nsecas que se deben a la opinión de los expertos. El probabilismo no pretende que el juicio de la conciencia tenga que proceder como una especie de cálculo matemático de los argumentos y por tanto apoyar forzosamente a la parte que tenga más probabilidades, sino reconocer que la conciencia puede tener en aquella situación ciertos argumentos propios que a otros les parecen menos probables, pero que pueden ser determinantes para el sujeto agente.

El probabilismo se propuso durante casi cien años sin grandes crí­ticas. Entre los muchos manuales y las innumerables colecciones de casos, hubo algunos autores para los que bastaba ya una probabilidad tenue para que el individuo pudiera llegar al juicio sobre la no obligatoriedad de una ley: debido a la mentalidad legalista de entonces, se perdí­a de vista la dinámica interna de la conciencia cristiana. Esto suscitó a mediados del siglo XVIl una fuerte reacción contra el probabilismo por parte de muchos teólogos dominicos que -invitados al parecer por el mismo papa Alejandro VII- se convirtieron en los principales defensores del probabilismo. También el papa Inocencio XI favoreció personalmente el probabilismo, apoyando incluso la elección del probabiliorista P González como prepósito general de. los jesuitas y haciendo condenar 65 tesis de una moral laxista, aunque esto no impidió que el probabilismo siguiera siendo el sistema moral dominante. En el siglo XVIII, entre los mayores adversarios del probabilismo se cuentan los teólogos dominicos Concina y Patuzzi, y sobre todo los teólogos influidos por el jansenismo. A menudo se identificaba la moral probabilista con la moral de los jesuitas, contra los que se orquestó una campaña que llevó a la supresión de la orden. San Alfonso de Ligorio, defensor del probabilismo, tuvo que trabajar para que los redentoristas, fundados por él, no se vieran tachados de criptojesuitas y amenazados entonces de supresión. Por eso mismo su sistema fue llamado » equiprobabilismo «, a fin de subrayar que para el juicio responsable de la conciencia se necesitaban razones igualmente probables, sobre las que decidí­a en última instancia la propia conciencia. San Alfonso subrayaba que no se ofendí­a a Dios por el pecado material (por una lesión solamente material de una norma), sino sólo por el pecado formal, para el que es determinante el juicio de la conciencia. Por otra parte, san Alfonso introducí­a la conciencia cristiana en el dinamismo de la gracia y le daba una fundamentación ontológico-personal, superando así­ el legalismo que podí­a llevar fácilmente a posiciones laxistas. En los siglos XIX y xx el probabilismo ha seguido siendo el sistema moral dominante, pero la discusión sobre los sistemas morales se ha debilitado mucho y en la renovación posconciliar de la teologí­a moral fundamental se ha procurado afrontar los problemas con otra terminologí­a.

C Golser

Bibl.: D. Capone, Sistemas morales, en NDTM, 1708-1718; M. Vidal, Frente al rigorismo moral, benignidad pastoral. Alfonso de Ligorio, PS, Madrid 1987: E, Moore, La moral en el siglo XVI y primera mitad del XVII Granada 1956; F. BOckle, Moral fundamental, Cristiandad, Madrid 1980.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

En teología moral, el probabilismo afirma que uno puede seguir cierta línea de acción, si ésta viene favorecida por una sólida opinión probable, aun cuando esté en su contra una opinión más probable. Aunque se originó en el siglo XIV, la idea fue desarrollada por primera vez por el dominico Medina. Fue adoptada por los jesuitas (especialmente Suárez) y condujo a una considerable relajación pues se aceptó como suficiente hasta la probabilidad más leve. En la Francia del siglo XVII, Pascal y los dominicos reaccionaron en contra. Estos últimos favorecieron el probabilismo, es decir, que debe seguirse la opinión más probable. Sin embargo, el probabilismo fue restablecido por Liguori y adoptado con algunas restricciones por los restaurados jesuitas después de 1814 y es todavía la enseñanza predominante en la Iglesia Católica Romana.

Geoffrey W. Bromiley

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (490). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología