PROTESTANTES
Se denomina así a los miembros de las iglesias conocidas como protestantes o evangélicas. Debe aclararse que entre ellas no se incluyen movimientos como los Testigos de Jehová, la Ciencia Cristiana y los mormones.
Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas
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Se denominaron así a los seguidores de la Reforma luterana, unos más adictos al promotor Lutero y otros pronto independientes del mismo. Se les llamó así por protestar en la Dieta de Spira, iniciada el 15 de Marzo de 1528, cuando no se atendió sus deseos de independencia religiosa. A pesar de la liberalidad con que fueron concedidas las demandas previamente formuladas, los dirigentes políticos capitaneados por el príncipe de Sajonia, Jorge de Brandeburgo, protestaron y firmaron una reclamación al Emperador y al Concilio el 25 de Abril de 1529.
Propiamente se inició allí la división de Alemania y de la cristiandad. Se les denominó protestantes a los que siguieron la reforma luterana y como contrapartidas se extendió entre ellos el nombre de «papistas», o esclavos del Papa, asignado por ellos a los católicos. (Ver Lucero, Ver Cisma 5 y Ver Teología 2.3.)
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
La expresión «protestantes» proviene de la Dieta imperial de Spira (1529), en la que los príncipes (de centroeuropa) que querían la «reforma» inspirada por Martín Lutero, «protestaron» contra el Emperador y contra los príncipes católicos. Actualmente la expresión es analógica a la de «reformadores», en cuanto que son comunidades que quieren una reforma más evangélica.
Los «protestantes» puede reducirse a tres grupos principales, aunque la nomenclatura se entrecruza luteranos (evangélicos), reformados o presbiterianos (seguidores de Zwinglio y Calvino), anabaptistas y otros (más radicales o exigentes). Los valdenses (de Pedro Valdo) y los moravos (relacionados con Jan Hus) son anteriores a la reforma de Lutero. Posteriormente surgieron los adventistas, bautistas, metodistas (procedentes del anglicanismo), pentecostalistas, cuáqueros, etc. Las «sectas» no deben confundirse con el protestantismo, aunque, a veces, se inspiran en algunas de sus expresiones o grupos más radicales.
La doctrina de la «reforma» (evangélica) es parecida e incluso aceptada por casi todos los grupos. Las ideas básicas, aunque con matices y explicaciones diversas según los grupos, épocas y autores, son las siguientes 1ª) la justificación o salvación viene de la fe, no por las obras («sola fides», «sola gratia»); 2ª la revelación se encuentra solo en la Escritura («sola Scriptura»). Se subraya la acción de Dios, puesto que lo humano es pecaminoso. Así, pues, la gracia es suficiente para salvarse, así como la Escritura es suficiente para conocer la revelación. Los teólogos protestantes, especialmente del siglo XX (Bath, Bultmann, Tillich, Cullman, etc.), han matizado estas expresiones, más en armonía con la doctrina católica.
El concepto de «Iglesia» varía, pero siempre indica la comunidad de los que se salvan (por medio de la fe y la Escritura); los sacramentos y ministerios no son propiamente instrumento de gracia. Hay Iglesia donde hay evangelio. Casi todas los grupos aceptan los sacramentos del bautismo y de la eucaristía (cena del Señor), aunque con significado diverso respecto a la sacramentalidad y al sacrificio y presencia del Señor. No existe sacerdocio ministerial, sino sólo el de los fieles, aunque sí existen «pastores» o guías de la comunidad para orientarla en la oración, escucha de la palabra y práctica cristiana.
Actualmente, las comunidades de la reforma tienden más hacia la unidad, apoyadas en la predicación de la palabra, en la participación en la oración y sacramentos, y en las normas de vida fraterna. Cada comunidad local representaría, de algún modo, la Iglesia universal. Las Iglesias luteranas acentúan la palabra y los sacramentos, no emitiendo juicio sobre quién pertenece a la Iglesia. Las Iglesias calvinistas subrayan la santificación de los fieles también por la exigencia y puesta en práctica de las normas de vida. Las Iglesias anabaptistas (y de la reforma más radical) tienden a un cristianismo más adulto y transformador de la sociedad (objetores de conciencia, etc.).
Los cristianos, en cualquiera de sus grupos, tienden hoy a la unidad querida por Jesús (Jn 17), movidos por el Espíritu Santo, dispuestos a intercambiar sus dones entre las Iglesias o comunidades cristianas. Quedan por solucionar cuestiones fundamentales interpretación de la Escritura, gracia y colaboración humana, noción de Iglesia y de sacramentos, sacerdocio ministerial, papado, algunos temas marianos, etc. Afirmaba el concilio Vaticano II «Nos gozamos viendo a los hermanos separados tender hacia Cristo, como fuente y centro de la comunión eclesiástica. Movidos por el deseo de la unión con Cristo, se sienten impulsados a buscar más y más la unidad y también a dar testimonio de su fe delante de todo el mundo» (UR 20).
Referencias Anglicanos, cuáqueros, ecumenismo, metodistas, pentecostales, presbiterianos, renovación eclesial, sectas, unidad de la Iglesia, valdenses.
Lectura de documentos LG 15; UR 19-24.
Bibliografía K. ALGERMISSEN, Iglesia católica y confesiones cristianas (Madrid, Rialp, 1964); P. DAMBORIENA, Fe católica e Iglesias y sectas de la reforma (Madrid, Razón y Fe, 1961); J. DELUMEAU, La reforma (Barcelona, Labor, 1973); A. DUMAS, Iglesias protestantes, en Diccionario de las religiones (Barcelona, Herder, 1987) 809-813; J.M. GOMEZ HERAS, Teología protestante ( BAC, Madrid, 1972).
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización