PROVERBIOS

hebreo mâsâl, máxima, sentencia breve. Uno de los libros sapienciales del A. T., que en el canon hebreo está en la tercera parte, en los libros Hagiográficos. La tradición ha adjudicado la autorí­a de este libro al rey Salomón, de quien se dice en las Escrituras que †œpronunció tres mil sentencias†, 1 R 5, 12; cuya sabidurí­a †œera mayor que la sabidurí­a de todos los hijos de Oriente y que toda la sabidurí­a de Egipto†, 1 R 5, 10. En 1, 1, se lee como tí­tulo general †œProverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel†; sin embargo, en el mismo libro hay secciones que no se le atribuyen al rey y que contienen la obra se sabios anónimos, la tercera parte, llamada Colección de los sabios, inspirada en las máximas de Amenemope, obra egipcia que se sitúa entre el año 1000 y el 600 a. C., 22, 17 y 24, 34; las Palabras de Agur, 30, 1; y las Palabras de Lemuel, 31, 8; estos dos sabios árabes bien pueden ser personajes imaginarios.

El libro es una colección de breves sentencias morales compuestas o compiladas por una serie de personas anónimas. Algunos piensan eran sabios encargados de dar instrucción moral y religiosa a jóvenes judí­os de la clase alta. Aunque parte del libro de los Proverbios proviene del tiempo del rey Salomón, e incluso de la presalomónica, es posible que se haya terminado de compilar, como se conoce hoy, hacia el siglo V o IV a. C.

El libro de los P. consta de las siguientes partes y capí­tulos: Tí­tulo general, 1, 17. I. Prólogo. Recomendaciones de la sabidurí­a, 1, 8 a 9, 18. El sabio exhorta a huir de las malas compañí­as, 1, 8-19. La Sabidurí­a exhorta a los despreocupados, 1, 20-33. La sabidurí­a, antí­doto contra las malas compañí­as, 2. Cómo adquirir la sabidurí­a, 3, 1-12. Las alegrí­as del sabio, 3, 13-35. Elección de la Sabidurí­a, 4. La desconfianza de la mujer extraña y los verdaderos amores del sabio, 5. La fianza imprudente, 6, 1-5. El perezoso y la hormiga, 6, 6-11. El insensato, 6, 12-15. Las siete abominaciones, 6, 16-19. Continuación del discurso paterno, 6, 20-35; 7. Segunda prosopopeya de la Sabidurí­a, 8, 1-36; 9. II. La gran colección salomónica, 10, 1 a 22, 16. III. Colección de los sabios, 22, 17 a 24, 22. IV. Sigue la colección de los sabios, 24, 23 -34.

V. Segunda colección salomónica 25 a 29. VI. Palabras de Agur, 30, 1-14. VII. Proverbios numéricos, 30, 15-33. VIII. Palabras de Lemuel, 31, 1-9. IX. La perfecta ama de casa, 31, 10-31.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

La sabidurí­a popular se condensa a veces en frases u oraciones cortas que encierran un significado especial. En la Biblia, los p. son algo más que simples refranes. Y en algunas ocasiones se presentan como elaborados por una persona en particular, como es el caso de Salomón (1Re 4:32). El vocablo hebreo mashal habla de una expresión que incluye una comparación con el propósito de ilustrar una idea. En el NT, el término parábola se utiliza para designar un refrán (Luc 4:23). De manera que se da el tratamiento de p. tanto a simples refranes como a composiciones un poco más elaboradas. Por ejemplo, se llama p. a un canto de burla contra el rey de Babilonia, que es bastante largo (Isa 14:4-20). También p. puede ser una expresión derogatoria. A continuación algunos p. no incluidos en el libro con ese nombre: †œ¿También Saúl entre los profetas?† (1Sa 10:12); †œDe los impí­os saldrá la impiedad† (1Sa 24:13); †œSe van prolongando los dí­as y desaparecerá toda visión† (Eze 12:22); †œCual la madre, tal la hija† (Eze 16:44); †œLos padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen dentera† (Eze 18:2); †œMédico, cúrate a ti mismo† (Luc 4:23).

Otro uso de la palabra se relaciona con una tragedia, o un castigo, que otros, al verlos, aprenden de ellos y lo repiten como enseñanza a las futuras generaciones. Así­, el que padeció la tragedia o el castigo se convirtió †œen refrán† o p. (†œY serás motivo de horror, y servirás de refrán y de burla a todos los pueblos† [Deu 28:37]; †œ… e Israel será p. y refrán a todos los pueblos† [1Re 9:7]).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

El género literario – “Proverbios” es la traducción del hebreo meSalim, plural de maSal , y del griego paroimiai. Un maSal es una expresión de sabidurí­a: puede tratarse de un dicho popular simple y difundido entre la gente, de una sentencia construida con paralelismos más refinados, de un enigma e incluso de pequeños poemas numéricos y de acrósticos. Toda esta gama de formas literarias se encuentra en el libro bí­blico de los Proverbios, que recoge una parte importante de la sabidurí­a israelita elaborada desde la época monárquica hasta el siglo III a.C. Los sabios actuaron en Israel seguramente desde los tiempos de Salomón (de ahí­ la atribución pseudoepigráfica de todo el libro al rey sabio por excelencia) y se resintieron mucho de las influencias de la sabidurí­a egipcia y mesopotámica. Tuvieron una función importante en los ambientes de la corte y de la escuela, lo cual explica el carácter didáctico de gran parte de los Proverbios.

La sabidurí­a hebrea se muestra mucho más atenta a la praxis que a la teorí­a: no quiere hacer del hombre un filósofo, sino que intenta guiarlo en las opciones concretas de la vida. Por este motivo los Proverbios toman en consideración un gran número de situaciones de la vida, y sobre todo de las relaciones humanas fundamentales : con los padres, con el prójimo, con las autoridades, con Dios. Precisamente por su apelación a Dios, que subyace a todas las invitaciones a la sabidurí­a, este libro tiene la prerrogativa de integrar lo sagrado y lo profano, poniendo de manifiesto cómo el mundo del hombre y el mundo de Dios se encuentran necesariamente en una relación mutua y no es posible pensar en uno prescindiendo del otro.

En cuanto a la estructura de este libro hemos de destacar que esta obra no es unitaria, ni por su aspecto formal, ya que se presenta él mismo fraccionado en varias colecciones -cada una con su tí­tulo-, ni desde el punto de vista de sus contenidos, que abarcan una enorme variedad de situaciones.

Así­ pues, presentamos aquí­ una estructuración del texto que ha obtenido un amplio consenso entre los estudiosos. 1,1 -7. Tí­tulo y programa de todo el libro.
1,8-9,18. Primera colección. El elemento caracterí­stico de esta colección, que parece tardí­a, es la forma de consejos “paternales” dirigidos al hijo para exhortarlo a buscar la sabidurí­a y a evitar los peligros de la locura.

10,1-22,16. Segunda colección. Se titula Proverbios de Salomón. Son sentencias, compuestas de versos cortos, de estilo sencillo, probablemente de época antigua. Hablan de muchos aspectos de la vida sin orden ni criterio alguno.

22,17-24,22. Tercera colección. Se presenta como “palabras de sabios”, consejos dirigidos a quien tiene que adquirir todaví­a experiencia en la vida.

La parte 22,17-23,11 muestra estrechos ví­nculos de dependencia de la Enseñanza de Amenemopé, de Egipto (por el 1000-600 a.C.).

24,23-34. Cuarta colección. Análoga a la anterior: sólo se distingue de ella por tener tí­tulo propio (24,23a).

25,1-29,7 Quinta colección. Otros Proverbios de Salomón, pero recogidos bajo el rey Ezequí­as. Se observan claras semejanzas con 10,1-22,16. Los capí­tulos 25-27 tienen una belleza especial; los capí­tulos 28-29 se caracterizan por su continua referencia al Señor y a su ley 30,i-14. Sexta colección. Palabras de Agur hijo de Yaké, el massita. Tanto el tí­tulo como el contenido de esta colección dan a entender su origen extranjero.

30,15-33. séptima colección. Serie de sentencias numéricas (que no son muy frecuentes entre los proverbios).

31,1 -9. Octava colección. Palabras de Lemuel, rey de Massa. Se trata de consejos dirigidos por la madre del rev a su hijo.

31,10-31. Novena colección. Composición poética en forma de acróstico (cada verso empieza por una letra distinta en sucesión alfabética): traza el elogio de la mujer ideal.

P. Papone

Bibl.: G. Ravasi, Proverbios, en NDTB, 1538-1549; L. Alonso Schokel – J Ví­lchez, Proverbios, Cristiandad 1984; R, Michaud, La literatura sapiencial Proverbios y Job, Verbo Divino, Estella 1985; G. von Rad, Sabidurí­a en Israel, Cristiandad, Madrid 1985; L, Diez Marino, Targum de Proverbios, CSIC, Madrid 1984; Y Morla, Libros sapienciales y otros escritos, Verbo Divino, Estella 1994

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

SUMARIO. I. La cuestión literaria: 1. La forma “masal’;2. El mapa de la colección. II. Un mensaje constante dentro de una estratificación: 1. La primera colección (cc. 1-9); 2. La primera colección salomónica (cc. 10-22): a) Capí­tulos 10-15, b) Capí­tulos 16-22, c) Las palabras de los sabios (22,17-24,34); 3. La segunda colección salomónica (cc. 25-29): a) Capí­tulos 25-27, b) Capí­tulos 28-29; 4. Fragmentos proverbiales (cc. 30-31). III. Sabidurí­a y Proverbios: 1. Pragmatismo; 2. Antropocentrismo; 3. La ortopraxis; 4. La teologí­a.

I. LA CUESTION LITERARIA. La colección de los Proverbios (= Prov), suprema expresión de la literatura sapiencial oficial de Israel, se presenta como un monumento literario complejo y refinado, cada uno de cuyos elementos hay que circunscribir primero pacientemente antes de contemplar en su unidad la solemne obra final. También nosotros en nuestra lectura intentaremos recorrer el texto en su vertebración muy articulada: a través de este procedimiento diacrónico lograremos captar progresivamente en su integridad la proposición del volumen, una afirmación de “eudemonismo yahvista” (Osty), una afirmación optimista y entusiasta de la vida. A través de la lectura de Prov se nos va reflejando en todo el panorama de la / “sabidurí­a” (la hokmah) bí­blica, en sus estructuras ideológicas y en su evolución histórica.

1. LA FORMA “MASAL”. Toda cultura posee un tesoro de sabidurí­a popular y proverbial; se trata de briznas de reflexiones, de intuiciones ligadas al prestigio casi milagroso de la fómula lapidaria que centra de modo esencial, mnemónico y a menudo irónico, un dato ligado a la naturaleza humana, a la vida o al mundo. Por eso el proverbio es fácilmente faccioso o parcial; con frecuencia conservador y moralizante; puede estar en contradicción con otros dichos, dado el aspecto sectorial de sus revelaciones; es habitualmente ahistórico porque sólo requiere registrar y prever acontecimientos tí­picos que se reproducen constantemente en lo concreto de la existencia. El proverbio se codifica muy pronto en una verdadera y auténtica “forma” literaria, con su tipologí­a, sus leyes estilí­sticas, su estructura sociológica y psicolingüí­stica.

En hebreo, el término que lo define, masal, abarca una gama vasta de acepciones (parábola, canto, oráculo poético, alegorí­a, aforismo, etc.). El masal-proverbio en sentido estricto se articula en dos modelos fundamentales: el “proverbio-acontecimiento”, que se contenta con destacar un hecho fácil de verificar, y el “proverbio-causa”, que intenta motivar la declaración experimental y es indicio de una mayor madurez racional. La tonalidad general del proverbio no es apodí­ctica o imperativa en sentido legal, sino más bien pedagógica y parenética.

Desde el punto de vista estilí­stico domina el uso del paralelismo en todas sus formas y posibilidades. Le acompaña la paranomasia, es decir, la búsqueda intencional de las asonancias fonéticas, que facilitan el aprendizaje mnemónico y que hacen a veces ardua la traducción a otra lengua. Desde el punto de vista métrico, se nota en las colecciones más antiguas de proverbios el predominio del ritmo 4 + 3; en otras partes domina el 3 + 3 o el metro de los 4 + 4 acentos.

En todo caso, la lectura del libro de Prov requiere una especie de acuerdo o de simpatí­a, que se comunica al lector a través de la escucha continua, casi como en un fluir melódico. Pero a veces, según veremos, nos encontramos en presencia de párrafos coordenados redaccionalmente sobre un tema fijo o también de pequeños tratados brotados de un aforismo básico.

2. EL MAPA DE LA COLECCIí“N. En el volumen actual de los Prov encontramos materiales de diversas proveniencias, ordenados según ciertos criterios: en algunas secciones se basa también en antologí­as preexistentes dotadas de materiales arcaicos. El conocimiento de los proverbios ugarí­ticos ha permitido aislar algunas matrices indí­genas (cananeas) de los mesalim bí­blicos. Si la colección de los proverbios populares o cultos comienza probablemente ya con Salomón (siglo x a.C.), sólo en el siglo VIII a.C. se procede a una elaboración sistemática de los datos proverbiales: la celebración de la agricultura como modelo social dominante y la primera crí­tica a las desigualdades causadas por las especulaciones comerciales nos remiten justamente a esta época, bien conocida a través de la documentación polémica de los profetas (Am, Os, Is, Miq). Sin embargo, la redacción final del volumen de Prov es más tardí­a, quizá posexí­lica. En todo caso, he aquí­ el mapa estratigráfico de las varias colecciones de proverbios que han confluido en el libro según una reconstrucción cronológica hipotética:
I) Capí­tulos 10-22: colección de Salomón (atribuible justamente a esta época del siglo x a.C.).
II) Capí­tulos 25-29: colección de Ezequí­as (aunque los materiales pueden ser más arcaicos que este rey, que vivió a finales del siglo vul a.C.).
III) 22,17-24,22: se trata de un agregado a la “colección de Salomón” y revela puntos de contacto explí­citos con la sabidurí­a egipcia de Amenemope (XXII dinastí­a: 945-745).

IV) 24,23-34: se trata de un nuevo agregado a la “colección de Salomón” redactado en lengua arcaica y con paralelos extrabí­blicos.
V) Capí­tulos 30-31: se trata de cuatro agregados más recientes, difí­ciles de fechar, el más antiguo de los cuales es el numérico de 30,15-23.
VI) Capí­tulos 1-9: es la colección más reciente y más sofisticada; presenta también pequeños poemas. Aunque contiene materiales arcaicos, el texto revela a menudo puntos de contacto con Jeremí­as y el Segundo Isaí­as, por lo cual puede suponerse al menos una redacción final posterior al exilio y preesdrina (550-450 ca. a.C.).

El texto hebreo es bueno, a pesar de las dificultades de léxico debidas a la antigüedad de los textos y al ya citado cromatismo fonético; una contribución destacada para la comprensión la ha ofrecido la filologí­a comparada, sobre todo ugarí­tica.

Los LXX, que tienen algunas variaciones en la distribución de las colecciones, ofrecen a menudo lecciones diversas y algunas correcciones que revelan la formación estoiquizante de los traductores griegos.

El NT cita frecuentemente los Prov sin someterlos a reinterpretaciones, como ocurre en cambio a veces para la tórah (ver Pro 3:7 en. Rom 12:16; Pro 3:11-12 en Apo 3:19.34; Heb 12:5-6; Stg 4:6; 1Pe 5:5; Pro 3:34 en Stg 4:6; 1Pe 5:5; Pro 4:26 en Heb 12:13; Pro 10:12 en 1Co 13:7; l Pe 4,8; Pro 11:31 en l Pe 4,18; Pro 22:8 LXX en 2Co 9:7; Pro 24:12 en Rom 2:6; Apo 22:12; Pro 25:7 en Luc 14:7ss; Pro 25:21-22 en Rom 12:20; Pro 26:11 en 2Pe 2:22).

II. UN MENSAJE CONSTANTE DENTRO DE UNA ESTRATIFICACIí“N. La mejor metodologí­a para captar la atmósfera y el contenido de la tesis proverbial, tan querida en el pasado del mundo protestante anglosajón burgués, es la de recorrer las páginas de cada una de las colecciones haciendo un balance de sus temáticas, de sus reflexiones y de las imágenes. Cada sección, dentro del hilo conductor general de la sabidurí­a proverbial clásica, tiene su identidad y sus caracterí­sticas especí­ficas.

1. LA PRIMERA COLECCIí“N (CC. 1-9). Aunque usa materiales arcaicos, la colección de apertura del libro es la más reciente y original, también porque le gusta explayarse en grandes unidades e incluso en cortos tratados (cc. 2; 4; 5; 8; 9,1-6.13-18).

Después del tí­tulo, que según la práctica tradicional coloca toda la obra bajo el patronazgo de Salomón (cf Qo y Sab), y después de un encomio religioso de la sabidurí­a como “temor de Dios” (v. 7), el capí­tulo 1 abre una reflexión inicial sobre el concepto de sabidurí­a a través de una vigorosa personificación, anticipadora de la de los capí­tulos 8 y 9 (vv. 20-33).

Estructurados según el esquema clásico de la enseñanza “padre-hijo” (2,1; 3,1.11.21; 4,1.10.20), los capí­tulos 2-4 describen con un rico muestrario léxico el “camino”, es decir, el destino del necio (c. 2), la dicha del sabio (c. 3) y la excelencia de la guí­a que ofrece la sabidurí­a al que se adhiere a ella (c. 4).

En cambio, la cuestión femenina ocupa los capí­tulos 5-7; y, como siempre, el problema se aborda de acuerdo con la constante tendencia antifeminista propia de la sabidurí­a popular también contemporánea. Pero la mujer con la cual polemizan los Prov es definida como “extranjera”; por tanto, encarna emblemáticamente la apostasí­a que Israel perpetraba con los cultos cananeos de la fertilidad. Entonces el precepto, aunque ético, se colora de una motivación teológica. En todo caso, los dos cuadros de los capí­tulos 5 y 7 constituyen pequeñas obras maestras de finura psicológica y narrativa: la escena de la seducción está trazada con un gusto y una ironí­a insuperables.

Con los capí­tulos 8-9 llegamos a la cúspide ideológica de la colección. En ellos se afronta la reflexión sobre la categorí­a sabidurí­a, entendida como instrumento teológico para resolver la antí­tesis trascendencia-inmanencia de Dios. La sabidurí­a es presentada, como en el capí­tulo 1, con una personificación femenina, polémicamente contrapuesta a la mujer del capí­tulo 7. Se celebra a sí­ misma en dos grandes autohimnos (8,12-21 y 8,22-31). Sobre todo el segundo, que tiene probablemente una matriz arcaica, intenta definir los dos rostros de la sabidurí­a. Pertenece a la esfera de Dios, como lo atestiguan los “antes” de los versí­culos 22-25, que consideran a la sabidurí­a preexistente a las realidades cósmicas: la eternidad se expresa a través de la anticipación y la precedencia respecto al tiempo, convirtiéndose así­ en indicio de eternidad. Pero, contemporáneamente, la sabidurí­a es también una realidad creada: los “cuando” la hacen contemporánea del mundo creado (vv. 26ss). La sabidurí­a es, pues, el proyecto trascendente de Dios que se encarna en el orden cósmico, en el hombre, en su inteligencia. Esta cualidad bifronte, trascendente e inmanente, le permite a la sabidurí­a ejercer su función de mediadora entre el creador y la criatura. Como enseña el capí­tulo 9 a través de la parábola de los dos banquetes, la opción por “el pan y el vino” de la sabidurí­a significa vida y salvación.

2. LA PRIMERA COLECCIí“N SALOMí“NICA (cc. 10-22). La casi totalidad de los exegetas están convencidos de la antigüedad de esta colección, que puede situarse en los siglos x-ix a.C., con textos que quizá asciendan al mismo Salomón (ver IRe 3,4-15; 10,1-10). Esta obra coral, fruto de la sabidurí­a popular y de la de los cí­rculos sapienciales profesionales, aunque con evidentes adquisiciones extranjeras, está ciertamente muy “yahvistizada”. La colección es semejante a un delta ramificado, sin un plan coherente de organización, articulado según la libre asociación, la asonancia y la agrupación compendiosa. Sin embargo, los 375 mesalim aquí­ coleccionados y compuestos de preferencia por dí­sticos, se pueden distribuir en dos grandes áreas, las de los capí­tulos 10-15 y 16-22.

a) Capí­tulos 10-15. La mejor organización del pensamiento de este sector la ofrece el procedimiento por antí­tesis, que adoptan muchos aforismos. El primer gran binomio antitético es el de justo-impí­o (94 proverbios de 184). Las figuras morales en cuestión se trazan según sus opciones fundamentales. He aquí­ los rasgos del retrato del justo. Sabe regular su palabra, una palabra preciosa (10,20) que nutre (10,21), que es justa (12,5), sincera (13,5), reflexiva (15,28); es justo (11,3.11; 12,6; 14,2.11; 15,8), es caritativo (11,25), benévolo (11,27; 12,2; 13,2.22; 14, 14.19.22; 15,3), es confiado (11,13; 12,17.19.22; 13,17; 14,5.25), modesto (11,2), sensible (11,17), amante de los pobres (14,21.31), incorruptible (15,27), exigente consigo mismo (10,27; 12,1) y está dominado por el temor de Dios (10,27; 14,26.27). En él se cumple plenamente la ley de la retribución: tendrá seguridad (10,9. 25.29.30; 11,3.5, etc.), alegrí­a (2Cr 11:10; 2Cr 13:9; 2Cr 14:21), paz con el Señor (2Cr 11:20; 2Cr 12:22; 2Cr 15:8.9.29), descendencia bendecida (2Cr 11:21; 2Cr 13:22), sabidurí­a cada vez mayor (2Cr 10:31-32; 2Cr 11:2) y se librará de la muerte prematura (2Cr 10:2.11. 16.17; 2Cr 11:4.7.19.28.30; 2Cr 12:28; 2Cr 13:3; 2Cr 14:27; 2Cr 15:4.27). En cambio, el impí­o es descrito prácticamente como el exacto negativo del justo, y la retribución terrena caerá inexorablemente sobre él, privándole de estabilidad y esperanza (10,3.25.30; 12,3.7; 10,28; 11,7.23), porque el Señor no puede tolerarlo (10,3; 11,20; 12,22; 15,8-9).

Otro binomio es el del sabio y el necio. La sabidurí­a es sobre todo una actitud humana y religiosa, se la obtiene a través de la “tradición”, es decir, con la enseñanza y escuchando (12,15; 13,1.10.20; 15,5.14): “Anda con los sabios y te harás sabio” (13,20). Más aún; el sabio a su vez se convierte en fuente de sabidurí­a para los otros (15,2.7), porque la sabidurí­a es “diffusiva sui”, como la fuente que se transforma en un rí­o y en canales (Sir 24:28-29). Es una virtud de relación que hace al hombre reflexivo con el prójimo (Sir 13:16; Sir 14:15), prudente, respetuoso (Sir 11:12; Sir 14:29), modesto (Sir 12:23).

Una tercera antí­tesis es la del ocioso y el diligente. El trabajador es sinónimo de justo (Sir 15:19), mientras que el perezoso, “vinagre a los dientes y humo a los ojos” (Sir 10:26), es el tipo del impí­o. El éxito económico es signo de bendición (Sir 10:4-5; Sir 12:11.27; Sir 13:4).

Una última antí­tesis, más rara (19 proverbios) y más teológica, enfrenta lo que Dios ama y lo que él odia. A través de este antropomorfismo nos introduce en una especie de moral revelada; por eso los mesalim “teológicos” son todos eficaces y ponen en escena a Dios, que ayuda al hambriento rechazando la codicia del impí­o (Sir 10:3), que bendice enriqueciendo al justo (Sir 10:22), que es fortaleza para el hombre recto y ruina para el malhechor (Sir 10:29). De este modo, sobre la sensatez, sobre lo cotidiano, sobre el moralismo de la sabidurí­a popular se extiende el correctivo eficaz de una intervención de Yhwh que juzga, corrige e interpreta la escala de los valores humanos.

De paso recordamos también que las figuras negativas sólo se esbozan, porque el acento está siempre en lo positivo. Estos proverbios se transforman entonces en una llamada constante a la justicia, a la sabidurí­a, a la diligencia, al temor de Dios.

b) Capí­tulos 16-22. Esta antologí­a de temas dispares recoge 191 proverbios preferentemente de paralelismo sinoní­mico. También aquí­ aparecen los binomios antitéticos, pero con nuevos matices. En la oposición justo-impí­o el retrato más completo es ahora el negativo del malvado: orgulloso (Sir 16:5.18.19; Sir 17:19; Sir 18:12; Sir 21:4), burlón y arrogante (Sir 21:24), tortuoso, perverso, desconfiado ( Sir 17:20; Sir 19:1; Sir 22:5.9.22; Sir 21:6.28), despiadado (Sir 21:10) se burla de la justicia (Sir 19:28; Sir 21:7), desprecia a los pobres (Sir 17:5; Sir 22:16), se burla de los derechos (Sir 17:5.26; Sir 18:5), combate al prójimo (Sir 16:28; Sir 17:9; Sir 18:1). La tesis de la retribución es particularmente exaltada para el justo, que tendrá larga vida (Sir 16:31; Sir 19:23; Sir 21:21; Sir 22:4) riquezas (Sir 22:4), protección y seguridad (Sir 16:17; Sir 18:10; Sir 19:16.23; Sir 21:23; Sir 22:5), descendencia bendecida (Sir 20:7) y honor (Sir 21:21; Sir 22:4).

La antí­tesis sabio y necio está también presente con un nuevo subrayado: la sabidurí­a, más que valor moral, es ante todo habilidad, inteligencia, capacidad de arreglárselas en las contradicciones cotidianas. Es, pues, una cualidad humana (16,21.23.32; 18,15; 19,11; 20,5, etc.). En cambio, el necio es descrito sobre la base de los pecados de lengua (17,28; 18,2.6; 20,3). Y, manifestando un cierto pesimismo pedagógico, suavizado en otras partes (19,25; 20,30; 22,10), se declara que el necio es incorregible (17,10.16; 19,19.29; 20,11; 22,6.15).1543
El binomio diligente-ocioso da origen a aforismos semejantes a deliciosas caricaturas, a menudo cercanas a lo grotesco (19,24; 20,4.13; 21,5.17; 22,13).

Pero esta sección de los capí­tulos 16-22 es también la más penetrada de teologí­a hebrea; es aquella en la que más está presente el nombre “Yhwh”. En el mundo existe un plan trazado por Dios, que se percibe sobre todo en la retribución (16,5; 17,5) que impide que la historia sea un cúmulo de mecanismos neutros y de comportamientos inmanentes. Un plan revelado también por el acto creador divino (16,4.11), que es el origen de justos (20,12) y pecadores, de pobres (17,5) y ricos (22,2). Un plan, en fin, visible en la providencia divina, que dispone todas las realidades con amor y pasión (18,22; 19,14.21; 20,27; 21,31). De un cuadro teológico así­ de lí­mpido nace también una fuerte conciencia del pecado, visto como proyecto alternativo humano al plan de Yhwh (16,6; 20,6.9).

Otro elemento original está en la entrada de los proverbios “monárquicos”, que presentan al rey como el lugarteniente de Dios en la tierra (16,1-16; 20,22-21,3), como el garante terreno del proceso divino de la retribución (16,13; 20,8.26; 22,11). Pues “el corazón del rey es canal de agua en manos del Señor; él lo inclina hacia donde quiere” (21,1). La matriz aristocrática y “profana” de algunos proverbios monárquicos es visible en sus venas absolutistas (16,5.14; 19,12; 20,2). La sociedad que emerge de esta situación polí­tica es la agrí­cola y urbana con preferencia del ambiente comercial ciudadano sobre el rural, como lo atestiguan ciertos rasgos pintorescos de transacciones económicas de estilo oriental (“‘¡Malo, malo!’, dice el comprador; pero cuando ha comprado se felicita”, 20,14) y las frecuentes alusiones al oro y a la plata, aunque sea en comparación de inferioridad con la sabidurí­a (16,16; 17,16; 20,15; 22,1). En este tipo de estructura adquiere relieve el juez, del cual se nos traza un código de deontologí­a profesional contra las corrupciones, contra la superficialidad en las instrucciones de procesos, contra las opresiones, etc. (17,15,26; 18,5.17; 19,5.9.28; 21,28).

Los contrastes sociales respecto a ese modelo de sociedad introducen entonces una antí­tesis nueva y original: la del rico-pobre, sólo raramente afrontada según la perspectiva tradicional de la retribución, que veí­a en el pobre un pecador o un perezoso (19,15; 20,4.13; 21,17.20). Ahora se comienza a ver con indiferencia la riqueza como bendición divina (17,8; 18,11.16; 19,4.6; 21,14), y se desarrolla un sentido más vivo y objetivo de la justicia, que descubre sin compasión la miseria y la injusticia que se ocultan detrás del rico (16,8; 17,1; 19,1.22; 20,21; 21,6; 22,4.16). Más aún, Yhwh aparece como el abogado defensor del pobre (17,5; 21,13; 22,2): castigará severamente la explotación del pobre (22,7), los malos tratos de los débiles (18,23), mientras que el amor a los pobres se convertirá en fuente de bendición (19,17; 21,26; 22,9.16). En esta visión la riqueza se convierte en un valor relativo respecto a la sabidurí­a (16,16), a la inteligencia (29,15), a la estima (22,1), a la honradez de la vida (19,1), a la justicia (16,8), a la serenidad (17,1).

c) Las palabras de los sabios (22,17-24,34). Como hemos dicho en el mapa trazado arriba [I, 2], se trata de apéndices anejos a la colección salomónica: la primera (22,17-24,22) es en la práctica una adaptación de un clásico sapiencial egipcio, la Instrucción de Amenem-ope, testimonio del espí­ritu abierto y “ecuménico” de la sabidurí­a antigua de Israel; el segundo (24,23-34) recoge “palabras de sabios” dispersas, centradas en tres temas: las relaciones con el prójimo, la sobriedad y el trabajo.

3. LA SEGUNDA COLECCIí“N SALOMí“NICA (cc. 25-29). La nota redaccional que atribuye la edición de estos proverbios a los “hombres de Ezequí­as” nos ofrece una información muy atendible, pues esta colección es más o menos contemporánea en los materiales de la primera salomónica. En ella domina el dí­stico y se abren netamente dos sectores de los capí­tulos 25-27 y 28-29. El primero es un paralelismo sinoní­mico y está construido con aforismos folclóricos, rebosantes de rasgos concretos y de paisajes naturales, basados en imágenes y semejanzas elementales. En cambio, la segunda unidad es de paralelismo antitético, menos viva, se mueve según procedimientos abstractos y lógicos y está impregnada de tonos éticorreligiosos.

a) Capí­tulos 25-27. El mundo de estas páginas es el de la naturaleza abierta, de la cultura rural, del amor a las realidades terrenas, expresión de la sabidurí­a creadora de Dios. Tenemos, en consecuencia, la arena (27,3), la piedra (26,27; 27,3), las fuentes (26,26), el agua (25,25; 27,19), los campos (27,26), el heno (27,25), las espinas (26,9), el viento (25,14.23), las nubes (25,14), la lluvia (26,1; 27,15), la nieve (25,13; 26,1), el frí­o (25,13), el calor estivo (26,1). Y los animales: el asno y el caballo (26,3), las ovejas (27,23.26), el león (26,13), los pájaros (26,2; 27,8), los cabritos (27,26). También las artes y las profesiones: el orfebre (25,4.11.12; 26,13; 27,17.21), el tejedor (27,13.26), el carpintero (25,24; 26,14; 27,15), el campesino, que a menudo teme la penuria (25,16; 27,7-8).

No faltan las parejas tradicionales del sabio y del necio (con particular atención al necio, del cual se esboza un viví­simo retrato, sobre todo a nivel humano e intelectual), del ocioso y del diligente, del justo y del impí­o, aunque en forma muy limitada, lo mismo que es exigua la reproducción de los proverbios monárquicos.

Importancia particular reviste, en cambio, según un módulo favorito de toda la literatura sapiencial, la palabra: la calumnia (26,20.22), la hipocresí­a (26,23-25.28), la mentira (25,18), la indiscreción (25,8.23), los litigios (25,24; 26,21; 27,15-16), la traición y el espionaje (25,9-10; 26,19. 28), la vanagloria (27,1-2), la falta de control (26,2-17).

Dentro del espí­ritu de un humanismo integral, estos proverbios se preocupan también de los valores humanos, como la buena educación: no ser importunos (25,17), arreglárselas con la burocracia y la magistratura (26,6-10), calibrar las alabanzas (25,27), conservar la amistad (27,10), disfrutar de los pequeños goces de la vida (25,16), leer entre lí­neas (26,24-26), cuidar del pan cotidiano (27, 23-27).

Se respira en estas páginas una atmósfera de comunidad; se preocupan del prójimo, vocablo que aparece con insistencia y que tiene un valor más amplio que el rí­gidamente nacional y racial entendido por la tradición hebrea (25,8.9.17.18; 26,19; 27,9.10. 14.17). Es justamente el único proverbio sobre la caridad que pone en escena a Yhwh, y que ha sido recogido por Pablo en Rom 12:20 : “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; porque así­ amontonas ascuas sobre su cabeza, y Yhwh te recompensará” (Rom 25:21-22).

b) Capí­tulos 28-29. Esta segunda sección de 128 proverbios tiene casi la forma de un librito pedagógico de corte para jóvenes prí­ncipes de la familia real (cf Sal 101). Por eso el prí­ncipe es el sujeto dominante de los capí­tulos y el espejo del hombre polí­tico que se propone comprende estos rasgos ideales: fuerte sentido de responsabilidad para con el pueblo, sobre todo de las clases más débiles (Rom 28:3; Rom 29:2.4); imparcialidad en administrar la justicia (Rom 28:28; Rom 29:14); sabidurí­a y dotes intelectuales y humanas (Rom 28:2.16; Rom 29:4.14); ejemplaridad en el comportamiento (Rom 29:4.12); odio contra la explotación del pueblo (Rom 28:2.15-16; Rom 29:4); astucia y realismo frente a la adulación, la hipocresí­a y la falsedad (Rom 29:12.26); reconocimiento de la suprema autoridad divina (Rom 28:4.5.7.9); confianza en Yhwh (Rom 28:25; Rom 29:25), ante el cual debe reconocerse pecador (Rom 28:13).

El ángulo visual desde el cual se examina la existencia es, pues, el de la burguesí­a y la aristocracia (Rom 28:2; Rom 29:4.12.14). El binomio antitético más desarrollado es, por tanto, el de los ricos y los pobres, con una neta simpatí­a hacia estos últimos. Se supera así­ la tradicional visión de retribución. La riqueza es peligrosa y a menudo injusta, porque se obtiene por todos los medios (Rom 28:20.22); con la usura (Rom 28:8.16), la explotación y el robo (Rom 28:16.24; Rom 29:4). Ciertamente no se excluye que la pobreza pueda ser la resultante de los errores del mismo pobre (Rom 28:19; Rom 29:3) y que la riqueza pueda derivar de un esfuerzo honesto (Rom 28:20). Pero la costumbre es más bien la contraria, y pobre se convierte en sinónimo de sabio (Rom 28:6.11; Rom 29:13), mientras que la riqueza lleva consigo la maldición de Dios y la ruina (Rom 28:8.22; Rom 29:4). El prí­ncipe debe, pues, poner en el centro de su programa la preocupación por la justicia de los pobres (Rom 28:3.15.27; Rom 29:14), si no quiere que intervenga Dios, su defensor (Rom 29:13.16).

4. FRAGMENTOS PROVERBIALES (cc. 30-31). Los últimos capí­tulos de los Prov recogen cuatro documentos más bien heterogéneos: los proverbios de Agur, originario de Masá, tribu ismaelita árabe (Rom 30:1-14); una serie de proverbios numéricos (es decir, ligados al juego simbólico de los números:Rom 30:15-33); los proverbios de Lemuel (Rom 31:1-9), otro rey de Masá; el himno a la mujer perfecta ( Rom 31:10-31).

A nivel teológico es interesante sobre todo la última perí­copa, himno acróstico alfabético de 22 dí­sticos, que atribuye a la mujer un relieve muy distinto del que se le ha asignado en los capí­tulos 5 y 7. Ella es una ama de casa social y económicamente entregada, responsabilizada también en las decisiones educativas (v. 26) de la familia y en la misma vida religiosa (v. 30). Una mujer que es casi un punto de referencia esencial para el marido y los hijos, que al final entonan en su honor un canto de gratitud (vv. 28-31).

Así­ termina el volumen de los Proverbios, el libro de “las obras y los dí­as”, de la existencia, de la praxis, de la presencia de Dios en lo cotidiano. Casi parece que el alumno diligente y constante de la escuela de la sabidurí­a se despide del lector. Este último está ya dispuesto a entrar plenamente en la vida, en el matrimonio, en la sociedad. El retrato de la mujer ideal adquiere entonces al trasluz los rasgos de la misma sabidurí­a personificada.

III. SABIDURíA Y PROVERBIOS. Las varias colecciones de los Prov son la expresión más amplia y documentada de la sabidurí­a clásica de Israel, la hokmah. Este ejercicio de la mente, de la voluntad, de la pasión y de la acción -según las dimensiones del “conocer” bí­blico-nace de una experimentación en los varios campos de lo real, de los cuales se extraen intuiciones, propuestas de vida, consideraciones. A las observaciones paralelas que recogen un haz homogéneo de datos acompaña a menudo el contraste, es decir, la puesta en guardia contra los riesgos y el mal.

El núcleo ideológico en torno al cual se ordenan estas reflexiones, preferentemente formuladas en “proverbios”, podrí­a definirse con una pregunta-tesis presente en Qohélet: “¿Qué provecho saca el hombre de todo el trabajo con que se afana bajo el sol?” (1,3). Para un pensador sustancialmente escéptico como es Qohélet, la pregunta tiene un valor de desafí­o y hace resaltar la inconsistencia radical de todo esfuerzo. En cambio, es positiva la respuesta de la sabidurí­a de los Prov, para la cual la realización plena del hombre y de la historia es posible y documentable.

Desde esta respuesta optimista se desarrolla una visión de la vida y del ser que intentamos ahora perfilar en sus estructuras esenciales.

1. PRAGMATISMO. El nacimiento de la sabidurí­a en el mundo semita ocurre en el seno más bien oscuro de la magia y de la adivinación (Exo 7:11; Isa 47:10; Dan 2:27; Dan 4:3) o en el aristocrático de las escuelas de corte. En Israel, en cambio, la sabidurí­a nace ya desacralizada y más “democrática”. Sus connotaciones originarias son pragmáticas y proceden de una actitud sustancialmente “iluminista” (pero no en nuestro sentido racionalista y eventualmente ateo). El Señor es el sabio, que hace partí­cipe al hombre, de su imagen, y al cosmos de su racionalidad justamente a través de su acción de creador. (Pro 3:19; Pro 8:22ss; Pro 21:30). Esta sabidurí­a se despliega en el hombre a través de una valorización sistemática de la cultura y de las realidades terrestres sin tentaciones dualistas o integralistas.

Surge así­ en Prov la convicción de que la técnica es fruto de la sabidurí­a: desde el comercio al arte del fundidor, desde la construcción a la tejedurí­a. La polí­tica es colocada igualmente bajo el signo de la sabidurí­a: el hombre de Estado debe saber discernir con agudeza el bien y el mal, lo útil de lo nocivo, lo verdadero de lo falso. Las mismas relaciones públicas entran en este horizonte sapiencial: etiqueta, educación, agudeza psicológica (Pro 10:15; Pro 20:14; Pro 21:14; Pro 30:15-17.18-19). Todos los valores, también los “laicos”, son convocados para edificar al hombre perfecto y al perfecto creyente y para construir el homenaje más adecuado a Dios. La sabidurí­a proverbial es, pues, el arte de vivir (Pro 1:5; Pro 11:14) en la pobreza y en la riqueza, en las alegrí­as y en las tristezas, en el trabajo y en la economí­a (Pro 6:6; Pro 10:15; Pro 12:25; Pro 13:7-8; Pro 14:10.13.20; Pro 15:13.30; Pro 16:26; Pro 17:8; Pro 18:16). La sabidurí­a es celebrada por el gran don de la inteligencia humana, en cuya comparación todas las realidades preciosas de la tierra palidecen (Pro 2:1-4).

2. ANTROPOCENTRISMO. Del experimentalismo “iluminista” descrito se desprende una nueva figura del hombre: ya no está en escena el Israel hebreo, sino el Adán universal. Se trata de una especie de “humanismo integral”, que afronta las cuestiones esenciales para todo hombre que aparece sobre la faz de la tierra: desde los temas filosófico-teológicos (teodicea) a los éticos (el prójimo); desde los sociales (justicia y polí­tica) a los prácticos (el nexo hombre-mundo). Se desarrolla también una reflexión sobre la libertad, fundamental en la página sapiencial de Gén 3 y de Sir 15:11-20, pero expresada originalmente también por Prov con los dos sí­mbolos de la risa y de la danza. El sabio mira y “se rí­e” (Sir 1:26) cuando el hombre insensato cree que puede ignorar el orden del mundo. La suya es una experiencia gozosa, semejante a la de la sabidurí­a, que obra recreándose delante de Dios (Sir 8:30-31). Una libertad que es armoní­a y abandono, lleno de embriaguez, al ritmo del mundo. Es libertad que hace posible el equilibrio y el criterio en el juzgar, como enseña Agur en Pro 30:8 : “Aleja de mí­ falsedad y mentira, no me des pobreza ni riqueza; concédeme el pan necesario”.

En esta antropologí­a abierta cambia también la visión de la sociedad. El prójimo indica en los textos legislativos de la Biblia al que tiene un lazo de sangre o de tipo tribal con otro miembro de la comunidad israelita. La literatura proverbial rompe este cí­rculo demasiado restringido y asigna al término un significado más vasto, el “otro” (Pro 6:1.3.29; Pro 22:17; Pro 25:9), abriendo así­ el camino a la ampliación definitiva que Cristo llevará a cabo incluyendo en el concepto a los enemigos (Mat 5:43ss). Un ejemplo de esta nueva sociedad nos lo ofrece la página de Pro 3:27ss. El comienzo de la perí­copa es significativo para delinear el esfuerzo “horizontal” del creyente: “No niegues un beneficio al que lo pida cuando estuviere en tu poder concederlo. No digas a tu prójimo: `Vuelve otra vez; mañana te daré’, si está en tu poder” (Pro 3:27-28).

3. LA ORTOPRAXIS. La antropologí­a pergeñada hasta ahora produce una visión ética preocupada por la ortopraxis más que por la ortodoxia teórica: “sabio” y “necio”, “justo” e “impí­o” son en la práctica sinónimos (Pro 4:11; Pro 12:8; Pro 15:21). “El temor del Señor es el principio de la sabidurí­a” (Pro 1:7). El tób (bien) proverbial es ante todo la realización del hombre. Lo que es tób para el hombre es el objeto primario de la búsqueda moral junto con lo que es tób “a los ojos de Yhwh” (Pro 3:14; Pro 8:11.19; Pro 12:9; Pro 15:16-17; Pro 16:8.16; Pro 17:1; Pro 19:1.22; Pro 21:9.19; Pro 25:7.24; Pro 27:5.10).

La teorí­a de la retribución hace que la moral de Prov sea sustancialmente inmanente. Así­, la muerte se lee a menudo -junto con el sufrimiento- como un acontecimiento de función moral destinado a equilibrar la atormentada y tortuosa historia terrestre. En la primera colección de Prov (cc. 1-9) la muerte, por ejemplo, es el producto del pecado cometido con la mujer “extranjera” o adúltera (Pro 2:18; Pro 5:5.23; Pro 7:27) [/ supra II, 1]; en cambio, en otras partes cae sobre el hombre a consecuencia del abandono de la sabidurí­a (Pro 8:36; Pro 13:14; Pro 15:10; Pro 19:16) o de la justicia y del temor de Dios (Pro 12:28; Pro 14:27). Todo el arco de la problemática ética del hombre está encerrado, pues, dentro de dos polos, el seno de la madre y el seno de la tierra: el único estadio en el que el hombre compite, el único templo calculado para el éxito, la única riqueza que puede adquirir se encierran en este arco (Pro 2:19; Pro 3:2.16; Pro 4:10; Pro 5:6; Pro 6:23; Pro 9:11; Pro 10:17; Pro 15:24). A pesar de alguna vacilación y de alguna intuición simbólica (Pro 11:7; Pro 12:28; Pro 14:32; Pro 15:24; Pro 23:17-18), valorizada sobre todo por M. Dahood, el gran juez es la muerte, y no la inmortalidad. Los “noví­simos” del sabio y del necio son administrados por esta potencia que Dios desencadena sobre el impí­o y que aleja del justo (Pro 1:19; Pro 2:22; Pro 6:32; Pro 8:36; Pro 10:31; Pro 23:18; Pro 24:14; Pro 29:24).

En la base de esta visión de retribución vige un optimismo inquebrantable, que se esfuerza en codificar una realidad que es, por el contrario, enigmática y compleja. Se comprenden entonces las insurrecciones de una sabidurí­a más crí­tica y polémica frente a la visión tradicional retribucionista. Si Job y Qohélet son los representantes clásicos de esta ráfaga de originalidad y de problematicidad, la exigencia de una revisión de los esquemas harto simplistas y coartadores aparece también en los mismos Prov. En ellos, en efecto, se comienza a sospechar que la riqueza no es siempre señal de bendición divina, sino que a menudo puede ser indicio de perversidad, de explotación y de injusticia, y que puede ser raí­z de presunción (Pro 28:6.8.11.16.22; Pro 29:4.13.24.26). A Dios no se le puede encerrar nunca en un esquema, ni siquiera en el sabio de la sabidurí­a oficial: “El hombre proyecta muchos planes, pero sólo se realiza el que quiere el Señor” (Pro 19:21). Sin embargo, a pesar de estas correcciones, para la sabidurí­a de Prov la escala de valores está muy arraigada en el ser y en la historia; por ello, aunque resquebrajado a veces, el sistema moral sapiencial es restaurado siempre y mantenido en pie.

4. LA TEOLOGíA. La concepción cosmológica y antropológica hasta ahora descrita permite fácilmente descubrir la impostación teológica de Prov. Dios está en contacto directo con la realidad en su calidad de creador y garante del mecanismo retributivo. Por eso la teologí­a resultante es mucho menos “yahvista” que la de otros sectores de la Biblia. En efecto, la teologí­a hebrea clásica estaba toda ella imbuida de la conciencia de la elección de Israel (Deu 14:2). En cambio, Prov no ponen en escena a Israel, al pueblo de la alianza, sino al Adán hombre (45 veces), e ignoran el término berit, “alianza”, que está presente exclusivamente en 2,17, donde designa sólo el contrato matrimonial.

La teologí­a hebrea clásica estaba estructurada de acuerdo con las intervenciones salví­ficas que Dios realiza en la trama de la historia (cf Deu 26:5-9; Jos 24:1-13; Sal 136). En cambio, la sabidurí­a se extiende al análisis de la existencia cotidiana común, constante y casi atemporal. La teologí­a hebrea clásica proclamaba en la tórah y en los profetas la “palabra de Yhwh”. La sabidurí­a ignora la expresión y no se presenta explí­citamente como revelación. La teologí­a hebrea clásica se proponí­a como normativa y estaba constelada de imperativos apodí­cticos y circunstanciales que exigí­an obediencia. La sabidurí­a proverbial tiene sin duda sus tórót (Jos 1:8; Jos 3:1; Jos 4:2; Jos 6:20.23; Jos 7:2; Jos 13:14; Jos 28:47.9; Jos 29:18; Jos 31:26), pero son siempre y sólo “enseñanzas”, es decir, propuestas concretas de la sabidurí­a. La sabidurí­a proverbial tiene sin duda sus miswót, “preceptos” (Jos 2:1; Jos 3:1; Jos 4:4; 6.23; etc.), pero son sólo fruto de la experiencia del sabio y no se los coloca explí­citamente bajo la luz de una revelación divina. La sabidurí­a proverbial contiene ciertamente la exhortación al leqah, “lo que se debe acoger” (Jos 1:5; Jos 4:2; Jos 9:9; Jos 16:21.23), la invitación a”aprestar el oí­do”(Jos 15:31; Jos 25:12); pero el vocabulario tí­pico que especifica casi a nivel técnico la enseñanza sapiencial es `esah, “consejo, propuesta” (Jos 8:14; Jos 12:15; Jos 20:5; Jos 21:30). La sabidurí­a, pues, no busca la obediencia, sino la tebúnah, la “comprensión” (Jos 2:2.3; Jos 3:19; Jos 10:23; Jos 15:21; Jos 17:27; Jos 20:5; Jos 21:30; Jos 24:3), la da at, el “saber” (Jos 29:7). La teologí­a sapiencial proverbial, más ecuménica en la ósmosis con las culturas profanas, es por ello un intento original de formular un nuevo lenguaje teológico a la luz de una nueva experiencia, la ligada a la experiencia humana universal y cotidiana.

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G. Ravasi

P Rossano – G. Ravasi – A, Girlanda, Nuevo Diccionario de Teologí­a Bí­blica, San Pablo, Madrid 1990

Fuente: Nuevo Diccionario de Teología Bíblica

Pr 1-31
Sumario: 1. La cuestión literaria: 1. La forma †œmasal†;2. Elmapadelacoleccion.il. Unmen-saje constante dentro de una estratificación: 1. La primera colección (cc. 1-9); 2. La primera colección salomónica (cc. 10- 22): a) Capí­tulos 10-15, b) Capí­tulos 16-22, c) Las palabras de los sabios (22,17-24,34); 3. La segunda colección salomónica (cc. 25-29): a) Capí­tulos 25-27, b) Capí­tulos 28-29; 4. Fragmentos proverbiales (cc. 30-31). III. Sabidurí­a y Proverbios: 1. Pragmatismo; 2. Antropocentrismo; 3. La ortopra-xis; 4. La teologí­a.
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1. LA CUESTION LITERARIA.
La colección de los Proverbios (=Pr), suprema expresión de la literatura sapiencial oficial de Israel, se presenta como un monumento literario complejo y refinado, cada uno de cuyos elementos hay que circunscribir primero pacientemente antes de contemplar en su unidad la solemne obra final. También nosotros en nuestra lectura intentaremos recorrer el texto en su vertebración muy articulada: a través de este procedimiento diacrónico lograremos captar progresivamente en su integridad la proposición del volumen, una afirmación de †œeudemonismo yahvista† (Osty), una afirmación optimista y entusiasta de la vida. A través de la lectura de Pr se nos va reflejando en todo el panorama de la ¡†œsabidurí­a† (la hokmah) bí­blica, en sus estructuras ideológicas y en su evolución histórica.
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1. La forma †œmasal†.
Toda cultura posee un tesoro de sabidurí­a popular y proverbial; se trata de briznas de reflexiones, de intuiciones ligadas al prestigio casi milagroso de la fómula lapidaria que centra de modo esencial, mnemónico y a menudo irónico, un dato ligado a la naturaleza humana, a la vida o al mundo. Por eso el proverbio es fácilmente faccioso o parcial; con frecuencia conservador y moralizante; puede estar en contradicción con otros dichos, dado el aspecto sectorial de sus revelaciones; es habitual-mente ahistórico porque sólo requiere registrar y prever acontecimientos tí­picos que se reproducen constantemente en lo concreto de la existencia. El proverbio se codifica muy pronto en una verdadera y auténtica †œforma† literaria, con su tipologí­a, sus leyes estilí­sticas, su estructura sociológica y psicolingüí­stica.
En hebreo, el término que lo define, masa!, abarca una gama vasta de acepciones (parábola, canto, oráculo poético, alegorí­a, aforismo, etc.). El masa/-proverbio en sentido estricto se articula en dos modelos fundamentales: el †œproverbio-acontecimiento†, que se contenta con destacar un hecho fácil de verificar, y el †œproverbio-causa†, que intenta motivar la declaración experimental y es indicio de una mayor madurez racional. La tonalidad general del proverbio no es apodí­ctica o imperativa en sentido legal, sino más bien pedagógica y parenética.
Desde el punto de vista estilí­stico domina el uso del paralelismo en todas sus formas y posibilidades. Le acompaña la paranomasia, es decir, la búsqueda intencional de las asonancias fonéticas, que facilitan el aprendizaje mnemónico y que hacen a veces ardua la traducción a otra lengua. Desde el punto de vista métrico, se nota en las colecciones más antiguas de proverbios el predominio del ritmo 4 + 3; en otras partes domina el 3+3 o el metro de los 4 + 4 acentos.
En todo caso, la lectura del libro de Pr requiere una especie de acuerdo o de simpatí­a, que se comunica al lector a través de la escucha continua, casi como en un fluir melódico. Pero a veces, según veremos, nos encontramos en presencia de párrafos coordenados redaccionalmente sobre un tema fijo o también de pequeños tratados brotados de un aforismo básico.
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2. El mapa de la colección.
En el volumen actual de los Pr encontramos materiales de diversas proveniencias, ordenados según ciertos criterios: en algunas secciones se basa también en antologí­as preexistentes dotadas de materiales arcaicos. El conocimiento de los proverbios ugarí­-ticos ha permitido aislar algunas matrices indí­genas (cananeas) de los me-salí­m bí­blicos. Si la colección de los proverbios populares o cultos comienza probablemente ya con Salomón (siglo X a.C), sólo en el siglo VIII a.C. se procede a una elaboración sistemática de los datos proverbiales: la celebración de la agricultura como modelo social dominante y la primera crí­tica a las desigualdades causadas por las especulaciones comerciales nos remiten justamente a esta época, bien conocida a través de la documentación polémica de los profetas (Am, Os, Is, Miq). Sin embargo, la redacción final del volumen de Pr es más tardí­a, quizá posexí­lica. En todo caso, he aquí­ el mapa estratigráfico de las varias colecciones de proverbios que han confluido en el libro según una reconstrucción cronológica hipotética:
1) Capí­tu!os 10-22: colección de Salomón (atribuible justamente a esta época del siglo X a.C).
II) Capí­tu!os 25-29: colección de Ezequí­as (aunque los materiales pueden ser más arcaicos que este rey, que vivió a finales del siglo vm a.C).
III) 22,17-24,22: se trata de un agregado a la †œcolección de Salomón† y revela puntos de contacto explí­citos con la sabidurí­a egipcia de Amenem-ope (XXII dinastí­a: 945-745).
IV) 24,23-34: se trata de un nuevo agregado a la †œcolección de Salomón† redactado en lengua arcaica y con paralelos extrabí­blicos.
V) Capí­tu!os 30-31: se trata de cuatro agregados más recientes, difí­ciles de fechar, el más antiguo de los cuales es el numérico de 30,15-23.
VI) Capí­tulos 1-9: es la colección más reciente y más sofisticada; presenta también pequeños poemas.
Aunque contiene materiales arcaicos, el texto revela a menudo puntos de contacto con Jeremí­as y el
Segundo Isaí­as, por lo cual puede suponerse al menos una redacción final posterior al exilio y preesdrina
(550-450 ca. a.C).
El texto hebreo es bueno, a pesar de las dificultades de léxico debidas a la antigüedad de los textos y al ya citado cromatismo fonético; una contribución destacada para la comprensión la ha ofrecido la filologí­a comparada, sobre todo ugarí­tica.
Los LXX, que tienen algunas variaciones en la distribución de las colecciones, ofrecen a menudo lecciones diversas y algunas correcciones que revelan la formación estoiqui-zante de los traductores griegos.
El NT cita frecuentemente los Pr sin someterlos a reinterpretaciones, como ocurre en cambio a veces para la tórah (ver Pr 3,7 en Rm 12,16; Pr 3,11-12 en Ap 3,19; Ap 3,34; Hb 12,5-6; St 4,6; IP 5,5; Pr 3,34 en 5t4,6; IP 5,5; Pr 4,26 en Hb 12,13; Pr 10,12 en ico 13,7 lPe4,8; PrlI,31 en lPe4,18; Pr 22,8 LXX en 2Co 9,7; Pr 24,12 en Rm 2,6; Ap 22,12; Pr 25,7 en Lc 14,7ss; Pr 25,21-22 en Rm 12,20; Pr 26,11 en 2P 2,22).
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II. UN MENSAJE CONSTANTE DENTRO DE UNA ESTRATIFICACION.
La mejor metodologí­a para captar la atmósfera y el contenido de la tesis proverbial, tan querida en el pasado del mundo protestante anglosajón burgués, es la de recorrer las páginas de cada una de las colecciones haciendo un balance de sus temáticas, de sus reflexiones y dé las imágenes. Cada sección, dentro del hilo conductor general de la sabidurí­a proverbial clásica, tiene su identidad y sus caracterí­sticas especí­ficas.
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1. La primera colección (cc. 1-9).
Aunque usa materiales arcaicos, la colección de apertura del libro es la más reciente y original, también porque le gusta explayarse en grandes unidades e incluso en cortos tratados (cc. 2; 4; 5; 8; 9,1-6.1 3-18).
Después del tí­tulo, que según la práctica tradicional coloca toda la obra bajo el patronazgo de Salomón (cf Qo y Sg), y después de un encomio religioso de la sabidurí­a como †œtemor de Dios† (y. 7), el capí­tulo 1 abre una reflexión inicial sobre el concepto de sabidurí­a a través de una vigorosa personificación, anticipadora de la de los capí­tulos 8 y 9 (Vv. 20-33).
Estructurados según el esquema clásico de la enseñanza †œpadre-hijo (2,1; 3,1.11.21; 4,1.10.20), los capí­tulos 2-4 describen con un rico muestrario léxico el †œcamino†™, es decir, el destino del necio (c. 2), la dicha del sabio (c. 3) y la excelencia de la guí­a que ofrece la sabidurí­a al que se adhiere a ella (c. 4).
En cambio, la cuestión femenina ocupa los capí­tulos 5-7; y, como siempre, el problema se aborda de acuerdo con la constante tendencia antifeminista propia de la sabidurí­a popular también contemporánea. Pero la mujer con la cual polemizan los Pr es definida como †œextranjera†™; por tanto, encarna emblemáticamente la apoetasí­a que Israel perpetraba con los cultos cananeos de la fertilidad. Entonces el precepto, aunque ético, se cobra de una motivación teológica. En todo caso, los dos cuadros de los capí­tulos 5 y 7 constituyen pequeñas obras maestras de finura psicológica y narrativa: la escena de la seducción está trazada con un gusto y una ironí­a insuperables.
Con los capí­tulos 8-9 llegamos a la cúspide ideológica de la colección. En ellos se afronta la reflexión sobre la categorí­a sabidurí­a, entendida como instrumento teológico para resolver la antí­tesis trascendencia-inmanencia de Dios. La sabidurí­a es presentada, como en el capí­tulo 1, con una personificación femenina, polémicamente contrapuesta a la mujer del capí­tulo 7. Se celebra a sí­ misma en dos grandes autohimnos (8,12-21 y 8,22-31). Sobretodo el segundo, que tiene probablemente una matriz arcaica, intenta definir los dos rostros de la sabidurí­a. Pertenece a la esfera de Dios, como lo atestiguan los †œantes† de los versí­culos 22-25, que consideran a la sabidurí­a preexistente a las realidades cósmicas:
la eternidad se expresa a través de la anticipación y la precedencia respecto, al tiempo, convirtiéndose así­ en indicio de eternidad. Pero, contemporáneamente, la sabidurí­a es también una realidad creada: los †œcuando† la hacen contemporánea del mundo creado (vv. 26ss). La sabidurí­a es, pues, el proyecto trascendente de Dios que se encarna en el orden cósmico, en el hombre, en su inteligencia. Esta cualidad bifronte, trascendente e inmanente, le permite a la sabidurí­a ejercer su función de mediadora entre el creador y la criatura. Como enseña el capí­tulo 9 a través de la parábola de los dos banquetes, la opción por †œel pan y el vino†™ de la sabidurí­a significa vida y salvación.
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2. La primera colección salomónica (cc. 10-22).
La casi totalidad de los exegetas están convencidos de la antigüedad de esta colección, que puede situarse en los siglos x-ix a.C, con textos que quizá asciendan al mismo Salomón (ver IR 3,4-15; IR 10,1-10). Esta obra coral, fruto de la sabidurí­a popular y de la de los cí­rculos sapienciales profesionales, aunque con evidentes adquisiciones extranjeras, está ciertamente muy †œyah-vistizada†. La colección es semejante a un delta ramificado, sin un plan coherente de organización, articulado según la libre asociación, la asonancia y la agrupación compendiosa. Sin embargo, los 375 mesalim aquí­ coleccionados y compuestos de preferencia por dí­sticos, se pueden distribuir en dos grandes áreas, las de los capí­tulos 10-15 y 16-22.
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a) Capí­tulos 10-15. La mejor organización del pensamiento de este sector la ofrece el procedimiento por antí­tesis, que adoptan muchos aforismos. El primer gran binomio antitético es el de justo-impí­o (94 proverbios de 184). Las figuras morales en cuestión se trazan según sus opciones fundamentales. Ac aquí­ los rasgos del retrato del justo. Sabe regular su palabra, una palabra preciosa (10,20) que nutre (10,21), que esjusta (12,5), sincera (13,5), reflexiva (15,28); esjusto (11,3.11; 12,6; 14,2.11; 15,8), es caritativo (11,25), benévolo (11,27; 12,2; 13,2.22; 14,14.19.22; 15,3), esconfiado (11,13; 12,17.19.22; 13,17; 14,5.25), modesto (11,2), sensible (11,17), amante de los pobres (14,21.31), incorruptible (15,27), exigente consigo mismo (10,27; 12,1) y está dominado por el temor de Dios (10,27; 14,26.27). En él se cumple plenamente la ley de la retribución: tendrá seguridad (10,9. 25.29.30; 11,3.5, etc.), alegrí­a (11,10; 13,9; 14,21), paz con el Señor (11,20; 12,22; 15,8.9.29), descendencia bendecida (11,21; 13,22), sabidurí­a cada vez mayor (10,31-32; 11,2)y se librará de la muerte prematura (10,2.11. 16.17; 11,4.7.19.28.30; 12,28; 13,3; 14,27; 15,4.27). En cambio, el impí­o -es descrito prácticamente como el exacto negativo del justo, y la retribución terrena caerá inexorablemente sobre él, privándole de estabilidad y esperanza (10,3.25.30; 12,3.7; 10,28; 11,7.23), porqueel Señorno puedetolerarlo (10,3; 11,20; 12,22; 15,8-9).
Otro binomio es el del sabio y el necio. La sabidurí­a es sobre todo una actitud humana y religiosa, se la obtiene a través de la †œtradición†, es decir, con la enseñanza y escuchando (12,15; 13,1 .10.20; 15,5.14):
†œAnda con los sabios y te harás sabio† (13,20). Más aún; el sabio a su vez se convierte en fuente de sabidurí­a para los otros (15,2.7), porque la sabidurí­a es †œdifusiva sui†, como la fuente que se transforma en un rí­o y en canales (Si 24,28-29). Es una virtud de relación que hace al hombre reflexivo con el prójimo (13,16; 14,15), prudente, respetuoso (11,12; 14,29), modesto (12,23).
Una tercera antí­tesis es la del ocioso y el diligente. El trabajador es sinónimo de justo (15,19), mientras que el perezoso, †œvinagre a los dientes y humo a los ojos† (10,26), es el tipo del impí­o. El éxito económico es signo de bendición (10,4-5; 12,11.27; 13,4).
Una última antí­tesis, más rara (19 proverbios) y más teológica, enfrenta lo que Dios ama ylo que él odia. A través de este antropomorfismo nos introduce en una especie de moral revelada; por eso los mesalim †œteológicos† son todos eficaces y ponen en escena a Dios, que ayuda al hambriento rechazando la codicia del impí­o (10,3), que bendice enriqueciendo al justo (10,22), que es fortaleza para el hombre recto y ruina para el malhechor (10,29). De este modo, sobre la sensatez, sobre lo cotidiano, sobre el moralismo de la sabidurí­a popular se extiende el correctivo eficaz de una intervención de Yhwh que juzga, corrige e interpreta la escala de los valores humanos.
De paso recordamos también que las figuras negativas sólo se esbozan, porque el acento está siempre en lo positivo. Estos proverbios se transforman entonces en una llamada constante a la justicia, a la sabidurí­a, a la diligencia, al temor de Dios.
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b) Capí­tulos 16-22.
Esta antologí­a de temas dispares recoge 191 proverbios preferentemente de paralelismo sinoní­mico. También aquí­ aparecen los binomios antitéticos, pero con nuevos matices. En la oposición justo-impí­o el retrato más completo es ahora el negativo del malvado: orgulloso (16,5.18.19; 17,19; 18,12; 21,4), burlón y arrogante (21,24), tortuoso, perverso, desconfiado (17, 20; 19,1; 22,5.9.22; 21,6.28), despiadado (21,10) se burla de la justicia (19,28; 21,7), desprecia a los pobres (17,5; 22,16), se burla de los derechos (17,5.26; 18,5), combate al prójimo (16,28; 17,9; 18,1). La tesis de la retribución es particularmente exaltada para el
justo, que tendrá larga vida (16,31; 19,23; 21,21; 22,4) riquezas (22,4), protección y seguridad (16,17;
18,10; 19,16.23; 21,23; 22,5), descendencia bendecida (20,7) y honor (21,21; 22,4).
La antí­tesis sabio y necio está también presente con un nuevo subrayado: la sabidurí­a, más que valor moral, es ante todo habilidad, inteligencia, capacidad de arreglárselas en las contradicciones cotidianas. Es, pues, una cualidad humana (16,21.23.32; 18,15; 19,11; 20,5, etc.). En cambio, el necio es descrito sobre la base de los pecados de lengua (17,28; 18,2.6; 20,3). Y, manifestando un cierto pesimismo pedagógico, suavizado en otras partes (19,25; 20,30; 22,10), se declara que el necio es incorregible (17,10.16; 19,19.29; 20,11; 22,6.15).
El binomio diligente-ocioso da origen a aforismos semejantes a deliciosas caricaturas, a menudo cercanas alo grotesco (19,24; 20,4.13; 21,5.17; 22,13).
Pero esta sección de los capí­tulos 16-22 es también la más penetrada de teologí­a hebrea; es aquella en la que más está presente el nombre †œYhwh†. En el mundo existe un plan trazado por Dios, que se percibe sobre todo en la retribución (16,5; 17,5) que impide que la historia sea un cúmulo de mecanismos neutros y de comportamientos inmanentes. Un plan revelado también por el acto creador divino (16,4.11), que es el origen de justos (20,12)y pecadores, de pobres (17,5) y ricos (22,2). Un plan, en fin, visible en la providencia divina, que dispone todas las realidades con amor y pasión (18,22; 19,14.21; 20,27; 21,31). De un cuadro teológico así­ de lí­mpido nace también una fuerte conciencia del pecado, visto como proyecto alternativo humano al plan de Yhwh (16,6; 20,6.9).
Otro elemento original está en la entrada de los proverbios †œmonárquicos†, que presentan al rey como el lugarteniente de Dios en la tierra (16,1 -16; 20,22-21,3), como el garante terreno del proceso divino de la retribución (16,13; 20,8.26; 22,11). Pues †œel corazón del rey es canal de agua en manos del Señor; él lo inclina hacia donde quiere† (21,1). La matriz aristocrática y †œprofana† de algunos proverbios monárquicos es visible en sus venas absolutistas (16,5.14; 19,12; 20,2). La sociedad que emerge de esta situación polí­tica es la agrí­cola y urbana con preferencia del ambiente comercial ciudadano sobre el rural, como lo atestiguan ciertos rasgos pintorescos de transacciones económicas de estilo oriental (†œjMalo, malo!†™, dice el comprador; pero cuando ha comprado se felicita†, 20,14) y las frecuentes alusiones al oro y a la plata, aunque sea en comparación de inferioridad con la sabidurí­a (16,16; 17,16; 20,15; 22,1). En este tipo de estructura adquiere relieve el juez, del cual se nos traza un código de deontologí­a profesional contra las corrupciones, contra la superficialidad en las instrucciones de procesos, contra las opresiones, etc. (17,15,26; 18,5.17; 19,5.9.28; 21,28).
Los contrastes sociales respecto a ese modelo de sociedad introducen entonces una antí­tesis nueva y original: la del rico-pobre, sólo raramente afrontada según la perspectiva tradicional de la retribución, que veí­a en el pobre un pecador o un perezoso. (19,15; 20,4.13; 21,17.20). Ahora se, comienza a ver con indiferencia la riqueza como bendición divina (17,8; 18,11.16; 19,4.6; 21,14), y se desarrolla un sentido más vivo y objetivo de la justicia, que descubre sin compasión la miseria y la injusticia que se ocultan detrás del rico (16,8; 17,1; 19,1.22; 20,21; 21,6; 22,4.16). Más aún, Yhwh aparece como el abogado defensor del pobre (17,5; 21,13; 22,2): castigará severamente la explotación del pobre (22,7), los malos tratos de los débiles (18,23), mientras que el amor a los pobres se convertirá en fuente de bendición (19,17; 21,26; 22,9.16). En esta visión la riqueza se convierte en un valor relativo respecto a la sabidurí­a (16,16), a la inteligencia (29,15), a la estima (22,1), a la honradezde la vida (19,1), a la justicia (16,8), a la serenidad (17,1).
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c) Las palabras de los sabios (22,17-24,34).
Como hemos dicho en el mapa trazado arriba [1, 2], se trata de apéndices anejos a la colección salomónica: la primera (22,17-24,22) es en la práctica una adaptación de un clásico sapiencial egipcio, la Instrucción de Amenem-ope, testimonio del espí­ritu abierto y †œecuménico† de la sabidurí­a antigua de Israel; el segundo (24,23-34) recoge †œpalabras de sabios† dispersas, centradas en tres temas: las relaciones con el prójimo, la sobriedad y el trabajo.
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3. LA SEGUNDA COLECCIí“N SALOMí“NICA (cc. 25-29).
La nota redac-cional que atribuye la edición de estos proverbios a los †œhombres de Eze-quí­as† nos ofrece una información muy atendible, pues esta colección es más o menos contemporánea en los materiales de la primera salomónica. En ella domina el dí­stico y se abren netamente dos sectores de los capí­tulos 25-27 y 28-29. El primero es un paralelismo sinoní­mico y está construido con aforismos folcióricos, rebosantes de rasgos concretos y de paisajes naturales, basados en imágenes y semejanzas elementales. En cambio, la segunda unidad es de paralelismo antitético, menos viva, se mueve según procedimientos abstractos y lógicos y está impregnada de tonos éticorreligiosos.
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a) Capí­tulos 25-27.
El mundo de estas páginas es el de la naturaleza abierta, de la cultura rural, del amor a las realidades terrenas, expresión de la sabidurí­a creadora de Dios. Tenemos, en consecuencia, la arena (27,3), la piedra (26,27; 27,3), las fuentes (26,26), el agua (25,25; 27,19), los campos (27,26), el heno (27,25), las espinas (26,9), el viento (25,14.23), las nubes (25,14), la lluvia (26,1; 27,15), la nieve (25,13; 26,1), el frí­o (25,13), el calor estivo (26,1). Y los animales: el asno y el caballo (26,3), las ovejas (27,23.26), el león (26,13), los pájaros (26,2; 27,8), los cabritos (27,26). También las artes y las profesiones: el orfebre (25,4.11.12; 26,13; 27,17.21), el tejedor (27,13.26), el carpintero (25,24; 26,14; 27,15), el campesino, que a menudo teme la penuria (25,16; 27,7-8).
No faltan las parejas tradicionales del sabio y del necio (con particular atención al necio, del cual se esboza un viví­simo retrato, sobre todo a nivel humano e intelectual), del ocioso y del diligente, del justo y del impí­o, aunque en forma muy limitada, lo mismo que es exigua la reproducción de los proverbios monárquicos.
Importancia particular reviste, en cambio, según un módulo favorito de toda la literatura sapiencial, lapalabra: la calumnia (26,20.22), la hipocresí­a (26,23-25.28), la mentira (25,18), la indiscreción (25,8.23), los litigios (25,24; 26,21; 27,15-16), la traición yel espionaje (25,9-10; 26,19. 28), la vanagloria (27,1-2), la falta de control (26,2-1 7).
Dentro del espí­ritu de un humanismo integral, estos proverbios se preocupan también de los valores humanos, como la buena educación: no ser importunos (25,17), arreglárselas con la burocracia y la magistratura (26,6-1 0), calibrar las alabanzas (25,27), conservar la amistad (27,10), disfrutar de los pequeños goces de la vida (25,16), leer entre lí­neas (26,24-26), cuidar del pan cotidiano (27, 23-27).
Se respira en estas páginas una atmósfera de comunidad; se preocupan delprójimo, vocablo que aparece con insistencia y que tiene un valor más amplio que el rí­gidamente nacional y racial entendido por la tradición hebrea (25,8.9.17.18; 26,19; 27,9.10. 14.17). Es justamente el único proverbio sobre la caridad que pone en escena a Yhwh, y que ha sido recogido por Pablo en Rom 12,20: †œSi tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; porque así­ amontonas ascuas sobre su cabeza, y Yhwh te recompensarᆝ (25,21-22).
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b) Capí­tulos 28-29.
Esta segunda sección de 128 proverbios tiene casi la forma de un librito pedagógico de corte para jóvenes prí­ncipes de la familia real (Sal 101). Por eso el prí­ncipe es el sujeto dominante de los capí­tulos y el espejo del hombre polí­tico que se propone comprende estos rasgos ideales: fuerte sentido de responsabilidad para con el pueblo, sobre todo de las clases más débiles (28,3; 29,2.4); imparcialidad en administrar la justicia (28,28; 29,14); sabidurí­a y dotes intelectuales y humanas (28,2.16;
29,4.14);†™ejemplari-dad en el comportamiento (29,4.12); odio contra la explotación del pueblo (28,2.15-16;
29,4); astucia y realismo frente a la adulación, la hipocresí­a y la falsedad (29,12.26); reconocimiento de la suprema autoridad divina (28,4.5.7.9); confianza en Yhwh (28,25; 29,25), ante el cual debe reconocerse pecador (28,13).
El ángulo visual desde el cual se examina la existencia es, pues, el de la burguesí­a y la aristocracia (28,2; 29,4.12.14). El binomio antitético más desarrollado es, por tanto, el de los ricos y los pobres, con una neta simpatí­a hacia estos últimos. Se supera así­ la tradicional visión de retribución. La riqueza es peligrosa y a menudo injusta, porque se obtiene por todos los medios (28,20.22); con la usura (28,8.16), la explotación y el robo (28,16.24; 29,4). Ciertamente no se excluye que la pobreza pueda ser la resultante de los errores del mismo pobre (28,19; 29,3) y que la riqueza pueda derivar de un esfuerzo honesto (28,20). Pero la costumbre es más bien la contraria, y pobre se convierte en sinónimo de sabio (28,6.11; 29,13), mientras que la riqueza lleva consigo la maldición de Dios y la ruina (28,8.22; 29,4). El prí­ncipe debe, pues, poner en el centro de su programa la preocupación por la justicia de los pobres (28,3.15.27; 29,14), si no quiere que intervenga Dios, su defensor (29,13.16).
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4. Fragmentos proverbiales (cc. 30-31).
Los últimos capí­tulos de los Pr recogen cuatro documentos más bien heterogéneos: los proverbios de Agur, originario de Masa, tribu ismaelita árabe (30,1-14); una serie de proverbios numéricos (es decir, ligados al juego simbólico de los números: 30,15-33); los proverbios de Lemuel (31,1-9), otro rey deMasá; el himncTa la mujer perfecta (31, 10-31).
A nivel teológico es interesante sobre todo la última perí­copa, himno acróstico alfabético de 22 dí­sticos, que atribuye a la mujer un relieve muy distinto del que se le ha asignado en los capí­tulos 5 y 7. Ella es una ama de casa social y económicamente entregada, responsabilizada también en las decisiones educativas (y. 26) de la familia y en la misma vida religiosa (y. 30). Una mujer que es casi un punto de referencia esencial para el marido y los hijos, que al final entonan en su honor un canto de gratitud (vv. 28-31).
Así­ termina el volumen de los Proverbios, el libro de †œlas obras y los dí­as†, de la existencia, de la praxis, de la presencia de Dios en lo cotidiano. Casi parece que el alumno diligente y constante de la escuela de la sabidurí­a se despide del lector. Este último está ya dispuesto a entrar plenamente en la vida, en el matrimonio, en la sociedad. El retrato de la mujer ideal adquiere entonces al trasluz los rasgos de la misma sabidurí­a personificada.
2647
III. SABIDURIA Y PROVERBIOS.
Las varias colecciones de los Pr son la expresión más amplia y documentada de la sabidurí­a clásica de Israel, la hokmah. Este ejercicio de la mente, de la voluntad, de la pasión y de la acción -según las dimensiones del †œconocer† bí­blico- nace de una experimentación en los varios campos de lo real, de los cuales se extraen intuiciones, propuestas de vida, consideraciones. A las observaciones paralelas que recogen un haz homogéneo de datos acompaña a menudo el contraste, es decir, la puesta en guardia contra los riesgos y el mal.
El núcleo ideológico en torno al cual se ordenan estas reflexiones, preferentemente formuladas en †œproverbios†, podrí­a definirse con una pregunta-tesis presente en Qohélet: †œcQué provecho saca el hombre de †œtodo el trabajo con que se afana bajo el sol?† (1,3). Para un pensador sus-tancialmente escéptico como es Qohélet, la pregunta tiene un valor de desafí­o y hace resaltar la inconsistencia radical de todo esfuerzo. En cambio, es positiva la respuesta de la sabidurí­a de los Pr, para la cual la realización plena del nombre y de la historia es posible y documentable.
Desde esta respuesta optimista se desarrolla una visión de la vida y del ser que intentamos ahora perfilar en sus estructuras esenciales.
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1. Pragmatismo.
El nacimiento de la sabidurí­a en el mundo semita ocurre en el seno más bien oscuro de la magia y de la adivinación (Ex 7,11; Is 47,10; Dn 2,27; Dn 4,3) o en el aristocrático de las escuelas de corte. En Israel, en cambio, la sabidurí­a nace ya desacralizada y más †œdemocrática†. Sus connotaciones originarias son pragmáticas y proceden de una actitud sustancialmente †œiluminista† (pero no en nuestro sentido racionalista y eventualmente ateo). El Señor es el sabio, que hace partí­cipe al hombre, de su imagen, y al cosmos de su racionalidad justamente a través de su acción de creador (Pr 3,19 8,22ss; Pr 21,30). Esta sabidurí­a se despliega en el nombre a través de una valorización sistemática de la cultura y de las realidades terrestres sin tentaciones dualistas o integralistas.
Surge así­ en Pr la convicción de que la técnica es fruto de la sabidurí­a: desde el comercio al arte del fundidor, desde la construcción a la tejedurí­a. La polí­tica es colocada igualmente bajo el signo de la sabidurí­a: el hombre de Estado debe saber discernir con agudeza el bien y el mal, lo útil de lo nocivo, lo verdadero de lo falso. Las mismas relaciones públicas entran en este horizonte sapiencial: etiqueta, educación, agudeza psicológica (Pr 10,15; Pr 20,14; Pr21,14; Pr 30,15-1 7; Pr 30,18-19). Todos los valores, también los †œlaicos†, son convocados para edificar al hombre perfecto y al perfecto creyente y para construir el homenaje más adecuado a Dios. La sabidurí­a proverbial es, pues, el arte de vivir (1,5; 11,14) en la pobreza y en la riqueza, en las alegrí­as y en las tristezas, en el trabajo y en la economí­a (6,6;
10,15; 12,25; 13,7-8; 14,10.13.20; 15,13.30; 16,26; 17,8; 18,16). La sabidurí­a es celebrada por el gran don de la inteligencia humana, en cuya comparación todas las realidades preciosas de la tierra palidecen (2,1-
4).
2649
2. Antropocentrismo.
Del ex-perimentalismo †œiluminista† descrito se desprende una nueva figura del hombre: ya no está en escena el Israel hebreo, sino el Adán universal. Se trata de una especie de †œhumanismo integral†™, que afronta las cuestiones esenciales para todo hombre que aparece sobre la faz de la tierra: desde los temas filosófí­co-teológicos (teodicea) a los éticos (el prójimo); desde los sociales (justicia y polí­tica) a los prácticos (el nexo hombre-mundo). Se desarrolla también una reflexión sobre la libertad, fundamental en la página sapiencial de Gen 3 y de Si 15,11-20, pero expresada originalmente también por Pr con los dos sí­mbolos de la risa y de la danza. El sabio mira y †œse rí­e† (1,26) cuando el hombre insensato cree que puede ignorar el orden del mundo. La suya es una experiencia gozosa, semejante a la de la sabidurí­a, que obra recreándose delante de Dios (8,30-31). Una libertad que es armoní­a y abandono, lleno de embriaguez, al ritmo del mundo. Es libertad que hace posible el equilibrio y el criterio en el juzgar, como enseña Agur en Pr 30,8: †œAleja de mí­ falsedad y mentira, no me des pobreza ni riqueza; concédeme el pan necesario†.
En esta antropologí­a abierta cambia también la visión de la sociedad. El prójimo indica en los textos legislativos de la Biblia al que tiene un lazo de sangre o de tipo tribal con otro miembro de la comunidad israelita. La literatura proverbial rompe este cí­rculo demasiado restringido y asigna al término un significado más vasto, el†otro†(6,1.3.29; 22,17; 25,9), abriendo así­ el camino ala ampliación definitiva que Cristo llevará a cabo incluyendo en el concepto a los enemigos (Mt 5,43ss). Un ejemplo de esta nueva sociedad nos lo ofrece la página de Pr 3,27ss. El comienzo de la perí­copa es significativo para delinear el esfuerzo †œhorizontal† del creyente: †œNo niegues un beneficio al que lo pida cuando estuviere en tu poder concederlo. No digas a tu prójimo: †˜Vuelve otra vez; mañana te dar醙, si está en tu poder† (3,27-28).
2650
3. La ortopraxis.
La antropologí­a pergeñada hasta ahora produce una visión ética preocupada por la ortopraxis más que por la ortodoxia teórica: †œsabio† y †œnecio†™, †œjusto† e †œimpí­o† son en la práctica sinónimos (4,11; 12,8; 15,21). †œEl temor del Señor es el principio de la sabidurí­a† (1,7). El tob (bien) proverbial es ante todo la realización del hombre. Lo que es tob para el hombre es el objeto primario de la búsqueda moral junto con lo que es tób †œa los ojos de Yhwh† (3,14; 8,11.19; 12,9; 15,16-17; 16,8.16; 17,1; 19,1.22; 21,9.19; 25,7.24; 27, 5.10).
La teorí­a de la retribución hace que la moral de Pr sea sustancial-mente inmanente. Así­, la muerte se lee a menudo -junto con el sufrimiento- como un acontecimiento de función moral destinado a equilibrar ia atormentada y tortuosa historia terrestre. En la primera colección de Pr (cc. 1-9) la muerte, por ejemplo, es el producto del pecado cometido con la mujer †œextranjera† o adúltera (2,18; 5,5.23; 7,27) [Isupra II, 1]; en cambio, en otras partes cae sobre el hombre a consecuencia del abandono de la sabidurí­a (8,36; 13,14; 15,10; 19,16) o de la justicia y del temor de Dios (12,28; 14,27). Todo el arco de la problemática ética del hombre está encerrado, pues, dentro de dos polos, el seno de la madre y el seno de la tierra: el único estadio en el que el hombre compite, el único templo calculado para el éxito, la única riqueza que puede adquirir se encierran en este arco (2,19; 3,2.16; 4,10; 5,6; 6,23; 9,11; 10,17; 15,24). A pesarde alguna vacilación yde alguna intuición simbólica (11,7; 12,28; 14,32; 15,24; 23,17-18), valorizada sobretodo por M. Dahood, el gran juez es la muerte, y no la inmortalidad. Los †œnoví­simos† del sabio y del necio son administrados por esta potencia que Dios desencadena sobre el impí­o y que aleja del justo (1,19; 2,22;
6,32; 8,36; 10,31; 23,18; 24,14; 29,24).
2651
En la base de esta visión de retribución vige un optimismo inquebrantable, que se esfuerza en codificar una realidad que es, por el contrario, enigmática y compleja. Se comprenden entonces las insurrecciones de una sabidurí­a más crí­tica y polémica frente a la visión tradicional retribucionista. Si Jb y Qohélet son los representantes clásicos de esta ráfaga de originalidad y de problema-ticidad, la exigencia de una revisión de los esquemas harto simplistas y coartadores aparece también en los mismos Pr. En ellos, en efecto, se comienza a sospechar que la riqueza no es siempre señal de bendición divina, sino que a menudo puede ser indicio de perversidad, de explotación y de injusticia, y Aue puede ser raí­z de presunción (28,6.8.11.16.22; 29,4.13.24.26). A Dios no se le puede encerrar nunca en un esquema, ni siquiera en el sabio de† la sabidurí­a oficial: †œEl hombre proyecta muchos planes, pero sólo se realiza el que quiere el Señor† (19,21). Sin embargo, a pesar de estas correcciones, para la sabidurí­a de Pro? la escala de valores está muy arraigada en el ser y en la historia; por ello, aunque resquebrajado a veces, el sistema moral sapiencial es restaurado siempre y mantenido en pie.
2652
4. La teologí­a.
La concepción cosmológica y antropológica hasta ahora descrita permite fácilmente descubrir la impostación teológica de Pr. Dios está en contacto directo con la realidad en su calidad de creador y garante del mecanismo retributivo. Por eso la teologí­a resultante es mucho menos †œyahvista† que la de otros sectores de la Biblia. En efecto, la teologí­a hebrea clásica estaba toda ella imbuida de la conciencia de la elección de Israel (Dt 14,2). En cambio, Pr no ponen en escena a Israel, al pueblo de la alianza, sino al Adán hombre (45 veces), e ignoran el término berit, †œalianza†, que está presente exclusivamente en 2,17, donde designa sólo el contrato matrimonial.
La teologí­a hebrea clásica estaba estructurada de acuerdo con las intervenciones salví­ficas que Dios realiza en la trama de la historia (Dt 26,5-9; Jos 24,1-13; Sal 136). En cambio, la sabidurí­a se extiende al análisis de la existencia cotidiana común, constante y casi atemporal. La teologí­a hebrea clásica proclamaba en la tórah y en los profetas la †œpalabra de Yhwh†. La sabidurí­a ignora la expresión y no se presenta explí­citamente como revelación. La teologí­a hebrea clásica se proponí­a como normativa y estaba constelada de imperativos apodí­cticos y circunstanciales que exigí­an obediencia. La sabidurí­a proverbial tiene sin duda sus tórót (1,8; 3,1; 4,2; 6,20.23; 7,2; 13,14; 28,47.9; 29,18; 31,26), pero son siempre y sólo †œenseñanzas†, es decir, propuestas concretas de la sabidurí­a. La sabidurí­a proverbial tiene sin duda sus miswót, †œpreceptos†(2,1; 3,1; 4,4; 6.23; etc.), pero son sólo fruto de la experiencia del sabio y no se los coloca explí­citamente bajo la luz de una revelación divina. La sabidurí­a proverbial contiene ciertamente la exhortación al leqah, †œlo que se debe acoger† (1,5; 4,2;†™ 9,9; 16,21 .23), la invitación a †œaprestar el oí­do† (15,31; 25,12); pero el vocabulario tí­pico que especifica casi a nivel técnico la enseñanza sapiencial es †˜esah, †œconsejo, propuesta† (8,14; 12,15; 20,5; 21,30). La sabidurí­a, pues, no busca la obediencia, sino la tebünah, la †œcomprensión† (2,2.3; 3,19; 10,23; 15,21; 17,27; 20,5; 21,30; 24,3), la da†™at, el †œsaber† (29,7). La teologí­a sapiencial proverbial, más ecuménica en la osmosis con las culturas profanas, es por ello un intento original de formular un nuevo lenguaje teológico a la luz de una nueva experiencia, la ligada a la experiencia humana universal y cotidiana.
2653
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G. Ravasi

Fuente: Diccionario Católico de Teología Bíblica

Introducción

Proverbios ofrece enseñanzas teóricas y prácticas acerca de la vida de dos maneras principales. Caps. 1–9 son mayormente estí­mulos para una vida moral (ver., p. ej.p. ej. Por ejemplo 1:8–19). Estos sermones están en verso, pero la forma poética es de menos importancia que el hacer entender el mensaje, y gran parte de los versos están en un estilo libre. Los capí­tulos tienen dos énfasis principales: prestar oí­do a la enseñanza del sabio, y evitar relaciones adulterinas con mujeres. Los dos temas están relacionados entre sí­: la infidelidad sexual es la suprema necedad.
En el cap. 10 la atmósfera cambia. El formato mayormente se convierte en dichos de un versí­culo unidos de un modo u otro, pero cada dicho completo en sí­ mismo. Los temas se expanden y son muy diversos. Entre los temas repetidos, además de los de la sabidurí­a y las relaciones sexuales, están la naturaleza de la justicia, el uso de las palabras, las relaciones en la comunidad y el trabajo, la riqueza y la dignidad real (17:1–5 es un ejemplo).
El último tercio del libro (22:17–31:31) comprende cinco colecciones más de material, mezclado en su contenido y también en su forma. Estas reúnen muchos dichos más de un versí­culo, algunas unidades más largas, y un poema final de 22 versí­culos. Tanto los sermones como los dichos muestran los rasgos poéticos normales en los Profetas u otros libros, y ciertamente tienden a ser más regulares que la poesí­a en otros lugares del ATAT Antiguo Testamento. Por lo general cada versí­culo contiene una unidad de pensamiento si no una oración en sí­, y consiste de dos medias lí­neas que se complementan, completan o contrastan entre sí­. A menudo su significado está entrelazado y las lí­neas son dependientes una de otra. Así­, 10:1 implica que un hijo sabio es un gozo para el padre y la madre, un hijo necio es tristeza para ambos. Por lo general, las medias lí­ neas que se complementan constan de sólo tres palabras, y así­, tres énfasis; el heb. con frecuencia forma palabras compuestas, pero el lector en castellano puede a menudo percibir cuáles son las palabras im portantes en cada lí­nea alrededor de las cuales las palabras pequeñas se agrupan, y así­ ver dónde están los énfasis. En 1:2–4 se halla un ejemplo de todos estos rasgos.
El material en Prov. puede reflejar tres trasfondos sociales: la vida de la familia, la sala de justicia y la escuela teológica. Primero, los maestros hablan a menudo como padre y madre a los oyentes como si fueran sus hijos. Mientras que este modo de hablar puede ser en parte metafórico, tras él está la implicación de que el hogar es el lugar natural para enseñar y aprender acerca de la vida, la sabidurí­a y la senda de la justicia (cf.cf. Confer (lat.), compare 2:6). El primer trasfondo probable del material en Prov. es la vida de la familia y del clan.
Segundo, en otras culturas del Medio Oriente la enseñanza de la sabidurí­a era acopiada bajo patrocinio real, como recursos de preparación para la nobleza para su tarea en la corte. El contenido de Prov. no señala principalmente en esta dirección; se relaciona con la vida de la gente en general, pero las referencias a Salomón y a otros reyes en los encabezamientos de las colecciones, tanto como las referencias a la realeza y a los asuntos nacionales en algunos dichos, sugieren que los colegios de la corte donde la gente se preparaba para el servicio del rey pueden haber sido un contexto en el que el material era usado y coleccionado.
Tercero, a veces el material refleja un interés en cuestiones teológicas, tales como la creación y la revelación (ver. 3:19, 20; 8:22–31; 30:2–6) como también en asuntos más prácticos de la vida. El trasfondo de este material puede haber sido discusiones en la escuela donde se preparaban los teólogos, intérpretes de las Escrituras o escribas, a las cuales Sirac invitaba a las personas que deseaban entender los caminos de Dios (Ecl. 51:23).
Sabemos poco respecto a la paternidad literaria o la fecha real del material en Prov. El más antiguo se encuentra entre lo que podí­a naturalmente ser utilizado en la vida de familia, como vimos arriba. Este puede haberse originado mucho antes de los dí­as de Salomón, y antes de la existencia de Israel en Palestina, aunque se irí­a incrementando y desa rrollando al continuar la vida familiar. Las enseñanzas que sugieren la vida en la corte pertenecen presumiblemente a los siglos desde David hasta el exilio. (En cuanto a la relación de Salomón con ello, véase más adelante el comentario sobre 1:1.) El material más teológicamente reflexivo puede proceder del perí­odo del segundo templo; éste provee el trasfondo literario final (caps. 1–9 y 30, 31) pa ra nuestra lectura del grueso del libro con sus asuntos mayormente más prácticos.
Prov. toma una visión experimental, casi cientí­fica de la vida. Mira a la vida misma para discutir directamente cómo ver a la vida (grandes preguntas acerca de su significado y otras prácticas res pecto a nuestro entendimiento de temas tales como la amistad, el matrimonio y la familia), y cómo vivir la vida sobre la base de ese entendimiento. Entiende la sabidurí­a como pensar y vivir de acuerdo a cómo son en realidad las cosas. La necedad es una manera de pensar y vivir que ignora cómo son realmente las cosas.
Intentar formular y coleccionar la enseñanza de la sabidurí­a asume que no estamos limitados a aprender de nuestra propia experiencia; también aprendemos de las de otros. Los maestros sabios de Is rael, tomando de su propia experiencia y de la de otras personas, nos ofrecen discernimientos que pueden ayudarnos a dar sentido a experiencias que hemos tenido, y a hacer lo correcto en el futuro.
Considerado teológicamente, Prov. comienza con la revelación general de Dios que está a disposición de las personas porque ellas están hechas a su imagen y viven en su mundo. Precisamente porque sabe que Dios es real, que las per sonas están hechas a su imagen, y que viven en su mundo, asume también que la moralidad y la fe son parte de la vida misma tal como las personas la experimentan.
Los cristianos están permitiendo continuamente ser influenciados por la sabidurí­a y la experiencia humanas. Prov. anima eso. También nos ofrece alguna guí­a sobre cómo proceder y cómo no ha cerlo. Asume que el mundo real incluye asuntos de fe y convicción moral, y coloca nuestra experiencia en un sentido estricto opuesto a los trasfondos de éstos; coloca juntos el conocimiento, la religión y la moral. Insistirá en que los principios de educación, consejerí­a y negocios, p. ej.p. ej. Por ejemplo están formados en conjunción con consideraciones religiosas y morales, y no independientemente de ellas. De este modo dice a la vez un †œsí­† y un †œno†, o un †œsí­, pero† a aquello que aprendemos del mundo.

BOSQUEJO DEL CONTENIDO

1:1-7 Introducción

1:8—9:18 Consejo sobre la sabidurí­a
1:8-19 Advertencia a evitar implicarse con pandillas y delincuentes
1:20-33 La sabidurí­a llama a los ingenuos, a los necios y a los confiados en sí­ mismos, a que presten atención si han de evitar un desastre.
2:1-22 Promesas acerca de los beneficios morales que proporciona el atender a la sabidurí­a
3:1-12 Recomendaciones con respecto a las actitudes hacia Dios
3:13-20 La bendición de la sabidurí­a
3:21-35 Un llamado al sano juicio y a la cortesí­a
4:1-9 Un llamado a buscar la sabidurí­a y promesas respecto a sus dádivas
4:10-19 Un llamado a evitar los caminos de los malvados
4:20-27 Un llamado a guardar el corazón y la vida
5:1-23 Un llamado a la fidelidad matrimonial
6:1-19 Dos llamados a la acción antes que a la dilación, y dos comentarios acerca de la persona que provoca discordia
6:20-35 Un llamado a evitar el adulterio porque es muy costoso
7:1-27 Un llamado a resistir toda tentación a tener una aventura amorosa
8:1-36 La sabidurí­a ofrece la verdad y la vida
9:1-18 Las invitaciones idénticas de la señora Sabidurí­a y la señora Insensatez

10:1—22:16 Proverbios de Salomón
10:1-22 Dichos sobre la riqueza y sobre las palabras
10:23—11:31 La justicia e impiedad, y más sobre palabras y la riqueza
12:1-28 Más sobre las palabras y el trabajo
13:1-25 El deseo, la riqueza y la sabidurí­a
14:1—15:1 La sabidurí­a, el ser interior y la vida en la sociedad
15:2—16-19 Dios en relación con la sabidurí­a, el rey y el ser interior
16:20—22:16 La vida, la justicia, la sabidurí­a y Dios

22:17—31:31 Cinco colecciones adicionales
22:17—24:22 Treinta dichos sabios
24:23-34 Más dichos sabios
25:1—29:27 Dichos copiados de la corte de Ezequí­as
30:1-33 Dichos de Agur
31:1-31 Dichos del rey Lemuel
Comentario

1:1-7 INTRODUCCION

Estos versí­culos constituyen la introducción del libro mismo respecto a su naturaleza y propósito. El contenido del libro como un todo puede describirse como proverbios, que tiene las dos formas principales completamente distintas observadas en la introducción. Esto de por sí­ muestra que †œproverbio† en el heb. es una palabra de aplicación más amplia y más variada que proverbio en español. Pa ra algunos idiomas un proverbio es un medio de comparación. Sin embargo, la Biblia usa la palabra más ampliamente. En distintos pasajes puede referirse a: un oráculo profético (Núm. 23:7), una lección objetiva (Deut. 28:37), un refrán (1 Sam. 10; 12), un discurso poético (Job 27:1) y otras formas de expresión. Sugiere así­ algo más intenso, vigoroso y provocativo que un dicho directo.
El v. 6 describe el contenido del libro como los proverbios y los dichos profundos, las palabras de los sabios y sus enigmas. Esto llama la atención a dos rasgos de la enseñanza de Prov. A menudo está emitida de manera enigmática más bien que directa; esto hace que el oyente piense. También refleja el hecho de que el libro a menudo trata cuestiones profundas.
El encabezamiento Los proverbios de Salomón introduce al libro en su totalidad, pero no indica que Salomón fuese el autor de todo su material (ver 24:23; 25:1; 30:1; 31:1). Más bien hace una declaración respecto a la autoridad de todo el libro como una colección de verdadera sabidurí­a salomónica; porque Salomón es la gran personificación bí­blica de la sabidurí­a (ver 1 Rey. 3–4). Lo que el libro contiene es la clase de sabidurí­a que él enseñaba y personificaba. No sabemos si partes del libro en particular eran obra suya. En realidad no sabemos nada en cuanto a cuándo fueron escritas diferentes partes del libro (salvo que fue entre 2000 y 200 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo) pero su significado no radica en esta clase de información. Tiene que ver con cuestiones humanas diarias, para todas las edades.
En el v. 1 se describe a Salomón como hijo de David, rey de Israel (cf.cf. Confer (lat.), compare Ecl. 1:1). Ecl. continúa haciendo de Salomón su modelo, porque como rey él hubiera estado en una posición única para hacer las declaraciones en Ecl. 1:12–2:11. En forma paralela los sermones en Prov. 1–9 pueden tener a Salomón como su modelo implí­cito; expresan la clase de principios que un rey como Salomón debió haber sido lo suficientemente sabio para vivirlos. ¡Allí­ hay una ironí­a!
La introducción continúa declarando el propósito del libro, y al hacerlo ofrece un glosario de términos técnicos de la sabidurí­a.
En el v. 2, sabidurí­a significa primeramente el saber práctico o destreza que logra las cosas (ver 30:24–28), aunque llega a ser una disciplina más abstracta que se ocupa de profundas cuestiones teológicas (ver 8:22–31). Disciplina o †œinstrucción† (la misma palabra en el v. 8) nos recuerda que la sabidurí­a no se adquiere a bajo precio o sin dolor: implica sumisión (cf.cf. Confer (lat.), compare 3:11; 6:23; 13:1, 24). Así­, †œreprensión† (1:23, 25, 30) a menudo acompaña a la disciplina o †œinstrucción† (ver 3:11; 5:12; 6:23; 10:17). Comprender los dichos de inteligencia implica la habilidad de analizar, el discernimiento para ver detrás de las cosas, o leer entre lí­neas, y la dis criminación para tomar decisiones a la luz de ello (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 6).
La vinculación de la sabidurí­a con la justicia (3) muestra de nuevo su preocupación práctica: la palabra sugiere tener buen juicio. Prudencia en el v. 4 es una palabra diferente, que significa †œsagacidad†, la capacidad de hacer que la gente haga lo que usted quiere, sin ser usted mismo engañado (ver 22:3; también Gén. 3:1 en un mal sentido). Conocimiento puede referirse a conocer los hechos y a las personas, pero coincide con reconocimiento, y así­ con compromiso: une a la teorí­a y a la práctica (ver 1:22, 29; 3:6). †œConocimiento de Dios† (2:5) está así­ más estrechamente ligado con la obediencia a Dios que con tener una experiencia personal de Dios. Sagacidad sugiere el ingenio de la persona práctica que sabe cómo lograr que las co sas se hagan, y no se detiene ante un problema; en un mal sentido, denota urdir tretas (12:2).
En el v. 5, saber viene del verbo †œtomar†, e insinúa el esfuerzo implicado en entender algo, y a la receptividad requerida por la sabidurí­a. La misma palabra se traduce †œpersuasión† en un contexto llamativo en 7:21. Habilidades viene de la palabra para cuerdas, y sugiere pericia en dirigir su camino a través de la vida con sus tormentas (ver 24:6).
La introducción del libro especifica también a quiénes se dirige. Los ingenuos (4) son los jóvenes carentes de instrucción, que están en peligro de ser cándidos, crédulos, fáciles de conducir y felices de ser como son (ver v. 10 †œpersuadir† es un verbo relacionado, y sugiere extraviar al crédulo; también 1:22, 32; 14:15). Pero la enseñanza de Prov. no es algo que los sabios y los entendidos pierdan con el tiempo (5). La palabra para entendido está relacionada con las expresiones para comprender los dichos de inteligencia en el v. 2 (ver el comentario sobre ellas). El sabio y entendido sabe que la mayorí­a de las personas tiene por lo general mayor necesidad de actuar en base a viejas verdades que en descubrir nuevas.
En contraste, los individuos se vuelven insensatos (7) cuando no están dispuestos a aprender, o se complacen en su confianza de que todo terminará bien, o cuando vuelven su espalda a las viejas verdades básicas (ver 1:32; 12:15; 17:12; 27:3, 22).
Unos destinatarios más del libro aparecen en el v. 22: †œburladores†. La palabra sugiere a gente que siempre tiene su boca y no sus oí­dos abiertos; ya lo saben todo y no tienen necesidad de escuchar a ninguno. Son arrogantes, imposibles de ser enseñados y antipáticos (cf.cf. Confer (lat.), compare 9:7, 8; 13:1; 15:12; 21:24).
Finalmente, la introducción revela la compañí­a que tiene la sabidurí­a, dejando en claro que el conocimiento y la toma pragmática de decisiones no obran por sí­ mismos. Primero, van juntos con la moral (3b). Justicia, derecho y equidad es la preocupación caracterí­stica de los profetas. Los tres vuelven a estar juntos en 2:9 y en 8:6, 20.
Segundo, van juntos con la fe (7; cf.cf. Confer (lat.), compare 9:10 al otro extremo de la colección de sermones y 31:30 al otro extremo del libro). El temor de Jehovah sugiere reverencia y respeto que producen obediencia (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 29, con el comentario sobre conocimiento arriba); no implica tener miedo a Dios. Jehovah es el Dios especialmente revelado a Israel. Prov. no hace referencia a las cosas especí­ficas de la fe de Is rael, pero el usar el nombre de Dios distintivamente israelita implica que se refiere a esta fe. Su sabidurí­a es el sentido común que toma a esta fe con su estructura básica. El principio del conocimiento quiere decir su †œfundamento†, porque uno nunca deja de necesitarlo. Prov. asume que usted no puede tomarle sentido al mundo o vivir una vida plena y exitosa a menos que vea a Dios detrás e implicado en él, y busque entenderlo de Dios con re verencia y humildad.
1:8-9:18 CONSEJO SOBRE LA SABIDURIA

1:8-19 Advertencia a evitar implicarse con pandillas y delincuentes

Esta primera parte de consejo es tí­pico. Comienza con un llamado a estar atento (8), lo cual asume que el padre y la madre juntos guí­an a la familia en su relación con la vida y con Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare 6:20; 10:1). El desafí­o está ligado a una promesa (9), sumando a aquellas en los vv. 2–7 la promesa que la sabidurí­a es no sólo beneficiosa sino además atractiva. Instrucción es una palabra de sabidurí­a (ver 1:1–7), pero disciplina es la palabra torah (lit.lit. Literalmente †œdirección†), lo que sugiere que el estilo y contenido de los libros de Sabidurí­a y los de la Torah se juntan (cf.cf. Confer (lat.), compare †œmandamientos† próximo a †œsabidurí­a† en 2:1, 2). Esto se ve más claro en el cap. 28.
Luego continúa con su reto principal sobre un aspecto particular de la conducta: el v. 10 resume lo que puede suceder y cómo uno debe responder, los vv. 11–14 y 15 amplí­an las dos partes de esto. La tentación apela a los instintos del joven hacia emociones vivas, violencia, dinero, poder y camaraderí­a.
Los vv. 16–19 agregan razones para el consejo. En esta sección el razonamiento es prominente: enseña con autoridad pero no con autoritarismo. La delincuencia es estupidez. Los malechores van en bus ca de sangre (11) pero es su propia sangre la que ellos corren a derramar (18). La estupidez es tal que ellos no pueden ver el desastre que está mirándoles de frente (17). El v. 16 probablemente sugie re la misma idea. La palabra para pecado es traducida †œmal† en el v. 33 y demás lugares, lo que da mejor sentido también aquí­: ellos son astutos para causar daño a sí­ mismos; prontos a derramar sangre, la suya propia. Se han burlado de la candidez de sus ví­ctimas; ahora el maestro se burla de la de ellos.
Nota. 12 El Seol y la fosa: cf.cf. Confer (lat.), compare con 27:20; 30:15, 16; Sal. 49; Ecl. 9; Isa. 5:14. Cuando la gente muere, fí­sicamente la tumba familiar le traga í­ntegro; Seol es un equivalente no fí­sico de la tumba, el des tino de la parte fí­sica de la persona. Pero la imagen de Seol con su boca codiciosa también toma la forma en que los mitos de los vecinos de Israel pintaban al dios Muerte tragando a la gente con entusiasmo. Algunas versiones traducen Seol como †œla tumba†, †œmuerte† o †œMuerte†.

1:20-33 La Sabidurí­a llama a los ingenuos, a los necios y a los confiados en sí­ mismos, a que presten atención si han de evitar un desastre

Los vv. 20, 21 personifican a la Sabidurí­a como una mujer profeta predicando en los lugares donde la gente se reúne en la ciudad del modo en que Israel estaba acostumbrado. Los vv. 22–33 registran lo que ella estaba diciendo, continuando con la figura de un profeta predicando, siendo ignorado (cf.cf. Confer (lat.), compare Isa. 65), y luego no estando disponible cuando la gente querí­a consultarle (ver vv. 23, 24, 28). La figura del profeta ayuda a proporcionar la urgencia del llamado de la sabidurí­a a la gente que está en una situación crí­tica. Ella habla como si fuese demasiado tarde, como hacen los profetas a menudo para sacudir a la gente a responder antes de que sea verdaderamente demasiado tarde.
El principio (22) y el final (32, 33) resumen su lamento, su advertencia y su promesa. †œAmar† y †œaborrecer† (22) se muestran aquí­ como decisiones de la voluntad tanto como emociones, como sucede regularmente en Prov. y otros lugares en la Escritura.
Los vv. 23–25 amplí­an luego el lamento: la gente no respondió y se privó de la sobreabundante provisión de la sabidurí­a. No estuvieron dispuestos a escuchar la reprensión y el consejo; lo negativo y lo positivo se complementan. Los vv. 26–28 a su vez amplí­an la advertencia con la que un profeta caracterí­sticamente continúa su reprensión: la gente es amenazada con terror repentino y abrumada por la angustia. Los vv. exageran con el fin de comunicar este punto en un intento de sacudir a la gente a su buen sentido.
Los vv. 29, 30 y 31 repiten el modelo de 23–25 y 26–28. Ellos lamentan la negativa deliberada de la gente a decidirse por lo que es justo y a usar su libertad humana para inclinarse en obediencia a Dios (29; cf.cf. Confer (lat.), compare vv. 22, 32 por el énfasis en responsabilidad y elección). Ellos advierten cómo tales decisiones humanas tienen sus resultados naturales comparables a la sensación de empacho que nos agobia cuando comemos demasiado (31).
La figura de la sabidurí­a como un profeta nos ayuda a señalar que la sabidurí­a habla por Dios y de Dios (ver más en cap. 8). Su enseñanza se deriva de la experiencia, pero no es una mera opinión humana. Dios está implicado en la actividad humana por medio de la cual la gente busca discernir la verdad que la vida misma puede enseñarle. La sabidurí­a misma enseña que el principal obstáculo al crecimiento en la percepción es uno moral, una indisposición a aprender verdades que incomodan. Ella también enseña que cuando uno está moralmente abierto a vivir por los discernimientos de la sabidurí­a ellos abrirán el camino hacia una vida exitosa y protegida. Aquí­ está la verdadera seguridad: contrasta la complacencia con la verdadera seguridad y tranquilidad (32, 33). Alternativamente el desastre vendrá, no meramente porque Dios lo enví­a sino porque es el resultado †œnatural† de ac ciones necias (31, 32). Estas son las promesas caracterí­sticas de Prov.; el hecho de que no siempre resultan es el punto de partida de Job y Ecl.

2:1-22 Promesas acerca de los beneficios morales que proporciona el atender a la sabidurí­a

Continuando la exhortación de forma paternal de 1:8–19 y con la advertencia de forma profética de 1:20–33, esta sección toma aun otra forma, la de observación y promesa. No contiene imperativos propiamente dichos: así­ como 1:20–33 es asunto de advertencia profética, éste es un asunto de cláusulas y promesas condicionales. De este modo las muchas promesas constituyen en sí­ mismas un reto velado. La figura de †œsenda† corre a través del cap.
El reto a la atención en los vv. 1–4 toma una forma de †œsi† más sutil que el desafí­o directo de 1:8. Pero es todaví­a un asunto de mandamientos, como en la Torah (ver en 1:8), y de una búsqueda completamente seria, involucrando cuatro formas de esfuerzos. Implica entrenar la memoria (1). Implica ensanchar la mente (2; en cuanto a corazón ver en 4:21). Requiere una fuerte motivación (3), una búsqueda tan seria como la de la misma sabidurí­a (cf.cf. Confer (lat.), compare 1:20, 21). Requiere un esfuerzo enérgico, como si uno estuviera cavando en busca de oro (4): el hablar del tesoro buscado y guardado con seguridad (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 1) ya insinúa la promesa adjunta al objeto de la búsqueda. El adquirir discernimiento es en un sentido un asunto directo, pero demanda mucho esfuerzo.
Como 1:9, los vv. 5–11 explican la promesa adjunta a la atención. La búsqueda seria del discernimiento alcanza su meta cuando una persona encuentra a Dios y se somete a él como aquél que tie ne la llave de este tesoro. El obtener discernimiento requiere mucho esfuerzo (1–4), ¡pero cuando uno lo halla lo recibe como un regalo! El hallar a Dios es entonces hallar la llave a una vida protegida, porque la llave a la vida protegida es también discernimiento. Esto es así­ debido al aspecto moral del verdadero discernimiento; éste se expresa en una vida recta, y el hallar a Dios es hallar a uno cuyo discernimiento es recto.
Los vv. 5–8 son más explicados en los vv. paralelos 9–11; el Entonces y Cuando de los vv. 9 y 10 reanudan aquellos en los vv. 5 y 6, y la promesa en el v. 11 es paralela a aquella en los vv. 7, 8. Los alumnos deseosos de ser sabios querrán saber cómo vivir, y se les promete que lo hallarán (9).
En los vv. 12–22, la promesa de los vv. 5–11 es aplicada primero al camino de justicia en general, o más bien al camino recto, porque la figura de la maldad como perversidad aparece a través de los vv. 12–15. La sabidurí­a es tu protección contra los mentirosos de los vv. 12–15 (parientes cercanos de los malechores de 1:10–19) que llaman a lo negro blanco y a lo blanco negro tan audazmente que se torna plausible.
Los vv. 16–19 enfocan la atención sobre las mujeres infieles tanto como sobre estos hombres impí­os. Estos versí­culos pueden simplemente refe rirse al adulterio en un sentido directo; Prov. ciertamente recalca la fidelidad matrimonial. Pero la esposa adúltera o descarriada es un asunto tan importante en los caps. 1–9 (ver cap. 5; 6:20–7:27; también 22:14; 23:26–28; 29:3) que parece probable que haya más que ése. Tal vez la infidelidad matrimonial es una parábola de la infidelidad a Dios, como es el caso a menudo en el ATAT Antiguo Testamento; aquí­ el asunto será la fidelidad a Dios como expresada en la fidelidad a la sabidurí­a. Las palabras no son, sin embargo, las comunes para referirse a mujeres inmorales; ellas significan mujer ajena. Esto puede sugerir que las mujeres sean personas dedicadas a dioses extranjeros, y a sabidurí­a extranjera. Ellas seducirán a los que se enreden con ellas a que los reconozcan, eso es, a extraviarles tanto religiosa como sexualmente. La urgencia a tomar en serio la sabidurí­a (que involucra reverencia a Jehovah) y a resistir las tentaciones de otras mujeres (que les guiarán a involucrarse con otros dioses) son entonces los dos lados de una moneda. Esta interpretación da buen sentido a algunos pasajes posteriores sobre las †œadúlteras†, aun cuando aquí­ el v. 17 sugiere más naturalmente a una mujer israelita que ha abandonado a su marido al que habí­a hecho sus votos delante del Dios de Israel.
Como 1:10–19, el pasaje describe la perversidad de un modo que pone en evidencia su maldad moral (12–17), pero su advertencia real recalca que la senda de la perversidad conduce a la calamidad personal (18–22). El pecado sexual es incorrecto, pe ro aquí­, es necedad. Las presiones de nuestro mundo hacen encantadora la expresión sexual en nombre del amor; por lo común, la gente descubre sólo más tarde que el dolor y la pérdida difí­cilmente compensaban el placer. Prov. ve al adulterio como llevando al mismo destino que el asesinato: cf.cf. Confer (lat.), compare 1:16–19 y la descripción de Seol en 1:12.

3:1-12 Recomendación respecto a actitudes hacia Dios

Al igual que 1:8–19, esta sección incluye una introducción común instando a la atención por causa de los beneficios que ella brinda (1, 2); sigue luego una serie de recomendaciones directas sobre un tema particular, con el agregado de sus propias promesas (3–12).
En contraste con 1:8 y 2:1 (ver el comentario), el v. 1 usa sólo el vocabulario de la Torah (instrucción y mandamientos). Esto nos prepara para el hecho de que el consejo especí­fico de los vv. 3–12 es más directamente religioso que los de otras secciones; abajo se señalan relaciones especí­ficas con Deut. En verdad los vv. 3–12 se ocupan con advertencias respecto a la sabidurí­a más que con alabanzas a ella: el interés por la sabidurí­a se extralimita si pierde contacto con Dios. Pero, en primer lugar, la introducción en el v. 2 hace sus propias promesas respecto al valor de su enseñanza. El bienestar de que habla es shalom, el concepto bí­blico de amplio alcance de paz, felicidad, integridad y plenitud en esta vida (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 17).
Se nos recomiendan con ahí­nco cinco actitudes especí­ficas. Primera, debemos ser firmes en nuestro compromiso (3, 4; cf.cf. Confer (lat.), compare con Deut. 6:8; 11:18). Misericordia y verdad constituyen una pareja clave de palabras en el ATAT Antiguo Testamento sugiriendo el hacer y guardar compromisos. Tales caracterí­sticas pertenecen a Dios, y constituyen las metas para la respuesta humana a Dios y a otras personas (p. ej.p. ej. Por ejemplo 14:22; 16:6; 20:28; Sal. 25:10; 40:10, 11).
Segunda, debemos ser dependientes en nuestro pensamiento (5, 6). Confí­a y apoyes sugieren ambos la experiencia fí­sica de apoyarse en algo o alguien en total e impotente confianza y entrega.
Tercera, debemos ser humildes en nuestra obediencia (7, 8). Sabio en tu propia opinión denota no meramente orgulloso de tu propia sabidurí­a sino autosuficiente en ella y, por tanto, no sintiendo ne cesidad de remitir las cosas a Dios (sin duda una tentación dominante para los que están entregados a hallar sabidurí­a).
Cuarta, debemos ser pródigamente generosos en nuestras ofrendas (9, 10; cf.cf. Confer (lat.), compare Deut. 26).
Quinta, hemos de ser sumisos al experimentar aflicción (11, 12; cf.cf. Confer (lat.), compare Deut. 8:5).
Podemos ser estas cosas porque ellas nos traerán gracia (4), dirección (6), salud (8) y prosperidad (10), y porque aquel a quien nos sometemos en es tas diversas sendas es nuestro Padre amoroso (12). Sobre preguntas que estas promesas puedan suscitar, ver sobre 10:1–11:1.

3:13-20 La bendición de la sabidurí­a

La Escritura nos recuerda consistentemente que Dios está comprometido con nosotros en las bendiciones de una vida plena en el mundo. También nos hace comprender el mensaje en una osada va riedad de maneras (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Cor. 9:22). ¡Hay muchas maneras de predicar un sermón! Aquí­ (14–18) se nos presenta la sabidurí­a personificada como una mujer. Ella reaparecerá muchas veces, a menudo encarnada en el encanto de una niña o la madurez de una mujer casada. Su número opuesto, la insensatez, está similarmente encarnada en la simpleza de una adolescente o la irresponsabilidad de una mujer casada desilusionada (ver 4:1–9; 7:1–27; 8:1–36; 9:1–18). Nos referiremos a ellas como la señora Sabidurí­a y la señora Insensatez.
Un árbol de vida (18; cf.cf. Confer (lat.), compare 11:30; 13:12; 15:4) es en Prov. una metáfora paralela a †œfuente de vida† (p. ej.p. ej. Por ejemplo 10:11; 13:14), para describir algo que es vivifi cante. No tiene las implicaciones teológicas de Gén. 2–3. Referencias anteriores a la vida y a la muerte parecen tener el significado común práctico (p. ej.p. ej. Por ejemplo 1:18, 19; 2:18, 19), pero †œvida† en el ATAT Antiguo Testamento a menudo significa plenitud de vida (vitalidad, salud, bendición, prosperidad, realización), y †œmuerte† la ausencia de ellas. Las referencias en Prov. deben considerarse en sus contextos para ver si esos significados están presentes (ver p. ej.p. ej. Por ejemplo 3:22; 4:4, 13, 22, 23).
Los vv. 19, 20 agregan entonces un dicho inesperado de gran significado. La razón fundamental para tomar seriamente a la sabidurí­a es el hecho de que Dios lo hizo así­ al crear al mundo. (Jehovah está en una posición muy enfática al comienzo de la oración.) El cap. 8 desarrollará ambas partes de esta idea.

3:21-35 Un llamado al sano juicio y a la cortesí­a

Los elementos en esta sección están menos estrechamente ligados que en otras, y pueden tener un origen independiente, pero tal como está el sermón sigue la estructura familiar. Comienza instando a atender muy cuidadosamente a la sabidurí­a (21), a la que se agrega una serie de promesas: vida (ver sobre v. 18), distinción, seguridad, cal ma, confianza, todas ellas basadas en la protección divina (22–26).
Continúa un consejo concerniente a aspectos especí­ficos de conducta, ahora concentrándose en la buena vecindad (27–31). Más promesas de estar en la confianza de Dios, experimentar la bendición de él en el hogar de uno, ver la gracia de él y hallar honor a los ojos de la comunidad, se agregan a aquellas (los vv. 32–35 son una notable serie de contrastes). La suposición es que ser sensible y ser buen vecino van juntas en realidad; no es realmente sagaz (21) estar calculando a expensas de otro (27), debido a la manera en que Dios hace que el mundo funcione (32–35).

4:1-9 Un llamado a buscar la sabidurí­a y promesas respecto a sus dádivas

Este pasaje instándonos a prestar atención a la sabidurí­a es semejante a 3:13–20 al ver a la sabidurí­a como una persona, pero es semejante a otros pasajes al darnos instrucciones respaldadas con promesas de los beneficios de la sabidurí­a. Se dirige al lector a la atención, aplicación, obediencia, dedicación, consistencia, sacrificio y entusiasmo (nótese la repetición de adquiere). La motivación promete vida, protección y honor.
Aquí­ se desarrolla el énfasis sobre la enseñanza de estilo familiar (1–4). En tanto que la actitud de los padres puede oscilar entre ser demasiado autoritaria y la falta total de dirección, Prov. urge una tercera manera, la cual ofrece enseñanza firme pero siempre bajo Dios. (¡Aunque en eso hay el peligro de manipular a las personas!)
La atrayente señora Sabidurí­a (8, 9) proporciona una contraparte positiva a la seductora señora Insensatez encarnada en la †œmujer ajena† de, p. ej.p. ej. Por ejemplo 2:16–19. La mujer astuta que puede usar su femi neidad para lograr sus metas puede actuar como sabia consejera de su marido y protegerle de la insensatez. No hay precio demasiado alto a pagar por la mujer apropiada, tanto metafórica como lit.lit. Literalmente (7).

4:10-19 Un llamado a evitar los caminos de los malvados
Nuevamente un llamado a prestar atención lleva a las promesas asociadas de vida y estabilidad (10–13). Eso introduce una advertencia a evitar los ca minos de los que comen, beben y duermen la maldad y la violencia (14–17), con una promesa asociada de luz y advertencia de oscuridad (18, 19).

4:20-27 Un llamado a guardar el corazón y la vida
De nuevo un llamado a intensa atención lleva a la promesa de vida y salud (20–22). Eso introduce consejo respecto a guardar la persona total: corazón, habla, mirada y el andar (23–27). La persona interior debe ser recta, porque eso es la fuente de todo lo demás; pero la conducta exterior no queda librada sólo a surgir de aquella. Tenemos que dar atención a hablar, mirar y caminar rectamente.

5:1-23 Un llamado a la fidelidad matrimonial

El desafí­o inicial del cap. a la atención con su acostumbrada promesa es más animado que de costumbre (1, 2). El escritor está siguiendo un tema sistemáticamente y se apresura a su real preocupación con la adúltera que debe ser resistida y la esposa con la que uno debe gozarse (3–20) (ver también sobre 2:16–19). Se resume en los vv. 19, 20, que ponen lado a lado maneras alternativas de cautivar; como los vv. 15–18 llevan hacia el v. 19, los vv. 3–14 proveen la base para el v. 20.
Concluye con un recordatorio del principio moral general de la enseñanza de la sabidurí­a, que Dios juzga (21), pero ese juicio viene a través de eventos que son consecuencias naturales (22). La advertencia tiene su aguijón en la cola. Se echará a perder (23) es un verbo que significa que el envolverse en el amor de otra mujer antes que en el de su esposa es envolverse en la mortaja de la insensatez.
Así­ por un lado, el amor de otra mujer puede ser una proposición muy atractiva (3), pero una intriga amorosa terminará ciertamente en terrible dolor (4, 5: la implicación puede ser que su amor no dura, pero aun si lo hace, habrá dolor). Uno debe admitir que ella puede rehusar hacer frente a este hecho (6). Es, por tanto, necesario mantenerse bien lejos antes que correr el riesgo de verse involucrado (7, 8: ver Mat. 5:28). De otro modo las consecuencias serán pérdida financiera, daño, lamento, soledad y vergüenza (9–14).
Hay una alternativa: aprenda (como lo pone un libro reciente) †œcómo hacer el amor a la misma persona por toda su vida†. Haga de ella el deleite de sus ojos, su cuerpo y todo su ser (15–19).
El consejo de Prov. es pasmosamente aplicable a una cultura en la cual el adulterio es común entre los creyentes, quienes se convencen a sí­ mismos (como el maestro aquí­ lo contempla) a creer que en su caso es lo mejor. El único problema que el consejo de Prov. puede parecer suscitar es que está expresado solamente desde el punto de vista de un hombre. Por un lado, la mujer que aquí­ se describe no debiera ser culpada totalmente: tal vez ella es de sesperadamente infeliz en su matrimonio, y comprensiblemente desesperada por escapar de él. Esta es una razón más para ser cautelosos con sus deseos. Por otro lado, los hombres también pueden ser desesperadamente infelices en sus matrimonios, y ansiosos de escapar, y las mujeres deben estar advertidas del equivalente masculino a las presiones femeninas que aquí­ se describen.

6:1-19 Dos llamados a la acción antes que a la dilación, y dos comentarios acerca de la persona que provoca discordia

En los vv. 1–5 la persona parece haber salido como fiadora con un prójimo en favor de otra persona que luego no ha cumplido. Parece ser que la persona ha salido como fiadora en favor de un extraño que luego ha desaparecido. De cualquier manera, es una estupidez esperar que la situación se resuelva de algún modo por sí­ misma. Uno tiene que tomar medidas urgentes para salir del lí­o, aun cuando sea humillante, tomando la iniciativa de arrojarse a la misericordia de su prójimo. (Ver 11:15; 17:18; 22:26, 27 sobre cómo no caer en este enredo, y 20:16; 27:13 sobre cómo tomar la iniciativa si usted es el prójimo.) Si bien uno debe ser misericordioso hacia un miembro de su familia o aun de su comunidad local que está necesitado, esto no es una excusa para ser derrochador y arriesgar sus propias posibilidades, y así­ finalmente su libertad personal.
En los vv. 6–11 la persona perezosa (ver sobre 24:30–34) es instada despectivamente, y tal vez sin esperanza, a aprender sabidurí­a de la hormiga (ver en 30:24–28 otra lección del mundo animal).
La persona que provoca discordia es el tema de los vv. 12–15 y 16–19. La descripción en los vv. 12–14 culmina con esta frase. En un dicho numerado como los vv. 16–19 los siete asuntos pueden ser igual mente importantes, y todos por supuesto tienen significado serio, pero después de los vv. 12–15 el punto verdadero se halla en el último (comp. 30:18, 19, 29–31). Las dos observaciones son que la persona lo pagará (15) y que Dios aborrece este comportamiento (16). Con el uso de ojos, lengua, pensamiento y pies aquí­, contrástese el consejo en 4:23–27.

6:20-35 Un llamado a evitar el adulterio porque es muy costoso

Regresemos a la forma familiar de sermón con su llamado inicial a la atención (20, 21) y promesas asociadas (22, 23). Estas pasan imperceptiblemente a instarnos a evitar el adulterio, siendo cautos de las palabras tentadoras y las miradas atractivas (24, 25; ver sobre 2:16–19; 5). Sigue una extensa presentación de las razones para aquello, que ocupa la mayor parte de esta sección (26–35). Enfoca sobre el costo financiero y la vergüenza pública, y eso sin mencionar la ira del marido ofendido, todo lo cual hace que una aventura amorosa simplemente no valga la pena.
El punto se establece por medio de tres comparaciones. Primera, uno puede comparar el tener una aventura amorosa con el ir a ver a una prostituta; más bien un insulto a alguien que tenga una perspectiva romántica de su aventura (26). Puede ser que la mujer sea llamada una prostituta (aunque lit.lit. Literalmente no sea eso) o que ella sea desfavorablemente comparada con una prostituta (!), ya que cuesta mucho más; en realidad, todo. Segunda, el tener una aventura amorosa es como jugar con fuego; uno no podrá escapar sin quemarse (27–29). Los versí­culos juegan con el hecho de que en heb. fuego y mujer son muy similares. Tercera, el tener una aventura amorosa es como un robo (30–35): tomar algo que pertenece a otro porque se tiene hambre. En el robo ordinario uno paga la multa; mucho más al robar la esposa de alguno. Aquí­ se da por sentado el concepto de †œpropiedad† del marido, porque así­ era como la gente pensaba del asunto, aunque el vigor de la reacción del marido tal vez implica el sentimiento de que el adulterio involucra más que la interferencia con su propiedad.

7:1-27 Un llamado a resistir toda tentación a tener una aventura amorosa

La última sección sobre el comportamiento sexual comienza con el acostumbrado llamado de atención (1–4), aunque la recompensa general para esto sólo se menciona de paso (2a). El sermón continúa hacia su tema particular, la posibilidad de recibir protección en contra de la mujer ajena (5; ver también sobre 2:16–19; 5; 6:20–35). La razón para evitarla es también menos prominente que lo usual (ver vv. 22, 23, 26, 27), aunque lo que dice en advertencia de las consecuencias que seguirán al ignorar al maestro hace un marcado contraste con la breve promesa de †œvida† en el v. 2 (ver sobre 3:10).
El autor no se avergüenza de aconsejar el tipo de conocimiento rutinario que ahora se considera pasado de moda. Pero esto no es meramente conoci miento rutinario: alcanza al ser interior, el corazón. El hecho de que Dios tenga que escribir las cosas en el corazón (Jer. 31:33) no quita nuestra responsabilidad de hacer esto; ciertamente hace posible que cumplamos con la responsabilidad (cf.cf. Confer (lat.), compare también Eze. 18:31). Esta actitud interior se expresa de otra manera en el v. 4: llamar a alguien su hermana es efectivamente pedirle que se case con usted (ver, p. ej.p. ej. Por ejemplo Cant. 4:9–12), así­ somos invitados a dar a la señora Sabidurí­a una posición que es incompatible con la actitud que el joven insensato toma referente a la mujer en el relato.
El relato enfoca su método de seducción, descripto en una gráfica metáfora (6–21). La observación del maestro desde detrás de la celosí­a (6, 7) ilustra cómo la sabidurí­a procede aprendiendo lecciones de la observación y la experiencia de otras personas tanto como de las propias. Hay varias maneras de leer la historia. Tal vez la mujer es simplemente alguien que practica la prostitución cuando tiene la oportunidad por la ausencia del marido, aunque los vv. 10–12 puedan sólo significar que esté vestida de un modo provocativo e inclinada a la aventura sexual. Tal vez es una devota de una religión extranjera que necesita a un hombre para hacer el amor como parte de su obligación religiosa, como en los vv. 14–18 pueden implicar (por el v. 14 en particular, cf.cf. Confer (lat.), compare Lev. 7:15, 16). O tal vez los dos ya están enamorados; ella ha estado esperándolo a él en particular, y él se estaba encaminando hacia ella con la esperanza de que su marido estuviera ausente. Al maestro no le importará cuál de éstas corresponden con los hechos de la historia. Esa no es la intención. Cualquier aventura es insensatez. Lo que su encanto hace que el joven piense que es la senda de amor, es la senda de muerte. Como hemos notado antes, la escena de la seducción también necesita verse desde la posición de una mujer, de modo que ella pueda resistir el encanto fatal de un hombre casado.

8:1-36 La sabidurí­a ofrece la verdad y la vida

Una vez más la señora Sabidurí­a misma se presenta en público (103). Llama la atención sobre sí­ mis ma, como la mujer extraviada, pero hace una oferta muy diferente. Sus palabras se asemejan más a la alentadora invitación de Isa. 55 que a la normal reprimenda directa de un profeta de antes del exilio (cf.cf. Confer (lat.), compare 1:20–33); el sermón toma aun otra forma en un esfuerzo para hacer comprender la enseñanza.
La señora Sabidurí­a misma habla en los vv. 4–36, instando a la atención sobre tres bases. La primera es la verdad y justicia de lo que ella dice (4–11). Aquí­ se elabora más sistemáticamente la relación entre la sabidurí­a y la moral declarada en 1:1–7: nótese la acumulación de términos para el bien y el mal junto con las palabras para la sensatez y la locura. Es eso lo que hace tan valiosa la enseñanza (10, 11). A la vez todo lo que ella dice contrasta con las falsas promesas de los hombres mentirosos y las mujeres infieles.
La segunda base para la atención es el valor práctico de lo que dice (12–21). Es ella quien hace posible el ejercicio del poder y la producción de riqueza. Aquí­ también se hace notar el otro ví­nculo en 1:1–7 entre la sabidurí­a y la religión (13), aunque el foco continúa sobre la conexión entre la sabidurí­a y el bien y el mal. Se asume que el poder se ejercita de una manera correcta (ver vv. 13, 15) y que la riqueza es el don de uno cuya preocupación es la rectitud y la justicia (18–21). La señora Sabidurí­a es el principal consejero del rey. Aquí­ más que en cualquier otro lugar vemos lo que se suponí­a ser la sabidurí­a, y a veces lo era, para un rey como Salomón.
La tercera base lleva el argumento a un plano distinto: la señora Sabidurí­a estaba ligada a Dios en la creación misma del mundo (22–31). ¿Qué argumento más impresionante pudiera imaginarse para prestarle atención? La puerta de la señora Sabidurí­a es una ante la cual aguardar (32–36). Sin embargo, no es un asunto excesivamente solemne (30, 31).
De modo que Dios tuvo sabidurí­a desde el principio, antes de crear el mundo (22–26). Dios usó sabidurí­a —mente, inteligencia, sentido común— al emprender la creación (27–31). Cuanto más sabemos de la creación, más impresionante hallaremos la sabidurí­a.
La figura de la sabidurí­a como una persona puede haber sido usada lit.lit. Literalmente en religiones que presentaban muchos dioses, cuyos términos Prov. utiliza luego en un sentido no mitológico. Su lenguaje también animarí­a a los israelitas a no adorar a otra diosa junto a Jehovah (cf.cf. Confer (lat.), compare Jer. 44:17): la verdadera (pero metafórica) diosa a reverenciar es la sabidurí­a. En épocas cristianas, tomando la personificación lit.lit. Literalmente y pensando en la sabidurí­a como una persona real separada de Dios, la gente logró una manera de comprender la relación de Cristo con Dios. Eso subraya Juan 1:1–4 y Col. 1:15–17.
Las palabras me hallo (12) generalmente significa †œadquiere† en Prov. (p. ej.p. ej. Por ejemplo 1:5; 4:5, 7), y las palabras de la señora Sabidurí­a toman ese uso aquí­. Tomando la personificación de la sabidurí­a lit.lit. Literalmente (ver arriba) llevó a la gente a preferir la traducción me creó en el v. 22 (†œme produjo†, según algunas versiones) que es más apropiado para Cristo, por cuanto fue producido como una persona más bien que adquirido como un objeto. Una palabra que significa †œnací­† viene actualmente en el v. 24 (†œfui engendrada†, BABA Biblia de las Américas, NC, DHHDHH Dios Habla Hoy). Esto contrastaba con la traducción gr. del ATAT Antiguo Testamento, que la habí­a tomado con el significado de †œcreado†. En las controversias sobre la persona de Cristo esto favoreció a los arrianos que podí­an usarla como evidencia para su punto de vista de que Cristo era un ser creado.
En el v. 30 la palabra traducida artí­fice aparece sólo aquí­ en el ATAT Antiguo Testamento. †œNiñito† o †œquerido† (según algunas versiones en inglés) concordarí­a mejor con el contexto de los vv. 30, 31, donde el énfasis resi de en el juego alegre de la creación antes que en la dura labor involucrada en ella. Si es correcto, los vv. 22–36 pueden tomar a la señora Sabidurí­a desde el nacimiento a través del juego de la infancia hacia la edad adulta.

9:1-18 Las invitaciones idénticas de la señora Sabidurí­a y la señora Insensatez

El último sermón tiene una estructura delicadamente equilibrada: una invitación de la señora Sabidurí­a, una invitación de la señora Insensatez que imita sus palabras, y entre ellas una colección de observaciones, todo lo cual reitera implicaciones de los sermones como un total.
La última invitación de la señora Sabidurí­a (1–6) nuevamente recuerda a Isa. 55. Aquí­ ella deja el papel de profeta y toma el de anfitrión, de modo que sus criadas, no ella misma, extienden el llamado. El retrato de Prov. de la sabidurí­a ha tomado muchas formas: †œElla es tan aterradora como una diosa, tan juguetona como un niño pequeño, tan con fortable como los brazos de una madre, tan desafiante como un profeta, tan satisfactoria como una mesa cargada de alimentos, tan misteriosa como un amante escondido entre los lirios† (Camp).
No es una oferta a la abnegación la que ella hace: el alimento es rico, el vino es bueno (mezclado con especias), y el escenario espléndido (1; el significado de las siete columnas es asunto de conjeturas). Pero hay tal vez una ironí­a en los vv. 4–6, que los faltos de entendimiento están destinados a menospreciar su invitación.
El interludio (7–12), por lo tanto, comienza con una nota más bien resignada. La experiencia sugiere que el maestro no tendrá éxito con mucha gente, y es aconsejable (¡sabio!) ser realista acerca de esto (7, 8). Pero un maestro sí­ tiene experiencias más felices (9). Ese comentario recuerda la introducción a los sermones (ver 1:5, también 1:3 para la introducción de asuntos morales). También conduce a la reiteración del texto lema (10, cf.cf. Confer (lat.), compare 1:7), con la acostumbrada promesa de la señora Sabidurí­a agregada (11), y el énfasis familiar sobre la responsabilidad personal (12).
El interludio da a la señora Insensatez tiempo para preparar su débil imitación de la cena de la señora Sabidurí­a. Así­ como la señora Sabidurí­a está modelada con un profeta, la señora Insensatez lo está con la mujer extraviada. Los vv. 13–18 han de compararse con 7:10–17, y aguas hurtadas también con 5:15, 16: la actividad sexual ilí­cita a menudo ha parecido más excitante que las alternativas más convencionales. Pero la señora Insensatez también lleva a la gente al mismo destino que la mujer intencionada (18). Esta sección concluye así­ dramáticamente al presentar ante los lectores una elección entre vida y muerte.

10:1-22:16 PROVERBIOS DE SALOMON

La segunda sección principal del libro comprende proverbios en un sentido más estrecho y cercano a la palabra castellana, dichos de un versí­culo sobre un número de temas. Los dichos han sido coleccionados y arreglados sobre al menos tres bases.
Primera, pueden ser clasificados en cuatro tipos generales.

a. Observaciones acerca de cómo es la vida
(p. ej.p. ej. Por ejemplo 10:4, 12, 26)
b. Observaciones acerca de la sabidurí­a
(p. ej.p. ej. Por ejemplo 10:1, 5, 8)
c. Observaciones acerca de la justicia
(p. ej.p. ej. Por ejemplo 10:2, 6, 7)
d. Observaciones acerca de la intervención de Dios en las vidas de las personas
(p. ej.p. ej. Por ejemplo 10:3, 22, 27).

Los grupos se sobreponen, como lo ilustran los ejemplos en la lista, pero la división amplia es útil. El orden en que hemos puesto los tipos en la lista ha sido también tomado como guí­a para su edad: los primeros proverbios eran observaciones acerca de la vida, como lo son en general los de castellano. Su uso se extendió más tarde para referirse a la sabidurí­a, luego a la moral, luego a la teologí­a. Esto puede ser así­, pero los cuatro asuntos son igual mente temas antiguos para la reflexión humana.
Esta cuádruple división de los dichos es una base para la forma en que han sido agrupados en Prov. 10–22. Por ejemplo, aunque los caps. 10 y 11 contienen ejemplos de los cuatro grupos, tienen una fuerte concentración de dichos acerca de la justicia y la impiedad.
Segunda, los proverbios pueden registrarse de acuerdo con los temas que tratan: p. ej.p. ej. Por ejemplo en 10:1–22 hay muchos proverbios sobre las riquezas y sobre el uso del habla humana. Esta división corre a través del que acabamos de describir. Proporciona otro principio que ha influido en el arreglo de los proverbios. Así­, los dichos en 10:2–5 tratan todos el tema de la prosperidad, pero ilustran los cuatro tipos de dichos arriba mencionados.
La tercera base para conectar los dichos es puramente verbal: Estos son colocados juntos entre sí­ porque utilizan la misma palabra o frase clave aunque puedan tener sentido diferente en los dos con textos. Los caps. 10 y 11 nuevamente proporcionan muchos ejemplos: p. ej.p. ej. Por ejemplo 10:6 y 7 se refieren ambos a las bendiciones de los justos; 10:6b y 11b son idénticos; 10:11 y 12 usan ambos el verbo †œencubrir† (†œcubrir†). Como el último ejemplo muestra estos eslabones no siempre son aparentes en algunas versiones; los comentarios llamarán la atención a algunos de estos ejemplos.
El autor puede haber utilizado eslabones verbales de esta clase por varias razones. Puede ser una ayuda para la memoria. Puede indicar un goce travieso y estético en tales eslabones de palabras. Puede dar el sentido de que tales eslabones reflejan una unidad interior en realidad, derivando últimamente de un Dios.
En tanto que las lí­neas amplias y muchos detalles del arreglo de los caps. 10–22 reflejan estas tres bases, a menudo dichos individuales no parecen tener enlace con su contexto. Puede ser que los caps. reúnen grupos más tempranos de dichos que eran misceláneos en contenido, y que algunos grupos estaban ubicados en base al contenido de uno u otro de su miembros que entonces trajo consigo a otros so bre diferentes temas. O puede ser que nosotros no hayamos descubierto aún la pista del arreglo.
Las divisiones que siguen están basadas sobre qué clase de dichos o qué asuntos son dominantes en diferentes puntos. Algunas veces se permite que las divisiones se sobrepongan donde ayuda a considerar los vv. en más de una conexión.

10:1-22 Dichos sobre la riqueza y sobre las palabras

10:1–4 Introducción. La frase Proverbios de Salomón ya apareció en 1:1 (ver comentario). Aquí­ indica presumiblemente que esto fue alguna vez el comienzo de una colección separada comprendiendo 10:1–22:16, delante de la cual se han colocado ahora los caps. 1–11.
El resto de 10:1 es entonces una introducción como las que vienen al principio de la sección de sermones (p. ej.p. ej. Por ejemplo 1:8). Tales introducciones instan la atención a la sabidurí­a que hallamos en el material que sigue, aunque ésta lo hace de una manera indirecta. Los vv. 2 y 3 introducen uno de los temas dominantes de los dichos, pero lo hacen colocándolo en el contexto de la justicia y la impiedad, y de la participación de Dios en estos asuntos. El v. 4 ofrece un comentario más directo acerca de ella, sin una referencia evidente a la sabidurí­a, la moral o la religión.
Los vv. 1–4 contienen los cuatro tipos principales de dichos. Comienzan con una subcolección que corre a través de los vv. 1–22, e ilustran a la vez cómo los dichos están por su propia naturaleza preo cupados con la vida misma y con un acceso sabio a la vida, y también cómo el entender la vida y el buscar la sabidurí­a nunca han de ser separados de la moralidad y la religión (cf.cf. Confer (lat.), compare 1:1–7).
10:2–6, 15–17 Riquezas. Los dichos exponen la convicción de que la prosperidad es un fruto de trabajo duro (4), sabidurí­a (5), justicia (6, 16) y la participación de Dios (22). La negligencia traerá pobreza y vergüenza (4, 5), pero así­ lo hará también el ingenio que ignora lo correcto y lo malo (2). La necesidad interior y la intervención de Dios ambas hacen que las cosas resulten de esta manera (2, 3, 22). Al mismo tiempo hay un reconocimiento de los hechos acerca de la pobreza y la riqueza y sus ineludibles resultados (15).
La enseñanza de Prov. a menudo suscita en la gente dos cuestiones opuestas. La primera es que parece enseñar un †œevangelio de prosperidad† para esta vida o una †œética laboral protestante† desequilibrada. Lo que Prov. está prometiendo en realidad es una buena cosecha que da a la persona justa ausencia de preocupaciones: una provisión abundante de las cosas necesarias de la vida, no una ostentosa provisión de sus lujos (¡un Cadillac serí­a una cosa diferente!). Jesús reafirma la promesa de la Escritura de que poniendo el reino de Dios y su justicia en primer lugar dará como resultado la provisión de todas las necesidades materiales (Mat. 6:33). Además, el llamado al trabajo diligente se ubica en el contexto de la sabidurí­a y la piedad, con la preocupación del desarrollo de la vida de la comunidad, que también corre a través de los Prov. Esto hace posible que su incitación no aliente una compulsiva y egoí­sta dedicación al trabajo.
La segunda cuestión, si es efectiva, será considerada en los comentarios sobre 10:23–11:11.
Notas. 2 Tesoros de impiedad son aquellos obtenidos impí­amente. La impiedad y la justicia son así­ puestas en contraste en los vv. 2, 3 y 6. 16a †œLa obra del justo es para vida† muestra claramente que la frase para vida relaciona los vv. 16 y 17.
10:6–14, 18–21, 31, 32 Palabras. Un propósito básico caracterí­stico de los dichos de Prov. sobre las palabras es †œmientras menos, mejor† (19). El escuchar es una señal y un medio de sabidurí­a; la lo cuacidad es lo opuesto (8, 10). Las palabras que hablan los justos y los sabios, sin embargo, serán valiosas y nutritivas expresiones de amor, capaces de disolver el poder del mal y hallar aceptación con las personas (11, 12, 20, 21, 32). Las palabras del locuaz o impí­o les traen problemas a ellos y a otros (6, 11, 13, 14, 21, 31), especialmente cuando surgen de malos sentimientos, y así­ producen disensión y engaño (12, 18). Aun más allá de la muerte las palabras dichas acerca de esos dos grupos continúan en contraste (7).
Notas. 6 La referencia a la boca sugiere que el proverbio advierte especialmente en contra de la impiedad en el habla (p. ej.p. ej. Por ejemplo engaño). 7 La forma de las palabras será bendita no implica †œrecibirá una bendición† (como en el v. 6; cf.cf. Confer (lat.), compare con 11:26) sino †œserá un ejemplo de bendición que viene a ser usado por las personas en sus oraciones por bendición† (cf.cf. Confer (lat.), compare Gén. 12:2). 8 Labios insensatos no es la misma palabra, sino la persona misma, como †œel burlador† (ver sobre 1:1–7). 9 En tema es parte de 10:23–11:8, pero en su forma poética corresponde distintivamente a los vv. 8 y 10. 11a Fuente de vida presumiblemente significa que trae vida a él mismo. 12 La impiedad cubre la violencia (11), el amor cubre las faltas; el mismo verbo se usa en sentidos muy distintos. 13 El entendido habla con sabidurí­a y hace bien; el falto de entendimiento no lo hace.

10:23-11:31 La justicia e impiedad, y más sobre palabras y la riqueza

10:23–27 Introducción. Los vv. 23–27 se parecen a los vv. 1–4: comienzan con otra invitación implí­cita a buscar sabidurí­a antes que insensatez, y siguen con ejemplos de los otros tres tipos principales de dichos que aparecen en la colección como un todo. Ellos nos invitan así­ a atesorar sabidurí­a (23) pero enfatizan su relación con la justicia (24, 25), el tema que corre a través de 10:23–11:11. El v. 26 agrega un ejemplo de una tercera clase de dicho que comenta directamente acerca de la vida. El v. 27 ubica todas estas preocupaciones en el contexto de la participación de Dios en los asuntos de la vida humana. De manera que el comienzo de esta sección conecta una vez más la vida, la sabidurí­a, la moralidad y la piedad.
10:28—11:11 Rectitud y perversidad. La palabra justos (o sus sinónimos: í­ntegros o rectos) se menciona 13 veces en esta sección, la palabra perversidad (o sus sinónimos) 12, lo cual es una concentración sin paralelo en todas las Escrituras. Cada expresión aparece 21 veces más en los caps. 10–13, lo cual enfatiza más el tema de esta sección, la naturaleza y premio de la rectitud y la perversidad.
La naturaleza de la rectitud es ser í­ntegro, correcto, ordenado y justo. Está así­ relacionada estrechamente con la palabra justo (p. ej.p. ej. Por ejemplo 11:3, 6, 11) una palabra que lit.lit. Literalmente significa rectitud (cf.cf. Confer (lat.), compare 11:5). Estas dos palabras están í­ntimamente relacionadas con la palabra †œintegridad†, la cual lit.lit. Literalmente significa †œtotalidad†, o †œlo completo†. También aparece en 11:3 y 5; veáse también 10:9 y nótese el contraste con la palabra perversidad.
La rectitud se expresa a sí­ misma en honestidad, justicia, simpatí­a (hasta con los animales) y verdad (10:2; 12:5, 10; 13:5). Se manifiesta en el hablar que es sabio, valioso, nutritivo y vivificante (10:11, 20, 21, 31). Trae bendición a la nación (11:11; 14:34). Diferentes dichos prometen que los justos mismos recibirán como recompensa liberación, bendición, satisfacción, realización, prosperidad, gozo, seguridad, dirección, plenitud de vida y favor con Dios y con otras personas.
La impiedad, en contraste, representa lo que por su naturaleza misma está privada de verdad y desarticulada, desviada y fuera de razón. Puede constituir †œperversión† (10:9; 11:20). Puede implicar rebelión o contención (10:12); pecado (10:19); transgresión (12:13). Puede sugerir falta de cumplimiento a las normas que se esperan de nosotros (13:6). Puede ser presentada como desaviándose del camino correcto (10:17). Puede ser un asunto de astucia en proyectar el mal (10:23; 12:2). Puede sugerir aquello que trae problemas a otras personas tanto como a uno mismo (10:29). Puede denotar una perversa inversión de las cosas (10:31, 32; también la palabra distinta que se traduce †œtraicioneros† en 11:3, 6). Implica impiedad o profanidad, el abandono deliberado del camino de la religión (11:9).
Concretamente se expresa en la deshonestidad, engaño, deseos de derramar sangre, crueldad y rapacidad (10:2; 12:5, 6, 11, 12). Resulta en vergüenza y destrucción para la comunidad, y así­ en gozo por la muerte de la persona impí­a (11:11, 12; 13:5). Siendo su naturaleza opuesta a la de la justicia, también lo es su fruto: el ser expuesto, ruina, problemas, caí­da, caer en la trampa, ira, hambre, destrucción, frustración de esperanza, crecimiento de la violencia, descomposición de la memoria, realización de los temores, acortamiento de la vida, pérdida del hogar y la tierra y lo ilusorio de sus ganancia.
Los lectores modernos a menudo se encuentran intrigados ante las afirmaciones confiadas de Prov. respecto al carácter provechoso de la justicia. Puede no parecer cierto que la justicia librará de la muerte (11:4). Se pueden hacer varias observaciones acerca de esta dificultad. Primera, tanto como cualquier otro aspecto de Prov., la afirmación estaba aparentemente basada sobre la experiencia (cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 37:25); no era un mero dogma teológico. Los lectores modernos que están intrigados por ella tal vez necesitan tomar más en cuenta la evidencia disponible de su experiencia personal de que la justicia tiene su recompensa.
Segunda, si se da el caso que las afirmaciones de Prov. resultan menos en nuestro mundo, ese puede reflejar la impiedad de él (p. ej.p. ej. Por ejemplo su injusta distribución de la riqueza). Prov. puede estar reflejando una sociedad que prestaba más atención en ver que los negocios y la vida de una comunidad operaban de una manera moral. De este modo nos reta a combatir la injusticia, por lo menos debido al peligro en que nos muestra estar a causa de nuestra impiedad.
Tercera, Prov. algunas veces generaliza; pero hay excepciones. El libro sabe que la vida es más complicada de lo que algunos dichos individuales impliquen (cf.cf. Confer (lat.), compare 13:23; 30:1–4). Otros libros de Sabidurí­a, notablemente Job y Eclesiastés, ponen más énfasis sobre el hecho de que estas generalizaciones a menudo no funcionan. Las declaraciones generales y las excepciones necesitan ambas ser tenidas en cuenta.
Cuarta, el enfoque de Prov. en las generalizaciones tiene una preocupación teológica. Teológicamente debe al fin ser el caso de que el universo opera en una manera justa. Si no lo hace, el Juez de toda la tierra difí­cilmente ha arreglado correctamente sus asuntos
Quinta, otras partes de la Escritura resuelven el problema de la aparente injusticia de la vida en esta edad viendo a la justicia obrando en la edad venidera. Las afirmaciones difí­ciles de Prov. necesitan ser colocadas en aquel contexto, pero no por esto privadas de su fuerza. Ellas forman una parte importante del testimonio de la Escritura a la convicción de que Dios es el Señor de esta edad. La fe bí­blica no es meramente un asunto de †œpastel en el cielo† después de la muerte.
Notas. 10:26 Acerca del perezoso, ver sobre 24:30–34; cf.cf. Confer (lat.), compare también el v. 4. El v. 26a sugiere que es una irritación. Aunque en su contenido el versí­culo no corresponde al contexto, en su forma corresponde al v. 25. 11:1 Toma una expresión de 10:32: †œLos labios del justo saben lo que agrada †¦ la pesa exacta le agrada.† Acerca de lo que Dios abomina en oposición a lo que le agrada, ver sobre 15:8. 2 En este contexto lleva adelante el pensa miento de 10:31, 32 que el habla sabia o recta se une a la modestia; el habla impí­a o necia al orgullo y la desgracia. 4 El dí­a de la ira es el dí­a de la calamidad, cuando algo terrible sucede y cuando parece como si la ira de alguien hubiera descendido. La frase no implica que el evento realmente proviene de la ira de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare Job 21:30). La muerte es similarmente repentina y prematura. 7 Aquí­ también tiene mejor sentido tomar el dicho como refiriéndose a la muerte repentina que frustra las expectaciones de la persona.
11:9–14 Palabras en la comunidad. El poder de las palabras para dar vida o destruir es reafirmado aquí­ (ver sobre 10:9–14), pero aquí­ especialmente palabras para la comunidad: nótense las alusiones a prójimo, ciudad y pueblo. En este contexto hay una razón particular para el ruido (10) y una nueva razón para afirmar la capacidad para mantener cerrada la boca (13).
Notas. 9 Librados proporciona un nexo retrospectivo con el v. 8; es el mismo verbo allí­ traducido es librado. 9b Sugiere que el versí­culo se refiere al perjurio más bien que al chisme. 11 La bendición parece ser la que ellos pronuncian más bien que la que ellos reciben (a juzgar por el paralelo en el v. 11b).
11:15–31 Riqueza. Prov. es consciente de que un dicho que parece simple o pragmático necesita estar acompañado por otro que lo complementa y complica el asunto. La prosperidad parece venir de ser cruel más bien que blando de corazón, lo que trae respeto pero no riqueza (16). Sin embargo, también procede de la generosidad con lo que uno ya posee (24–26), y si la riqueza ganada ha de ser lo verdadero entonces depende de la justicia (18, 19, 21, 23, 27, 29, 30, 31); Dios asegura eso (20). El uso de la riqueza precisa el buen sentido de no despilfarrarla en causas buenas pero arriesgadas, tales como salir de fiador o garantizar un préstamo para un extraño (15). También implica amabilidad, que en este contexto sugiere generosidad, y que también beneficia a uno mismo (17), y el buen sentido de no confiar en la riqueza (28). Hay situaciones en las que una verdad es apropiada; otras situaciones requieren otra.
Notas. 16 No hay contraste entre honra y riquezas, que deben estar juntas (3:16; 8:18), y no hay una palabra separada para hombres. El punto puede así­ ser †œhay dos rutas para la riqueza y la honra, una por medio de la gracia (que es caracterí­stica de las mujeres), una por medio de la agresividad†. 20 Con respecto a lo que Dios abomina y lo que le agrada, ver sobre 15:8. 22 Se relaciona con la discusión sobre la riqueza en virtud del hecho de que comienza con cosas de valor. 25 El alma generosa es lit.lit. Literalmente †œuna persona de bendición†; cf.cf. Confer (lat.), compare v. 26b. 29 En el contexto perturba sugiere tratando de ganar riqueza siendo avaro o negligente. 30 En su totalidad tiene mejor sentido si 30b es entendido al revés, como †œel hombre sabio gana almas†. La idea es entonces que los justos tienen una influencia vivificadora sobre otros, y el sabio gana a otros para la sabidurí­a.

12:1-28 Más sobre las palabras y el trabajo

12:1–4 Introducción. Los vv. 1–4 nuevamente se parecen a 10:1–4 y 10:23–27 al reunir dichos de todos los cuatro tipos como introducción al cap. Una vez más implí­citamente desafí­an al oyente a la sabidurí­a en vez de a la necedad (1), afirman la intervención misma de Dios en los eventos (2), declaran que la justicia y la impiedad tienen su recompensa (3) y hacen una observación sobre cómo es la vida (4). Un juego de palabras heb. vincula de su marido (4) con dos negativos (3) y vincula engaño con pensamientos en el v. 5.
12:5–8, 13–23, 25, 26 Palabras, verdaderas y falsas. El tema dominante en el resto del cap. 12 es nuevamente el uso de palabras, y en particular el efecto de contraste de las palabras buenas y las malas. Justo, recto, sabio, prudente, veraz, pacificador, palabras amables que resultan en justicia, libe ración, alabanza, provecho, sanidad, gozo, discreción, aliento, y en el agrado de Dios. Impí­o, torcido, necio, mentiroso, malévolo, irreflexivo, palabras incontroladas o de conspiración, resultan en engaño, en daño a otras personas, en descrédito y problemas para uno mismo y en el aborrecimiento de Dios. Es sabio escuchar el consejo pero ignorar los insultos más bien que lo opuesto (15, 16); pero también ser cauteloso en las relaciones con otros (26).
Notas. 5 La palabra artimañas es la traducida †œhabilidades† en 1:5 (ver el comentario). 6 Sugiere que sin saberlo es su propia sangre la que el impí­o asecha (cf.cf. Confer (lat.), compare 1:18).
12:9–12, 24, 26–28 El trabajo y sus recompensas. El tener alimento suficiente y rango en la sociedad es el resultado de gastar alguna energí­a y vi vir correctamente, no de pretenderlo (9), no descuidar a los animales (10), no perseguir empeños inservibles (11), no imitar los ardides impí­os de otras personas (12) o simplemente no hacer absolutamente nada (24), ¡aun de molestarse en cocinar lo que uno ha cazado (27)! Cf. también con v. 14b.

13:1-25 El deseo, la riqueza y la sabidurí­a

13:1 Introducción. El v. 1 es un comienzo similar a los de secciones anteriores, instando implí­citamente a los oyentes a atender a la sabidurí­a de este capí­tulo (cf.cf. Confer (lat.), compare con 10:1). Sin embargo, no continúa en el estilo de las introducciones anteriores. Al proseguir a través de los capí­tulos, la justicia y la impiedad disminuyen en prominencia, y en este capí­tulo la intervención de Dios casi desaparece, aunque llega a ser crecientemente prominente en los caps. que siguen. El enfoque aquí­ es así­ sobre la sabidurí­a misma (ver vv. 13–20).
13:2–12, 18–25 Deseo y riqueza. Tras las preguntas acerca de la riqueza yacen algunos misterios de la personalidad humana que significan que no siempre se puede confiar en las apariencias (7) y que la realización o la frustración del deseo pueden tener efectos profundos sobre la persona (12, 19). Hay también misterios relacionados con la búsqueda de la riqueza misma. Es en realidad un logro ambiguo; resuelve problemas y a la vez trae problemas que el pobre no encuentra (8).
Los dichos indican maneras en que los deseos pueden ser satisfechos o frustrados. Una clave es si la persona usa sus palabras de una manera prudente y es capaz de mantener su boca cerrada (2, 3), otra es si uno usa su propia energí­a (4). Los vv. 5, 6, 9, 21, 22 y 25 recuerdan a los oyentes en términos generales qué consideraciones morales subyacen estos valores, y el v. 11 hace más concreto el punto. El v. 23 reconoce que las leyes que teóricamente lo gobiernan no siempre resultan; también contienen un desafí­o implí­cito a ver que a la injusticia no se le permita burlar estas leyes.
Notas. 2 El mal es para ellos mismos, irónicamente, en el contexto (cf.cf. Confer (lat.), compare 1:18). 3 La palabra vida significa el yo o la persona (ver v. 8), pero también apetito, y este último significado parece ser el que corre a través del capí­tulo: ver el v. 2 (hallará incluye la idea de †œdesear desesperadamente†), 4 (desea), 19 (deseo), 25 (su alma lleva la idea de †œapetito†). 9 Una persona es comparada con una casa, donde la presencia de una luz sugiere la presencia de vida (cf.cf. Confer (lat.), compare Job 18:5, 6). 10 Soberbia es usada en el sentido de habla arrogante, que rehúsa la enseñanza (cf.cf. Confer (lat.), compare 21:23, 24).
13:13–20 Sabidurí­a. En medio de estos dichos que tienen como tema común la búsqueda de la riqueza, los vv. 13–20 nos recuerdan que la sabidurí­a también subyace esta búsqueda (ver vv. 10 y 24 y especí­ficamente el v. 18). La disposición de recibir consejo y corrección, y la sumisión a la sabidurí­a aprendida en la compañí­a de los sabios constituyen la clave de la conducta prudente, el provecho, la realización, el favor, el honor y la vida, y viceversa.
Notas. 17 Un recordatorio a elegir su mensajero cuidadosamente: uno fiel trae sanidad a las situaciones; uno malo las empeora. 19 El mal es más probablemente †œaflicción† o †œinfortunio† (la mis ma palabra en los vv. 20, 21). La idea es que ellos no se volverán del camino que lleva a la aflicción al camino que conduce a la realización.

14:1-15:1 La sabidurí­a, el ser interior y la vida en la sociedad

14:1–4 Introducción. Una vez más el cap. se inicia con un reto implí­cito a buscar la sabidurí­a y evitar la insensatez (1). En este contexto, entonces, las dos figuras son personificaciones de la sabidurí­a y la insensatez, como en 9:1, 13 (cf.cf. Confer (lat.), compare también con 24:3, 4), y el punto en el v. 1b es que si no somos cuidadosos permitimos a la insensatez destruir la casa que la sabidurí­a edifica (cf.cf. Confer (lat.), compare con el v. 3). Nuevamente, una comprensión de la sabidurí­a que excluye a Dios y a la moralidad es prohibida por un dicho que llama la atención a lo correcto y a lo in correcto y a las actitudes hacia Dios (2). Los cuatro tipos de dichos regulares en estos capí­tulos son luego completados por una observación acerca de la vida en el v. 4: vací­o es más lit.lit. Literalmente †œlimpio† (BABA Biblia de las Américas), su giriendo que los agricultores tienen que soportar un poco de revoltijo si quieren recoger una cosecha.
14:1–9, 15–18 Sabidurí­a e insensatez. Para ponerlo negativamente, la insensatez es destructora (1), autodestructora (3), de autoperpetuidad (6, 18, 24), autoexpresiva (7), autoengañosa (8), obstinada (9), crédula (15), imprudente (16), impopular (17), irascible (29) y finalmente se impone a sí­ misma (33).
Notas. 9 Los necios no se cuidan de enmendar sus relaciones cuando están equivocados; a los rectos les importa la buena voluntad mutua.
14:10–15 El ser interior. Corazón es la palabra repetida aquí­: ver los vv. 10, 13, 14 (donde lit.lit. Literalmente es †œel descarriado de corazón†), 30 y 33. Esos ejemplos muestran cómo †œcorazón† en el lenguaje bí­blico no es meramente el lugar de las emociones sino el centro interior de la persona total, de modo que se conecta con la mente y voluntad (con el pensar y la toma de decisiones) tanto como con los senti mientos (que a menudo en la Biblia son asociados con el estómago y los riñones, p. ej.p. ej. Por ejemplo 23:16a). El corazón está conectado con entendimiento y sabidurí­a (2:2, 10; 3:5), la obediencia (3:1), la memoria (4:4; 6:21; 7:3) y con la maquinación (6:14, 18). En 6:32; 7:7; 9:4, 16 se traduce por †œentendimiento†, en 7:10 †œastucia† en 8:5 †œsagacidad†. Cuando las traducciones utilizan el vocablo †œcorazón†, es sabio por lo general reemplazarlo mentalmente con †œmen te†. Así­ en 4:21, 23 se nos insta a llenar nuestra mente con la enseñanza del sabio y considerar nuestras mentes como la decisiva fuente principal de toda nuestra personalidad (cf.cf. Confer (lat.), compare con Rom. 12:2; Ef. 4:23; Heb. 8:10; 1 Ped. 1:13; también Mat. 15:18, 19).
Notas. 10 Hay un sentido en el cual cada uno está solo en sus más profundos sentimientos y experiencias. 11 Cf. con v. 1. 13 Debido a que la risa de una persona a menudo encubre un dolor oculto (o porque hay dolor de alguna clase en el corazón de cada uno; así­ la mayor parte de las traducciones) su gozo nunca tiene la última palabra. 15 Todo lo cree lit.lit. Literalmente es †œconfí­a en cualquier palabra†, en cualquier consejo o promesa acerca del futuro (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 15b).
14:19—15:1 La vida en la sociedad. Hasta aquí­ las palabras rey, prí­ncipe, nación, pueblo, prójimo y rico han aparecido pocas veces, si alguna, en los dichos; su presencia juntas aquí­ en los vv. 19–21, 28, 34 y 35 da un contexto comunitario a las preocupaciones regulares de los dichos en temas tales como la prosperidad (23, 24). La manera de usar tal prosperidad es en favor del prójimo que está ne cesitado (21), en vez de asumir la actitud común hacia el pobre (20). Los vv. 19 y 32 hacen de ello un asunto de moral y de interés propio. Yendo más allá, el v. 31 similarmente le agrega motivación religiosa, con los vv. 26 y 27 avanzando aun más allá en esa dirección y prometiendo que no necesitamos temer alguno de los riesgos involucrados.
El v. 34 hace la justicia clave de la grandeza de una nación, una receta que tal vez no ha sido probada aún, aunque su recí­proca (34b) lo ha sido a menudo. Para tal sociedad el amor y la fidelidad serí­an un fundamento ideal, y el v. 22 ofrece una receta para los que hacen planes en esta conexión (†œplanear† no tiene aquí­ significado siniestro). La justicia legal será también de importancia clave para ello (25).
Los dirigentes son sólo tan significativos como su pueblo; el v. 28 señala las presiones sobre el liderazgo en la sociedad. Eso explica algo de los elevados riesgos involucrados en trabajar por ellos y la necesidad de saber cómo tratar sabiamente la relación (14:35–15:1; ira toma el asunto del v. anterior, aunque es una palabra heb. diferente). La realeza será un tema principal en el cap. 16, aunque no antes de que, en medio, hayamos pensado mucho más acerca de Dios.

15:2-16:19 Dios en relación con la sabidurí­a, el rey, y el ser interior

15:2–7 Introducción. Otra vez un contraste entre la sabidurí­a y la necedad, con su desafí­o implí­cito a procurar la primera (cf.cf. Confer (lat.), compare vv. 5, 7), inicia la introducción a una nueva colección de dichos, agregando una afirmación de la intervención de Dios en la vida humana, juntamente con observaciones acerca de cómo es la vida y acerca del justo y del impí­o (3, 4, 6. La porción 15:2–16:9 contiene en su totalidad muchos dichos que colocan a Dios en la ecuación de la vida humana. La sección viene en el centro de 10:1–22:16, y así­ en el centro del libro como un todo, colocando a Dios de esta manera en el corazón de las enseñanzas del libro sobre la sabidurí­a.
15:7–19 El ser interior y el ojo de Dios. Cuatro referencias a esta intervención de Dios en los vv. 8, 9, 11 y 16 se entrelazan con seis alusiones al corazón humano en los vv. 7, 11, 13, 14 y 15; cf.cf. Confer (lat.), compare también los vv. 21 (entendimiento), 28, 30 y 32; 16:1, 5 y 9 (ver sobre 14:10–15). Los dos van juntos en 15:11.
Aquella declaración en el v. 11 se une con las referencias de la sección en cuanto a lo que Dios detesta o en qué se agrada (8, 9); cf.cf. Confer (lat.), compare v. 26; 16:5; también 11:1, 20; 12:22; 17:15; 20:10, 23). Esos son asuntos de motivación u honestidad humana, o de la relación entre lo que se dice y lo que se quiere significar. Permanecen ocultos al ojo humano, pero no a Dios, dice Prov. Dios los ve y los detesta y esto puede poner algún freno a las malas acciones de la gente.
Los dichos presentan otros aspectos de los ví­nculos y la diferencia entre el ser interior y la vida externa. Hay un ví­nculo entre la necedad en el pensamiento y en el habla (7). Debe haber también un ví­nculo entre los aspectos internos y externos de nuestra espiritualidad (8) y aun entre cómo sentimos y cómo aparecemos a otros (13). Pero la ri queza del ser interior puede compensar por las presiones del exterior (15, 16), en tanto que una mente abierta y una boca abierta pueden ser incompatibles (14).
Notas. 11 Seol y Abadón (†œMuerte y destrucción†); ver en 1:12. Aun el Seol no está fuera del poder de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 139:8). 16, 17 Estos dos versí­culos se equilibran mutuamente, como lo hacen 15:15, 16. La paz que procede de reverenciar a Dios hace llevadera la pobreza, así­ también lo hace la realidad del amor humano. 18, 19 Sugieren la continuación de esta conversación, el v. 18 am pliando el 17, y el v. 19 entonces advirtiendo acerca de llegar a ser demasiado perezoso.
15:20–33 La sabidurí­a y la reverencia hacia Dios. Los vv. 20–24 comienzan como una introducción a una nueva sección o un discurso sobre la sabidurí­a (el v. 20 de hecho repite la introducción al cap. 10) con alegrí­a como tema repetido: la alegrí­a de percibir la sabidurí­a (20), la alegrí­a de ejercerla (23) y la falsa alegrí­a de evitarla (21). Pero pronto da lugar a aquel énfasis sobre la intervención de Dios en el mundo, que es el rasgo distintivo especial de 15:2–16:15 como un todo. Así­ como el v. 11 reunió los dos temas recurrentes de los vv. 7–19, así­ el v. 33 reúne los dos temas de los vv. 20–33 al cierre de esta sección.
Los seres humanos se interesan por la sabidurí­a y el honor (33): como los vv. 20–24 expresan el interés por la sabidurí­a, los vv. 25–29 lo hacen por el honor, los primeros más positivamente que los úl timos. Ellos afirman la actitud y la acción de Dios con los autosuficientes y los destituidos; ello subraya la forma en que los que poseen han alcanzado su bienestar.
Los vv. 30–32 preparan gradualmente el camino para que el v. 33 declare que la clave para la sabidurí­a y la honra es la reverencia hacia Dios o humildad. En este contexto la humildad es una actitud ante Dios y no meramente una virtud humana. La secuencia de los vv. 30–33 sugiere que las buenas noticias nos ayudan a madurar como personas, pero así­ lo hace también la crí­tica, y nada nos madura más que el someternos a la reprensión de Dios.
Las palabras para noticia (30), atiende (31) y acepta (32) están relacionadas, de modo que los vv. 31 y 32 sugieren que presentar declaraciones aparente mente negativas junto con noticias a todas luces buenas puede ser de igual manera vivificante y constructivo. El punto se fundamenta en el hecho de que entendimiento (32) es la misma palabra que corazón (30). A su vez disciplina (32) reaparece en el v. 33 (enseñanza) (lit.lit. Literalmente †œel temor de Jehovah es una disciplina en sabidurí­a†), de manera que el v. 33 explí­citamente relaciona a Dios con la enseñanza de los vv. 30–33.
16:1–19 Soberaní­a divina y humana. Como en ningún otro lugar en Prov. Dios aparece nueve veces en los vv. 1–11; el rey cinco veces en los vv. 10–15.
La definición de la posición de un rey en una monarquí­a tradicional (lo que puede aplicarse a otras formas distintas de liderazgo polí­tico) tiene dos aspectos. Primero, tiene el temible poder final, en pa labra y en hecho (10, 14, 15). Segundo, está dedi cado a la justicia y a la piedad (10:12, 13). En Israel y en todo otro lugar, la última serí­a contada como esencial a la idea de monarquí­a tanto como la primera, aunque pudiera ser vista también como no meramente un asunto moral sino de interés propio (12). En el contexto de los dichos sobre la realeza, los comentarios sobre la justicia, la sabidurí­a, la rectitud y la humildad en los vv. 8 y 16–19 se aplicarán al rey en particular.
Esto es especialmente así­ cuando los comentarios acerca del rey se colocan en el contexto de la actividad de Dios en el mundo. El entrelazamiento de las dos en los vv. 10 y 11 ayuda a impedir que puedan separarse, pero así­ también lo hacen las declaraciones reales acerca de Dios, porque ellas también enfocan en la soberaní­a y la justicia. Es la intervención de Dios la que determina hasta dónde los planes son explicados con efectividad (1), cómo se evalúan las acciones (2), hasta dónde los planes son exitosos (3) y cómo factores aparentemente negativos se adaptan a un propósito (4). También determina hasta dónde la arrogancia del poder que da impune (5), se evitan problemas (6), la diplomacia es eficaz (7), las ideas funcionan en la práctica (9) y las normas justas obran en los negocios (11).
Humanamente hablando, las normas mercantiles eran responsabilidad del rey. El v. 11 así­ hace especialmente claro cómo en esta sección la posición del rey está siendo subordinada a la de Dios. Esto traerí­a un importante mensaje a Israel en la época del primer templo, cuando tení­an reyes a los que aquí­ son desafiados a gobernar de una manera que refleje el gobierno de Dios, como se desafí­a a los gobiernos del mundo moderno. Traerí­a también un importante mensaje a Israel en el perí­odo del segundo templo, cuando eran gobernados por reyes extranjeros, de los que se dice también que están al fin bajo el gobierno de Dios, un aliento a su vez pa ra pueblos hoy controlados por poderes extranjeros.
Notas. 6 Mal aquí­ parece denotar desastre (la misma palabra aquí­ como en el v. 4); apartándose del mal a los caminos rectos y a Dios hace posible evitar la calamidad resultante del pecado de uno. 10 Afirmación paralela a las de los vv. 12 y 13. 12–15 Lo que es abominación a los reyes y lo que favorecen se compara con la lista de las cosas que son abominación a Dios y las que le agradan (ver 15:8 donde las mismas dos palabras aparecen, y el comentario allí­). 17 Para mal en el sentido de †œdesastre† ver el v. 16.

16:20-22:16 La vida, la justicia, la sabidurí­a y Dios

En esta segunda mitad de la colección †œproverbios de Salomón† que aparece en 10:1–22:6, tipos particulares de dicho y tema se presentan nuevamente con prominencia en distintas secciones y muchos dichos tienen lazos verbales con otros en el contexto. Como un todo, sin embargo, no están tan claramente divididos en secciones como en la primera mitad, y la razón detrás de su arreglo es a menudo menos clara que en la primera mitad. Hay tres agrupaciones de dichos de sabidurí­a, una colección de dichos sobre la justicia y la maldad cerca del final, y pequeños grupos de dichos que mencionan a Dios. Predominan los proverbios que hacen observaciones sobre la vida misma.
16:20–30 Las bendiciones de la sabidurí­a. Los vv. 20–23 explican algunas de las bendiciones de la sabidurí­a de tal modo que hacen que el estudiante quiera prestar atención al resto de las enseñanzas del libro. Los vv. 24–30 tienen eslabones verbales con los vv. 20–23 y entre sí­, de modo que los vv. 20–30 forman una cadena. Algunos de los eslabones son: boca es la misma palabra en dos versí­culos (23, 26); labios se repite en tres (23, 27, 30). Juntos entonces prometen que la sabidurí­a (unida a la reverencia hacia Dios) trae beneficio, renombre, influencia, satisfacción, sanidad, dirección y una vi da plena, y advierten acerca de la necia perversidad que extraviará a la división, el castigo, el desastre y la muerte. El v. 26 sirve tal vez para agregar a la motivación: también para los alumnos su apetito debiera ser su estí­mulo. En los vv. 21b y 23b, la idea es que el habla atractiva †œaumenta el saber†. Ver sobre 1:7.
16:31—18:1 La dinámica de las relaciones. Las observaciones concretas en esta sección se concentran en aspectos de las relaciones dentro de la familia y la comunidad. Dos reflexionan sobre la posición especial y el orgullo mutuo de las tres generaciones de la familia, los abuelos que serán los miembros mayores de la comunidad, los adultos padres y los hijos (16:31; 17:6). La afirmación de todos los tres grupos y la visión de su relación entre sí­ tiene algo que decir a los paí­ses desarrollados modernos. El v. 17 refleja la importancia que los hermanos y hermanas y amigos tienen mutuamente en la vida en general pero especialmente en tiempos de crisis, aun si el v. 18 insinúa que las preocupaciones por los vecinos también necesitan ser ejer citadas con prudencia. Pero los solitarios por elección propia imponen pérdida sobre todos (18:1).
Varios dichos en el cap. 17 se relacionan con armoní­a y conflictos dentro y fuera de la familia. El v. 1 afirma que la armoní­a en la familia es más importante que todo lo demás. El v. 2 advierte por lo tanto contra las riñas, en particular por asuntos de dinero (aun cuando el v. 8 reconoce la influencia del dinero sobre las personas), y los vv. 21, 22 y 25 señalan el dolor que tal locura puede traer al padre y a la madre.
El v. 4 señala que a menudo las cosas que las personas dicen son la causa de los problemas (cf.cf. Confer (lat.), compare con 16:28; 17:27, 28). El v. 9 nos insta a alentar al amor y a la amistad cubriendo las ofensas y no hablando acerca de ellas, aunque esto no quiere decir que nunca debemos decir las cosas duras a las personas (10). Similarmente los vv. 14 y 19 nos instan a evitar comenzar o deleitarse en las contiendas (cf.cf. Confer (lat.), compare 16:32; 17:11–13), aunque los vv. 15 y 20 advierten en contra del hecho de que ello pueda conducir a compromiso o engaño.
†œContienda† es un tema repetido en Prov. En iglesias y comunidades siempre hay agitadores, per sonas que se deleitan en causar contienda. La causa puede ser ira (15:18; 29:22), burla (22:10), alcohol (23:29–35), chisme (26:20), codicia (28:25, ver nota de la RVARVA Reina-Valera Actualizada), o simplemente perversidad (16:28). El resultado puede ser continuo conflicto (26:21), ruptura permanente de relaciones (18:19) o abrumadora calamidad (17:14). La mejor solución es ya sea alejarse del pleito (17:14) o dejar que el asunto sea decidido por el equivalente a echar suertes (18:18). En otras palabras, la obstinada continuación de una disputa hace más daño que tomar una decisión equivocada de menor importancia.
Dichos tales como 17:16 y 24–28 hablan de sabidurí­a, pero no sólo de la de este mundo. En 16:33 y 17:3–5 explí­citamente se añade a Dios a la ecuación. Estos versí­culos afirman que Dios es el árbitro final de cómo resulta el destino de la familia, asume la prueba final de la insensatez familiar, y es el objeto final de las afrentas de la gente.
Notas. 7 Otro comentario sobre lo que las personas dicen, continuando el v. 4. 19 Tanto como la palabra ama, la palabra busca vincula el v. 19 con el 9, donde son la misma palabra. En el v. 19b la figura no es clara, pero la acción es alguna expresión de orgullo. 18:1 Nuevamente busca es el verbo que ya ha venido en 17:9 y 19, en tanto que el que se aparta está relacionado con la palabra †œaparta† en 17:9.
17:24—18:8 La naturaleza y el precio de la insensatez. La insensatez es prominente en este grupo de dichos. Es promiscua en sus intereses (17:24), le es difí­cil mantener cerrada su boca (17:27, 28); cf.cf. Confer (lat.), compare 18:8), insiste en tomar sus propias decisiones (18:1) y prefiere hablar a escuchar (18:2). Trae así­ perturbación a la familia (17:25), pérdida a otras personas afectadas por decisiones (18:1) y dolor al individuo (18:6, 7). Por otra par te, hay contextos en los cuales una persona debe hablar y si es necesario, provocar conflicto (17:26; 18:5).
Notas. 18:4 Aun cuando 18:4a y 20:5a pudieran insinuar que los seres humanos tienen sus propias fuentes interiores de sabidurí­a, eso no está afirmado en otro lugar en Prov. Por lo tanto el †œpero† (20:5b) asume un contraste entre la tendencia humana a la evasión y la claridad cristalina de la sabidurí­a.
18:9–21 Cuestiones de fortaleza y poder. Esta sección habla de la fuerza de una ciudad fortificada, y de dos cosas que tienen fortaleza paralela. Una es la riqueza (11; el v. 16 señala otro aspecto del poder de la riqueza en relación con los grandes). Pero el v. 10 ha afirmado ya que Dios protege al justo, modificando el comentario de la (presumida) inexpugnable fuerza de la riqueza. Sostiene también una comprensión diferente del orgullo, el ho nor y la humildad (12). Los vv. 13 y 15 se juntan con esa evaluación del orgullo, y el v. 9 insinúa otra forma de fuerza ejercida aun por el inactivo.
El espí­ritu humano puede sostenerse a sí­ mismo, pero no para siempre (14). La fortaleza protectora de Dios proporciona una respuesta. La segunda cosa que es tan fuerte como una ciudad fortificada es el sentido de ofensa personal que a veces viene entre hermanos (19). El v. 18 ofrece una información práctica para resolver tales disputas entre fuertes antagonistas. El v. 16:33 es la única referencia a echar suertes en Prov., de modo que el v. 18 puede también dar por sentado que Dios es soberano cuando se echan suertes.
18:22—19:10. La pobreza. La pobreza es claramente una cosa mala; significa, p. ej.p. ej. Por ejemplo que usted está siempre rogando por misericordia (18:23). Hace que aun su familia le rechace (19:7). Ciertamente reduce el número de personas que buscan su compañí­a (19:4, 6, 7). En este contexto, 19:15 tal vez implique que hace que los jueces no se sientan inclinados a tratarlo con justicia, pero promete que los perjuros serán castigados (cf.cf. Confer (lat.), compare 19:9).
¿Qué otra cosa se puede decir para animar al pobre? Se les da a considerar varios hechos. Primero, que el hombre pobre que suplica misericordia (18:23) es ya objeto de la gracia de Dios por medio del don de Dios de su esposa (18:22). Segundo, que un amigo í­ntimo puede ser mejor que muchos conocidos, y más fiel que el miembro de su familia más cercano (18:24). Tercero, que es mejor ser pobre y honesto que un insensato descarriado o acti vista que culpa a Dios por los problemas que él mismo se ha acarreado (19:1–3) y para quien la pobreza es realmente apropiada (19:10). Cuarto, que al buscar sabidurí­a usted es su mejor amigo (19:8). Cuando la persona pobre recibe favor humano, Dios lo sabe y lo premiará (19:17). De modo que se anima a las personas a mostrar tal favor (la palabra †œgracia† está detrás de †œEl que da† 9:17). Una persona pobre es generalmente preferida a un mentiroso, porque †œel amor fiel es lo que la gente busca en una persona† (19:22 Nueva Biblia de Jerusalén).
Notas. 24 Amigos es la misma palabra amigos en 19:4, 5–7. Amigo en 18:24 es una palabra más fuerte formada de la palabra para †œamor† (cf.cf. Confer (lat.), compare 19:8). Hermano es la palabra traducida igual en 19:7.
19:11–19; 20:2, 3 Contienda. La sección reanuda temas de 16:31–18:1. La combinación de poder e ira es claramente temible (19:12; cf.cf. Confer (lat.), compare 20:2). La contienda en el hogar puede divertir al extraño pero también se siente mortal (19:13) y una gloria verdadera descansa en ser capaz de evitar contiendas (20:3). La sabidurí­a así­ reside en ser capaz de †œalargar su ira† significado lit.lit. Literalmente de detener su furor (19:11); y el don de Dios consiste en no ser implicado en esa clase de contienda en el hogar (19:14).
El de gran ira puede ser incorregible y en camino al desastre (19:19). Pero esa no es razón para dejar de decir cosas duras dentro de la familia, que es dejar a alguien en el camino a la destrucción (19:18). La pereza puede ella misma inducir un sueño profundo parecido a la muerte y al hambre (19:15); ignorar a la sabidurí­a arriesga la muerte misma (19:16).
19:20—20:5 Sabidurí­a. En 19:20 se comenta acerca de los beneficios y riesgos de la sabidurí­a y la insensatez (cf.cf. Confer (lat.), compare vv. 25, 27 con 26, 29). Estos son ilustrados con varios retratos de la sabidurí­a. Es in compatible con el gusto por la bebida (20:1); ¡suficiente para la afición al alcohol que a menudo caracteriza a las comunidades académicas! Se ilustra con la inactividad del perezoso, objeto de algunos de los selectos retratos a pluma de Prov. (ver sobre 24:30–34). La sabidurí­a capacita a uno para sondear las profundidades ocultas y posiblemente engañosas del corazón humano (20:5; ver sobre 18:4).
Se nos recuerda entonces que la intervención de Dios en los asuntos humanos significa que la mera sabidurí­a humana no siempre tiene la última palabra, y que la reverencia hacia Dios es tan importante para una vida exitosa como la aplicación intelectual (19:21, 23). Las relaciones humanas también cuentan (19:22), como lo hace la justicia (19:28, donde la referencia a la burla se relaciona con los comentarios sobre el necio como burlador en los vv. 25, 29).
Nota. 17, 22 Ver sobre 18:22–19:10; 20:2, 3 ver sobre 19:11–19.
20:5–19 Apariencias y verdad. La justicia puede ser definida como una vida de integridad personal (7), pero es realmente difí­cil hallar un ejemplo (6, 9). La accesibilidad no es común (5) como lo ilustra la vida comercial (14), y el humano es difí­cil de penetrar (15).
El v. 5 señala a la sabidurí­a como la llave para penetrar esta evasividad. El v. 8, de una manera más sencilla, señala a la autoridad ejercida con los propios ojos abiertos. El v. 11 implica que los hechos deben ser vistos como la revelación de la verdadera persona. El v. 12 ve a los ojos abiertos como un don de Dios, en tanto que el v. 10 añade la advertencia del disgusto de Dios hacia el engaño en el comercio.
Los vv. 16–19 se relacionan entre sí­ al usar los vv. 16, 17 y 19 el mismo verbo de tres modos diferentes, significando sale fiador, sabroso y no te metas con; el v. 19 también funciona como una calificación del v. 18. Los versí­culos relacionan el tema de esta sección por medio del v. 17 con su comentario sobre el engaño.
Nota. 13 Abre tus ojos se une con el contexto (ver vv. 8, 12).
20:20—21:4 La soberaní­a de Dios y la autoridad humana. Esta sección incluye más referencias a Dios. Debemos confiar en él cuando recibimos algún mal (20:22). En esa situación podemos estar seguros de que a Dios le importan la honestidad y la justicia (20:23; 21:3), de la dirección de Dios sobre los poderosos (20:24 NBJ: no es la palabra común para †œhombre† aquí­), del conocimiento de Dios sobre cómo †œfuncionan† los hombres (20:27), y del carácter final de la evaluación de Dios (21:2). De 20:25 se toma un ejemplo de cuando los seres humanos no pueden ni aun entenderse a sí­ mismos.
El rey tiene la responsabilidad de †œdispersar a los impí­os† (20:26) y su clase de acción punitiva tiene un papel en la purificación del ser interior de otras personas también (20:30). Pero la soberaní­a de Dios en relación con el rey (ver 21:1) sugiere una calificación de estos dos dichos; es sólo Dios quien puede ver dentro del ser interior (20:27). Otro comentario sobre el primer dicho es que el rey necesita fijarse en lo positivo, en lo que sustenta el trono, y no sólo en la acción punitiva respecto a las cosas que han ido mal (20:28).
Los jóvenes y los ancianos tienen sus propias glorias, fuerza fí­sica y la autoridad de la experiencia (20:29). Los primeros no deben despreciar o estafar a los últimos (20:20, 21: maldice y bendecidos son la primera y la última palabras de los dos versí­culos).
21:2–29 Justicia e impiedad. Hacia el final de Prov. 10–22 aparece otra agrupación de dichos sobre la justicia y la impiedad paralela a aquella cerca del comienzo de estos caps. Después de los dos comentarios desde el punto de vista de Dios (2, 3), el foco está en la impiedad. La impiedad hace del orgullo su luz guiadora (4), se manifiesta en la violencia y en la perversidad (7, 8), carece de la gracia y desea el mal de otros (vv. 10, 12), es altiva y arrogante (24), religiosa pero hipócrita (27) y descarada pero irreflexiva (29).
La codicia es el tema que se presenta en otro lugar, especialmente como el deseo de ser rico, lo que puede buscarse en maneras que son malas o buenas, sabias o necias (5, 6, 13, 17, 20, 25, 26), pero acerca de cuyo poder también tenemos que ser realistas (14).
La impiedad halla su goce natural. Los violentos serán arrastrados violentamente (7). El Justo actúa en contra de las personas cuyo carácter es opuesto al suyo (12). El falto de misericordia no halla misericordia (13). Los que se desví­an finalmente se pierden (16). Cuando sucede esto es como si tomara el lugar de los justos que estaban en peligro por causa de ellos (18: una versión más aguda del punto he cho en 11:8). Las personas que ponen su confianza en algo vano son expuestas por los sabios (22). El testigo que amenaza la vida de alguno con su falsedad pierde su propia vida (28).
Hay varios comentarios marcadamente positivos sobre la justicia. Dios es de una manera única llamado el justo (12) [Nota del Editor: la RVARVA Reina-Valera Actualizada no considera que sea referencia a Dios, aunque la nota incluye Justo, refiriéndose a Dios], lo que arroja una nueva luz sobre la palabra justicia en Prov. 10–22 como un total: todo lo que dice sobre este tema emana de la naturaleza de Dios. Está el gozo de la justicia (15), un ejemplo de la manera en que el juicio de Dios, como comúnmente se traduce esta expresión, es buenas nuevas en el ATAT Antiguo Testamento. Señala el reino justo de Dios (y contrasta con el v. 17, donde placeres es la palabra anteriormente traducida †œgozo†). La justicia, la bondad, la vida y la honra son reunidos (21).
Nota 9, 19 Ver sobre 16:31–18:1.
21:30—22:16 Sabidurí­a, riqueza y Dios. Los últimos dichos en Prov. 10:1–22:16 mezclan dichos tí­picos de sabidurí­a con un número marcado de dichos que traen a Dios en la ecuación. Ellos afirman así­ la importancia de la sabidurí­a y el esfuerzo humanos (22:3, 6, 10, 15; dichos de sabidurí­a tí­picos en 22:5, 8, 11, 13, 14), pero también declaran que éstos nada significan independientes de la voluntad de Dios si sus principios han de cumplirse (22:12). Son realistas acerca de la riqueza y la pobreza (22:7) pero especifican que no sólo por consideraciones humanas (22:1, 9, bendito significa aquí­ el hablar bien de ellos las personas) sino también teniendo en cuenta lo que el rico y el pobre tienen de común en Dios (22:2) y afirmando que las actitudes hacia Dios son de importancia clave en los asuntos de riqueza y pobreza (22:4). En verdad, la reverencia hacia Dios es el fundamento de la sabidurí­a.

22:17-31:31 CINCO COLECCIONES ADICIONALES
El último tercio de Prov. comprende otras cinco colecciones separadas de material de sabidurí­a de diversas clases: dos colecciones de los dichos del sabio (22:17–24:22 y 24:23–34), una colección similar que †œcopiaron los hombres de Ezequí­as† (25–29), y los dichos de Agur (30) y del rey Lemuel (31).

22:17-24:22 Treinta dichos sabios

La enseñanza de estos dos caps. vuelve al énfasis de los caps. 1–9 al instar al lector a adoptar o evitar ciertas clases de conducta. Los dichos acerca de la vida que son comunes en 10:1–22:16 ya no aparecen, y la mayor parte de las unidades de pensamiento se extienden por varios versí­culos y no solamente uno. La forma extendida de la enseñanza da espacio para comentar sobre por qué el oyen te debiera obedecer. Algunas versiones facilitan la lectura por dejar un espacio después de cada uno de de los †œtreinta dichos† (22:20), de modo que es posible ver cómo se dividen.
Los treinta dichos están estrechamente relacionados con una obra egipcia de treinta capí­tulos, La enseñanza de Amenemope. Esta obra parece fecharse algún tiempo antes de Salomón, y generalmente se considera que Prov. depende de Amenemope y no a la inversa. La disposición a aprender de la sabidurí­a de otros pueblos refleja la convicción teológica de que el Dios de Israel es Dios de todas las naciones y de toda la vida. No es de sorprenderse por tanto cuando otros pueblos perciben verdades acerca de la vida de las cuales el pueblo de Dios pue de recibir provecho. Los treinta dichos nos animan a utilizar nuestro sentido común en nuestro servicio a Dios. ¡El servicio a Dios no siempre requiere †œuna palabra del Señor† para que veamos lo que es necesario hacer!
La Enseñanza de Amenemope estaba designada para ofrecer consejo a las personas empeñadas en el servicio público. Los treinta dichos tienen mucho que decir a tales personas también.
Primero, dichas personas deben atender a las percepciones de la sabidurí­a (22:17–21, donde a fin de que puedas responder palabras de verdad a los que te enví­an reflejan su tarea como mediadores; 23:12, 13–16, 22–25; 24:3–7, 13, 14). Deben evitar perder tiempo con necios que no harán caso de ellas (23:9). Necesitan fijarse en los buenos ejemplos (22:29) y evitar malas influencias, p. ej.p. ej. Por ejemplo perso nas que puedan darles un ejemplo de iracundia antes que de serenidad, un asunto importante de la sabidurí­a egipcia (22:24, 25), o personas inclinadas a la rebelión (24:21, 22).
Segundo, como gente común aprendiendo del discernimiento de los sabios, ellos han de recordar la intervención de Dios en sus vida y trabajar y esperar ver resultados (22:19, 23; 23:11, 17; 24:12, 18, 21).
Tercero, han de recordar las exigencias morales de su trabajo, y cuán fácilmente el poder puede ser abusado (22:22, 23, 28; 23:10, 11; 24:8, 9, 15, 16). Pero también necesitan estar precavidos del peligro opuesto, ser descuidadamente indulgentes con personas con dificultades financieras (22:26, 27). Nunca pueden decir: †œ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?† (24:11, 12), y su responsabilidad se extiende a sus pensamientos y no sólo a sus palabras y acciones (24:17).
Cuarto, ellos han de recordar el peligro de la autoindulgencia. Puede hacerles olvidar los verdaderos asuntos que les conciernen y su posición, olvidar la transitoriedad de la riqueza, y tomar la amistad de alguien por su apariencia, cuando debiera preguntarse por qué la persona está siendo tan generosa (23:1–9; la idea en el v. 9 es que la amable conversación se trancará en sus gargantas cuando se vea la verdad). Puede hacerles envidiar o inquietarse ante el éxito transitorio de los malhechores (23:17, 18; 24:1, 2, 19, 20). Puede hacerles olvidar cuánto puede malgastarse en la autoindulgencia y cuánto ésta puede enfermarles (23:19–21, que señalan la relación de la autoindulgencia y la pereza, uno de los temas favoritos de la sabidurí­a; 23:29–35, donde vino mezclado es vino mezclado con sus tancias tales como la miel, el equivalente a nuestros cocteles). Puede hacerles ceder a la tentación del sexo fuera del matrimonio (23:26–28). Enfrentar la presión revelará de qué material están realmente hechos (24:10).

24:23-34 Más dichos sabios

Esos forman una colección mixta agregada a los treinta dichos. Incluyen dos breves comentarios sobre nuestro aprecio a alguien que habla rectamente (el sentido lit.lit. Literalmente de la palabra traducida correctas en el v. 26) y sobre la necesidad de tener lo suficiente para comer antes de darse el gusto de edificar una casa (27). Lo último puede tener un significado muy lit.lit. Literalmente, pero la misma frase puede referirse a co menzar una familia; la naturaleza de un proverbio como éste se presta a varias aplicaciones.
Dos dichos más extensos cubren el comportamiento en la corte por parte de los jueces (no una profesión sino una tarea llevada a cabo por los miembros de mayor edad de una comunidad) (23–25) y por parte de los testigos (28, 29; esos dos versí­culos parecen complementarse y así­ cada uno ayuda a ver el significado del otro).
El dicho más extenso es una de las mejores descripciones de Prov. de uno de sus personajes favoritos (o más bien, menos favoritos), el perezoso (30–34). Es indigno de confianza (10:26; 18:9), no realizado (13:4; 21:25), acosado por problemas (15:19), hambriento (19:15; 20:4), lleno de excusas (22:13; 26:13), nunca terminando cosa alguna (12:27; 19:24; 26:15), empobrecido (12:24) e inco rregible (26:14, 16). En 6:6–11; 19:24 y 26:13–16 hay otras figuras de dicción memorables. Contrástese con la persona que trabaja con diligencia (12:24, 27; 13:4; 16:26; 21:5). El trabajo diligente es una virtud de la sabidurí­a, necesario para ganar sabidurí­a y éxito en la vida; de modo que la holgazanearí­a es lo contrario.

25:1-29:27 Dichos copiados de la corte de Ezequí­as

Los caps. 25–29 son paralelos a 10:1–22:16 en que muchos de ellos encierran dichos de una lí­nea, y algunas de sus secciones organizan los dichos en base a lazos verbales, particularmente en el cap. 25; p. ej.p. ej. Por ejemplo La frase la presencia del rey en los vv. 5 y 6; prójimo en los vv. 8 y 9 y oye y oí­do (el mismo verbo heb.) en los vv. 10 y 12. En el cap. 25 los di chos vienen en pares en tanto que en el cap. 26 se reúnen en grupos más grandes. Algunas veces el ví­nculo reside en la forma del dicho; p. ej.p. ej. Por ejemplo 25:13 y 14 son ambas comparaciones del tiempo.
Hay un gran deleite en metáforas y sí­miles vivos en la primera parte de esta colección. Ellas son más claras que lo implicado en las traducciones, porque pa labras como †œsemejantes† y †œes† , o †œcomo† y †œasí­† no son generalmente expresadas (aparecen en 25:13; 26:1, 2, 8, 18; 27:8, pero no en otros lugares). Así­ 25:14 dice sencillamente en su original †œnubes y viento sin lluvia; un hombre que se jacta de regalos que no da†. El resultado es requerir a los oyentes del dicho que extraigan su significado; no se les entrega en una bandeja.
25:1 Introducción. A la luz del trasfondo egipcio de los treinta dichos, es interesante que esta próxima colección se dice haber sido editada en el tiempo del rey Ezequí­as, el perí­odo durante el cual Judá tení­a el contacto más estrecho con Egipto. Isa. 30–31 advierte a Judá en contra de la sabidurí­a humana de asumir que Egipto sea su mejor aliado, y dejar de tomar a Dios en cuenta. Al preservar el material en Prov. 25–29 los maestros del tiempo de Ezequí­as animaban a la gente a asumir una visión positiva de la sabidurí­a humana, pero ellos también, como los compiladores de caps. anteriores, advierten a la gente a no dejar de tener a Dios en cuenta.
25:2–7 Realeza. A la luz del origen cortesano de esa colección, es de esperarse que sus primeros dichos verdaderos, que son tres pares, tengan que ver con asuntos relacionados con el rey. Los hechos de Dios encierran misterio; el cap. 30 llevará este punto más adelante. Es importante reconocer esto, ya que a menudo Prov. parece implicar que toda teolo gí­a se entiende en sentido recto. Pero Prov. no toma este concepto. En contraste, los asuntos de este mundo que importan al rey son aquellos sobre los cuales él muestra un dominio completo (2). Por otra parte, la mente misma del rey es como la de Dios (3). Debe serlo, si ha de estar a la altura de las exigencias colocadas sobre ella, y al rey se le da el buen consejo de esconder algunos de sus sentimien tos y reglas si ha de mantener autoridad y respeto.
Así­ lisonjeado, es confrontado por un desafí­o en el uso de su autoridad (4, 5), en tanto que a su corte se le da algún consejo respecto a su propia conducta en relación con él (6, 7, a los que Luc. 14:7–11 parece deber algo).
25:8–28 Conflicto. El tema principal de los dichos en esta sección, como partes de los caps. 10–22, es la naturaleza del conflicto y la manera de evitarlo o resolverlo. Primero, no entre apresuradamente en pleito público, esté seguro de que el derecho está de su parte, ni si lo hace un asunto privado, revele todas sus fuentes; de cualquier modo usted puede terminar humillado (8–10). No se descontrole, o podrá hallar que lo ha perdido todo (28). No deje de hablar la verdad con amor y resistir el mal (cf.cf. Confer (lat.), compare el v. 26, pero el versí­culo viene aquí­ debido a la figura que contrasta con la del v. 25) pero tenga cuidado de cómo lo hace (11, 12; el v. 11 tiene la misma forma que otras comparaciones: †œManzanas de oro con adornos de plata es la palabra dicha oportunamente.†)
Ahora nos volvemos a las relaciones con nuestros superiores. Si están cansados y potencialmente hostiles, el ser dignos de confianza les será refrescante, y así­ seremos favorecidos (13; una comparación con el v. 25 sugiere que la referencia es a aguas frí­as de las fuentes alimentadas por las nieves del monte Hermón aun en el verano, y no a la caí­da de nieve en el verano). Cuando uno tiene que estar en desacuerdo con sus superiores, es de suma importancia tener cuidado con las palabras que usa. Las palabras correctas pueden quebrar la resistencia de aquellos (15).
Aun cuando no esté bajo presión, la armoní­a vecinal debe ser protegida. No abuse de la bienvenida, por lo tanto (16, 17; la figura de 16a reaparece en el v. 27), no diga mentiras o traicione confidencias (18, 19, 23), y no aumente (¿accidentalmente?) los sufrimientos de su vecino con insensibilidad (20). Uno puede conectar con esto el recordatorio a no prometer a la gente más de lo que puede dar (14).
Los vecinos pueden ser separados entre amigos y enemigos, y el enemigo de uno (21, 22) puede ser también su vecino. El mandamiento de amar a su prójimo (Lev. 19:18) presumiblemente tiene en la mente tanto a los amigos como a los enemigos; el mandamiento de Jesús de amar a los enemigos sólo lo aclara más. Este mismo principio está relacionado con el propósito de ganar al arrepenti miento al vecino hostil (22a se refiere a señales de arrepentimiento, presumiblemente en sentido figurado). Al ofrecer consejo para restaurar la armoní­a en la comunidad, sin embargo, los maestros apelan aquí­ a instintos más egoí­stas. El punto es que el amar a nuestro enemigo-vecino puede ser el mejor modo de alcanzar nuestro propio deseo de terminar con la hostilidad de la otra persona, tanto como el ser el proceder que Dios aprueba. Pablo apoya esta enseñanza de los maestros (Rom. 12:20).
El conflicto en el hogar puede ser el más doloroso y más intratable (24).
Nota. 23 En Israel la lluvia no viene del norte sino del Mediterráneo, el oeste (cf.cf. Confer (lat.), compare con Luc. 12:54). Tal vez el proverbio tuvo su origen donde la lluvia vení­a del norte; puede ser otra indicación de la influen cia egipcia sobre Prov.
26:1–12 El necio. Hay poca definición de la necedad aquí­, pero hay ilustración ví­vida de ella. Los necios pueden en teorí­a apreciar la sabidurí­a, pueden tal vez aprenderla de memoria, pero no saben có mo usarla (7). Son como estudiantes que han acumulado conocimiento pero no han adquirido la habilidad para aplicarlo: como alguien que tiene un arma peligrosa pero no sabe cómo utilizarla (9; a no ser que el punto de este v. sea que han adquirido este conocimiento sólo por accidente). Ni siquiera pueden sacar provecho de sus errores (11).
Por definición, los necios no van a aprender de estos dichos. ¿Qué aprenderán de ellos los sabios? Dejarán sentado que honrar a los necios está ridí­culamente fuera de lugar (1, 8; una piedra se co loca en una honda para ser arrojada, no guardada allí­). Utilizarán el método apropiado de enseñanza para los necios (3). Han de evitar utilizar a los necios si desean lograr algo (6:10; el v. 10 implica que algo se logrará, pero no hay manera de saber qué será). Deben evitar imaginarse superiores a los necios, lo que puede probar que no lo son (12, el aguijón en la cola de esta sección).
Los vv. 4 y 5 ofrecen un consejo marcadamente adverso respecto a cómo uno responde a las tontas preguntas de un necio. Depende de si uno toma la pregunta del necio seriamente, o la ignora, comportándose así­ del modo que el necio lo hace con puntos en disputa. La vida es compleja, y la misma respuesta fácil no es aplicable a cada situación. La persona sabia es aquella que puede ver qué porción de sabidurí­a se aplica a cada circunstancia.
Notas. 2 Este v. viene aquí­ no porque continúa el tema sino porque lo vincula al v. 1: ambos son comparaciones de la naturaleza, y en ambos las palabras †œcomo† y †œasí­† están presentes en el texto, lo que no ocurre usualmente en las comparaciones en estos caps. Debido a que las palabras pueden ser muy poderosas, particularmente las oraciones o declaraciones de bendición o maldición, uno debe te mer que una maldición inevitablemente se cumplirá; este dicho promete que esto no es así­.
26:13–16 Pereza. Cuatro caricaturas de gente perezosa con sus excusas inadmisibles, su rigidez (una bisagra está hecha para girar pero no para moverse, ¡un hombre no!), su pereza y su monumental autoengaño. (Ver sobre 24:30–34.)
26:17—27:22 Amistad. El tema de 26:17–22 es las contiendas (ver vv. 17, 20, 21). Ellas pueden provenir de un defecto de carácter, una disposición rencillosa (21), pero una causa particular es la estupidez que toma muy en serio una broma (18, 19). Una manera de pararlas es el parar la conversación maliciosa (20), aunque esto es más fácil decirlo que hacerlo (22). Lo mejor es no intentar resolver pleitos ajenos (17).
El tema relacionado de 26:23–28 es el engaño en las relaciones personales (ver vv. 24, 26, 28). Esta es una advertencia contra la distancia que puede haber entre las palabras amistosas y los pensamientos detrás de ellas. Los sabios siempre guardan en el fondo de sus mentes la posibilidad de que haya más de lo que se expresa en lo que alguien dice, y ellos aprenden a reconocer a la persona engañosa (23–26a). Los dichos prometen que el engañador lo pagará en deshonra pública y dolor personal (26b–28).
27:1–22 encierra dichos individuales en general que tienen que ver con las buenas relaciones. Al principio, los vv. 1 y 2 advierten respecto a dos maneras de jactarse (alabar es la misma palabra que jactarse); en este contexto el énfasis está en la segunda con sus implicaciones para las relaciones (cf.cf. Confer (lat.), compare también los vv. 21 y 18 para un comentario práctico sobre alcanzar una reputación). Los dichos continúan advirtiendo acerca de la molestia que acusa la insensatez (3; cf.cf. Confer (lat.), compare vv. 11, 12, 22), acerca del poder de los celos que hasta supera al de la ira furiosa (4), y más tarde acerca de lo destructivo de la avaricia (20).
Los dichos se dirigen a la amistad y comienzan negativamente, pero afirman el valor positivo de una reprensión honesta por un amigo, en contraste con un amor que se oculta y calla las cosas crueles (5) o una enemistad que se esconde en amor apa rente (6). En el contexto del v. 9, que habla de la dulzura de la amistad, el v. 7 habla de cuán fácilmente los desamparados pueden dejarse engañar a sí­ mismos por una pretendida amistad como la descripta en el v. 6a. La amistad puede ser creativamente incómoda (17, donde amigo es lit.lit. Literalmente †œel prójimo de uno†), y tal vez en el v. 19, donde la idea puede ser que nos descubrimos a nosotros mismos al conocer a algún otro (cf.cf. Confer (lat.), compare NBJ). Los vv. 15, 16 pertenecen también en el contexto del v. 9, porque el perfume del v. 9 es el aceite del v. 16. La ampliación en el v. 16 del sentimiento familiar ex presado en el v. 15 lo convierte en un punto mordaz: el amor es como perfume, y cuando se ha perdido el amor el perfume no puede ser capturado de nuevo.
Más positivamente, la dulzura y el gozo de la amistad residen en el consejo positivo que puede dar, librándonos de nuestros propios ardides (9), y en el modo en que nos apoyamos en nuestros amigos durante una crisis, antes que tener que recorrer grandes distancias para tener el apoyo de miembros de nuestra familia (10); aunque mejor serí­a no habernos extraviado en primer lugar (8). La amistad, por lo tanto, debe ser protegida (14); ¡hacer exhibición de ella puede ser contraproducente!
La buena vecindad es un tema repetido en Prov. Tiene gran potencial en beneficio de la salud de la comunidad, especialmente cuando los individuos están en necesidad (14:21; 27:10); aunque a veces también puede hacer daño (ver 16:29; 25:18; 29:5). Uno debe por lo tanto ser cauteloso con acciones que puedan destruir la buena vecindad: el poner en primer lugar los intereses propios antes que hacer el bien o pagar lo debido (3:27, 28; cf.cf. Confer (lat.), compare 14:20; 21:10), dejando de actuar en el evento de una equivocación financiera real (6:1–5), traicionando la confianza de un vecino (3:29), iniciando una pelea por una ganancia efí­mera (3:30, 31), enredándose con la mujer de su prójimo (6:29), destruyendo a sus vecinos con palabras (11:9), humillándoles en público (11:12), dando fianza por ellos imprudentemente (17, 18), mintiendo acerca de ellos ante la justicia (24:28), apresurándose en pleitear (25:8), contándoles los chismes acerca de ellos (25:9, 10); o, más jocosamente, dando por sentada su bienvenida (25:17), haciendo bromas prácticas sobre ellos (26:18, 19) o estando demasiado alegres con ellos muy temprano por la mañana (27; 14).
Notas. 27:13 Para el contenido, ver sobre 6:1–5, pero aquí­ el dicho se une con el v. 2 (donde el extraño y el ajeno son las palabras traducidas extraño y ajena en el v. 13); advierte contra ser demasiado crédulo en relación con la persona cuyas palabras (v. 2) nos han animado a confiar.
27:23–27 Salvaguardando bienes duraderos. Hay bienes que parecen muy atractivos, pero no duran (24). Por ello es importante salvaguardar los bienes más duraderos, tales como ganados que pue den proporcionarnos vestido, capital y alimento (26, 27), por preocuparnos por su condición (23) y elaborando el programa adecuado de cosechar su alimento (25); con un cálculo correcto, el labrador puede obtener dos cosechas en un año.
28:1–18 La justicia, la sabidurí­a y la religión. Hemos notado que las secciones anteriores en los caps. 25–27 contienen ví­vidas metáforas. Ellas han hecho pocas referencias a la justicia e impiedad, o a Dios. En los caps. 28–29 el equilibrio es revertido, y regresan a asuntos de moralidad y teologí­a. Hay muchas referencias a Dios (5), a la justicia (3, 8), a la impiedad (10), al mal/pecado (5), al mal en el sentido moral (2), a la integridad/inculpabilidad (2), a la perversidad (2), a la rectitud (3) y a otros asuntos semejantes.
Estos capí­tulos repiten así­ convicciones sobre la moralidad y la sabidurí­a que han aparecido en partes anteriores de Prov. La justicia y la impiedad reciben su recompensa (28:1, 10, 18), y aun cuando no sea así­, la primera es preferible a la última (6). La sabidurí­a es la clave de la estabilidad del Estado (2), en tanto que a la inversa un gobernante opresor fracasa en su tarea más fundamental (3; la lluvia está designada para alentar las cosechas, pero puede hacer lo contrario). El tirano es un peligro tan grande para la gente como un animal salvaje enfurecido (15), y en su falta de discernimiento es también un peligro para sí­ mismo (16, 17). La gente reconoce así­ que es buenas nuevas cuando los justos triunfan y malas cuando los impí­os prosperan (12, cf.cf. Confer (lat.), compare 28; 29:2).
Estos capí­tulos se refieren también a la torah (ley). En general, torah significa enseñanza o instrucción; la enseñanza o instrucción del sabio (p. ej.p. ej. Por ejemplo 1:8; 13:14) o la de un profeta (p. ej.p. ej. Por ejemplo Isa. 8; 16). Pero en Prov. 28:4, 7, 9; 29:18, en el contexto de aquellos dichos morales y teológicos, los israelitas ciertamente entenderí­an torah como referencia a la ley de Moisés.
Generalmente en Prov. entendimiento o discernimiento son las cualidades personales diarias y las habilidades del sentido común que los sabios buscan enseñar (p. ej.p. ej. Por ejemplo 10:13; 19:25). Este serí­a el mo do natural de tomar las referencias al entendimiento y conocimiento en 28:2, 11, 16, 22; 29:19. En 28:5, sin embargo, el entendimiento o discernimiento es algo que depende de buscar a Dios, en oposición a ser una persona mala, y en el v. 7 el hijo inteligente no es meramente el que obedece a su padre sino el que guarda la torah (cf.cf. Confer (lat.), compare 29:7, donde †œno entiende tal preocupación† es lit.lit. Literalmente †œno entiende el conocimiento†).
El entendimiento moral y religioso del conocimiento y el discernimiento en estos versí­culos proporciona también al oyente un nuevo contexto para entender aquellas palabras en otros lugares. Aun donde vienen en lo que parece a primera vista su sentido común (ver 28:2, 11; 29:19) tienen implicaciones espirituales y morales.
Es particularmente digno de notarse cómo la torah, impiedad, maldad, justicia y el buscar a Dios vienen juntos en 28:4, 5, con su cuadro de un mundo moral trastornándose cuando las personas ignoran la torah y no buscan a Dios. Integridad/inculpabilidad, perversidad, la torah, y discernimiento se juntan entonces en los vv. 6 y 7, donde el tema especí­fico es las posesiones: riquezas y pobreza en el v. 6, des pilfarro de la riqueza en el v. 7 y el amontonamiento de ganancias excesivas en el v. 8. La torah, oración, integridad e inculpabilidad se unen similarmente en los vv. 9 y 10, y pecado, confesión, misericordia, temor y endurecimiento del corazón en los vv. 13 y 14.
28:19–27 Prosperidad. El trabajo diligente es la clave de la prosperidad (19); pero la búsqueda de prosperidad, o aun de supervivencia, que procede egoí­stamente y no tolera compromisos es incorrecta, ciega y fútil (20–24). Como en los vv. 1–18, un comentario desde una perspectiva religiosa arroja entonces este dicho sabio en un nuevo contexto (25): la búsqueda de prosperidad también se inclina a separar a una persona de los demás; y pagar ese precio es doblemente necio porque la clave de si uno ha de alcanzar prosperidad es su confianza en Dios. Las personas que confí­an en sí­ mismas son asimismo doblemente necias (26). Paradóji camente, el dar es la clave para recibir, en más de un sentido (27). La maldad/pecado, confianza, Dios, necedad y sabidurí­a se juntan notablemente una vez más en los vv. 24–26. Sabidurí­a aquí­ tiene nuevamente implicaciones espirituales y morales. La sabidurí­a y la confianza en Dios son puestas juntas, ambas siendo lo opuesto a la confianza en sí­ mismo.
28:28—29:27 Poder y justicia. Nuevamente la naturaleza y los frutos de la rectitud y la impiedad son explicados, particularmente su efecto en la vida comunitaria y su liderazgo. Es del mejor interés para la sociedad que los justos y no los impí­os florezcan y tengan el poder en la comunidad (28:28; 29:2); en realidad es también del interés del impí­o (1). Que los gobernantes gobiernen con justicia es el medio para la estabilidad del paí­s (4), y para la de su propio gobierno (14). La influencia de los arrogantes sabelotodo sobre la comunidad probablemente aumentará la tensión antes que la armoní­a (8, 9), y una vez que se sepa que un gobernante no galardona la verdad, él hallará que sus subordinados están muy dispuestos a imitar su proceder (12). Debe estar advertido de que la exaltación y la humildad pueden fácilmente invertirse (23). Los dirigentes en particular deben preocuparse por los necesitados (7). Una justicia tal está aliada con la sabidurí­a y trae alegrí­a (3, 5, 15), conoce el significado del dominio propio (11), está preparada para dis ciplinar (17, 19, 21) y abomina la iniquidad (27).
Los dirigentes se opondrán a la impiedad que no tiene cuidado de los necesitados (7), y que a la vez detesta y ataca a los í­ntegros (10, 27), que da rienda suelta a pensamientos y sentimientos (11, 20, 22), y que a menudo se enmascara en lisonja (5) pero paga su propio precio (6, 16, 24).
Como otros aspectos de la sabidurí­a y la moralidad, la del liderazgo y la vida comunitaria son también puestas aquí­ en el contexto de la fe. El recordatorio de que Dios es el creador tanto del pobre como del opresor da seguridad al uno y desafí­a al otro (13), y teológicamente sustenta la promesa al rey de que la justicia hacia el pobre contribuirá a la estabilidad de su trono (14).
La estabilidad de la sociedad misma depende de la apertura a la revelación y la obediencia a la torah (18). Visión es un término para la enseñanza de un profeta sobre la voluntad y el propósito de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare Isa. 1:1). Presumiblemente Donde no hay visión significa †œdonde la visión de Dios es ignorada† (por supuesto, la mera existencia de la visión no impide a las personas deshacerse de las restriccio nes, como lo muestra el ministerio de los profetas). Este dicho, único en los libros de Sabidurí­a, une a la Torah y a los profetas como la clave de la bendición y el orden de la comunidad (en el v. 18 tiene mejor sentido tomar al pueblo como el sujeto del verbo, como está en el v. 18a; es decir, el que guarda la torah es bienaventurado).
Este comentario nos estimula a leer el entiende del v. 19 como un discernimiento espiritual (ver sobre 25:1–18). La terminación del versí­culo indica que este discernimiento espiritual no existe allí­ realmente. (Pero no hace caso es lit.lit. Literalmente †œno hay respuesta†, de modo que la frase cierra los vv. 18 y 19 de un modo que equilibra no hay visión). La tentación es hacer de personas tales como los gobernantes el objeto de nuestro temor y confianza, y nues tro recurso para el accionar por justicia, pero es Dios el verdadero objeto de estas actitudes y el recurso final de esta bendición (26, 27).
Notas. 3 Alegra es una forma del verbo que apareció en el v. 2; y, colocada aquí­, el dicho sugiere cómo la sabidurí­a, cómo la justicia, pueden ser una causa de regocijo para el pueblo. 24 El cómplice no puede comparecer y testificar, y lleva por lo tanto la culpabilidad vinculada con la ofensa (cf.cf. Confer (lat.), compare Lev. 5:1).

30:1-33 Dichos de Agur

30:1–9 Introducción. Nada sabemos sobre Agur y Jaqué (otras versiones tienen a Itiel y Ucal, ver nota de la RVARVA Reina-Valera Actualizada) y ellos bien pueden tener origen extranjero (cf.cf. Confer (lat.), compare 31:1 y comentario). Pero este misterio provee el tono correcto para el misterio que Agur desea confesar (2–4). Hemos notado que a menudo Prov. parece estar enseñando más bien generalizaciones demasiado confiadas sobre cómo la vida obra y cómo Dios obra, mientras que ambas son más misteriosas que lo que las generalizaciones sugieren. Aquí­ Prov. lo sabe bien. Los vv. 2 y 3 parecieran sugerir que el problema está en la falta de inteligencia de Agur; el v. 4 pone en evidencia la ironí­a de su declaración inicial. El es simplemente el único que abiertamente reconoce la ignorancia debido al inherente misterio de las cosas de Dios.
Hay, sin embargo, una ironí­a más; el v. 1 ya ha descrito sus dichos como palabras (†œun oráculo†) término normal para designar una palabra profética de Dios; cf.cf. Confer (lat.), compare Isa. 13:1, †œprofecí­a†. Sin embargo, puede entenderse como el nombre del paí­s árabe Masá (mencionado en Gén. 25:14). La ironí­a continúa en los vv. 5 y 6. Aun cuando Agur ha sugerido que ni él ni ningún otro ha traí­do sabidurí­a del cielo a la tierra, él implica también que hay palabras de Dios, que como tales son refinadas y confiables, y exigen ser aceptadas sin interposiciones.
La introducción concluye con el ruego de Agur de ser librado de falsedad, pero también más notablemente de riqueza y pobreza extremas, porque él ve el obstáculo de ambas. Nos recuerda que cuando Prov. habla del rico y del pobre, como a menudo lo hace, no está refiriéndose a dos grupos que entre ambos incluyen a todos. La mayorí­a de las personas están entre ambos, y aquí­ es donde Agur desea estar. Su solemne reconocimiento del misterio de la vida y de Dios (nótese que él utiliza el nombre israelita de Dios, Jehovah), es semejante al de Ecl. (ver Ecl. 7:16–18).
30:10–17 Confianza propia. Tres unidades se relacionan entre sí­ aquí­. Maldecir es el ví­nculo verbal entre el dicho en el v. 10 y la unidad más extensa de los vv. 11–14. La primera advierte contra la in terferencia en los asuntos de otras personas de modo que pueda traer repercusiones; él puede ser amo o siervo. Luego en los vv. 11–14 cada versí­culo des cribe a un grupo de personas cuya arrogante confianza propia es desaprobada. Tales listas a veces culminan al final, y el v. 14 es el doble que los otros en extensión. En su culminación, entonces, la unidad también se relaciona hacia atrás a 29:7–9 con su tema de la pobreza, aunque los términos usados para pobreza son distintos a aquellos en 30:7–9. El v. 15a continúa de allí­, aunque la sanguijuela con sus ventosas parece ser una figura de un instinto codicioso de parte de los seres humanos, y los vv. 15b y 16 continúan con ese tema. El v. 17 nos vuelve a donde comenzamos en el v. 10.
30:18–33 Cosas que vienen en cuatros. Los †œtres o cuatro dichos† en los vv. 15 y 16b conducen a varios dichos de formas comparables (ver sobre 6:16–19) en los vv. 18–33. La culminación del primero (18, 19) nuevamente está en el último punto en su lista: la manera en que un hombre puede hacer su voluntad con una mujer comparte el misterio de las tres cosas descriptas en los vv. 18 y 19a. El dicho en el v. 20 es uno independiente, añadido a él muy apropiadamente a la luz de su tema, al poner el asunto en forma inversa.
En los dichos numerados segundo y tercero (21–23; 24–28) no hay progreso hacia una culminación. Se describen cuatro personas; todas disfrutan un éxito inesperado; todas pueden ser igualmente cansadoras. Hay algo de humorismo respecto a este dicho, como lo hay acerca de otros en el cap. El v. 23a se refiere probablemente a una mujer que parecí­a estar dejada de lado, pero luego pesca a un hombre; el v. 23b tal vez se refiere a una criada que tiene un bebé cuando su ama es estéril. Luego se describe a cuatro animales; todos logran grandes cosas a pesar de sus limitaciones, de modo que todos muestran gran sabidurí­a. Los seres humanos debieran aprender de ellos.
El cuarto dicho sí­ llega a una culminación. Sus cuadros de animales, también, están allí­ para ilustrar una realidad humana, el augusto poder del rey, que llega a ser explí­cito al final. Hay tal vez algo de ironí­a al comparar al rey no sólo a un león, sino también a un gallo y a un macho cabrí­o; el rey es gentilmente puesto en su lugar. Pero al menos su rango le es propio; los vv. 32 y 33 siguen como una advertencia contra la exaltación propia a una dignidad que no nos pertenece de ningún modo. Bate, con fuerza se suena †¦ y provoca son una misma palabra en el heb.

31:1-31 Dichos del rey Lemuel

31:1 Introducción. Como de Agur, no sabemos nada del rey Lemuel más allá de su nombre, aunque si es un rey no es israelita. Como Agur, sus palabras exigen ser tratadas como un oráculo profético.
31:2–9 Tres exhortaciones. La madre de Lemuel insta a su hijo a evitar otras mujeres (2, 3), aunque en un estilo distinto al de los caps. 1–9. Sus votos presumiblemente son promesas hechas a Dios en conexión con su nacimiento (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Sam. 1:11; 27, 28). Lemuel debe también dejar las bebidas fuertes para las personas que necesitan ahogar sus miserias, porque en su caso pueden hacerle descuidar sus obligaciones reales hacia los oprimidos (4–7). Esto lleva a un claro llamado a su responsabilidad como rey (8, 9).
31:10–31 La mujer virtuosa. Los vv. 10–31 son tratados a menudo como separados de los dichos de Lemuel. Pero toda otra unidad independiente en Prov. tiene su propio encabezamiento, y la ausencia del mismo en el v. 10 sugiere que esta sección debe ser considerada como parte de los dichos de Lemuel. El hecho de que los dichos de Lemuel vienen de su madre (1) sugiere que esta última sección del libro es una descripción femenil del papel de una mujer. Comprende un acróstico de 22 versí­culos que comienzan con las letras del alfabeto heb., una forma poética que sugiere una exploración completa de su tema. La secuencia de las declara-
ciones en el cuadro es entonces formal más bien que lógica.
†œLa mujer verdaderamente capaz† (NBJ) es una mejor traducción de la frase inicial. La presenta ejerciendo responsabilidad por la provisión de alimento y vestido para la familia, y también como comprometida en el manejo de los asuntos financieros y comerciales fuera de la misma casa. Ella también cuida del necesitado, y lleva a cabo un sabio ministerio de enseñanza. Este elemento en el cua dro sugiere que, como una maestra autoritativa al final de Prov. (como la madre de Lemuel en el v. 1), ella es un paralelo de la señora Sabidurí­a en los capí­tulos iniciales (cf.cf. Confer (lat.), compare con las expresiones corres pondientes en 3:13–18; 9:1–6). En el libro el papel de la mujer en la enseñanza junto al del hombre (p. ej.p. ej. Por ejemplo 1:8; 6:20) cumple parte de la visión en Gén. 1–2 del hombre y la mujer juntos representando la imagen de Dios y llamados a ejercer autoridad en el mundo de parte de Dios, e invita a los hombres y las mujeres a buscar hacer real esta visión en el mundo.
La madre de Lemuel (quien como reina madre pudiera ejercer un significativo poder polí­tico) alienta a la mujer virtuosa a sacar el mayor provecho y extender los lí­mites de lo que pudiera significar el papel de una mujer virtuosa en una so ciedad patriarcal. Los hombres por lo general necesitan poco estí­mulo para cumplir su función y tener logros; las mujeres pueden ser tentadas a conformarse con el papel modesto en la vida, lo que a menudo ha sido todo lo que tal sociedad espera de ellas, y así­ no alcanzan a lograr su potencial dado por Dios para hacer su propia contribución. Hay, por supuesto, otros aspectos de la visión en la Es critura acerca de la mujer (tales como aquellos en Cant.), pero este estí­mulo para que la mujer tenga sus logros es un aspecto importante de la visión como un todo.
La mujer virtuosa gana el respeto y el honor de su marido e hijos y los de la comunidad más amplia, no menos porque su propia dedicación a Dios sustenta su vida productiva (30).
John Goldingay

Fuente: Introducción a los Libros de la Biblia

Uno de los escritos sapienciales del Antiguo Testamento colocado en la Biblia Hebrea entre los hagiógrafos, y se encuentra en la Vulgata después de los libros de los Salmos y Job.

Contenido

  • 1 Nombres y objeto general
  • 2 Divisiones y contenido
  • 3 Texto hebreo y versiones antiguas
  • 4 Autoría y fecha
  • 5 Estatus en el Canon

Nombres y objeto general

En el texto masorético, el Libro de los Proverbios tiene como su encabezado natural las palabras, en hebreo, SLMH MSLY, Míshlê Shelomoh (Proverbios de Salomón), con que comienza este escrito sagrado (cf. x). En el Talmud y en obras judías posteriores el Libro de los Proverbios es a menudo designado por la sola palabra Míshlê, y este título abreviado se menciona expresamente en el sobrescrito “Liber Proverbiorum, quem Hebraei Misle appelant”, que se encuentra en la edición oficial de la Vulgata. En los manuscritos de los LXX, los dos títulos hebreos son traducidos por el griego paroimiai So(a) lomontos y paroimiai, respectivamente. A partir de estos títulos griegos se derivan inmediatamente las traducciones al latín, “Parabolæ Salomonis”, “Parabolæ”, un vestigio del cual aparece en el tridentino “Decretum de Canon. Script.”, en la que el Libro de los Proverbios se llama simplemente “Parabolae”. El título ordinario “Proverbia Salomonis” fue tomado al parecer de la antigua versión latina en la Vulgata, de donde viene directamente el título inglés usual “Proverbios”

En la liturgia de la Iglesia el libro de los Proverbios es designado, al igual que los otros escritos sapienciales, por el término común “Sabiduría”. Esto está en consonancia con la práctica, común en los primeros tiempos del cristianismo, de designar esos libros con la palabra “Sabiduría” o con alguna expresión en la que se produce esta palabra, como “Sabiduría virtuosísima”, etc. De hecho, es probable que el título CHKMK, “Sabiduría”, era común en los círculos judíos a comienzos del cristianismo, y que pasara de ellos a los primeros Padres de la Iglesia (cf. Eusebio, “Hist. Ecl.”, IV, XXII, XXVI). De los varios nombres dado al libro de los Proverbios, el de Sabiduría es el que establece mejor el objeto ético de este escrito inspirado. Sin importar cuán desconectados puedan parecer los medulosos dichos o vívidas descripciones gráficas que componen el libro, todos y cada uno están vinculados por uno y el mismo propósito moral: su objetivo es inculcar la sabiduría tal según la entendían los hebreos de la antigüedad, que es la perfección del conocimiento que se muestra a sí misma en la acción, ya sea en el caso del rey o del campesino, artesano o estadista, filósofos o ignorantes.

A diferencia del término “Sabiduría”, el título Míshlê (San Jerónimo, Masloth) tiene una referencia clara al carácter simbólico y a la forma poética de los dichos que se reúnen en el libro de Proverbios. En general, la palabra hebrea MƒÅshƒÅl (constr. plur. Míshlê) denota un dicho representativo, es decir, una declaración que, aunque deducida de un solo caso, es susceptible de aplicación a otras instancias del mismo tipo. Tomado en este sentido, corresponde bastante bien con las palabras proverbio, parábolas, máxima, etc. en nuestras literaturas occidentales. Pero, además, tiene el significado de oraciones construidas en paralelismo, y de hecho, el contenido del libro de los Proverbios exhibe, de principio a fin, esta característica principal de la poesía hebrea. Por lo tanto, parece que, como prefijo a este escrito inspirado, la palabra Míshlê describe el carácter general del Libro de Proverbios como un manual de reglas prácticas expuestas en forma poética.

Divisiones y contenido

Tal como está en la actualidad, el Libro de Proverbios comienza con el título general de “Míshlê Shelomoh, hijo de David, rey de Israel”, el cual es inmediatamente seguido por un prólogo (1,2-6) que indica la finalidad y la importancia de toda la obra: toda la colección tiene como objetivo impartir sabiduría y capacitar a los hombres para entender todo tipo de Mashals.

La primera parte del libro (1,7 – 9), en sí una introducción exhortativa a la colección de proverbios que sigue, es un elogio de la sabiduría. Después de un epígrafe profundamente religioso (1,8), el escritor, hablando como un padre, da una serie de exhortaciones y advertencias a un alumno o discípulo imaginario. Le advierte contra las malas compañías (1,8–19), describe las ventajas que inherentes a la búsqueda de la sabiduría, y los males que se evitan con tal acción (2); lo exhorta a la obediencia, a confiar en Dios, al pago de los ofrecimientos legales, a la paciencia ante los castigos divinos, y establece el valor inestimable de la sabiduría (3,1-26). Después de algunos preceptos diversos (3,27-35), renueva su exhortación apremiante a la sabiduría y a la virtud (4), y da varias señales de advertencia contra las mujeres impúdica (5; 6,20-35), 7), después de la primera de las cuales inserta advertencias contra la condición de fiador, la pereza, la falsedad y varios vicios (6,1-19). En varios puntos (1,20-33; 8; 9) la sabiduría se presenta a sí misma hablando y mostrando a los hombres sus encantos, su origen, y su poder. El estilo de esta primera parte es fluido, y los pensamientos allí expresados generalmente se desarrollan en forma de discursos conectados.

La segunda parte del libro (10 – 22,16) tiene como por título distinto: Míshlê Shelomoh, y se compone de dichos desconectados en forma de dísticos, dispuestos sin ningún orden particular, de modo que es imposible dar un resumen de ellos. En muchos casos se repite un dicho dentro de esta gran colección, por lo general en términos idénticos, a veces con algunos ligeros cambios de expresión. Acompañan a esta segunda parte del libro dos colecciones menores (22,17 – 24,22; 24,23-34), compuestas principalmente por cuartetas aforísticas. Los primeros versículos (22,17-21) del primer apéndice llaman la atención a las siguientes “palabras de los sabios” (22,22 – 24,22) y que, en forma consecutiva, recuerdan las de la primera parte del libro, presenta advertencias contra diversos excesos. El segundo apéndice tiene por título: “Estos también son palabras de los sabios”, y los pocos proverbios que contiene concluyen con dos versos (33, 34), al parecer tomados de 6,10.11.

La tercera parte del libro (caps. 25 – 39) lleva la inscripción: “También estos son proverbios de Salomón, transcritos por los hombres de Ezequías, rey de Judá”. Por su carácter diverso, su forma de dístico, etc., los proverbios de esta tercera parte se asemejan a los de 10 – 22,16. Al igual que ellos, también son seguidos por dos colecciones menores (30 y 31,1-9), cada uno con su título respectivo. La primera de estas colecciones menores tiene por título: “Palabras de Agur, hijo de Yaqué”, y su contenido principal es la meditación de Agur sobre la trascendencia divina (30,2-9), y grupos de proverbios numéricos. La segunda colección menor está inscrita: “Palabras de Lemuel, rey de Massá, que le enseñó su madre.” En ella, la reina madre le advierte a su hijo contra la sensualidad, la embriaguez y la injusticia. Nada se sabe de Agur y Lemuel; sus nombres son posiblemente simbólicos. El libro concluye con un poema alfabético descriptivo de la mujer virtuosa (31,10-39).

Texto hebreo y versiones antiguas

Un estudio detallado del texto hebreo actual del Libro de los Proverbios demuestra que la redacción primitiva de los expresivos dichos que componen este manual de sabiduría hebrea ha experimentado numerosas alteraciones en el curso de su transmisión. Con alguna probabilidad, algunas de estas imperfecciones pertenecen al período durante el cual las máximas de los “sabios” se conservaban oralmente. La mayoría de ellos pertenecen sin duda al tiempo después en que estos dichos sentenciosos o enigmáticos habían sido puestos por escrito. El libro de los Proverbios fue contado entre los “Hagiographa” (escritos que los antiguos consideraban menos sagrados y menos autoritativos que la ” Ley” o los ” Profetas”), y, en consecuencia, los copistas se sentían naturalmente menos obligados a transcribir su texto con una exactitud escrupulosa. Una vez más, los copistas de los Proverbios sabían, o al menos creían saber, de memoria las palabras exactas de las concisas máximas que tenían que escribir; de ahí surgieron los cambios involuntarios que, una vez introducidos, se perpetuaron o incluso fueron añadidos por transcriptores posteriores. Por último, el carácter oscuro o enigmático de un cierto número de máximas condujo a la inserción deliberada de glosas en el texto, de modo que ahora los dísticos primitivos aparecían en forma de trípticos, etc. (cf. Knabenbauer, “Com. in Proverbia”, París, 1910).

De las versiones antiguas del Libro de los Proverbios, la más valiosa es la de los Setenta. Probablemente data de mediados del siglo II antes de Cristo, y muestra diferencias muy importantes del texto masorético en materia de omisiones, transposiciones y adiciones. El traductor era un judío versado en la lengua griega, pero a veces tenía que usar paráfrasis debido a la dificultad de traducir esos dichos concisos en griego inteligible. Después de reconocer plenamente la libertad de expresión del traductor y las alteraciones introducidas en el texto primitivo de esta versión por transcriptores posteriores, dos cosas siguen siendo muy ciertas: en primer lugar, los Setenta puede ser utilizada en ocasiones para el descubrimiento y la enmienda de lecturas inexactas en nuestro presente texto hebreo; y la próxima, las variaciones más importantes que presenta esta versión griega, especialmente en la línea de adiciones y transposiciones, apuntan al hecho de que el traductor tradujo un original hebreo que difería considerablemente del que se encarna en las Biblias masoréticas. Es bien sabido que la versión sahídica de los Proverbios se hizo a partir de los Setenta, antes de que ésta hubiese sido objeto de recensiones, y por lo tanto esta versión copta es útil para el control del texto griego.

El presente Peshito, o versión siríaca, del Libro de los Proverbios probablemente se basó en el texto hebreo, con el que generalmente concuerda en lo que se refiere a los materiales y disposición. Al mismo tiempo, lo más probable es que se hizo lo mismo respecto a los Setenta, cuyas variantes peculiares adopta repetidamente. La versión latina de los Proverbios, que se encarna en la Vulgata, se remonta a San Jerónimo, y en su mayor parte concuerda cercanamente con el texto masorético. Es probable que muchas de sus presentes desviaciones del hebreo conforme a los Setenta deban referirse a copistas posteriores ansiosos por completar la obra de San Jerónimo a través de la “Vetus Itala”, que se había hecho muy cercanamente a partir del griego.

Autoría y fecha

Las irritantes preguntas tocante a la autoría y fecha de las colecciones que componen el Libro de los Proverbios se remontan sólo al siglo XVI de nuestra era, cuando el texto hebreo comenzó a ser estudiado más minuciosamente que antes. Los primeros Padres ni siquiera sospecharon que, como consecuencia implícita de las inscripciones en 1,1; 10,1; 25,1 (que dan testimonio directo de la autoría salomónica de grandes colecciones de proverbios), y al ser engañados por la traducción griega de los títulos en 30,1; 31,1 (que desechan por completo las referencias a Agur y Lemuel como autores distintos de Salomón), consideraron al rey Salomón como el autor de todo el Libro de los Proverbios. Tampoco fueron verdaderas preguntas para los escritores posteriores de Occidente, aunque estos autores medievales tenían en la Vulgata una traducción más fiel de 30,1 y 31,1, que los podría haber llevado a rechazar el origen salomónico de las secciones adscritas a Agur y Lemuel respectivamente, pues según su opinión Agur y Lemuel eran sólo nombres simbólicos de Salomón.

En la actualidad, la mayoría de los estudiosos católicos no dude en considerar como no salomónicas, no sólo las secciones cortas que se le atribuyen a Agur y Lemuel en el texto hebreo, sino también las colecciones de menor importancia que sus títulos atribuyen a “los sabios” (22,16 – 24,22; 24,23-34), y el poema alfabético sobre la mujer virtuosa que se adjunta a todo el libro. Respecto a las otras partes de la obra (1 – 9 – 10; 22,16; 25 – 29), los escritores católicos son poco menos que unánimes en atribuírselas a Salomón. Teniendo claramente presente la declaración en 1 Rey. 5,12, que, en su gran sabiduría, Salomón “pronunció tres mil parábolas”, no tienen dificultad en admitir que este monarca pudo ser el autor del mucho más pequeño número de proverbios incluidos en las tres colecciones en cuestión. Guiados por la antigua tradición judía y cristiana se sienten obligados a respetar los títulos explícitos a las mismas colecciones, tanto más porque los títulos en el Libro de los Proverbios son manifiestamente discriminatorios con respecto a la autoría, y porque el título, “También estos son proverbios de Salomón, transcritos por los hombres de Ezequías, rey de Judá.” (25,1), en particular, da la impresión de precisión y exactitud.

Por último, mirando el contenido de estas tres grandes colecciones, no creen que todo lo que allí se encuentra con respecto al estilo, ideas, trasfondo histórico, etc. deba obligar a nadie a renunciar a la autoría tradicional, en cualquier tiempo que—ya sea en la época de Ezequías, o fecha tan tardía como la de Esdras—todas las colecciones incorporadas en el Libro de los Proverbios alcanzaron su forma y organización actual. Un punto de vista muy diferente acerca de la autoría y fecha de las colecciones atribuidas a Salomón por sus títulos está ganando adeptos entre los estudiosos no católicos. Trata a los títulos de estas colecciones como no más confiables que los títulos de los Salmos. Sostiene que ninguna de las colecciones viene de la propia mano de Salomón y que el tenor general de su contenido nos habla de una fecha tardía después del Exilio. Los siguientes son los principales argumentos expuestos por lo general a favor de este dictamen. En estas colecciones no hay desafío a la idolatría, tal como se esperaría naturalmente si fuesen de antes del Exilio, y por doquier se presupone la monogamia. Es muy notable, también, que a lo largo del Libro no se hace mención de Israel o de cualquier institución propia de Israel. Una vez más, el tema de las colecciones no es la nación, que al parecer ya no disfruta de su independencia, sino el individuo, a quien la sabiduría apela de un modo ético y por lo tanto muy tardío. La personificación de la sabiduría, en particular en el capítulo 8, o es el resultado directo de la influencia de los griegos en el pensamiento judío, o, si independiente de la filosofía griega, el producto de la metafísica judía tardía. Por último, la cercana relación espiritual e intelectual de los Proverbios con el Eclesiástico muestra que, sin importar cuán grandes y numerosas sean las diferencias de detalle entre ellas, las dos obras no pueden estar separadas por un intervalo de varios siglos. A pesar de la confianza con la que algunos estudiosos modernos impulsan esos argumentos contra la autoría tradicional de 1 – 9; 10 – 22,16; 25 – 29, un examen detenido de su valor lo deja a uno convencido de la fuerza de su prueba.

Estatus en el Canon

El Libro de los Proverbios es contado justamente entre los escritos protocoanónicos del Antiguo Testamento. En el primer siglo de nuestra era su autoridad canónica ciertamente fue reconocida en los círculos judíos y cristianos, pues los escritores sagrados del Nuevo Testamento hacen uso frecuente de su contenido, citándolos a veces explícitamente como Sagrada Escritura (cf. Rom. 12,19-20; Heb. 12,5-6; Stgo. 4,5-6, etc.). Es cierto que algunas dudas sobre la [[inspiración de la Biblia | inspiración del Libro de los Proverbios, las cuales habían abrigado los antiguos rabinos que pertenecían a la Escuela de Shammai, reaparecieron en la asamblea judía en Jamnia (c. 100 d.C.); pero éstas fueron sólo dificultades teóricas que no podían inducir a los líderes judíos de la época a sacar este Libro del canon, y que de hecho allí y entonces fueron dejados quietos para siempre. Los ataques posteriores de Teodoro de Mopsuestia (m. 429), de Spinoza (m. 1677), y de Leclerq (m. 1736) contra la inspiración de ese libro sagrado dejó también su autoridad canónica inquebrantable.

Bibliografía: Para introducciones al Antiguo Testamento vea: INTRODUCTION. Comentarios recientes: —Católicos: ROHLING, (Maguncia, 1879); LESÊTRE (París, 1879); FILLION (París, 1892); VIGOUROUX (París, 1903); KNABENBAUER (París, 1910). Protestantes: ZÖCKLER (tr. Nueva York, 1870); DELITSCH (tr. Edimburgo, 1874); NOWACK (Leipzig, 1883); WILDEBOER (Friburgo, 1897); FRANKENBERG (Göttingen, 1898); STRACK (Nördlingen, 1899); TOY (Nueva York, 1899). Obras generals: MEIGNAN, Solomon, son règne, ses écrits (París, 1890); CHEYNE, Job and Solomon, (Nueva York, 1899); KENT, The Wise Men of Ancient Israel (Nueva York, 1899); DAVISON, The Wisdom Literature of the Old Testament (Londres, 1900).

Fuente: Gigot, Francis. “Book of Proverbs.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911.
http://www.newadvent.org/cathen/12505b.htm

Traducido por L H M.

Fuente: Enciclopedia Católica