RERUM NOVARUM

[072]
Encí­clica publicada de León XIII del 15 de Mayo de 1891 sobre la situación social y las pistas para una solución cristiana. Durante cien años fue una referencia firme de la actitud de la Iglesia ante la llamada «cuestión obrera».

En su momento fue una gran encí­clica, aunque luego sus planteamientos quedaran envejecidos. La visión del liberalismo extremo y del comunismo, que entonces se iniciaban, son más pastorales que técnicas, pero no deja de reflejar un gran paso de la Iglesia en la demanda de un nuevo orden en el mundo moderno.

Se defiende el derecho natural a la propiedad privada, pero siempre supeditada al bien común. Atribuye al Estado la misión de promover el bien público y el privado. Condena el materialismo y la lucha de clases, pero reconoce el derecho a la defensa, incluso por la huelga. Reclama el salario justo y la libertad de asociación.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Encí­clica de León XIII, publicada el 15 de mayo de 1891. Es el primer pronunciamiento importante del Magisterio de la Iglesia sobre la cuestión social y tiene, por consiguiente, un gran valor de documento histórico, Pero es un error afirmar que antes de la Rerum novarum la Iglesia no se habí­a enfrentado con la cuestión social. En realidad, la discusión sobre este tema habí­a sido bastante viva durante casi todo el siglo XIX (sobre todo en Francia, donde el debate implicó tanto al clero como a los laicos) y en Alemania (particularmente por obra de von Ketteler). En ltalia fue muy importante en este sentido el Trattato di economia sociale, de Giuseppe Toniolo. Sin embargo, la 1glesia en su conjunto parecí­a estar singularmente sorda al problema social, y el Magisterio no habí­a tomado una posición clara, prescindiendo de la actitud defensiva implí­cita en las posiciones de la última parte del pontificado de pí­o IX.

Con una claridad apreciable, teniendo en cuenta la época, la encí­clica papal toma nota de la situación (mu~ precaria todaví­a y a veces trágica en su conjunto) de la clase obrera, obligada a vivir en la miseria y en la explotación, e indica los principales deberes tanto de los empresarios como de los obreros.

Hay que señalar que León XIII es el primer papa que se sirvió del concepto importante de bien común o bien social (primero en la encí­clica Immortale Dei, y luego en la Rerum novarum, nn, 21 41). Afirma que el bien de la sociedades, en cuanto tal, superior al bien de los individuos; en coherencia con este principio se condena al liberalismo económico, que parece no poner lí­mites al uso y a la obtención de la riqueza, pero de hecho reserva el bienestar a las clases más pudientes y tiende a la conservación indefinida de este status quo. Pero también se condena al socialismo cientí­fico, es decir, al marxismo. Entre los derechos fundamentales del ser humano se habla del derecho al trabajo y a la retribución justa, así­ como del derecho (históricamente importante) a la asociación sindical, a pesar de que, según muchos comentaristas modernos, la Iglesia de aquel tiempo seguí­a estando condicionada por una óptica de tipo corporativo más bien que sindical, en el sentido moderno de la palabra.

Una idea no explí­cita, pero ya latente, es la del valor social del trabajo, idea que quedará explicitada y profundizada en la Ouadragesimo anno, en la Laborem exercens. La Rerum novarum, sobre todo a través de los pronunciamientos magisteriales sucesivos que se proponen como interpretación y actualización de la misma (Ouadragesimo anno, de pí­o XI, Mater et magistra, de Juan XXIII, Populorum progressio y Octogesima adveniens, de Pablo VI, Laborem exercens y Centesimus annus, de Juan Pablo II) abre la tradición de reflexión oficial de la 1glesia sobre la cuestión social. La encí­clica constituyó un estí­mulo operativo : entre los últimos años del siglo XIX J primeros del xx surgen numerosas asociaciones de inspiración católica que agrupan a obreros, artesanos, campesinos. De todas formas, hoy se percibe con mavor claridad que el significado más profundo de la Rerum novarum consiste, más aún que en lo que dice, en lo que ella misma es: la encí­clica constituye en cierto sentido la primera admisión oficial por parte de la Iglesia del hecho de que la cuestión social existe, de que un cristiano no puede ignorarla y de que la existencia cristiana no se agota en la búsqueda de la salvación del alma individual.

L. Sebastiani

Bibl.: Texto en MPC, 11, 482-506: F. Montero Garcí­a, El primer catolicismo social y la «Rerum Novarum» en España, CSIC. Madrid 1983.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

Es un concepto teológico estrechamente conectado con la expiación (reconciliación) y la satisfacción, perteneciendo así a uno de los más profundos misterios de la fe cristiana. Es enseñanza de esa Fe, que el hombre es una criatura que ha caído de su estado original de justicia en el que fue creado, y que a través de la Encarnación, Pasión y Muerte del Hijo de Dios, ha sido redimido y restaurado de nuevo, en cierto grado, a la condición original. Aunque Dios podía haber condenado gratuitamente la ofensa de los hombres si hubiera escogido hacerlo así, aún en su Providencia Él no lo hizo; juzgó mejor demandar satisfacción por las injurias del hombre hacia Él. En consecuencia, es mejor para la educación humana la vinculación del error con la necesidad de la satisfacción. Esta satisfacción fue adecuadamente lograda para Dios, por el Sufrimiento, Pasión y Muerte de Jesucristo, quien se hizo hombre por nosotros; por su aceptación voluntaria a su Pasión y Muerte en la Cruz, Jesucristo expió nuestra desobediencia y pecado; así hizo reparación a la ofendida majestad de Dios por las ofensas que el Creador sufre constantemente de manos de sus criaturas. Hemos sido restaurados a la Gracia por los méritos de la Muerte de Cristo, y esa Gracia permite que sumemos nuestras oraciones, trabajos y juicios, a los de Nuestro Señor: « Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo lo que falta a las tribulaciones de Cristo en mi carne, en favor de su cuerpo, que es la Iglesia » Col 1.24. De esta forma podemos hacer una especie de reparación a la Justicia de Dios por las ofensas en contra de Él; y por virtud de la Comunión de los Santos, la unicidad y la solidaridad del cuerpo místico de Cristo, también podemos hacer satisfacción y reparación por los pecados de los otros.

Esta doctrina teológica, firmemente enraizada en la fe cristiana, es el fundamento de numerosas confraternidades y asociaciones pías que se han fundado, especialmente en los tiempos modernos, que hacen reparación a Dios por los pecados de los hombres. Así la Archicofradía de la Reparación por las blasfemias y descuido del Domingo, fue fundada el 28 de junio de 1847, en la iglesia de San Martín de La Noue en San Dossier en Francia, por Monseñor Parisis, Obispo de Langres. Con un objetivo similar, se estableció la Archicofradía de la Santa Faz en Tours, hacia 1851, gracias a la piedad de M. Dupont, el «santo hombre de Tours». En 1883 se formó en Roma una asociación para ofrecer reparación a Dios en nombre de todas naciones. La idea de la reparación es un elemento esencial en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

La Misa, representación del sacrificio del Calvario, es especialmente apropiada para hacer reparación por los pecados. Uno de los fines por los que se ofrece es para aplacar la justa Ira de Dios. Una piadosa mujer, viuda, en París, fue quien concibió esta idea en 1862; de esta forma, por la autoridad del Papa León XIII se autorizó la Archicofradía de la Misa de Reparación en 1886

T. SLATER
Traducido por Hugo Barona Becerra

Notas del Traductor
(1) Misterios

Originalmente la palabra misterio, en griego musthrin, es la misma palabra latina (MYSTERIUM en latín), o SACRAMENTUM (prestar juramento) y se refería al matrimonio, más como misterio de amor entre el hombre y la mujer. La palabra aparece 27 veces en el Nuevo Testamento, 20 de las cuales en Pablo con el significado de economía oculta de Dios, que se revela en la obra salvadora de Cristo y que en los Evangelios Sinópticos se designa como «misterio del reino de Dios». En el Apocalipsis esta palabra se menciona 4 veces para calificar algunas visiones simbólicas y enigmáticas. Ignacio de Antioquia emplea la palabra en el sentido de Pablo, pero posteriormente designa el servicio de los Diáconos en los misterios de Cristo dentro de la Iglesia. En la Iglesia Griega Oriental, para Clemente de Alejandría y Orígenes, esta palabra designa las doctrinas y servicios sagrados, las cosas y ritos sacros de la Iglesia y en consecuencia, los sacramentos propiamente dichos (Cirilo de Jerusalén, Pseudo Dionisio). En las versiones latinas más antiguas de la Escritura, esta palabra (musthrin) se traduce por SACRAMENTUM, y la provincia romana de África mantuvo siempre, firmemente, esta palabra SACRAMENTUM, 134 veces en Tertuliano, 64 veces en Cipriano. Tertuliano, que tuvo sin igual importancia para el desarrollo del lenguaje eclesiástico latino, utilizó esta palabra de modo general para designar los ritos de iniciación y las celebraciones histéricas de los dioses, los ritos, signos y presagios para el culto; para designar la fe y las doctrinas de fe, las doctrinas secretas y la economía divina. Pero también, y sobre todo, en el sentido específico latino de «prestar juramento», y como la suma de dinero que se deja en el templo como fianza de un contrato. En el sentido de jura de bandera, Tertuliano ha empleado SACRAMENTUM especialmente para el bautismo, echando las bases del término teológico en el sentido actual. En las tierras europeas del imperio romano prevaleció el préstamo griego de MYSTERIYUM; en los dos conceptos latinos se mezclaban el sentido griego – acción oculta de Dios – y el romano – asentimiento humano y obligación moral frente a la divinidad -. Esta palabra SACRAMENTUM no sólo tenía que expresar el hecho de que en adelante está revelado lo que hasta ahora permanecía oculto, secreto, sino más aún el vivir, obrar y estar en Cristo para nuestra salvación; se llamó sobre todo MYSTERIUM, el culto de la Eucaristía, por cuanto que abarcaba a la vez doctrina, acción y acontecimientos secretos, imagen y realidad. Este amplio concepto MYSTERIUM = SACRAMENTUM se mantuvo hasta que, hacia mediados del siglo XII, la palabra se relacionó de un modo más estrecho con los siete ritos que hoy todavía denominamos sacramentos. JOHANN AUER y JOSEPH RATZINGER – CURSO DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA – TOMO VI: SACRAMENTOS EUCARISTÍA. BARCELONA, EDITORIAL HERDER, 1975. ISBN 3-7917-0191-6, PÁGINAS 30-31

Fuente: Enciclopedia Católica