Biblia

RESURRECCION DE LOS MUERTOS

RESURRECCION DE LOS MUERTOS

Nuestra fe

En el «Credo» profesamos nuestra fe «Creo en la resurrección de la carne». Es la realidad que acontecerá al final de los tiempos, en la «parusí­a», gracias a la resurrección de Jesús que ya aconteció al tercer dí­a de su muerte. Prenda y anticipación de esta nuestra resurrección futura, como fruto de la redención de Cristo, es la glorificación y Asunción de la Santí­sima Virgen en cuerpo y alma al cielo.

La expresión «carne» significa nuestra realidad débil, «nuestros cuerpos mortales» (Rom 8,11), que volverán a vivir unidos a nuestro espí­ritu, con el cual forman una unidad integral. El espí­ritu (o alma) puede subsistir y ser glorificado (gracias a la omnipotencia divina) después de la separación de la muerte, aunque está ordenado esencialmente al cuerpo; el cuerpo, que pertenece a la persona, esperará al final de los tiempos (en la parusí­a del Señor). Se trata de la glorificación total del ser humano, en su dimensión personal y social, como participación en el misterio de Cristo resucitado, cabeza de toda la humanidad. «Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos, dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espí­ritu que habita en vosotros» (Rom 8,11).

Esta fe se basa la promesa de Jesús «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último dí­a» (Jn 6,54); «yo soy la resurrección y vida, el que cree en mí­, aunque muera, vivirá» (Jn 11,25). Cristo resucitó con su mismo cuerpo «¿Por qué dudáis en vuestro interior? Ved mis manos y mis pies; soy yo mismo» (Lc 24,39). También nosotros resucitaremos con nuestro mismo cuerpo, pero «transfigurado en cuerpo de gloria» (Fil 3,21).

Participar en la muerte y resurrección de Jesús

La muerte y resurrección de Cristo son parte de nuestra herencia. Es el anticipo o «la primicia» de nuestra resurrección futura (cfr. 1Cor 15,20). Por esto, «del mismo modo que en Adán mueren todos, así­ también todos revivirán en Cristo» (1Cor 15,22). Nuestra muerte, por estar asociada a la de Cristo, es un paso hacia la glorificación final. El Padre nos ama como consortes y prolongación de Cristo. Por esto, «por el gran amor con que nos amó… nos dio vida por Cristo… y nos resucitó y nos sentó en los cielos con Cristo Jesús» (Ef 2,4-6).

Participar en la Eucaristí­a es prenda de transfiguración futura de nuestro cuerpo. Por el bautismo, estamos injertados en la muerte y en la resurrección de Cristo «Si hemos sido injertados en Cristo a través de una muerte semejante a la suya, también compartiremos su resurrección» (Rom 6,5).

Creemos en esta realidad de fe, pero no sabemos cómo será el proceso de esta transformación «Se siembra algo corruptible, resucita incorruptible… los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que este ser mortal se vista de inmortalidad» (1Cor 15, 43-53).

La actitud comprometida de la esperanza cristiana

La «utopí­a» de la esperanza cristiana promete lo mejor «no habrá muerte, llanto, dolor» (Apoc 21,4). Desaparecerá el pecado y, por tanto, sus consecuencias de dolor y muerte. Apoyados en la resurrección de Cristo, nosotros «esperamos la redención de nuestro cuerpo» (Rom 8,23).

No es que se desprecie la vida terrena y el quehacer en el tiempo, sino que se aspira y se trabaja para construir la ciudad del más allá desde las circunstancias presentes. «No deseamos ser despojados, sino revestidos, para que nuestra mortalidad sea absorbida por la vida» (2Cor 5,4). Al afirmar y anunciar este fe en la resurrección final, anunciamos con firmeza el misterio pascual de Cristo, porque «si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado…; pero Cristo ha resucitado de entre los muertos, como primicia de quienes duermen el sueño de la muerte» (1Cor 15,16-20).

Referencias Asunción de Marí­a, cielo, escatologí­a, exequias cristianas, misterio pascual, muerte, resurrección de Cristo.

Lectura de documentos DV 4; LG 7, 48, 51; GS 14, 22, 39; AG 13; CEC 655, 988-1004.

Bibliografí­a G. BARBAGLIO, Resurrección e inmotalidad, en Diccionario Teológico Interdisciplinar (Salamanca, Sí­gueme, 1982s) IV, 140-165; M. BORDONI, N. CIOLA, Gesù nostra speranza, saggio di escatologia (Bologna, EDB, 1987); (Congregación para la doctrina de la Fe) Documento sobre algunas cuestiones relativas a la escatologí­a (1979); C. POZO, Teologí­a del más allá ( BAC, Madrid, 1981); J. RATZINGER, Escatologí­a (Barcelona, Herder, 1980); A. ROYO MARIN, Teologí­a de la salvación ( BAC, Madrid, 1956); J.L. RUIZ DE LA PEí‘A, La pascua de la creación. Escatologí­a ( BAC, Madrid, 1996) V.

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización