REY DE LOS JUDIOS

tí­tulo que le dieron a Jesús y que fue el motivo de su acusación y condena. Poncio Pilato, el procurador romano, le preguntó si era el R. de los j., Jesús respondió: †œSí­, tú lo dices†, Mt 27, 11; Mc 15, 2; Lc 23, 3. Según el Evangelio de San Juan, jesús respondió a la pregunta de Pilato: †œMi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habrí­a combatido para que no fuese entregado a los judí­os; pero mi Reino no es de aquí­, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para dar testimonio de la verdad†, Jn 18, 33 ss.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

DJN
 
Entre las múltiples acusaciones de que estaba siendo objeto Jesús, sólo una interesa a Pilato: la de ser “el rey de los judí­os”. Cuando el sanedrí­n se presenta ante Pilato con Jesús, el procurador romano lo único que le preguntó fue si era el rey de los judí­os. Todo apunta a que Pilato estaba esperando al predicador itinerante “sumamente peligroso” porque anunciaba un reino distinto del que él representaba y cuyo orden debí­a mantener (Mc 15,2-5). El resto de las acusaciones se referí­an a cuestiones legales internas de tipo religioso. Esto a Pilato le tení­a sin cuidado. Un “blasfemo” más no perturba el orden socio-polí­tico.

El tí­tulo de “rey de los judí­os” sonaba en los oí­dos del procurador romano a rebelión o levantamiento polí­tico. Tengamos en cuenta que no existí­a ya el rey de los judí­os, sino los tetrarcas que, en nombre de Roma, gobernaban el paí­s dividido en cuatro partes. (Pilato, además, no pudo haber formulado la acusación en los términos en que nos es presentada, de forma idéntica, por los cuatro evangelios. El la hubiese formulado, más o menos, así­: ¿has afirmado que tú eres el rey de los judí­os?).

No hay peor mentira que una verdad a medias. Si de la predicación de Jesús sobre el reino de Dios o el reino de los cielos quitamos las precisiones “de Dios” o “de los cielos”, ¿qué queda? Quedaba algo ante lo cual Pilato no podí­a permanecer impasible. ¿Un hombre predicando un reino dentro de la jurisdicción romana que él debí­a tutelar?
En esta lí­nea apunta también “el careo” que tuvo Anás con Jesús después de ser arrestado (Jn 18,13.19-24). Una vez detenido, Jesús fue llevado ante Anás, porque era suegro del sumo sacerdote, que era Caifás. La razón dada para llevar a Jesús ante Anás, ¿tiene alguna consistencia? ¿No habrí­a que pensar, más bien, en otra razón de tipo polí­tico, en la que no quiere entrar el evangelista Juan? Estamos convencidos de que la verdadera causa de aquel “careo”, no proceso, era tener la oportunidad para deducir algún motivo que impactase a Pilato y le obligase a reaccionar. Le preguntó dos cosas: por su doctrina y por sus discí­pulos. Ya hemos visto cómo podí­a ser tergiversada su doctrina o predicación sobre el reino de Dios o de los cielos. En cuanto a sus discí­pulos habí­a, al menos, un zelota, otrosiban armados… Anás actúa en esta ocasión como el polí­tico de turno que se requiere en una negociación tan difí­cil como tení­a que ser la que se estaba consensuando entre el Sanedrí­n y Roma.

La verosimilitud histórica de la acusación se halla confirmada por el tí­tulo de la cruz, que contiene dicha acusación. No existe fundamento alguno para considerar dicho tí­tulo como una invención de la comunidad cristiana. Nunca la utilizó como tí­tulo cristológico. En todo caso, la comunidad cristiana hubiese hablado del “rey de Israel”, puesto que así­ se hací­a referencia al pueblo elegido; nunca “rey de los judí­os”, puesto que esta fórmula designarí­a una “nacionalidad” -equivaldrí­a, por tanto, a una limitación en la realeza de Jesús y se excluirí­a el pensamiento de la “elección”-. Por otra parte, la comunidad cristiana primitiva ya habí­a precisado el tí­tulo de Mesí­as vinculándolo a la pasión-resurrección, proclamando como Señor al crucificado y resucitado.

La respuesta de Jesús nos orienta en la misma dirección: el “tú lo has dicho” es una circunlocución muy bien pensada para evitar la contestación afirmativa a Pilato, ya que, en ella, el tí­tulo serí­a necesariamente entendido en sentido polí­tico y nacionalista.

Felipe F. Ramos

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret