REYES Y ARAMEOS

REYES ARAMEOS Estos gobernantes estaban en frecuente conflicto con los reyes de Israel y Judá, aunque se hicieron alianzas ocasionales para afrontar a un enemigo común. Tabrimón y Ben-adad I fueron aliados de Abí­as y Asa, reyes de Judá, y Ben-adad I envió ejércitos contra Israel para ayudar a Asa (1Ki 15:18-22; 2Ch 16:2-4). Ben-adad II tuvo varios choques con Acab, pero fue derrotado entre otras cosas, dio a Acab derechos de ocupar parte del bazaar (mercado) en Damasco (1Ki 20:1-34). Cuando el rey Salmanasar III de Asiria invadió Occidente, Acab de Israel, Ben-adad de Damasco (llamado Adad-idri en los registros as.) y varios otros reyes sirios y palestinos unieron sus fuerzas y enfrentaron a los asirios en Qarqar sobre el Orontes (853 a.C.; Mapa XI, B-4). Los asirios se vieron obligados a retroceder, y Siria se sintió segura por el momento. Inmediatamente Israel comenzó otra vez a atacar a su anterior enemigo, Damasco, pero Acab perdió su vida en la batalla que siguió (22:29-35). Los sirios victoriosos siguieron molestando a Israel durante el reino de Joram, hijo de Acab. Probablemente fue durante el reinado de este último rey que los sirios sitiaron Samaria, lo que causó un hambre que casi lo obligó a rendirse (2Ki_6; 7). Más tarde, Hazael, comandante del ejército del rey, asesinó a Ben-adad y usurpó el trono (8:7-15). Hazael llegó a ser una plaga para Israel y Judá, como lo habí­a predicho Eliseo (vs 11, 12). Ocupó territorio israelita en Transjordania (Amo 1:3, 4), y marchó sobre Jerusalén, la que se salvó de la destrucción a cambio del alto tributo que pagó Joás de Judá (2Ki 12:17, 18). Se encontraron placas de marfil trabajado de la cama real siria, inscriptas con el nombre del rey Hazael, en las excavaciones de Arslan Tash, en la Mesopotamia del norte, donde los asirios la habí­an llevado junto con el botí­n de Damasco, probablemente en tiempos de Ben-adad III, hijo de Hazael (fig 247). 148. Mirando a través de la puerta de la ciudad antigua, “la calle que se llama Derecha” en Damasco. Ben-adad III, llamado Mari en las inscripciones asirias, tuvo problemas con los asirios, y también fue derrotado varias veces por el rey Joás de Israel, quien recuperó las ciudades perdidas ante los arameos por su padre (2Ki 13:24, 25). Rezí­n, el último rey de Damasco, reconoció que sólo un frente unido de todos los estados occidentales podí­a salvarlos de los asirios, e hizo una alianza con Peka de Israel, y parece que también intentó unir a Judá en 294 ese pacto. Probablemente porque Acaz de Judá rehusó plegarse a la alianza, Rezí­n y Peka invadieron Judá (2Ki 16:5; Isa 7:1-8). Acaz pidió ayuda al rey de Asiria, y Tiglat-pileser III marchó contra Damasco y tomó la ciudad en el 732 a.C, abolió la soberaní­a, deportó a la población y convirtió a la región en una provincia asiria. Si bien, a pesar de todo, Damasco recuperó su prosperidad, en los siglos siguientes pasó de un poder a otro, sucesivamente de los babilonios, los persas y los greco-macedonios. En el 64 a.C. fue conquistada por los romanos, pero posteriormente se le permitió unirse al grupo de 10 ciudades libres llamada Decápolis. En el s I d.C. aparentemente perteneció temporariamente a Aretas IV, rey de los nabateos (2Co 11:32). En Damasco habí­a una sólida comunidad judí­a que sostení­a varias sinagogas (Act 9:2;), y el cristianismo se arraigó entre ellos en una fecha temprana. Cuando Saulo de Tarso viajó para purgar a la ciudad de cristianos (Act 9:1, 2), recibió la visión de Cristo en las afueras y se convirtió (22:6-16). La tradicional “calle que se llama Derecha” (Act 9:11, 19) tiene unos 3 km de largo (fig 148), y cruza la ciudad de noreste a sudoeste. Su nombre moderno es Sultaniyeh, y el Sûq (et-Tawîleh), “El mercado largo”, ocupa una porción considerable de la calle. Las excavaciones muestran que una vez fue una magní­fica avenida franqueada por columnatas. 149. Visión a vuelo de pájaro de la ciudad de Damasco, situada en un fértil oasis entre las montañas y el desierto; mirando hacia el suroeste los montes Antilí­bano como trasfondo, y el monte Hermón en el extramo izquierdo. Damasco es una de las ciudades continuamente habitadas más antiguas del mundo. Aunque, como todas ellas, fue conquistada y repetidamente saqueada, siempre se levantó de las cenizas de la destrucción como el ave fénix de la mitologí­a. La ciudad moderna se llama ahora Esh-Sham, y su edificio más importante es la mezquita Omayyad; se cree que originalmente el templo de Rimón estuvo en ese lugar (2Ki 5:18). Sin embargo, el templo fue reemplazado en el s IV d.C. por una iglesia cristiana dedicada a la memoria de Juan el Bautista, que a su vez fue convertida en una mezquita musulmana en el s VIII d.C. La inscripción griega sobre la puerta sur, que dice: “Tu reino es reino de todos los siglos, y tu 295 señorí­o en todas las generaciones” ( Psa 145:13), nunca fue retirada. Hasta hace pocos años era visible desde el techo de un negocio construido junto a la mezquita, pero ahora ha sido tapada con revoque. 2. Desierto que tuvo que recorrer Elí­as para llegar a la ciudad y ungir a Hazael por rey de Siria (1Ki 19:15). Bib.: C. Watzinger y K. Wulzinger, Damaskus, die antike Stadt [Damasco, la ciudad antigua] (Berlí­n, 1921); A. Jepsen, “Israel und Damaskus” [Israel y Damasco], AIO 14 (1942):153-172; ANET 281, 282; FJ-GJ ii.20.2. 3. írbol frutal (Jl. 1:12) que, según algunos eruditos y botánicos modernos, serí­a la significación más correcta del término hebreo (estos investigadores consideran que las condiciones ácidas de la manzana no hacen del manzano* una traducción adecuada del vocablo original). Es abundante en Palestina, y muy probablemente lo haya sido desde los tiempos bí­blicos. Mide unos 9 m de alto y tiene corteza rojiza. Moldenke dice que en Chipre todaví­a se le dice “manzana de oro” al damasco (cf Pro 25:11). Algunas modernas versiones inglesas traducen “damasco” en Cantares (2:3, 5; 7:8; 8:5, NEB).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico