ROLLO

v. Libro, Pergamino
Jer 36:32 y tomó .. otro r y lo dio a Baruc
Eze 2:9 una mano .. y en ella había un r de libro
Zec 5:1 ojos y miré, y he aquí un r que volaba


Rollo (heb. megillâh, sêfer; gr. biblí­on, biblarí­dion). En la antigüedad, las composiciones literarias se escribí­an en trozos de cuero, pergarmino* u papiro.* Una sola hoja bastaba para una corta comunicación, pero cuando se trataba de una obra más extensa se necesitaba un rollo hecho mediante la unión de varias hojas de cuero o papiro, que de ese modo constituí­an una larga tira. Para manejar mejor los rollos, se les adosaban trozos de madera redondeados en los extremos de la tira, y alrededor de ellos se la envolví­a. La longitud promedio de un rollo de papiro era de unos 9 m, pero hay algunos mucho más largos. El de mayor extensión que se conoce, el gran papiro denominado Harris, que se encuentra actualmente en el Museo Británico, tiene más de 40 m. Generalmente se escribí­an de un solo lado. Esto explica las observaciones de Ezequiel y Juan, que se refieren a rollos escritos en ambas superficies (Eze 2: 10; Rev 5:1). La escritura se ordenaba en columnas más o menos cortas, de acuerdo con el ancho del rollo (fig 267). Tanto en los tiempos, del AT como en los del NT la forma más común de conservar documentos escrito era el rollo. Los códices, o libros cuyas hojas estaban pegadas en un extremo, no se conocieron antes del s II d. C. En Jer 36:2 se lee la frase heb. megillath-sêfer, “rollo de un libro”, lo que equivale a decir “libro en forma de rollo”. Véanse Escribir, Materiales para escribir; Libro. 432. Sumo sacerdote samaritano que sostiene un antiguo rollo del Pentateuco en la Pascua anual celebrada en el monte Gerizí­m. Rollos del Mar Muerto. Nombre con que se conocen los diversos Mss descubiertos en varios lugares al oeste del Mar Muerto. La mayor parte se encontraron en cuevas cercanas a Khirbet Qumrân, ruinas ubicadas en la desembocadura del Wâd§ Qumrân, que llega al Mar Muerto a unos 15 km al sur de la moderna Jericó. Pero también se han hallado en otros lugares, de manera que la designación genérica Rollos del Mar Muerto (RMM) es preferible a Rollos de Qumrán, que en rigor de verdad se refiere sólo a los Mss provenientes de las cuevas de ese lugar. I. Descubrimiento. No es necesario repetir detalladamente aquí­ la historia, contada tantas veces, acerca del descubrimiento de la 1ª cueva que contení­a Mss por parte de un muchachito beduino que buscaba una cabra perdida. El hallazgo de ella, catalogada hoy como Qumrán-Cueva 1, posiblemente ocurrió en la primavera de 1947 (aunque algunos suponen que sucedió 2 años antes). En ella se encotraron 7 rollos de cuero -6 en hebreo y uno en arameo-: algunos en buenas condiciones: otros, bastante deteriorados. Mar Atanasio V. Samuel, el metropolitano sirio del monasterio de San Marcos, en la ciudad vieja de Jerusalén, compró 4 de los rollos: el libro de Isaí­a (1Qlsa; fig 267), un Comentario de Habacuc (fig 245), una lista de Reglas de la secta y una legendaria paráfrasis de Gn. en arameo. Los tuvo en junio de 1947 pero por muchos meses resultaron infructuosos sus esfuerzos por convencer de su antigüedad a los eruditos. En noviembre de 1947 el Prof. Sukenik, de la Universidad Hebrea, adquirió de algunos comerciantes de Belén los otros 3 rollos hebreos: un manuscrito de Isaí­as en muy malas condiciones (1Qlsb), otro relativo a las Reglas de una guerra, y el 3º que contiene diversos salmos y acciones de gracias. Sukenik reconoció su valor, pero no hizo anuncios públicos hasta varios meses después. La existencia de los rollos del monasterio sirio llegaron a oí­dos de J. C. Trever, de la Facultad Norteamericana de Investigaciones Orientales de Jerusalén, en febrero de 1948. Supuso que eran sumamente valiosos, y le enví­o muestras impresas Dr. W. F. Albright, de la Universidad Johns Hopkins, quien declaró que se trataba de genuinos documentos antiguos. En abril de 1948 apareció en los diarios las primeras noticias acerca del descubrimiento de estos Mss. En enero de 1949, después de un cuidadoso estudio, los miembros de la Legión írabe volvieron a descubrir 994 la cueva. R. de Vaux y G. L. Harding la excavaron cientí­ficamente en febrero y marzo de ese mismo año. Se encontraron cientos de fragmentos de muchos Mss adicionales, como asimismo de una cantidad de jarrones que habí­an servido para guardar los rollos, y trozos del lino en que se los habí­a envuelto. En enero de 1949, el metropolitano sirio llevó a los Estados Unidos los 4 rollos que se encontraban en el monasterio de San Marcos, pero en 1954 el Estado de Israel los compró por U$S 250.000. Los 7 de la Cueva 1, junto con la mayor parte de los descubiertos en otras cerca de Qumrân y en otros diversos lugares en el desierto de Judea, se encuentran ahora en el “Santuario del Libro”, que se ha levantado en los terrenos del Museo y junto a él, en la parte occidental de Jerusalén (fig 433). La mayor parte de los fragmentos de la Cueva 1 se hallan en el Museo Arqueológico de Amán, en Jordania. Todos los Mss de la Cueva 1 han sido publicados y están disponibles. 433. El Santuario del Libro. Después que los beduinos que viví­an en el desierto de Judea se dieron cuenta del valor de los rollos descubiertos en la Cueva 1, comenzaron una búsqueda sistemática en todas las otras cuevas de las inmediaciones, siendo responsables de la mayorí­a de los descubrimientos posteriores. En 1951 encontraron fragmentos de Mss en cuevas cercanas al Wâd§ Murabbaât, un valle que corre en dirección del Mar Muerto y c 18 km al sur del Wâd§ Qumrân. Luego de que este nuevo hallazgo llegara a oí­dos de los arqueólogos, a comienzos de 1952 se practicaron excavaciones cientí­ficas en 4 cuevas del valle y se hicieron descubrimientos importantes, en su mayorí­a de material del s II d.C. Algunos beduinos encontraron la Cueva 2, de la zona de Qumrán, a comienzos de 1952; cuando se supo esto, se practicó una exploración cientí­fica de toda esa región. Como resultado se halló la Cueva 3 en marzo de 1952, con 2 rollos de cobre bastante oxidados. Durante el verano siguiente los beduinos descubrieron otros Mss en Khirbet Mird, las ruinas de un monasterio cristiano a unos 10 km al sudoeste de las cuevas de Qumrán; también una expedición belga exploró sistemáticamente aquéllas en 1953. Entre julio y agosto de 1952 aparecieron en el mercado varios Mss procedentes de cavernas ubicadas más al sur, en Nahal Hever, que más tarde exploraron algunos eruditos israelí­es, quienes encontraron muchos otros fragmentos de esos Mss del s II d.C. En septiembre de 1952, de nuevo los beduinos descubrieron la Cueva 4 de Qumrán, sumamente importante. Los arqueólogos se enteraron de su existencia antes que los beduinos tuvieran tiempo de limpiarla del todo; en conjunto, de la Cueva 4 salieron unos 35.000 fragmentos de Mss. Poco después se hallaron las denominadas 5 y 6, y en 1955 los excavadores de Khirbet Qumrân descubrieron 4 más (Cuevas 7-10), que contení­an sólo unos pocos fragmentos de Mss. En enero de 1956, los incansables beduinos hicieron otro descubrimiento sensacional: la Cueva 11, que contení­a, además de fragmentos, algunos rollos completos o casi completos. En enero de 1960 se informó que se habí­a producido el 1er descubrimiento de Mss en el desierto de Judea que le pertenece a Israel. Entre las cosas halladas habí­a partes de filacterias y otros materiales. Durante las excavaciones en Masada, llevadas a cabo entre 1963 y 1965, aparecieron algunos fragmentos de rollos provenientes del s. I d. C. En 1967, Yadin adquirió el “Rollo del Templo”, el mayor de los que han sobrevivido, de casi 9 m de largo y con 66 columnas escritas. No se sabe con seguridad en qué cueva lo encontraron los beduinos. II. Excavaciones. El descubrimiento de la Cueva 1, próxima a las ruinas de Khirbet Qumrân, e inmediatamente suscitó la pregunta acerca de la relación que podrí­a existir entre los 2 lugares. Las excavaciones practicadas en ambos probaron que los Mss hallados en las cuevas de Qumrán pertenecí­an a la comunidad cuyos miembros vivieron en el Khirbet. Las exploraciones en este sitio fueron llevadas a cabo por R. de Vaux, de L’Ecole Biblique de Jérusalem, desde 1951 hasta 1956. Se encontraron suficientes estructuras como para que los arqueólogos pudieran reconstruir la historia del Khirbet. También se halló una gran cantidad de objetos entre las ruinas -muchos jarrones de arcilla (fig 527), un escritorio largo y un banco (fig 195), 3 tinteros (fig 510), varias herramientas y cientos de monedas-, que resultaron muy útiles para fijar fechas. El lugar estaba formado por varios 995 edificios protegidos por un muro circundante provisto de una poderosa torre al norte. Algunas de las habitaciones que se pudieron identificar incluyen: una cocina, una despensa, almacenes, una sala de reuniones, una especie de oficina y tal vez una biblioteca, un lavatorio, un molino, un taller de alfarerí­a y una de herrerí­a, y quizá también establos. El agua llegaba al lugar por un acueducto y se la almacenaba en estanques grandes y pequeños, mayormente rectangulares. Los restos arqueológicos ponen de manifiesto que el lugar estuvo habitado en tiempos de los reyes hebreos. Algunos creen que se trata de la Ciudad de la Sal mencionada en Jdg 15:62 Luego que el sitio estuvo abandonado por siglos, se comenzaron a levantar algunas modestas construcciones bajo los primeros macabeos, a mediados del s II a.C. Hacia fines de ese mismo siglo se agrandaron los edificios, pero fueron consumidos totalmente por el fuego unos 60 años más tarde, quizá durante la invasión de los partos (40-38 a.C.). Nuevamente fueron dañados por el terremoto del 31 a.C. (fig 504), mencionado por Josefo. Después de esto los edificios quedaron abandonados por más de 25 años, pero se los reconstruyó en los dí­as de Herodes Arquelao, y permanecieron habitados hasta más o menos el 68 d.C., cuando los destruyeron los romanos durante la guerra judí­a. Parece que por unas pocas décadas el lugar sirvió de cuartel a una pequeña guarnición romana, pero de nuevo lo ocuparon los judí­os durante la rebelión de Barcoquebas (132-135 d.C.). Fuera del recinto de la comunidad hay unas 1.000 tumbas, de las cuales se han excavado una cantidad representativa. Con muy pocas excepciones eran de hombres, de no más de 50 años en el momento de fallecer, y no aparecen objetos en sus sepulcros. En 1958 R. de Vaux también exploró enAin Feshja, a unos 3 km al sur de Khirbet Qumrân. Entonces quedó en evidencia que este lugar habí­a sido la granja de la comunidad de Qumrán, y que un gran edificio que se encontró allí­ no sólo serví­a para almacenar productos agrí­colas sino también para curtir cueros. Tal vez proveí­a la materia prima necesaria para producir los numerosos rollos descubiertos en las diversas cuevas de la región. Bib.: FJ-AJ xv.5.2. III. La comunidad de Qumrán. Se ha escrito mucho acerca de la identidad de la comunidad cuyos miembros vivieron en Qumrán y eran los dueños de los Mss descubiertos allí­. No hay unanimidad absoluta entre los eruditos, pero el peso de la evidencia apunta a los esenios, una secta monástico judí­a que existí­a en los dí­as de Cristo, a quienes se refiere Filón de Alejandrí­a (Every Good Man is Free [Todo hombre bueno es libre; Loeb, Biblioteca Clásica, t IX], pp xii, xiii). La información proporcionada por antiguos autores se asemeja mucho a la que aparece en los documentos extrabí­blicos descubiertos en Qumrán, especialmente las Reglas de la secta, que consigna sus costumbres y ritos, pero también en el Comentario de Habacuc y otros fragmentos de comentarios, que de algún modo se refieren a su historia. Si a esta evidencia literaria se le añaden los descubrimientos arqueológicos, se logra un cuadro razonablemente completo acerca de cómo viví­an los antiguos habitantes de Qumrán. Los miembros de la comunidad se apartaban del mundo y viví­an en medio de la pureza de vida y ritual (estricta observancia de la Torá y elevadas normas de ética) en un desierto inhóspito, a la espera del fin del mundo. Tení­an granja y talleres propios, y al perecer eran económicamente independientes. Mantení­an muy pocas relaciones con el mundo exterior, aunque el hallazgo de monedas en las ruinas indicarí­a que existí­a un cierto grado de comercio. Los miembros de la secta trabajaban juntos, comí­an juntos y adoraban juntos a Dios, pero viví­an separados en cuevas o refugios fuera del recinto de la comunidad. Sus deberes religiosos consistí­an en abluciones diarias y un riguroso estudio de la Ley; rehuí­an el templo y sus sacrificios. Practicaban la pobreza y evidentemente entregaban a la administración de la comunidad todo el dinero que poseí­an, pues en las cuevas donde viví­an se han hallado peines, platos, zapatos y Mss, pero no monedas; en cambio se ha encontrado cierta cantidad en el centro comunitario, donde quizá se guardaban los fondos del grupo. Tení­an un calendario que era algo diferente del de los judí­os ortodoxos. En varios puntos, las creencias y enseñanzas de la comunidad de Qunirán tení­an estrechas semejanzas con las de Juan el Bautista y Cristo. Pretendí­an ser la “voz que clama en el desierto” de Isa 40:3-5, y enfatizaban la venida del Mesí­as. En tiempos de Jesús estos esenios, conservadores en extremo, posiblemente no eran más de 3.000. La información acerca de la historia de la secta es más bien vaga. Su dirigente espiritual, quizá también su fundador, recibí­a el tí­tulo de “Maestro de Justicia”. Fue perseguido y sufrió como consecuencia de algunos actos de violencia, pero el registro hallado no establece con claridad si murió de muerte natural 996 o si lo asesinaron. Su identidad es un enigma: los eruditos no están de acuerdo en si se trataba o no de algún judí­o conocido por la historia. La misma incertidumbre existe con respecto a un personaje al que se le daba el tí­tulo de “Sacerdote Malvado”, un borracho sacrí­lego, asesino y depredador que tuvo mal fin junto con el “Hombre de Mentira ” y el “Predicador de la Mentira”. Parece que el origen y las primeras etapas de la secta se remontan a la época de los macabeos, a partir de la mension de los reyes sirios Antí­oco IV (?; ‘ntykws: 175-164/63 a.C.) y Demetrio III (?; [Dm]trys: 95-78 a.C.), de la reina judí­a Alejandra (Shlmsyw; 76-67 a.C.) y del gobernador romano de Siria Emilio (‘mlyws) Escauro (62 a.C.). En cierto momento, ya sea a comienzos del s 1 o en la 2a parte del mismo, al parecer la secta pasó un tiempo en Damasco (quizá como consecuencia de las persecuciones), de lo cual habrí­a regresado a Qumrán. donde sin duda sus adeptos vivieron durante los últimos 70 años de existencia. Se unieron a sus compatriotas judí­os en su guerra contra los romanos (66-70 d.C.), y perecieron como consecuencia de ello. Antes de huir de Qumrán delante de las avanzadas enemigas, envolvieron en lino algunos de sus Mss, los pusieron en jarrones y los guardaron en la Cueva 1. pero apresuradamente pusieron unos cuantos más en la Cueva 4. Otros Mss sencillamente quedaron en las cuevas donde viví­an los miembros de la comunidad. Una carta siria, escrita c 800 d.C.. se refieren al descubrimiento de una cueva cerca de Jericó, en la que algunos judí­os encontraron muchos Mss que después llevaron a Jerusalén. Se ha sugerido que ésta habrí­a sido la cueva 1 de Qumrán, porque existen evidencias de que habrí­a contenido una mayor cantidad de Mss de los que allí­ se encontraron finalmente en 1947. Estos últimos serí­an los restos de un hallazgo anterior, dejados allí­, porque quienes los descubrieron los consideraron sin importancia. Los judí­os cairotas de la Edad Media, que como los de la comunidad de Qumrán no seguí­an el calendario rabí­nico, habrí­an sufrido la influencia de los escritos encontrados en la cercana cueva de Jericó. Copiaron y conservaron Mss que se originaron los antes entre los esenios, tal como el Documento de Damasco, del cual se hallaron 2 copias incompletas en la Genizah de El Cairo y varios fragmentos en las cuevas de Qumrán. De esa manera algunas enseñanzas esenias se perpetuaron por medio de los cairotas hasta épocas más o menos recientes. IV. Estudios y Publicación. Unos cuantos rollos que se encontraron en las cuevas 1al 11 estaban en buenas condiciones. Su lectura es comparativamente fácil y su publicación presenta muy pocos problemas. Todos los demás están bastante deteriorados, razón por la cual se necesito aplicarles un tratamiento especial, o solo eran fragmentos. En esta última categorí­a se encuentra la mayor parte del material: decenas de miles, cuyo tamaño varí­a desde pedacitos en los cuales cabe sólo una letra, hasta grandes trozos que pueden abarcar una columna entera de escritura. Hubo que limpiarlos, descifrarlos y clasificarlos, y de ser posible unirlos a otros fragmentos del mismo Mss. Este trabajo sólo lo pudieron hacer expertos especializados y sometidos previamente además a un entrenamiento muy riguroso. Fue un proceso muy lento, que requí­o mucho tiempo y paciencia. Un equipo internacional compuesto por eruditos provenientes de Inglaterra Francia, Alemania, Ponia, los Estados Unidos o Israel se dedicaron por años a esta tarea. Los resultados de su trabajo están apareciendo lentamente en un juego de tomos monumentales publicados por la Editorial Clarendon, en Oxford, bajo el tí­tulo Discoveries in the Judean Desert (Descubrimientos en el desierto de Judea). De esta serie ya aparecieron 6 tomos hasta 1977. Pero material de estos Mss, al margen de esta serie, se dio a conocer al público en los Estados Unidos, Inglaterra Holanda e Israel. Y a fines de 1994, en Jerusalen, se comenzó a vender disquetes para computadoras personales con el texto de los rollos. Como se podí­a esperar, no resulto fácil aceptar como antiguos estos documentos cuando aparecieron las noticias de su hallazgo. No es extraño que los eruditos manifestaran dudas, porque durante muchas décadas de exploración arqueológica en las tierras bí­blicas no habí­a aparecido un solo Ms hebreo. Se cree que la causa de este hecho fue su destrución sistemática durante las persecuciones y las guerras, y la costumbre judí­a de quemar todo Ms hebreo usado, por temor de que el nombre de Dios, que podí­a encontrarse en ellos, fuera mal empleado y llegara a ser motivo de blasfemia. Si bien entre los eruditos se escucharon muchas opiniones que reflejaban escepticismo y consejos de prevención, especialmente durante los primeros años que siguieron al hallazgo de estos documentos, el peso de la evidencia acumulada demostró que son genuinamente antiguos. Hoy prácticamente todos están de acuerdo con esto. 997 Que los primeros rollos, los más importantes, fueran hallados por beduinos y no por sabios, dificultó la demostración de que en efecto se trataba de documentos genuinamente antiguos. Pero las excavaciones hechas por arqueólogos en la Cueva 1, y el descubrimiento por parte de eruditos de fragmentos de rollos en las cuevas 3, 4 y 7-10 en Nahal Hever y en Masada, demuestran la falsedad de cualquier opinión en el sentido de que estos doctimentos sean el producto de falsificadores modernos. Además, las excavaciones practicadas en Khirbet Qumrân demostraron que los dueños de los rollos vivieron en esa zona sólo hasta el 68 d.C., usaban la misma clase de alfarerí­a que la encontrada en las cuevas y empleaban escritura igual a la de los Mss descubiertos en ellas. Por otra parte, cuando el lino hallado en la Cueva 1 se sometió a la prueba del carbono 14, su contenido de radio-carbón fue fechado hasta el 33 d.C., con un margen de error de más o menos 200 años, lo que quiere decir que el material se produjo entre el 168 a.C. y el 233 d.C. A esta evidencia hay que añadir la de la paleografí­a, es decir, el estudio y la fijación de las fechas de los Mss antiguos por la forma de la escritura. S. A. Birnbaum, W. F. Albriht, J. C. Trever y F. M. Cross, hijo, Son pioneros en el campo de la paleografí­a hebrea, y las fechas que le han fijado a cada Ms gozan actualmente de la aceptación de un número creciente de eruditos. Hay en la actualidad un consenso más o menos uniforme en el sentido de que: 1. Todos los manuscritos de la zona de Qumrán provienen de los últimos 3 s a.C., y del s I d.C. 2. Los Mss del Wâd§ Murabbaât y de la zona israelí­ del desierto de Judea datan del s II d.C. 3. Los del Khirbet Mird se originaron en siglos posteriores. 4. Los Mss de Masada son del s I d.C. V. Los documentos bí­blicos y su importancia para el estudio de los textos bí­blicos. Los descubrimientos hechos en el desierto de Judea generalmente se consideran sensacionales por causa de la gran cantidad de Mss bí­blicos en hebreo que aparecieron en las diferentes cuevas -1.000 años anteriores a los códices hebreos más antiguos en existencia-, lo que proporcionan abundantes ejemplos de la Biblia que usaron Cristo y los apóstoles. En la Cueva 1 se halló un rollo completo del libro de Isaí­as (1QIsa) y otro que contiene 1/3 del mismo libro (1QIsb). En la Cueva 11 se encontró uno casi completo de Sal., y otro bastante bien conservado de Lv. En la Cueva 4 habí­a suficientes fragmentos de un rollo de S., al punto que F. M. Cross, hijo, pudo recomponer más de 2/3 del mismo. Están representados todos los otros libros del AT(excepto Est., del cual nada se descubrió hasta ahora); pero sólo en forma de fragmentos. En algunos casos (Pr., Cr., y Esd.-Neh.) se han encontrado partes que pertenecen sólo a un Ms; en otros, a varios Mss. Los libros más populares habrí­an sido Dt., Is., los profetas menores y Sal., porque se hallaron más de 10 Mss de cada uno de esos libros. También se descubrieron 10 Mss de Gn., 8 de Ex., 7 de Nm. y 6 de Dan y Lv. Estas cifras demuestran que les miembros de la comunidad de Qumrán tení­an en al estima las Escrituras. De interés para los expertos en Biblia son los comentarios de los diversos libros de las Escrituras -a los que se refiere mas extensamente la sección 6 de este artí­culo-, y ciertos Mss griegos de ella, de gran importancia para el estudio de la LXX. Un análisis de los documentos bí­blicos pone de manifiesto que el texto masorético se remonta por lo menos a los comienzos de la era cristiana. Esto fue una sorpresa para muchos eruditos que creí­an que el texto hebreo de la Biblia habí­a sido sometido a una serie de modificaciones durante los perí­odos talmúdico y, masorético (entre los SS. II y X d.C.). El rollo denominado 1QIsb, por ejemplo, contiene un texto que es virtualmente igual al masorético de las Biblias hebreas impresas en la actualidad. Lo mismo se puede decir de muchos otros textos provenientes de Qumrán, y del Wâd§ Murabbaât. Incluso el 1QIsa, que si bien contiene muchos errores de copia, variantes ortográfias, omisiones, adiciones y correcciones, en su conjunto refleja el texto masorético. Véase Isaí­as, libro de. Por otra parte, ciertos Mss bí­blicos de Qumrán manifiestan una gran afinidad con la LXX y demuestran que los traductores de esa versión siguieron, en muchos lugares, una recensión hebrea existente en sus dí­as que diferí­a de la preservada por los masoretas. Por ejemplo, en Act 7:14 se dice que quienes fueron con Jacob a Egipto eran 75 personas. Este número concuerda con el de Gen 46:27 de la LXX, pero no con el texto masorético de ese pasaje, que dice 70. Un Ms hebreo, de los que se encontraron en Qumrán, concuerda con la LXX en esto, y demuestra que en el discurso que Esteban pronunció ante el Sanedrí­n en Jerusalén no citó de la LXX, sino un texto hebreo cuya redacción concordaba con el de la LXX. Las peculiaridades ortográficas y gramáticas que se encuentran en algunos de los rollos son de gran importancia para el estudiante 998 de la lengua hebrea, y las formas de la escritua para el paleógrafo. Hasta el presente ya se editó una gran cantidad de publicaciones eruditas basadas en estos Mss bí­blicos, y se predijo que los expertos en Sagrada Escritura van a trabajar con estos textos por generaciones enteras antes de poder extraer de ellos toda la información importante que contienen. VI. Mss extrabí­blicos. La gran cantidad de Mss de libros extrabí­blicos que han aparecido en las diversas cuevas del Mar Muerto son importantes para comprender correctamente las enseñanzas y creencias de la secta de Qumrán, y arrojan luz sobre el pensamiento religioso de los judí­os de los dí­as de Cristo. A continuación sigue una lista somera de algunos de dichos Mss. 1. COMENTARIOS SOBRE LOS LIBROS DE LA BIBLIA. En la Cueva 1 apareció un comentario casi completo de los cps 1 y 2 de Hab. También se encontraron fragmentos de comentarios acerca de Sal., Is., Nah. y Mi. Estas obras presentan una tendencia especial de interpretación bí­blica, que consiste en aplicar las palabras de los profetas a la secta y al tiempo en que estaban viviendo. Se refieren a menudo a su jefe como el “Maestro de Justicia”, y a su archienemigo como el “Sacerdote Malvado”. Se dice que los caldeos, mencionados en Hab., son los Quitim,* quizá los romanos. En í­ntima relación con estos trabajos hay colecciones de pasajes bí­blicos (florilegios), con sus correspondientes comentarios. 2. REGLAS DE LA SECTA. Un Ms bastante bien preservado, al que el escritor original lo denominó Manual de disciplina. Contiene las reglas por las que se debí­an regir los miembros de la comunidad, las que claramente les exigí­a que se conformaran estrictamente a la ley de Moisés; menciona varios pecados y sus correspondientes castigos, y termina con un himno. Un fragmento de 2 columnas de un Ms similar menciona a mujeres y a niños, lo que demuestra que a lo menos algunos esenios eran casados. 3. DOCUMENTO SADOQUITA. Varios Mss contienen las reglas a las que debí­an ajustarse los miembros de la secta mientras se encontraban en Damasco, donde parece que vivieron por un tiempo. Los 2 primeros ejemplares de esta obra aparecieron en 1896/97 en la Genizah de la sinagoga caraí­ta; es decir, de El Cairo. Ahora que se han descubierto en las cuevas de Qumrán otros fragmentos de ella, resulta evidente que se trata de un documento que perteneció originalmente a la gente de Qumrán, y que parece que llegó a manos de los caraí­tas gracias al hallazgo de una de las cuevas de Qumrán c 800 d.C. (véase sección III, más arriba). 4. REGLAS DE UNA GUERRA. Obra a la cual Sukenik denominó Una guerra entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. Describe una batalla que los miembros de la comunidad de Qumrán librarí­an alguna vez contra todo el mundo impí­o, y que establece las reglas para esta contienda imaginaria. El Ms también contiene los himnos que se cantarí­an después de lograr la victoria final. 5. CANTICOS DE ACCIí“N DE GRACIAS. Colección de unas 40 canciones espirituales, con frases de Is., Jer. y Job. Es evidente que tienen una relación bastante estrecha con los salmos canónicos. Su autor quizá fuera el “Maestro de Justicia”, que aparece en ellos como un hombre perseguido, consciente de sus pecados pero confiado en que se encuentra lleno del Espí­ritu Santo, y a quien se le han revelado los secretos de Dios a fin de capacitarlo para que sea el guí­a de sus seguidores. 6. LIBROS APí“CRIFOS Y PSEUDOEPIGRAFICOS. De los primeros se encontraron ejemplares de Tob., Eclo. y la Carta de Jeremí­as; de los segundos, ejemplares del Libro del jubileo, de Enoc y del Testamento de los doce patriarcas. A esta clase te corresponde también un manuscrito muy mal conservado, descubierto en la Cueva 1, al que sus editores modernos designaron como un Gn. apócrifo; es una versión legendaria y embellecida de las historias de los patriarcal. Otra obra, de la cual han aparecido los fragmentos de diversos Mss, describe la Jerusalén celestial. Hay también una que contiene los salmos de Josué; otra que narra una visión de Amram, el padre de Moisés; y una oración de Nabonido para dar gracias al Altí­simo por la curación de una enfermedad de 7 años de duración. 7. FILACTERIAS.* 8. CARTAS Y OSTRACAS. Se han encontrado cartas en las cuevas de Wâd§ Murabbaât, y de Nahal Hever, entre las cuales hay una escrita por Barcoquebas, el jefe de la 2ª guerra judí­a (132-135 d.C.). También se encontraron varias ostracas, una de ellas en Khirbet Qumrân. 9. CONTRATO. Un contrato de matrimonio, con fecha. 10. ROLLOS DE COBRE. Tiras de cobre cuya larga inscripción registra datos acerca del escondite de un gran tesoro de metales preciosos e incienso. Los eruditos están divididos en sus conclusiones acerca de su contenido. Algunos creen que es un documento histórico, y otros que es ficción. 999 11. ROLLO DEL TEMPLO. Este manuscrito se divide en 4 secciones. La 1ª tiene que ver con la pureza y la impureza desde el punto de vista de la liturgia; la 2ª, con las fiestas; la 3ª, con la construcción del templo-de allí­ su nombre-; y el tema de la 4ª es el rey y el ejército. 12. MISCELANEA. A este grupo pertenecen obras de carácter litúrgico, como asimismo algunas que contienen proverbios y expresiones de sabidurí­a, uno relativo a la rotación de las familias de los levitas en su servicio, y varios horóscopos. VII. Qumrán y el NT. Los eruditos difieren en su interpretación de la evidencia literaria y arqueológica obtenida en Qumrán, en especial con respecto a la influencia de los RMM sobre el NT. Se reconoce generalmente que hay muchos puntos de contacto entre las 2 clases de escritos. Pero algunos ponen demasiado énfasis en esto e ignoran o reducen la importancia de las diferencias que existen entre ellos. El análisis, para ser objetivo, debe tener en cuenta tanto las semejanzas como las diferencias. Hace 100 años, Ernest renan (escritor, filólogo e historiador francés [1823-1892]) adelantó la idea de que el “cristianismo es sólo un esenismo que en gran medida tuvo éxito”. Algunos eruditos han seguido esta lí­nea de razonamiento, y ven en Jesús a un personaje nada original que se limitó a imitar al “Maestro de Justicia”. Un estudio objetivo de las evidencias que nos proporcionan los rollos nos conduce a rechazar esta conclusión, porque la obra, la vida y la muerte del “Maestro de Justicia” no se parecen en nada a la obra, la vida y la muerte de Jesucristo; ni tampoco que la secta esperara al Mesí­as (en realidad aguardaban a 2 Mesí­as) se parece a Cristo y su ministerio. Nada indica que el cristianismo haya nacido en el seno del esenismo. Sin embargo, es necesario admitir que la ideologí­a religiosa del mundo en medio del cual viví­an los esenios ejerció cierta influencia sobre el cristianismo. Se ha descubierto que algunos términos que aparecen en el NT, que antes se creí­a eran de origen helení­stico o puramente cristiano, ya existí­an en la literatura judí­a de los dí­as de Cristo Jesús y sus discí­pulos habrí­an sabido de la existencia de la secta de Qumrán, y habrí­an estado familiarizados con algo de su producción literaria, pero no hay absolutamente nada en las obras de Qumrán que se parezca, aunque sea remotamente, a las enseñanzas de Cristo acerca de la salvación, algo que anuncie su vida y su muerte expiatorias, o que se acerque a la doctrina de la gracia y la justificación por la fe, expuestas con tanto vigor por Pablo. Algunos han sugerido que habí­a cierta relación entre la gente de Qumrán y Juan* el Bautista. Véase Jesucristo II. Bib.: Las publicaciones relativas a los documentos de Qumrán son tan numerosas que sólo se mencionarán las más importantes. Algunas bibliografí­as han sido publicadas por C. Burchard, Bibliographie zu den Handschriften vom Toten Meer [Bibliografí­a acerca de los manuscritos del Mar Muerto], 2 ts (Berlí­n, 1957, 1965); W. S. LaSor, Bibliography of the Dead Sea Scrolls [Bibliografí­a de los rollos del Mar Muerto], 1948-1957 (Pasadena, California, 1958). Desde 1958 aparece, en forma regular, una bibliografí­a permanente de las publicaciones en la Revue de Qumran [Revista de Qumrán] (Parí­s, Ediciones Letouzey y Ané). Es una publicación dedicada exclusivamente al estudio de los documentos de Qumrán. OBRAS DE TIPO GENERAL: Millar Burrows, The Dead Sea Scrolls [Los Rollos del Mar Muerto] (Nueva York, 1955); More Light on the Dead Sea Scrolls [Más luz acerca de los Rollos del Mar Muerto] (Nueva York, 1958); Frank M. Cross, hijo, The Ancient Library of Qumran and Modern Biblical Studies [La antigua biblioteca de Qumrán y los estudios bí­blicos modernos] (Garden City, NY, 1958); J. T. Milik, Ten Years of Discoveries in the Wilderness of Judaea [Diez años de descubrimientos en el desierto de Judea] (Londres, 1959); también artí­culos (a partir de 1948) en BA, BASOR, JEOL y PEQ. INFORMES ACERCA DE LAS EXCAVACIONES en Khirbet Qumrân y Ain Feshja: Roland de Vaux, RB 60 (1953): 83-106; 61(1954): 206-236; 63 (1956): 533-577; 66 (1959): 225-255; Archeology and the Dead Sea Scrolls [La arqueologí­a y los Rollos del Mar Muerto] (Londres, 1973). PUBLICACION DE TEXTOS. 1. Cueva 1: Millar Burrows y otros, The Dead Sea Scrolls of St. Mark’s Monastery [Los Rollos del Mar Muerto del Monasterio de San Marcos]. 2 ts (Nueva Haven, 1950, 1951); E. L. Sukenik, The Dead Sea Scrolls of the Hebrew University [Los Rollos del Mar Muerto de la Universidad Hebrea] (Jerusalén, 1955); D. Barthélemy y J. T. Milik. Discoveries in the Judaean Desert I, Qumran Cave [Descubrimientos en el desierto de Judea, Cueva 1 de Qumrán (Oxford, 1955); Nahman Avigad y Yigael Yadin, A Genesis Apocryphon [Un Génesis apócrifo] (Jerusalén, 1956). 2. De otras cuevas, principalmente de la Cueva 4, artí­culos 1000 (desde 1948) en BASOR, JBL, PEQ, RB, Semitica y ZAW. 3. La última publicación del Documento sadoquita se encuentra en la obra de Chaim Rabin, The Sadokite Documents [Los documentos sadoquitas] (2ª ed., Oxford, 1958). TRADUCCIONES: Las traducciones al inglés de los textos extrabí­blicos se pueden encontrar en las obras de Millar Burrows, The Dead Sea Scrolls [Los Rollos del Mar Muerto] y More Light on the Dead Sea Scrolls [Más luz acerca de los Rollos del Mar Muerto] (véase más arriba), y en la obra de T. H. Gaster, The Scriptures of the Dead Sea Sect [Las escrituras de la secta del Mar Muerto] (Londres, 1957).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Un material en que escribir que se enrollaba en forma cilí­ndrica, una obra literaria sobre papiro o pergamino enrollado alrededor de un núcleo o carrete. El decreto de Ciro para restaurar el templo fue un rollo (Ezr 1:1), y Jeremí­as escribió sobre tal rollo (Jer 36:2). Los libros con páginas no entraron en uso hasta el segundo siglo d. de J.C.

El rollo era la forma usual de un libro en los tiempos bí­blicos. Habí­a sido usado en Egipto desde tiempos muy primitivos; los primeros fueron hechos de papiro, el tejido semejante al papel tomado de las cañas que crecí­an a lo largo del Nilo.

Debido a que la quema de pieles en ollas en las afueras hubiese producido un tan mal olor intolerable, el rollo de libro, mencionado tres veces en el AT (RVR-1960 megillath-sepher, Jer 36:2, Jer 36:4; Eze 2:9; se usa rollo de pergamino en lugar de un libro en RVA; megillath [rollo] aparece sólo otras 18 veces, 12 veces en Jeremí­as 36 solo), era probablemente hecho de papiro. El papiro era importado desde Egipto. Varias hojas, pegadas para el tamaño deseado, eran enrolladas en varas de modo que el comienzo del rollo estaba en la derecha y el final en la izquierda (los hebreos escribí­an de derecha a izquierda).

A una biblioteca o a los archivos reales, se le llama casa de los archivos (Ezr 6:1 RVA). A Ezequiel le fue ordenado comer un rollo de pergamino (Eze 2:9—Eze 3:3), sin duda en una visión.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Ver “Papiro” y “Pergamino”.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

†¢Libro. †¢Pergamino.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

(Véanse Cí“DICE, LIBRO, MANUSCRITOS BíBLICOS)

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[553]
Se denomina así­ a los textos antiguos, especialmente bí­blicos, que se guardaban en papiros o pergaminos envueltos, enrollados, y sujetos por lazos que los mantení­an protegidos en estuches cilí­ndricos
Por ello se alude con este nombre a escritos antiguos, al estilo de los bí­blicos, (pentateujos, cinco rollos)

En arte se dominan rollos a monumentos conmemorativos en forma de columnas de piedra. Ordinariamente rematadas por una cruz, se solí­an poner en las plazas centrales de las aldeas y ciudades para recordar acontecimientos y homenajes. También serví­an de picotas para las ejecuciones. A veces se poní­an como indicación de lí­mites. Algunos fueron objeto de especial tratamiento por escultores de renombre y constituyen verdaderas obras de arte.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Forma que adoptaban comúnmente los libros durante el perí­odo en que se escribió la Biblia. Las Escrituras se registraron y a menudo se copiaron en rollos de cuero, pergamino o papiro. (Jer 36:1, 2, 28, 32; Jn 20:30; Gál 3:10; 2Ti 4:13; Rev 22:18, 19.) Un rollo se hací­a tomando varios pedazos de estos materiales y pegándolos entre sí­ hasta formar una hoja larga, que luego se enrollaba alrededor de un palo. Cuando el rollo era muy largo, se utilizaban dos palos, uno en cada extremo, y se iba enrollando en ambos hacia el centro. Para leer un rollo de esa clase, se desenrollaba con una mano y se enrollaba con la otra hasta localizar el lugar deseado. Una vez terminada la lectura, el rollo se volví­a a enrollar de la misma manera. (Véanse más detalles en cuanto a los materiales empleados, tamaño, etcétera en LIBRO.)

Da testimonio de Jesús. Jesucristo vino a la Tierra para hacer la voluntad de Dios, como se habí­a predicho en las Escrituras Hebreas, en el †œrollo del libro†. (Sl 40:7, 8; Heb 10:7-9.) En la sinagoga de Nazaret, Jesús abrió el rollo de Isaí­as y leyó las palabras en las que se profetizaba que se le ungirí­a con el espí­ritu de Jehová para predicar. Luego, enrolló el volumen, se lo dio al servidor, se sentó y dijo a todos los presentes: †œHoy se cumple esta escritura que acaban de oí­r†. (Lu 4:16-21; Isa 61:1, 2.) De hecho, puesto que †œel dar testimonio de Jesús es lo que inspira el profetizar†, todos los rollos de las Escrituras y la proclamación pública de las buenas nuevas que se hallan en los rollos de la Escrituras Cristianas tienen que ver con la posición y obra de Jesucristo en el propósito de Jehová. (Rev 19:10.)
Juan escribió al concluir el relato de su evangelio: †œHay, de hecho, muchas otras cosas también que Jesús hizo, que, si se escribieran alguna vez en todo detalle, supongo que el mundo mismo no podrí­a contener los rollos que se escribieran†. (Jn 21:25.) Juan no intentó escribirlo todo en su evangelio, sino únicamente los detalles suficientes como para fundamentar su argumento principal, a saber, que Jesucristo era el Hijo de Dios y su Mesí­as. De hecho, hay suficiente información en el †œrollo† de Juan, así­ como en el resto de las Escrituras inspiradas, para probar más allá de toda duda que †œJesús es el Cristo el Hijo de Dios†. (Jn 20:30, 31.)

Uso simbólico. La palabra †œrollo† se utiliza varias veces de manera simbólica en la Biblia. Ezequiel y Zacarí­as vieron un rollo escrito por ambos lados. Como normalmente solo se usaba un lado del rollo, el que estuvieran escritos por los dos quizás indique la importancia, el alcance y la seriedad de los juicios registrados en ellos. (Eze 2:9–3:3; Zac 5:1-4.) En la visión de Revelación, el que estaba sentado en el trono sostení­a en su mano derecha un rollo que tení­a siete sellos, los cuales impedí­an descubrir el contenido hasta que el Cordero de Dios los abriese. (Rev 5:1, 12; 6:1, 12-14.) Más adelante Juan contempló en la visión un rollo, y recibió el mandato de comérselo. En la boca le supo dulce, pero le amargó el vientre. Como el rollo estaba abierto, no sellado, era algo que se tení­a que entender. Para Juan era †œdulce† recibir el mensaje que contení­a, pero al parecer habí­a en él cosas amargas que tení­a que profetizar. (Rev 10:1-11.) Ezequiel tuvo una experiencia similar con el rollo que le presentaron, en el que habí­a †œendechas y gemir y plañir†. (Eze 2:10.)

†œEl rollo de la vida del Cordero.† Dios no escoge a los adoradores idolátricos de la simbólica †œbestia salvaje† para que sean los asociados del Cordero. Por consiguiente, †œel nombre de ninguno de estos está escrito en el rollo de la vida del Cordero que fue degollado†, como ya estaba determinado †œdesde la fundación del mundo† de la humanidad. (Rev 13:1-8; 21:27.)

Rollos de juicio y de vida. Juan también observó que †œse abrieron rollos† y que se juzgó a los resucitados †œde acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos†. Estos rollos al parecer contienen las leyes e instrucciones de Jehová con las que se fija la voluntad divina para los hombres durante ese perí­odo de juicio, y su obediencia con fe o su desobediencia a lo que está escrito en los rollos es lo que revela si son dignos de que sus nombres se escriban o retengan en el †œrollo de la vida† de Jehová. (Rev 20:11-15; véase VIDA.)

†˜Enrollados como el rollo de un libro.†™ En Isaí­as 34:4, el profeta pronuncia juicio contra las naciones, diciendo: †œY los cielos tienen que enrollarse, justamente como el rollo de un libro†. Es evidente que aquí­ se refiere a enrollar y guardar un rollo al acabar de leerlo. De manera que esa expresión simboliza que se guarda o se suprime aquello que ya no tiene utilidad o valor.

Fuente: Diccionario de la Biblia

kefalis (kefaliv”, 2777), cabeza pequeña (diminutivo de kefale, cabeza; lat., capitulum, diminutivo de caput), de ahí­ un capitel de una columna, luego un rollo (de un libro). Aparece en Heb 10:7 “en el rollo” (RVR; RV: “en la cabecera”; lit. “en el encabezamiento del rollo”), cita del Psa 40:7:¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento