Biblia

ROMANA. CUESTION

ROMANA. CUESTION

[968]
La invasión de Roma por Ví­ctor Manuel II, al marchar las tropas francesas que defendí­a los Estados Pontificios y que se ausentaron al estallar la guerra francoprusiana, desencadenó en 1870 la «cuestión romana». Fue un problema militar, social, polí­tico y religioso y polí­tico que se denominó «Cuestión romana».

Ya en 1848 la Revolución habí­a anulado en Roma el poder del Papa sobre sus Estados, pero la intervención de tropas francesas habí­a restablecido el poder papal. Los intentos de anexión de Roma como capital y de los territorios pontificios habí­an fracasado por la presencia de tales tropas.

Roma fue declarada capital de la Italia unidad pero la ocupación no pudo hacerse hasta la marcha de las tropas. El Papa Pí­o IX se negó a reconocer los hechos y se declaró prisionero en el Vaticano. En el mundo católico partidarios y adversarios de la medida se mantuvieron discrepantes durante décadas. Por eso la cuestión transcendió los dos poderes polí­ticos implicados: Pontificado y Monarquí­a piamontesa. En la Iglesia, y en Italia también, las opiniones se dividieron: defensores del Pontí­fice pedí­an restitución de la situación; y otros pensadores y polí­ticos reclamaban tolerancia y reconocimiento del nuevo Reino de Italia.

Al margen del balanceo polí­tico, el hecho fue la absorción de Roma en el nuevo Reino y la negativa permanente del Pontí­fice a consentir en los hechos consumados. La solución tardarí­a 59 años en llegar. Pí­o XI comprendió que los tiempos habí­an cambiado y los hechos eran irreversibles y Benito Musulini, como dictador, tení­a autoridad para hacer las cosas a su manera. Después de fatigosas negociaciones se firmaron los Pactos de Letrán en 1929 y la zona del Vaticano fue declarada estado libre e independiente y Roma fue reconocida como capital del Reino de Italia. El Estado de la «Cittí  del Vaticano» fue rápidamente reconocido por los Estados del mundo, con sus 44 hectáreas y 1000 ciudadanos procedentes de Italia y de otras naciones.

En 1984 el tratado fue reemplazado por un Concordato que, como su antecesor, reconocí­a la absoluta soberaní­a de la Santa Sede (jurisdicción del Papa) dentro del Estado de la Ciudad del Vaticano y se dio por definitivamente zanjada la cuestión romana.

El tiempo hizo entender a los cristianos de Italia y del mundo que la Iglesia se acomoda a todas las situaciones sociales y polí­ticas y que solo tiene algo innegociable: su misión salvadora en el mundo.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa