SACO

v. Bolsa
Gen 42:25 mandó José que llenaran sus s de
Job 14:17 tienes sellada en s mi prevaricación, y
Hag 1:6 que trabaja .. recibe su jornal en s roto


Saco (heb. generalmente ‘amtjath, “costal”, saq, “saco”, cilicio”;* tsiqqâlôn, “alforja”). Con 2 excepciones en la RVR, Lev 11:32 y Jos 9:4, las referencias bí­blicas en que aparece esta palabra tienen que ver en todos los casos con las bolsas de trigo que José dio a sus hermanos en Egipto (Gen_42-44). Sacrifí­cios y Ofrendas. Productos de origen animal o vegetal que se presentaban al Señor como una expresión de adoración, gratitud o dedicación, o para la expiación del pecado. En el AT se emplean los siguientes términos hebreos genéricos para sacrificios y ofrendas: 1. Minjâh, “ofrenda” cruenta e incruenta; luego, en la ley leví­tica, “ofrenda de cereal” (1Ki 8:29, 36; Isa 1:13; 19:21; etc.). Cabe acotar que para designar el sacrificio cruento en general se usa el heb. zebaj (de la raí­z verbal zbj, “inmolar para el sacrificio”). 2. Qorbân,’ofrenda” y/o “don” santificados (Lev 2:4 7; etc.). 3. Terûmâh, “contribución” (2Ch 31:14; Isa 40:20; etc.). En Eze 45:1-7 y 48:8-21 el término hebreo significa la porción de tierra adjudicada al santuario y a los sacerdotes, un área que debí­a ser muy santa. Véase Ejido. El sistema de sacrificios fue establecido 1024 cuando el pecado entró en el mundo (Gen 4:3, 4), y sirvió durante los siglos siguientes como un recordativo de que su paga es muerte, y que la vida eterna se puede lograr únicamente como un don de Dios (Rom 6:23). Por siglos los sacerdotes eran los jefes de cada familia, pero en el monte Sinaí­ se hizo provisión sistemática para varias clases de sacrificios, y con el tiempo todos ellos eran ofrecidos por los sacerdotes. De una manera u otra, todos prefiguraban al inmensamente más grande, al del “Cordero de Dios” (Joh 1:29; cf Isa 53:7). Las ofrendas por el pecado y la transgresión, en particular, representaban el sacrificio vicario de Cristo, que “fue herido por nuestras rebeliones” (ls. 53:4, 5; cf v 6). En sí­ y por sí­ misma, ninguna ofrenda cruenta del AT no podí­a, y en realidad nunca pudo, “quitar los pecados” (Heb 10:4, 11) ni tampoco “hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto” (9:9). Sólo el inmaculado sacrificio de Cristo puede “limpiar” la “conciencia de obras muertas” (vs 11-15). La verdad fundamental expresada simbólicamente por los sacrificios era que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” del pecado (v 22), y que esta muerte es vicaria (Isa 53:4,6). En Leví­tico (especialmente los cps 1-7, 16 y 23), y en Exodo y Números, se nos da detallada información acerca de los diversos sacrificios. Los sacrificios y las ofrendas del AT se pueden clasificar tomando en cuenta su propósito, quién las ofrecí­a y su clase. I. Propósito. 1. El “holocausto” (ofrenda totalmente quemada) expresaba adoración, gratitud y dedicación. Representaba la adoración inalterable e ininterrumpida y la devoción de la totalidad de la congregación al Señor. 2. Las ofrendas “por el pecado” representaban la confesión de las faltas cometidas contra Dios, y su expiación; por otra parte, las ofrendas por “la transgresión” y “la culpa” implicaban la confesión del mal cometido contra los hombres y la restitución por el daño o la pérdida infligidos, aunque la diferencia exacta entre ellas no siempre es clara. 3. Las ofrendas “de paz” expresaban gratitud, buena voluntad, fraternidad y el cumplimiento de ciertos votos. II. Quién las ofrecí­a. Se establecí­a una diferencia entre los sacrificios que se realizaban en favor de toda la nación y los que se ofrecí­an por los individuos. 1. Entre los primeros se encontraban los holocaustos regulares (es decir, los que se ofrecí­an en momentos previamente establecidos); todas las ofrendas periódicas por el pecado; las que se presentaban en ocasiones determinadas por faltas cometidas por todo el pueblo; holocaustos especiales que se ofrecí­an junto con las ofrendas por el pecado cometido por toda la congregación; y la ofrenda de paz regular que se presentaba junto con el pan del Pentecostés. 2. Las que ofrecí­an los individuos eran todos los holocaustos y las ofrendas por pecados especiales (requeridas en circunstancias especí­ficas), con excepción de los holocaustos y las ofrendas por pecados especiales de toda la congregación; todas las ofrendas por la transgresión y la culpa; y todas las ofrendas especiales de paz. La ofrenda de un prí­ncipe era más complicada que la requerida del común del pueblo, en armoní­a con su cargo y su responsabilidad; lo mismo ocurrí­a con los sacerdotes, para quienes se establecí­a, además, un holocausto especial ofrecido en el momento de su consagración. Todos los holocaustos especiales, las ofrendas por el pecado y las de paz, y todas las ofrecidas por la transgresión, eran siempre en favor de individuos. III. Clases de sacrificios que se presentaban. Excepto las ofrendas por el pecado de una persona muy pobre, se prescribí­a para las diversas ofrendas especí­ficamente la selección de animales “limpios” y sin tacha del rebaño o la hacienda; en algunos casos pichones de palomas, o adultas. Algunos debí­an ser machos, otros hembras, y habí­a casos en que era indistinto que fueran machos o hembras. A veces se especificaban ciertas clases de corderos y carneros, y en ocasiones un cordero o un carnero se podí­a emplear indistintamente. Entre los animales grandes se especificaban los bueyes y los becerros. Junto con todos los holocaustos, las ofrendas de paz y algunas otras, se prescribí­an productos de origen vegetal, constituidos por granos, harina de trigo o de cebada, a menudo elaboradas en forma de pan; a éstos se les añadí­a sal, aceite e incienso y libaciones de vino (Lev 2:2-7; Num 5:4-11). En el caso de las ofrendas de origen vegetal, después de haber ofrecido una porción, el resto generalmente lo comí­an el sacerdote y el oferente. No se nos dice nada acerca de las libaciones; algunos creen que en un comienzo se derramaban sobre la ofrenda que acompañaban, y Josefo nos dice que en su tiempo se las derramaba alrededor del altar. Un holocausto diario regular se ofrecí­a cada mañana y cada tarde a lo largo de todo el año, incluso en los dí­as cuando otras ofrendas ya estaban prescriptas. Se requerí­an holocaustos adicionales durante los sábados, las nuevas lunas, las 3 grandes festividades anuales 1025 -la fiesta de los Panes sin Levadura, de las Semanas (Pentecostés) y de los Tabernáculos (las Cabañas)-, el dí­a de Año Nuevo y el Dí­a de la Expiación. Se ofrecí­an holocaustos especiales: con la ofrenda del pecado en favor de la congregación, en ocasión de la dedicación de los sacerdotes, junto con el voto de nazareato, con la ofrenda por el pecado en favor de los pobres, para la purificación de algunas contaminaciones corporales, por la lepra, después de un parto, por algunos individuos voluntariamente, o por lo que estaba prescripto que acompañaran ciertas otras ofrendas. Las ofrendas regulares por el pecado se ofrecí­an en favor de toda la congregación en ocasión de las lunas nuevas, del Año Nuevo y del Dí­a de la Expiación; y durante las 3 grandes festividades nacionales. Se requerí­an ofrendas especiales por el pecado: 1. En ocasión de la dedicación de los sacerdotes y los levitas. 2. En el caso de violación accidental del voto de nazareato y cuando se completaba un voto. 3. Por el pecado de la congregación. 4. Por el pecado de un sacerdote o dirigente. 5. Por los pecados individuales. También se requerí­a una ofrenda por el pecado en relación con impurezas corporales, en oportunidad del parto o para la purificación de la lepra. El sacrificio por la culpa siempre era individual, y se ofrecí­a en caso de ofensas como el perjurio, el sacrilegio involuntario, el fraude, los robos; además, en algunos casos se estipulaba una especie de compensación. En el dí­a de Pentecostés se requerí­an ofrendas o sacrificios de paz. Algunos de paz especiales se ofrecí­an en relación con el cumplimiento de un voto, en particular el de nazareato, y cuando se consagraba sacerdotes. Además, todos podí­an ofrecer sacrificios pací­ficos en cualquier momento. También existí­a una diferencia en el procedimiento que se seguí­a al ofrecer los diferentes sacrificios. Los holocaustos siempre se consumí­an totalmente sobre el altar, y la sangre se vertí­a separadamente sobre el mismo (y en un caso al costado, Lev_1). En el sacrificio por el pecado, por un sacerdote o por la congregación, la sangre siempre se asperjaba delante del velo, y con algo de ella se untaban los cuernos del altar de oro (cp 4). Pero cuando se trataba del sacrificio por el pecado, ofrecido individualmente por un dirigente o por el común del pueblo, la sangre se poní­a sobre los cuernos del altar de los holocaustos. En ambos casos, el resto de la sangre se derramaba al pie del altar de los holocaustos. Ciertas porciones definidas de los animales que se presentaban como ofrendas por el pecado se quemaban sobre el altar; el resto, si involucraba a un sacerdote o a la congregación, se consumí­a a fuego fuera del campamento (cp 4); sin embargo, cuando el sacrificio por el pecado era individual, de un dirigente o de alguien del común del pueblo, el sacerdote debí­a comer la carne del animal (6:25, 29). En el caso de los animales ofrecidos por la culpa, el procedimiento que se seguí­a era semejante al de los sacrificios por el pecado, sólo que la sangre se rociaba alrededor del altar en lugar de ponerla sobre los cuernos del mismo (7:1-7). También se rociaba alrededor del altar la sangre de los animales ofrecidos como sacrificios de paz (cp 3). Algunas porciones definidas del animal eran “mecidas” y “elevada”, delante del Señor, y quedaban con el sacerdote (7:29-34); el resto tení­a que ser comido por los que presentaban el sacrificio de paz y sus familiares (7:11-21; cf Deu 12:6,7; 27:7). Para los pecados cometidos “con soberbia”, esto es, en rebeldí­a contra el pacto y sus provisiones, no habí­a sacrificios previstos (Num 15:30). El sacrificio se presentaba a la puerta del santuario, donde quien lo ofrecí­a poní­a sus manos sobre la cabeza de la ví­ctima para dedicarla a Dios y hacer de ella su verdadero representante y sustituto. Quien la ofrecí­a derramaba la sangre -esto fue después tarea del sacerdote- y éste la aplicaba simbólicamente. A esto le seguí­a la total destrucción del sacrificio por medio del fuego, o de partes de él, o la ingestión de algunas porciones, tal como estaba prescripto para los diferentes casos. El sistema de sacrificios era un medio educativo adaptado a la comprensión de la gente de aquel tiempo, y tení­a como propósito ayudarles a desarrollar conceptos correctos con respecto a la santidad de Dios, el carácter aborrecible del pecado y acerca de cómo podí­an acercarse al Señor para reconciliarse con él. Pero tanto el AT (Mic 6:6-8) como el NT (Mat 9:13; 12:7) aclaran que su importancia estaba subordinada a la piedad práctica. Mientras Cristo vivió en esta tierra, el sistema de sacrificios estaba en pleno funcionamiento, y él lo sancionó (Mat 5:23, 24; 8:4; 23:2, 3; cf Gá. 4:4). También subrayó su carácter simbólico (Mt, 26:28). Del mismo modo, Pablo se refiere a ellos como tipos o sí­mbolos del verdadero sacrificio de Cristo(1Co. 5:7; cf Heb 10:1-11). Bib.: FJ-AJ iii.9.4. La tabla que aparece en las páginas siguientes resume los ofrecidos por grupos o individuos, en momentos y con propósitos definidos, y la clase de ofrenda que se prescribí­a para cada caso (cf CBA 1:710-723).1026 TABLA DE SACRIFICIOS Y OFRENDAS I 1027 TABLA DE SACRIFICIOS Y OFRENDAS II 1028

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

ver VESTIDO

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

tip, UTEN COST TEJI

ver, CILICIO

vet, Un tejido basto hecho de pelo, con el que se fabricaban sacos y vestidos burdos. Cuando alguien se vestí­a con saco como sí­mbolo de dolor o de arrepentimiento, se llevaba en contacto directo con la piel, y no se sacaba por la noche; en estos casos las cenizas eran un frecuente acompañamiento (1 R. 21:27; 2 R. 6:30; Jb. 16:15; JI. 1:13; Ap. 6:12, etc.). (Véase CILICIO.)

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Palabra derivada del hebreo saq, que hace referencia a una tela basta que se utilizaba para confeccionar sacos o talegos como los que se utilizan para el grano. Generalmente se tejí­a con pelo de cabra de color oscuro. (Rev 6:12; Isa 50:3.) La misma palabra hebrea para †œsaco† se emplea también para referirse a los talegos que se confeccionaban con este tipo de tela. (Gé 42:25; Jos 9:4.)
Era la prenda tradicional de duelo. La primera vez que leemos acerca de su uso es cuando Jacob estaba de duelo porque creí­a que su hijo José habí­a muerto y se ciñó las caderas de saco. (Gé 37:34; 2Sa 3:31.) En algunos casos, los que estaban de duelo se sentaban o dormí­an sobre saco. (2Sa 21:10; Isa 58:5; Joe 1:13.) Los siervos de Ben-hadad llevaban saco sobre las caderas y sogas sobre la cabeza cuando suplicaron por la vida de su rey delante de Acab. (1Re 20:31, 32.) Solí­a llevarse directamente sobre la piel y a veces con otras vestiduras encima (Job 16:15; Isa 32:11; 1Re 21:27; 2Re 6:30), mientras que en otros casos puede que posiblemente haya estado †œceñido† sobre la ropa interior. (Eze 7:18; Joe 1:8.)
Como resultado de la predicación de Jonás, el rey de Ní­nive emitió el decreto de que no solo deberí­an seguir su ejemplo de ponerse saco todas las personas de la ciudad, sino que incluso los †˜animales domésticos†™ deberí­an cubrirse con él. (Jon 3:6-8.)
Los profetas hebreos llevaban saco ocasionalmente cuando tení­an que comunicar mensajes de advertencia y hacer llamadas al arrepentimiento, o cuando oraban con expresiones de arrepentimiento a favor del pueblo. (Isa 20:2; Da 9:3; compárese con Rev 11:3.) Lo llevaban tanto el rey como el pueblo en momentos de gran crisis o al recibir noticias calamitosas. (2Re 19:1; Isa 15:3; 22:12.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

sakkos (savkko”, 4526), traducido “cilicio” en la RVR en todos los pasajes menos en Rev 12:6 “tela”, se traduce “saco” en la RV en Mat 11:21; Rev 6:12; 11.3; en Luk 10:13 “cilicio”. Véase CILICIO, Nº 1.¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento