SALVACION. SALVADOR

Diversos términos hebreos se traducen como s. Uno de ellos es yasha. Esta palabra encierra las ideas de †œestar a sus anchas† o †œhacer que algo sea suficiente†, en contraste con el concepto de tener limitaciones y restricciones que causan angustia o aflicción. El que está en anchura tiene la posibilidad de hacer lo que quiere, lo que no sucede con aquel que está restringido o limitado. El paso de un estado de restricción o aflicción a uno de anchura y libertad requiere de un acto de liberación. Al que lo realiza se le llama †œsalvador†. Esa liberación puede ser tanto nacional como personal, de enemigos, catástrofes, enfermedad, esclavitud, etcétera. Es mayormente con ese sentido como se utiliza el término en el AT. Así­, se dice de †œel Dios de nuestra s…. Dios, nuestro Dios ha de salvarnos† (Sal 68:19-20). Por eso David, frente a †¢Goliat, dijo: †œY sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos† (1Sa 17:47). En la memoria de Israel estaba siempre presente la victoria de Dios en el éxodo (†œAsí­ salvó Jehová aquel dí­a a Israel de mano de los egipcios† [Exo 14:30]). De esta manera Israel vino a ser un †œpueblo salvo por Jehovᆝ (Deu 33:29).

En las experiencias narradas en el libro de los Jueces, cuando el pueblo se vio oprimido por extraños en diversas ocasiones, si se arrepentí­an y clamaban a Dios, éste les enviaba un lí­der que como instrumento divino †œsalvaba† a Israel. Se nos dice esto en los casos de †¢Samgar (Jue 3:31), y †¢Gedeón (Jue 6:14-15, Jue 6:36-37). Era importante, sin embargo, que se entendiera que el acto salvador era de Dios. Por eso †œJehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí­, diciendo: Mi mano me ha salvado† (Jue 7:2). Por eso se lee en un salmo: †œEl rey no se salva por la multitud del ejército, ni escapa el valiente por la mucha fuerza. Vano para salvarse es el caballo…. He aquí­ el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la muerte…† (Sal 33:16-19). Se proclama varias veces en las Escrituras que Dios es el Salvador (†œYo, yo Jehová, y fuera de mí­ no hay quien salve† [Isa 43:11]; †œY no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador† [Isa 45:21]). Esto se contrasta con la s. de los hombres, que es vana (†œ… porque vana es la ayuda de los hombres† [Sal 60:11; Sal 108:12]) y la de los í­dolos, que no pueden salvar (†œNo tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su í­dolo, y los que ruegan a un dios que no salva† [Isa 45:20]).

La promesa escatológica a Israel. Cuando el pueblo se corrompió, los profetas, aunque tuvieron que anunciarle grandes calamidades, siempre mantení­an la esperanza de que llegarí­a un dí­a en que Jehová volverí­a a salvarle (†œY se dirá en aquel dí­a: He aquí­, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su s.† [Isa 25:9]; †œDios mismo vendrá, y os salvarᆝ [Isa 35:4]; †œIsrael será salvo en Jehová con s. eterna† [Isa 45:17]). Jeremí­as dice: †œEn aquellos dí­as Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura† (Jer 33:16). †¢Sofoní­as profetiza: †œJehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos…. Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvarᆝ (Sof 3:15-17).

S. en el NT. El verbo griego †œsalvar† es sözö, que muchas veces traduce en la †¢Septuaginta al hebreo yasha y sus derivados. El sustantivo soter significa †œsalvador† (por eso se llama †œsoteriologí­a† al pensamiento de los teólogos sobre la s.). Las ideas que se transmiten con estas palabras son las de asegurar, sanar, preservar. Hablando de personas de manera más especí­fica, equivale a librar de la muerte o a mantenerles con vida. En la época intertestamentaria se conocí­a ya el concepto de ser salvo, asociado a la idea de participación en la †¢resurrección y el siglo venidero. Por eso los discí­pulos dijeron al Señor en cierta ocasión: †œ¿Quién, pues, podrá ser salvo?† (Mat 19:25). En otro momento preguntaron: †œ… ¿son pocos los que se salvan?† (Luc 13:23). Igualmente se hablaba de s. con el sentido de tener paz. Pero también se retiene el significado de una s. de una desgracia o de una enfermedad. En medio de una tempestad, los discí­pulos le dijeron al Señor Jesús: †œÂ¡Señor, sálvanos, que perecemos!† (Mat 8:25). Una mujer enferma †œtocó el borde† del manto del Señor, †œporque decí­a dentro de sí­: Si tocare solamente su manto, seré salva†. Precisamente, Cristo le dijo: †œTen ánimo, hija, tu fe te ha salvado† (Mat 9:20-22).
desde el principio de la historia del evangelio se enfatiza una idea que no estaba en la mente del pueblo. Como se ha dicho, los israelitas tení­an ya el concepto de s. relacionándolo con la participación en el siglo venidero. Para ello, pensaban que el guardar la ley les abrirí­a la puerta a esa s. Pero cuando un ángel del Señor le revela en sueños a José el misterio de la gravidez de Marí­a, le dice: †œY dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados† (Mat 1:21). Es decir, que la s. que traerí­a el Señor Jesús estaba primeramente relacionada con el interior de los corazones de los israelitas. él vení­a a resolver el problema de los pecados. Esta verdad no era completamente nueva, porque Pedro dijo que †œlos profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta s., escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espí­ritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo…† (1Pe 1:10-11). El Señor mismo definió su misión diciendo: †œPorque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se habí­a perdido† (Luc 19:10). †œPorque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él† (Jua 3:17).

El Salvador. Es así­ como el tí­tulo de †œSalvador†, aplicado a Jehová en el AT, viene también a ser usado con respecto al Señor Jesús. †¢Marí­a dijo: †œMi espí­ritu se regocija en Dios mi Salvador† (Luc 1:47). Los ángeles anunciaron: †œ… os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor† (Luc 2:11). Los samaritanos que creyeron, decí­an: †œ… verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo† (Jua 4:42). Y en todo el mensaje apostólico se repite que Jesucristo es el Salvador (Hch 5:31; Hch 13:23; Flp 3:20). En Tito, por ejemplo, se usa el apelativo con referencia a Dios y a Jesucristo (†œ… la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador, a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios el Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador† [Tit 1:3-4]).

Descripciones de la s. En el NT se usa una gran cantidad de expresiones para ilustrar en qué consiste la s. Mencionaremos solamente algunas. Implica el ser librados de la condenación que merecemos por nuestros pecados (†œAhora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús† [Rom 8:1]). Es el paso de un estado de muerte a la vida de Dios (†œY él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados† [Efe 2:1]). Es ser sustraí­dos del poder de †¢Satanás y colocados bajo el señorí­o de Cristo (†œ… el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo† [Col 1:12-13]). Es ser extraí­dos de las tinieblas y puestos en la luz (†œPorque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor† [Efe 5:8]). Es entrar en el reino de los cielos (†œ… nos hizo renacer … para una herencia incorruptible … reservada en los cielos† [1Pe 1:4]). Es obtener, por un nuevo nacimiento, la naturaleza de Dios (†œ… el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios† [Jua 3:3]). Es entrar a formar parte de la familia de Dios (†œMas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios† [Jua 1:12]). Es obtener el perdón de pecados (†œ… en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados† [Col 1:14]), la paz con Dios (†œJustificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios† [Rom 5:1]) y la vida eterna (†œEl que cree en el Hijo tiene vida eterna† [Jua 3:36]).
s. se obtiene por la acción de Dios, que impulsa al hombre al arrepentimiento y le concede el don de la fe, para que crea en Jesucristo (†œ… y para que creyendo, tengáis vida en su nombre† [Jua 20:31]). Es absolutamente una obra de la gracia de Dios (†œPorque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se glorí­e† [Efe 2:8]).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano