Biblia

SATANISMO

SATANISMO

Diversos cultos dedicados a la adoración de Satanás. Para los estudiosos del tema, el satanismo tiene una larga historia. Se trata de los elementos más opuestos a las creencias y el estilo de vida cristianos, hasta el punto que buscan en Satanás, enemigo de Dios, el centro de su religiosidad.
Se encuentran elementos de satanismo no solo en los que se confiesan como tales, sino en una variedad increí­ble de movimientos, sectas y organizaciones. Por supuesto que los casos más dramáticos en tiempos recientes son los representados por las sectas satanistas y por la llamada Iglesia de Satanás, fundada por Anton LaVey en la década de 1960. Este practicante de la magia negra proclamó el triunfo final de Satanás y la derrota de las fuerzas leales a Dios.

Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas

Una forma de culto a Satanás.

Sobre el creciente y preocupante fenómeno de las prácticas relacionadas con el culto de las sectas satánicas.

En la sociedad actual está asumiendo una inesperada dimensión la adhesión a sectas satánicas, la participación en los ritos introducidos por éstas, la invocación de seres demoní­acos, el culto personal y solitario del demonio, y la afirmación de ideas provenientes del ambiente satanista.

Antes de ilustrar en grandes lí­neas el complejo fenómeno del satanismo contemporáneo, es oportuno intentar una definición del mismo. Esto se puede hacer de modo, por decirlo así­, general, como también en particular, es decir, con especí­fica y exclusiva referencia a aspectos singulares: teológicos, antropológicos, psicológicos, jurí­dicos y sociológicos. Si centramos la atención en una definición de tipo general, podemos afirmar que hablamos de satanismo cuando nos referimos a personas, grupos o movimientos que, de forma aislada o más o menos estructurada y organizada, practican algún tipo de culto (por ejemplo: adoración, veneración, evocación) del ser que en la Biblia se indica con los nombres de demonio, diablo o Satanás. En general, tal entidad es considerada por los satanistas como ser o fuerza metafí­sica; o como misterioso elemento innato en el ser humano; o energí­a natural desconocida, que se evoca bajo diversos nombres propios (por ejemplo: Lucifer) a través de particulares prácticas rituales.

Las sectas satánicas

Los grupos y los movimientos satánicos son, sin duda, muy diversos. Algunos están relacionados entre sí­, otros no; ciertos grupos son desconocidos hasta para las mismas personas que frecuentan el ambiente satanista. Hay sectas cuya existencia es efí­mera o casi virtual; otras, con el tiempo, dejan de actuar o en algún caso continúan en forma oculta; algunas actúan públicamente, otras de modo secreto. Por otra parte, casi todas sufren cismas con mucha frecuencia, es decir, que un grupo se divide en uno o más troncos, los cuales a su vez se separan en otras ramas y así­ sucesivamente.

En Estados Unidos se encuentra, sin duda, la mayor concentración de grupos satánicos que podrí­amos definir como conocidos, es decir, que actúan más o menos abiertamente; y es también en ese paí­s donde podemos encontrar las mayores referencias bibliográficas sobre el satanismo contemporáneo. Entre los grupos conocidos que han surgido en Estados Unidos y están todaví­a en actividad encontramos: Church of Satan, Temple of Ser, Order o[ the Black Ram, Werewolf Order, Worldivide Church of Satanic Liberafion, Church of War. Entre aquellos que después de algunos años parece que han dejado de actuar encontramos: Church of Satanic Brotherhood, Brotherhood of the Ram, Our Lady of Endor Coven, The Sairanic Orthodox Church of Nethilum Rite, The Satanic Church; existen, además, organizaciones sobre las cuales es difí­cil establecer si han cesado o no su actividad, como, la denominada Ordo Templi Satanis cuyos escritos tienen cierta difusión a través de Internet.

Otro grupo satanista que ha tenido cierta notoriedad, también después de la observación que como participante ha hecho el sociólogo americano William Sims Baintiridge, es †œThe Process Church of the Final Judgement,† surgido en 1965 en Inglaterra y difundido en algunos paí­ses, sobre todo en Estados Unidos antes de su escisión en dos grupos diversos; actualmente †œThe Process† se ha extinguido. En Inglaterra se ha detectado también la presencia de otras dos organizaciones satánicas conocidas: †œOrder of the Nine Angles† y †œDark Lily,† mientras en Nueva Zelanda actúa el grupo Ordo Sinistra Vivendi, anteriormente denominado Order of the Left Hand Path. En Italia, entre las sectas satánicas de las que se sabe algo, porque de un modo u otro han llegado a la notoriedad de la crónica, podemos citar: Bambini di Satana, Chiesa di Sata na di Filippo Scerba Chiesa Luciferiana di Efrem Del Gatto, Impero Satánico della Luce deglo Inferí­ o Seguací­ del Maestro Loitan.

Existen también grupos que no se presentan como satánicos y que, por ejemplo, afirman que practican ritos paganos para entrar en armoní­a con las fuerzas ocultas de la naturaleza, pero en realidad ponen de manifiesto aspectos que permiten su ubicación dentro del multiforme mundo del satanismo.

Los ritos, los sí­mbolos y las prácticas satánicas

Los ritos introducidos por cada secta se basan, muchas veces, en modificaciones aportadas a ritos preexistentes. De todos modos, en lí­neas generales se puede decir que los ritos satánicos sirven a los fines del celebrante y son un conjunto de gestos y de palabras orientados a provocar un cambio de las situaciones o acontecimientos que se considera que no se pueden obtener a través de medios o instrumentos comunes. Cuando por medio de tales ritos se pretende mandar una maldición o realizar algún hechizo, por ejemplo, con respecto a una persona concreta, se piensa que el mejor momento será por la noche, en un particular perí­odo de tiempo en el cual la persona está dormida (por ejemplo, dos horas antes de despertar); este es uno de los motivos por los cuales los ritos satánicos comienzan, en general, en las horas nocturnas; mientras que la elección de lugares precisos para realizarlos, dentro o fuera de la ciudad, probablemente depende de la posibilidad de organizar todo con cierta reserva y, en algunos casos, de la presencia en dicho lugar de cementerios o de iglesias desconsagradas. No se puede excluir que durante los ritos satánicos, algunos grupos lleguen a perpetrar actos de escarnio o profanación de cadáveres, violencias fí­sicas incluso sobre menores y hasta homicidios rituales.

La agrupación en la cual se inspiran algunas sectas satánicas más recientes es la †œChurch of Satan,† fundada en Estados Unidos en 1966 por Anton Szandor La Vey. El sí­mbolo de esta secta es llamado sello de Baphomet o sea, la cabeza de un chivo dentro de un pentáculo invertido (estrella de cinco puntas boca abajo), inscrito en un cí­rculo con cinco letras hebreas en el extremo de cada punta y todo esto, a su vez encerrado en otro cí­rculo. La Vey es autor de tres libros, que constituyen un punto de referencia para el mundo satánico contemporáneo: The Satanic Bible, Complete Witch, Me Satanic Rituals. En este último se encuentran diversos ritos oficiados en latí­n, inglés francés y alemán.

El rito principal de todo grupo satanista, es decir, la misa negra, ha sido descrito por La Vey tanto en †œThe Satanic Bible† como en †œThe Satanic Rituals.† Los diversos grupos satánicos introducen modificaciones respecto al rito aplicado por La Vey, quien lo ha establecido siguiendo el modelo de las más antiguas misas negras europeas, y que se inspira, entre otros, en los escritos del poeta francés Charles Baudelaire (1821-1867) y del escritor Charles Georges Huysmans (1848-1907).

El rito es oficiado por un celebrante, un diácono y un subdiácono; como instrumentos se usan algunos cirios un pentáculo invertido, un cáliz lleno de vino o de licor, una campanilla, una espada, un aspersorio o falo, y un crucifijo invertido; también se usa una Hostia auténticamente consagrada. El altar de la misa negra es una mujer desnuda y los participantes llevan vestidos negros con capucha. El rito imita, más o menos, el de la misa católica con las oraciones recitadas en latí­n, inglés y francés. Naturalmente, en lugar de invocar el nombre de Dios se invoca el de Satanás; se invocan nombres de diversos demonios; se recita el Padre nuestro en sentido contrario y negativo (padre nuestro que estás en el infierno); se lanzan invectivas contra Jesucristo, y la Hostia es profanada de varias maneras (utilizándola en prácticas sexuales, pisoteándola repetidamente con odio).

Las creencias satánicas

Las creencias satánicas pueden variar de uno a otro grupo. Por ejemplo, hay quien ve en Satanás un ser más o menos simbólico, expresión al mismo tiempo, de la transgresión y del racionalismo; y en los ritos, una especie de psicodrama brutal que tiene por finalidad liberar al fiel de los acondicionamientos religiosos, morales y culturales que provienen de su ambiente. Algunos satanistas que se reconocen en esta descripción afirman que †œel Satanismo es una religión de la carne. Para el satanista la felicidad se debe encontrar aquí­ y ahora. No existe el cielo para ir después de la muerte y tampoco el infierno de fuego como castigo para el pecador.† En cambio, hay quien ve en Satanás un ser real, prí­ncipe de las tinieblas, al cual es posible dirigirse mediante rituales mágicos para obtener favores de diverso género. Y también quien ve en Satanás, particularmente en Lucifer, una figura positiva que se opone a la acción del Dios de la tradición judeocristiana, considerada negativa.

En general, es difí­cil dar una definición uní­voca de las creencias a las que se refiere una determinada secta satánica. Por ejemplo, el satanismo introducido por la Vey, en algunos aspectos ve el mal como fuerza vital e impersonal, objeto de un culto — a través de rituales precisos— por medio del cual se pueden dominar las facultades destructivas propias de tal fuerza; por otro lado, resulta claro que La Vey, en algunos ritos — aunque en clave metafórica— se dirige al demonio como a un ser personal, creando, por lo tanto, la ambigüedad de fondo, que es tí­pica del ambiente satanista. Se puede notar una ulterior contradicción en quien practica los absurdos rituales de la Church of Satan, en los cuales hay una precisa y virulenta contraposición al Evangelio, a la Iglesia y a su liturgia: si una persona no cree ni en Satanás, ni en Dios, ni en la Iglesia, ni en el Sacrificio eucarí­stico, no se ve por qué se deba empeñar tan fanáticamente en las misas negras.

La aproximación al ambiente del satanismo

Algunos de los caminos por los cuales es más fácil entrar en contacto con un grupo satanista son: la frecuentación de ambientes esotéricos, mágicos y ocultistas hasta llegar a habituarse a las ideas y prácticas de los mismos, y al deseo de ir más allá para experimentar nuevas ví­as de conocimiento; la participación en reuniones espiritistas para la evocación de seres particulares, en las cuales no es difí­cil que se llegue a la invocación de espí­ritus demoní­acos y donde se puede encontrar a quien participa también en ritos satánicos; el recurso a los magos para afrontar problemas de diverso género que, como muchas veces se prolongan en el tiempo, se trata de solucionar hasta con el recurso a la llamada magia negra, la cual casi inevitablemente introduce en el mundo de los ritos satánicos llevados a cabo por individuos o grupos más o menos organizados; la atracción idolátrica que se manifiesta con respecto a ciertos cantantes y grupos de música rock, a los cuales se permite — mediante el mensaje de sus canciones — blasfemar e invitar al suicidio, al homicidio, a la violencia, a la perversión sexual, al uso de droga, a la necrofilia y a la implicación en el satanismo.

Los motivos que llevan a la práctica de ritos satánicos son muy diversos y entre éstos podemos encontrar: la convicción de obtener ventajas materiales de diverso tipo, incluso con perjuicio para otras personas; la voluntad de †œcontestar† a la sociedad de modo excéntrico y transgresivo; una morbosa atracción hacia lo que es pavoroso y horrendo, tal vez dictada por el deseo inconsciente de exorcizar los propios miedos; la respuesta violenta a traumas, a veces sufridos en la infancia; la adquisición de poderes particulares que se cree que pueden obtenerse por medio de conocimientos ocultos y por la participación en determinados ritos; la satisfacción de desviaciones sexuales a través de experiencias inusuales, que tienen como base algo de oscuro y ritual.

Diversos problemas de la sociedad contemporánea contribuyen, ciertamente, a hacer que el terreno para la siembra satánica sea más fértil, y entre éstos encontramos: la soledad del individuo dentro de la masa impersonal y amorfa; el impacto con ambientes que denigran al cristianismo o que en su propia visión tratan de diluirlo; la disgregación de la familia a causa del debilitamiento o de la pérdida de la fe en Dios, único que puede darle amor, armoní­a y unidad.

Hay actitudes que, por así­ decirlo, †œhacen el juego† al satanismo, porque más o menos conscientemente dan impulso a la difusión del mismo en la sociedad actual. La primera actitud es la de subestimar este fenómeno, considerándolo un hecho marginal, sin ninguna importancia o relevancia; una especie de juego de sociedad o de rol, cuya posible perversidad puede, de todos modos, ser socialmente tolerada.

Otra actitud, que podemos considerar como opuesta a la primera, es la sobrevaloración del fenómeno, que se considera excesivamente difundido, viendo en los grupos satánicos organizaciones que siempre y en todas partes se dedican a actividades criminales (aunque no se tengan fundados elementos para hablar de crí­menes cometidos por tales grupos) capaces de incidir en la sociedad de modo fuertemente peligroso y desestabilizador, con las posibles consecuencias de crear reacciones de fobia satanista o de caza al satanista.

Una tercera actitud es la que se puede definir corno fobia antisatanista, derivada de la difusión — casi como posición tomada— de una crí­tica excesiva y sistemática, algunas veces también infundada, a las organizaciones que se oponen al satanismo; se las ve como instituciones particularmente influyentes y en condiciones de inducir a conductas socialmente dañinas, aunque — o cuando— las mismas se colocan correctamente desde el punto de vista cientí­fico, cultural o religioso frente a ese fenómeno.

Consideraciones finales

Entre las diversas preguntas que muchos se hacen en relación con el problema del satanismo, está la que tiene por objeto la posibilidad de ver en él una acción explí­cita del maligno, por ejemplo, mediante la posesión diabólica de quien participa en ritos satánicos. Considero que tal acción no consiste tanto en la manifestación de fenómenos preternaturales, cuanto en una exasperada aversión hacia Dios, Jesucristo, la Virgen Marí­a, la Iglesia y todas las cosas santas. Los posibles casos de posesión diabólica que se pueden encontrar entre quienes participan deliberadamente en actividades satánicas, se pueden considerar casos de tipo — por así­ decir— activo y no pasivo, que derivan del hecho de que son las mismas personas las que voluntariamente se ofrecen al demonio.

De todos modos, el principal problema social, ético y cultural de la aceptación de las ideas y prácticas satanistas consiste en que con ello se llega a aprobar una completa inversión de los valores: lo que objetivamente es equivocado, malo y moralmente desordenado, se asume como modelo justo y liberador para proponerlo a los demás; además, la asunción, tí­pica del ambiente satánico, del lema crowleyano: †œHacer lo que quieras será toda la ley,† lleva inevitablemente al hombre a considerar que en realidad la propia libertad no termina donde comienza la de los demás. Para concluir, después, con la constatación de que el hombre que diviniza la materia, que se considera dios y así­ se sitúa en el lugar del Creador, inevitablemente va al encuentro de la amarga e inevitable realidad de la propia finitud y de la impotencia humana, sufriendo contragolpes que pueden arrastrarlo a serias consecuencias psicofí­sicas con caí­das de tipo depresivo.

El satanismo muestra, sin duda, una fuerte carga emocional y de evasión hacia lo irracional, que en algunos aspectos es encubierta por una paradójica apariencia pseudo-racional que se busca como justificación. El mal profundo que proviene de todo esto asume aspectos y motivaciones personales y oscuras; se concreta en los pecados personales y tiene como común denominador de los diversos ritos, sí­mbolos, prácticas y creencias, la negación de la recta razón y una herida profunda a la integridad de la persona humana, cosa que se manifiesta en las aberraciones sexuales, en la sed de poder, en la búsqueda desmedida de dinero o de éxito, en un narcisismo exasperado; todos esos elementos alejan del amor a Dios y al prójimo, y de la búsqueda del verdadero bien personal y común.

En este mundo, en donde se tiene la impresión de que el mal — como quiera que se entienda— vence al bien, creo que es cada vez más urgente dirigir a todos la exhortación del Santo Padre: †œNo tengáis miedo.† Esta tranquilidad sólo puede surgir de la convicción de que la liberación del mal y la salvación pasan a través de la obra redentora de Jesucristo, único Salvador del hombre.

Crí­menes Satánicos en Bolivia

La Policí­a de Cochabamba reporta (11 agosto, 2003), sobre diversos crí­menes, raptos y agresiones perpetrados por jóvenes que involucrados con cultos y sacrificios satánicos.

Ciudad de Oruro: El 29 de marzo de este año tres jóvenes de 19 años asesinaron con un cuchillo de cocina a un joven de 26 años, en un ritual cuya finalidad era un pacto diabólico para obtener dinero y comprar instrumentos musicales para su banda de rock.

Cochabamba: la policí­a registró tres crí­menes relacionados con prácticas satánicas: los asesinatos de un estudiante del colegio Don Bosco el 19 de julio de 2003; el de una joven embarazada, del colegio Quintanilla, el 15 de octubre de 2002; y el rapto de una joven universitaria de 19 años que sufrió laceraciones y tatuajes en todo el cuerpo.

Miguel Manzanera, representante del Departamento de Bioética del Arzobispado de Cochabamba añadió: †œLos sacrificios se convierten en una práctica común de estos grupos, ofrecen al diablo no sólo animales, joyas u objetos personales sino la vida de personas.† †œProvocar el sufrimiento es uno de los fines de los que intervienen en los ritos.†

Fuente: Diccionario Apologético

Culto a Satanás, que se inició en el siglo 12, y culminó con la «Misa Negra», una parodia de la Eucaristí­a, donde se usan Sagradas Hostias» robadas de un Templo Cristiano, y el «altar» es la vagina de una mujer virgen. Es la abominación más asquerosa. Las «Iglesias de Satán» están legalmente reconocidas en muchos paí­ses, y sus miembros son enganados a diario con el falso poder de Satanás el «padre de la mentira». Ver «Diablo» y «Espiritismo».

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

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Movimiento, culto o sectas que se declara adherida a Satán, como espí­ritu que enseñorea sus vidas y sus lenguajes. Los grupos o sectas satánicos son diversos y cada uno construye con sorprendente ignorancia, vaciedad y fantasí­a diversos ritos que se caracterizan siempre por lo exótico, por lo mí­stico y con frecuencia por lo erótico, llegando hasta la aberración sexual como atractivo para los adeptos.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Se puede decir que el «satanismo» ha existido en todas las épocas históricas, a modo de anuncio o «culto» invertido para suplantar a Dios, de parte de quien es «mentiroso», «engañador» («Satanás»). Se une ordinariamente a expresiones esotéricas e incluso obscenas, como inversión del orden moral. El culto, que puede ir dirigido al mismo Satanás, se ha concretado a veces en las llamadas «misas negras» (con ceremonias opuestas, uso de cálices y ornamentos, y profanación de hostias consagradas).

El origen organizado de esta tendencia puede localizarse en expresiones literarias de algunas corrientes del romanticismo europeo decadente. A finales del siglo XX está reviviendo el santanismo con expresiones parecidas, aunque también con connotaciones espiritistas, conquistas de poderes especiales y experiencias pseudoreligiosas de unión con Satanás. Hay prácticas ocultas y brujerí­a. No falta el culto tributado al mismo Satanás, aunque ordinariamente consiste en una «inversión» del culto cristiano (a modo de culto al revés). Muchos adeptos a las sectas satánicas han quedado destrozados psicológicamente. Hay que buscar el origen actual en el vací­o de valores fundamentales en el ambiente social, así­ como en el querer llenar o también superar las ansias de trascendencia del corazón humano.

Referencias Demonio, espiritismo, magia, sectas.

Bibliografí­a F. SAMPEDRO, Sectas y otras doctrinas en la actualidad (Bogotá, CELAM, 1991) 296-307. Ver referencias.

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

El significado tradicional de esta palabra, notablemente distinto del que prevalece hoy en el lenguaje de la Iglesia y en el d~ los medios de comunicación social, pertenece sobre todo al ámbito cultural literario y se refiere a un cierto gusto (a veces ostentoso) por lo pecaminoso y lo prohibido, por todo lo que se contrapone a la moral común, a veces con cierta predilección por lo morboso, por lo lúgubre, por lo anormal, entendido como desafí­o intelectual neo-ilustrado. Actitudes de este género caracterizaron ya a ciertas corrientes del romanticismo europeo, sobre todo en su fase de decadencia.

Esta actitud de desafio por la moral corriente, identificada todaví­a con el pensamiento cristiano, podí­a llegar hasta la obscenidad y lo grotesco del culto explí­cito tributado a Satanás, un culto concebido generalmente como imitación perversa e » invertida» del culto cristiano (de aquí­ los rituales de contrabautismo, las misas parodiadas al revés, etc.).

El satanismo muestra una desconcertante actualidad en los finales del siglo xx; se trata de un fenómeno que hay que analizar con instrumentos interdisciplinares, que son competencia de los estudios histórico-religiosos, de la etnologí­a, del psicoanálisis y quizás también de la sociologí­a.

En el revival actual del satanismo se puede leer ciertamente la angustia del hombre contemporáneo (lógicamente, del que más carece de soportes intelectuales y de una fe adulta y del que se encuentra psí­quicamente más débil) y una confusa necesidad de trascendencia, que no consigue explicarse de forma armoniosa y humanizante por falta de instrumentos exteriores e interiores. Por muy desconcertante y siniestro que sea, también éste es uño de los signos de los tiempos que no puede ignorar una mirada creyente, plenamente solidaria de su época.

L. Sebastiani

Bibl.: 1. p, Bourre, Hijos de Lucifér (sectas luciférinas acluales), Latina, Madrid 1980; F Koning, Historia del satanismo, Bruguera, Barcelona 1976.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico