Biblia

SIGNO

SIGNO

Presente en la lengua hebrea con la palabra Ot, se tradujo al griego primero con mystérion y luego con seméion.

Se puede concebir el signo como todo aquello que, con una base histórica, permite el conocimiento del misterio creando las condiciones para la relación interpersonal.

Es peculiar del hombre crear signos, ya que éstos llevan a su cumplimiento aquello que la palabra hablada no consigue expresar. El signo y el lenguaje expresivo son fuentes de comunicación, pero, por su naturaleza ambigua, requiere la intervención de la palabra para explicarlo.

Se han dado diversas definiciones de signo en el curso de la historia; los estoicos fueron los primeros en definirlo: «lo que parece revelar algo»; más tarde, Tomás de Aquino y la Escolástica en general hablarán del signo como de » id quod inducit in cognitionem alteriusn. Se debe sobre todo a L. Wittgenstein, F. de Saussure y Peirce que se haya impuesto el signo en los estudios de lingüí­stica. De todas formas, la acepción más común para definir el signo sigue siendo la de relación entre un significado y un significante.

Con el signo como lenguaje se entra en la esfera de la comunicación; en este nivel se dan diversas clasificaciones de signo según la relación que se establezca entre lo significado y lo significante y, sobre todo, según- el uso que de él hacen los diversos autores. Hay algunas caracterí­sticas fundamentales para el signo: a) Es un elemento histórico, es decir, inserto en la forma común de conocimiento personal. El signo no puede limitarse tan sólo a la esfera del individuo, so pena de hacer incomunicable su significado. b) Es una mediación; por consiguiente, el signo requiere la presencia de varios agentes: ante todo, la de lo significado y la de lo significante; además, la del que lo pone y la del que lo recibe. Si existe una «arbitrariedad» en la composición de los dos primeros elementos (significado y significante), es oportuno recordar que existe una «inercia colectivan entre los segundos (sujetos del signo) que hace percibir el significado del signo en su sentido original. cJ Está determinado por un contexto en el que se sitúa, el cual explicita el sentido y el significado peculiar del signo. d) Se da para provocar a la reflexión; en efecto, el que recibe el signo tiene que ponerse en condiciones de interpretar y de discernir el significado escondido en lo significante.

También la Escritura utiliza ampliamente los signos, hasta hacer de ellos un instrumento de revelación. El Antiguo Testamento multiplica los signos cuando tiene que hablar de Dios; a Dios no se le puede ver, pero lo hacen presente los signos. Es posible reconocer los signos en diversos niveles: en la naturaleza, en la historia y en el hombre mismo. El arco iris (4n 9,12) o las estrellas del cielo (Gn 15,5) expresan, respectivamente, la alianza universal y la promesa de un pueblo numeroso, mientras que la circuncisión es el signo de la pertenencia al pueblo consagrado (Gn 17 lO); las tablas de la ley y las fiestas litúrgicas a lo largo del año son signos que recuerdan las grandes hazañas realizadas por Yahveh en favor de su pueblo, especialmente la liberación y la alianza (Ex 31,38; Dt 16); finalmente, los profetas serán los verdaderos signos que expresan la voluntad de Dios (Ez 24,24).

El Nuevo Testamento, sobre todo la teologí­a de Juan, utilizará los signos en su referencia de revelación: los milagros se convierten en » signos» que expresan la llegada del Reino y la misericordia y poder del Padre que actúa en y con su Hijo Jesús. Jesús es considerado como el signo por excelencia, ya que al verlo a él nos vemos remitidos al Padre; en virtud de esto, multiplica los signos (Jn 1 1,47) para atestiguar la plenitud de los tiempos mesiánicos. Una referencia particular es el signo de Jonás (Mt 12,39-41), ya que a través de él Jesús manifiesta el misterio de su revelación: la muerte y la resurrección. El signo de la cruz se convierte, para la fe cristiana, en la expresión culminante que recuerda el verdadero sentido de la exigencia del Evangelio y pide la decisión de hacerse discí­pulos de Cristo.

La teologí­a fundamental, especialmente, elabora una teologí­a del signo a fin de poder presentar la credibilidad de la revelación a la inteligencia crí­tica que desea expresar la fe con un acto libre y personal.

R. Fisichella

Bibl.: R. Fisichella, Semiologí­a, en DTF, 1341-1345; íd., La Revelación, evento y credibilidad, Sí­gueme, Salamanca 1989; Latourelle, Cristo y la Iglesia, signos de salvación, Sí­gueme.. Salamanca 1971; U Eco, Signo, Barcelona 1980; F. de Saussure, Curso de lingüí­stica general, Buenos Aires 1979.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento

semeion (shmei`on, 4592), señal, marca, prenda, signo (relacionado con semaino, dar una señal; sema, signo). Se utiliza de milagros y señales como signos de la autoridad divina. Recibe su traducción de «señal» en la mayor parte de los pasajes en que se emplea. Se traduce «el signo» en 2Th 3:17, de la redacción de los saludos finales, utilizando entonces el apóstol la pluma por sí­ mismo, en lugar de su amanuense, siendo su autógrafo testimonio de la genuinidad de sus Epí­stolas; RVR77, LBA y NVI traducen «señal distintiva»; VM: «seña»; Besson: «firma». Véase especialmente SEí‘AL, A, Nº 1; véase también MILAGRO, Nº 2.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento