SIXTINA. CAPILLA

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Construida entre 1477-1480 por orden del Papa Sixto IV della Rovere, que quiso construirla siguiendo el texto bí­blico relativo al texto sobre el templo de Salomón. Fue la capilla del Palacio pontificio, hecha en pleno estilo renacentista.

Las paredes y techos fueron decorados por los mejores artistas de la época: Miguel íngel, Perugino y Botticelli, Ghirlandaio, etc. Rafael diseñó los tapices.

En 1508, Julio II della Rovere (nieto de Sixto IV), que era audaz y hasta guerrero, exigió que Miguel Angel pintara las bóvedas, amenazando incluso con una guerra a Florencia si no acudí­a el pintor. El artista tuvo que ceder y tardó cuatro años en completar las 300 figuras, luminosas, brillantes, geniales, que decoran los 800 metros cuadrados del techo. Trabajó en solitario desde un andamio construido especialmente para él.

Las nueve escenas de la bóveda reflejan textos del Génesis: Dios separa la luz de las tinieblas, creación del sol y de la luna, separación de la tierra de las aguas, creación de Eva, pecado original, sacrificio de Noé, diluvio, embriaguez de Noé, creación de Adán. La dureza de las manos de esta última figura alude a las malas relaciones entre Miguel Angel y el irascible pontí­fice.

En 1534, casi 30 años después, Clemente VII encargó a Miguel íngel los frescos para decorar la pared posterior de la capilla. Así­ surgió el espectacular “Juicio Final”, que empleó al artista seis años. La mayorí­a de las 250 figuras eran, en su origen, desnudas. Los paños que cubrieron los cuerpos fueron añadidos posteriormente, en el siglo XVII.

En el Juicio Final Miguel Angel reflejó su tremendo cambio de óptica sobre la Iglesia. Si la bóveda derrocha vida, esperanza, alegrí­a, en el Juicio final recoge el temor al castigo. El cambio de decoración refleja el cambio social y los acontecimientos en la Iglesia: Lutero y la reforma protestante estaban en marcha y el espí­ritu de lucha latí­a en Roma.

Por otra parte el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V habí­a hecho temblar a los romanos. El castigo divino parecí­a flotar sobre la urbe. Miguel Angel tení­a otro espí­ritu muy diferente y lo reflejó aquí­.

En el Juicio Final los muertos son sacados de sus tumbas y llevados ante Cristo Juez. De su sentencia saldrán para su destino: unos hacia el paraí­so y otro hacia el infierno. La silueta terrible de Cristo se advierte majestuosa, pero muy alejada del Buen Pastor del Evangelio y del Cristo moribundo de la cruz.

Hoy, en esta capilla tiene lugar la elección de los papas en el Cónclave, cuando muere uno de los Pontí­fices. Los cardenales con derecho a voto (los que no superan los 80 años) se albergan en estancias anexas del palacio y se mantienen incomunicados. En la misma capilla realizan dos votaciones al dí­a, hasta que logran alcanzar el consenso suficiente para obtener la mayorí­a de dos tercios de los votos.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa