TAOISMO

Religión china. Las creencias primitivas de los habitantes de la China evolucionaron a partir del ® CHAMANISMO y una serie de cultos mágicos, aunque la tradición le atribuye a Lao Tse (siglo VI a.C) la redacción del Tao Te-ching (Tao Te King). A este personaje se le atribuye ser el fundador del taoí­smo o religiosidad tradicional, basada en el tao o camino eterno, absoluto, sin origen o nombre, imposible de palpar, de definir ni de medir. Se trata de las fuerzas que están en la naturaleza y tras ella con la capacidad de transformar el caos en cosmos.
Entre sus deidades pueden enumerarse los «Tres Seres Puros»: la divinización de Lao Tse, el «Primer Ser Celeste», y el Emperador de Jade. Como en otras creencias chinas, el culto a los antepasados tiene un lugar especial. Una finalidad del taoí­smo es la obtención de la inmortalidad.
Mientras que en el ® CONFUCIANISMO prevalece lo ético, en el taoí­smo predomina lo metafí­sico, ya que el tao se considera como un principio universal que lo origina todo. Se fundamenta en la doctrina del yin y el yang, dos principios o «almas» que originaron a los humanos y al universo. El yin o principio femenino, representa la tierra y los números, relacionado con la muerte y el dolor; el yang o principio masculino, simboliza la luz y el calor, el cielo, la capacidad de producir, la vida nueva, los números impares. El yin lo componen partí­culas malas llamadas «kwei» (espectros) mientras que el yang es la combinación de los buenos espí­ritus llamados shen.
Para el taoí­sta, el gobierno debe limitarse al mí­nimo y la educación puede ocasionar dolor y agitación. Su ética está influenciada por Confucio. Sus preceptos son: no matar, no consumir bebidas alcohólicas, no mentir, no cometer adulterio y no robar. Exalta la lealtad a los gobernantes y maestros, la bondad hacia todos, la paciencia, la enseñanza, el estudio de las escrituras, etc.
Además del Tao Te King, cuentan con otras escrituras. Tienen numerosos sacerdotes que están divididos entre los taoshins, dedicados a la vida monástica y a la observancia del celibato, y los taoshins de aldea, que pueden casarse y trabajan secularmente. Sus tareas incluyen realizar exorcismos, el curanderismo y cultivar la magia y la adivinación; afirman practicar «ciencias ocultas». Sus ví­nculos con el ocultismo resaltan en varios estudios. Sus sacerdotes deben ser maestros del yin y el yang.
Entre los propulsores del taoí­smo sobresalen Chang Tao-Ling y Ko Hung, ambos del siglo III y dedicados a la filosofí­a. Al primero se le atribuye haber convertido el taoí­smo en religión principal y encabeza una lista de «Preceptores Celestes».
El taoí­smo disfrutó por mucho tiempo de una condición oficial superior a la concedida a los seguidores de Confucio y Buda, aunque el confucianismo recuperó en su momento la posición privilegiada.

Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas

(ensenanzas del camino).

Religión originada en China, 1.000 años a.C., donde hay hoy dí­a unos 30 millones de adeptos. Buscan la inmortalidad, y, aunque tienen muchos rituales y talismanes para controlar los espí­ritus, enfatizan la meditación más que lo ritual. Hacen disciplina mental y fí­sica, higiene interior, y practican sanación de enfermedades y exorcismo.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

[092]
Religión extendida en ambiente chino, proclamada por Lao-tse-King en el siglo VI a de C. (Ver Lao-tse-King)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

El «taoí­smo» es una reflexión sobre los problemas del origen del mundo y del hombre, que se entrecruza con las creencias religiones primitivas del pueblo chino. Como religión, es fruto de un largo proceso, tanto de especulaciones como de prácticas en torno al «Tao» (la primera causa, el camino) y a su acción en el mundo.

Además de religión, el taoí­smo puede considerarse como una cosmovisión, una ética o modo de vivir del pueblo chino. Las prácticas religiosas se concretan en celebraciones y oraciones colectivas. Sus pensadores más importantes son Lao-Tsé (nacido hacia el año 604? a.C.) y Chuang-Tzu (369-285 a.C.). En el pasado, ha existido el culto oficial al «Cielo», tributado por el Emperador.

Los preceptos de buena conducta moral trazan las lí­neas básicas de la vida personal y social, parecidas a las que se reflejan en toda buena conciencia. Como religiosidad popular, se difundió en toda China a partir del siglo II antes de Cristo, aunque con mucha variedad en las aplicaciones concretas templos, monasterios, ritos, ceremonias, plegarias… En el siglo VI de nuestra era se independizó del culto oficial. No falta la superstición, adivinación, magia… Las innumerables sectas se han inspirado frecuentemente en el budismo. El «taoí­smo» popular ha privilegiado las celebraciones festivas y los acontecimientos familiares. Se ha entrelazado la sabidurí­a con la longevidad.

Además de «camino», el vocablo «Tao» indica el principio de todo, a modo de camino que anda en medio de la vida. Se busca la perfección del hombre en el contexto de la vida y de la muerte, en vistas a unirse al mismo «Tao». El hombre es un viajero sabio que se pregunta sobre la vida para encontrar la salvación e inmortalidad. La religiosidad popular usa también la meditación, las artes mágicas, las adivinación, las hechicerí­as…

Aunque ha habido influjo del budismo y confucionismo, el taoí­smo ha conservado la caracterí­stica peculiar del pueblo chino la búsqueda de la armoní­a y de la unidad en la vida, que tiende hacia el «Tao», sin distinción entre lo profano y lo religioso. El pueblo chino es respetuoso con cualquier manifestación de religiosidad, pero es siempre pueblo chino, que quiere vivir la vida con espontaneidad y naturalidad. Algunos pensadores antiguos (como Lao-Tsé, siglo VI a.C.) presentan una verdadera búsqueda de la experiencia de Dios («Tao»), escondido en su soledad trascendente, ser supremo que habita en el «silencio», indescriptible e inmutable, «Madre del mundo».

Según Lao-Tsé y otros pensadores antiguos, la «virtud» del «Tao» es como la fuente o el seno materno y la norma de la moralidad humana. De esa fuerza deriva todo, como de alma universal que comunica unidad y armoní­a. El hombre está llamado a unirse al «Tao» y a llenarse de su «virtud», prescindiendo de las propias concupiscencias y adentrándose en el recogimiento. Su modo de vivir debe corresponder con el camino de esa «virtud». A través de un comportamiento moral recto, se llega al «Tao»y a la inmortalidad.

En el fondo de la mentalidad china, queda siempre la creencia en el Ser Supremo y en la supervivencia de los antepasados. El pueblo chino, que es actualmente casi la tercera parte de la humanidad, es consciente de que durante más de cinco mil años ha buscado el sentido de la vida con referencia a ese Absoluto, el «Tao». Para encontrarlo basta con vivir la vida sencillamente.

El mensaje moral cristiano deberá presentarse como verdad en la donación, que es la transparencia del evangelio. «En el dar testimonio del bien moral absoluto los cristianos no están solos. Encuentran una confirmación en el sentido moral de los pueblos y en las grandes tradiciones religiosas y sapienciales del Occidente y del Oriente, que ponen de relieve la acción interior y misteriosa del Espí­ritu de Dios»» (VS 94).

Referencias Budismo, confucionismo.

Lectura de documentos NAe 1-2; VS 94.

Bibliografí­a J. BERTHTONG, I saggi e immortali le religioni cinesi, en Le religioni del mondo (Roma, Paoline, 1984); A. CHIH, Chinese Humanism. A Religion beyond Religion (Taipei, Fu-Jen Cat. Univ. Press, 1981); C. ELORDUY, Espiritualidad de las religiones chinas, en Historia de la espiritualidad (Barcelona, Flors, 1969) IV pp.545-585; M. KALTENMARK, La mystique taoiste, en A. RAVIER (edit.), La Mystique et les Mystiques (Paris 1965) 649-667; C. LARRE, Taoí­smo, en (P. Poupard edit.) Diccionario de las Religiones (Barcelona, Herder, 1987) 1705-1712; H. MASPERO, Le taoïsme et les religions chinoises (Paris 1981); Y. RAGUIN, La religion taoïste (Taipeh 1981); J. SHIH, Taoismo, en Dizionario di Missiologia (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1993) 533-535; Idem, La preghiera nella religione cinese Studia Missionalia 24 (1975) 165-184; A. WATTS, El camino del Tao (Barcelona, Kairós, 1976).

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

1. Término.- Del chino tao («camino, sendero»). La palabra se refiere en primer lugar al libro Tao-Te-Ching («el libro del camino del poder»), En chino se habla de Tao-chia («doctrina del Tao») y de Tao-chiao («religión del Tao).

2. Origen.- En el taoí­smo confluyen varias corrientes de pensamiento y de culto de la antigua China. En los orí­genes del pensamiento taoí­sta, tal como hoy se conoce, está el texto del Tao-TeChing. La tradición menciona como autor suyo a Lao Tzu («maestro Lao»), que habrí­a sido contemporáneo de Confucio (siglo VI a.C.). La existencia de Lao Tzu como uno de los primeros maestros del taoí­smo es admitida generalmente por los historiadores modernos, aunque el texto del Tao-TeChing no encontró probablemente su redacción final hasta finales del siglo 1V. Este pequeño libro, de poco más de 5.000 caracteres, se presenta como un manual para gobernantes y de manera sumamente concisa expone los principios del Tao. El otro texto fundador del taoí­smo es el Chuang-tzu, llamado así­ por el nombre de su autor, el maestro Chuang (siglo IV-III a.C.).

3. Elementos doctrinales.- Al tratar del taoí­smo hay que distinguir entre el taoí­smo como doctrina y el taoí­smo como religión, sin que puedan separarse las dos formas del taoí­smo. La doctrina del Tao conoce sus formas de experiencia espiritual, mientras que la religión taoí­sta se basa en elementos de la misma doctrina.

a) El taoí­smo como doctrina (Taochia). El taoí­smo considera como central la antigua concepción china (y del Asia oriental en general) de la relación entre el ser humano y el universo como entre el microcosmos y el macrocosmos. Esta idea se desarrolla en sentido metafí­sico y también con algunas connotaciones mágicas. El Tao se explica de varias maneras: como el «camino» (moral Y jurí­dico) del comportamiento individual Y social, como principio trascendente del universo y como fuerza inmanente en el ser humano y en todos los seres.

El poder del Tao (te) produce una virtud cuya perfección consiste en el wu-wei («no-acción»), que no significa hacer nada, sino vivir directamente del principio vital en su pureza original, no articulado (ni deformado) mediante ideas y prescripciones. El ejercicio espiritual del taoí­smo intenta disponer a la persona humana a buscar la inmediatez en el contacto con el poder del Tao y a actuar de manera cada vez más flexible y espontánea en armoní­a con este principio.

En esta búsqueda ocupan un lugar importante los dos principios complementarios Yin y Yang (lit. «lado obscuro», «lado iluminado»), que desde el siglo 1V a.C. son conceptos comunes en todas las escuelas de pensamiento chinas. En el taoí­smo se les concibe como dos modalidades del único Tao.

b) El taoí­smo como religión (Taochiao). En el siglo 11 d.C., algunas corrientes del taoí­smo se constituven como religión organizada con el nombre de T’ien-shi-Tao («el camino de los maestros celestiales»). En la confusión polí­tica y moral de aquella época, en la que se anunciaba el final de la dinastí­a de los Han, la religión tomó un carácter mesiánico. El mismo Lao-tzu fue colocado en el panteón de las divinidades taoí­stas.

4 Desarrollos.- La doctrina del taoí­smo se desarrolló en una sucesión de maestros importantes. Su imponente actividad literaria, con escritos sobre temas de metafí­sica, ejercicios espirituales, alquimia, etc., hizo necesaria ya en el siglo VI d.C, la composición de una primera enciclopedia del taoí­smo. Por el 1016 se imprimió el primer canon de las escrituras taoí­stas. Hoy se pueden distinguir en el taoí­smo vanas escuelas, de las que cinco son las más importantes. La religión taoí­sta conoció su difusión más amplia durante la dinastí­a de los T’ang (61S-907), cuando obtuvo el rango de religión del Estado, con un culto público y unos oficiantes propios. En la historia posterior, el taoí­smo sobrevivió principalmente como religión en las aldeas.

Para la historia de las religiones ha sido de especial importancia la interacción entre el taoí­smo y el budismo, que realizó una sí­ntesis en la tradición de meditación Ch’an. Se desarrollaron dos escuelas: la de Lin-chi y la de Ts’aoTung, que fueron introducidas en el Japón por el siglo XIV d.C. como Rinzai Y Soto. La relación con el confucianismo fue de complementariedad: mientras que el confucianismo considera más bien a la sociedad humana. el taoí­smo dirige su atención a la naturaleza y a la espontaneidad del obrar humano. Ha habido también intentos de establecer una armoní­a entre las tres religiones, pero no han tenido un gran impacto fuera de los ambientes del taoí­smo.

A. Roest Crollius

Bibl.: C. J Bleeker – G. Widengren, Historia religionum, 11, Cristiandad, Madrid 1973, 482-498; J Vacca, Las religiones de los chinos, en P Tacchi-Venturi, Historia de las religiones, iI, Gustavo Gili, Barcelona 1947, 139: J Garcí­a Font, Taoí­smo y Confucianismo, en Historia de las religiones, III, Marí­n, Barcelona, 1971. 87-177.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

(TAO-KIAO)

Taoísmo es la segunda de las tres religiones de estado (San-kiao) de China

Esta religión deriva de las doctrinas filosóficas de Lao-tze. “el Taoísmo de Lao-tze” dice Legge (Religiones de China, 229),”es la exhibición de un modo o método de vida que el hombre debería cultivar como el más alto y puro desarrollo de su naturaleza”. De acuerdo a De Groot (Sistema Religioso de China, IV, p.66): “Taoísmo, como la palabra lo indica, es la Religión del Tao, un término que significa Sendero o Camino, pero denotando en este caso peculiar el camino, curso o movimiento del Universo, sus procesos y métodos. En otras palabras, el Taoísmo es la Religión de los Cielos y la Tierra, del Cosmos, del Mundo o de la Naturaleza en el más amplio sentido de estas palabras. Por tanto podemos llamarlo Naturismo”.

Lao-tze, el equivalente a “el Viejo o Venerable Filósofo” (si es tomado como un título de respeto), o a “Viejo Niño” (si es traducido literalmente), nació en el tercer año de Ting Wang, Príncipe de Chou, i.e. en 604, K’io-jin, en el Reino de Ts’u, hoy Provincia de Ho-nan. La leyenda brindada por Ko Hung en su “Registro de Espíritus e Inmortales” (escrito en el siglo cuarto A.D.), dice que “él no nació hasta que su madre lo había llevado en su seno setenta y dos años o, de acuerdo a algunos registros, ochenta y un años”. “No sorprende”, agrega Legge (1. c., pp. 203-4) «que el niño tuviera cabello blanco, –¡un ‘niño viejo’ de cerca de ochenta años!”. Esta fecha de 604, de acuerdo con la tradición histórica, no es proporcionado por Sze-ma Ts’ien en la biografía que dedicó al filósofo en su “She-ki” (Memorias Históricas); si esta fecha se aceptara, es difícil admitir la autenticidad del encuentro entre Lao-tze y Confucio, en 500 A.C.; si este último tenía entonces cincuenta y un año de acuerdo a Chwang-tze, Lao-tze tendría entonces ciento cuatro años de edad.

El apellido de Lao-tze era Li, su nombre Eul (que significa “Oído”), su título honorario Pe-yang, y su nombre póstumo Tan (que significa “Oído plano”). El fue uno de los “Sze”, registradores, historiógrafos, custodios de los archivos de Lo, la Corte de la princesa de la dinastía Chou. Previendo la descomposición de esta dinastía, abandonó su oficina, y emprendió un viaje; en el Paso Han-kou, Provincia de Ho-nan, el guarda, Yin Hi, le rogó que escribiera sus pensamientos para su propia instrucción antes de que se retirara del mundo, consecuentemente, Lao-tze escribió su trabajo en dos partes en el Tao y el Te, ya habiéndoselo encomendado a Yin Hi, desapareció; el momento de la muerte del filósofo no es conocido. Lao-tze tenía un hijo llamado Tsung quien era un general del Reino de Weiy quien obtuvo la merced de tierras en Twan-kan. Su hijo, llamado Chu tuvo asimismo un hijo Kung; Hia, nieto de Kung, fue un oficial bajo el Emperador Hiao-wen-ti, de la dinastía Han. Kiai, hijo de Hia, se convirtió en ministro de K’iang, rey de kiao-si, y, debido a esta circunstancia, se estableció con su familia en el Reino de Ts’i.

Esta historia es muy fáctica y adolece de leyenda maravillosa que debe rodear la persona del jefe de una nueva religión. La leyenda fue provista. Ko Hung, ya mencionado, había ubicado la leyenda de Lao-tze al principio de «Shon-sion-ch’-wan» (Registro del los Espíritus y de los Inmortales), y él dice: “Su madre se embarazó después de la emoción que sintió viendo una gran estrella fugaz. Él recibió del Cielo el aliento vital; como nació en una casa cuyo propietario se llamaba Li (Árbol de Pera), él fue llamado Li”. Algunos autores dicen que Lao-tze nació antes que los cielos y la tierra. De acuerdo a otros, el poseía un alma pura emanada del cielo, pertenecía a la Clase de los espíritus y dioses.

El principal trabajo de Lao-Tze, en realidad el único que ha sido atribuido a él con alguna probabilidad, es el «Tao-teh-king». En el “China Review” (Marzo-Abril, 1886), Dr. Herbert A. Giles escribió un articulo sensacional, “Los Restos de Lao Tzu”, para mostrar por medio de varios argumentos que el «Tao-teh-king» es un trabajo espurio y que sus hoy espurias porciones han sido, en su mayoría, traducidas mal. Este fue el punto de partida de una controversia de la que tomaron parte los doctores Chalmers, Legge, Edkins y algunos otros sinólogos. La autenticidad del trabajo ha sido admitida por la mayoría de ellos. Wylie dice (Notes on Chinese Literature, nueva ed., p. 216): “El único trabajo que se conoce que es una verdadera producción de Lao Keun el ‘Taòu tih king’, el que ha mantenido su reputación y obtenido una popularidad en cierta medida entre los hombres de lectura generalmente de toda denominación.” Legge escribe (Religions of China, p. 203): “Ningún otro escrito nos ha llegado del lápiz de Lao-tsze, su autor”, y (Brit. Quart. Rev., Julio, 1883, p. 9): «Sabemos que Lao Tzu escribió el ‘Tao Tê Ching'», y (p. 11): «El ‘Tao Tê Ching’ es una genuina reliquia de una de las más originales mentes de la raza China, registrando sus pensamientos 2400 años atrás.” El Alemán E. Faber (China Rev., XIII, 241) dice que “resta poco espacio para dudas relacionada con la autenticidad de nuestro Canon”

Además del «Tao-teh-king» muchos buenos trabajos tratan sobre el Taoísmo: el «Yin-fu-king-kiai» que profesa ser una exposición del más viejo registro Taoísta en existencia; «Ts’ing-tsing-king» (El Libro de la Pureza y el Descanso); el «T’ai-hsi-king» (Respiración del Embrión); el «T’ai-shang-Kan-ying-pien» (Tratado de las Acciones y sus Retribuciones).

Los principales filósofos Taoístas son: Tsou-yuen (400 A.C.), autor de un trabajo sobre las influencias de los cinco elementos dominantes, influenciado por las doctrinas Budistas; Kweiku-tze (380 A. C.), un místico, astrólogo y tirador de suertes; Ho-kwan-tze (325-298 A.C.), un Confucianista ortodoxo cuando escribe sobre jurisprudencia, un Taoísta en otros escritos; Chwang-tze (330 A. C.), el autor del clásico «Nan-hua», el adversario de Mencio, y de acuerdo con Eitel «el más original pensador que jamás haya producido China»; Shi-tze (280 A. C.), un escritor Taoísta, influenciado por el filósofo heterodoxo Yang-chu (450 A. C.), el Apóstol del Egoísmo; el estadista Han-feitze (250 A. C.); Liu-ngan o Hwai-nan-tze (fallecido en 112 A. C.), un cosmogonista. Pero los primeros discípulos de Lao-tze fueron Kang-sang-tze (570-543 A. C.), el primer expositor del Taoísmo como un sistema distinto, el escéptico Li-tze (500 A. C.), y Wen-tze (500 A. C.). El historiador Sze-ma-ts’ien hablando de Chwang-tze dice: «Él escribió con vistas a criticar la escuela Confuciana y para glorificar de los misterios de Lao Tze… Sus enseñanzas son como una arrolladora inundación que se derrama a su propia dulce voluntad. Consecuentemente, desde los gobernantes y ministros hacia abajo, ninguno podía aplicarlas a ningún uso determinado. Giles (Chinese Literature, 60) concluye de este pasaje: «Aquí tenemos la clave del triunfo del Tao de Confucio sobre el Tao de Lao Tze. El último era idealista, el primero un sistema práctico para uso diario».

Como observa De Groot (l. s. c., IV, 67): «Siendo el Taoísmo fundamentalmente una religión del Cosmos y sus subdivisiones, la vieja Cosmogonía China es su Teogonía. Concibe el Universo como un gran organismo de poderes e influencias, una máquina viviente, el núcleo del cual es el Gran Principio Ultimo o T’ai-kih, que comprende los dos Alientos o Almas cósmicas, conocidas como el Yang y el Yin, de los cuales, respectivamente, el Cielo y la Tierra son los principales depositarios. Estos dos espíritus producen las cuatro estaciones y el fenómeno de la Naturaleza representada por las figuras lineales llamadas kwa». En realidad el Yang y el Yin producen por el poder de su cooperación todo lo que existe, incluido el hombre. La filosofía China Antigua atribuye al hombre dos almas:

1. El shen, o alma inmaterial, emana de la parte etérea, celestial del Cosmos, y consiste en sustancia yang. Cuando opera activamente en el cuerpo humano viviente, es llamada k’i o ‘aliento’, y keun; cuando se separa de él luego de la muerte, vive como un espíritu refulgente, llamado ming.

2. El kwei, el alma material, sustancial, emana de la parte terrestre del Universo, y está formada por sustancia yin. En los hombres vivos opera bajo el nombre de p’oh y a su muerte retorna a la Tierra» (De Groot, IV, p. 5).

Por lo tanto, el kwey es enterrado con el hombre y el shen permanece rezagado alrededor de la tumba. La marca de una distinción entre las dos almas existía en el período legendario, de acuerdo con el «Li-ki», una oración en sacrificio a cada alma separadamente decía: el hwun o k’i regresa al cielo, el p’oh regresa a la tierra. Esas dos almas son compuestas; de hecho todas las vísceras tiene un shen particular. «Hay autores médicos que adscriben al hombre un número indefinido de almas o partes de almas, o, como ellos lo expresan, un centenar de shen. Estas almas, dicen, cambian de lugar en el cuerpo de acuerdo con la edad de su dueño; así, e.g. cuando él tiene 25, 31, 68 o 74 años y mayor ellas moran en la frente, por tanto es entonces muy peligroso tener forúnculos o úlceras allí, porque la efusión de sangre implicaría la muerte. En otros momentos de la vida ellas se acomodan debajo de los pies o en otras partes y miembros, y solamente cuando se tienen 21, 38, 42 y 50 años de vida están distribuidas igualmente a través del cuerpo, de modo tal que abscesos abiertos, cualquiera sea el lugar en que aparezcan no se curan en absoluto. Tales patológicos sin sentidos regulan, por supuesto, la práctica médica en gran medida» (Do Groot, IV, p. 75). El hígado, los pulmones y los riñones corresponden a la primavera, al otoño, al invierno como asimismo al este, al oeste y al norte. El alma puede ser extraída de un hombre vivo; el cuerpo puede estar aún vivo cuando es dejado por el alma, por ejemplo durante el sueño; el alma de un muerto puede renacer en otros cuerpos. Los espíritus pueden entrar en relación con los vivientes, no solamente en sueños, sino que pueden tomar venganza sobre sus enemigos.

A la cabeza del Panteón Taoísta hay una trinidad de personas:

1. Yuen-shi-t’ien-tsun, «el honrado del cielo, primero en el tiempo», residente en «la región de la piedra de jade», quien creó los tres mundos;

2. Ling-pan-t’ien-tsun, «el honrado del cielo, quien es valorado y poderoso», residente en la «región superior pura», coleccionista de los libros sagrados, calculador de la sucesión del tiempo y el regulador de los dos principios yin y yang;

3. El propio Lao-tze, quien expuso a la humanidad las doctrinas pronunciadas por la primera persona de la trinidad y coleccionadas en la forma de libros por la segunda.

Luego siguen: Yuh-hwang-ta-ti, «el gran emperador de la piedra de jade», quien gobierna el universo físico; Hen-t’u-hwang-ti-k’i, «Espíritu de la tierra imperial, regidor del suelo»; los dioses de las estrellas, cuyo señor (sing-chu) reside en una estrella cercana al polo; T’ien-hwang-ta-ti, quien vive en la estrella polar, etc.; Liu-tsu, el «padre del trueno». «Mientras diserta sobre la doctrina, sus pies descansan sobre nueve hermosos pájaros. Tiene a su mando treinta y seis generales, t’ien tsiang» (Edkins, «Journ. North China Br. Roy. Asiat. Soc.,» III, Dec., 1859, p. 3l1); el sol y la luna; el San-yuen o San-kwan, «los tres soberanos» quienes dirigen los tres departamentos de naturaleza física, cielo, tierra y agua; Hiuen-kien-shang-ti, «alto emperador del cielo oscuro», quien es descripto como el modelo del verdadero ascético. Él se ha transformado a si mismo ochenta y dos veces para convertirse en instructor de los hombres en las tres religiones nacionales. (Edkins, l. c., p. 312). Una cantidad de personajes eran adorados bajo el nombre de tsu, patriarcas. Confucio mismo tiene un lugar asignado entre las deidades de esta religión y a él se dirigen como «el honrado del cielo que causa el florecimiento de la literatura y la prosperidad del mundo» (Edkins). Algunos hombres han sido adorados como dioses después de su muerte: Kwan-ti, el dios de la guerra; Hu-tsu, un médico; una divinidad médica, Ko-tsu Sa-tsu; etc.

Uno puede bien preguntarse cómo la doctrina puramente abstracta de Lao-tze fue convertida en un popurrí de investigaciones alquímicas, en una práctica de brujería con la adición de supersticiones Budistas que constituye hoy en día lo que es llamado Tao-kiao, la religión o la enseñanza del Tao. Ese fue el trabajo de un ser legendario, Chang Tao-ling, un descendiente de la octava generación de Chang Leang, un celebrado consejero de Liu-pang, fundador de la dinastía Han. Nació el décimo año del Emperador Kwang Wu-ti (A. D. 34) en una choza de una pequeña villa de la Provincia de Che-kiang., al pie del Tien-mu-Shan, en la Prefectura de Hang-chou. A temprana edad Chang estudió los trabajos de Lao-tze a los que agregó investigaciones de alquimia, una ciencia tendiente al «prolongamiento de la vida más allá de los límites asignados por la naturaleza». Encontró la droga de la inmortalidad, y por orden de Lao-tze destruyó los seis grandes demonios de la provincia; Lao-tze también le dio dos libros, dos espadas, una masculina, una femenina, un sello llamado Tu-kung, etc. Chang dio sus espadas y libros a su hijo Heng, pidiéndole continuara su pontificado de generación en generación. Al mediodía del séptimo día de la primera luna del segundo año Yung-shou del Emperador Han Heng (A. D. 157), Tao-ling ascendió a la Montaña Nubosa (Yun-shan) con su mujer y dos discípulos, y con ellos desapareció en el cielo. Chang Heng, hijo de Chang Tao-ling continuó la tradición de su padre en ambos tipos de investigación, las espirituales y las alquímicas, y Chang Lu, el nieto, jugó un importante papel en la Rebelión del Gorro Amarillo al comienzo de la dinastía Han. Durante el siglo quinto A. D., cuando la dinastía Wei estaba gobernando en la China del Norte, un cierto K’iu Kien-che trató de sustituir a la familia Chang y en 423 recibió del emperador el título de T’ien-shi, «Preceptor del Cielo», que anteriormente había pertenecido a Tao-ling. En 748 el Emperador T’ang, Hiuen-Tsung confirió este título a los herederos de este último, y la concesión de una gran propiedad cerca de Lung-hu Shan les fue dada en 1016 por el emperador Sung, Chen-Tsung. El cargo de alto sacerdote del culto les fue asegurado con carácter hereditario a los descendientes de Chang mediante la trasmigración del alma del sucesor de Tao-ling, a su deceso, al cuerpo de un miembro joven de la familia, cuya selección es indicada por un fenómeno supernatural.

Hoy, encabezando la jerarquía Taoísta está Cheng-i-sze-kiao-chen-jen, «Heredero del fundador de la secta Taoísta»; este título fue conferido por la dinastía Ming a Chang Cheng-shang, descendiente de Chang Tao-ling en trigésima-novena generación. Este título «pertenece, por privilegio hereditario, al descendiente mayor en línea directa de Chang Tao-ling. Vive sobre la Montaña Lung-hu, en la Provincia Kiang-si. Su oficio consiste en usar su arte mágico para espantar los demonios, frustrar la influencia diabólica y refrenar las almas malignas de los muertos. El denomina al nuevo Ch’eng-hwang, ‘deidades tutelares de las ciudades’, y por una tasa, le da a los Taoístas títulos que les permiten celebrar las ceremonias con más solemnidad» (P. Hoang, «Mélanges sur l’Administration», 34). En la capital del imperio el sacerdocio Taoísta incluye : dos Tao-lu-sze , superiores, un título como el de los budistas, seng-lu-sze; dos Cheng-i , Taoístas de recta simplicidad; dos Yen-fa, Taoístas rituales; dos Che-ling, Taoístas de gran excelencia, taumaturgos; y dos Che-i, Taoístas de gran probidad, una clase inferior de sacerdotes. En las provincias a la cabeza del sacerdocio están: Tao-ki-sze Ton-ki, vice-superior de los Taoístas del fu; Tao-cheng, superior de los Taoístas de chou o un t’ing; Tao-hwei, superior de los Taoístas de hien. Los superiores son designados por los gobernadores generales (tsung-tu), o por los gobernadores (fu-t’ai), sobre la presentación del prefecto del sub-prefecto del chou, t’ing, o hien.

HENRI CORDIER

Transcripto por Douglas J. Potter

Dedicado al Sagrado Corazón Jesús

Traducido por Luis Alberto Alvarez Bianchi

Fuente: Enciclopedia Católica