[978]
Concepto que se centró en el nacimiento de un tercer milenio del cristianismo en el mundo y que se mitificó intensamente antes de que llegara el año 2000 y sirvió de estímulo para algunas reflexiones cristianas al comienzo del nuevo siglo, al estilo de las expuestas por Juan Pablo II en la Carta Apostólica «Tertio millenio adveniente».
Con todo, el tiempo se encargó de desmitificar ese guarismo de un dos con tres ceros, al ser el año 2001, y el 2005, y el 2009, iguales que los años anteriores en aspectos profanos y religiosos, dejando claro que son los hombres y no las cifras quienes hacen la Historia.
Por otra parte, es bueno recordar que un mal cálculo del monje Dionisio el Exiguo llevó a retrasar 6 o 7 años la fecha del nacimiento de Jesús, que con seguridad nació antes de la muerte de Herodes en Jericó acaso el 7 antes de nuestra Era cristiana.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
El inicio de un tercer milenio del cristianismo
Para el cristianismo, el año 2000 del nacimiento de Cristo (prescindiendo del pequeño margen de error en el cálculo) es el inicio de un tercer milenio. Hoy, en la historia humana, el tiempo se cuenta a partir de este evento salvífico. Un tercer milenio de cristianismo es un desafío a la fe o, mejor dicho, al testimonio de la misma.
Propiamente el cristianismo celebra la Encarnación del Verbo. El año 2000 es el inicio de un modo nuevo de proclamar el evangelio, cuando «nunca como hoy la Iglesia ha tenido la oportunidad de hacer llegar el Evangelio, con el testimonio y la palabra, a todos los hombres y a todos los pueblos» (RMi 92). La Iglesia está llamada a tomar conciencia de este hecho de gracia, para poder anunciar a todos los pueblos a Cristo Salvador y Redentor «En el 2000 deberá resonar con fuerza renovada la proclamación de la verdad «Nos ha nacido el Salvador del mundo»» (TMA 38).
Significado del tiempo a la luz de la Encarnación
La entrada en el tercer milenio del cristianismo es una invitación a profundizar en el misterio de la Encarnación y de la Redención. A la luz de este misterio, el hombre descubre el significado del tiempo y, por tanto, el significado a la vida y de la historia humana. Gracias al Hijo de Dios hecho hombre, en la «plenitud de los tiempos» (Gal 4,4), «Dios se ha introducido en la historia del hombre. La eternidad ha entrado en el tiempo» (TMA 9). Este tiempo es ya «kairós», tiempo especial de gracia.
El tiempo de la humanidad ya tiene dimensión divina, y viene a ser como una biografía complementaria de Cristo. «Cristo es el Señor del tiempo, su principio y su cumplimiento» (TMA 10). «Jesucristo es el mismo ayer, hoy siempre» (Heb 13,8). «Gracias al Verbo, el mundo de las criaturas se presenta como «cosmos», es decir, como universo ordenado» (TMA 3). Desde la Encarnación, «el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo con todo hombre» (TMA 4 ; cfr. GS 22). Jesucristo es «la palabra definitiva sobre el hombre y sobre la historia» (n.5).
El Jubileo entre dos milenios
El paso al tercer milenio es un momento de «Jubileo», de «año de gracia del Señor» (cfr. Lc 4,19; Is 61,1). En estos momentos de gracia, la Iglesia invita a recibir el «gozo» salvífico proveniente de la Encarnación y Redención, invitando de modo especial a los cristianos a un proceso de conversión, renovación, reconciliación en la vida sacramental y en la vida ordinaria personal y comunitaria (TMA 14). La alegría del perdón y de la reconciliación será mayor con el acercamiento a la unidad definitiva entre todos cristianos; por esto, «la Iglesia implora del Señor que prospere la unidad entre todos los cristianos… en la certeza de que nada es imposible para Dios» (TMA 16). Los «milenarismos» están fuera de lugar y de tono.
La Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente (Juan Pablo II, 1994) traza las pautas para celebrar el paso al tercer milenio y adentrarse en él a la luz de la Encarnación y redención. Se trata de tomar conciencia de ser Iglesia Esposa de Cristo, para poner en práctica las directrices conciliares del Vaticano II «La mejor preparación al vencimiento bimilenario ha de manifestarse en el renovado compromiso de aplicación, lo más fiel posible, de las enseñanzas del Vaticano II a la vida de cada uno y de toda la Iglesia» (TMA 20). La Iglesia está atenta a lo que el Espíritu Santo le dicte en este tiempo (TMA 23; cfr. Apoc 2,7ss).
En todo tiempo, pero especialmente en el inicio de un tercer milenio, la Iglesia es invitada a dar gracias a Dios por los beneficios recibidos (por la Encarnación y Redención) y a pedir perdón por los «errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes» (TMA 33ss). A partir de Cristo Redentor, el Verbo de Dios hecho hombre, la Iglesia entra de nuevo en el misterio de Pentecostés, para recibir nuevas gracias del Espíritu Santo y, de este modo, ser fiel a los designios salvíficos del Padre. El paso al tercer milenio es una invitación a «suscitar en cada fiel un verdadero anhelo de santidad» (TMA 42).
María es siempre la figura de la Iglesia, «modelo de fe vivida» (TMA 43), «la mujer dócil a la voz del Espíritu, mujer del silencio y de la escucha» (TMA 48), «ejemplo perfecto de amor» (TMA 54). La Iglesia entera se pone en marcha como Iglesia peregrina «sacramento universal de salvación» (LG 48). «Cada uno es invitado a hacer cuanto esté en su mano para que no se desaproveche el gran reto del año 2000, al que está seguramente unida una particular gracia del Señor para la Iglesia y para la humanidad entera» (TMA 55). «María es la Estrella que guía con seguridad sus pasos al encuentro del Señor» (TMA 59).
Referencias Encarnación, historia, historia de salvación, Iglesia escatológica (peregrina), Jubileo, milenarismo.
Lectura de documentos LG VII; TMA (todo el documento).
Bibliografía AA.VV., Tertio millennio adveniente. Comentario teológico-pastoral (Salamanca, Sígueme, 1995); AA.VV., Tertio millennio adveniente. Testo e commento teologico-pastorale (Cinisello Balsamo, San Paolo, 1995); (Comité para el Jubileo del año 2000) Jesucristo, Salvador del mundo ( BAC, Madrid, 1996); J. ESQUERDA BIFET, Huellas del Verbo encarnado en las diversas experiencias de Dios. A propósito del Jubileo del año 2.000 Burgense 36 (1995) 333-359.
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización