TESTAMENTO

Heb 9:17 el t con la muerte se confirma; pues no


Testamento (gr. diathek’, “última voluntad y testamento”, “pacto”, “contrato”). En Heb 9:16 y 17 diathek’ claramente significa “testamento”, pero en todos los demás casos en que aparece esta palabra en el NT equivale a “convenio”, en el sentido de un acuerdo entre 2 partes; o, para ser más exactos todaví­a, a un “pacto”* entre un superior (Dios) y un inferior (el hombre), en el cual el 1° establece las condiciones y el 2° se compromete a cumplirlas. Las expresiones “antiguo testamento” y “nuevo testamento” significan realmente “antiguo pacto” y “nuevo pacto”; es decir, la provisión divina para la salvación del hombre en los tiempos del AT y del NT (Heb 8:6-10, 13). Para el uso de estas expresiones aplicadas a las 2 porciones de la Biblia, véanse Antiguo Testamento; Nuevo Testamento.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Ver Antiguo Testamento ® Nuevo Testamento.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(gr., diatheke). Significa disposición testamentaria. En el NT se usa generalmente con el significado de su similar syntheke, que traduce correctamente a berith del AT, un acuerdo obligatorio o contrato entre un ser humano y otro, o entre un ser humano y Dios (p. ej., Luk 22:20; 1Co 11:25; comparar Exo 24:8; Heb 9:15-20).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Es la expresión que unilateralmente hace una persona en relación con el destino de sus bienes después de su muerte. Esta institución no era conocida entre los hebreos, pues la herencia se distribuí­a siguiendo lo establecido en Num 27:7-10. Pero el contacto con las culturas griega y romana la introdujo en las costumbres judí­as. Cuando se elaboró la Septuaginta, traduciendo el texto del hebreo al griego, allí­ donde aparecí­a el término †œalianza† (berit), los traductores pusieron la palabra diathëkë, que es el que más se acerca a la idea en el griego popular. Más tarde, los traductores al latí­n pusieron testamentum, el equivalente del griego diathëkë. Este uso fue el que se popularizó, llegandose a decir AT y NT.

El término diathëkë se usa unas once veces en el NT. RV60 siempre lo traduce como †œpacto†, con excepción de Heb 9:16-17, donde dice †œt.† Pero en ese mismo capí­tulo se utiliza varias veces como †œpacto†. Es evidente que allí­ se unen el concepto hebreo de †œpacto† y el de †œt.†, más caracterí­stico de la cultura romana, enfatizándose el carácter de promesa que implica el pacto. Así­, †œdonde hay t. es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el t. con la muerte se confirma, pues no es válido entre tanto que el testador vive†.
más correcto decir †œAntiguo Pacto† (2Co 3:14) que AT. Y †œNuevo Pacto† (Mat 26:28), en lugar de NT.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

ver, HERENCIA, PACTO

vet, Gr. “diadrêkê”; lat. “testamentum”: Últimas voluntades; cfr. He. 9:16, 17). En He. 8:6-10, 13 y 9:1, 4, se usa en el sentido de pacto. Las expresiones “Viejo Pacto” y “Nuevo Pacto” expresan mejor las dos divisiones de la Biblia que los términos AT y NT. Para el sentido de testamento, véase HERENCIA. Para el sentido de “Pacto”, véase PACTO.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[010]
Es la expresión de la voluntad de una persona con respecto a lo que debe hacerse con aquello a lo que tiene derecho a disponer. El testamento tiene sentido de expresión profunda de la persona en los paí­ses civilizados y reclama un respeto. En todos los ambientes civilizados hay leyes que lo protegen, por lo que el testamento se convierte en derecho y deber para los que se siente afectados por sus decisiones y cláusulas.

En el lenguaje bí­blico se identifica Testamento y Alianza, por cuanto la traducción griega de los LXX recogió el término hebreo de alianza (berit) por “diazeke” (testamento). Y ese término griego reflejaba ya en el perí­odo helení­stico la voluntad de un difunto con respecto a sus bienes o decisiones para después de su muerte. Incluso en este sentido se encuentra usada en el Nuevo Testamento: Gal. 3.15-17 y Hbr. 9.16.

Por costumbre la idea de Alianza bí­blica, entre Dios y su pueblo elegido, se tradujo en la Vulgata con el término latino “testamentum”, equivalente al griego “diazeke”. Esa voluntad sólo tendrí­a valor actualizable con la muerte del testador, el Hijo de Dios encarnado en Jesús.

Y se diferenció el Testamento antiguo, vivido en clave patriarcal y profética con las figuras máximas de Abraham y Moisés, y el nuevo Testamento, sellado en la sangre de Jesús Nuevo Testamento (1 Cor. 11.25; Lc. 22.20; 2 Cor. 3. 6-13). Y, siguiendo las comparaciones de San Pablo, se estableció un contraste entre Antiguo y Nuevo Testamento (2 Cor. 3. 14). Así­ se convirtió en la nomenclatura más usual en la Iglesia a lo largo de los siglos.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Entre los varios nombres que recibe la Sagrada Escritura, uno es el de Antiguo y Nuevo Testamento (cf. Jer 11,1-8; 31,31-33; Mt 26,28; Mc 14,24; Lc 22,20). El término hebreo al que corresponde (berith) significa pacto, alianza; el latino (testamentum), la última voluntad del testador acerca de sus bienes; el griego (diazeke) puede tener ambas significaciones. La significación de pacto, alianza, es central en la Biblia y especialmente en los libros del A. T.; también es fundamental la idea de testamento, en cuanto que los libros de la Sagrada Escritura son documentos sellados con la autoridad de Dios y en los que se contienen las promesas hechas por El a los hombres, a las que la muerte de Jesucristo nos da derecho si cumplimos las condiciones que aquéllas incluyen. ->alianza; biblia.

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

TESTAMENTO

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

Este término bíblico se deriva del latín testamentum que Jerónimo usó en la Vulgata para traducir la palabra hebrea bәrîṯ, «pacto», en algunos casos, como en Nm. 14:44, y para traducir la palabra griega diazēkē, como en 2 Co. 3:14. Desde los tiempos de Tertuliano se ha usado para designar las dos divisiones principales de las Sagradas Escrituras: el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Esto representa el uso literario de la palabra.

Según se usa en la teología bíblica, el término puede indicar la era de la entrega de los mandamientos por medio de Moisés (Ex. 19:5–8; Jer. 31:32; Heb. 8:9) hasta la muerte de Cristo. Éste es el antiguo testamento o pacto en contraste con el nuevo, el cual comienza legalmente con la muerte de Cristo, según puede deducirse de Lc. 22:20 y 1 Co. 11:25.

Las distintas traducciones bíblicas usan tanto testamento como pacto para traducir del hebreo y griego las originales bәrîṯ y diazēkē, pero la RV60 usa regularmente la palabra pacto, a excepción del uso de testamento en Heb. 9:16, 17. Para que el testamento romano entrara en vigencia, requería «la muerte del testador» (Heb. 9:16), pero esto no era necesariamente así en la práctica semita, como se ilustra en la parábola del hijo prodigo. El antiguo testamento o pacto tuvo su tabernáculo o templo y sus leyes ceremoniales y civiles, pero cuando la muerte de Jesucristo introdujo el nuevo testamento o pacto, estas regulaciones del orden antiguo llegaron a ser anticuadas «y desaparecieron en el tiempo». En efecto, en el año 70 d.C. el templo desapareció con la destrucción de Jerusalén. Lo que se mantiene y permanece es la ley moral de los diez mandamientos, escritas «en tablas de piedra» (2 Co. 3:3) pero escritas en el nuevo testamento «en tablas de carne del corazón» (2 Co. 3:3; cf. v. 5:6) las cuales permanecen. Para un estudio más elaborado del tema, véase especialmente Berkhof y Chafer en la literatura citada a continuación.

Véase también el artículo acerca del Pacto.

BIBLIOGRAFÍA

Systematic Theologies de L. Berkhof y LS. Chafer; G. Vos, Biblical Theology, especialmente pp. 32–36; M.J. Wyngaarden, The Future of the Kingdom, chap. VIII.

Martin J. Wyngaarden

RV60 Reina-Valera, Revisión 1960

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (606). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología