TIPO DE LA IGLESIA
María, figura de la Iglesia
La Iglesia encuentra en María su modelo o «figura» ideal, que la representa, anticipa y «personifica». Los Santos Padres expresaban esta realidad con la palabra griega «Tipo». «La Madre de Dios es Tipo de la Iglesia, en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo» (LG 63, citando a San Ambrosio).
El «sí» de María a la nueva Alianza (Lc 2,38), la convierte en «la mujer» o «Nueva Eva», esposa del Nuevo Adán (Jn 2,4; 19,25; Apoc 21,1), Tipo de la Iglesia, a la que invita a renovar el «pacto» esponsal «Haced lo que él os diga» (Jn 2,5; cfr. Ex 24,7). Esta fidelidad de María al misterio de la Encarnación (Lc 1,38.45) se concreta en su actitud de «pobreza» (Lc 1,48), como tipo de la fe y de la acción materna y evangelizadora de la Iglesia (Jn 2,11).
En el contexto de la doctrina conciliar, el título mariano de Tipo de la Iglesia (LG 63) tiene una vivencial y misionera. Efectivamente, en este título mariano, la Iglesia se encuentra a sí misma. Al saberse identificada con María, la Iglesia la siente «íntimamente unida» a ella (LG 63).
María y la Iglesia transparencia e instrumento de Cristo
María, recibiendo con espíritu de adoración la Palabra de Dios (Lc 2,19-51), queda «asociada» a Cristo para dejar transparentar todo su «misterio», que es de salvación para todos los pueblos (Ef 3,3-7). Ahora este «misterio oculto por los siglos en Dios», se manifiesta y se comunica por medio de la Iglesia y, más concretamente, por la vida y acción apostólica de la misma (Ef 3,8-10). «La Bienaventurada Virgen, por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, con la que está unida al Hijo Redentor, y por sus singulares gracias y dones, está unida también íntimamente a la Iglesia» (LG 63).
En cada uno de sus títulos o gracias recibidas, María es siempre «Tipo» de la Iglesia. Es, pues, modelo (ejemplo, figura), personificación e instrumento. María es Tipo (ejemplo, personificación) y Madre (ayuda, influjo) de la Iglesia. María descubre en ella todo el misterio de Cristo. Especialmente a partir del Cenáculo (Hech 1,14), «la Iglesia miró a María, a través de Jesús, como miró a Jesús a través de María» (RMa 26).
Pablo VI (en «Marialis cultus») presenta a «María como ejemplo de la actitud espiritual con que la Iglesia celebra y vive los divinos misterios» (MC 16). El paralelismo María-Iglesia se apoya en que ambas son Virgen oyente, orante, Madre, oferente (MC 17-20). De este modo, la Iglesia encuentra en María el modelo de «consagración total a la persona y a la obra de su Hijo», para «convertirse en causa de salvación para sí misma y para todo el género humano» (LG 56).
María es modelo de la fe vivencial de la Iglesia, puesto que ella «avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz» (RMa 2; LG 58). En esta «peregrinación de la fe, María precedió y sigue precediendo» a la Iglesia como su personificación (RMa 5-6). Es una actitud de aceptación plena de la Palabra divina, así como de unión incondicional con sus designios de salvación por Cristo y en el Espíritu Santo (cfr. RMa 12-19).
Por ser María «Tipo y ejemplar acabadísimo en la fe y en la caridad» (LG 53), es para la Maestra de vida espiritual (es decir, de vida según el Espíritu) «María es maestra de vida espiritual para cada uno de los cristianos» (MC 21). «Con ella y como ella» (RMi 92), recibe al Verbo bajo la acción del Espíritu Santo, en un proceso de escucha, respuesta y donación.
En la Iglesia misionera, esposa y madre
Por mirar a María como su figura más acabada, la Iglesia se siente personificada en María y unida plenamente a Cristo, realizada ya en ella aunque de camino hacia la plenitud en Cristo, virgen fiel y madre fecunda como ella por el anuncio y comunicación del misterio de Cristo, llamada como María a la asociación esponsal con Cristo.
La relación entre María y la Iglesia deriva hacia la misión de colaborar en la obra salvífica. Jesús continúa asociando a María como Madre y Tipo de la Iglesia, actuando en el mundo por medio de signos eclesiales. María pertenece plenamente al principio fontal de la Iglesia, que es Cristo. Por esto, la Iglesia, al identificarse con María, se siente más unida al Señor, a los planes salvíficos del Padre, a la acción del Espíritu Santo y a la obra de salvación universal.
Cuando la Iglesia anuncia el mensaje evangélico sobre María, indica la actitud de respeto a los planes salvíficos de Dios en Cristo (Jn 2,5). La nueva Alianza, que es para todos los pueblos, tiene las mismas características fundamentales de la primera Alianza en el Sinaí Dios tiene la iniciativa en la historia de salvación, pero quiere la respuesta libre del hombre «Haremos lo que el Señor nos dirá» (Ex 24,7; cfr. Jn 2,5).
Referencias Asociación, devoción mariana, fe, Iglesia, Madre de la Iglesia, Virgen María.
Lectura de documentos CEC 967, 972.
Bibliografía P. DE ALCANTARA, Maria, ejemplar y modelo de la Iglesia, en Enci¬clopedia Mariana posconciliar (Madrid, Coculsa, 1975) 415 426; L. DEISS, Marie, Fille de Sion (Bruges 1959); J. ESQUERDA BIFET, Significado salvífico de María como Tipo de la Iglesia Ephemerides Mariologicae 17 (1967) 89-120; J. GALOT, Marie, Type et modèle de l’Eglise, en L’Eglise du Vatican II (Paris 1966) III; E.G. MORI, Hija de Sión, en Nuevo Diccionario de Mariología (Madrid, Paulinas, 1988) 824-834; O. SEMMELROTH, Marie, Archétype de l’Eglise (Paris, Fleurus, 1968); M. THURIAN, Maria, Madre del Señor, figura de la Igle¬sia (Santander, Sal Terrae, 1966).
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización