Biblia

TITULOS CRISTOLOGICOS

TITULOS CRISTOLOGICOS

Con esta expresión se indica al mismo tiempo: a) todos los nombres y atributos que dan a Jesús de Nazarét las cristologí­as neotestamentarias, que componen una lista de 187 tí­tulos, recogidos ya a finales del s. VII; b) sección de la cristologí­a fundamental que valora su densidad en orden a revelarnos al personaje Jesús. El tratado de los tí­tulos cristológicos no es una novedad; en la perspectiva teológico-fundamental, este estudio ha sufrido una evolución que puede describirse en tres etapas.

1 Desde los primerí­simos tiempos de la literatura cristiana se encuentran ejemplos significativos: Dionisio escribe en 13 libros el De divinis nomin libris (PG 3,586-590); Orencio, por el ario 450, escribe un poema, De epithetis Salvatoris nostri (PL 61, 1000- 1 005) , donde se describen y comentan brevemente hasta 54 tí­tulos. La primera exposición «monográfica» que conocemos es la obra de fray Luis de León.

que en 1583 publica De los r1ombres de Cristo. Lo sorprendente es que esta obra se escribió con la intención de evitar el grave peligro para el pueblo de faltar a la prohibición de publicar en lengua vulgar la sagrada Escritura. Fr. Luis de León recoge en su escrito diez tí­tulos principales, deseando ofrecer a los simples creyentes un instrumento catequético: «Porque son estos nombres -escribe Fr. Luis- como unas cifras breves, en que Dios maravillosamente encerró todo lo que acerca de esto el humano entendimiento puede entender y le conviene que entienda» (Obras completas castellanas, BAC, Madrid 1951, 391).

2. Una segunda etapa es la que representa la teologí­a de los manuales, auténtica inventora de la problemática de los tí­tulos en teologí­a. El contexto en que se colocaba este estudio era el de la polémica contra la Ilustración y más directamente, contra el racionalismo. El De legato divino, que encontraba su complemento en el tratado dogmático De verbo incamato, constituí­a un impacto apologético para la cristologí­a. La finalidad de esta metodologí­a era demostrar que carecí­an de fundamento las tesis que sostení­an la contradictoriedad y la contraposición entre la investigación histórica sobre la vida de Jesús y su imagen dogmática.

En efecto, lo que se presentaba estaba muy lejos de poder considerarse como una defensa de la historicidad de Jesús de Nazaret. Lo que conseguí­an los tí­tulos, además de una evidente funcionalidad externa al sujeto en cuestión (que de esta manera se distanciaba cada vez más de su contexto histórico), era la presentación de un Cristo que tení­a todas las caracterí­sticas de la excepcionalidad, tanto en su humanidad como en su historicidad.

3. La tercera etapa la representa la teologí­a fundamental posterior al Vaticano II. En el momento en que eventualmente se aplica al estudio de los tí­tulos, no puede prescindir de la novedad que el concilio imprime a la teologí­a de la revelación y a la cristologí­a. La recuperación de la prioridad de la Escritura para una comprensión exacta de los datos, el horizonte histórico-salví­fico en que es posible insertar los diferentes elementos bí­blicos, y la sistematicidad orgánica en la organización de los datos recuperados, son claves hermenéuticas insustituibles para el tratado de los tí­tulos en el horizonte de la fundamental.

Hemos propuesto la utilización de los tí­tulos cristológicos como base para un doble objetivo:
aJ Dentro de una lectura global de la revelación, los tí­tulos pueden considerarse como un vehí­culo mediante el cual es posible alcanzar la conciencia de Jesús, que expresa el misterio de su existencia y el proyecto de su misión salví­fica.

bJ Más concretamente, en el orden de una metodologí­a hermenéutica, los tí­tulos pueden permitir la verificación que muestra el lenguaje de la fe arraigado en el lenguaje histórico de Jesús de Nazaret. Se da, por tanto, para la teologí­a la posibilidad de una formulación que garantice el carácter cientí­fico y sensato de sus expresiones, contra todo reduccionismo al que conducirí­an algunas formas de análisis 1ingUí­stico.

Se pueden distinguir tres niveles, que podrí­an constituir algo así­ como el contexto ambiental más significativo para la colocación y la comprensión de los tí­tulos: aJ Tí­tulos que expresan la conciencia popular de los contemporáneos de Jesús. El punto de referencia es particularmente el mundo veterotestamentario. Estos tí­tulos, como «profeta», «hijo de David», cayeron en desuso en la comunidad pospascual, ya que con toda claridad no expresaban plenamente el misterio que se habí­a revelado. bJ Tí­tulos que se remontan al mismo Jesús, que de este modo expresaba la comprensión que tení­a de sí­ mismo (por ejemplo, «hijo del hombre»). La comunidad no pudo menos de mantener estas expresiones, porque iban ligadas a la enseñanza más genuina del maestro. cj Tí­tulos que, a la luz de la Pascua, la comunidad explicitó y aplicó a Jesús de dos formas: bien actualizando las imágenes veterotestamentarias que se referí­an a él («sabidurí­a»), o celebrando la liturgia («Señor»); o bien recordando la enseñanza misma de Jesús, sus gestos y su comportamiento, en los que manifestaba que era el «mesí­as» y «el Hijo de Dios».
Subrayar excesivamente los tí­tulos cristológicos encierra sin duda un grave peligro, el de hacer caer en la fragmentariedad la descripción de la persona de Jesús, privilegiando su funcionalidad. Sin embargo, los diversos tí­tulos sólo tienen un significado si se derivan de la persona de Cristo y si vuelven a él. Se trata de la exigencia de un principio de unificación, que se impone en el estudio teológico; y este principio es el que privilegia la globalidad del misterio de la persona, más bien que la parcialidad de los aspectos que hablan de su misión.
R. Fisichella

Bibl.: R. Fisichella, Tí­tulos cristológicos, en DTF, 237-249; O. Cullmann, Die Christologie des Neuen Testaments, Tubinga 1957 (existe una traducción argentina, ya agotada hace tiempo); L. Sabourin, Los nombres y los tí­tulos de Jesús, San Esteban, Salamanca 1965; R. Latourelle, A Jesús el Cristo por los evangelios, Sí­gueme, Salamanca 1982.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico