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ULTIMA CENA

ULTIMA CENA

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Comida vespertina de despedida, celebrada por Cristo con motivo de la fiesta judí­a de la Pascua. En ella instituyó la Sagrada Eucaristí­a. Parece que la Cena pascual para el millón de peregrinos se celebraba la ví­spera de la pascua astronómica para unos y la fiesta del Sábado solemne para otros. Cristo siguió la primera y por eso murió el Viernes y celebró la cena el Jueves.

Mateo (26.17) afirma que fue «el primer dí­a de los ázimos». Marcos (14.12) expresa que fue «en el primer dí­a de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual». Lucas (22.7) dice que tuvo lugar cuando «llegó el dí­a de los ázimos en el que se habí­a de inmolar el cordero de Pascua». Según esta versión, la Últma Cena tuvo lugar al atardecer del 14 de Nisán y la Crucifixión fue el 15, ví­spera de la gran fiesta de la Pascua judí­a que caí­a ese año en sábado y no permití­a los trabajos de la celebración.

Diversos comentaristas, como Tolet, Cornelius a Lápide, Patrizi, Corluy, Hengstenberg, Ohlshausen y Tholuck, se adhieren a esta opinión, confirmada por la tradición de la primitiva Iglesia Oriental, aunque la opinión tiene también sus puntos débiles.

San Juan indica que el viernes era el 14 de Nisán (18.28), pues en la mañana de este dí­a los judí­os «no quisieron entrar en el pretorio para no contaminarse y poder así­ comer el cordero pascual». Por lo tanto, al dí­a siguiente, sábado, serí­a la gran fiesta. Todaví­a ese viernes por la mañana hicieron lo que no podí­an hacerse en una fiesta: juzgar a Cristo, reunir el Sanedrí­n, presentarse ante Pilato, crucificar al reo y retirar el cuerpo del ajusticiado, de forma rápida porque era «la parasceve o preparación». Los que promueven esta opinión sospechan que las diferentes afirmaciones pueden ser conciliadas, ya que la fiesta, al igual que los «sábados», comenzaba al ocultarse al sol del viernes.

En todo caso, si tenemos en cuenta que Flavio Josefo afirma que en Jerusalén se ofrecí­an por esos años unos 25.000 corderos pascuales, es de suponer que la inmolación se hací­a extensiva a lo largo de al menos dos o tres dí­as y que todas las opiniones de los diversos grupos tení­an cabida, el menos en cuanto a la ofrenda del don o limosna al Templo, en el que 6.000 sacerdotes y levitas «viví­an de los dones ofrecidos, sobre todo en los dí­as de Pascua en donde todos trabajaban a tope».

Jesús eligió para la celebración un jueves, murió un viernes, sus seguidores «descansaron» un sábado y comenzaron nueva vida el primer dí­a de la semana, un domingo.

El cenáculo estaba en Jerusalén, en la casa de algún seguidor de Jesús, sin que de los textos ni de la tradición se pueda sacar ninguna conclusión, aunque lo más probable es que se trataba de la casa de la madre de Juan Marcos, el que luego serí­a el evangelista. Si ese lugar estaba donde se venera el acontecimiento, en el actual monasterio de Ntra. Sra. de Sión, ya es mucho más dudoso. Pero queda claro que el lugar debí­a ser muy afecto a Jesús y a sus Apóstoles, muy reservado y discreto, muy vinculado a los discí­pulos también, pues en él se mantuvieron a la espera después de la crucifixión y allí­ se apareció Cristo tras su Resurrección.

La Cena fue una despedida: con un gesto desconcertante, como fue el comenzar lavando Jesús los pies a los Apóstoles, con un discurso o conversación muy densa, con un misterio sorprende como el «identificar su cuerpo con el pan y su sangre con el vino», al establecer la Eucaristí­a, con un nuevo mandato del amor, con un preanuncio de la traición de Judas, la Última Cena tuvo que quedar grabada a fuego en cuantos participaron en torno a la mesa. Fueron todos varones. Pero, en salas contiguas, seguirí­an con emoción el acontecimiento las mujeres que habí­an seguido a Jesús desde Galilea y al dí­a siguiente debí­an hallarse de pie ante la cruz, acompañando a la Madre del crucificado.

Los Artistas, haciéndose eco de la piedad cristiana permanente y entrañable, vieron siempre en la escena una fuente prioritaria de inspiración, desde las catacumbas hasta los bajorrelieves del siglo VI en la iglesia de Monza en Italia; y desde las miniaturas de los códices románicos medievales o de los orientales como el sirio de la Biblioteca Laurenciana de Florencia, hasta los mosaicos de San Apolinar en Rávenna. Luego vendrí­an las maravillosas expresiones de Leonardo da Vinci en Santa Marí­a delle Grazie en Milán, la Última Cena de Gebhardt, de Juan de Juanes o de Rafael y las cósmicas siluetas de Salvador Dalí­.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Véase CENA DEL SEí‘OR.

Fuente: Diccionario de la Biblia

La comida celebrada por Cristo y sus discípulos la víspera de su Pasión en la que instituyó la Sagrada Eucaristía.

Contenido

  • 1 Tiempo
  • 2 Lugar
  • 3 Secuencia de Eventos
  • 4 En el Arte

Tiempo

Los evangelistas y los críticos coinciden generalmente en que la Última Cena fue un jueves, que Cristo padeció y murió el viernes, y que resucitó de entre los muertos el domingo. Respecto al día del mes aquí parece haber una discrepancia entre lo registrado en los Evangelios Sinópticos y el de San Juan. En consecuencia algunos críticos han rechazado la autenticidad de un relato o de ambos. Como los cristianos aceptan el carácter inspirado de las Escrituras, no pueden admitir contradicciones entre los autores sagrados y se han hecho varios intentos para reconciliar las afirmaciones. Mateo 26,17 dice “El primer día de los ázimos”; Mc. 14,12 “En el primer día de los ázimos cuando se sacrificaba el cordero pascual”; Lc. 22,7, “Llegó el día de los ázimos en el que se había de sacrificar el cordero de Pascua”. De estos pasajes parece deducirse que Jesús y sus discípulos siguieron la costumbre ordinaria, que la Última Cena tuvo lugar el 14 de nisán, y que la Crucifixión fue el 15, el gran festival de los judíos. Esta opinión, mantenida por Tolet, Cornelius a Lápide, Patrizi, Corluy, Hengstenberg, Ohlshausen y Tholuck, se ve confirmada por la costumbre de la Iglesia Oriental primitiva que, mirando el día del mes, celebraba la Última Cena del Señor el 14 de Nisán, sin prestar atención al día de la semana. Esto se hacía conforme a la enseñanza de San Juan el Evangelista. Pero en su Evangelio, San Juan parece indicar que el viernes era el 14 de nisán, pues (18,28) en la mañana de este día los judíos “no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua”. En este viernes se hicieron varias cosas que no podían hacerse en una fiesta, esto es, Cristo fue detenido, juzgado, crucificado; su cuerpo es retirado (porque era la parasceve) “ya que los cuerpos no podían permanecer en la Cruz el día del Sabbath (pues aquel era un sábado muy solemne)”; se compra el sudario y los ungüentos, y así sucesivamente.

Los defensores de esta opinión sostienen que hay sólo una contradicción aparente y que las diferentes afirmaciones pueden ser conciliadas. Puesto que los judíos calculaban sus fiestas y Sabbaths de puesta de sol a puesta de sol: así el Sabbath comenzaba después de la puesta de sol del viernes y terminaba con la puesta de sol del sábado. Este estilo es empleado por los Evangelios Sinópticos, mientras que San Juan, escribiendo unos veintiséis años después de la destrucción de Jerusalén, cuando la ley y las costumbres judías ya no prevalecían, puede muy bien haber usado el método romano de computar el tiempo de medianoche a medianoche. La palabra pascua no se aplica exclusivamente al cordero pascual de la víspera de la fiesta, sino que es usada en las Escrituras y en el Talmud en un sentido más amplio para la festividad completa, incluyendo el chagigah; cualquier impureza legal pudo haber sido purificada por las abluciones vespertinas; los juicios, e incluso las ejecuciones y muchos trabajos serviles, aunque prohibidos en el Sabbath, no estaban prohibidos en las fiestas (Núm. 28,16; Deut.16,23). La palabra parasceve puede significar la preparación para cualquier Sabbath y puede ser la designación común de cualquier viernes, y su relación con el cordero pascual no significa necesariamente la preparación para la Pascua sino el viernes del tiempo de Pascua y de ahí que ese Sabbath fuera un Sabbath muy solemne. Además parece bastante seguro que si San Juan pretendía dar una fecha diferente de la dada por los Sinópticos y sancionada por la costumbre de su propia Iglesia de Éfeso, lo habría dicho así expresamente. Otros aceptan la aparente afirmación de San Juan de que la Última Cena fue el 13 de Nisán e intentan conciliar esto con el relato de los Sinópticos. A esta categoría pertenecen Pablo de Burgos, Maldonado, Petau, Hardouin, Tillemont, y otros. San Pedro de Alejandría (P.G. XCII, 78) dice “ En los años anteriores Jesús había guardado la Pascua y comido el cordero pascual, pero el día antes de sufrir como el verdadero Cordero pascual, les enseñó a sus discípulos el misterio del tipo.” Otros dicen: Puesto que la Pascua, al caer ese año en viernes, se contaba como sabbath, los judíos, para evitar la inconveniencia de dos sabbaths seguidos, habían pospuesto la Pascua un día, y Jesús la celebró el día fijado por la Ley; otros creen que Jesús anticipó la celebración, sabiendo que en el tiempo apropiado estaría en la tumba.

Lugar

En la Escritura no se menciona el nombre del dueño de la casa en la que estaba el cenáculo; pero debe haber sido uno de los discípulos, puesto que Cristo ordena a Pedro y Juan que digan, “El Maestro dice”. Algunos dicen que era Nicodemo, o José de Arimatea, o María, madre de Juan Marcos. La sala era amplia y amueblada como un comedor. En ella se presentó Cristo tras su Resurrección; aquí tuvo lugar la elección de San Matías al apostolado y el envío del Espíritu Santo; aquí se reunían los primeros cristianos para la fracción del pan; Pedro y Juan vinieron aquí cuando dieron testimonio tras su curación del cojo de nacimiento, y Pedro tras su liberación de la prisión; aquí quizá se celebró el concilio de los Apóstoles. Fue por un tiempo la única iglesia de Jerusalén, la madre de todas las iglesias, conocida como la Iglesia de los Apóstoles o de Sión. Fue visitada en el año 404 por Santa Paula de Roma. En el siglo XI fue destruida por los sarracenos, posteriormente reconstruida y encomendada al cuidado de los agustinos. Restaurada tras una segunda destrucción, fue puesta a cargo de los franciscanos que fueron expulsados en 1561. En la actualidad es una mezquita musulmana.

Secuencia de Eventos

Algunos críticos dan el siguiente orden armonizado: lavado de pies de los Apóstoles, predicción de la traición y partida de Judas, institución de la Sagrada Eucaristía. Otros, creyendo que Judas hizo una Comunión sacrílega, colocan la institución del sacramento antes de la partida de Judas.

En el Arte

La Última Cena ha sido un tema favorito del arte. En las catacumbas encontramos representaciones de comidas dando al menos una idea del ambiente de un antiguo salón comedor. Tienen un bajorrelieve del siglo VI en la iglesia de Monza en Italia, una pintura en un códice sirio de la Biblioteca Laurenciana en Florencia, y un mosaico en San Apollinare Nuovo en Rávena. Una de las representaciones más populares es la de Leonardo da Vinci en Santa María delle Grazie, Milán. Dentro de la escuela moderna de artistas alemanes, la Última Cena de Gebhardt se considera una obra maestra.

Bibliografía: FOUARD, The Christ, the Son of God, tr. GRIFFITH, II (Londres, 1895), 386; MADAME CECILIA, Cath. Scripture Manuals; St. Matthew, II, 197; The Expository Times, XX (Edimburgo, 1909), 514; Theolog. praktische Quartalschrift (1877), 425; LANGEN, Die letzten Lebenstage Jesu (Freiburg, 1864), 27; KRAUS, Gesch. der chr. Kunst, s.v. Abendmahl; Stimmen aus Maria Laach, XLIX, 146; CHWOLSON in Mém. de l’Acad. impér. des Sciences de St. Pétersbourg, 7ma ser., XLI, p. 37; VIGOUROUX, Dict. de la Bible (París, 1899), s. vv. Cène; Cénacle, donde se puede hallar una bibliografía completa.

Fuente: Mershman, Francis. «The Last Supper.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912.
http://www.newadvent.org/cathen/14341a.htm

Traducido por Francisco Vázquez, L H M.

Fuente: Enciclopedia Católica