UNIDAD DE LA IGLESIA
La Iglesia es «unidad» que refleja la «unidad» de Dios Amor, uno y trino. La unidad es «comunión», es decir, relación y donación mutua. Esta unidad es nota característica de la Iglesia, junto a las otras notas de santidad, catolicidad y apostolicidad, según confesamos en el Credo (ya en la fórmula del concilio de Nicea). Esta unidad es santa, católica y apostólica, y se expresa de modo especial en la misma fe recibida de los Apóstoles, la celebración de los mismos sacramentos, la misma comunión jerárquica según la sucesión apostólica.
La Iglesia tiene su fuente primera en la vida trinitaria y, por esto, es «un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (LG 4). El «misterio de la unidad» de la Iglesia encuentra su «supremo modelo y supremo principio» en la Trinidad (UR 2). Esta unidad se apoya en Cristo, su fundador, que la ha constituido a modo de familia, como expresión suya (cfr. Jn 17,10). Es unidad a modo de «cuerpo» de Cristo, con la variedad y corresponsabilidad de sus miembros (Rom 12,4-5; 1Cor 12,12-14). Es la unidad de «un solo cuerpo» vivificado por «un solo Espíritu» (Ef 4,4), que tiene «un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo» (Ef 4,5) y se alimenta de «un solo pan» (1Cor 10,17).
La diversidad en la Iglesia proviene de los diversos dones y carismas del Espíritu Santo, concedidos a personas o a Iglesias particulares y comunidades eclesiales, siempre para constituir «un solo cuerpo» de Cristo, formado por diversos «miembros» (cfr. Rom 12,4-5). «Las Iglesias de Dios» (1Cor 11,16) forman una sola Iglesia, «sacramento… signo e instrumento de unidad» (LG 1), como fruto de la Eucaristía que es «signo de unidad, vínculo de caridad» (SC 47). «La Iglesia es una por la unidad de la caridad, porque todos están unidos por el amor de Dios y entre sí por el amor mutuo» (Santo Tomás, Exposit. in Symbol. Apost. a.9).
La construcción permanente de esta unidad dinámica, así como su reconstrucción en los casos de ruptura, es una tarea exigida por la necesidad de una renovación constante, de una conversión permanente, así como por la urgencia de evangelizar con el signo de la comunión (cfr. Jn 13,34-35; 17,23). Ser «un solo corazón y una sola alma» constituye el punto de apoyo para «evangelizar con audacia» (Hech 4,31-32).
Referencias Catolicidad de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, eclesiología, ecumenismo, Iglesia, Iglesia comunión, Iglesia particular, Papa, Pueblo de Dios, sacramento universal de salvación, vida comunitaria.
Lectura de documentos UR 2-4; EN 77; CEC 811-822.
Bibliografía A. BANDERA, La Iglesia misterio de comunión (Salamanca, San Esteban, 1965); Y. CONGAR, Diversité et communion (Paris, Cerf, 1982); J. ESQUERDA BIFET, Compartir con los hermanos, la comunión de los santos (Barcelona, Balmes, 1992); M.J. LE GUILLOU, Mission et unité, les exigences de la communion (Paris 1964); J. RATZINGER., El nuevo pueblo de Dios (Barcelona, Herder, 1972); J.M.R. TILLARD, Iglesia de Iglesias (Salamanca, Sígueme, 1990).
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización