VICIO

latí­n vitium. Falta de rectitud, defecto moral en las acciones. El libro de la Sabidurí­a dice que todos los vicios son consecuencia de la idolatrí­a, los cuales se pueden resumir en el libertinaje que desata las pasiones y desestabiliza la familia, la sociedad, puesto que los vicios llevan al desprecio a la vida y a torcer el derecho, Sb 14, 22-31; en igual sentido habla el apóstol Pablo, tal vez, inspirado en el texto de la Sabidurí­a, Rm 1, 26-31. Por esto, el Apóstol aconseja a los cristianos: †œRevestí­os más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias†, Rm 13, 13; porque los vicios son obras de la carne: †œfornicación, impureza, libertinaje, idolatrí­a, hechicerí­a, odios, discordia, celos, iras, ambición, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, comilonas y cosas semejantes†; mientras †œel fruto del Espí­ritu es amor, alegrí­a, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí­†, Ga 5, 19-23. Igualmente, pide a los fieles no relacionarse con viciosos, que dicen llamarse hermanos, 1 Co 5, 9-13; pues éstos no heredarán el Reino de Dios, 1 Co 6, 9-10; así­, en varias de sus cartas, Pablo repite el catálogo de vicios que deben desaparecer de la comunidad cristiana, 2 Co 12, 20; Ef 4, 31; 5, 35; Col 3, 5-8; 1 Tm 1, 9-10; 6, 4; 2 Tm 3, 2-5; Tt 3, 3; lo mismo se lee en 1 P 4, 3. En el Apocalipsis, se dice que los viciosos sufrirán la segunda muerte, la condena eterna, Ap 21, 8; 22, 15.

El Eclesiástico dice que †œla ociosidad enseña muchos vicios† Si 33, 28.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

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Costumbre que tiene por objeto algo malo o inconveniente. Se adquiere por la repetición de actos. Y puede ser más o menos consciente y más o menos libre según las personas. Los vicios pueden ser tantos cuantos sean los actos malos: mentir, robar, desobedecer, fumar, gritar, ironizar. Unos vicios tienen un objeto más fí­sico y corporal, como el embriagarse o murmurar; otros lo tienen más psicológico, como maldecir o desconfiar.

La moralidad del vicio está en la voluntariedad y libertad con que se adquiere y luego se ejecutan los actos en los que consiste. Quien acepta el vicio en su raí­z, se hace responsable moralmente de cada acto aunque no lo advierta o consienta en cada caso. Quien repudia el vicio y hace lo posible por desarraigarlo puede tener la certeza de que cada acto al que le arrastra puede resultar ya involuntario y por no resultar responsable.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

El término griego kakia aparece once veces en el NT. Sólo en Mt. 6:34 tiene la idea de «problema» («mal» en RV60). Se usa en el sentido general de depravación, maldad, vicio, aunque la traducción vicio no aparece en la RV60. La palabra «vicio» en el amplio sentido de corromper o degradar bien podría ser usada en 1 Co. 14:20; Stg. 1:2; 1 P. 2:16. En Hch. 8:22 la palabra griega es usada en sentido general, pero sin la connotación que nosotros le damos a la palabra vicio. A menudo vicio representa un tipo especifico de maldad. Para este último sentido quizá la mejor traducción sería «malicia» (Ro. 1:29; Ef. 4:31; Col. 3:8; Tit. 3:3; 1 P. 2:1). En 1 Co. 5:8 la palabra podría traducirse como malicia o como vicio, dependiendo de si Pablo se refiere a las divisiones en la iglesia en Corinto o al caso de inmoralidad en el contexto inmediato.

Véase además Malicia.

BIBLIOGRAFÍA

Arndt.

Ralph A. Gwinn

RV60 Reina-Valera, Revisión 1960

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (636). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

Escultura SIN NOMBRE del artista plástico peruano Vicente López de Romaña Jenkins(Latín vitium, cualquier clase de defecto). El vicio es considerado como un hábito que inclina a uno al pecado. Es el producto de acciones pecaminosas de cierta clase repetidas y cuando se forman es en algún sentido también su causa.

Su caracterización específica en cualquier caso se puede deducir de la oposición que implica a una virtud particular. Es manifiesto que es completamente impropio usar el término para designar el acto malvado individual. Difieren en que el hábito de hacer algo se distingue del acto de esa cosa. Por lo tanto una persona puede tener vicios y aún a veces no ser culpable de ningún pecado, y a la inversa, la comisión de pecados aislados no lo hace un vicioso. La culpabilidad que puede haber contraído en cualquier caso se atribuye directamente al acto pecaminoso, y no al vicio.

De ahí la enseñanza de Santo Tomás de Aquino de que, hablando absolutamente, el pecado sobrepasa al vicio en maldad. Incluso aunque el pecado sea removido por Dios, el vicio, si había alguno, puede permanecer todavía, igual que el fracaso en actuar en alguna dirección no necesaria e inmediatamente destruye el hábito que quizás existía.

El hábito de cualquier clase de indulgencia pecaminosa se debe extirpar mediante la vigilancia implacable y la ejecución de los actos contrarios por un espacio de tiempo más o menos prolongado, según el vicio sea más o menos inveterado. Obviamente esto aplica vicios antagónicos a las virtudes adquiridas, pues en cuanto a las virtudes infusas concierne, ellas sólo pueden ser recuperadas como fueron obtenidas originalmente, a través de la graciosa generosidad de Dios. Es interesante notar que según Santo Tomás, luego que uno ha sido rehabilitado en el estado de gracia y ha recibido, digamos, la virtud infusa de la templanza, el vicio de la intemperancia no continúa formalmente como un hábito, sino sólo como una cierta clase de disposición y como algo que está en proceso de destrucción (in via corruptionis).

Fuente: Delany, Joseph. “Vice.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 15. New York: Robert Appleton Company, 1912.
http://www.newadvent.org/cathen/15403c.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina.

Fuente: Enciclopedia Católica